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De conejos y... ¿casualidades? por Big Rabbit

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Todo estaba en calma... Hasta que alguien se aburrió. 
-Suzuki... Estoy aburrido... 
-¿Por qué te gusta sembrar el caos? 
-Y a ti también. Anda, vamos a ver a alguien...

***

Era de noche. La jornada laboral de muchos de los trabajadores de la editorial Marukawa ya había terminado hacía horas, pero aún quedaban varios rezagados... O no.

Pero vamos a centrarnos en uno de ellos. Tercer piso, sección de ventas. Aún quedaba una luz encendida. Yokozawa Takafumi, alias el oso gruñón de Marukawa, siempre había sido de los que se quedaban hasta tarde, y le había servido de mucho, puesto que a la edad de 28 años ya era jefe de ventas, cargo que se consigue generalmente a partir de los 35... Aunque en los últimos tiempos, nuestro osito se quedaba hasta tarde por un doble motivo.

La vida personal de Yokozawa nunca fue para tirar cohetes. Estuvo enamorado durante mucho tiempo de Takano, una larga historia que no terminó bien para el mayor, pero por fin la había superado. Y en ello tuvo mucho que ver Kirishima Zen, un atractivo viudo, padre de una niña encantadora y jefe de la sección de manga shonen de Marukawa, Japun. 

Yokozawa y Kirishima mantenían una relación sentimental desde hacía algún tiempo, hasta el punto en que el menor prácticamente se había mudado al piso del editor jefe, se llevaba a las mil maravillas con Hiyori, su hija, y había dejado a su viejo gato Sorata a cargo de la niña.

Como todo no puede ser color de rosa, algo preocupaba a Yokozawa respecto a esa bonita relación, y era cómo se la tomaría Hiyori. Kirishima Zen había hecho un gran trabajo educando a su hija sin prejuicios, y él se lo hubiera explicado desde un principio, pero Yokozawa necesitaba tiempo. Se había encariñado realmente con aquella niña y se sabía profundamente enamorado de Zen... Pero, bajo esa fachada de oso gruñón y agresivo había un pequeño osito que tenía miedo de volver a salir herido.

Y todas esas circunstancias habían hecho que los encuentros íntimos de la pareja se redujeran a aquellos momentos en la editorial, a altas horas de la noche, cuando nadie podría encontrarlos...

O sí. Porque había dos inofensivos peluches que observaban la escena muy atentos.

Yokozawa estaba sentado en su escritorio, fingiendo trabajar. Alguien se acercaba a él... Un hombre alto, atractivo, con una mata de cabello anaranjado y ondulado, y aspecto encantador a la vez que agotado... Kirishima Zen.

-Osito... Osito... 
-¡Que te den! ¡¿Cuántas veces te he dicho que no me llames así?! 
-Las mismas que yo lo he ignorado. ¿Qué tal tu día? -Kirishima mostraba una sonrisa irresistible, capaz de derretir al pobre oso. -¿Llevas mucho tiempo esperando? 
-Poco... Poco tiempo. Henmi tuvo que quedarse y... -Kirishima no esperó a que el otro terminara de hablar y atrapó sus labios en un beso apasionado, llevaba todo el día conteniéndose y no pensaba esperar ni un segundo más.

Yokozawa aceptó gustoso, intentó tomar el control del beso, sabía que a su pareja le divertían esos intentos, y cuando tuvieron que parar para tomar aire, el mayor despejó la mesa de trabajo del de ventas y lo tumbó allí encima...

-Wooow. Qué ardientes... 
-Tú calla, que tienes a Usagi haciendo esto mismo todo el día. 
-Mejor eso que ver como el querido secretario se prepara para meterse a monje. - Los peluches se habían enzarzado en una de sus batallas características, hasta que Twinkle mandó callar a Suzuki. Podrían oírlos y, aunque no vieran a nadie, dejar de hacer lo que estaban haciendo.

