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Everything Stays por SadTea

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Reloj de arena
 
Y se encontraba una vez más ahí, entre una delgada línea de agonía eterna o libertad seductora y no mentiría lo seductora que era la idea de correr de aquel lugar le estaba tentando en demasía, pero recordando el hecho que lo hacía quedarse ahí se aferraba a la silla lo más que podía para no escapar de su destino, el aula vacía ya le parecía aterradora por si sola.
 
Sin embargo, retomó su posición anterior de habitual confianza y tosiendo en seco por la pena, vió al primer alumno tomar su asiento correspondiente, él no debía perder la ética y maestría que tenía frente a los que ahora serían sus alumnos por al menos seis meses. Así que dejó de divagar y metió su concentración en los archivos que el director le había proporcionado, su primer grupo y primera clase de la semana iniciaba dentro de aquellas paredes beige, en esa grupo impartirá el curso primario de matemática analítica y su primera clase estaba destinada exclusivamente al examen de evaluación que sabía la mitad reprobaria, ya arreglaría con el tiempo los fallos que viera en sus alumnos.
 
Regresó la mirada a las butacas medio vacías, revisó la hora y viendo que faltaban aún cinco minutos de tolerancia para iniciar la clase, se engulló una vez más en la lista, después de ese grupo tendría que ir al cuarto piso para dar física clásica a los alumnos de 4to semestre, donde el examen ya había sido previo y está vez tendría que hacer una fastidiosa presentación, tal vez se saltaría aquello, cambió de hoja y divisó su siguiente curso, tendría una hora libre entre una y otra clase, donde era probable se instalara en su nuevo cubículo, luego de aquello iría con el grupo de cálculo del 2do piso, donde también presentarían examen, a continuación atendería el grupo de astronomía al que le habían puesto a cargo, tendría un grupo de laboratorio para física y su última clase sería de Álgebra universitaria, pensó con tranquilidad aquello, ¿Qué carajo estaban viendo esos mocosos álgebra universitaria?, Deberían sufrir como él cuando entro en la carrera y tuvo que aprender aquello, calmó su ira. 
 
La chirríante alarme que quería olvidar de su sistema lo atrajo de vuelta a las butacas que ahora estaban casi llenas, se levantó de su silla con tranquilidad y deslizando la puerta para cerrarla dejó a lo que ahora serían los estudiantes descalificados afuera, volvió a tomar posición en el escritorio y tomó la atención de todos. 
 
- Mi nombre es Aquil - si, sus padres no habían tenido la mejor idea de cortar un nombre que de por si ya daba mucho que decir - Seré su maestro de matemáticas en este semestre, es una lastima que esperarán que el profesor Mare siguiera dando su curso - miró con gracia a todos los que habían caído en la trampa del director - Pero ahora estarán bajo mi cuidado, así que deberían de prepararse para esto. 
 
El silencio entre burlón y atemorizante llegó a su semblante, sabía que decir aquello frente a personas de su edad era algo difícil, pero él no había sido así, vió a las personas ansiosas y "cómicas" que daban señales desde afuera y retiró la vista, odiaba que otros lo interrumpieran, sin embargo parecieron correr cuando el prefecto apareció entre el pasillo, aún no llegaban a su salón, por lo que apurando la situación sin más dejó caer los exámenes frente a cada butaca habitable, paseando entre las filas, oliendo y viendo a cada alumno con el que tendría que lidiar ese semestre, cuando cada papel fue designado a cada quien y su señal fue dada el sonido metálico se presentó como de ultratumba, en la junta que el director había hecho para su presentación aquella mujer no había llegado, pero por la descripción de la mayoría como testigo era voraz e intimidante.
 
Dió zancadas rápidas, arregló un poco su suéter y abrió con cuidado la puerta del salón beige, divisando así a una criatura de metro cincuenta detrás de ella, aquel demonio carmesí que le habían descrito era una pequeña mujer con el cabello largo y arreglado, con tacones y un lindo y elaborado uniforme que se amoldeaba a su pequeño cuerpo, una mujer que parecía más juvenil de lo normal, su sonrisa dulce se desplayo y terminó en un buenos días.
 
