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La identidad del tiempo por Kuro Kaori

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Notas del fanfic:

Hola XD 
Acabo de darme cuenta que estuve apretando cosas sin querer y eliminé este fanfic :'v jajaja
La tecnología me supera

Notas del capitulo:

N/A:

Hola a tod@s

Antes que nada, quería decir que este es el primer fanfic Stony que escribo, por lo que puede haber ciertas inconsistencias en cuanto a las caracteristicas de los personajes.
También, quería aclarar que la historia tiene muy poco que ver con las películas y los comics, por lo que si no los han leído (o visto las películas o lo que sea) todavía pueden leer el fic ♥
Los personajes no me pertenecen (exceptuando algunos secundarios), pero eso ustedes ya lo saben XD
Dicho esto, espero que les guste la historia ♥. 

 

Parte 1

 

 

En la medida en que cualquier ser inteligente pueda repetir la idea de cualquier acción pasada con la misma consciencia que tenía de ella en un principio, y con la misma conciencia que tiene de cualquier acción presente, en esa medida ese ser es el mismo sí mismo personal.

John Locke.

 

**

 

Tony cerró los ojos con fuerza y trató de ya no seguir escuchando las quejas del Capitán. Lo había arruinado, sí, lo admitía, sin embargo, si él no fuese exageradamente cuidadoso con cada uno de sus movimientos, habrían podido ganar.

Cansado de escuchar los gritos, tanto de Fury, como del Capitán, se frotó las sienes decidido a ignorarlo de una vez, pero no se esperó que Steve lo siguiera y lo tomase del brazo con tanta fuerza, obligándole a voltearse en su dirección.

Dijo un par de cosas a las que tampoco le prestó atención. Se sentía frustrado y bien era sabido por él, que no podía manejar ese tipo de sensación. Comenzaba a recorrer su cuerpo, un cosquilleo bastante doloroso y conocido, que demandaba la ingesta de alguna sustancia para olvidar.

Habría suspirado hastiado y habría escapado del capitán, sino fuese por la frase que le escuchó soltar, entre dientes, con sumo desprecio.

"¿Acaso estas drogado, Stark?"

 

 

Los sentidos de Tony parecieron reconectarse con el mundo real. De repente, los dedos que le sostenían con fuerza las muñecas, se hicieron reales y la mirada azul cargada de ira, dirigida hacia él, tomó significado.

Liberándose del agarre con un movimiento innecesariamente violento, Tony se acercó al Capitán, acortando las distancias hasta que resultaron ínfimas. Quizás, debió sentirse intimidado por la notoria diferencia de estatura entre ambos, sin embargo, estaba enfurecido y probablemente, aunque no lo fuese a decir nunca en voz alta, dolido.

—Deberías regresar al hielo, Capitán. Tus tácticas estratégicas son tan obsoletas como tú. ¡Oh, me olvidaba! Ni siquiera en tu época pudiste lograr que tu amigo no muriera.

Sabia que había sido cruel. Lo de Bucky, aún era un tema delicado para él y a pesar de que no había tenido la culpa de lo que había sucedido, sabía que cada noche se atormentaba con ello. Por eso, no esperó respuesta. Cobardemente se dio la vuelta y escapó de allí, antes de que él encontrase algo para decirle.

**

Ingresó a su habitación sintiendo esa sensación de ansiedad quemándole las entrañas, causando que sus manos temblasen y el aire le faltara. Necesitaba tranquilizarse.

Caminó hacia su vestidor y revolvió entre los trajes de alta costura que allí había, sin importarle que algunos cayeran al suelo, hasta que al fin dio con la pequeña bolsita y su corazón pareció serenarse en respuesta.

Tomándola entre sus manos, miró detenidamente varios segundos el polvo blanco en su interior. Su mente gritaba con fuerza porque lo dejase entrar en su sistema de una vez por todas, pero algo dentro de sí, repetía, una y otra vez, las palabras del Capitán.

"¿Acaso estas drogado, Stark?"

Eso era ante los ojos de él, un maldito adicto.

Riendo amargamente, permitió que la bolsita cayera de sus manos y se sentó en el suelo, escondiendo su cara entre sus brazos.

Toda su vida había admirado al Capitán América. Desde que había visto el brillo de orgullo en los ojos de su padre cuando le habló de él por primera vez, había deseado que llegase el día en que esbozara la misma expresión por él.

¿Cuántas habían sido las noches en las que había fantaseado que peleaba junto al Capitán y juntos, derrotaban a Hydra, salvando al mundo? En sus sueños, él y Steve siempre se llevaban bien y cuando Tony había llegado a la adolescencia, en sus sueños, se llevaban más que bien. Se había enamorado de él, de un completo extraño, 52 años mayor y que, además, llevaba más de 40 años desaparecido. El solo pensarlo en voz alta, hacía que ese hecho resultase patéticamente cómico.

El hecho de conocerle, un buen par de años más tarde, había quebrantado todas sus fantasías. Sus ilusiones habían sido pisoteadas la primera vez que los ojos de Steve le devolvieron la misma mirada con la que siempre le había observado su padre, aquella, que solo hablaba de una profunda decepción; aquella, que en silencio le decía que nunca sería suficiente. Y ahora esto...

Tony se puso de pie, sonriendo amargamente, y dejando todo como estaba, se dirigió hacia su taller.

La sensación de ansiedad estaba acrecentándose, pero, quizás, si se distraía con otra cosa, podría olvidarse de ella.

