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Sensibilidad por Lain Elrick

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Notas del capitulo:

Una pequeña idea que nació de una imagen. Espero que la disfruten tanto como yo disfruté escribirlo.

Gracias.

Kirishima estaba preocupado por su marido; Katsuki trabajaba horas extras en el laboratorio tecnológico. Según habían hablado unas semanas atrás, tenía un nuevo proyecto entre manos que mejoraría las prótesis que ya de por sí eran buenas. Las actualizaciones en las que trabajaba respondían a las frecuencias cerebrales igual que un miembro normal, pero aún fallaba la sensibilidad.
Bakugo estaba tan entusiasmado con esta creación que incluso trabajaba en sus diseños en casa hasta muy tarde. Pero mientras avanzaba su proyecto, estar en el laboratorio fue tan necesario como para Kirishima fue más solitario, tratando de ocupar su mente en su trabajo como traductor de novelas.
Sin embargo, al caer la noche, la soledad era más insoportable. A veces se preguntaba qué tan importante podría ser ese proyecto que Bakugo no dejaba el lugar para nada.
Quizá era hora de romper la regla que tenía de no ir a visitarlo.
 
Bakugo tomó la tablet y tan sólo detectar su huella digital, apareció el esquema de un autómata y las nuevas aplicaciones que se instalaron durante la noche.
—¿Está listo? —sonó una voz en un rincón, pero Bakugo estaba ocupado en la tablet y en la computadora. Cuando por fin terminó de escribir los códigos, las especificaciones aparecieron en el esquema, aunque después de una revisión rápida, Bakugo pareció furioso, y lo borró todo. Parecía fastidiado, frustrado con sus propios cálculos que no daban al resultado deseado.
—¿Aún no está lis…?
—¡Cállate! ¡Claro que no está listo! Si lo estuviera ya lo hubiera instalado, pero sigo aquí, sin encontrar la solución.
—Perdón...
Bakugo miró al rincón, acercándose lentamente para encender la luz que iluminaba una silla en un rincón.
—Deku —dijo Bakugo—, ¿dónde aprendiste esa palabra?
—Usted la dijo en una llamada. La llamada era larga, y yo escuché muchas palabras nuevas.
Katsuki acarició el cabello verde de su hermoso e inocente automata Deku, el proyecto que lo  mantenía encerrado en su laboratorio. Si bien al principio sólo eran prótesis de brazos y piernas, el proyecto se volvió más grande, teniendo como resultado prótesis para cualquier miembro, órgano, e incluso tejido suave que simulaba la piel. Para probarlo, creó un bello ejemplar de la inteligencia artificial, capaz de aprender de alguien más, en este caso del doctor Katsuki. Sin embargo, su inteligencia había llegado a tal punto, que se creó su propia personalidad tímida, infantil, muy alejado a la indiferencia que se esperaría de una máquina. Y aún así no era perfecto.
—Deku… ¿qué estoy haciendo mal? Trato y trato, pero los datos no resultan como yo quiero.
—Creo que todo lo está haciendo bien —respondió animoso.
—Aún falta lo más importante, pero no logró encontrarlo.
—Usted dijo hace 36 horas y 10 minutos “consúltalo con la almohada, querido, no puede ser tan difícil”, así que, ¿por qué no lo consulta con la almohada?
—Sería una buena idea —le besó la frente—, dejaré que se descargue un nuevo manual a tu sistema, quizá eso me ayude.
—Sí, doctor.
—Volveré mañana.
Katsuki le dio una última mirada: delgado, de baja estatura, vestido sólo con una bata que cubría lo necesario en su cuerpo perfectamente completo.
Salió después de apagar las luces. Volvería a casa sólo para retomar su energía. Dio una mirada a su hermosa invención, y salió tratando de alejar una extraña idea en su mente.
 
Kirishima vio a Bakugo llegar.
—Bienvenido a casa —sonrío—, ¿quieres co...?
—Voy a darme una ducha.
—Ok…
Kirishima apagó la TV y fue a la cama, esperándolo, pero Bakugo apareció ya con el pijama puesto y secándose el cabello, y se acostó, dándole la espalda a su marido.
—¿Todo está bien? —susurró Kirishima, recibiendo por respuesta un gruñido— Estoy feliz de que vinieras; ¿sabes? Te extraño duran…
—Kirishima —dijo con indiferencia—, necesito descansar, por favor no he dormido bien.
—Sí, disculpa.
 
