Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Alex por ValVasio

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Primer fanfic Yaoi que escribo, no seáis muy críticos :)

Notas del capitulo:

Primer capítulo, espero vuestras reviews.

Eran las 19:00 exactamente cuando salí de mi ensoñación, de mi duermevela a causa de un viaje demasiado largo como para soportarlo sin dar ni una cabezada. El coche seguía su curso por carreteras desconocidas y paisajes nuevos, más verdes, más vivos ... Ojalá que aquello que me quedaba dentro fuera del mismo calibre y la pesadumbre hubiera quedado atrás como todo aquello que me importaba.

Ya sé que quizás hago demasiado drama de una mudanza pero ¿Qué le voy a hacer? Tengo 16 años, hago un drama de cualquier cosa. ¡Y eso que no habéis escuchado cuando me afeité por primera vez y mis primeros cortes! Daños colaterales de tener una madre separada que no dispone de nociones suficientes para una enseñanza eficaz.

Mí nombre es Marco. Ya os he dicho que tengo 16 años, pelo negro, corto y despeinado, gafas de pasta que acrecentan aún más si cabe la fama de empollón que siempre me ha seguido allí por donde me haya movido. Eso es lo único bueno de mudarse... Empezar de nuevo.
Pero no nos desviemos, delgado, quizás demasiado y de una altura media para lo que suelen ser los chicos de mi edad. Sin novia ni previsión de la misma y con la música como única compañera de viaje, confesora y aliada.
La que va en el asiento de delante es mi madre, me tuvo a los 18 años en un escarceo nocturno y ha cargado conmigo desde entonces. No conozco a mi padre, mi madre tampoco habla de ello o más bien de él. Prefiere pensar que nací gracias a una paloma que se posó en su ventana y que le inoculó su semilla mediante polinización.
¿El viaje? Bueno, mi madre conoció un chico y parece que va en serio con él. Es más joven, tiene 25 años donde ella ya está casi en los 35 y aunque se conserva muy joven, yo fui el primero en fruncir el ceño cuando me enteré de ese dato tan POCO relevante. Al parecer, el susodicho está muy bien colocado (Empresa familiar... Ejem... Ejem...) Y ya que mi madre va de un puesto temporal a otro, sin mantenerse demasiado en ninguno, decidió que este viaje nos reportaría estabilidad y quizás nos diera un rumbo a nuestra brújula que aún seguía buscando el norte.
- Bienvenido al mundo - me dijo mi madre al ver que había amanecido después de ¿Cuanto? Qué más da.
- Mmmmmm - murmuré mientras buscaba alguna respuesta graciosa y a la vez irritante, pero no la encontré.
- Parece que alguien está de mal humor - Captó mi madre aunque las palabras no salieran de mis labios - Ya estamos casi llegando - añadió - Seguro que cambias de opinión una vez estemos instalados.
- Ojalá - desvié la mirada a la ventana viendo pasar los árboles como si eso fuera un entretenimiento.
- Alex es buen tío, seguro que enseguida hacéis buenas migas - intentó alargar la conversación o sacarme algo más de lo que había conseguido hasta el momento.

- Supongo - respondí vagamente.

- Vale... - dijo mi madre dejando escapar un suspiro - Ya te dejo tranquilo.
A eso no encontró respuesta, sólo puse mi música en los cascos y dejé que los acordes se llevarán mis pensamientos.

***
- Ya hemos llegado al fin - dijo mi madre mientras el coche se detenía y el ronroneo del motor daba lugar a la calma.

Ya era tarde, el Sol se había ocultado por el horizonte y la penumbra de la noche sólo era salpicada por el alumbrar de unas tímidas estrellas que poco a poco iban ganando vigor conforme el astro rey lo perdía.

Me desabroché el cinturón y saqué los pies del coche. Estaban entumecidos y me estiré escuchando el crepitar de mis huesos mientras volvían a la actividad y a la "vida". Después de todo esto me permití contemplar mi nuevo hogar.

Era una casa de estas que sólo se puede soñar: Un chalet, con un jardín enorme limitado por una valla. A su alrededor, árboles frondosos tapaban el horizonte y toda visión de las propiedades limítrofes. Un camino de piedras llevaba hasta la puerta principal y bordeaba una piscina con unos focos que la iluminaban perfectamente para usarla por la noche.

- Te gusta ¿Eh? - sonrió mi madre al ver mi rostro de sorpresa ante semejante casa y todo lo que a ella le acompañaba.

- Si, bueno - respondí incapaz de mentir después de haber mostrado de un modo tan evidente mi sorpresa.

- Cojamos las maletas y acabemos este maldito y largo viaje - siguió hablando mientras abría el maletero y sacaba un par de maletas grandes que dejó en el suelo y comenzó a empujar con las ruedas haciendo su característico traqueteo.

El timbre de la puerta fue inaudible para nosotros, pero, al parecer, no así para el dueño de la casa que pronto bajó las escaleras y abrió la puerta.

- ¡Bienvenidos! - dijo mientras secaba con rapidez su pelo mojado después de la ducha.

Era joven, parecía que no se llevará mucho tiempo conmigo por los rasgos (luego ya era otra cosa todo lo que poseía) rubio de pelo liso y ojos azules, tonificado y alto. La verdad es que era un hombre guapo (aunque a mí no me gusten los hombres). Supongo que el hecho de que sólo estuviera cubierto con una toalla ayudaba a formarse una definición fideligna de lo que era.

- Pasad, no os quedéis ahí - nos inquirió miéntras se hacía a un lado - Perdonar mi atuendo, me estaba duchando - rió y las mejillas se le marcaron enrojecidas, seguramente a causa del agua caliente - Me cambio en un instante, poneros cómodos - nos indicó con la mano donde quedaba el salón y se precipitó escaleras arriba de nuevo.

