Run & Passion
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Apenas segundos, apenas unos metros, y podía llegar a la línea de meta. Por el retransmisor podía oír a su equipo, indicándole que le quedaba sólo dos curvas, una a la derecha y otra a la izquierda, una recta de cien metros y la victoria sería suya.
Aceleró en cuanto salió de la última curva, veía a su seguidor demasiado cerca y no podía darse el gusto en que le ganara cuando estaba saboreando el campeonato. Bandera de cuadros y él había sido el ganador.
Golpeó con alegría el volante, mientras daba la vuelta de rigor del campeón. Después, fue hasta boxes, y nada más bajarse del vehículo, su equipo se abalanzó hacia él con alegría. Sus amigos de toda la vida, los que lo habían seguido en su pequeña locura de meterse en los Campeonatos de Automovilismo y habían confiado en él.
Él participaba en un Campeonato que, aunque no era muy famoso, tampoco pasaba desapercibido, de categoría inferiores y fanáticos amateurs. Él no era piloto profesional, no tenía ni escudería, equipo o patrocinadores para poder dar el salto a la gran competición, la WTCR* y, aunque era un sueño que veía lejano aún, no quería desistir hasta poder participar en ella, tal y como lo hizo su padre muchos años atrás.
Su padre, el gran Minato Namikaze, quién por cinco años consecutivos fue campeón de la WTCR, ganándose el apodo de El Rayo Amarillo, un gran piloto que llevó a su escudería al reconocimiento mundial y su nombre al puesto más alto del ranking.
Pero por desgracia, cuando estaba en el máximo esplendor de su carrera, tuvo un accidente que le hizo mantenerse fuera del asfalto por un tiempo. Cuando se recuperó y estaba listo para volver, su escudería ya no contaba con él, un joven y talentoso novato había ocupado su lugar en el equipo, por lo que tuvo que salir por la puerta pequeña.
Entonces supo, que su momento había llegado a su fin. Con el talento que derrochaba, buscó alguna escudería que quisiera contratarlo, pero ya todas tenían a sus pilotos preparados para el inicio de la temporada, por lo que tuvo que seguir otro año más fuera de los circuitos.
Por fin, cuando su espera tuvo sus frutos, y para la próxima temporada se creó un nuevo equipo que quiso tener a tan piloto experimentado defendiendo su escudería, su esposa enfermó de gravedad, por lo que tuvo que rechazar su nueva oportunidad para cuidar a su esposa, dónde desesperado, se gastó todo el dinero que pudo por tal de salvarle la vida, sin éxito en ello.
Desgraciadamente, Kushina Uzumaki falleció, y con ella se fueron todas las ganas de vivir del rubio, quién desistió en volver a los circuitos, dando por finalizada su carrera como piloto. Debido a que se gastó casi todo el dinero que tenía en su esposa, tuvo que buscarse un trabajo.
Por ello, Naruto Uzumaki, su hijo, que lo habían llevado desde pequeño a los campeonatos y que tenía el mismo entusiasmo por las carreras que él, empezó en ese mundillo, como siempre, desde abajo, participando de momento, solamente en Campeonatos legales pero no profesionales.
No tenía un gran desembolso para poder crear un equipo nuevo, ni tampoco contaba con patrocinadores o reconocimientos de expertos para recomendarlo a uno ya formado, por lo que su equipo se caracterizaba por ser los novatos, ya que sus mecánicos no eran reconocidos en ser ingenieros mecánicos, apenas tenían un pequeño taller. Los cambios en piezas y neumáticos eran escasos, por lo que debía ser muy cuidadoso para evitar muchos cambios.
Con mucho esfuerzo, había arreglado el coche que usaba su padre cuando era piloto, con el mismo que había sufrido aquel accidente, para que así la leyenda del Rayo Amarillo no muriera y siguiera haciendo historia. Como en esas categorías eran equipos individuales, no hacía falta que tuviera una escudería en específico y menos un compañero, por lo que podía participar sin problemas con ese coche.
Al haber ganado el Campeonato, no se llevaba mucho dinero, pero al menos esa cantidad le servía para hacerle mejoras a su vehículo, con el paso de los años, los coches eran cada vez más modernos, con más resistencia y más velocidad, por lo que debía adaptar el suyo para que pudiera seguir estando a la altura y compitiendo con los demás.
