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Piel de porcelana; BNHA, KatsuDeku por AzulaCathy

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Notas del capitulo:

Fanfic escrito originalmente para Wattpad.

Midoriya Izuku se encuentra sentado ante un enorme espejo, observando con curiosidad como una señora de cuerpo delgaducho le maquilla el rostro. El chico sólo lleva un par de pantalones puestos, estando su  torso desnudo bajo las luces amarillas del camerino. No comprende del todo la insistencia de la estilista por crear hematomas y heridas con el maquillaje, pero no puede cuestionar nada respecto a ello.

 

A fin de cuentas, él se había metido en aquel embrollo.

 

Midoriya llevaba un par de meses viviendo en Hollywood junto a su novio, Bakugō Katsuki, un escritor que intentaba publicar su primera novela. Ambos llevaban unos cuatro años como pareja oficial, tiempo en el cual habían aprendido del otro, creciendo como personas. A pesar de que Bakugō tuviese un temperamento de mierda, Midoriya podía lidiar con ello: sabía qué decir cuando su amado estaba triste o molesto, los momentos dónde podía molestarle sin que este explotara.

 

Muchos decían que eran una pareja ideal, aunque Izuku no creía del todo en ello. ¡También tenían conflictos, nunca habían sido perfectos!

 

Y en ese momento se encontraban en un problema, del cual no parecía haber una salida mejor.

 

—Joder, es el maquillaje más tétrico que he visto—exclamó Bakugō, quien había entrado de improviso al camerino de Midoriya. El rubio —al igual que su pareja— sólo llevaba un par de pantalones puestos, teniendo su musculoso torso a la vista de todos. También debía destacarse la amarga expresión de pocos amigos que traía, la cual Izuku siempre encontraría adorable—. Me recuerdas a esas mujeres que salen en las noticias, las cuales son asesinadas por sus maridos... Ugh.

 

—¡Kacchan, no digas eso!—respondió Izuku, regañando a su pareja. Le miraba a través del espejo con el ceño fruncido, el cual no le quitaba un ápice de ternura a su rostro. Aún a sus veinticuatro años, Midoriya conservaba el rostro de un jovencito, característica que su novio adoraba. A veces pensaba que Katsuki tenía algún fetiche con las personas de rostro infantil, aunque tampoco era algo para meditar—. La directora puede escucharte, y no creo que le guste que trates así el personaje que debo representar.

 

—Me importa una mierda lo que piense la tomboy esa—Katsuki bajó la mirada, escupiendo cada una de las palabras con cierta ponzoña. En otro contexto, Midoriya ya le hubiese dado un buen coscorrón para que dejase de comportarse como un idiota—. ¡Es horrible lo que quiere! De verdad, ¿has hojeado el guión? Su escritura es pésima, e intenta meter una cantidad de dramatismo barato impresionante...

 

—Kacchan, amor—Midoriya levanta una mano, indicándole a la señora que dejase de maquillarle. Tras eso, baja de su butaca y se acerca a su pareja dando largas zancadas. Esmeralda y rubí chocan por unos segundos, antes de que la mirada roja descienda hasta quedar fijada en el suelo. Izuku siente cierta presión en su pecho, causada por la ansiedad de ver a su novio en ese estado—. Sabes que necesitamos el dinero, por más desagradable que sea esta película. La directora nos pagará bien, podremos olvidarnos de esto luego.

 

—Deku... No quiero hacer nada de lo que dice el guión—murmuró en respuesta, tensando sus músculos hasta que estos comenzaron a temblar. Midoriya torció su boca en una mueca de tristeza, mientras llevaba sus manos al rostro de Bakugō. Levantó como pudo la cara de su novio, buscando aquella mirada rojiza que tanto amaba—. ¡No puedo abusar de ti de esa forma! Me asquea todo lo que está escrito en esa mierda, me revuelve el estómago...

 

—Amor, ya pasará. Sé que nada de lo que harás será real, sino una simple actuación.

 

—¡Tengo que golpearte, Izuku! No puedo con esto...

 

—¡Claro que puedes!—Izuku apretó el rostro de Katsuki entre sus manos, dedicándole una mirada tranquilizadora. Tuvo que ponerse de puntillas para poder unir su frente con la ajena, dado que el rubio le sacaba unos buenos centímetros de altura. Alguna vez habían medido lo mismo, pero Bakugō terminó por desarrollarse más que él—. Sólo es actuación, no vas a hacerme daño real. Sólo serán algunas escenas violentas, y las demás serán tranquilas, ¿vale? No pasa nada.

 

—Deku.

 

Aquel apodo fue un mero susurro en los labios de Bakugō, mientras este cerraba los ojos y lanzaba un suspiro. Era obvio que el pobre hombre estaba incómodo, e Izuku no podía ignorarlo por más que lo desease: le dolía bastante ver a su pareja tan afligida, y más aún el hecho de que no podía hacer nada para mejorar la situación.

