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El amar de un vampiro por Siri_Looper

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SeungRi caminaba por un oscuro edificio en construcción, estaba en el último piso, se había escabullido en el lugar durante la madrugada cuando ya ningún trabajador estaba cerca. Lo había intentado tres veces, se lanzó al vacío sobre una plataforma de concreto, no funciono, las tres veces se volvió a levantar con un poco de dolor en el cuello o con un brazo torcido, pero vivo y sin mayores daños, al suelo le había ido peor que a él con los impactos. 

Miraba la tenue luz del amanecer en el horizonte, que bueno que había traído su sombrilla, aquella que llevaba a todas partes, es cierto que ya no tenía ganas de vivir y a pesar de que el sol no lo mataba (ya había hecho el intento varias veces) dolía terriblemente cuando los rayos del sol tocaban su piel, esta se desquebrajaba y terminaba cayéndose, no era un bonito espectáculo, ya había descartado morir de esa manera. Miro hacia abajo desde el borde, pensaba lanzarse una última vez, pero ya había un poco de luz en la ciudad, no quería que alguien lo viera, prefirió bajar por donde mismo había subido, por una rustica escalera en construcción. Se fue del lugar cabizbajo, casi arrastrando los pies por el piso, deseaba tanto morir, al fin descansar y tal vez volver a ver a aquel que fue el amor de su vida humana, un hombre que ya había muerto hace mucho víctima de tuberculosis. 

El sol salió por completo, pero por suerte el cielo estaba nublado y los rayos luminosos llegaban tímidos a la ciudad, las calles se llenaron de personas que comenzaban su día, SeungRi caminaba entre ellos con su perfecto traje negro y su sombrilla del mismo color sobre la cabeza, totalmente ajeno a lo que pasaba en el mundo, mundo que habitaba, pero al que sentía ya no pertenecer.

Caminaba por el centro de la ciudad, pasó por un lugar muy lleno de personas que se dirigían a algún lugar aceleradas, la mayoría ignoraba su presencia, pero de tanto en tanto sentía un par de ojos voltearse hacia él, no le importaba, sabía que llamaba la atención con su traje elegante y sombrilla, también con su cabello rubio o tal vez su piel pálida, admitía que la inmortalidad le había hecho bien a su apariencia, pero eso lo tenía sin cuidado, ahora los humanos solo eran comida, solo se interesaba en ellos cuando el demonio de su interior le exigía sangre. 

Un joven venía caminando en la misma acera, pero en sentido contrario, llevaba grandes audífonos, ropa deportiva y un bolso del mismo estilo, SeungRi lo miró, no supo porque, fue instinto, casi como si su corazón se lo hubiese ordenado dirigió la mirada en esa dirección, era un poco más bajo y de piel morena. Sus pequeños ojos fueron inconfundibles, el vampiro se quedó mirándolo atónito, si su corazón aun latiera lo hubiese sentido desbordado en el pecho. Paró de caminar y se quedó mirando la espalda de ese hombre después de que paso a su lado, SeungRi estaba pasmado, no dejo de mirar al otro, solo cuando casi lo pierde de vista fue cuando atino a correr tras él, empujo a algunas personas, escucho sin prestar atención reclamos de los extraños. 

El rostro de aquel hombre era igual al del que fue el amor de su vida cuando era un humano, no entendía el porqué, quizás reencarnación, a pesar de ser inmortal habían muchas cosas que SeungRi no comprendía, su propia existencia era una de ellas. 

Camino tras el hombre, más despacio cuando lo tuvo más cerca, se mantuvo a una distancia prudente para no ser descubierto, se fijó en la forma de su caminar, en los gestos de sus manos al sostener su bolso o su teléfono celular, como se tocaba el cabello de vez en cuando, todas las formas de aquel que fue su razón de ser hace ya un par de cientos de años. SeungRi no entendía que estaba pasando, estaba un poco escéptico, era demasiado hermoso para ser verdad, que la vida le devolviera aquello que la muerte le había arrebatado muy pronto. 

