Desnúdate, no me importa si no lo quieres, ahora eres de mi propiedad y te exijo que te desnudes, así, con suavidad y lentamente para no perderme ningún detalle, aunque he visto tu piel lechosa una infinidad de veces, desde esta noche solo me pertenecerá a mí. Ahora el amo soy yo. Puedo notar el miedo en tus ojos, la vergüenza y la rabia que te causa estar pasando por esto nuevamente, pero quédate tranquilo, yo no soy como aquellos cerdos que te marcaron de por vida. Juro que te llevaré a un mundo de placer del que no querrás escapar nunca.
Pareces confundido, y preguntas en voz baja por qué estoy haciendo esto, no responderé, aunque me supliques por piedad, tampoco lo haré…y…eso no ocurrirá, porque te conozco y sé que prefieres ser profanado que rogar por tu vida. Tus manos se mueven lentamente, desabrochando cada uno de los botones de tus prendas de vestir, desamarras el lazo de la corbata y lo dejas con las manos temblorosas sobre el lecho, luego prosigues con tu parche. Cierras tus ojos, evitando hacer contacto visual con mis orbes encendidos, Mírame, sé que sabes que mis ojos se deslizan por cada esquina de tu cuerpo. Ese cuerpo frágil y delgado, moldeado a la perfección para que mis manos en forma de caricias se fundan en él.
Tratas de objetar, pero no te lo puedo permitir, cállate, cierra tu boca y mantenlas así todo el tiempo que puedes, pues sé que cuando empiece a tocarte no podrás evitar los gemidos que saldrán de tus labios.
Eres realmente especial para mi ¿Sabes? Pero eso nunca te lo diré, tampoco sabrás que me capturaste con esos ojos azules tuyos, con esa sonrisa cínica y tu orgulloso andar. ¿Acaso no sabes lo especial que eres para mí? Es una pena, porque esa es una de las cosas que jamás te diré.
Estoy disfrutando cada segundo como si nunca fuese a repetirse, pues ambos sabemos que solo será por esta noche, después de todo, ya cumpliste tu venganza, gozaste del sufrimiento que le causaste al autor del crimen, y no dudaste un solo segundo en pedirme que lo torturara, cada aguja en su cuerpo hacía crecer tu torcida y tétrica sonrisa. Después de todo, ya no eras el niño de 11 años que conocí una vez, ahora estabas convertido en un joven bien parecido de 16 años. Un chico que había experimentado las peores desgracias en su corta vida, un idiota que le dio la espalda a la salvación incluso cuando te di la oportunidad en un momento de debilidad. Puedo asegurarte que eso nunca ocurrirá de nuevo.
Esta noche será la última que disfrutarás como un ser humano, luego te convertirás en un alma azul, tan brillante cual fuego fatuo y te deslizaras por mi garganta, saciando temporalmente mi hambre y llenándome por completo de satisfacción al saber que nadie más te probará en todos los sentidos, tal y como lo estoy haciendo ahora. Ni siquiera ese estúpido shinigami de cabello cano que trató de salvar tu vida podrá detenerme, después de todo, lo que nos conecta es un contrato completamente legal que no puede ser roto por nadie.
¿Sabes por qué quiero estar contigo esta noche? No lo creo, y creo que nunca podrás imaginártelo. Así que no vale la pena decirte que hoy, y por toda la eternidad, jamás podré sacarte de mi mente, por ello, me aseguraré de explorar lo que nadie ha visto de ti, así, cada día sin ti, me podré albergar en los recuerdos de esa noche donde te hice de mi propiedad en todos los sentidos, exceptuando uno, ese que hasta el final de mis días me carcomerá por dentro. Es algo tan estúpido que hasta me avergüenza decirlo. Yo, que fui temido por todos los mortales por mi sola presencia demoniaca, yo, que asesiné ángeles con solo mirar mi verdadera forma. Fui atado por el caprichoso destino y la venganza de un muerto a tu dedo meñique de la mano izquierda.
Cada día que pasaba, podía verlo con más claridad, en un determinado momento, descubrirlo me causó una ira indescriptible, ahora me produce un sentimiento inefable que jamás podré expresar debido a mi naturaleza, no, debido a mi gran orgullo, que llega a superar el tuyo. Ese maldito ángel de cabellos blancos se burló de mí, pues por alguna razón podía ver el hilo rojo que nos unía.
Traté de robar las tijeras del destino, las que eran guardadas celosamente por un demonio de ojos marrones. Pero me fue imposible, cada vez que me acercaba a su guarida, sus garras afiladas se convertían en cuchillas que secretaban un veneno tóxico para humanos y demonios. Me convertí en una infinidad de animales, fui desde un lobo hasta un cuervo, pero nunca logré mi objetivo. Si me hacía con ellas podría evitar desarrollar aquellos asquerosos e innecesarios sentimientos que habían comenzado a nacer en mi pecho.
El molesto shinigami, con sonrisa burlona me advirtió que nada funcionaría, y que sería el quien guardaría para sí el alma de mi joven amo. Me causa nostalgia llamarlo de esa manera, pues ya no le sirvo más, si no que todo él me pertenece.
Me niego a dejar que caiga en manos de otra persona, prefiero que muera a que comparta su vida con otro, sé que suena egoísta, pero soy un demonio y eso es lo que menos me importa.
