El frío de la noche era una buena excusa para un chocolate caliente, o eso le dijo a JinKi, caminando hacia la sala con una charola y dos tazas de la bebida.
—Olvidaste los malvaviscos —comentó el mayor, tomando su taza. JongHyun peló los dientes y tras dejar la bandeja en el piso, regresó a la cocina por la funda de los dulces.
Era 24 de diciembre, la nieve caía fuera y el frío se colaba por los recovecos de las ventanas y las puertas, pero a al productor no le importaba mucho.
Habían aprovechado las vacaciones de la fecha, y las vacaciones acumuladas de sus respectivos trabajos, para irse de la ciudad a un pueblito. Y escaparon del pueblo a una cabaña a unos treinta minutos en auto. Era una cabaña modesta, con una planta baja y un piso que era tan solo la habitación y el baño principal.
JinKi y JongHyun la amaron desde el inicio.
Tras acomodar sus pertenencias regresaron al pueblo a disfrutarlo: conocer restaurantes a los que podrían ir a comer en esas casi tres semanas de vacaciones, los sitios turísticos, la tienda de abarrotes... Cuando la noche llegó, regresaron a la cabaña, cenaron, y disfrutaron del amor del otro entre caricias y besos.
A la mañana siguiente se dirigieron al pueblo por comida para la cena navideña de esa noche, y la de la semana.
Retornaron por la tarde, algo cansados pero llenos de compras. Fue casi a las siete de la noche que empezaron a cocinar. No hicieron el típico pavo relleno con puré de patatas y demás cosas que veían en la televisión; cocinaron kimchi, bibimbap, y alguno que otro acompañamiento. Lo acompañaron con soju, sin abusar, y cuando dejaron toda la cocina limpia, dieron las once de la noche.
—Me apetece un chocolate —comentó el menor, sacando leche de la nevera y algo de cocoa de la alacena. JinKi sonrió cómplice y sacó las fundas de los malvaviscos que había comprado, y luego fue a encender la chimenea.
Fue así como terminaron sentados en el suelo, apoyados en el sofá y frente a la chimenea, calentando sus manos con el chocolate, viendo como los malvaviscos flotaban en ellos.
—Fue buena idea aplazar nuestras vacaciones —comentó el bajo, soplando su taza y dándole un sorbo.
El mayor asintió.
Pasaron algunos momentos en silencio, con solo el sonido de los maderos ser consumidos por el fuego. El cantante miró a JongHyun, quién soplaba su bebida, arrugando sus rosados labios. Sonrió.
—¿Sabes que estoy feliz?
El productor parpadeó, mirando frente a él y luego a JinKi.
—¿Qué?
—Esta es nuestra primera navidad, solos —recalcó la última palabra, y acentuó un poco más su sonrisa—. Estoy feliz de poder compartir contigo estas fiestas.
JongHyun tragó fuerte, sintiendo un escozor en sus ojos. Las palabras de su novio habían sido cálidas, y profundas, y habían llegado hasta su corazón.
Sonrió, sintiendo la primera lágrima caer por su mejilla. El mayor rio enternecido por la reacción de su novio, y dejó su taza de lado, tomando la de JongHyun y también apartándola para luego abrazarlo.
—La idea no era hacerte llorar —comentó el mayor con una sonrisa, acariciando la espalda del bajo.
Lo sintió reír y sorber la nariz.
—Son lágrimas de felicidad —respondió el productor, su voz quebrándose al final.
El alto rio de nuevo y se separó para poder tomarlo del rostro. Quitó las lágrimas con sus pulgares, pero éstas eran rápidamente reemplazadas. Sonrió cálido, y unió sus labios en un beso que fue dulce, amoroso y tierno.
—Te amo, Kim JongHyun.
Esa frase provocó más lágrimas en el menor, y le respondió lo mismo, abrazándose al mayor. Jinki lo sostuvo con ternura, calidez y amor, acariciando su espalda y siendo paciente hasta que sus lágrimas se fueran. Pasó algún tiempo, sus chocolates fríos, el fuego apagándose... Sin embargo, no llegaba el frío. Tal vez porque los brazos del otro eran cálidos, tal vez por la tibieza de sus corazones.
El reloj cucú que estaba encima de la chimenea sonó, marcando las doce de la noche, veinticinco de diciembre.
JongHyun se separó el mayor, secando su rostro.
—Ya es navidad —dijo, quitando los restos del agua salada.
El cantante asintió, acomodando un mechón tras su oreja.
—Lo es. Feliz Navidad.
JongHyun lo miró a los ojos y le regaló de esas sonrisas que JinKi amaba.
—Feliz Navidad, hyung.