- Buenos días para usted también - la pequeña damisela había contestado cortés y después de ver su atuendo sonrió - Debo hacer un conteo de los alumnos que han asistido - siguió su discurso entre un labial carmesí que pegaba con exactitud a su tono de piel - Pero me he encontrado con aquellos jovencitos en medio del pasillo - apuntó sin vergüenza con el lapicero a los adolescentes que no habían podido escaparse de las manos de la fémina.
 
- Debera disculpar, pero no dejaré que entren alumnos después del sonido de la campana - era cierto no sé dejaría influenciar por nadie sobre las desiciones que le gustaban en clase.
 
Pero la mujer carmesí sonrió - Por supuesto que no, es inaceptable eso - entre el arreglado cabello pudo divisar el humo del mismo infierno saliendo de aquella figura - Me congratula que tenga una idea clara de lo que espero de usted.
 
¿Qué había dicho qué?, Aquil solo sonrió de vuelta, tal vez el demonio carmesí que creyó no existía se encontraba en su cara en forma de una damisela pequeña con labial rojo.
 
Lo que pasó después solo era cuento corto de lo que serían sus próximos días de escuela en aquella rutina. Por lo que importandole poco el nombre, la edad o la preferencia sexual de sus alumnos terminó la clase con anticipó después de pedir el material que sabía al menos habían comprado las madres de aquellos niños. Dejando con la duda a aquellas caras sobre su nombre completo, carrera, edad o lo que le gustaba meterse o no. 
 
Le prosiguió lo que creía al menos lo haría sonreír, la física clásica le fascinaba, amaba más la cuántica, pero la clásica era como su amante culposo al que no le negaría un cariño y como ya habían hecho un examen previo algún día que no le importaba, por fin un poco de clase seria le llegaría. Aquel día empezarían con mecánica newtoniana, para dejar en claro los límites que pondrían sobre el estudio de los movimientos sólidos rígidos en sistemas mecánicos de movimiento y reposo.
 
No obstante la clase inició mal, ¿Por qué rayos seguía ahí el entrenador de lo que fuera intentando reclutar a los alumnos a algo que no querían?, Esperó paciente cinco minutos y dejando de lado la cortesía que no poseía, entró al salón sin pena, lo que prosiguió fueron miradas atentas y alguna que otra sonrisa de salvación.
 
- Debe disculparme que tomar tiempo de su clase, maestro - las manos del entrenador intentaron llegar a él, pero fueron detenidas con las propias en una señal de rechazo escondido.
 
- No debe de preocuparse, Sr. Gil, solo procure cuidado la próxima vez - y eso fue suficiente para que los cortes llegarán a todos.
 
La mecánica clásica fue su tema en esa hora y como tal había explicado lo básico y el desarrollo que tomaría en cuenta para su primer mes de clases en aquel curso, donde dejaría como proyecto final para esa temática un experimento con los participantes que desearan sobre la fuerza, la dinámica, la estática y la cinemática en un desarrollo de la vida cotidiana o en la carrera que desearan, porque era fácil decir que la entendían, pero si no la podían desarrollar en un proyecto que creía fácil como aquello, entonces solo la estaban memorizado y él quería que al menos algo aprendieran en una clase tan buena como lo era esa. 
 
