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Luz de Felicidad por AniBecker

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Eran las doce de la noche, salía demasiado tarde de su turno en la estación. Hubo una salida de emergencia de un incendio en un edificio justo cuándo le quedaba poco para hacer el relevo, por lo que tuvo que salir a esa emergencia.

Por suerte no hubo heridos, y el incendio lo pudieron sofocar sin problema alguno. Se sentía cansado, deseaba llegar a casa y descansar. Por suerte, su pareja ya debería estar en casa desde hacía unas horas, y seguro que, aunque con algo de dificultad, habría preparado la cena.

Se despidió de sus compañeros, y salió hacia la calle, abrigándose con fuerza, esa noche parecía que iba a llover, y también iba a ser muy fría. Revisó su móvil, que vibró, viendo que se trataba de su pareja, diciéndole que tuviera cuidado al regresar a casa.

Sonrió como idiota, y guardó el teléfono. Se dispuso a caminar, cuándo un pequeño ruido llegó a sus oídos. Extrañado, empezó a mirar por todas partes, hasta encontrarse cerca de a puerta de la estación un pequeño capacho.

Esperó que no fuera lo que estaba pensando, y rápidamente se acercó, corroborando lo que tanto temía que fuera; un pequeño bebé abandonado, en mitad de una fría y lluviosa noche de invierno. ¿Quién podría tener tan poco corazón para abandonar a una criatura?

Cargó al pequeño, que apenas tenía una cosa pelusilla negra en su cabecita. Al menos estaba abrigado, y por suerte, llevara poco tiempo a la intemperie, para que el chiquillo, no enfermara. Empezó a hacer ruiditos, y a moverse incómodo, hasta que terminó por lloriquear.

¾Ya, ya está, no te preocupes, estoy aquí ¾empezó a decirle suavemente¾, ¿quién pudo abandonarte a tu suerte? Qué poco corazón… No te preocupes, no pienso dejarte aquí pasando frío.

Lo volvió a colocar dentro del capacho arropándolo, y se levantó decidido a llevárselo a su casa. Su pareja se sorprendería en cuánto lo viera aparecer con ese niño, pero no podía hacer cómo si no lo hubiese visto y dejarlo ahí.

Fue hasta su auto, y soltó el capacho en los asientos traseros, asegurándolo bien con el cinturón de seguridad. Quince minutos después, se bajaba en el garaje de su casa. Con algo de nerviosismo, giró la llave en la cerradura, y se adentró en su hogar.

¾Daiki, estoy en casa ¾dijo al percatarse que las luces de la sala se encontraban encendidas. Al poco, el peli azul aparecía en el pasillo¾. ¿Qué haces despierto a esta hora? Es muy tarde, y me imagino que mañana tienes que levantarte temprano para ir a la estación de policía.

¾Hasta que al fin llegas, te retrasaste bastante. Quise esperarte para cenar, no te preocupes, mañana tengo el día libre ¾no se percató del capacho que había en la entrada hasta que oyó unos ruiditos procedentes de él. Sus zafiros se quedaron mirando el contenido de este¾. ¿Qué… se supone que es esto?

¾Un bebé ¾respondió con tranquilidad y naturalidad, mientras se levantaba después de haberse descalzado. Le dio un beso a su pareja que no le correspondió, por encontrarse sorprendido.

¾¿Cómo qué un bebé? ¿De dónde lo sacaste? ¾se llevó ambas manos a su cabeza, con preocupación¾. ¡No me digas que lo has robado!

¾Imbécil, ¿cómo voy a robar un bebé? Me lo encontré en la calle.

¾Taiga, no es un animalito abandonado para encontrártelo en la calle así cómo así, ¡es un bebé! ¾gritó, exasperado.

¾Ya lo sé, pero es cierto, me lo encontré ¾tomó al niño y se adentró en la sala¾. Y no grites, lo asustarás.

¾Vale, Taiga, dime la verdad con respecto a ese bebé ¾insistió el moreno, siguiéndolo.

¾Ya te he dicho que me lo he encontrado cerca de la estación de bomberos, justo cuando salía de mi turno ¾fue a la cocina, buscando por los armarios algo¾. Daiki, ¿no tenemos un biberón?

¾¿De dónde quieres que tengamos un biberón, si aquí en la vida ha entrado un niño?

¾Pero tiene hambre, y frío, ¿por qué no vas a la tienda 24 horas para comprar leche para el niño y un biberón?

