Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tu peor error por Aphrodita

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Tu peor error

 

 

Aphrodita

 

 

¡Sí! No digan nada >_< Es que no sabia con cual de las dos quedarme, digo, si con la letra de Nada fue un error de Coti, o esta que le pertenece a La 5° estación. Y bueno, como soy muy indecisa decidí hacer dos fics y Santo remedio XD.

 

One Shot / Song Fic:

 

Kiki lloraba con todo el poder de su corazón, arrojado en su cama, hundiendo su rostro en la almohada para ocultar así su dolor. Muu observaba a su pequeño discípulo, quince años y ya con el corazón roto, Aries no necesitó que su pupilo se lo dijese, pudo ver que desde el encuentro con Shiryu el pequeño pelirrojo no había sido el mismo, desde que el Dragón había pisado el suelo del Santuario, con sus 21 años a cuesta era ya todo un hombre.

Fue el pelimorado quien tuvo que interceder, por el bien de su discípulo al cual siempre quiso como a un hijo o a un hermano menor... Arrastro al pelilargo desde Libra hasta Aries, y cuando Shiryu lo vio con sus propios ojos comprendió el daño que habían causado sus palabras.

  • No come, no duerme, no habla, no sale de su cuarto... –Puntualizó Muu con un tono áspero –Solo llora...
  • Muu... Por favor... ¿Me dejas a solas con él?... –Pidió el Dragón con un nudo en su estomago.

Aries asintió levemente y se alejó rumbo a la cocina, el japonés aprovechó para ingresar a esa habitación y sentarse delicadamente junto al pelirrojo... Guardó silencio, sin saber que hacer o que decir, era todo tan difícil.

  • Yo... Lo siento Kiki... –Se disculpó el pelilargo sincero –Nunca imagine que tu...
  • Shiryu... –Se sorprendió el menor al no sentir el Cosmo de su compañero invadiendo el cuarto.
  • No me gusta verte así... –Sonrió con melancolía.
  • Estaré bien... –Pronunció Kiki –Solo necesito tiempo para asimilarlo...
  • No creí que me quisieras tanto, compréndeme...
  • Te quiero desde el día en que te conocí... –Interrumpió el lemuriano sentándose apenas en su cama con sus ojos hinchados. –Pero ahora ese sentimiento cambió a esto que... Siento...
  • Compréndeme... –Volvió a retomar Shiryu –Dame tiempo... ¿Sí?...

Con esas palabras el pequeño Aries volteó su vista confundido ¿Qué quiso decir el Dragón con eso? Acaso ¿Hubo un dejo de esperanza? ¿Aun había esperanzas?. Como si le leyese la mente, el pelilargo le dedicó una sincera sonrisa para acotar:

  • Nunca pense en ti como algo mas que un amigo... –Le dolió ver a su pequeño amigo tan devastado --Has crecido Kiki... Y me has tomado por sorpresa con esa declaración sincera... Yo, no había notado que el tiempo también había pasado para ti, aun té hacia un niño de ocho años.
  • Shiryu, nunca sentí nada por nadie... –Confesó el menor, desde ya, apenas era un adolescente.

El lemuriano se estiró un poco, para llegar precavido a los labios del hombre que comenzaba a amar. Al principio Shiryu no supo que hacer, se quedó estático recibiendo ese sutil toque de labios, quería a su amigo, pero precisamente como amigo, no como algo mas, sin embargo la insistencia y tenacidad del pelirrojo pudo contra todo intento del Dragón por escapar.

Así comenzó todo, con un niño enamorado, y con un muchacho confundido que no sintió y no sentiría mas que cariño fraternal por el otro.

 

Hace tiempo que comento con la almohada
que tal vez y para ti soy una carga,
hace tiempo que ya no le creo nada
y he notado tu sonrisa un poco cansada.

 

Paso el tiempo en el Santuario, fue una noche estrellada en la que Shiryu descubrió nuevamente lo placentero que puede ser tener sexo con alguien de su mismo genero, y descubrió así muy a su pesar que se estaba volviendo peligrosamente adicto a Kiki.

Kiki ya no era un niño, ya era todo un hombrecito, y a pesar de que su inexperiencia en la cama era muy notoria, su entrega era única.

Así se conocieron, de otra forma, y así se ataron más. El pelirrojo con el tiempo reclamó algo obvio, que aun Shiryu no estaba preparado para dar.

