Hay momentos en la vida que son difíciles de asimilar, momentos en los cuales sientes que la vida pierde sentido, que no podrás continuar y que nunca nada volverá a ser lo mismo, momentos en la vida que te hacen replantearte todo lo que eres.
La vida suele ser difícil y más cuando uno no es lo que siempre creyó, a muy corta edad supe mi pasado, una madre exorcista que le gustaban los demonios y un padre que no era otro más que el mismo Satán, la vida cambió por completo.
La idea de ser hijo de un ser repugnante solo hacia que mi única meta fuera eliminarlo, y proteger a mi hermano, aquel que había nacido con el poder de Satán. Crecí amando a mi hermano y al mismo tiempo odiándolo, sintiéndome feliz cada vez que me volvía más fuerte sabiendo que lo protegería y odiándolo por la vida tan despreocupada que llevaba, cuando yo tan joven tuve que tener más responsabilidad de la que podría llevar.
Cuando murió el hombre que nos crio y al que yo llamaba padre solo pude odiar a mi hermano aún más, porque sabía que no había otro culpable de su muerte más que el.
Y fue ahí donde me odie por odiar a mi hermano, el cual prometí proteger.
Y es en este punto cuando el odio se convierte en algo distinto, porque te das cuenta que no puedes odiar a una persona la cual desde pequeño fue tu inspiración. Porque estaba seguro que podría hacer cualquier cosa por esa persona hasta morir, por eso cuando me ofrecí a ser yo el que diera la sangre de demonio para abrir el portal a Genha no lo medite dos veces. Sabiendo que la razón para convertirme en exosista desde el inicio fue protegerlo a el.
Proteger a Rin, la persona que yo más amaba en el mundo, por ese motivo cuando estuve a punto de matarlo fue una perdición para mi, la cual en ese momento no tuve mucho tiempo de pensar, pues tenia que terminar con todo lo que había provocado. Cuando todo terminó, sentí que también que todo había terminado para mi, constantemente me preguntaba para que seguía vivo, acaso no hubiera sido mejor morir. Porque hay momentos en la vida que son muy difíciles de afrontar, momentos en los cuales te preguntas constantemente para que sigues ahí, pero como la vida te da sorpresas las cosas cambian drásticamente, porque la vida tiende a sorprende con un rayo de luz al cual te tienes que aferrar, y ese rayo de luz fue mi hermano.
Con un te amo y un beso, volví de nuevo a la vida, procurando cambiar y ser mejor, porque tenía una razón para vivir, una razón para esforzarme de nuevo.
Suelo despertarme en las noches pensando en la vida, en lo mal que estoy, manteniendo una relación con mi hermano, siendo un medio demonio, suelo pensar el porque sigo aquí.
Y es ahí, justo en ese momento en que te das cuenta de que las cosas son así, y siempre serán así, cuestionándote el porque de la vida, el porque seguir viviendo cuando puedes morir y dejar aquellas inseguridades atrás, es ahí cuando te das cuenta de que siempre habrá un porque seguir ahí, enfrentando a la vida con la cara en alto, porque cuando los miro a ellos las Inseguridades desaparecen, se van, y solo dejan felicidad.
Porque a mi lado tengo a mi hermano, aquella persona que más amo, aquella persona que me dio una familia. Puedo oler su cabello, mientras siento como nuestras colas siguen entrelazadas, se me hace familiar, ya ha pasado mucho tiempo desde que me ha dicho te amo y yo le he respondido lo mismo, besándolo, porque ya ha pasado mucho tiempo, tanto que ya es rutina dormir juntos con nuestras colas entrelazada y el en mi pecho, solo que ahora hay una hermosa diferencia, pues puedo sentir en medio de los dos, la respiración pausada de nuestro hijo, aquella personita que me dio Rin solo para hacerme más feliz.
Y en este momento, en este instante, cuando puedo sentirlos a los dos, es cuando todas las inseguridades se van, y solo me dejan una tranquila felicidad.
- Te amo Yukio... - lo escucho decir con voz adormilada, no me he dado cuenta a que hora se ha despertado.
- te he despertado Ni~san- le pregunto, para después besarle el cabello.
- es tu hijo, tiene hambre-- me dice, y siento como se remueve, estaba tan concentrado en mis pensamientos que no sentí cuando nuestro bebé había empezado a inquietarse. Me lo quedo observando, viendo en la oscuridad como Rin se acomoda mejor y toma en brazos al Pequeño Shiro, para recostarlo en su pecho, veo como este busca el pezón de su madre hasta encontrarlo y empezar a succionar con hambre.
Nunca me cansare de esa imagen, las personas más importantes de mi vida. Rin tiene los ojos cerrados, se que debe de estar agotado, estos meses han sido los más difíciles, pues Shiro todavía no tiene un horario de comida ni de sueño fijo.
Me acomodo cerca de el y lo atraigo hacia mi, de modo a que quede recostado sobre mi pecho. Porque ellos son lo que más amo, ellos son mi rayo de luz que me aferra a la vida.