¾¿Qué vaya a dónde para qué a estas horas? ¡Estás loco, Taiga!

¾¿Y entonces qué comerá el niño? Está bien ¾suspiró, al ver cómo el ex de Too no tenía ninguna intención de salir a la calle¾, toma al bebé, voy yo entonces.

¾Espera, ¿qué? ¿Pretendes que yo lo coja? ¿Y si se me cae? ¾puso cara de espanto.

¾Siéntate en el sofá, y lo coges así ¾lo colocó en sus brazos mientras le indicaba¾, no te preocupes, tardaré poco ¾y dicho esto, salió de su casa con rapidez.

¾Eh, Taiga, ¡espera! ¾le gritó, pero el pelirrojo ya no estaba. Bajó su mirada hacia el pequeño, que lo miraba mientras movía con gracia sus manitas¾. ¿Y ahora qué hacemos contigo?

En poco tiempo, Kagami regresó, con varias bolsas llenas de cosas para bebés. Aomine fue hasta su pareja, sorprendiéndose de la cantidad de cosas que traía.

¾¿Qué es todo esto, Taiga?

¾¿Dónde está el bebé? ¾preguntó al no verlo con él en los brazos¾. ¿Dónde está?

¾Tranquilízate, está en su capacho durmiendo. Pero ahora explícame todo esto.

¾Sólo son cosas necesarias para el niño. Pañales, biberones, leche de fórmula, toallitas húmedas, sonajeros, chupetes, algo de ropita, sólo lleva esta puesta…

¾Párate un momento ¾lo interrumpió Daiki¾, ¿sabes cuánto habrá costado todo esto?

¾Claro que lo sé, lo he pagado yo ¾frunció el ceño.

¾Eso ya lo sé, me refiero a que has gastado mucho para un bebé que ni es nuestro.

¾Pero podemos quedárnoslo ¾dijo cómo si nada, mientras preparaba un biberón.

¾¿Quedárnoslo? Taiga, eso es imposible, este niño tendrá una familia.

¾Si tuviera una familia, no estaría en la calle abandonado.

¾Pero, aunque su madre lo abandonó, me imagino que tendrá más familia que se puedan hacer cargo de él. No podemos quedarnos al niño sólo porque te lo hayas encontrado, no se trata de un animalito, sino de un niño, del que, para poder quedártelo en un hipotético caso, debe haber un procedimiento legal, ¿entiendes?

¾Eso ya lo sé, pero podemos adoptarlo.

¾Taiga, si aquí no está permitido ni que nos casemos, mucho menos poder adoptar niños ¾respondió, con voz decaída.

¾Ya lo sé, pero… si me lo he encontrado, por algo será ¾terminó de prepararle la comida, y el peli azul le colocó en sus brazos al pequeño, que se estaba impacientando por comer¾. Pobrecito, qué hambre tenía, míralo ¾Daiki sonrió con ternura.

¾Deberíamos llevarlo al hospital, por si se encontrara enfermo. Esta noche se puede quedar, porque ya no vamos a llevarlo a ningún sitio, pero mañana, escúchame, Taiga, lo tenemos que llevar al hospital, y dar parte a la policía.

¾Tú eres policía.

¾Peor aún, que se enteren de que un policía no ha seguido con el protocolo y se ha quedado así porque así a un bebé que su pareja se ha encontrado en la calle ¾intentó hacerle entrar en razón.

¾Está bien… ¾susurró, pero el moreno sabía que no estaba conforme.

Después de darle el biberón, Kagami le dio un baño calentito, para que entrara en calor, lo cambió y le puso un pijama que le había comprado. En seguida, cómodo en ese capacho, se quedó completamente durmiendo.

El de orbes rubíes no paraba de mirarlo desde su lado de la cama, con una sonrisa boba en la boca. Se cercioraba cada dos por tres, si respiraba, o si se encontraba dormido o despierto. Aomine sabía que se estaba encariñando con el niño, y eso no era para nada bueno…

¾Taiga, hazte a la idea de que mañana el niño se va de aquí, lo entiendes, ¿verdad?

¾Ya te he dicho que sí ¾respondió, con sequedad.

¾Sólo lo digo porque veo que te estás encariñando con el niño, y mañana cuando lo entreguemos, será peor aún ¾el pelirrojo no respondió, sólo terminó de revisar su móvil y se giró en la cama, tapándose completamente con las sábanas.

..

