Un hombre joven maneja su auto negro a mitad de la noche sin rumbo fijo, sus ojos reflejan una inmensa tristeza. Detiene bruscamente el auto y empieza a golpear fuertemente el volante, grita de frustración, las lágrimas empiezan a salir de sus grandes ojos color azul.
El motivo de su dolor es el perder a su gran amor, por no decirle sus verdaderos sentimientos, por miedo a que lo mire con ojos de desprecio… no lo soportaría, pero ahora es demasiado tarde para arrepentirse. Los recuerdos empiezan aparecer en su mente, una pequeña sonrisa apareció en su rostro recordando como se conocieron, las travesuras que hacían cuando eran unos niños, las peleas… las risas… los abrazos…
Su sonrisa se borro inmediato como si se la arrancaran de su rostro, el reciente recuerdo apareció de golpe…el día en que su corazón se destrozó en mil pedazos, fue cuando su amor le contó que se iba a casar, él no lo quería aceptar, pero al ver su sonrisa en su rostro… esa sonrisa que hace su corazón querer salir de su pecho, como anhelaba ver esa sonrisa todos los días y que… fueran dirigidas a él. Se colocó su máscara, forzando una sonrisa y los felicitó.
Por favor… no me abandones
Las dagas aún no terminaban de apuñalar su corazón, querían que él fuese el padrino de bodas y él acepto con dolor.
Los recuerdos seguían rondando por su cabeza, el día de la boda llegó, él no podía dejar ir a esa persona que compartió muchos momentos tan especiales, no era fácil como parece.
No por favor…
Los observó en el altar, mirándose cuan enamorados estaban, era muy doloroso verlos tan felices… tan enamorados. Por un momento imaginó que él sería que estuviera ahí y no esa persona, su sueño se esfumó cuando pronunciaron la palabra “acepto” y sellaron sus votos de amor con un beso donde transmitían todo su afecto que se tienen el uno del otro.
No me abandones…
No me abandones…
Regresa…
No me abandones…
Por favor no…
Las lágrimas caen inevitablemente del hombre con el corazón roto y se va para que no vean su pesar. Poco después llega la razón de su estado, le dice que lo están esperando a que tomen la foto, no quería aparecer en esa foto, lo agarra de la muñeca y lo obliga a ir hasta el altar, ella se coloca en el centro y ellos se colocan uno de cada lado y ella abraza a los dos hombres, él solo pudo dar una sonrisa falsa ocultando su dolor.
Regresa a la realidad, sostiene entre sus manos la foto de ese día, aquel en el que perdió a ese ser que iluminaba sus días, la toma por uno de los extremos y la rompe a la mitad, las lágrimas no paran de salir de sus ojos y mientras éstas nublan su vista une las dos partes, creando así la imagen de una relación mal vista en los ojos de la sociedad, pero una que su corazón siempre anheló.
Sasuke…