  • ¿Te doy vergüenza?... –Preguntó el menor bajando su vista al suelo, sentado en unas rocas con sus piernas colgando.
  • No se trata de eso Kiki... –Aseveró Shiryu apoyando su espalda sobre otra roca tan alta como él.
  • Y entonces...
  • Y entonces que... –El Dragón se quedó con sus palabras –No se puede... Primero porque para la Orden está mal visto la relación entre compañeros, mas siendo hombres... –Sintió la mirada de reproche de su niño clavándose en su espalda –Segundo porque tu tienes apenas quince años y... Aun eres muy chico para algunas cosas...
  • No iré corriendo a contarles a todos como nos revolcamos en mi cama Shiryu... –Se burló el lemuriano cruzándose de brazos.
  • No es por eso... Eres chico para comprender que algunas cosas se pueden y otras no...
  • ¿Cómo que?... –Desafió el pelirrojo prestando mas atención a su compañero.
  • Eres un adolescente, eres extremista, todo lo vives ya... Ahora sientes amor por mí, mañana te enamoraras de alguna chica del pueblo y te olvidaras de todo esto...
  • ¿De veras crees eso?... –Aquello le dolió al menor --¿De veras dudas tanto de mis sentimientos?...
  • Kiki... –Bufó el Dragón tomando aire y volteando para mirar directo a su amigo –Yo tuve quince años, sé lo que es tener quince años... –Ya había vivido eso con Seiya, o acaso ¿No habían terminado por que de un día para el otro ese amor perpetuo y eterno se esfumó como si nada?
  • Eres un idiota... –Aseveró Kiki ofendido y saltó de la roca para ponerse de pie e irse.
  • No te enojes...
  • Púdrete... –Respondió dolido y se alejó.

Si bien después el pelilargo lo siguió por cielo y tierra para clamar su perdón, consiguiéndolo con éxito; No pasaron muchos días para que el pequeño, con quince años o cincuenta, no había diferencia, descubriese que Shiryu no estaría para él de la forma en que realmente lo necesitaba. Para el Dragón, aparentemente lo ocurrido fue un desliz... Un error. Mientras que para el pelirrojo fue una bendición, lo mejor que le había pasado en su corta vida. Y esa idea que cada vez cobraba mas forma, terminó por ser un hecho cuando Shiryu partió a la Mansión. Sin mas le dijo una tarde que volvería, pues ya había terminado sus labores en Libra. Así, como quien da una noticia trivial. Los ojos de Kiki se humedecieron por completo ¿Podía ser tan cruel? De no importarle nada y decirle que se iría como si tan solo fuesen amigos.

Es que para Shiryu nunca habían dejado de serlo, y no por maldad, la realidad es que disfrutaba del sexo, pero no era mas que eso, ya algún día Aries lo comprendería y descubriría por sus medios que solo era un enamoramiento fugaz. Nunca Shiryu estuvo tan errado de algo en su vida.

  • Tranquilo... –Pidió el Dragón con voz serena.
  • ¡¿Quieres que me tranquilice?! ¡Me estas diciendo que te vas!.
  • Sh... No grites... –Pidió con delicadeza.

Con esa templanza que Kiki llegaba a odiar por momentos ¿Cómo podía comportarse tan sereno en semejante situación? Así era Shiryu, por mas que el mundo se le viniese encima él permanecería sereno e inquebrantable.

  • ¡Voy a gritar todo lo que se me venga en puta gana!
  • Tranquilo, Kiki, no es el fin del mundo... –Sonrió acercándose lentamente hasta el menor para abrazarlo por la cintura –Cuando Muu te deje partir del Santuario, podrás ir a visitarme... Yo quiero que me visites...

Dijo eso ultimo con tanto amor, que Kiki se derritió como mantequilla en sus brazos. Lo cierto es que Shiryu partió al otro día con el corazón en un puño al ver el rostro de su pequeño completamente compungido, Dioses, era cariño, desde ya que lo quería... Pero nunca penso que una tonta decisión, tan intrascendente como volver a Japón afectase tanto al pelirrojo, aparentemente lo quería mucho mas de lo que él imaginaba. Con esta idea el Dragón volvió a Japón.

 

Con los días se amontonan los momentos,
que perdimos por tratar de ser sinceros.
Y aunque no me creas, creo que aun te creo.
Y aunque no me quieras, creo que aun te quiero.

 

Tres años. Tres años después, cuando todo se había serenado y los sentimientos se habían dormido en lo más profundo de sus corazones a Kiki se le ocurrió aparecerse en la Mansión una mañana de invierno, una mañana lluviosa y gris.