Siguió al hombre siempre con su sombrilla en la cabeza para evitar esos débiles rayos del sol que hacían su piel arder aunque el cielo estuviera nubloso, llego hasta un pequeño edifico de dos pisos ubicado entre rascacielos, grandes mamparas de vidrio cubrían la entrada y dejaban ver al interior. SeungRi lo vio entrar, espero un poco al otro lado de la calle hasta que finalmente se acercó, miro entre los vidrios y lo vio, al moreno bailar entre otras personas, el lugar era una academia de baile para jóvenes y él parecía ser el profesor. Entre el reflejo sobre los cristales SeungRi pudo ver mejor el rostro de aquel hombre, estaba seguro que era el, su rostro era el mismo y también la forma de moverse, no sabía cómo explicárselo pero no le importaba. 

Al terminar la clase el hombre se despidió de algunas personas, luego se quedó hablando con un grupo, fue cuando el vampiro lo vio sonreír, aquella sonrisa que hacia sus ojos muy pequeños, vio como sus pómulos se agrandaban y dejaban paso a esa expresión tan adorable que SeungRi pensó que jamás vería otra vez. Se quedó mirando hasta que lo perdió de vista entre los pasillos del edifico, solo fue ahí cuando SeungRi se dio cuenta que su rostro estaba húmedo, lágrimas de sangre corrían sobre su pálida piel. 

 

— — — — —

 

SeungRi caminaba con su sombrilla cerrada en la mano, ya casi había anochecido por completo, en su otra mano llevaba una botella de agua fría, por supuesto que no era para beberla, era para regalársela a Young Bae, quería hablarle esa tarde, esperaría a que saliera de la academia y le diría la verdad, que era su más grande fan. 

El vampiro ya conocía gran parte de la vida del moreno, con su oído desarrollado y su capacidad de hipnotizar a las personas para que hicieran y dijeran lo que él quisiera sabía que, además de ser profesor, Bae pertenecía al grupo de baile de una empresa de entretenimiento, una empresa de idols, era parte de los bailarines de un famoso grupo de música y a veces aparecía en la televisión entre el resto de bailarines o debía seguirlos en las giras por todo el país como parte del staff, SeungRi se escabullía como una sombra en todos esos lugares, escondido en oscuros rincones miraba al moreno sin perder detalle de nada. 

Conocía sus rutinas, a sus amigos, sus gustos y sabía que todas las tardes después de salir de la academia Young Bae compraba un agua en un negocio cercano y la bebía mientras caminaba a casa. También sabia de cierta bailarina, una colega que trataba de engatusar a Young Bae, de seducirlo y él estaba cayendo lentamente. A SeungRi no le gusto, no por celos, sino porque siguió a esa muchacha un día entero y descubrió que era drogadicta, recurría a sustancias ilegales para mantener su peso y se prostituyo con productores para entrar a aquella empresa de entretenimiento con la esperanza de un día convertirse en una idol famosa, eso nunca ocurriría, pues una noche de vuelta a casa se encontraría con un demonio esperándola en un callejón oscuro, SeungRi la asesino, bebió su sangre hasta la última gota y lanzó su cuerpo al vertedero de la ciudad donde tardarían bastante tiempo en encontrarla. 

El vampiro amaba a Young Bae, lo amaba de la misma forma como lo había hecho cuando estaba vivo como humano, porque después de verlo por tanto tiempo sabía que era el mismo hombre del que se enamoró hace tanto tiempo y estaba dispuesto a cuidarlo, antes no pudo hacerlo, la tuberculosis se lo había arrebatado, pero esta vez era diferente, la muerte no podría quitárselo porque SeungRi era la parca en persona. 

Esa tarde cuando finalmente llego a la academia lo vio como siempre, bailando tras los cristales, SeungRi sonrió y paso su mano por el vidrio como tocando a Young Bae a la distancia, su manga estaba húmeda de sangre, antes había hecho una parada para beber de un vagabundo en un lugar peligroso de la ciudad, la mampara quedo manchada de rojo justo sobre la silueta de Young Bae, ahora lo miraba de tras de la mancha escarlata y fue como si algo lo hubiese golpeado en la cabeza ¿En que estuvo pensando? ¿Hablarle a Young Bae? Era algo egoísta, no podía ensuciar algo tan puro con su presencia, él era un demonio que se alimentaba de la vida del resto y Young Bae era algo precioso, demasiado importante como para echarlo a perder. 

Esa tarde cuando Bae salió de la academia, justo antes de pasar la puerta de salida encontró una botella de agua en el piso, de las que él solía comprar, le llamo la atención, parecía limpia y sellada y estaba justo en la mitad de su camino, al acercase vio en ella una tarjeta. 