—¿Recuerdas cómo respirar? —preguntó Bakugo.
—Sí —respondió Deku y dio un respiro.
—Bien.
Deku observaba a Bakugo conectar cables en su interior lleno de luces y mangueras con un líquido azulado brillante. Los cables estaban conectados a la tablet llena de códigos que se reflejaban en sus anteojos. Deku se estiró un poco para verla, pero Bakugo puso la mano en su cabello regresándolo a su asiento.
—¿Respiro de nuevo?
—Silencio; un momento, —levantó la mirada— ¿sentiste mi mano?
—No.
Bakugo escribió unos nuevos códigos y tomó la mano de Deku, presionándola, pero no obtuvo ningún resultado. Desconectó los cables y cerró el compartimiento en el pecho de Deku. Mientras observaba la pantalla se sorprendió al sentir la delicadeza de la piel. Lo tocó con ambas manos bajando el abdomen subiendo a los hombros, el cuello y el rostro. Estaba tan cerca que casi pudo observar la mira microscópica en los ojos verdes de Deku, que le devolvía la mirada con inocencia.
—¿Sentiste eso? —susurró Bakugo.
—No.
Desató la bata, observando el cuerpo perfecto de Deku. Le acarició la rodilla subiendo por los muslos, pasando por la cintura, hasta su vientre.
—¿Lo sientes? —susurró mirándolo a los ojos. Deku, con su bella ignorancia respondió:
—No.
Una parte de Bakugo estaba furiosa: los códigos para activar los receptores de sensibilidad no habían funcionado. Pero, por otro lado, había logrado sintetizar un material terso como un durazno e impermeable como el vidrio, y al tacto era una experiencia irresistible, pero lo que de verdad lo excitó, fue el gesto de Deku: no sufría, no reclamaba, no sonreía. Daba la ilusión de que Bakugo era invisible, con la suertuda capacidad de tocar tanto como deseaba.
Bakugo se levantó, hizo que Deku se pusiera de pie. Era unos centímetros más pequeño, y aunque parecía frágil, su esqueleto estaba hecho de titanio.
—¿Te he dicho que eres perfecto? —susurró Bakugo acariciándole el cabello.
—23 veces me ha dicho que soy perfecto.
—Sí… Creo que…haré más pruebas de sensibilidad.
Lo acercó a una de las mesas, recostándole el torso, levantándole la bata hasta la cintura. Acarició las curvas que llevaron sus manos hasta el orificio prohibido, tan real que cada pliegue era inusualmente suave y delicado. Al no sentir una reacción, decidió introducir un dedo. La tablet a su lado brilló, con la otra mano escribió un código, pero nada, ni un movimiento. Introdujo dos dedos, un nuevo código, y entonces algo brillo en los ojos de Deku, acompañado de un ouch. Por fin lo logró.
—¿Lo sientes? —preguntó con sorpresa.
—Duele, pero no sé porqué.
—Dime qué sientes.
—Algo que...se abre... Duele...
Katsuki le quitó la bata, recostándose sobre él, acariciando su torso, su pecho, abrazándolo.
—Lo siento... —jadeó Deku— puedo sentirlo...
Sintió también los dedos de Bakugo entrar a su boca y acariciar su miembro lleno de terminales nerviosas que lo endurecieron.
—…puedo...sentirlo... Doctor...
—Tu lengua... Este lubricante simula muy bien la saliva... —sonrió con malicia— Y este lubricante... Da la sensación de una corrida real... Veamos cuántas veces puedes venirte hasta que te vacíes.
 
Una hora después, Bakugo se lavaba las manos. El lubricante fue fácil de quitar, no sólo de las manos, sino también del cuerpo de Deku, qué, exhausto, respiraba lento en una esquina.
Bakugo lo recostó en una silla acomodándole la bata.
—Eres perfecto Deku, todo en ti es perfecto... Jamás encontraré alguien como tú.
Lo apagó antes de recibir una respuesta y se fue, necesitaba ver a su marido con urgencia.
 
Pero asombrosamente, Kirishima estaba durmiendo. Bakugo quiso despertarlo, besándolo y acariciándolo, pero Kirishima lo rechazó.
—Estoy cansado —dijo—, aún tengo mucho que hacer.
—¿Y porqué no lo estás haciendo? —preguntó molesto.
—Sólo estoy descansando un rato, déjame descansar; ¿no tienes que dormir temprano también?
Bakugo se dio por vencido, aunque tuvo que ir al baño a desahogarse sólo para descubrir al volver que Kirishima ya estaba en la sala, escribiendo en la computadora. Sin nada más que hacer, Bakugo se fue a la cama solo.
 
Deku despertó pero el laboratorio estaba en penumbras.
—¿Doctor?
—No —susurró alguien.
—Usted es una nueva voz, ¿cómo se llama? Mi nombre es Deku.
—¿Quieres a Bakugo?
—Me gusta la palabra querer.
—¿Amas a Bakugo?
—Amar es bueno, el doctor Katsuki dice que ama a Deku.
—Eso imaginé.
—¿Qué es eso…?
Un golpe rompió el cráneo de Deku, aunque eso no lo apagó; la fuente de energía no se desconectó en ningún momento, así que por más golpes que recibió, Deku no quedaba inconsciente, de hecho con la nueva programación, podía sentir cada batazo, hasta que el criminal se detuvo y salió, tan silencioso como había entrado.
 
