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Who are you? por Menma UzUch

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Notas del capitulo:

*u*/

El temporizador de mi teléfono sonó anunciando que el conteo ha finalizado. Habían pasado otros 30 minutos.

Miro por la ventana y puedo verle, sigue ahí… Con estos 30 minutos ya sumaban 2 horas y él seguía en la misma posición, viendo a la nada.

Últimamente el vecino de enfrente sale a dar vueltas por el vecindario, pero algunas veces se queda quieto y no se mueve por un largo rato, como hoy es el caso.

No solíamos hablar mucho, pero nos saludábamos por las mañanas cuando iba camino a mi trabajo y ahora ya ni si quiera me mira. Como si no existiera para él.

Antes de que comenzara esta extraña rutina él era una persona promedio: trabajaba por las mañanas y volvía por las tardes, era casado y tiene una hija con la que ahora es su ex esposa. Vecinos con los que jamás tendrías problemas, hasta hace unos meses.

Una tarde después de que Charasuke, mi vecino, volviera del trabajo, comenzaron a escucharse gritos y sonidos de objetos golpeando el suelo. Los típicos sonidos que te avisan es una pelea fuerte y probablemente duradera.

En resumen: tuvieron un fuerte pleito por un aparente engaño por parte Hinata, su en ese entonces esposa (cuya infidelidad resultó ser falsa), lo que desencadenó un divorcio y finalmente la mudanza de ella y su hija a otro vecindario, dejando solo a ese pobre chico de no más de 30 años.

Gran inicio de vida adulta, nótese el sarcasmo.

Regresé a la casa y tomé una sudadera extra, pues relámpagos aparecieron el cielo como señal de una lluvia inminente. Me dirigí hacia donde estaba él y pequeñas gotas resbalaban por su rostro, pero no me quedaba muy claro si eran de lluvia… O lágrimas.

—Vas a mojarte, ven aquí —se sobresaltó al sentir cómo le colocaba mi sudadera, sin embargo, no dijo nada y sólo miró al suelo.

Caminamos un poco rápido hacia su casa, no estaba muy lejos, pero con la fuerte lluvia que de pronto se desató se hicieron un poco eternos esos metros.

—¿Y tus llaves? —le pregunté un poco apurado. Comenzaba a calarme el frío del aire mezclado con el agua.

—Mis… ¿Qué? —preguntó en un susurro que apenas y pude escuchar.

—¡Tus llaves! ¿En dónde están? —le dije en un tono más alto para que pudiera escucharme.

Se sacudió ligeramente la cabeza y musitó un sí, las sacó rápidamente del bolsillo de su pantalón y pudimos entrar finalmente a su hogar.

Una vez… Solamente una vez entré a este lugar para poder recoger un aparato que le había prestado y ni en broma la casa luce como lo hacía antes. Se sentía fría y parecía abandonada.

—Gracias por traerme —sonrió ligeramente y se dirigió a lo que pude identificar como el baño, regresó con unas toallas y me extendió una para poder secarme— ¿Puedo ofrecerte un café? ¿O prefieres un té?

—¿Qué hacías ahí parado tanto tiempo? —le desvié la pregunta comenzando a secar mi cabello.

—… —suspiró— Acompáñame a la cocina —al llegar ahí prendió la luz y se iluminó el lugar después de un extraño parpadeo en el foco. Probablemente estaba por fundirse— Menma… ¿Verdad? Escucha… He estado pasando por unos momentos difíciles, mi esp… ex esposa se fue y…

—Lo sé, me lo contaste —le recordé. Había ido el día del divorcio a mi casa a desahogarse. ¿Cómo olvidarlo? Fue la última vez que hablamos. Hace 2 meses.

—¿Ah sí? —dijo sorprendido y me dio la espalda para hervir algo de agua— ¿Café o té? —repitió una segunda vez y esta vez respondí café.

Aquella tarde no conseguí nada de información, fue un silencio terriblemente incómodo ya que tenía que esperar a que la lluvia fuera más leve y claro, no puedes dejar a tu invitado solo esperando.

Cuando se quitó la ropa mojada pude verle muy delgado, si bien así era su complexión, las costillas no deberían notarse como lo hacen las suyas. Es aquí donde me decidí a saber qué estaba ocurriendo.

***

Suena nuevamente el temporizador de mi teléfono anunciando media hora más, veo por la ventana y esta vez se movió del lugar. Está regando las rosas del jardín delantero y de pronto se detiene… Una vez más comienza a ver a la nada con el chorro de agua aun saliendo de la manguera y parece no saber qué hacer.

