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Abrazo por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Eh! 

Que es fecha de amor y amistad, no lo olviden

xD

Dolía.

 

Cada paso que daba, luchando por no volver la mirada hacia atrás, hacía doler su pecho.

 

Dolía más que el abrazo caliente del sol en su piel.

 

Yugi jamás había odiado algo, al menos no tanto como ahora, pero el dolor que estaba quemando su pecho era difícil de ignorar.

 

Más difícil que fingir una sonrisa en sus labios para aparentar que estaba bien, que no le afectaba lo que recién había ocurrido.

 

Pero sí que le afectaba. Más de lo que pudiera expresar con palabras.

 

Se sentía ahogado.

Se sentía solo.

Sentía que lo habían desgarrado desde dentro.

Sentía que le habían quitado la mitad de su alma.

 

Y sí, más o menos, eso había pasado, cuando tuvo que luchar y vencer en un duelo a la persona más importante en su vida… sabiendo que eso lo iba a alejar de su lado para siempre.

 

No entendía cómo era que las lágrimas no lo estaban dominando, pero sentía tan vacía su alma, como lleno de dolor su pecho.

 

Había sido desprovisto de su enlace más de una vez en el pasado, y siempre había resultado incómodo; pero siempre había tenido la certeza de que volvería… esta vez, la idea de tener para siempre ese vacío solo le causaba ansiedad.

 

No podía recordar ¿Cómo había vivido toda su vida antes de Yami? ¿Antes de saber lo que era sentirse completo?

 

¿Cómo había podido sobrevivir tantos años sin la tibieza de aquella alma cuidando la suya, y dejándose cuidar por él?

 

Quizás una mejor pregunta era ¿Cómo iba a sobrevivir sin eso, después de haberlo conocido y disfrutado?

 

Yugi rogaba por una respuesta a esa pregunta, porque él no la tenía.

 

 

Todo, TODO lo hacía pensar en él.

No soportaba estar en la habitación del barco donde habían pasado la última noche 'juntos’, cada uno planeando su estrategia para el otro.

 

Esquivó conscientemente a todos los demás, no queriendo mentir tanto a sus preguntas de ‘¿cómo te sientes?/¿estás bien?’ no quería miradas de pena, ni tenía la paciencia para lidiar con Kaiba ahora mismo.

 

Quería estar solo, pues la única persona con la que nunca se sentiría incómoda, no estaba más y muy posiblemente ya nunca la estaría.

 

El oji-amatista se fue a la punta más apartada del barco y apretó entre sus manos el barandal metálico hasta que le dolieron las manos.

 

Se le alteró la respiración, de un momento a otro parecía que no podía obtener suficiente aire.

Yugi sintió que le faltaban las fuerzas. Se inclinó hacia adelante hasta que su frente se encontró con el frío metal al que se aferraba y apretó los dientes con fuerza, sintiendo que empezaba a temblar ligeramente.

 

No supo en qué momento, en medio de todo ese descontrol que su cuerpo estaba exteriorizado, cerró los ojos; pero los abrió como platos cuando sintió algo rodeando su cuerpo y moviéndolo ligeramente.

 

Shhhh, shhhh —un arrullo fue lo primero que escuchó, viendo solo franjas blancas y azules frente a él —no estás solo.

 

Y esas tres palabras, fueron suficientes para hacerlo quebrarse.

Todo su cuerpo perdió fuerzas, soltó su agarre y sintió las piernas fallarle, pero se dejó caer sin intentar mantenerse.

 

Por suerte, la persona que lo había sujetado evitó que cayera pesadamente al piso y se arrodilló con él, acomodándolo fácilmente contra el cuerpo ajeno hasta llegar a una posición agradable para ambos.

 

—Es normal que duela, y dolerá mucho más —no había lástima en esa voz, solo sinceridad —pero está bien llorar —los brazos lo rodearon con cuidado y lo apretaron más cerca, contra el pecho ajeno —desahógate.

 

Y Yugi hizo caso. Dejó de fingir.

Dejó la sonrisa y las palabras de esperanza para empezar a expresar su dolor.

 

El tricolor empezó a temblar con fuerza cuando sus sollozos se transformaron en llanto, un llanto desgarrador que venía de lo más profundo de su herido corazón roto; se aferró con fuerza al cuerpo que lo contenía sin importarle arrugar y mojar las prendas que portaba. Lloró todo su dolor, ahogando lamentos, gritos e intentos incomprensibles de palabras en el pecho del otro.

 

Lloró ahí por largo rato.

 

Cuando su garganta le dolió y sus ojos ardieron, se preguntó brevemente cómo había sido capaz está persona de decir las palabras correctas para que él se quebrara y dejara esa fachada de 'todo está bien’

Su cerebro le recordó amablemente, mientras ladeaba un poco la cabeza y veía una cortina de mechones blancos a solo centímetros, que él no era la única persona que había sufrido una separación tan desgarradora.

 

Ryou —el aludido apenas fue capaz de escucharlo. Yugi casi había perdido la voz con todo ese llanto.

 

—Estoy aquí —dudoso, paseó sus dedos por entre el cabello tricolor, descubriendo que era más suave de lo que pensaba—no te preocupes Yugi, puedes confiar en mí.

 

Yugi solo asintió, sin encontrar ni un gramo de fuerza en su cuerpo para moverse de ese abrazo tan dulce -y, de alguna forma, anestésico- que Ryou le ofrecía.

 

Cerró los ojos y está vez solo correspondió al abrazo con suavidad, esperando no haber arruinado la ropa de su amigo.

 

Agotado como estaba, Yugi no se percató de las pequeñas gotitas de cayeron sobre su pelo, ni de los ligeros temblores que le daban al albino de vez en cuando -y que tenía que controlar con respiraciones profundas- pero sí escuchó y sintió el suave tarareo que emitió en un momento dado, seguido por una frase entonada que, estaba seguro, pertenecía a alguna canción que no podía recordar en ese momento.

 

—Maybe we're not alone~


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