Pasando la hora de física llegó su ansiado primer tiempo libre, donde cayó por completo en la silla giratoria que había llevado antes de curso para morir cómodamente en ella después de las agotadoras clases. Suspiró cansado y observó por la ventana principal que su cubículo tenía, las canchas de béisbol estaban llenas para dar pruebas a los nuevos reclutas que intentaban unirse, recordó sus días de escuela como aquellos, sin embargo el tenía una edad menor a cualquiera que estuviera en esa posición, siendo culpa tal vez su nacimiento prematuro y sus padres científicos los que le habían hecho crecer así, ¿Cuándo fue la última vez que había corrido en una cancha escolar? De echo nunca lo había  y hecho, siempre escapaba de esa hora para ir a la biblioteca y vivir en libros y no en la realidad, a veces agradecía a su anemia por tenerlo en ese estado lamentable y hacerlo pasar sin mayor esfuerzo, otras veces odiaba aquella herencia y deseaba nacer nuevamente para vivir una vida plena como todos ahí la llevaban, suspiró, él había nacido para investigar y aportar algo a lo que amaba, pero ahora estaba ahí arrepintiendose de tocar heridas del pasado, tal vez debía superar aquello cuanto antes, sino caería otra vez en la farsa y volvería a victimizarse, odiaba su debilidad.
 
Una mirada lo atravesó por completo, alguien estaba observándolo mientras él se perdía en recuerdos, regresó su vista a la cancha, pero no divisó nada fuera de orden, regresando su vista al escritorio, acomodó su computadora tecleando así la planificación que tenía para las siguientes clases en sus cursos pasados, entre el café y la música de sus audífono con el ligero sonido de tecleado rápido, olvidó por completo el ambiente y si no fuera por la bendita alarma que en esos momentos amó, su racha de al menos asistir correcto el primer día de clases hubiera sido tirada.
 
Corrió por las escaleras para llegar al segundo piso del edificio B, ahora odiaba las oficinas por estar en el tercer piso del edificio E cerca de los grandes jardines que le parecieron buena idea, cruzó la cancha principal, rodeó alumnos bajando y subiendo y antes de que la campana sonara, atravesó el umbral gris donde su clase de cálculo comenzaría. No mostró señales de cansancio o agitación ante sus alumnos, pero por dentro la resequedad de boca y las intensas ganas de tomar un respiro largo de aire aumentaron, miró con cuidado a las caras nuevas, vió la curiosidad plantada y después de un respiro corto repitió todo.
 
- Mi nombre es Aquil - se cansaría de ello - No soy el profesor sustituto del señor Mare, sino su nuevo maestro, por lo tanto tengan en claro que estarán bajo mi cuidado. 
 
La seriedad de aquellas personas le calmó y creo ansiedad por partes iguales, eran los mayores en aquella escuela, pero no sabía que ahora los adolescentes se tomaban todo así, sin embargo, no le molestó en absoluto, la clase fluyó con un dinamismo excelente, siendo cálculo una materia algo complicada decidió hacer un examen abierto y pasear por el arco del triunfo lo que el director quería, sorprendiendose de la destreza que muchas personas tenían para contestar los límites y la continuidad, nada mal para alguien que solo había llevado matemática analítica, porque lamentablemente eso no era cálculo, todo lo que les enseñaría sería Precalculo I para prepararlos a la bestia que era la universidad. Cuando el examen fue terminado y las indicaciones dadas, se despidió amable de sus alumnos y se retiró del salón para volver a su oficina donde bajaría al área de astronomía para preparar la clase del grupo que tendría hoy.
 
No era común que un maestro diera clases extra o de distintas materias en una sola escuela, pero él había estudiado por demás materias que ahora solo servían para eso, al menos agradecía tener una maestría en pedagogía para entrar sin problemas en una escuela cuando su primer plan fallara. Volvió a ver el telescopio principal que estaba en la sala, aquella zona era nueva en la escuela y los cursos de primavera que estaban a su cargo serían los primeros estudiantes en usarlo, le fascinaba aquella idea, recordaba cómo había descubierto aquello cuando se había escapado de casa a la montaña cerca donde con trabajo y esfuerzo había llevado su telescopio para divisar a Marte en el cielo, quería impregnar de esa emoción infantil y sana a sus estudiantes para que vieran las maravillas que el universo inexplicable daba. 
 
