Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un viaje de placer por SexyYuri69

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Mi primer fic, espero lo disfruten 7u7

Capítulo 1

 

Puedo asegurarles que, si alguna vez se topan con una chico en el avión, y esta les sonríe queriéndoles ligar, está mintiendo. Lo único que hará será llevarlos al baño de hombres, meterles una buena cogida, y despojarles de su billetera.

Se estarán preguntando por qué no me di cuenta antes. Bien. La respuesta es más simple de lo que creen: soy un maldito descuidado. No es lo mío andar por allí preocupándome por lo demás. Honestamente, me parece que la vida es tan complicada, que pasármela pensando en qué debo hacer y en que no, resulta en una pérdida de tiempo.

Pero el incidente de mi cartera fue lo mínimo que me ocurrió mientras estaba en ese avión. Antes de que me diera cuenta de que las cosas estaban por cambiar drásticamente para mí, me puse a meditar en si viajar tan lejos había sido una opción saludable. Después de todo ¿qué clase de chico se embarca en un vuelo de doce horas para visitar al novio que no ha visto un año? hasta yo pensaba que era una estupidez.

Cosa que se afirmó cuando salí de la terminal y me encontré sin dinero, sin tarjetas y sin condones. Mi vida no comenzaba bien, pero vale. Yo me lo había buscado. No soy precisamente el hombre más fiel que existe, y en mi defensa, puedo decir que lo hice como venganza. Josh ya se había enrollado con un chico de su trabajo, y el muy cabrón todavía había tenido el descaro de decirme que estaba confuso con sus sentimientos.

—¿Qué vas a hacer? ¿Venir a verme desde tan lejos? —me había dicho por teléfono.

—Oh, claro que sí, pedazo de idiota. No sabes con quién te metiste —le respondí en su momento.

Y heme aquí; en una de las ciudades más grandes del mundo, sin dinero y sin ganas de encontrarme con mi novio. ¿Cómo podría verle a la cara después de semejante traición? La de él. La mía estaba plenamente justificada.

—Al mal paso, darle prisa.

Me fui a una caceta telefónica. Por fortuna, mendigar una moneda a una chica que estaba en la terminal, y que creyó que yo era un puto ángel bajado de cielo, fue cosa fácil. Tenía una persona a la que podía llamar, y no. No era Josh. Se trataba de Mac. Un antiguo compañero de nuestra secundaria que vivía en la ciudad. Mac siempre había sido un joven apático, algo rebelde y con problemas de autoridad. No temía decir las cosas como eran, y si alguna vez necesitabas que alguien te diera un punto de vista imparcial, ese era él.

—¿Mac? —le saludé en cuanto él me respondió al otro lado de la línea.

—¿Quién diablos habla?

—Joder, soy yo. Han. ¿Qué tal? ¿Estás en casa?

—¿Qué quieres? ¿Vas a devolverme los discos que te llevaste de mi cuarto? Maldita rata sin vergüenza.

—¡Mac! Eso fue hace años. Escucha, amigo. Estoy en el aeropuerto. ¿Puedes venir a buscarme? Me acaba de pasar una tontería.

—¿Quién te cogió y te robó la cartera?

Miré a mí alrededor. ¿Cómo lo había adivinado?

—Algo así. Es una historia un tanto peculiar.

—Eres tan gay, que me das vergüenza.

—Cállate ¿Sí? Ven por mí. Tengo mucho que contarte.

—Maldición. Estoy en medio de algo.

—¿Una partida online?

—Iré enseguida.

Respiré con mayor tranquilidad y me senté en una de las bancas a esperar a que Mac viniera por mí. Intenté prender mi teléfono, pero fue una tarea imposible dado que al muy mentecato se le había ocurrido quedarse sin batería. Tampoco tenía saldo, así que daba igual. Además, si lo lograba encender, seguramente la tentación de llamarle a Josh me tocaría y no estaba listo para ver a mi novio aun. Él ni siquiera sabía que yo estaba aquí. Pensaba caerle de sorpresa, y vaya que sería una sorpresa que se llevaría por el resto de su vida.

Mac llegó una hora después. Venía en su carro deportivo. Una especie de Mustang de color rojo con los vidrios polarizados. Lo que bajó de él, la criatura en la que se había convertido, me dejó sin palabras. Era alto, bien parecido y atlético. Llevaba gafas de sol y una gabardina de cuero negro que estaba desabotonada. Mi pene tembló al verlo.