 

Estaban atados de pies y manos.

 

***       

 

—¡Corte, corte!

 

El set de filmación era un lugar bastante apretado y oscuro, siendo lo más colorido el escenario donde estaban los protagonistas de la película: Bakugō Katsuki y Midoriya Izuku. La pareja se encontraba semidesnuda en una cama de sábanas blancas, simulando una escena de sexo. Tal cosa no era del todo incómodo, dado que ambos estaban acostumbrados a ese tipo de situaciones fuera del escenario.

 

A fin de cuentas, eran novios hace ya varios años: era obvio que más de alguna vez habían tenido sexo, pero su interpretación no parecía gustarle a la directora.

 

—¿Qué mierda pasa ahora?—La voz de Bakugō fue la primera en alzarse, usando un tono agresivo a pesar de estar hablando con un superior. Midoriya pellizcó el brazo de su pareja por debajo de las blancas sábanas, intentando pedirle que controlase su temperamento, pero fue ignorado de manera olímpica por el rubio—. ¡Has detenido la escena al menos tres veces, joder!

 

—No es culpa mía que lo hagáis mal, chicos—La directora bajó de la butaca donde estaba sentada, caminando hacia sus actores. Su voz era bastante aguda, con cierto acento que Midoriya no lograba identificar del todo. ¿De dónde había salido aquella mujer, con su ropa de calidad burda y poco elegante? No tenía ni la más remota idea, pero sabía bien que a Bakugō la mera imagen de ella le irritaba—. Les he dicho ya tres veces que debéis ser violentos: Bakugō tiene que golpear a Midoriya, y este debe dejarse agredir con una expresión consternada.

 

—Hemos estado haciendo eso, representando la escena que buscas, joder.

 

—¡Le falta realismo! No golpeas a Midoriya de verdad, él no sufre bajo tu poder.

 

—¿De qué coño hablas? Es ridículo que busques algo así—Bakugō se quitó las sábanas de encima, levantándose de la cama para acercarse a la directora. Ambos quedaron frente a frente, tensando el ambiente al punto que podría haberse cortado con un cuchillo—. No está bien agredir a mi pareja de verdad, ¡esto es actuación, por un demonio!

 

—¡Pues yo necesito realismo para mi proyecto!

 

—Lo que tú propones es una relación de dependencia, donde yo abuso de Izuku y este se deja, ¿no?

 

—Sí, eso es.

 

—Pero luego planteas que, en realidad, mi personaje es heterosexual y no siente atracción alguna por Izuku—continuó Katsuki, con el ceño fruncido. El ruloso sintió que debía separar a su novio y a la mujer antes de que la situación escalara, pero no logró moverse de la cama. Bakugō tenía razón, por más que intentase ignorarlo—. ¡No tiene puto sentido! Sólo estás planteando dramatismo barato sin pies ni cabeza, con tal de lograr una obra de lo más... Pretenciosa.

 

—¿Y qué sabrás tu de escritura? Soy directora y guionista de esta obra: puedo hacer lo que se me de la gana, porque es de mi autoría.

 

—¡Por un demonio, yo soy un escritor de verdad, hija de-

 

—Katsuki, para.

 

Midoriya se había levantado de la cama, cogiendo con fuerza a su pareja del brazo. La situación estaba llegando a un límite peligroso, y el chico estaba seguro de que no faltaba mucho para que su pareja y la directora pasaran a los golpes. Por más que Bakugō tuviese razón, no era el momento indicado para ponerse chulo con la jefa.

 

—Deku, por favor.

 

—Volvamos a repetir la escena—dijo el aludido, forzando una sonrisa en los labios. Estaba incómodo, eso era innegable, pero el dinero era más importante en aquel momento—. ¡Nos saldrá bien, ya verás!

 

Katsuki dudó por unos segundos sobre si continuar con la discusión, terminando por soltar un bufido para volver a la cama. Midoriya sintió su estómago revolverse ante la expresión que su pareja traía en el rostro, pasando a ser una presión en el pecho cuando tuvieron que repetir la escena interrumpida.

 

Un golpe, un quejido, un gemido y otro golpe.

 

***       

 

—Nunca había visto en mi vida tanta toxicidad junta, ¡hasta machismo tiene esta mierda!

 

La pareja se hallaba de vuelta en su apartamento, esto tras realizar por milésima vez la condenada escena de la cama para que la directora estuviese satisfecha. Cabe mencionar que Bakugō fue quien sufrió más durante la realización de esto, dado que se vio obligado a golpear a su novio de manera realista mientras filmaban. La directora había obviado el hecho de que el maquillaje de Midoriya y algunos efectos de luz podían dar el efecto de que habían golpes reales, obligando al rubio a llevar violencia a cabo.