A la mañana siguiente, el timbre no paró de sonar de forma insistente. Daiki, molesto porque lo habían despertado en su día libre, fue a ver de quién se trataba. Cuál fue su sorpresa de encontrarse una marea de cabelleras de colores en la puerta de su casa.

¾¿Se puede saber qué hacéis aquí, y tan temprano? ¾protestó, pero sus amigos entraron en la estancia sin permiso alguno.

¾Kagami-kun nos mandó un mensaje anoche, diciéndonos que era urgente de que hoy viniéramos ¾habló Kuroko, encogiéndose de hombros.

¾¿Por qué la urgencia? Espero que de verdad sea algo importante ¾dijo Akashi, cruzándose de brazos.

¾¿Qué Taiga qué?

¾¿No me digas que ni sabes por qué nos hicisteis venir hasta aquí? ¾protestó Midorima, ajustándose sus gafas¾. A algunos nos estáis haciendo perder nuestro tiempo.

¾Es que yo no… ¡Taiga, a qué viene esto! ¾gritó yendo hasta la habitación, dejando a sus amigos en completa confusión. El ex de Seirin apareció en la sala con el bebé entre sus brazos, sorprendiendo a los demás.

¾Gracias por venir.

¾¡Un bebé! ¾chillaron Kise y Takao emocionados de ver al pequeño ser que, con los ruidos, fue despertado.

¾¿De dónde salió ese bebé, Kagamin? ¡Es una auténtica monada!

¾Me lo encontré anoche, estaba abandonado ¾las caras de sus amigos mostraban sorpresa, pero a la vez, pensando que eso era imposible.

¾¿Abandonado? ¿Cómo es posible?

Kagami contó cómo se lo encontró y dónde, y el por qué de su llamada. Estaba claro que no quería entregar a las autoridades a ese pequeño, por lo que llamó a sus amigos para que le ayudaran a convencer a Aomine, aunque no todo le iba a salir bien.

¾Taiga, no te lo puedes quedar así cómo así ¾habló Akashi, sereno¾, es cierto lo que dice Daiki, primero debe ser reconocido para saber su salud, y segundo, hay que dar parte a las autoridades del abandono, para que encuentren a la madre.

¾Que la encuentren, ¿para qué? ¾intervino Takao¾. Si abandonó al niño.

¾Pues para detenerla, el abandono es un delito.

¾Pobrecito, qué crueldad, cómo una madre puede abandonar así a su hijo, que lo ha tenido nueve meses dentro de ella ¾comentó Momoi, acunándolo.

¾No tendrá recursos para poder cuidarlo y hacerse cargo.

¾Pero no es para abandonarlo, si no podía hacerse cargo, podría haberlo llevado a un orfanato, no dejarlo abandonado en mitad de la noche, y más en invierno. Si no lo hubiera encontrado Kagamicchi, a saber si la criatura estaría ahora mismo viva ¾todos sintieron un escalofrío sólo de pensarlo.

¾Kise-kun tiene razón. No hay excusa para haberlo abandonado.

Siguieron hablando, mientras todos se quedaban embobados con el pequeño, que no paraba de ir de unos brazos a otros. Después de despedirse de sus amigos, y a mucho pesar de Kagami, fueron los dos hasta el hospital para que revisaran al niño. Estando allí, Aomine avisó a su central, para informar del abandono.

¾Lo siento, señor, pero ya debemos llevarnos al pequeño al nido ¾le habló la enfermera. El pelirrojo, con resignación, le entregó el bebé.

¾Está bien, pero… ¿puedo venir a verlo más tarde?

¾Mejor puede hacerlo mañana. Con su permiso, me retiro ¾Taiga se despidió de forma fugaz del pequeño, y la enfermera se lo llevó. Aomine apareció junto a un compañero.

¾Habéis hecho lo correcto, gracias, Aomine. Nos encargaremos de encontrar a la madre.

¾Encontrarla, ¿para qué? ¾intervino el ex tigre¾. Si lo abandonó.

¾Porque es nuestro deber encontrarla, detenerla y llevarla a juicio, es un delito. Tranquilo, si lo que piensas es que la encontraremos para devolvérselo, eso no será así.

¾¿Y qué pasará con él ahora?

¾Se quedará internado hasta que consigamos encontrar a la madre, después lo llevaremos a un orfanato para que se hagan cargo de él ¾explicó el hombre.

¾¿Un orfanato? Es demasiado pequeño para ir a un sitio así. ¿No se podría quedar en una casa de acogida?