Salgo de la casa, cruzo la calle y tomo de entre sus manos la pistola de riego quitando el seguro y evitando que siga cayendo más agua.

—Oye, ¿por qué no vamos a visitar un médico más tarde? —le pregunto con el tono más agradable que puedo, después de todo mi voz no es de lo más dulce.

—¿Quién eres? —me pregunta con una expresión facial que puedo reconocer: miedo.

Debía llevarlo a un médico, era definitivo.

***

El pitido que emite el temporizador de mi teléfono me saca de mis pensamientos y lo interrumpo un poco de mal humor, pues había estado sonando cada 15 minutos.

—¿Terminaste el rompecabezas? —le pregunto, pero es evidente que no hizo ni la mitad de ese juego de 15 piezas para niños— No te preocupes, dijo el doctor que no te presiones. Quita las piezas y empieza nuevamente.

—Menma, quiero parar… Por favor… —me dice un poco decaído y en seguida borra esa expresión para poner una de felicidad falsa— ¿Quieres que veamos una película? ¿Cuál es tu género favorito?

—Supongo que me agrada el misterio o el suspenso —digo mientras armo lentamente el rompecabezas, dándole ideas de cómo hacerlo— Veamos una que sea de tu agrado.

Amnesia global transitoria es lo que pudieron diagnosticarle, un caso muy raro para su edad de 27 años y se lo atribuyen al estrés que le causó el divorcio con Hinata. Al parecer había estado sufriendo de constantes migrañas a causa de peleas que tenían día con día desde su noviazgo. Sigo sin comprender por qué se casaron entonces.

—Menma, ¿puedes decirme dónde está la habitación blanca?

—Baño… —dije sonriendo levemente y él devolvió el gesto con un pequeño sonrojo de vergüenza.

A veces era divertido las palabras tan comunes que solía olvidar, pero no era divertido cuando olvidaba comer o cuando salía y olvidaba cómo volver.

Necesitaba de una persona que cuidara de él, así que pedí unas vacaciones adelantadas en el trabajo en lo que su tratamiento rendía frutos. En cuanto él pudiera cuidarse sólo podría volver y visitarle por las tardes y fines de semana.

***

La alarma de mi teléfono suena por enésima vez recordándome tomar mis medicamentos.

Lo sé, deja de sonar ya.

Pulso el botón para parar la alarma y leo la nota que Menma dejó sobre cómo tomar los medicamentos y después de hacerlo vuelvo a dormir.

La alarma de mi teléfono suena una vez más. A veces creo que me pone alarmas de más para molestarme, pero no es así. Es hora de hacer mis ejercicios de rutina. Los odios, pero mi vecino se toma la molestia de cuidarme y es lo mínimo que puedo hacer por él, pues sinceramente, ya no me importa lo que me pase a mí.

—Veamos… Crucigramas, crucigramas… —busco en la estantería la letra C para poder ubicar los pequeños libritos que él me compró. Incluso se molestó en ordenar todo por… ¿Cómo llamarlo? ¿En orden? Cuando las letras van en orden…

Cierro los ojos tratando de recordar esa palabra, me dijeron que cerrar los ojos es bueno para recordar, pero no logro hacerlo. ¿Qué estaba por hacer?

La alarma vuelve a sonar. Crucigramas.

Siempre me programa la misma alarma 5 minutos después, ya que en ocasiones olvido lo que estaba haciendo. Me dice que lo vea como un seguro ya que no puede estar cuidándome todo el día, pues había vuelto a su trabajo.

Lo extraño y yo parece que voy empeorando, pero él me dice todo lo contrario.

***

Detengo el cronómetro en mi teléfono y veo el resultado: 2 minutos con 35 segundos. Anoto la marca y la comparo con la primera que obtuve al realizar el rompecabezas. 3 minutos menos que me supieron a gloria.

—Vas muy bien —me felicita Menma y me entrega un pequeño pedazo de papel— Te compré un regalo de cumpleaños.

—Awww no debiste —sonrío y lo abro lentamente con la emoción a flor de piel. Adoro los regalos. Al abrirlo, veo horas con diferentes actividades— ¿Qué es esto?

—Se llama cronograma y es lo que haremos todo el día de mañana. Sé que tu cumpleaños es hoy, pero debo volver al trabajo, sólo vine a comer contigo.