Aquello paso como parpadeos ligeros que no dejaban en claro nada, pero divisar al menos sonrisas finales de sus estudiantes en curso fue satisfactorio, la astronomía era una temática de gustos peculiares y le agradaba la idea de que distintas personas dentro de aquella escuela estuvieran dispuestos a gastar un poco de su tiempo en clases extra de aquella materia, terminaba el recorrido del aula que residirían con el telescopio apuntando a la Luna que aún con el sol podía divisarse ese día, sin embargo no era de gran potencia el susodicho por lo que solo un acercamiento ligero fue lo que divisaron los alumnos de ese día, prometiendoles llevarlos al observatorio lo antes posible para la lluvia de estrellas Aquil se despidió de todos, tres días a la semana haría aquella rutina y se sentía más alegre de lo que imaginó. 
 
Cuando la clase hubo terminado siguió caminando al laboratorio de física para presentarse ante el encargado principal que lo ayudaría hasta que estuviera acostumbrado a el material y el acomodo que tenían dentro, también ayudaría con la limpieza y mantenimiento de los materiales, además que era escencial dejar una buena presentación profesional a ello, por lo que se despejó un poco y llegó al laboratorio principal, la clase y el comportamiento de todos había sido práctico, comenzaba a agradarle aquella clase y aquella escuela. 
Las horas pasaron hasta que el reloj marcó las seis, dentro de las tres horas libres que tenía solo comió algo ligero y prosiguió con su trabajo de planificación que tendría que presentar a finales de semana, pero cuando el reloj marcó las seis, la arena de descanso terminó y la alarma a una nueva clase confirmo su ida, daría álgebra avanzada a los que el director consideraba sus mejores alumnos, cruzó el umbral donde no se preocupó llegar tarde pues no había nadie que impidiera su paso y se presentó nuevamente ante la clase.
 
- Mi nombre es Aquil - nuevas y distintas caras yacían en el salón, maldita sea tendría que aprenderse demasiados nombres - Seré su maestro del curso especial en álgebra avanzada, esperó que cumplan con el plan que el director tiene - todos rieron por su broma ácida, dejándolo satisfecho.
 
Al igual que en la clase de cálculo tiró a la basura la idea de examen en papel y se dejó llevar por el instinto de supervivencia que decidía ver las habilidades de cada alumno, donde no fueron nada malos al intentar resolver problemas de aquella índole, pero alguien faltaba dentro de ese curso y según las palabras de los niños era el mejor en aquello, ya hablaría después con el rector sobre ello.
 
Cuando la clase terminó su día escolar también, dió un respiro largo, dejó todo de lado y salió de la escuela que ya lo tenía agotado, aún no contaba con un automóvil y tampoco pensaba tenerlo así que solo caminó hasta la estación del metro donde tomaría la ruta roja para llegar después de una maravillosa hora a su parada, agradecía salir un poco antes de la hora punta, por lo que esperando y sentándose en los últimos asientos libres, suspiró, aquella rutina se repetiría una y otra vez hasta la saciedad para su vida, él ya era un adulto que rondaba sus treinta años y el cansancio existencial que tenía seguía aferrándose a él como si no existiera alguien joven con quien mudar. 
 
Su departamento acogedor y lejano yacía en la punta este del distrito que residía, estaba cercana a la naturaleza y montañas por lo que a pesar de viajar una hora la idea de regresar a casa le agradaba, además aún seguía escribiendo el artículo que quería sobre aquella zona y las personas eran más amables que en el centro de la gran urbe, había escogido bien las comodidades que prefería. La última parada pasó rápido entre el pensamiento lejano de mejoría y el atardecer que caía en sus ojos, la línea roja lo dejaba en el puente más cercano a su casa, caminó con cautela y paciencia hacia el sitio y saludando cordial a todos los vecinos mayores que residían ahí, llegó a su vieja casa que llamaba departamento porque la mitad del espacio lo ocupaban archivos y libros. Cayó en la cama principal y solo levantándose para tomar una ducha volvió a tirarse y adentrarse en un profundo sueño. 
Como esperaba su rutina siguió de esa forma una y otra vez por los primeros 24 días de escuela, levantarse temprano de mal humor por odiar aquello, tener preparado lo temática y forma en que expondría todo, dejar en claro que él se merecía el respeto que pedía, investigar dudas y responder preguntas que muchos alumnos le hacían, dar más temas de los que venían dentro de los archivos, intentar comer y vestirse de forma adecuada, arreglar disfunciones que algunos mecanismos dentro de los laboratorios tenían, seguir con los informes y planificaciones que no sabía en específico para que servían, correr con papeles y pruebas de aquí a allá, desvelarse por revisar ensayos, tareas e investigaciones que encargaba como desarrollo, beber por los fines de semana hasta olvidar sus malos días y recordar su pasado una y otra vez como si viviera en un bucle que no terminaría nunca por su indecisión.
 