—Felicidades, Naruto, lo has vuelto a hacer —lo felicitó nada más bajarse del coche Shikamaru. Aparte de ser uno de sus mejores amigos, era el líder de su equipo, quién estaba al mando de la información y de indicarle cada estrategia en carrera.
—Tercer Campeonato consecutivo, ¡otra temporada en la que les has dado pal pelo! —gritó Kiba con emoción. Otro de sus amigos de la infancia, y mecánico junto con Gaara, ambos tenían un pequeño taller.
—Naruto, hay alguien que quiere hablar contigo —dijo Gaara, acercándose a ellos junto con un hombre trajeado de cabello plateado. El rubio se acercó hasta él, sabía de quién se trataba.
—Tienes talento chaval, esta Competición se está quedando pequeña para ti, ya no tienes rival —le extendió la mano para que se la estrechara. Kakashi Hatake, cualquiera que estuviera metido en ese mundo, lo conocía. Era el dueño de una de las escuderías más fuertes de la WTCR.
—Muchas gracias, Hatake-san, pero el mérito no sólo es mío, sino de mis amigos, ellos son mi equipo y sin ellos, yo no podría haber triunfado-ttebayo —confesó con total sinceridad.
—Seré breve; uno de los pilotos de mi escudería no competirá esta próxima temporada, y sin dos corredores no podemos competir. Tienes talento, por lo que te ofrezco a que des el paso al mundo profesional —los ojos azules se abrieron con total asombro.
—¿Qué? ¿Quiere que corra para su escudería? ¿Me está reclutando como piloto?
—Qué me dices, chaval, ¿quieres dar el salto por fin a la WTCR? —miró con sorpresa a sus amigos, que sin pestañear le asentían sin parar.
—Sería un gran honor que alguien como usted se haya fijado en mí y me proponga formar parte de su equipo. Espero poder estar a la altura.
—Entonces, ¿eso es un sí? —le volvió a extender la mano, para dar por sellado el acuerdo.
—Pero… ¿habría alguna posibilidad de que mi equipo viniera conmigo?
—Ya contamos con los mejores ingenieros. Dime, ¿tienen buenas referencias? —él negó cabizbajo. A duras penas tenían la titulación de oficinal de primera y un pequeño taller—. En el mundo profesional es lógico contar con los mejores reconocidos. Entiendes, ¿verdad?
—Pero ellos son los que me han ayudado, y sin ellos no podría haber competido, no puedo dejarlos ahora sólo… —no pudo terminar de hablar, porque Shikamaru le tapó la boca.
—Lo que mi amigo quiere decir, es que acepta con todo el honor formar parte de su escudería —habló con tranquilidad el pelirrojo.
—Oye, yo no…
—Escúchame, es un poco problemático, pero esto es una oportunidad que no puedes dejar pasar, unos de los mejores equipos vienen a ofrecerte un contrato profesional, no puedes poner como condición que unos simples aficionados como nosotros podamos formar parte.
—Tu sueño era correr en la WTCR, no puedes decir que no. Nosotros te estaremos apoyando, pero tú tienes que decir que sí.
—Chicos… vosotros me habéis ayudado, sabéis que sin vosotros no hubiera conseguido nada, ni si quiera ganáis recompensa por este trabajo, me cedéis piezas de vuestro taller, me arregláis infinidad de veces el coche y la mitad ni me la cobráis… No puedo así cómo así dejaros a un lado de mi sueño-ttebayo.
—No nos dejas a un lado de tu sueño —le colocó una mano en su hombro mientras guiñaba un ojo Kiba—, te hemos ayudado a conseguirlo, ahora todo depende de ti, nosotros iremos cada fin de semana a cualquier circuito a verte correr, y estaremos celebrando cada victoria como lo hemos estado haciendo hasta ahora.
No pudo evitar que sus ojos se aguaran por tales palabras de sus magníficos amigos. Ellos habían estado con él desde que tenían uso de razón, lo apoyaron en la loca idea de querer arreglar el coche que fue de su padre para competir, de convencerlo previamente porque no quería que su hijo corriera, y menos con el auto con el que sufrió ese grave accidente. De cederle piezas, de hacerle mil y un arreglos…
Al no ser una competición oficial, no había escuderías, y quién tenía el mejor equipo y piezas era porque tenían patrocinadores, él no tenía nadie, por lo que sus amigos, desinteresadamente se ofrecieron, obvio que ellos no ganaban nada con ir cada fin de semana, y aún así, siempre estaban para él.
No podía estar más que agradecido con ellos, por eso era por lo que no quería dejarlos, y quería que ellos también fueran contratados junto a él.