—Ahora no, pedazo de carne sin cerebro —le susurré a mi amigo entre mis piernas.

—Pero miren a quién tenemos aquí —rio. Caminaba con un aire relajado. Un hombre que se ha convertido en un éxito. Tenía un estilo propio que derretía a las personas, aun cuando él fuera un capullo.

—Hola. Te vez… atractivo.

—Pero claro que lo estoy —sonrió sagaz y me tomó del hombro—. Siempre me veo bien. ¿Qué hay, marica? ¿Necesitas dónde quedarte?

—No me digas así.

Olía espantosamente bien.

—Olvidé que eres un chico sensible. Andando, sube.

Mac era como el clásico chico malo de cualquier película de acción. Sin embargo, no creía que fuera tan escueto. Tan básico. Siempre me había gustado, pero antes de poder concretar mis sentimientos por él, Josh se me cruzó en el camino y Mac se había ido al infierno. Por supuesto, él jamás supo que alojaba por él algo que estaba un poco más allá de la amistad.

Llegamos a su hogar. Era una casa amplia, en un buen vecindario que me hizo avergonzarme de la pequeña casa en los suburbios donde vivía antes de viajar. Mac estacionó su Mustang y me invitó a entrar.

—¿Qué clase de vacaciones piensas tomar? —preguntó.

—¿De qué hablas? No son vacaciones.

—¿Entonces?

Resoplé.

—¿Tienes algo de beber? Tengo que contarte algunas cosas.

—Siempre tengo tiempo para ti, amigo.

Me dio una cerveza. Él abrió la suya y se sentó sobre su sillón. El gran bulto entre sus piernas, resaltado por sus jeans de mezclilla, hizo que se me nublara la visión. Siempre me pregunté cómo sería el pene de Mac. ¿Quizá era más grande que el de Josh? ¿Cómo me dejaría una vez me penetrara con él?

Maldita sea, Han. No era el momento de ponerme a pensar en eso.

Mac se colocó una mano sobre su miembro y sonrió.

—¿Qué me miras, pequeño?

—Nada —bebí de mi cerveza. Estaba amarga. Ni siquiera me gustaba, pero no quería verme tan suave frente a él.

—¿Será que nada? —se levantó y dejó su cerveza sobre la mesa de centro. Mirándome con lujuria, Mac se inclinó sobre mí. Poco pude hacer (o quizá no quería hacer nada) cuando él besó mis labios con un gesto sin pudor.

—Eshhferar…

—¿Qué?

—Espera —le pedí, empujándolo suavemente.

—¿Por qué? —me preguntó. Su sonrisa ladina no estaba mal, pero yo no quería acostarme con él. No era la razón por la que había venido. Quería arreglar las cosas con Josh.

—Han. Tienes que dejarte llevar. Suavecito y cooperando.

—Sí, pero si me dejó llevar, sepa Dios que cosas pasarían.

—Eso lo podemos averiguar ahora.

—No… no es buena idea.

Mientras yo echaba todo ese rollo sobre la fidelidad y la promiscuidad, Mac ya se estaba abriendo los pantalones. Prácticamente le resbalaron sobre las piernas y se deshizo de ellos. Tragué saliva. La forma fálica de su polla era claramente visible debajo de sus bóxeres apretados. Se inflaba como una montaña de carne que, por un momento, hizo que me olvidara hasta de mi nombre.

—Yo… yo no voy a…

Movió su pene. Hizo que el cabroncito se estremeciera como un animal rogando por salir de su encierro.

—Han. ¿Seguro que quieres que me vista?

—Joder —balbuceé. Él estaba de pie. Yo, sentado. Tenía una magnífica vista de su miembro. Lo quería. Lo quería a muerte.

La erección de Mac creció a un punto en el que ya fue incontenible. Yo estaba con la boca hecha agua. Maldita sea. ¡Maldita sea! Estúpidos hombres, pensé para mis adentros.

Me arrodillé para estar más cómodo y le hice a un lado el slip. El pene de Mac saltó hacia mi rostro. Estaba grueso, curvado hacia arriba y surcado por venas que estaban llenas de sangre. El glande enrojecido era una obra de arte, lubricado con ganas. Sus testículos colgaban calientes dentro su saco.

Vete al carajo, Josh, pensé. Lo tomé de las piernas, abrí la boca, y luché para meter la verga de Mac hasta el fondo de mi garganta.

 

 

Notas finales:

Comenten! me serviría mucho para animarme 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).