¾Habría que hablarlo con el juez que lleve el caso, pero… ¾miró a ambos, antes de proseguir¾ …en vuestro caso, dudo mucho que podáis ser la familia de acogida…

¾Ya se lo he dicho yo, pero sigue empeñado con el niño. Gracias por todo ¾se despidió de su compañero¾. ¿Nos vamos a casa?

Durante todo el camino, Kagami no pronunció palabra alguna. Tampoco quiso comer, y eso terminó por alarmar al moreno, pero de una mala manera, le respondió que no tenía hambre. El resto del día lo pasó igual, en completo silencio.

¾A ver, Taiga, ya sabes que no podemos hacer nada. Hiciste lo correcto, recogerlo, salvarlo, pero el deber era entregarlo, no podíamos quedarnos con él.

¾¿Por qué al menos no nos podemos quedar con él de acogida?

¾Ya lo sabes, ni podemos ser su familia de acogida, ni adoptiva.

¾Es muy injusto todo ¾resopló, abrazando un cojín¾. Unos tanto y otros tan poco…

¾¿Qué quieres decir?

¾Esa mujer, que sólo por ser mujer, puede tener hijos, y aunque puede, lo abandona y no lo quiere. Y nosotros, que nos encantaría formar una familia, no podemos tener un hijo biológico ni adoptado.

El peli azul alargó su brazo y lo abrazó.

¾Te entiendo, pero las cosas son así… la vida nunca es justa. Pero al menos, ese pobre niño no está en la calle, y todo gracias a ti.

¾Daiki… ¾se giró, para mirarlo a los ojos¾… tú que eres policía, ¿no podrías hablar con el juez o algo?

¾Taiga, no puedo, en esta sociedad aún está mal visto las parejas homosexuales, por lo que no podemos hacer nada. Por mucho que quiera, no puedo.

Los días restantes Kagami los pasó yendo y viniendo del hospital, para visitar al pequeño. Apenas sólo tenía un rato para poder verlo, pero con eso a él le bastaba para sonreír cada vez que lo tenía entre sus brazos.

Cuánto deseaba que ese niño hubiera sido de él y de Daiki, cosa imposible porque ambos eran hombres. Deseaba que, si al menos no podía ser suyo de forma biológica, que lo fuera de forma adoptiva.

Maldecía una y otra vez la sociedad, en la que aún no tenían cabida las parejas homosexuales, sin tener derecho a poder formar su propia familia, sin poder darle cariño y amor a un niño sin hogar.

No quería que apareciera su madre, porque, una mujer que lo abandonó a su suerte, ¿qué iba a hacer ahora? ¿se lo volverían a entregar? Para qué, ¿para que lo volviera a abandonar? No quería que esa pobre criatura volviera a las calles.

Pero tampoco quería que fuera a un internado. Esos lugares, dónde sólo hay tristeza y soledad, dónde los niños, por muy bien que los trataran y cuidaran no podían evitar sentirse solos y abandonados, preguntándose más de una vez, por qué ellos no han sido queridos y han sido llevados allí.

No quería que ese niño pasara por todo eso. Pero, por más que quisiera poder adoptarlo, era completamente imposible. A menos que… hablara con Akashi. Seguro él, con sus influencias y su posición, pudiera hacer algo.

Después de visitar al niño al hospital, tomó un tren sin decirle nada a Aomine y fue hasta Kioto en busca del pelirrojo. Llegó hasta su casa, que compartía con Murasakibara, quién en ese instante salía de ésta, con su traje de chef, dirección a su trabajo.

¾Hola, Kaga-chin, ¿qué haces aquí? ¾preguntó, al verlo en la prefectura dónde vivía.

¾¿Qué hay, Murasakibara? ¿Se encuentra Akashi? Quisiera poder hablar con él sobre un asunto importante.

¾No se encuentra, Aka-chin está en la empresa trabajando.

¾Ah, es verdad…

¾¿Sabes dónde está la empresa de papá-chin? Si es algo importante, ve a verlo allí, seguro si no se encuentra reunido te podrá recibir sin problemas ¾comentó el peli morado.

¾¿En serio? ¡Gracias! ¿Y me puedes decir la dirección?

¾Claro, apúntala ¾Taiga apuntó con rapidez en las notas de su móvil y, agradeciéndole y despidiéndose del ex de Yosen, pidió un taxi para ir a la dirección indicada.