—¿Y bien? No tengo todo el día, chico. ¿Qué me dices? ¿Formas parte de mi escudería o no? —volvió a mirar a su trío de amigos, que asintieron nuevamente.
—Sí, por supuesto, sería un honor formar parte de su escudería —aceptó el estrechón de manos.
—Perfecto —le entregó una tarjeta—, pásate mañana por aquí para firmar el contrato e informarte de patrocinadores y equipo.
—¡Muchas gracias! Allí estaré —sin más, el hombre se despidió y marchó, haciendo que los amigos empezaran a gritar de alegría.
—¡Vas a correr en la WTCR, es fantástico!
—Aún no me lo puedo creer, aún estoy que no me lo creo, que es un sueño y en cualquier momento me voy a despertar.
—Pues créetelo, porque de sueño nada. ¡Vas a competir con Konoha, es genial! —el Inuzuka se quedó mirándolo, algo extrañado—. ¿Qué te pasa, por qué pones ahora esa cara?
—Es que no sé cómo reaccionará mi padre —soltó un sonoro suspiro—, ya sabéis, no tiene buenos recuerdos…—sus amigos lo miraron, pero terminaron por animarlo, sabían lo importante que era para el rubio la opinión de su padre.
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Aparcó en el garaje su BMW M3 E30 del año 86, de color naranja y amarillo, con el número 25, haciendo referencia al día en que nació su padre y al mítico color que caracterizaba a su padre y su apodo de El Rayo Amarillo cuando era corredor.
Entró en la casa encontrándose a su padre en la cocina, terminando de preparar la cena, que nada más verlo se alegró de que hubiera vuelto sano y salvo. A día de hoy era difícil que hubiera algún fallecimiento en las competiciones, pero tampoco era imposible, por lo que verlo regresar de una pieza sólo significaba que no había sufrido ningún accidente de gravedad.
Desde que tuvo el suyo hace veintitrés años, temía que su hijo pudiera tener uno también. Y más si utilizaba su antiguo coche, tenía miedo que ese vehículo le fallara también a él. Con ese BMW, consiguió su fama, pero con él, lo mismo que la alcanzó se le esfumó.
Hubiera preferido que su hijo se buscara un trabajo acorde a sus estudios en vez de correr en las carreras, pero era tan testarudo que no lo consiguió convencer. Pero era inevitable, lo llevaba en la sangre. Y confesaba, que era muy bueno.
—¿Por qué traes esa cara? Cualquiera diría que no ganaste el torneo.
—¿Cómo sabes que gané? —cuestionó con intriga—. Si tú nunca vas a ninguna de mis carreras-ttebayo.
—Bueno, estaba convencido de que ganarías, es más bien intuición. Entonces, ¿ganaste o no? —se recargó en el marco de la puerta de la cocina. En respuesta, el rubio menor le extendió los dedos haciendo el símbolo de la victoria, sonriendo ampliamente—. Felicidades, Naruto, sabía que lo harías —le sonrió dulcemente.
—¡Gracias! Uhm… hay algo más… —titubeó, y su padre lo volvió a mirar, diciéndole con la mirada que se lo contara—. Me han fichado por la escudería Konoha, para competir la próxima temporada en la WTCR.
—¿Cómo? —se atragantó con su bebida—. ¿Cómo que te han fichado?
—El representante estaba en el circuito, después de la carrera y se acercó a mí —rebuscó en su bolsillo y sacó la tarjeta—, me dijo que me pasara mañana por aquí para que me digan las condiciones del contrato y lo firme.
—Vaya… no me lo esperaba. ¿Y por qué no estás saltando de alegría? Cualquiera diría así que correr en la WTCR es tu sueño.
—Es que… me importa mucho lo que tú pienses, y si tú no estarías de acuerdo, yo no firmaría ese contrato.
—De eso nada, Naruto. Es tu sueño participar en la WTCR, has demostrado que con un vehículo antiguo eres capaz de ponerte a la altura de los modernos, que con ningún patrocinador ni presupuesto, has conseguido salir en todas las carreras y terminarlas, además de haber ganado el torneo. Tienes talento, hijo, y diría que más que yo.
—¡No es así! Tú fuiste y eres el mejor, no habrá nadie como tú, y demostraré cómo se equivocaron dándote la espalda de esa forma-ttebayo.