 

—No entiendo mucho de escritura, Kacchan—respondió Izuku, asomándose por el umbral del minúsculo baño. Katsuki se encontraba en su escritorio, con un cigarrillo entre los labios y una pluma roja entre los dedos. Tenía el guión delante suyo, en el cual había anotado ya varias correcciones y apuntes—. Sé que la obra es algo oscura, pero no termino de entender a lo que te refieres.

 

—No es tan complicado—exclamó el rubio, levantando la mirada. Una mueca de consternación apareció en el rostro de Katsuki al hacer contacto visual con su pareja, antes de bajar la mirada de golpe. Izuku se tocó la mejilla, bastante avergonzado por su estado. Los golpes que la directora había exigido dejaron marcas en su rostro: una gasa cubría su mejilla derecha, y una tirita descansaba en el puente de su nariz; hay un hematoma considerable a la altura de una de sus cejas, y un corte en su labio inferior. No era tan doloroso como aparentaba, la verdad—... Voy a matar a esa perra, lo juro.

 

—Yo creo que primero deberías explicarme a lo que te refieres, ¿sabes?

 

—Vale, ven aquí—Midoriya sonrió, dirigiéndose hacia su pareja dando largas zancadas. Su pijama de seda ondeaba ante la marcha, pegándose a su cuerpo torneado mientras se sentaba en las piernas de su amado novio—. Bien, ¿ves los círculos rojos? Esas son faltas ortográficas. Las partes subrayadas son ideas repetidas, e incoherencias gramaticales... Ya sabes, lo básico en escritura.

 

—Te faltó pasar una brocha con pintura roja, ah—se burló Izuku, antes de soltar una risita. Katsuki le secundó con una sonrisa, aunque no duró demasiado. Realmente estaba molesto—. Pero, ¿dónde está lo que mencionaste? De toxicidad y eso.

 

—Se supone que la historia va sobre una pareja tóxica, dentro de la cual tenemos un individuo maltratador, y otro dependiente—dice Bakugō, mientras va señalando ciertas partes del guión. Tiene que dirigirse al inicio del montón de hojas, por lo que Midoriya espera con paciencia a que encuentre lo que busca—. Aquí se explica de manera reiterativa que el dependiente tiene un complejo de muñeca rota, aunque no se profundiza más que eso. Es un personaje plano, puede predecirse su comportamiento.

 

—¿Qué hay del otro, el abusador?

 

—En un inicio, se da a entender que sólo usa al dependiente para obtener placer. Algo normal dentro de este tipo de tramas, es algo que ya se ha visto mil veces—responde, señalando otra parte del guión. Izuku asiente, esforzándose en entender a pesar de no saber mucho de escritura. El ballet era su área, no la narrativa—. El asunto, es que cuando el abusivo es abandonado, tiene un comportamiento incoherente: se da a entender que sí apreciaba al dependiente, por más que diga textualmente que no lo quería. Sería más correcto decir que es una obsesión que cariño, por lo que el puto escrito tiene poco sentido.

 

—Bien, ¿y cómo se romantiza?

 

—En ningún momento se habla de lo asquerosa que es la relación, centrándose más en victimizar a los miembros de la pareja—aclaró, encogiéndose de hombros. Izuku asiente, entrecerrando los ojos mientras lee los apuntes escritos en rojo—. Además, se deja caer que el abusivo sí amaba al dependiente, sólo que no expresaba bien del todo aquello. En vez de dar a entender que ambos están enfermos, romantiza la situación con dramatismi excesivo.

 

—Va, y el machismo... ¿Dónde?

 

—Eso es fácil: hay un párrafo completo hablando de cómo las chicas son débiles, chillonas y lloronas—Midoriya mira a su pareja con una ceja alzada, destacando sus ojos verdes bajo la sombra de las pestañas—. Le pregunté qué mierda pintaba aquello a la directora, y ella se justificó con que era el pensamiento de uno de sus personajes. "¡Yo no soy machista, él lo es!"

 

—¿No se supone que los personajes llevan la esencia del escritor?

 

—Exacto.

 

—Hasta alguien como yo, que no escribe, sabe eso.

 

El silencio hizo acto de presencia en el cuarto, mientras ambos hombres fijaban la mirada en las páginas llenas de tinta negra y roja. Los tonos anaranjados del atardecer se colaban por la ventana del cuarto, indicándoles que ya era hora de ir a dormir. Todavía les quedaban un par de escenas por grabar, y luego podrían ir en busca de un trabajo distinto.

 

Podrían olvidar aquel dolor de cabeza que era la obra.

 

***       

 

La golpiza había sido más dolorosa para el abusivo, quien tenía el rostro del dependiente bajo la pesada suela de su bota. Le gritaba a su presa a viva voz, presionando su cabeza contra el frío suelo. Un suave llanto pulula por el ambiente, acariciando los cuerpo de ambos chicos.