Mi madre, al llegar, se dejó caer en el sofá y suspiró - ¡Al fin un asiento cómodo! - dijo cerrando los ojos y estirando sus brazos hasta el punto que parecía que quisiera crecer o algo parecido. Yo simplemente me dediqué a mirar por el ventanal el exterior mientras la música brotaba desbocada por mi interior.

- Tú debes ser Marco - su voz a mis espaldas, tan cerca hizo que me sobresaltarse y diera un pequeño brinco.

- Si - respondí miéntras instaba a mi corazón a recuperar la calma.

- Alex - mientras me extendía la mano para que se la estrechará.

Se había vestido de traje y parecía un ejecutivo de primera. Incluso se había perfumado y peinado.

Al percatarme de que mi madre no estaba ya en la sala me di cuenta de hasta que punto podía llegarme a abstraerme en mis pensamientos y, por un momento, sentí pánico a estar solo con aquel hombre que no conocía pero parecía que tenía el poder de ponerme nervioso con sólo mirarme.

- Seguro que nos llevamos bien - añadió.

- ¿Y mi madre? - me atreví a preguntar tímidamente.

- Ha subido a tumbarse un rato, estaba cansada. Seguro que tú también lo estás - volvió a sonreír - Te hemos visto tan concentrado que hemos preferido no molestarte.

- Ya... - dije apurando las palabras.

- ¿Te enseño tu habitación? - preguntó mientras se acercaba a mí ya que había agachado la mirada. Lo que me obligó a dar un paso hacia atrás llevado por la sensación de que estaban ocupando mi espacio personal.

- Ok - parco en palabras de nuevo.

- Por aquí pues - no parecía molesto por mi manera de actuar.

Le seguí por la casa, por un pasillo corto y unas escaleras que subían a la primera y posteriormente a la segunda planta para abrir una habitación que triplicaba la mía anterior. Tenía una cama grande, un baño propio, una pecera y un armario lleno de libros.

- Tu madre me comentó que te gustaban los libros así que te he buscado una selección - explicó.

- Gracias... - no cabía en mi sorpresa al verlo todo tan cuidado y decorado.

- ¿Te... Te gusta? - preguntó tímidamente.

¡Me encanta!

- No está mal - respondí.

- Podemos hacer cambios para que te sientas más cómodo si lo necesitas - ahora sí parecía que no le había gustado mi poca alteración - El baño aún lo están preparando por lo que si necesitas tendrás que ir al de la primera planta o al del bajo - siguió diciendo - Tu madre y yo dormimos en la primera planta así que esto es todo para ti - luego bajó la voz como si fueran a escucharnos - Si quieres traerte a una chica esto está insonorizado - rió.

Yo me sonrojé precipitadamente y me entró calor al instante.

- ¡No tengo novia! - le respondí sin pensar en cómo podía sonar.

- ¡Vaya! - sonrió abiertamente - Una pena, eres un chico muy guapo.

Más sonrojo y aparté la mirada. El volvió a reír.

- Bueno, te dejo que te instales. Para lo que necesites llámame.

- Vale - respondí contemplando como bajaba y cerré la puerta detrás de él para luego sentarme en la cama.

- "Que tío más raro, me pone de los nervios" - es lo último que pensé antes de dejarme caer de espaldas en la cama y caer dormido.

***

Aquella noche soñé con aquel hombre, supongo que la sensación que había provocado en mi había hecho que pensara en ese momento más de lo debido hasta el punto de sugestionar a mi propio subconsciente.

Desperté y ya era de día, aunque no demasiado tarde: el reloj marcaba las 8 de la mañana y estaba desorientado. No reconocía ese techo, ni esas paredes, ni tan siquiera el olor de las sábanas que envolvían mi cuerpo ¿Cuando me había puesto el pijama? No lo recordaba... Supuse que mi madre me había encontrado dormido y me había cambiado... O ¿Habría sido ese hombre?...

Me encontré de nuevo ruborizado y hiperventilando al pensar en la simple posibilidad de que me hubiera cambiado de ropa el tal "Alex"...

- "Que sepas que no me caes nada bien..." - me dije a mi mismo aplacando mis propios ánimos.

Me levanté y tomé ropa limpia para darme una ducha caminando después hasta mi - "Mi propio baño" - pensé con orgullo y aunque todo aquello no me hacía gracia... Quizás podría acostumbrarme.

- ¡Qué narices! - dije mientras contemplaba como no salía agua de la ducha aunque habría y cerraba una y otra vez. Pronto recordé las palabras de Álex de que estaba rota y tendría que bajar a la planta de abajo a ducharme así que, después de gruñir para mis adentros, bajé al piso de abajo.

Sonaba música en la habitación, parece que no era el único que había despertado y, por un momento, pensé en espiar a los dos a ver que hacían. Una idea que voló de mi mente casi igual de rápido que había llegado.

Por suerte sólo había dos puertas y, si una era la habitación, la otra era el baño. Di dos zancadas y empujé la puerta con energía.

- ¡LO SIENTO! - grité al ver que el baño estaba ocupado.

Los ojos de Álex me miraron sorprendidos por la intromisión mientras se secaba el pelo.

- "¿Cuántas veces se ducha este tío?" - fue lo primero que pensé.

Luego, mire sus ojos azules, su barba de un día, su pecho y brazos cincelados, sus piernas duras y su miembro colgado y, aunque flácido, enorme... Qué me desmayé.

Notas finales:

Hasta aquí, espero que os haya gustado.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).