—Lo que tienes que demostrar, es que tú eres el mejor, y que eres capaz de, aún siendo novato, ganarle al actual líder —los ojos de Minato brillaban de orgullo—. Sólo quiero que sepas que ese mundo es duro, y que tu propio equipo te puede traicionar. Pero tú nunca dejes de ser tu mismo, si te caes, te vuelves a levantar, ¿me has oído?
—¡Sí, gracias papá! —lo abrazó con euforia—. ¿Me acompañas mañana?
—Hijo, no puedo, tengo que trabajar. ¿Por qué no le pides a algún amigo tuyo que te acompañe?
—Vaya… yo pensé que podrías acompañarme, ya que entiendes de todo esto, pero le pediré a Shikamaru si puede hacerlo.
—Sólo lee muy bien todas las cláusulas, que no te pueda la emoción del momento y firmarlo con rapidez. Si hay algo que no te gusta, no entiendes o no estás de acuerdo, muestra tu descontento, ¿de acuerdo?
—Así haré —sonrió. Estaba cada vez más cerca de conseguir su sueño.
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Al día siguiente, Naruto fue junto con Shikamaru a las oficinas de Konoha. En recepción pidió poder hablar con Kakashi Hatake, pero rápidamente se lo denegaron. Después de mucho insistir y de repetirle que esa tarjeta se la había dado el mismo en persona, y que la recepcionista se cerciorara de que así era, le permitieron pasar.
Ambos miraban con asombro aquellos pasillos, repletos de fotografías de diferentes pilotos, años, carreras y victorias. Sin darse cuenta, al doblar la esquina en uno de los pasillos, tropezó con alguien.
—Ten más cuidado, imbécil —protestó la persona con la que chocó.
—Lo siento, lo siento, no tuve cuidado-ttebayo —se disculpó rápidamente—. ¡Ah! —exclamó al reconocer de quién se trataba—. ¡Tú eres Neji Hyuga!
—Niño, más respeto. ¿Quiénes sois? —los miró de arriba abajo, comprobando el tipo de ropas que llevaban—. ¿Qué estáis haciendo aquí?
—Soy el nuevo piloto para la próxima temporada, vengo para firmar mi contrato —respondió con orgullo.
—¿Cómo? ¿Alguien cómo tú? ¿Seguro que no hay ningún error?
—¿Qué quieres decir con alguien como yo?
—Vaya, veo que ya os conocéis —apareció Kakashi—. Neji, te presento a Naruto Uzumaki, él será tu nuevo compañero de escudería.
—¿Qué? Espera, ¿he oído bien? ¿Este niño será mi compañero? ¿Quién en su sano juicio lo ha fichado? Si no lo conocerán ni en su casa. ¿Sabes acaso cuantos pedales tiene un coche? —se burló.
—¿Yo? —levantó su mano, entrecerrando sus ojos—. No lo trates así, Neji, ya sabemos que tú eres la estrella de la escudería, pero este chico tiene talento, y es muy bueno, así que, aunque seréis rivales, espero que os llevéis bien, por el bien del equipo.
—Jum, total, un novato no tiene nada qué hacer, no quedarás ni entre los diez primeros.
—Y lo dice el que siempre acaba segundo —pinchó Shikamaru—. Si lo que tienes miedo es que Naruto te quite el puesto, tranquilo, él no te lo quitará, porque él no será segundo, sino el primero.
—¿Cómo has dicho?
—Bueno ya, no sois niños de patio de colegio —puso orden el peligris—, sois profesionales y como tales, tenéis que tener una imagen. Tú, te vas a llevar bien con Naruto, y tú, no vas a fastidiar a Neji, ¿queda claro?
—Esto va a ser muy problemático —los dos nombrados asintieron, sin dejar de desafiarse con la mirada.
—Bien, pues venga Naruto, entra para que revises el contrato y lo firmes.
El rubio lo siguió, y después de revisar una por una todas las cláusulas y las condiciones, tal y como le dijo su padre que hiciera, firmó el contrato.
—Bienvenido a Konoha, ya eres uno de los nuestros —le extendió la mano, sonriendo bajo la mascarilla que siempre llevaba—. Espero que nos des muchas alegrías.
—Por supuesto que sí, no voy a defraudarlos, gracias por haber confiado en mí-ttebayo.
Y no pudo evitar no sonreír. Su sueño siempre fue participar en la WTCR, y ahora, iba a hacerlo realidad. Su sueño, acababa de empezar, e iba a trabajar duro para que nunca, se rompiera.