Agotado y desecho, eso era lo único que veía en su mirada una y otra vez cuando se divisaba al espejo, a veces recordaba las burlas que recibía de menor por tener una complexión delgada y femenina según todos, pero ahora que era un adulto la gente solía fijarse solo en el rostro bonito que muchos decían poseía, si supieran que gritaba maldiciones cuando odiaba algo, que tenía un humor muy desbalanceado y que bebía por las noches para olvidarse de lo que creía no se soltaba de él, ¿Qué cara pondrían sus "lindas" estudiantes que se le había declarado solo en ese mes?. Agotador y tonto, eso era en lo que se gastaban la mayoría de los estudiantes su tiempo, en algo que terminaba siendo agotador y tonto, dejando de lado lo mucho que podrían hacer con toda esa energía, dejando de lado lo mucho que a él le hubiera gustado hacer con toda esa energía. Tomó un profundo y amargo tragó del licor en lata que había estado bebiendo, mañana despertaría temprano para iniciar el bucle de vuelta y a veces pensaba si es que era necesario comer, porque estaba seguro lo dejaría de hacer con tal de dejar ese trabajo atrás, porque ya no soportaba el dolor de su pasado y no veía con claridad si después de ese gran mar podría divisa un futuro mejor.
 
El lunes comenzó con el sonido apagado de la alarma, siguió con una vestimenta más cómoda y juvenil de lo habitual, donde su pelo terminó en un gorro porque aún con agua y mousse seguía reacio a acomodarse, continuó con la llegada a la hora exacta del cierre de puertas, finalizó con exámenes y pruebas dentro de todas las clases, donde por falta de tiempo acabó entre papas fritas y hamburguesas de pollo, dejando su trayectoria y racha perfecta atrás, llegando al final a álgebra avanzada donde un examen también acontecía.
 
- Bien pueden iniciar el examen - por fin su voz se oía un poco mejor, tal vez el ánimo de última clase le estaba dando hacía arriba.
 
- Disculpe aún falto yo - la cara sorprendida de Aquil relució, había contado con exactitud sus alumnos ¿Por qué faltaba uno?.
 
- Tu nombre.
 
- Piero, Piero Ricci - ¿Acaso acababa de decir que después de faltar el primer mes de clase quería tener la oportunidad de presentar su examen?, ni en sueños, pero el justificante que traía entre sus manos con la firma de autorización del director lo obligo a darle una segunda oportunidad.
 
Pasaron veinte minutos donde divisaba a los jóvenes dando todo de si, hasta aquel italiano que por fin conocía estaba siendo serio con el examen, la hora pasó y en lo que ellos hacían su trabajo él miraba el último capítulo de la serie que lo había enganchado en exámenes, tenía derecho a aquello, él ya había pasado por eso, justo cuando pasaron cuarenta minutos el primer alumno que terminó se levantó de su asiento y entregó el examen en sus manos.
 
- ¿Lo debería dejar aquí? - Ricci sonrió con gracia, así que el niño prodigio podía contestar uno de sus exámenes sin asistir a ninguna de sus clases, excelente su honor sería mancillado.
 