 

Los focos les calcinan la piel, mientras que las cámaras captan cada uno de los movimientos que realizan. Perlas de sudor que recorren cada curva del músculo, escondiéndose en la selva que son las cejas y perdiéndose en el valle de los labios.

 

Las acciones tienen un destino pautado, obedeciendo al maestro de ceremonia cuales insulsos títeres. El abusivo siente temblar su corazón, mientras que las lágrimas se acumulan en sus ojos irritados. Quiere mirar directo a la cámara, ¡oh, cuánto lo deseaba! Sabía bien que recibiría un par de gritos agudos en respuesta, que el tiempo se detendría de golpe antes de volver atrás, a un momento antes de tirar al abusado y golpearle.

 

El maquillaje de baja calidad se derrite ante la ansiedad, y el rostro bajo la bestia empieza a surgir.

 

—Yo... Yo no quiero seguir con esto, maldita sea—Bakugō levantó su pie, retirándolo del rostro de Izuku. Vio de soslayo el rostro de su pareja, quien le observaba estupefacto con aquellos hermosos ojos verdes. Había esperado demasiado para aquello—. Por más que sea una película independiente, no justifica que haga esto. ¡Es violencia gratuita, sin sentido alguno!

 

—Señor Bakugō, le pido que continúe con la escena—Por primera vez, la directora usó cierta dureza en su voz de niña. El rubio la observó mientras ella se levantaba de su butaca, moviéndose con menos elegancia que un ebrio. En otro contexto, hubiese hecho una mueca de desagrado dantesca, pero prefirió contenerse—. Estoy hasta las pelotas de que se niegue a continuar, ¡ya casi terminamos todas las escenas, no entiendo el porqué se niega!

 

—¡No voy a seguir con esto, joder!—El tono de Katsuki fue escalando en volumen, hasta convertirse en un rugido. La directora ni siquiera se inmutó frente a él, cosa que sólo logró avivar el incendio de su pecho. Cual animal salvaje siendo picado por un palo—. Esta mierda, lo que has escrito... Es una oda al mal gusto. ¡No tiene pies ni cabeza! Un absurdo texto que busca ser dramático, siendo las distintas partes incoherentes entre sí. Personajes planos, comportamientos inhumanos, violencia injustificada... ¡Estoy harto!

 

—¡No tienes derecho alguno a decirme tales cosas! Mis obras son demasiado complejas, por algo están dirigidas a un público maduro—gritó la directora, cayendo ante la provocación de Katsuki. Este tuvo la tentación de asestarle un buen golpe en la cara a la mujer, pero el frío tacto de una mano le distrajo: Midoriya se había puesto de pie, y estaba sujetándole del brazo izquierdo con bastante ímpetu—. ¡Cada película que saco se vuelve un éxito entre el público! La gente ama los productos que les entrego, tus palabras no son nada contra eso.

 

—¡La aprobación de un montón de imbéciles que no aprecian el arte no vale nada! La muchedumbre se contenta con lo primero que se cruza, no buscan entre la basura para encontrar algo que valga la pena.

 

—¡Ja, habló el más experimentado de todos!—Una sonrisa apareció en el rostro de la mujer, mientras señalaba con uno de sus pequeños dedos a Katsuki. El agarre de Midoriya se torna más firme sobre el brazo de Bakugō, al punto que este está seguro de que le quedará una marca por algunos días—. Tú sólo eres un escritor frustrado, que critica el trabajo ajeno al ver que este triunfa y no el suyo. ¡Eres patético, y tus escritos son-

 

Un sonido semejante a una explosión retumba contra las paredes, haciendo que la expresión de Bakugō pase de la ira a la sorpresa: su amado novio, el tierno Midoriya Izuku, ha salido de su papel pasivo para darle un puñetazo en la mandíbula a la directora. La mujer no pudo mantenerse de pie ante el impacto, cayendo de culo al suelo con la nariz expulsando un chorro de sangre.

 

Es alucinante.

 

—¡Cierra la boca! Mi novio tiene más talento en un dedo que tú durante tus años de carrera—gritó Izuku, perdiendo los estribos—. ¡Deja de creerte la gran cosa, cuando no lo eres! Yo no soy escritor, y he notado cada uno de los malditos errores en el guión. ¡Es nefasto, mera basura dramática pretenciosa!

 

Bakugō detuvo a Midoriya por el hombro, anticipando que este volvería a ponerse violento si le dejaba ser. Esmeralda y rubí se encontraron nuevamente, comunicándose en un idioma secreto que sólo ellos entendían. No quedaba más que hacer, todo estaba dicho ya.

 

Sólo salieron del estudio, dejando atrás el dinero y los actos violentos que les habían obligado a cometer.


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