Saltó la pared y cayó en medio de los matorrales.
Los arbustos pequeños estaban acostumbrados a recibir el peso de los que solían escaparse de la escuela por ese lado del edificio.
El muchacho se sacudió la ropa y esperó a su compañero que no tardó en caer en el mismo lugar.
El rubio que acababa de aterrizar era dos años mayor que él, pero en contextura física mucho más chico. Le dio la mano para levantarlo, luego le pasó el brazo por el hombro y caminaron tranquilamente hasta la esquina, allí se sentaron en el cordón de la vereda, el menor sacó un paquete de cigarrillos y se dedicaron a fumar en silencio. Era una noche apacible.
El pelinegro tenía 18 años y el rubio 20. Estudiaban en una escuela nocturna para adultos, intentaban terminar el secundario y no les iba bien. Seguían siendo irresponsables, la vida puede ser una perra con algunos y con otras, un poco dadivosa. Con ellos había sido cualquier cosa, mejor generosa.
El pelinegro vivía con su madre, la mujer trabajaba todo el día y se había criado prácticamente en la calle.
Su rubio amigo vivía a una cuadra de distancia. Él la tenía peor: vivía con su madre, un hermano y un padrastro alcohólico que solía repartir palizas cuando llegaba borracho.
-Esta semana hice unos trabajo en la cuadra, tengo para unas hamburguesas, te cabe comer algo? -preguntó el pelinegro cuando terminaron el cigarro.
-Me cabe, yo le saqué plata a mi padrastro, puedo pagar la cerveza.
-Sigues metiéndote con él y después no entiendes porque te agarra a las trompadas.
-No me meto con él, llegó borracho y dejó tirado el dinero sobre la mesa. Si no lo agarraba yo se lo iba a quitar mi madre.
-Al menos ella no iba a comprar cerveza.
-¿Quieres tomar o no? -preguntó molesto mientras se levantaba.
No se iba a poner en situación de moralista, él también le había sacado plata a su madre un par de veces, pero ella no llegaba borracha y lo hacía estrellar en las paredes a las trompadas, el padrastro de su amigo, si!
-Vale, pero no demoremos mucho, quiero estar en casa antes que llegue mi vieja, si no me encuentra seguro arma tremendo escándalo, ya tengo suficiente con que me vaya para el orto en la escuela.
-Ok, yo me quedaré un rato por estos lados, el sorete de mi padrastro tenía alta joda con unos tipos así que deben estar en pedo en mi casa.
Franchesco giró y miró a su rubio amigo detenidamente.
-¿Quieres ir a dormir a casa?
-¿Crees que se pueda?
-Más vale que si.
-Ok, gracias, acepto la invitación.
-¿Tu vieja no dirá nada? ¿No quieres ir y avisar?
-Mi vieja nunca se da cuenta si existo o no. Aparte ella se va a la casa de unas hermanas.
Franchesco no sabía como hacer la conexión sin que su mejor amigo terminara por enfadarse con él así que simplemente lo dijo.
-Ale, si hay borrachos en tu casa, no deberías dejar solo a tu hermano.
-El Esqui seguramente está con Tomás. Dejá de joder con mi hermano, yo soy el que no tiene donde quedarse!
-¿Tomás? ¿y ese?
-El Esqui tiene amigos también!
-¿Pero desde cuando? Nunca escuché ese nombre.
-Es del hospital.
-¿Tu hermano está internado de nuevo?
-Mierda, Franchesco! No! No está internado de nuevo! Lo conoció ahí cuando lo acompañé para que le den los medicamentos.
-Lo conoció hace poco y ya lo dejas con él? y si estaba en ese hospital debe tener algún problema psicológico!!!
-Franchesco, sos vos el hermano del Equi? o yo?
-Parece que yo!! porque a vos te importa un choto tu hermano!!!
Ale se detuvo y lo miró fulminándolo con la mirada.
-Si no fuese por mi, mi hermano estaría sin asistencia psiquiatra y sin medicación, a mis padres les importa una mierda. Así que no me vengas con pelotudeces.
Franchesco detuvo la caminata también, no quería excederse, pero el hermano menor de Ale era delicado y no le parecía correcto que estuviera con una persona fuera del círculo que lo conocía profundamente.
-Perdón.