Fue recibido con sorpresa y alegría, desde ya, Kiki no dejaba de ser un pequeño amigo para los Santos de Bronce, a pesar de contar con 18 años, para ellos no dejaba de ser el lemuriano travieso de ocho años que importunaba a Seiya con sus comentarios y bromas.

Shiryu se quedó de piedra al verlo, parado en el descanso de la escalera sin poder articular palabra alguna, menos mover un músculo de sus piernas. Retiró lentamente los lentes de marco fino que cubrían sus ojos para susurrar débilmente el nombre del recién llegado, quien sin ningún reproche en su corazón le correspondió el extraño saludo con una sincera sonrisa.

Voces y movimiento, risas y comentarios. En pocos segundos Aries se vio rodeado por los cinco Santos de Bronce que le preguntaban hasta el cansancio que era de su vida. Lo arrastraron a la cocina para darle algo de comer y aunque el Dragón se mantuvo algo ajeno a las conversaciones que se iniciaban no dejaba de mostrarse alegre por tan repentina visita.

Supo que algún día lo volvería a ver, supo que inevitablemente el tiempo los juntaría nuevamente, pero nunca creyó que tres años no fueran suficientes, acaso ¿No sirvieron para demostrar la teoría del siempre pensante pelilargo? ¿Que cuando Kiki madurase comprendería muchas cosas?.

Pues hubo un detalle importante, el pelirrojo no llegó allí y se arrojó a los brazos del japonés repitiendo incesantes "Te amo", había ido como una mera visita y no mas, cabia entonces la posibilidad de que Kiki hubiese comprendido aquello que Shiryu le señalo años atrás.

El siempre metódico, pensante y sereno Dragón. Aries por momentos odiaba que fuese tan calculador pues a veces el pelilargo pasaba por frío, ¡No podía comprender que los sentimientos no son cálculos matemáticos con sus soluciones! No, el amor es un sentimiento, no se "piensa".

El día pasó, y Shiryu poco a poco fue tomando coraje, fue hablando mas suelto con el menor, preguntándole cosas personales, que como estaba, y que hacia, pero nada... Ni en sus ojos ni en sus labios el Dragón pudo adivinar las verdaderas intenciones del lemuriano, aun mas importante ¿Tuvo intenciones? ¿O tan solo quiso pasar a saludar cuando le dieron el permiso en el Santuario?

Pasaron los días, y esa duda comenzaba a apoderarse del pelilargo, consumiéndolo por dentro, tuvieron muchas posibilidades en esa semana de tener un acercamiento, pero lejos de eso, el pelirrojo se mantuvo neutro, tratándolo como a uno mas, sin embargo Shiryu podía sentir, en su tono de voz, en su mirada, que algo mas había detrás de su repentina visita, algo que el pequeño supo ocultar perfectamente.

Comenzaba a volverse loco, tenerlo tan cerca y no poder siquiera rozar su brazo, es por eso que harto, una mañana en la biblioteca terminó por suplicar una explicación:

  • ¿A que estas jugando Kiki?
  • ¿Eh?... –Volteó el aludido confundido por esa acusación.
  • No entiendo, vienes aquí como si nada y...
  • ¿Y?... –Kiki clavó su mirada esperando una respuesta.
  • Y me miras, me sonríes pero nada... –Shiryu comenzó a perder fuerzas a en sus palabras, por primera vez no supo explicarse correctamente.
  • Yo no estoy jugando... –Se defendió Aries tranquilo.
  • ¿A que has venido?
  • He venido a verte Shiryu, ¿Qué? Acaso ¿No es obvio?... –El pelirrojo sonrió apenas, bajando su vista, algo sonrojado.

Y en esa actitud el Dragón comprendió que el lemuriano no dejaba de ser ese chico tímido que había descubierto hacia tres años atrás. Sonrió contagiado por esa sonrisa y se acercó lentamente a él para acariciar sutilmente su mejilla, gesto que el menor no evitó y por el contrario correspondió, dejando caer el libro de sus manos para aferrarse al cuello de su hombre y besar sus labios cobijado en ese lugar que era testigo de su amor, ajenos y escondidos de ojos curiosos y posibles reproches.

Kiki estaba precioso, con los años se había puesto aun más hermoso, y el pelilargo no perdió oportunidad de decírselo un centenar de veces.

 

Yo, perdido entre la confusión,
de no saber si sí o si no…
Voy esquivando tus miradas.
Yo, que he sido tu peor error
me quedo con la sensación,
de no tener las cosas claras.

