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Excusas por BocaDeSerpiente

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Notas del fanfic:

Claves: Fluff/Scorbus, desde diferentes puntos de vista. Menciones al Drarry y parejas de la nueva generación.

Extensión: Cinco capítulos cortos.

"Scorpius y Albus pasan todo su tiempo juntos, porque..."

Lily Potter desliza la puerta del único compartimiento que encontró en el expreso Hogwarts, que no está repleto de estudiantes. Dentro, sólo encuentra un Albus y un Scorpius que comparten asiento, a pesar de que no tienen compañía, y discuten en voz baja, señalando un libro que cada uno sostiene con una mano, en el medio de ambos.

—¿Puedo? —Su vocecita atrae la atención de ambos, que levantan la cabeza de golpe y se separan unos centímetros; ella finge no darse cuenta. Albus luce perplejo, Scorpius muestra una tímida sonrisa y asiente.

—¿Cómo estás, Liliers? No te vi en La Madriguera por las vacaciones...

—Mi madrina Luna me llevó de viaje con ella y sus hijos —Contestó con un encogimiento de hombros, e hizo caso omiso de la mirada intensa que su hermano le dirigía, una muy similar a la que ponía cuando era más pequeño y ella disfrutaba de arrebatarle la escoba. Sólo que ya no había escoba -o juguete alguno, mejor dicho- y Lily no entendía a qué atribuir el comportamiento de este.

—Debió ser increíble.

Lily y Scorpius, más la primera que el segundo, hablaron sobre las maravillas de Egipto el resto del viaje. Albus no se apartó de su compañero.

Al bajar del expreso, la joven Potter-Weasley notó que su hermano sujetaba a Malfoy del brazo y lo arrastraba hacia algún carruaje lejos de ella. Apenas atinó a despedirse agitando la mano.

Lily se subió a su carruaje con la sensación de que se perdía de un detalle importante.


Le llevó cuatro días exactos darse cuenta de qué era.

Comenzó el primer lunes del curso. Lily se había acercado a su prima Rose para una charla tranquila, amistosa, y tal vez, presumirle un poco sobre el viaje a Egipto, a sabiendas de que la otra daría lo que fuera por un poco del conocimiento ancestral que adjudicaban a la civilización. Pasaron por la biblioteca, como era inevitable cuando alguien estaba cerca de lo que los Weasley llamaban "miniHermione".

Y los vio.

Scorpius Malfoy estaba recostado en un sillón ancho, que nada tenía que envidiarle a las sillas estrechas del resto del lugar, y se cubría parte de la cara con un libro abierto; por las sacudidas leves de sus hombros y los ojos entrecerrados, era más que claro que se reía en silencio. Junto a él, un Albus Potter con el rostro enrojecido, agitaba la varita en una complicada floritura, pero sus ojos no estaban en una de las sillas, como ella supuso que deberían, sino que se desviaban hacia el otro. Tras un momento, Albus mostró una sonrisita y se encogió de hombros por algo que Malfoy le dijo.

—Alguien debería decirles que no pueden hacer eso...—Escuchó a Rose quejarse y volvió el rostro hacia ella. En su breve despiste, su prima había recogido una considerable cantidad de libros, y hacía un esfuerzo por mantenerlos cerca entre sus brazos y hechizos de levitación no verbales.

—¿Bromear en la biblioteca? —Se burló, aunque la sonrisa que tenía desapareció al verla negar con el ceño fruncido.

—Albus transfiguró una silla para él, ¿no lo ves? Ese movimiento, es un idiota, ni siquiera le ha ido bien este año en Transfiguración y se pone a hacer esas cosas. Podría haber salido mal, podría haberse lastimado o a Malfoy, pero no, es que mamá tiene razón cuando dice que los Potter...

Rose continuó hablando en el camino de vuelta a los pasillos. Lily miró por encima del hombro desde la puerta, a tiempo para descubrir que Albus se resignaba y se sentaba en el posabrazos del sillón transfigurado, y Scorpius sonreía y empezaba a leer en voz baja.

