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El Gigante y el Príncipe por Sinfonia Universal

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Notas del fanfic:

One Shot

"¿Has visto alguna vez a las estelas a través del firmamento brillando como pequeñas llamas luminiscentes? ¿Puedes verlas cuando valeroso atraviesas aquel bendito océano nocturno, o al cazar, a través de esas benévolas estrellas en sutiles y majestuosos barcos durante el amanecer? Es un mágico fenómeno del que beben todos los ojos mortales, pero, especialmente, de él se han escrito maravillosos poemas inmortales acerca de la vida y de la muerte. Es un regalo que mucho tiempo atrás nos fue otorgado, un milagro dirán. Pero déjame contarte, bella personita, como ocurrió todo.


Antes de que los niños vayan a dormir, se suele escuchar al viento ulular, y también al océano cantar, mientras el cuenta cuentos relata la historia sobre las asombrosas luces que tiñen un cielo sin igual, brillando sin descanso como incandescentes luciérnagas. El cuenta cuentos dice que, sólo así, podrán sumergirse en un sueño donde todas las cosas podrán cobrar vida."       


Hubo alguna vez, un joven y leal príncipe que podía decidir en el destino de las criaturas vivientes sólo con el don de su palabra. Él estaba muy orgulloso de tan poderoso poder, porque podía derramar felicidad en cada una de las criaturas de su reino y colmarlas de felicidad antes de que la flama de sus vidas expirara. Los ancianos de un próspero y benévolo reino, habían visto crecer varias generaciones por muchas décadas; y a todos sus monarcas, la vida les había sonreído sin malicia durante muchos siglos.    


Un día, cuando se celebraba un gran festival en honor a la reina, el don encerró la leve flama de su vida sin permitir que la agonía reposara en los huesos de la amada gobernante. Aquel suceso, dejó caer la desgracia del rey sobre el príncipe, y entonces, éste avergonzado y herido por el dolor del rey sobre el alma más noble del reino, prefirió arrojarse a una vida de exilio por el mundo; pagando su horrible pena mediante una condena que él mismo colgó sobre su espalda. Pero, cuentan entonces, que, en un arrebato de locura, se sumergió en su miseria hasta arrancarse los ojos sin perder la capacidad de ver lo que se alzaba sobre él, y todo lo que caía por el don de su palabra. Así transcurrió mucho, mucho tiempo.      


Por mucho tiempo, ha sido relatada que, en la historia del reino del sol, qué, cada solsticio de verano, renacía un maravilloso reino sumergido entre nostálgicas ofrendas, brillando tan mágicamente que todo astro en el firmamento podía sentir envidia de él. Allí, entre flores luminosas, el noble encontró en lo más profundo a un niño gigante que cantaba juguetón y sentimentalmente se entregaba a su alegre canción, mientras varias flores se abrían a su paso de tal manera que otras formas de vida emitían un aliento radiante entre las bellas manos del infante.


Asombrado, el príncipe pudo olvidar su tristeza, pero aún se vio asimismo confundido, cuando se dio cuenta que aquel gigante no le cantaba a la vida misma, sino a la muerte; una muerte misericordiosa de la cual brotaban nuevas formas de vida, nuevos rostros, y, también, nuevas esperanzas.


Cuando el príncipe encontró en el gigante tan bellas pasiones, a su lado las luces de la vida brillaron más en su oscuro cielo. Y así, con ello, comprendió que la vida tanto como la muerte eran elementos naturales que gobiernan la vida, y también, que la muerte, podía no ser tan benévola como un nacimiento; pero si igual de importante, porque permitía que la vida fuera considerada tan valiosamente.   


Entonces, el sabio gigante cantó al mismo tiempo que el príncipe componía para él, las más hermosas melodías para así acompañarle desde su oscuridad. Desde ese extremo, donde la vida y la muerte orquestadas, se mecían en un claro oscuro natural. Y desde allí, de su canto, nacieron las luces que todavía embellecen los colores más hermosos en el cielo.


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