 

En la obscuridad de la noche, en la quietud de la Mansión Kido los amantes intentaban no alertar a otros con sus gemidos, aunque el menor, después de tanta espera, no se privó de proferirlos con todo el poder de su garganta. La espera había sido larga para el menor; y los amantes demasiado para su gusto, pero gracias a ellos aprendió que a veces es mejor callar esos tipos de amores... ¿Amores? Kiki jamas amó a ninguno de sus amantes, salvo... Si, salvo al hombre que salvajemente se movía sobre su cuerpo, invadiéndolo, saciándolo, volviéndolo cada vez mas loco de deseo y ardor.

Pasaron varias noches así, descubriendo que el deseo no había muerto con los años, sino todo lo contrario, había renacido con una fuerza inconcebible que los consumía por dentro. Y fue una noche, la ultima, la más triste de Aries, cuando escuchó de los labios de Shiryu un sincero Te quiero *.

  • ¿Qué sucede?... –Se extrañó el Dragón luego de un profundo silencio, con su niño durmiendo sobre su pecho.
  • Nada... –Mintió el pelirrojo.
  • ¿Te pusiste así por lo que dije?... –Rió apenas y volvió a repetirlo –Te quiero con locura...

Sin decir nada, el lemuriano se puso de pie y en silencio comenzó a vestirse lentamente, sin comprender su actitud, el japonés se incorporó en su cama, con su desnudes latente, intentando decir algo para evitar su partida pero no pudo, sencillamente no pudo porque no supo que decir... ¿Qué podía decir en un momento como ese?

 

He tocado con la punta de los dedos,
ese cielo que prometes con tus besos.
Como un niño me creí todos tu cuentos,
y aunque tu me entiendas…
Yo ya no te entiendo.

 

A veces un abrazo, una palabra de consuelo, un gesto amigo llega de quien menos lo imaginamos. Así ocurrió con Kiki, quien perdido en sus pensamientos, sentado en el banco del enorme Jardín de la Mansión se vio interrumpido por Seiya, que solo, sin decir nada en concreto, le apoyó una mano en su hombro y le susurro un sencillo y reconfortante "Todo estará bien" ¿Podía ser que el Pegasus comprendiese su dolor? Quizás de cierta forma si, de alguna manera él había atravesado por el mismo dolor que el pequeño Aries.

Esa fue la tarde en la que el lemuriano comprendió que era hora de partir, no había nada por hacer allí, ya no más. Entró a la Mansión y buscó sus cosas sin olvidar saludar a los Santos de Bronce que asombrados no comprendían su repentina partida, él solo les dijo que era hora de volver.

Cabe admitir que le dolió ver la pasividad del Dragón ante su partida, pero ¿Qué pudo hacer este? Le había dicho la noche anterior que lo quería con locura, ¿No era suficiente? ¿Por qué el pelirrojo era tan complicado? Un enojo se apodero del pelilargo, mezcla de indignación y dolor, si es que el enojo de Shiryu se puede considerar un verdadero enojo.

Por eso el Dragón ingresó al cuarto que en ese ultimo tiempo había ocupado Kiki y cerró violentamente la puerta detrás de él, ya no le importaba que pensaría el resto ante sus actitudes.

  • Dime ¿Qué te ocurre ahora?... –Exigió el pelilargo cruzado de brazos.

Aries de espaldas cerrando su bolso respondió con la voz apagada.

  • No ocurre nada.
  • Aparentemente no has madurado... –El japonés fue algo hiriente con sus palabras.
  • Parece que no.
  • ¡Dioses Kiki!... –Aquella pasividad comenzaba a desquiciarlo, un poco de su propio veneno –Todo porque te dije que te quería, ¡¿Por qué te vas?!...
  • Porque yo no te quiero Shiryu... –Confesó el lemuriano dando la vuelta, y pasando junto a un ido Shiryu acotó –Te amo... Por eso me voy...

El Dragón ya no pudo hacer nada para evitar la partida del otro, completamente destrozado dejó escapar un suspiro ¿Por qué era tan complicado para el menor comprender que algunas cosas no se podían? Alguna vez le había dicho que él tendría que casarse con una chica y tener hijos, era la ley de la vida, lo natural, y Kiki no lo comprendió, se ofendió, se enojó, nunca comprendería ese retorcido pensar del pelilargo, pues ser feliz era lo natural, amar es la ley de la vida, sin importar el sexo de la otra persona.