Me doy cuenta de que me había quedado atrapado en mis pensamientos y el humano me miraba con desconfianza y curiosidad. En esos cortos segundos de transe ya te habías despojado de toda tu ropa y esperabas nervioso una orden, te miré de pies a cabeza, estabas realmente perfecto e indefenso, mi combinación favorita
Acércate. Dije con voz firme, no podías dejar de temblar, ni siquiera cuando deslicé mi mano con suavidad a tus mejillas. Lentamente, como si fueras a romperte en millones de pedazos te dejé sobre la cama y comencé a desvestirme también, te notaba incómodo y desviabas la mirada, tomé tu mentón y volteé tu rostro hacia mí. Estabas completamente rojo. Una vez ambos desnudos, con un chasquido de dedos tus manos fueron aprisionadas sobre tu cabeza con un lazo, ahora estás completamente a mi merced, sonreí, me miras confundido, pero cierras los ojos al sentir mi húmeda lengua deslizándose por todo tu pecho, tomando tus pezones y mordiéndolos un poco, para después chuparlo y lamerlo, haciendo lo mismo con el otro. No puedes dejar de moverte, pues tu cuerpo está respondiendo a todas mis caricias y pide más, mucho más. Subo a tu cuello y lo mordisqueo despacio, tratas de no gemir y muerdes tus labios para lograrlo, esa imagen tan excitante se grabó a fuego en mis pupilas. Dejo una gran marca de beso en tu clavícula, para que todos sepan a quien perteneces, entonces caigo en cuenta que nadie nunca más te verá, pues en la mañana todo lo que una vez fuiste se habrá desvanecido por completo.
Noto que ya no puedes controlarte, estás listo para continuar.
Desátate, en un segundo tus brazos se mueven, tratando de zafarse del amarre, cosa que con un poco de esfuerzo logras, cubres tu rostro tintado de rojo y la saliva comienza a escaparse de tu boca, la cual está abierta a mas no poder, te cuesta tomar aire, y en cada gemido que emites se escapa mi nombre y uno que otro improperio, cosa que me hace reír levemente. En verdad, eres realmente especial.
Vamos, no te detengas, yo tengo claro lo que quieres, no hace falta decirlo ¿verdad? Pero me temo que eso no me dejará del todo satisfecho, Suplica, por más. Si quieres que te llene por dentro, grítalo, si quieres que seamos uno Pídelo.
Estoy a punto de entrar en ti, tus ojos llenos de lujuria me miran expectantes, como si ya supieran que todo culminaría en esto, a pesar de ser virgen, ya sabías que camino tomarían las cosas ¿no es así?
Dé una sola embestida te llené por completo. Siénteme. Como me abro paso en tu interior, que me aprieta deliciosamente como si no quisiera dejarme ir nunca, me muevo lentamente y de tus ojos salen lágrimas, ¿Cuál es el motivo? Me pregunto yo, pero en seguida lo entiendo, no puedes aguantar tanto placer que se te sube a la cabeza y te hace estremecer cada parte de tu cuerpo, tus ojos, llenos de satisfacción comienzan a gotear por la intromisión, te sujetas de las sábanas y entierras tus uñas en ellas, el hilo de salía que estuvo en tu boca llega hasta tu cuello y parece querer seducirme más de lo que ya lo has hecho sin quererlo.
Una tras otra con violencia me muevo dentro de ti, los jadeos y gemidos inundan la habitación y me enloquecen. Ambas bestias han sido desatadas y dan rienda suelta a sus impulsos más salvajes, Tócame, yo también quiero sentirte, tus manos se mueven y tocan mis pectorales, bajando hasta mi bajo vientre, me acercas cada vez más a ti, lames mi cuello de forma excitante, tanto que ya no puedo soportarlo, te tomo y te siento sobre mí, poniendo mis manos en tu cintura, moviéndote de arriba a abajo con gran rapidez, estoy tocando el cielo en estos momentos y sé que tú también.
Espero que estés disfrutándolo con todas tus fuerzas, porque esta será la última noche que nos veremos y también será el fin de toda tu existencia. ¿Por qué tenía que terminar así? ¿Por qué tengo que darte órdenes para que me obedezcas? Dímelo, te lo estoy pidiendo mentalmente porque esas palabras tienen miedo de salir de mi boca y que destruyan todo a su paso. Dime ¿por qué no puedes amarme como yo te amo a ti?, fui rebajado y humillado, despreciado por todo demonio que conocía simplemente por el hecho de albergar estor sentimientos en mi interior, algo que jamás poder entender, ¿por qué debo recibir tu rechazo? Esa noche en la que me confesé me miraste con extrañeza y te negaste a aceptar mis sentimientos, dijiste estar enamorado de otra persona, pero no te creo y jamás lo haré. Por qué me perteneces, porque eres solo mío y no estoy dispuesto a compartirte con nadie ni en vida ni después de eso.
Sé que piensas que esto solo es deseo, y que en realidad cuando me declaré lo hice para llevarte a la cama, sé también que ahora piensas que con todo esto se acabará mi interés por ti, nunca te diré que eso no pasará, porque nunca me había sentido de esta forma antes, la última orden sale de mi boca.
Bésame.
Tomas mi rostro con cuidado, y me das un beso profundo que me llena de excitación, ambas húmedas en una danza con sincronía perfecta, te abrazo sin cortar el beso y doy las últimas estocadas en tu interior.
Una vez calmados y respirando me percato de algo, quiero que te lleves mi nombre en tus sueños, quiero que me pertenezcas en todo lugar y en cada momento.
Observo tu rostro cansado, me miras casi con cariño, depositas un beso casto en mis labios y dices mi nombre por última vez antes de cerrar tus ojos para siempre.
Los 10 mandamientos
Desnúdate: muéstrate completamente ante mí.
Mírame: Quiero verme reflejado en tus ojos.
Cállate: Déjame escuchar los latidos de tu corazón.
Acércate: Quédate a mi lado.
Desátate: deja que tu bestia interior se manifieste.
Suplica: ruega por ello.
Pídelo: dímelo y te lo daré-
Siénteme: estoy dentro de ti.
Tócame: hazme parte de ti.
Bésame: envíame al infierno con tus labios.