¿No había encontrado esa mañana, al fin, la ubicación de los laboratorios secretos del Doctor Erskine? Esos que incluso, Howard, desconocía que existían.

Sí, revisar nuevamente sus anotaciones, le haría olvidar.

**

Todos los bosques eran iguales: árboles, plantas, más árboles y en invierno, nieve y frío.

Se hubiese aburrido de dar vueltas por allí, si no fuese porque el traje de ironman le facilitaba las cosas.

Según los cálculos de J.A.R.V.I.S. , estaba a un par de metros de la ubicación del laboratorio, pero frente a sus ojos, no había nada más que vegetación. Llevaba más horas de las que hubiese deseado, buscando un lugar que casi era una leyenda; un cuento para niños, de esos que contaban los padres para hacerlos dormir... bueno, otros padres, que no fuesen los suyos.

Apagó los propulsores decidido a caminar esta vez. Había pensado que, quizás, desde las alturas encontraría algo que le llamaría la atención, sin embargo, se había equivocado.

Avanzó a duras cuestas, a través de las ramas y los caminos difíciles de transitar y por un momento, se sintió agradecido de la existencia del GPS; si se perdía allí para siempre, por lo menos, tendría un funeral que valiese la pena.

Soltó una risilla ante ese pensamiento... que manera más ridícula de morir.

Dio un par de pasos más, cuando tropezó con algo y cayó aparatosamente, por suerte, no había nadie a su alrededor que se riera de ello. Incorporándose, regresó sobre sus propios pasos y descubrió en el suelo, una rendija.

— J.A.R.V.I.S....- habló y como si la IA prácticamente leyera sus pensamientos, procedió con su análisis.

—La ubicación concuerda con los datos. Debajo de usted, hay una construcción de 10 metros de profundidad. Las paredes de plomo son de grosor indeterminado, mis censores no son capaces de atravesarlas. Lo siento, señor Stark.

Tony sonrió satisfecho.

—Gracias, J.A.R.V.I.S.- dijo, antes de colocarse de cuclillas y observar la rendija. Nada se veía a través de ella.

Colocando sus dedos dentro, comenzó a ejercer presión, hasta que pudo abrir una puerta – no sin esfuerzo- que se hallaba cubierta de nieve, hojas y barro. Al observar lo que había bajo ella, descubrió un sistema de seguridad, bastante primitivo, que pedía una clave para ingresar. Le bastó con desmontar el pequeño tablero numérico y conectar algunos cables al traje, para dar con la contraseña de éste. Al poco tiempo, la tierra pareció temblar bajo sus pies, obligándolo a moverse hacia atrás y mirar fascinado, como una puerta cedía, dando paso a la aparición de una escalera.

No recordaba vez alguna en la que se hubiese sentido tan encantado por la tecnología de antaño... bueno, quizás, con alguna que otra de las invenciones de Howard.

Sintiéndose ansioso y sin reparar en lo imprudente de sus actos, descendió por la escalera, observando como las luces se encendían a su alrededor.

Se sentía tan excitado con el hecho de que, a pesar de los años transcurridos, todo pareciera funcionar a la perfección. Su corazón daba brincos alegres en su pecho y la curiosidad, lo llevaba a querer analizar hasta el más mínimo detalle del lugar, sin embargo, cuando entró toda la emoción que le había embargado, se convirtió en desilusión.

Al parecer, había ocurrido un incendio allí. No quedaba más nada, que mesas de trabajo ennegrecidas, papeles y archiveros incinerados. El olor a cables quemados, atravesó su nariz como si no hubiese sucedido demasiado tiempo desde que todo había sucumbido al fuego, no obstante, era más que obvio que eso no era así. El polvo acumulado en los objetos, daba cuenta de que hacía décadas que nadie se pasaba por allí.

Caminó por el lugar, escuchando algunos vidrios crujir bajo las botas de traje y, aun así, se sintió curioso por el sistema de iluminación, quizás, esa era una prueba de que el incendio había sido adrede y controlado. Probablemente, el doctor Erskine había tomado sus precauciones y todo se había destruido una vez él había muerto.

Esbozó una sonrisa, sintiéndose orgulloso de alguien a quien nunca había llegado a conocer y continuó avanzando, a pesar de que una parte suya le decía que era en vano. Probablemente, no encontraría nada en ese sitio.

Dispuesto estuvo de marcharse al fin, cuando divisó un pasillo escondido detrás de un armario. Caminando hacia allí, corrió el mueble y se dio cuenta de que dicho pasillo, no llevaba muy lejos, pero sí, viraba hacía la derecha.

Entró en el estrecho lugar y doblando, se encontró con una puerta, la cual empujó hasta que la cerradura cedió. Las luces no se encendieron, por lo que aprovechó la del reactor que le sirvió para ver que dentro de aquella diminuta habitación, había una manta y bajo ella, un objeto que le superaba en estatura. Descubriéndolo, halló lo que parecía ser una máquina. La forma ovalada y la cantidad de botones que en ella había, poco y nada le dijeron. La miró con curiosidad, incluso, pidió a la IA que la analizara, sin embargo, no hubo manera de averiguar de qué se trataba y con ninguna nota a su disposición, sabía que sería una tarea difícil de llevar a cabo.

— J.A.R.V.I.S....- habló y esbozó una sonrisa. Estaba decidido a llevarse la maquina a la torre.


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