El japonés comprendió que quizás esos habían sido los motivos de Aries para partir, él no estaba dispuesto a tenerlo, hasta que un buen día al pelilargo se le ocurriese formar una familia. No, no sacrificaría su vida de esa estúpida forma, mendigando un poco de amor ¡Al diablo si era hombre o mujer!

 

Solo quiero los recuerdos de ese invierno
que pasamos enterrando sentimientos.
Y aunque no me creas, creo que aun te creo.
Y aunque no me quieras, creo que aun te quiero.

 

Kiki creyó equivocadamente que con el tiempo toda herida sanaría, pero hay algunas que nunca lo hacen y se quedan en uno, consumiéndolo lentamente... Como una enfermedad, y Aries supo cual podría ser su cura pero le llevó tiempo ir hasta él... Recién dos años después, cuando en una corriente conversación con Dohko este le comentó que el Dragón había vuelto a los Cinco Picos. El corazón del pelirrojo se aceleró al escuchar ese nombre, luego de varias noches en vela analizando tan trivial dialogo en donde recibió esa información, necesitó imperiosamente ir hasta allá, solo así podría quitarse ese peso de encima, como si al hacerlo descubriese el camino correcto para poder vivir su vida en paz. Ya no pedía ser feliz, solo vivir en paz, sin ese tormento con nombre y cuerpo de hombre.

Después de tantas idas y venidas, allí se encontraba el lemuriano, en los Cinco Picos; con su tele - transportación sólo necesitó decidirse para llegar de una buena vez allí.

Se quedó de pie, escondido entre la vegetación, espiando divertido al pelilargo, quien a pesar de haber sentido un Cosmo familiar no supo descifrarlo.

  • ¿Quién anda ahí?... –Preguntó el japonés con un tono de voz firme y seguro.

Sin decir nada el pequeño Kiki que ya a esas alturas era todo un hombre salió del follaje, con su larga cabellera roja como el fuego, deslumbrante en belleza y masculinidad.

Shiryu se quedó estático, sin poder pronunciar palabras. Como hacia dos años atrás, en la Mansión, solo pudo pronunciar su nombre, pero esta vez, debido a la circunstancia, no precisamente con alegría.

  • ¿Qué sucede Shiryu?... –Preguntó una dulce voz desde el interior de la cabaña, Shunrei tardó en reaccionar pues no reconoció al joven frente a sus ojos --¿Kiki?
  • Hola Shunrei... –Sonrió el pelirrojo –Hola Shiryu... –Desvió su mirada al otro.
  • ¡Mírate!... –Exclamó la muchacha asombrada –Eres todo un hombre... ¡Cuánto has cambiado!

El Dragón bajó su vista al suelo, sin poder ser participe de esa conversación vana, el lemuriano notó la incomodidad en él y por eso esbozó un tímido.

  • Será mejor que me vaya...
  • ¡¿Qué dices?!.... –Se preocupó Shunrei borrando la sonrisa de su rostro.
  • Si, solo pasaba para ver como estaban... –Mintió mirando fijo al hombre, que cobarde huía su mirada.
  • Pero recién has llegado...
  • No fue un viaje muy largo, para ser sincero... –Rió el menor.
  • Quédate aunque sea esta noche... Ya es tarde, pronto comenzare con la cena... –Arrastrándolo de un brazo intentó conducirlo al interior de la cabaña --¿Verdad? Shiryu, que se quede.
  • Si Kiki... –Por fin habló el pelilargo –Quédate con nosotros...

El tono calmo de su voz, el timbre de la misma, fue como una daga filosa y envenenada para Kiki, como algo que en un momento, escuchar esa voz, había sido la razón de su vida, podía llegar a destruirlo en el presente.

Aries se quedó con ellos, por la noche, mientras cenaban una fuerte tormenta se desató, sumidos en un silencio incomodo, no hacia falta ser muy inteligente para notar el denso ambiente entre los tres... Los tres, quienes pensaban y analizaban distintas cosas. Shunrei comprendiendo un poco la frialdad de Shiryu y el mutismo del pelirrojo. El Dragón vislumbrando apenas lo equivocado que había estado todo ese tiempo... Y el lemuriano, entristecido por la obvia situación que le tocaba vivir, no tenía nada que hacer allí, había sido estúpido ir para intentar... ¿Intentar que? Intentar terminar de una buena vez con todo eso que lo mataba en vida.

 

He sido yo, lo amargo de tu voz,
El malo entre nosotros dos
y no pasa nada.