Se encontraba delante de un majestuoso edificio de oficinas. Se notaba que los negocios que ejercían ahí eran prestigiosos y de renombre. Sólo esperaba que no le negaran poder hablar con su amigo, ya que se notaba desde lejos que él no era un empresario importante.

Preguntó en la recepción cuál era el piso dónde se encontraba Akashi Corporación. Subió hasta la penúltima planta, sólo de asomarse por los grandes ventanales le daba algo de vértigo, y eso que, por su trabajo de bombero no debía tener y había subido a incontables lugares elevados.    

¾Buenos días, ¿podría hablar con Akashi Seijuro, por favor? ¾preguntó educadamente a la recepcionista de la empresa.

¾En este momento se encuentra reunido, ¿tiene cita con él? ¾dijo la mujer sin apartar su mirada de la pantalla del ordenador.

¾No… no tengo. Soy Kagami Taiga, soy su amigo y necesitaba hablar con él.

¾Lo siento mucho, pero la agenda de Akashi-san es muy apretada cómo para atender a cualquier persona que se presente para querer hablar con él sin tener una cita concertada.

¾Pero ya le dije que soy su amigo, pensé que no necesitaba una cita para poder ver a mi amigo.

¾Ya le expliqué señor, si no necesita cualquier cosa más ¾insinuó invitándole a marcharse.

¾¿Le falta mucho para terminar la reunión?

¾Ya le dije que se encuentra reunido, no sé cuánto tiempo le lleve. Lo mejor será que concerte una cita.

¾No se preocupe, mejor espero.

Se sentó en un sofá de color crema, a la espera de que Akashi se desocupara. Iba a esperar lo que hiciera falta, ya que había ido hasta allí. Quizá hubiera sido mejor haberlo llamado por teléfono, valiente locura presentarse en su empresa.

Después de una hora, por fin las puertas de ese despacho se abrieron, dejando salir de él al pelirrojo. Nada más verlo se levantó y lo llamó.

¾Akashi ¾Seijuro fijó su mirada en su amigo, y rápidamente la secretara intervino.

¾Akashi-san, ya le dije que se encontraba reunido y que concertara una cita con usted, pero él insistió de esperarlo.

¾No se preocupe, Izawa-san, es mi amigo, no necesita una cita para venir a hablar conmigo. Pasa a mi despacho, Taiga ¾el ex diez de Seirin asintió y pidió permiso¾. La próxima vez que cualquier amigo o familiar venga a verme, infórmeme inmediatamente, ellos no tienen que pedir citas para hablar conmigo ¾dijo molesto.

¾Claro que sí, Akashi-san, lo siento mucho, cómo usted diga.

¾Perdona por lo de mi secretaria, toma asiento, ¿qué te trae por aquí?

¾Verás… es por el tema del niño. Quisiera pedirte si podrías intervenir de alguna forma para que Daiki y yo pudiéramos adoptarlo, por favor, no quiero que vaya a un orfanato, encuentren o no a la madre, lo llevarán allí, nosotros podemos darle todo el amor que se merece y necesita, por favor.

¾Sabes que eso es algo complicado y difícil hasta para mí… Si pudiera intervenir así cómo así, Atsushi y yo hubiéramos adoptado también ¾confesó dejándose caer en su sillón.

¾Me imagino, pero… no sabes lo agradecido que estaría porque pudiera adoptar a ese niño…

¾Te has encariñado demasiado con él, sabiendo que debías hacer lo correcto, que era entregarlo.

¾Es imposible no encariñarse con esa ricura. Por favor, Akashi, ayúdanos.

¾¿De esto lo sabe Daiki? ¾el pelirrojo negó, y el otro suspiró¾. Me lo suponía. Primero, deberías hablar con él, Taiga, aunque no podáis adoptarlo, esto es cosa de dos, y él cómo tu pareja, debe estar informado y de acuerdo, y juntos, tomar la decisión.

¾Sólo quería agilizar las cosas… Yo no quiero ocultarle nada a Daiki, y seguro que en cuanto le cuente, estará de acuerdo.

¾Vale, supongamos que ya está enterado y ambos queréis adoptarlo. No sois pareja oficial, no podéis hacerlo.

¾¿Cómo que no somos pareja oficial, si llevamos juntos ocho años?

¾Taiga, por favor, me refiero a que, de forma civil ambos estáis solteros, no figuráis cómo pareja.    