—A veces te tomas demasiadas molestias —le sonrío sinceramente y tomo su mano fría con la mía cálida— Gracias…

—No hay que agradecer —acaricia mi mano con su pulgar y nos miramos durante algunos segundos, me suelta y carraspea un poco— Resolvamos un crucigrama rápido —abrió un pequeño libro y comenzó a leer— Sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona…

Dejo de escucharle por unos instantes. Es agradable para mí tener este sentimiento… ¿Cómo es que se llama?

—Amor.

—¿Eh? —le miro con un sonrojo. ¿Era ese el sentimiento?

—Escribe amor, es la respuesta de la primera pregunta vertical.

—Ah… S-sí, claro —rio nervioso y comienzo a escribir con un ligero temblor en las manos.

Debo dejar de ver películas románticas.

***

—¿Quién eres? —pregunto a la chica que está frente a mí y ella parece haberse molestado.

—¿En serio vas a fingir que no me conoces? —dice con un tono de voz triste. Me hace sentir que hice algo mal— Vine a buscarte a escondidas de mamá, el abuelo me trajo.

—Oh, no… ¿Salgo contigo? Eres muy pequeña, eres muy hermosa, pero no puedo aceptar que estemos en una relación de…

—¡Papá ya basta!

—… ¿Sarada? —me sostuve la cabeza momentáneamente. Claro… Tengo una hija— Lo lamento, yo… Pasa.

Mi alarma suena recordándome calentar la comida del horno. Ya no suenan después de 5 minutos pues ahora recuerdo un poco mejor las cosas.

—La casa luce… Bien —sonríe y observa mis crucigramas, sopas de letras, rompecabezas y demás materiales que Menma compra para mí.

—Gracias, Menma me ayuda a mantenerla así —y claro, también me pongo alarmas para recordar limpiarla.

—¿Menma el vecino? Creí que era un antipático amargado —rio ante su comentario y dejo dos platos de comida en la mesa, haciendo a un lado los materiales que utilizaba hace un rato.

—Lo es, pero digamos que tenemos una larga historia… —sonrío ligeramente y comienzo a comer, cosa que Sarada imita.

Estuvimos hablando durante varias horas, sobre todo escuchando lo que ella había pasado con Hinata lo cual me hizo enojar bastante, pero afortunadamente hoy se había escapado de sus garras ideando un plan para que mi padre fuera por ella y la trajera aquí. Siempre tan inteligente.

Escuchamos la puerta abrirse y a Menma avisando que había llegado. Al llegar hacia la sala se sorprendió de ver a Sarada, pero en seguida se sentó a nuestro lado y le revolvió el cabello.

—Creciste demasiado, mírate, ¿qué edad tienes?

—Tengo 10 años —sonríe tímidamente y se acurruca en mi pecho.

Mi vecino me miró sorprendido y sólo atiné a levantar los hombros despreocupado.

—¿Qué puedo decirte? Fui padre joven —explico y él parece entender.

Lo que restaba de la tarde y parte de la noche lo pasamos viendo películas, haciendo mis ejercicios y jugando algunos juegos de mesa en los que noté me dejaban ganar en ocasiones.

Este día, Sarada y yo pudimos sentirnos nuevamente en familia.

***

Mi temporizador suena anunciando que la cuenta regresiva ha finalizado, pero puedo escucharlo a lo lejos, ¿o tal vez es una de las alarmas de Charasuke? No estoy muy seguro, mis sentidos están totalmente nublados al sentir los labios de este contra los míos.

Últimamente dormía en mi casa, pues no le gustaba sentirse solo en la suya, así que salimos a comprar la despensa de la semana. Todo había sido tan rápido… Chara acomodaba las latas y una cayó sobre mi cabeza, al estar curándome vi sus ojos y no hubo vuelta atrás…

Nos encontramos rondando por mi cama. Los besos iban y venían, en el cuello, las clavículas, el pecho, en abdomen, el vientre. De pronto los besos se convirtieron en mordidas y posteriormente en lamidas. Era un paraíso que jamás creí estar compartiendo con esta maravillosa persona.

Cuando menos pensé nos encontrábamos desnudos, yo entre sus piernas y él con la expresión de placer más pura que he visto en mi vida.

—¿Te sientes listo? —pregunté con voz temblorosa.

—Sí… —susurró abriendo los ojos con lentitud— Hazme olvidar tu nombre de nuevo... —dijo a modo de burla, pues él ya se había recuperado casi por completo.

—Olvidarás hasta el tuyo —le susurré en el oído y con suavidad entro en él.

***

La alarma suena… Alguien olvidó desprogramarla para el fin de semana. Vaya descuido, Menma.

Notas finales:

Gracias :D


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