Aquil lo tomo entre sus dedos y antes de que el muchacho se retirará lo dejo esperando ahí, revisó el examen y como se lo esperaba al menos algo salió mal, era normal, una ecuación que solo habían visto el desarrollo en clase no podía ser contestada con conocimiento puro, debía al menos existir un antecedente de ello; las despedidas fueron llegando y con ello más hojas que revisar esa noche, tendría mucho trabajo que hacer, pero su principal tarea sería bajarle los humos a aquel jovencito.
 
- ¿Entonces el director va a justificar todo? - después de que el salón quedará vacío la mirada del mayor se dirigió a Piero que estaba esperando ansioso aquello.
 
- Así es, solo debía ponerme al tanto de la clase y hacer el examen para seguir presentandome con normalidad - una voz más varonil de lo que había escuchado llegó a los oídos del docente - Entonces pedí apuntes y audios que habían hecho en su clase y estudie lo que pude para la prueba - ¿Acababa de decir que no era conocimiento puro sino estudio lo que había hecho? - Pero aún así me sorprende que no lo haya contestado al cien ¿Cierto?.
 
- Nunca vas a poder contestar un examen mío al "cien" si no has asistido a clases - dejó remarcado en señales aquello - Pero lo hiciste mejor a lo que esperaba - si él era orgulloso y sincero, por ello no dejaría de lado el esfuerzo que el muchacho había hecho - Nada mal.
 
- ¿En serio? - una sonrisa radiante de lo que parecía un chico malo le caló en los ojos a Aquil quien miró hacia otro lado - Creí que me devoraría como todos comentaban - la ligera risa del menor resonó en la habitación, ¿Devorar? .
 
- No soy un monstruo.
 
- Pero si un demonio para muchos - le apunto a su teléfono donde había algunas notas e imágenes que distintos alumnos habían subido a las redes sociales que prefería evitar, las descripciones se basaban en comentarios como  "un demonio con cara de ángel" y algunos hasta lo llamaban el mismísimo Satanás por ser tan bello y tan cruel con su indiferencia y sonrisa ¿Qué mierda era eso?. 
 
- Lo que sea - su calma habitual no se escaparía solo porque tenía a ese chico frente suya - No te permitiré solo entrar como si nada a mi clase después de un mes sin asistencias - ya arreglaría el problema que el director le soltaría por explotar a su alumno número uno - Quiero que me tengas resueltos los problemas de las páginas 15 a la 22 en lo que sea que uses para apuntar, tu fecha límite es el miércoles, si no los tienes hechos o vuelves a faltar una sola vez, considérate expulsado de mi clase. 
 
El mayor finalizó aquello cerrando su computador y dejando las hojas dentro de su maletín se retiró del salón, pero unos pasos alargados y firmes lo detuvieron antes de lograr salir del umbral, un brazo se enredo en su cintura y con la caída que esperaba se avecinaria solo llegarón los labios de su alumno posándose en su boca ¿Qué carajos estaba haciendo ese niño?, Soltó el maletín tomó fuerza y de un golpe se separó del menor. La cara sonriente y feliz del italiano lo desconcertó por completo, pero sin saber que hacer hizo lo que mejor se le daba, tomando su cosas y huyendo del destino que le estaba haciendo una mala jugada. 
 
Pudo sentir como el último grano de libertad pasaba de arriba hacia abajo en el reloj de arena que era su vida, cuando empezó a correr entre los pasillos de la escuela por la repentina acción de aquel lunático se preguntaba sin claridad ¿Qué había hecho? Odiaba el contacto amoroso dirigido hacia él, no quería recordar aún más cosas desagradables como esas, quería dejar ahogandose a los recuerdos de un pasado hiriente. 
 
No supo por cuánto tiempo corrió hasta que el frío viento del atardecer y la falta de respiración aparecieron entre sus necesidades básicas, mierda se iba a desmayar, tomó una respiración y antes de intentar sentarse en una banca cayó sin fuerza, se preocuparía después por el lugar, ahora solo necesitaba dormir.

Notas finales:

Una paqueña y vaga idea que al final tomo una forma bastante peculiar, es un placer que hayas leído el primer capítulo, con suerte el próximo vendrá pronto.

ST.


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