Mientras tanto, los amantes seguían a lo suyo. Kirishima había desabrochado la camisa de Yokozawa y le estaba bajando el pantalón, tenían que ser rápidos...

Los peluches no perdían detalle. 
-Oye Suzuki... ¿Crees que a estos dos les va el voyeurismo? 
-¿Es que te crees que son todos como Kisa? 
-Kisa, Kisa. ¡Pero si Kisa es amor! Y tiene la fama... Pero hay otros peores. O si no, fíjate en eso.

Kirishima estaba atacando doblemente a Yokozawa en aquel momento. Con una mano sujetaba su miembro, erecto y húmedo, mientras con la otra empezaba a estimular su ano.

-¿Qué tal...? ¿Te gusta? 
-Sí... Pero quiero... Más... -El tono de voz de Yokozawa fue bajando progresivamente. 
-¿Cómo dices? -Yokozawa odiaba hablar durante el sexo, en cambio a Kirishima le gustaba mucho escuchar su voz y sus gemidos eran música para él. Además de que le encantaba molestarlo. 
-Que... ¡QUE ME LA METAS YA, JODER!

-Vaya con el oso gruñón. 
-De acuerdo contigo... -Twinkle y Suzuki estaban alucinando. 
-A ver cuándo vemos al bobo de Misaki en ese plan. 
-¿Y a Onodera? ¿Te imaginas? Esto no es amor... ¡Pero fóllame! 
-Calla calla... Que van a ello.

Kirishima metió su pene dentro de Yokozawa, caliente, húmedo, estrecho y muy dispuesto, y empezaron a hacer el amor. Tenía que ser rápido, pero no por ello iban a dejar de pasarlo bien. Un aullido de Yokozawa hizo saber a todos los presentes que Kirishima había encontrado su punto dulce... A partir de ahí, el orgasmo fue cuestión de (poco) tiempo.

Twinkle y Suzuki, por respeto a los amantes, se callaron la boca mientras estos recuperaban el ritmo normal de sus respiraciones y se vestían.

-Me duele el cuerpo... 
-¿Cuándo se lo vamos a decir? 
-Te pedí tiempo... 
-Ya te he dado demasiado tiempo. Sabes que te quiero, y que crié a Hiyori sin prejuicios de ninguna clase. ¿Qué hay de malo en contárselo? Además, se va haciendo mayor y creo que ya intuye algo... 
-¡Qué dices! ¿Cómo va a pensar...? 
-Pues muy fácil, el cuento de soy un buen amigo de papá se lo cree cada vez menos. Osito... Piénsalo. 
-De acuerdo. -Los amantes se marcharon, dejando a dos peluches medio ocultos.

-¿Estás pensando lo mismo que yo? 
-No irás a... 
-Un poco de ayuda no viene mal... Recuerda que soy el conejo de la suerte. 

***

Unos días después, Yokozawa se hallaba en el piso de Kirishima Zen y Hiyori, con la única compañía del viejo Sorata. La niña estaba en una excursión escolar y el papá había ido junto con Misaki a consolar (apretarle las tuercas) a Ijuuin Kyo, el famoso mangaka conocido por su obra cumbre The Kan y por su tendencia a la depresión.

Zen volvería en unas horas, y Hiyo pasaría la noche fuera, así que Yokozawa, como buena mamá oso, decidió hacer una limpieza general del piso, empezando por la habitación de Hiyo. A ella le gustaría tener su cuarto limpio y ordenado, sin tener que hacerlo ella.

Estaba en ello, bajo la atenta mirada de Sorata. Había quitado el polvo y se disponía a limpiar debajo de la cama, cuando vio una cajita sospechosa que nunca había estado ahí antes... Al menos, que él recordara.

Abrió la cajita y...

-Pero... Pero ¡¿QUÉ DIABLOS ES ESTO?!

 

 

CONTINUARÁ...


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