 

Mientras sus lagrimas caían incontenibles en la soledad de la noche, recostado en esa precaria cama que le habían hecho para pasar la noche, Kiki comprendió que todo había sido un error. Shiryu caminó a obscuras por el largo pasillo e ingresó al cuarto sin pedir permiso, se acercó a la cama del invitado y acostándose a su lado lo tomó entre sus brazos para besarlo y desnudarlo lentamente. En silencio, sin poner objeción, Aries dejó que lo despojasen de sus prendas y de su poca cordura.

El Dragón lo tomó esa noche, como tantas otras, sin decir nada pues las palabras eran vanas en un momento como ese, sin embargo cuando sintió la cálida humedad en su pecho, su corazón se oprimió, y se vio en la necesidad de frenar las lagrimas de su niño aunque fuesen con palabras, sin saber que eran las mismas, lo que lastimaban al pelirrojo.

Acariciando la larga melena del lemuriano, pronunció con sinceridad:

  • Te amo... –Ahora era él, quien descargaba lagrimas de impotencia, por no poder evitar lo inevitable.
  • Es... –Susurro Kiki sobre el pecho de su hombre, descansando después de una agotadora manifestación de amor –Es demasiado tarde...
  • Nunca lo es...
  • Si Shiryu... –Contradijo Aries con sumo dolor, cerrando sus ojos, poniéndose de pie para vestirse.

Y el Dragón odio eso, siempre era lo mismo, cuando intentaba manifestarle su cariño, el pelirrojo no encontraba mejor camino y respuesta que vestirse y huir.

  • ¿Y ahora?
  • Y ahora me iré... –Con una sonrisa melancólica, luego de haberse puesto los zapatos acotó –Lo sabes ¿Cierto?

El pelilargo asintió, supo que no se volverían a ver.

  • ¿Por qué Kiki? ¿Por qué no té quedas a mi lado?...

Kiki rió bajo ante esas palabras.

  • Sabes que no puedo... No soy idiota... –Pronunció sin enojo, al mismo tiempo que un rayo impactaba con violencia haciendo vibrar la cabaña–No hace falta que lo obvies o que lo ocultes...
  • Lo siento... Yo... –El pelilargo se puso de pie dispuesto a explicarse, a excusar algo que no tenía porque hacerlo, había pasado.
  • Esta bien Shiryu, era lo que tu querías ¿Cierto?... –Aries abrió la puerta y en el marco de la misma prosiguió hablando –Querías tener una familia, casarte con una chica y tener un hijo...
  • Pero no la amo...
  • Pero a tu hijo si lo amaras...

Shiryu en su interior, supo que eso era cierto. ¿Qué podía hacer? En pocos meses, el pequeño vientre de Shunrei aumentaría de tamaño, y en mucho menos seis meses daría a luz a su hijo, era algo inevitable. Con suma pena, supo que esta vez no podía evitar su partida.

  • Yo solo fui... Tu peor error.

Con esas ultimas palabras, el lemuriano atravesó el marco de la puerta y con paso lento se alejó de la cabaña. Kiki partió en medio de la noche y la tormenta, que amiga, y consuelo de su alma, ocultaba apenas sus lagrimas y su dolor.

 

Se apaga la luz,
si busco y no estas tu,
si el tiempo no nos dijo adiós,
y todo se acaba…

 

En sus corazones, ambos supieron con certeza que esa seria la ultima vez que se verían, pues ya no se buscarían para intentar comprender si realmente era amor o no. Shiryu había perdido tanto tiempo averiguándolo que la vida lo había llevado por delante y ya era tarde, se quedaría con esos sentimientos guardados en su interior. No quedaba mas que enterrar el amor que una vez se tuvieron, que nació hacia cinco años y que había muerto sin más, con el mismo fuego.

 

FIN

 

 

¡Uff! Cuantas vueltas que dieron, todo para terminar así de mal. Bueno, este fue mi ultimo aporte Gadya, si por esas casualidades hace falta un fic o dos mas, veo si me pongo con otro, pero lo dudo, debo seguir con un Milo x Phenril para Sasori-M que se lo prometí el siglo pasado.

 

* "Te quiero": Sé que para los españoles "Te quiero" y "Te amo" adquiere el mismo significado. En mi país no, querer se puede querer a un perro, pero amar es comprometerse a otro nivel. Quería aclarar esto para diferenciar lo cruel que es, que amando a la otra persona, esta solo te diga "Te quiero".

 

Rosas... www.pegasusfantasy.foro.st

 

25 de enero de 2007

 

www.ffy.foro.st

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).