¾¿Y cómo lo seremos, si no nos podemos casar? ¾exclamó, molesto.

¾Me informé y sí hay una manera. Yo pienso hacer lo mismo, y es que tu pareja, te adopte.

¾¿El qué? A ver, si no nos dejan adoptar, ¿por qué eso sí?

¾Porque se supone que Daiki es quién te adopta a ti, y para hacerlo, no tiene que decir que es homosexual, por lo que no pueden negar la adopción.

¾¡Ah, claro es verdad! ¾se levantó de golpe de su asiento¾. Y después, los dos podemos adoptar así con tu ayuda al bebé.

¾Algo parecido, así es. Aunque que sepas que me costará un poco conseguir que os permitan adoptar al bebé, porque los dos figuraréis como su familia.

¾¡Muchas gracias, de verdad, Akashi, mil gracias! ¾no pudo disimular su felicidad y lo abrazó con euforia.

¾Me debes una muy gorda ¾sonrió¾, pero primero, coméntale todo esto a Daiki, y después, llevamos a cabo lo demás. Haré unas llamadas, cuándo tenga los papeles de la adopción primera, te los mando, y después hablaremos con los servicios sociales para poder pedir la custodia del niño.

Ambos se despidieron, después de que Kagami le diera las gracias más de mil veces. Nada más llegar a su casa, le informó a Daiki de todo lo hablado con Akashi, quién al principio no estuvo muy de acuerdo e incluso se llegó a molestar porque el pelirrojo no le informó de lo que tenía en mente.

Pero después, cedió, con una amplia sonrisa. Ambos le dijeron a Seijuro y éste consiguió todo el papeleo. Desde ese momento, Kagami pasaba a ser de la familia de Aomine, cambiándole así su apellido también.

Una mañana, el moreno salió temprano de su casa, con total rapidez, diciendo que llegaba tarde para ir al trabajo. Ese día, Taiga lo tenía libre, por lo que lo pasaría en el hospital visitando al niño.

Pero cuál fue su sorpresa, de que cuando iba a salir por la puerta, en ese mismo momento Daiki entraba, con el niño entre sus brazos con una sonrisa.

¾Pero… ¿qué es esto? ¾fue lo único que el pelirrojo pudo hablar por la sorpresa.

¾Bueno, quería darte una sorpresa. Me mandó un mensaje Akashi, diciéndome que todo estaba listo, y que podíamos recoger al niño cuándo quisiéramos.

Lentamente, se acercó al pelirrojo, y le entregó al bebé con cuidado, que se encontraba despierto moviendo sus manitas y pies, a la vez que balbuceaba.

¾Esto es… ¿en serio es nuestro? ¾tomó la pequeña manita entre la suya, y la besó.

¾Completamente nuestro. Desde hoy, pasa a ser nuestro hijo ¾lo abrazó por la cintura, apoyando su rostro en el hombro ajeno¾. ¿Qué nombre te gustaría ponerle?

¾¿Yo? Eso es algo que debamos pensar los dos.

¾Pero tú te lo encontraste, fue el destino ¾meditó por unos segundos.

¾¿Qué te parece Hikari?

¾Aomine Hikari… me parece el mejor nombre que he escuchado en mi vida ¾sonrió, observando al pequeño que se estaba quedando dormido.

¾¿Has oído eso? ¿Te gusta tu nombre? Desde hoy, formarás parte de nuestra familia, somos tus padres.

¾Que sepas que el padre aquí soy yo, y tu la madre ¾aclaró con tono firme.

¾¿Qué? De eso nada, yo también soy su padre ¾protestó, haciendo reír al moreno.

¾Bueno, que él decida cuando aprenda a hablar.

¾Te conozco, no vale hacer trampas, eres capaz de enseñarle a que me llame así ¾dijo seguro de que su pareja era completamente capaz de hacerlo. Con desviar la azul mirada, confirmó los planes de su novio¾. Ahomine, bastardo, ni se te ocurra.

¾Shh ¾chistó tapándole la boca¾, vas a despertar a Hikari ¾ahí quedo la protesta del tigre, porque calló inmediatamente para no despertarlo.

Con cuidado, lo llevaron hasta la habitación de ambos, y ¾de momento y hasta que le compraran una cunita¾ lo acostaron para que descansara, y se quedaron como idiotas, embobados, con una sonrisa en el rostro, observando a su hijo dormir.

Su hijo, qué hermoso sonaba eso.

Notas finales:

Gracias por leer :)


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