Ella pensó que su hermano era un tonto por no transfigurar su propia silla primero. Es lo que Lily, y cualquier mago inteligente, si le preguntaban, habría hecho.


El martes, durante la cena en el Gran Comedor, una Lily frustrada porque no podía escuchar más que el alboroto de James al otro lado de la mesa de Gryffindor, le lanzó una patada por debajo de la mesa a su hermano mayor. Este calló su risa con un gimoteo y la miró, como si le fuese a lanzar una maldición ahí mismo; ella elevó el mentón y lo retó, pero nada pasó. Antes de que cualquiera de los leones Potter pudiesen tomar una decisión, un estruendo les llamó la atención.

Las cabezas del cuerpo estudiantil de Hogwarts se giraron hacia la mesa Slytherin, donde las serpientes, para sorpresa de todos, vitoreaban, silbaban y reían a carcajadas, carcajadas reales, no como las que utilizaban cuando querían implementar sus palabras agudas y aires de suficiencia. Lily recordó que Albus pertenecía a esa Casa y lo buscó con la mirada; no necesitó más para saber qué les causaba tanta gracia a los demás.

En el centro de la mesa del verde y plateado, Albus Potter se pasaba una mano por un cabello rubio platinado que desentonaba por completo en su persona, a la vez que un Scorpius de cabello negro se reía y sonrojaba a partes iguales, por una gran cantidad de cumplidos del resto. Ambos tomaron asiento, uno al lado del otro.

—¿Qué pasó, qué pasó? —Se escuchaba de boca de las serpientes. El Gran Comedor parecía haber caído en un repentino e inexplicable silencio, Lily no sabría de otro modo para que oyese la respuesta de su hermano a la perfección.

—Estábamos en el baño...

—¿Juntos? —Una vocecita femenina interrumpió, seguida de un coro de risitas. Albus asintió, ajeno a las expresiones de las muchachas.

—Sí, sí, entonces...

—¿Por qué estaban juntos en el baño, compañero? —Preguntó un Slytherin que Lily nunca había visto, así que no tenía idea de quién sería, pero por la forma en que habló y la mirada fulminante de Albus, él sí lo conocía bien.

—No seas idiota, Zabini, sabes por qué.

—No, no, cuéntanos, estamos genuinamente interesados.

Un murmullo de acuerdo se extendió por la mesa. Albus se cruzó de brazos, y aunque lucía a punto de abalanzarse sobre el primero que viese, suspiró.

—Pues que, es que, bueno, Scorpius tarda mucho bañándose —Soltó, como si aquello fuese una explicación suficiente, cosa que no era para nadie y debió quedarle claro cuando hubo una pausa expectante. Potter se pasó una mano, de nuevo, por el cabello rubio que no le pertenecía—, y yo, pues, entro el baño con él. Digo, es después, yo entro mientras se baña, sí. Me siento en un banquillo y le hablo a través de la cortina, sí, ehm, es una vieja costumbre.

—¿Qué tan vieja? —Escuchó preguntar a otra chica. Albus frunció más el ceño.

—No sé. Scorpius, ¿hace cuánto que hago eso?

—Ah, eh, desde...¿desde segundo año, tal vez? —El mencionado se encogió al sentir las miradas de sus compañeros, la completa atención, encima de su persona. Un rubor le cubría las mejillas, al tiempo que jugueteaba con un mechón oscuro de su cabeza—. Albus estaba harto de tener que esperar que saliese para contarme las cosas. Lo hacemos al revés cuando él tarda, pero casi nunca lo hace.

Los susurros corrieron entre los estudiantes. Dada la reacción de Scorpius ante los demás, a Lily no le sorprendió que Albus casi lo escondiese detrás de él, y contase el resto de la historia por sí mismo. Habló de un acondicionador nuevo, que Malfoy pidió de una tienda en Hogsmeade, y debía mantenerle el cabello lustroso, pero en vez de eso, cuando lo salpicó, se lo puso así.