"Para Dong Young Bae de tu más grande fan" 

El moreno miro a todas partes sin ver a nadie, ni siquiera al vampiro que se escondía entre la oscuridad, volvió a leer la tarjeta y una vez más miro alrededor, finalmente se fue con la botella en su mano, después de todo estaba sellada y tenía su nombre, quizá era una broma de sus amigos Daesung y Seung Hyun.

 

— — — — —

 

SeungRi ese día soñó con Ji Yong, ese sueño recurrente que cada cierto tiempo lo atormenta, despertó de su siesta diurna asustado y no pudo volver a dormirse, volvió a revivir en su mente esos antiguos tiempos en los que era nada más que un mortal enamorado del músico de su familia. 

Young Bae en una vida anterior fue el pianista de la familia Lee, una dinastía acomodada de Seúl cuyo único heredero era Lee Seung Hyun, un joven extrovertido que amaba su música o al menos eso creía el moreno. La verdad era que SeungRi llegaba a su lado cada vez que lo escuchaba tocar no porque amara su música, sino porque lo amaba a él. Fue una lástima que el joven heredero solo se atreviera a confesar esto en el lecho de muerte de su amado, mientras agonizaba le dijo al músico que lo amaba, de vuelta recibió una sonrisa y un delicado beso en los labios, su amor era correspondido, pero la muerte disfrazada de tuberculosis reclamaba al moreno hasta que finalmente logró arrebatárselo. 

SeungRi lloro sobre la tumba de Young Bae, por el amor que había perdido y por el arrepentimiento de no haberse confesado antes, se negó a apartarse del nicho de su amor incluso de noche, no tenía razón para seguir viviendo y no tenía fuerzas ni ganas de alejarse del cementerio. En una de esas noches el joven se quedó dormido sobre la tumba, en medio de la noche un ser milenario lo encontró, un vampiro que vivía en aquel cementerio, Ji Yong lo miro dormir sobre la tumba, pudo sentir la pena en él y la muerte acechándolo pues lo que más deseaba SeungRi en esos momentos era morir para estar con su músico. 

Ji Yong estaba hambriento así que sin pensarlo mucho se dispuso a beber la sangre de ese joven sobre la misma tumba, SeungRi despertó mientras su vida era drenada por el cuello, miro al ser de ojos rojos que se estaba alimentando de él, sus miradas se cruzaron un segundo y Ji Yong no pudo hacerlo, planeaba beber hasta la última gota para asesinarlo, pero había algo en sus ojos, en su expresión asustada, como si ese joven fuese conocido, algo en su conciencia no le permitió matarlo, lo dejo moribundo sobre la tumba y desapareció.

SeungRi a la noche siguiente se había convertido en un vampiro, nunca más volvió a ver a ese ser de ojos rojos, solo recodaba entre sueños verlo levantarse de su lado, mirarlo con rostro angustiado y un 'lo siento" que pareció pronunciado por la brisa del viento. SeungRi recordaba esos tiempos, cuando fue convertido, se preguntaba por enésima vez quien era ese ser y por qué no bebió de él hasta matarlo. Su mente divago más atrás, recuerdos del antiguo Young Bae tocado el piano en el gran salón, sonriéndole de forma adorable tras el instrumento, suspiro en su cama, tal vez la vida estaba devolviéndole ahora lo que había perdido hace tiempo, quizá esta era la razón de su existencia maldita, volver a encontrarse con ese amor que nunca se concretó del todo. 

En la penumbra de su habitación se llevó las manos al cuello, ahí colgada con una cadena había una argolla de oro, acaricio la joya con cariño, la había sacado del dedo muerto de su músico hace mucho tiempo con la idea de llevar algo de él para siempre. SeungRi finalmente se dio vuelta con la argolla dentro de su puño y cerró los ojos para intentar dormir, estaba confundido, quería hablarle a Young Bae pero en su interior algo le gritaba que eso no estaba bien, que era mejor admirarlo de lejos para cuidarlo como lo la persona más importante de su vida.