La alarma sonó y fue silenciada de inmediato. Bakugo despertó y se levantó con cuidado de no despertar a Kirishima, que dormía profundamente. 
Apenas desayunó, deseaba salir lo más pronto para revisar la nueva actualización que se había descargado durante la noche, pero antes de llegar a su laboratorio, se encontró con el doctor Iida Tenya, que lo detuvo llevándolo a un pasillo vacío y lo más tranquilamente que pudo, le dijo lo que la doctora Uraraka había encontrado esa mañana, cuando fue al laboratorio por unos códigos.
Al escucharlo, Bakugo corrió al laboratorio, empujando a los guardias, encontrando la horrible visión que jamás imaginó: su pequeño autómata estaba destrozado en el piso, con un brazo separado totalmente, una pierna rota y la otra destrozada por completo ,y su cabeza partida por la mitad.
Bakugo se hincó a su lado al tiempo que Iida y Uraraka entraban, justo en el momento en que escucharon la bella voz de Deku.
—Doc...or...Kat...ki...
—Aún está consciente —murmuró asustada Uraraka.
—Deku... —susurró Bakugo, pegando su mejilla al suelo para mirar al único ojo que le quedaba a su creación— ¿quién...?
—Voces...nuevas... Duele...mucho...duele...duele...
—Hay que desconectarlo —dijo Iida.
—¡No!
—Bakugo...
—Si lo desconectas, todo mi trabajo...
—Está sufriendo —interrumpió Uraraka— Míralo…
—Tenemos que desconectarlo —insistió Iida—, ¿acaso quieres verlo sufrir sin hacer nada?
Bakugo los miró a cada uno y luego a Deku, que apenas podía moverse lastimosamente, y que lo miraba ya sin el brillo inocente que tanto le gustaba. Era una máquina, sólo eso, un ejemplo de la inteligencia artificial más avanzada en el país, y que cambiaría la vida de tanta gente que desconectarlo sería arruinar su trabajo y el avance mundial en la tecnología. Sin embargo, su expresión le mostraba que aunque no tenía un alma como un humano, Deku estaba sintiendo, y sufría igual que un humano, y él no podía permitirse dejarlo así.
—Desconéctalo —susurró, y acarició el cabello de Deku mientras su mirada se apagaba.
Su trabajo estaba arruinado, y su pequeña creación sufrió sin razón alguna.
 
Kirishima escuchó a Bakugo llegar al departamento recién arreglado y con aroma a comida recién preparada.
—Bienvenido a casa, —saludó Kirishima— estoy feliz de verte aquí tan temprano.
Bakugo, cabizbajo, fue a la habitación, hasta él baño, desvistiéndose mientras el agua caliente corría.
—Bakugo, —se asomó Kirishima— ¿quieres…?
—No quiero nada —le interrumpió—, por favor déjame solo.
—Está bien, te espero en la sala.
Pero Bakugo no salió. De hecho no se levantó de la cama por un par de días, aún cuando varios de sus compañeros fueron a visitarlo, yéndose sin poder verlo.
Finalmente, Kirishima se sentó en una silla frente a él.
—Bakugo, tienes que levantarte.
—¿Porqué? Todo lo que trabajé se arruinó, ya no me queda nada.
—Sólo era una máquina, como una licuadora, pero con cara —sonrío—, puedes hacer otro…
—¡No! Él era único, era especial, mejor que cualquiera que he conocido.
—¿Cualquiera... —se levantó— que has conocido?
—Era mi obra maestra, era… ¿de dónde sacaste ese bate?
—Lo compré… —dijo tranquilo mientras sostenía el bate en su costado— lo compré cuando iba a tu laboratorio.
—Kiri…
—Fui a verte, y te vi con él, estabas muy feliz diciéndole lo perfecto que era.
—¡Te dije que no fueras a mi laboratorio! —dijo con furia, levantándose.
—¡Y ya vi porqué te importaba tanto ese proyecto! Te estabas construyendo a alguien mejor que yo.
—Eso es una tontería, Kirishima, tú eres…
Un golpe lo lanzó al piso, dejándolo sangrado y aturdido. Levantó la mirada y lo último que vio fue a su marido llorar, levantando el bate.
—Te amo, Bakugo.
 
Esa noche, Kaminari fue visitar a Kirishima, encontrándose con la sangrienta escena en el habitación principal, donde el cuerpo de Bakugo yacía con la cabeza destrozada, y Kirishima, en una esquina, lloraba en silencio.
La noche se iluminó con las luces de las patrullas que rodearon el edificio.
 
Lain Faustus
 
 
Notas finales:

Gracias pud leerlo. Espero verl@s en otros de mis fanfic's. Gracias.


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