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Doncel por Yewooki

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Nadie está muy seguro como fue que pasó, pero de unos años a la fecha comenzaron a haber hombres con un útero completamente funcional, a ellos se les denominó donceles, algunos teorizaban que era por las pruebas nucleares, otros que era evolución, unos más que era deseo divino, pero sea como fuese, los científicos se vieron en la necesidad de crear pruebas especiales para dictaminar si alguien era un doncel a la entrada a la adolescencia, para así darles la correcta educación sexual sobre su género.

 

Con esto dicho llegamos a este momento donde Daiki espera nervioso en la oficina de la enfermera escolar, lo habían mandado a llamar de su entrenamiento de basquetbol, cosa que preocupó a sus amigos, tal vez había salido algo mal en sus estudios, estaba temeroso su hermano mayor había muerto por una infección mal tratada y sus padres eran muy sobre protectores con él.

 

‒ Perdona la tardanza Daiki-kun‒ murmuró suavemente la mujer mayor entrando en la oficina con algunos papeles y panfletos en sus manos‒ la razón por la que te llamé es por los resultados de tus estudios sexuales‒ dijo ella con mucha suavidad viendo como el pequeño moreno se tensaba completamente‒ dieron positivo a doncel, esto significa que tienes la posibilidad de procrear vida en tu interior.

 

El moreno ya no oía nada de lo que la mujer le explicaba, estaba en absoluto shock, para ese momento sus padres ya debían haber recibido los resultados de sus exámenes, no quería que lo sacaran del equipo, era lo único que le gustaba hacer, amaba jugar básquet, le gustaba la adrenalina que lo llenaba, amaba profundamente jugar y competir.

 

No está muy seguro de como volvió a su hogar, sólo recuerda vagamente a Kise despidiéndose de él con un tono preocupado, ahora estaba frente a la puerta de su hogar sin saber si deseaba o no entrar, finalmente cuando entró sus padres lo esperaban en la sala.

 

‒ Daiki, ven aquí‒ llamó su padre con suavidad viendo a su pequeño sentarse frente a ellos‒ como ya debes saber recibimos las noticias de tu estudio sexual, solamente queremos decirte que… no te obligaremos a salirte del equipo, pero si queremos que tomes las precauciones adecuadas.

 

‒ A mí me gustan las chicas‒ dijo rápidamente colocándose rojo, porque a pesar de que no era cien por ciento real, los chicos tampoco le gustaban mucho.

 

‒ Solamente queremos que tomes tus precauciones amor‒ le dijo su madre acariciando sus cabellos suaves‒ queremos que tengas una vida feliz.

 

Después de eso comenzaron las clases especiales, eran penosas, pero al menos tenía a Akashi y a Kise para no morirse de vergüenza así, finalmente llegaron a la preparatoria y no tuvo que ir a más clases especiales, así que fue fácil para él encubrir su sub género.

 

Pero ya para su último año llegó a su escuela un nuevo chico, un pelirrojo de su tamaño con cejas curiosas y una increíble fuerza para el basquetbol.

 

Con los días finalmente se volvieron cercanos, pues era un reto para ambos competir entre ambos, finalmente una tarde de viernes, pidió permiso a sus padres para quedarse en casa del pelirrojo pues a la mañana siguiente irían a una serie de partidos universitarios para ver la calidad de los equipos.

 

Daiki llegó a la casa del pelirrojo ya cayendo la tarde, sobre su hombro cargaba su maleta, al otro lado de la puerta Taiga portaba un mandil rosa con holanes que lo hizo reír exageradamente.

 

‒ Lindo atuendo‒ murmuró limpiando las lágrimas que se le habían salido.

 

‒ Yo siempre me veo lindo, si no pregúntale a Momoi‒ dijo rodando sus ojos para volver a la cocina para terminar de preparar la cena.

 

‒ Sigo sin entender que te ve Momoi‒ murmuró riendo levemente siguiéndolo como cachorrito‒ aunque si te vez bien‒ aceptó unos minutos después.

 

‒ Sabes… en realidad yo creo que tú eres lindo‒ dijo sincero mientras cortaba verduras dándole la espalda, pues sabía que no podría declararse frente a frente.

 

Daiki se sonrojo violentamente y comenzó a reír apenado, mientras tallaba sus manos puesto que a él también le gustaba el pelirrojo, por eso mismo le molestaba que su amiga de la infancia se la pasara llamando guapo al pelirrojo.

 

Taiga tomó valor y se dio media vuelta para verlo y quedarse atontado con tan hermosa imagen, especialmente porque el moreno parecía tener eterna cara de constipado.