Las risas estallaron otra vez en la mesa de las serpientes y Lily sonrió, al menos hasta que vio a su hermano James encogerse en su asiento, con el rostro pálido y los ojos muy abiertos, mientras le decía algo a sus mejores amigos en voz baja. Le hizo pensar en la manera en que el tío Ron decía que actuaba el trío dorado antes de meterse en problemas, así que Lily se cruzó de brazos y sacó la vena Weasley, entrecerrando los ojos tal como su madre lo hacía al reprender a los Potter más jóvenes.

—James Sirius Potter Weasley —Siseó; ella no podía saberlo, pero sonó idéntico al tono recriminatorio de Ginny, lo que explicaba que James la mirase como si fuese un Dementor a punto de sacarle el alma por la boca—, ¿qué hiciste ahora?
James gimoteó y le mostró una mueca de desagrado. Luego miró, por encima del hombro, a la mesa de las serpientes, y volvió la cabeza hacia ella.

—¿Los escuchaste? —Lily asintió. James se inclinó hacia adelante, los brazos doblados sobre la mesa, donde no tocaban la comida, y la expresión tan solemne que el ambiente se tensó—. Ese acondicionador, el que le dieron a Malfoy...puede que esté defectuoso y puede que yo sepa por qué.

Lily entrecerró más los ojos, hasta que sólo fueron dos rendijas en su cara. James se removió en el asiento.

—No se supone que los afectase a los dos, sólo al que se baña con el, Lily.

Ella rodó los ojos y se alejó. Dio un breve vistazo a la mesa Slytherin, donde Albus, con un brazo sobre los hombros de Scorpius, hacía una broma sobre el hecho de ser rubio y tener la piel morena, que le sacaba más risas a los demás.

—Seguro que leíste mal, bobo. Los afectó porque Albus se mete al baño con él, ya lo oímos todos.

James la miró como si no pudiese creer lo que decía. Se giró para ver hacia su hermano y el mejor amigo de este, sacudió la cabeza, y se sumió en otra plática aparentemente secreta con sus compañeros.

Lily, entonces, pensó que tanto James como Albus eran tontos. No le alegraba, aunque siempre era bueno tener algo para burlarse de ambos, y si ella resultaba la inteligente de la familia, no se quejaría.


El suceso del miércoles fue como recibir un golpe en la cabeza. Lily sabía que le iba a ir mal en Pociones ese año, pero no pensaba resignarse tan pronto, no, ella era una Potter, y peor aún, una Weasley, y si su tío Ron salió de Hogwarts con la ayuda de Hermione, pues-

Ella también podría obtener algo de apoyo.

Suponiendo que Albus y Scorpius se pusieran de acuerdo acerca de cuándo podía recibir lecciones de Malfoy.

—...vamos a ir a Hogsmeade, ¿lo olvidaste? —Le recriminó Albus. El otro negó.

—Y te prometí que el lunes te ayudaría con Transfiguración; lo hiciste muy bien la última vez —Ambos Slytherin intercambiaron una sonrisa cómplice, luego Scorpius se encogió de hombros—. ¿El martes, quizás?

—Vamos a ir con Zabini al Bosque Prohibido.

—Sí, cierto, ¿miércoles?

—Prometiste que volaríamos juntos y pasaríamos por el lago después —La respuesta recibió un asentimiento nervioso de Scorpius.

—El jueves haremos tarea, ¿y el viernes?

—Tengo que escribir cartas a mamá, alguien tiene que contarle lo del acondicionador y para qué gasta James su mesada.

—¡Ahí está! —Chilló Lily, que no podía creer que su hermano y el mejor amigo de este tuviesen una semana de planificación juntos por delante. Le habría parecido extraño, si no estuviese tan desesperada por encontrar una hora del día en que Scorpius no estuviese pegado a Albus, ¿o sería al revés?—. Albus escribe sus cartas y Scorpius me da clases.