Siguieron caminando, en silencio. Franchesco sabía que cuando su rubio amigo se enojaba, no se le quitaba fácilmente, pero la idea que el hermano menor de Ale estuviese con un extraño no terminaba de gustarle. ¿Cuanto sabía de la condición del chico? ¿Sabría tratarlo? ¿Sabía que tomaba medicamentos todas las noches? ¿Quien era ese Tomás? ¿sabría cuidarlo?
-¿Y desde cuando lo conoce al tal Tomás?
-FRANCHESCO!
-Es que me preocupa que hayas dejado a tu hermano con un extraño!!! ¿y si le hace algo?
-¿Hacerle algo como qué? Franchesco, El Esqui no es un minusválido, puede defenderse, es mucho más astuto de lo que vos crees, lo tratas como a un estúpido pero mi hermano puede manejarse con total normalidad!
Llegaron al local, era un bar de mala muerte, cercano al sector donde vivían.
Franchesco y Ale se manejaban por lugares marginales, ellos mismos entraban dentro del círculo de los underground. Se habían criado dentro de familias disfuncionales y la violencia no les era lejana, la conocían, les había mecido la cuna desde la más tierna infancia.
Entre los dos juntaron los billetes que tenían y pidieron lo que sería la cena, dos hamburguesas grasosas y una cerveza.
Dejaron atrás el tema del hermano menor de Ale y se concentraron en lo que habían hecho durante la semana y lo que harían esa misma noche, era viernes, noche de disco o encuentro con amigos.
Cuando el dinero escaseaba era hora de ponerse creativos y ellos lo hacían desde siempre.
-Hoy está Jackson en la puerta del Rapsodia, seguro nos deja entrar después de las 3. -comentó el pelinegro mientras se limpiaba el mentón lleno de mayonesa.
-Oscar hace alta joda en la casa, podríamos ver que onda ahí, si pinta nos quedamos, si no partimos al rapsodia.
-Hecho! -convino el pelinegro.
Oscar era un vecino de la zona, estaba mejor económicamente que ellos. Tenía una casa bastante más amplia que las suyas y sus padres estaban metidos en la comercialización de drogas así que las fiestas del chico siempre prometían merca buena y a bajo costo. Ser amigo de Oscar era una buena elección. Nadie quería estar en contra de gente que manejaba a sus enemigos como si fueran ratas... exterminándolas apenas surgían.
Oscar era mayor que ellos dos, tenía 22 años y trabajaba. Nadie sabía en qué, pero dinero nunca le faltaba. Si! ciertamente ser cercano a Oscar, era una buena elección.
-Me vas a tener que prestar ropa porque no pienso volver ni para cambiarme.
-¿Tan mal está la cosa?
-Cuando salí había como 6 tipos en casa y varios cajones de cerveza. Si, la cosa pinta de maravillas, así que no me voy a acercar.
Franchesco quedó en silencio, Ale lo miró esperando que largara la perorata de cuidar a su hermano menor, pero no dijo nada e internamente lo agradeció. Bastante tenía con cuidar de si mismo, era viernes a la noche, no quería pensar en otros, quería ser egoísta, quería ser solo él.
Ya llegaría el sábado y retornaría a su casa para hacer un recuento de daños. Ayudaría a su madre a limpiar el vómito y las meadas de los borrachos en los lugares más inhóspitos de la casa. Ya llegaría el sábado y debería soportar la resaca del padrastro, las trompadas en el cuerpo duro de su progenitora, la mirada perdida y turbia de su hermano. Ya llegaría el sábado y debería ser grande, responsable, buen hijo, mejor hermano. A veces odiaba su vida.
Llegó a la casa de Franchesco y entró a bañarse. Escuchó cuando llegó la madre del pelinegro y los sintió conversar tranquilos, sin gritos ni ruido de cosas que se estrellaban contra las paredes y envidió la vida de su amigo. Franchesco tampoco la tenía fácil, la madre del chico trabajaba desde temprano hasta entrada la noche para que su hijo tuviese lo necesario para sobrevivir provocando que el muchacho pasara el día solo y en la calle, de todas maneras, al menos había paz en su casa.
Después de la ducha se quedó un rato largo en el baño, apoyado en la pared, con el cuerpo mojado, disfrutando de la paz que le daba el silencio. Quería eso, dejar de pensar que El Esqui andaba con Tomás y que en realidad, aparte de saber que tenía una hermana con problemas de bipolaridad, no sabía nada más de él.