 

Con pasos lentos se acercó al moreno tomando su rostro para que lo viera a los ojos, quedándose perdido unos segundos en tan hermosos zafiros, hasta que finalmente pareció volver al mundo de los vivos y se inclinó besando sus labios de forma suave.

 

Ese primer beso, pronto se convirtió en un segundo, un tercero, cuando se dio cuenta estaba en la cama del pelirrojo mientras este de desnudaba apresurado y nada más que ese hombre ocupaba su mente, ni siquiera tuvo tiempo para decirle al pelirrojo sobre su naturaleza, nada de eso importó al momento en que se acomodó sobre él besando sus labios con hambre.

 

Sus manos recorrían la piel ajena con curiosidad y deseo, quemando todo a su paso, sus labios se abrían y cerraban dejando escapar gemidos, suspiros y quejidos suaves, mientras el pelirrojo se movía más y más en su interior hasta que lo hizo correrse, por primera vez en la noche.

 

Cuando despertó Daiki perdió todo su color, estaba acostado sobre el pecho ajeno y no habían usado ningún tipo de protección, con cuidado se levantó de la cama, pero en cuando puso los pies en el suelo sintió toda la simiente ajena resbalar por sus muslos, avergonzándolo aún más.

 

‒Estúpido Taiga‒ susurró rojo de la pena caminando rápidamente al baño para darse un baño, tendría que comprar pastillas de emergencias, sólo esperaba su madre no lo llevara a revisión en esa semana.

 

‒ ¿Daiki?‒ preguntó el pelirrojo levantándose notando una pequeña cajita afuera de la maleta del moreno, preocupado por que estuviera enfermo se acercó tomándola en manos viendo que eran pastillas que usaban los donceles para mantenerse tranquilos.

 

Daiki salió del baño envuelto en las toallas de su pareja viendo a Taiga sosteniendo sus pastillas, eran especiales para que no tuviera problemas después de los entrenamientos, tembló levemente y mordió sus labios.

 

‒ P-Puedo explicarlo‒ le dijo rápidamente acercándose a él, pero Taiga lo volteo a ver dolido.

 

‒ ¿Por qué nunca me lo dijiste? ¿No confías en mí? ¿Alguien te ha molestado y por eso no confías en mí?

 

‒ No es eso Kagami… nadie me ha molestado nunca… es que… no quería que me quisieras solamente por ser un doncel‒ murmuró tallando sus manos‒ y solamente quisieras hacerlo con uno… tu realmente me gustas, más allá de tu increíble físico.

 

‒ Daiki‒ le llamó tomando su rostro‒ te amo por cómo eres, no por si eres un doncel o no‒ le explicó besando sus labios‒ así que no vuelvas a esconderme nada ¿sí?

 

‒Necesitaremos una partilla del día siguiente‒ murmuró bajito completamente apenado.

 

‒ No‒ dijo rápidamente el pelirrojo sosteniéndolo contra su cuerpo‒ si es necesario pediré tu mano a tus padres esta noche.

 

‒ Taiga no, tienes la beca para irte a Los Ángeles nuevamente‒ susurró apenado‒ y yo…. Yo no sé qué haré aún.

 

‒ Si estoy casado para cuando la beca llegue podré llevarte conmigo, además sé que podré mantenerlos a los dos‒ dijo rápidamente y con amplia seguridad.

 

‒ Pero Taiga‒ dijo rojo de la pena‒ por favor no hagas cosas de las que puedas arrepentirte‒ sentencio con pena, pues sabía que tenía un carácter espantoso.

 

‒ No voy a arrepentirme‒ le dijo de inmediato tomando sus manos‒ quiero pasar el resto de mi vida contigo, siempre.

 

Después de algunos días, Taiga finalmente fue a la casa de sus padres y pidió su mano, la cual fue dada con buena voluntad pues ambos se veían enamorados.

 

Unos pocos meses después se enteraron de que esperaban un pequeño niño, Taiga estaba más que feliz, no dejaba de planear lo que haría por el bebé y finalmente ambos se mudaron a América pocas semanas antes de que diera a luz, un pequeño peli azul con piel trigueña como su padre.

 

Taiga estaba más que enamorado de su pequeño bebé, siempre lo procuraba y llevaba un montón de cosas desde juguetes y ropita.

 

‒ Voy a sentirme celoso‒ bromeó Daiki fotografiándolos juntos mientras tocaba la cabecita de su bebé.

 

‒Nada de eso, es que… gracias a él ya sé que podremos tener más bebés juntos y así verte más seguido con una linda pancita siempre pidiendo más sexo.

 

‒ ¡Cállate idiota!‒ gritó rojo.


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