—No —Soltó Potter. Malfoy negó al mismo tiempo y se miraron un momento, antes de volverse hacia ella—. Déjalo al sábado por la mañana. Me levantaré temprano, nos vemos en las mazmorras, y después Scorp y yo podemos ir al jardín, como también me prometió.

Lily parpadeó a la nada, sin saber qué contestar por unos segundos. Abrió y cerró la boca, y después, resignada, se frotó los párpados. ¿Ese era el resultado de una tarde de miradas furiosas de su hermano, por la petición a Scorpius?

—¿Por qué no puede enseñarme mientras escribes las cartas?

—Porque estará conmigo —Albus se cruzó de brazos y rodó los ojos, mirándola como si fuese un hecho obvio que ella tendría que haber descubierto por sí misma.

—No lo necesitas para hablar con mamá...

—Albus y yo escribimos las cartas juntos —Intervino Scorpius, en ese tono gentil y suave que tenía, que hacía imposible pasar más tiempo enojada—, aunque hoy no tengo respuesta a mi padre. Albus se acuesta en mi cama, me las lee, y escribe, y a veces le tengo que corregir una palabra al muy tonto. Es una costumbre.

—Desde tercer año —Añadió el que seguía cruzado de brazos. Lily resopló.

—¿Entonces tengo que esperar a que los dos se desocupen, para conseguir lecciones de Scorpius?

—Sí —La respuesta fue simultánea por parte de ambos. Uno lo miraba con gesto de disculpa, su hermano lucía preparado para debatir sobre el asunto con esa lengua de afilada que tenía.

Ella se rindió. Quería su buena nota para presumir en casa.


Ocurrió, pues, el jueves en la tarde.

Lily estaba dando un buen uso a las horas libres de las que gozaban a principio de curso: estaba en junto al lago, con la cabeza apoyada en el hombro de Lysander Scamander, que parecía tan ajeno al mundo, mirando los alrededores con una sonrisita, que ella habría dudado si notaría su presencia, sino fuese porque le sujetaba una mano y trazaba círculos con el pulgar en su dorso. Lily Potter sentía que se iba a derretir en cualquier instante.

Estaba considerando si aquello sería otro de esos sueños alocados y dulces, en los que Lysander la besaba, que tenía desde que descubrió sus sentimientos durante el tercer año de Hogwarts, cuando escuchó una voz familiar y una risa que lo era todavía más.

—¡Albus, no! —Gimoteaba Scorpius, mientras el idiota (en la humilde opinión de Lily) que tenía por mejor amigo se burlaba. Estaban correteándose en los bordes del lago negro, Albus detrás del otro, mientras que le salpicaba en el de, ya de por sí, húmedo cabello, y él sólo podía cubrirse con los brazos y reírse.

Lily percibió el movimiento leve de Lysander junto a ella y lo miró de reojo. El muchacho tenía esa expresión pensativa, que solía poner cuando admiraba un cuadro o leía un buen libro, al igual que su madrina Luna.

—¿Te has dado cuenta de que esos dos...siempre están juntos?

Y no fue hasta que Lysander, el dulce, el despistado, el tierno Lysander, que uno asumía que no se percataba de nada, lo dijo, que Lily sintió los últimos días como una revelación, que sólo un idiota ignoraría. Asintió despacio y los dos observaron al par de amigos más curioso del Colegio, que se acercaban a medida que bromeaban, ahora con Scorpius devolviéndole gotitas de agua sin cuidado.

Se reían y hablaban de algo que nadie más que ellos debían entender, pero que probablemente les agradaba, por las expresiones que tenían. Estaban tan abstraídos en la burbuja que era su mundo, que Lily no se sorprendió de que Scorpius tropezase con una raíz y se fuese hacia atrás, llevándose a Albus consigo, después de sujetarlo de la túnica en un movimiento desesperado. Las carcajadas se hicieron más fuertes en el momento en que, tirados en el suelo húmedo, comenzaron a retorcerse para separarse en vano.

Lily pensó que Albus nunca reía así en casa. Y eso era-

Era curioso, sí.

La pequeña Potter se aclaró la garganta de forma ruidosa y los forcejeos torpes del par se frenaron en seco. Albus levantó la cabeza, una mirada asesina dispuesta en los ojos verdes, y Scorpius presionó el cabello en la tierra, sin preocuparse por ensuciarlo, cuando quiso ver más allá del cuerpo que lo cubría.

—Ah, sólo eres tú —Albus bufó. De vuelta a la actitud estoica que, ella pensaba, era la razón de que hubiese sido sorteado entre las serpientes, su hermano se sentó y ayudó a Scorpius a hacer lo mismo; el segundo tenía un ligero rubor, apenas perceptible bajo la capa superficial de lodo que los cubría a los dos.

Lysander, como de costumbre, encontró oportuno un momento que otros no lo habrían hecho. Ella no podía adorarlo más, pero estuvo a punto de taparle la boca con una mano, para silenciarlo, porque si lo que creía saber era cierto, prefería no saberlo de inmediato.

—¿Por qué pasan todo su tiempo juntos?

Los hermanos Potter se quedaron callados y sin aliento. Scorpius ladeó la cabeza hacia un lado, haciendo una seña que los abarcaba a él y a Albus, de forma alternativa. Lysander asintió.

—Somos mejores amigos —Albus volvió a estar cruzado de brazos, y Lily se cuestionó si sería algún tipo de postura defensiva, que adoptaba cuando estaba con cualquiera distinto a Scorpius— y estamos en la misma Casa, por si no recuerdas.

—Yo no paso tanto tiempo con Lorcan, y somos gemelos.

—Eso es porque lo pasas con mi hermanita, idiota.

Lily abrió la boca, lista para replicar y lanzar maldiciones si lo necesitaba, porque nadie, absolutamente nadie, hablaría así a Lysander si ella estaba presente. No pudo hacerlo.

La risa angelical de Scorpius capturó la atención de los tres. Se había cruzado de piernas en el piso, en posición de indio, y les sonreía con tanta timidez, que sintió el impulso de sujetarle las mejillas y estrujarlas, y comenzó a entender por qué la abuela Molly lo hacía con frecuencia.

—Al, no seas malo —Intervino, y ahí estaba de nuevo, ese tono de voz que calló las protestas de Lily antes de que pudiesen al menos comenzar—. Pasamos todo nuestro tiempo juntos por lo de nuestros primeros años.

—¿Cómo es eso? —Lysander frunció el entrecejo en su peculiar expresión de concentración e interés y Lily suspiró; estaba claro que no volvería a fijarse en ella, hasta después de saciar la curiosidad que sentía. Y bueno, si ella también estaba curiosa, nadie podía culparla. Eran efectos colaterales de querer salir con Lysander, sí.

—Por cómo nos trataban los otros compañeros —Scorpius se encogió y jugueteó con sus dedos, y por la manera en que Albus miraba a Lysander, ella pensó que era un tema que intentaban no tocar y saltaría sobre él en cualquier momento—, me, no, nos odiaban, bueno, odiar es un poco fuerte, es como...como que no nos querían. Éramos sólo nosotros, y ahora sí, nos hablan y eso, pero seguimos siendo sólo nosotros.

Scorpius apretó los labios y fijó la mirada en el suelo. Vio que su hermano le susurraba algo y lo hacía levantarse, no sin antes dedicarles una fría advertencia con la mano que tenía dentro de la túnica, sosteniendo una varita, estaba segura. Malfoy se despidió cabizbajo y se alejaron juntos.

Fue la primera vez que Lily Potter lamentó haberse entrometido en un asunto de alguien más.

"...sólo son ellos dos"


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