 

— — — — —

 

Anochecía y era hora de que Young Bae saliera de la academia de baile, SeungRi sabía que ese día no se iría a casa, debía ir a la empresa a practicar nuevas coreografías. Esa tarde el vampiro dejo una nueva botella con agua con la tarjeta, pero además también dejo su pequeña sombrilla negra pues llovía copiosamente sobre la dudad de Seúl y sabía muy bien que el moreno no llevaba paraguas. Se escondió en el mismo lugar que solía hacerlo, un oscuro rincón al otro lado de la calle, estaba empapado por la lluvia, pero una pequeña sonrisa adornaba su rostro, esperaba con ansias que Young Bae saliera y viera las dos cosas que había dejado ahí para él, Ia sonrisa se disolvió cuando su amado no salió solo, una joven estaba con él, ella llevaba paraguas, lo abrió en el umbral de la academia y ambos se alejaron refugiados muy juntos el uno del otro. Pasaron por un lado de la botella de agua y de la sombrilla que SeungRi había dejado ahí antes, pero Young Bae no las noto y solo siguió su camino sonriendo, estaba embobado con esa mujer y SeungRi pudo sentirlo incluso estando al otro lado de la calle. 

Hyo Rin era una joven modelo y actriz, estaba en el inicio de su carrera, solo había participado en pequeños papeles como extra en dramas, pero el jefe de la empresa decía que tenía un futuro prometedor. Conoció a Young Bae en la grabación de un video musical, él era parte del elenco de bailarines y ella la actriz principal, en seguida hubo química entre ellos, hasta las otras personas en el set pudieron sentirlo y todos vieron en ellos una bonita pareja, todos menos aquel vampiro que se escondía entre las sombras siempre cerca de Young Bae como su ángel guardián personal. 

SeungRi siguió a Hyo Rin la misma noche en la que la vio por primera vez, esperaba que fuera como el resto de las mujeres que se le insinuaba a Young Bae, una frívola chica que quería hacerse famosa, pero lo que encontró fue muy diferente, no era más que una joven de clase media que había visto una oportunidad para ganarse la vida en su belleza. SeungRi llego a la conclusión de que Hyo Rin era una buena persona y la odiaba por eso, quería matarla desde el primer segundo en que la vio, pero no podía hacerle eso a Young Bae, la forma en que él la miraba cuando estaba cerca, Bae estaba enamorado y SeungRi no quería hacerlo sufrir, no iba a ser el causante del gran dolor de perder al ser amado, no iba a permitir que sufriera de la misma manera a cuando el perdió a su músico.

 

— — — — —

 

Los años pasaron, Young Bae dejo de hacer clases en aquella academia, ahora se dedicaba totalmente a la empresa de entretenimiento, hacia coreografías y ayudaba a los trainner más jóvenes, seguía recibiendo esos regalos extraños que aparecían como la nada en su camino, al principio se asustó, se sentía un poco acosado, pero termino por acostumbrarse y se dio cuenta que eran regalos inofensivos, él suponía que eran de alguna chica muy tímida como para presentarse, a veces publicaba en sus redes sociales fotos de los regalos con un "Gracias", SeungRi no las veía porque no tenía redes sociales, pero a veces estaba observándolo de lejos mientras tomaba la foto con una tierna sonrisa en el rostro, por eso siguió dejando pequeños regalos, porque a Bae parecían gustarles. 

Muchas veces discutió consigo mismo, quería hablar con Young Bae, en un par de ocasiones caminó dispuesto a pararse frente a él y explicarle que él era quien dejaba los regalos, pero siempre se detenía en último momento cuando se daba cuenta lo absurda que era había sido su idea, Bae estaba tan enamorado de Hyo Rin, ahora estaban comprometidos, su carrera en ascenso, su presencia nociva sobraba en la vida del moreno, él no lo necesitaba más que en las sombras cuidándolo de manera anónima. 

SeungRi caminaba por la acera contraria a Young Bae y Hyo Rin, era mediodía y el fuerte sol amenazaba con quemar su piel, llevaba bien sujeta su sombrilla sobre la cabeza y en la otra mano un pequeño paquete de color negro, una caja aterciopelada, un par de gemelos de oro con forma de sol estaban dentro, en la tarjeta decía "Felicidades por tu matrimonio" y firmaba como siempre "Tu más grande fan". 

El vampiro los seguía a distancia esperando la oportunidad para dejar el regalo en el camino de Young Bae, tenía esperanzas de que usara los gemelos el día de su matrimonio, eligió los que tenían forma de sol porque eso era Young Bae para él, era como los rayos del sol que solo podía mirar de lejos. 

La pareja caminaba feliz tomados del brazo, algunas personas se volteaban a mirarlos, los reconocían de la televisión pues era noticia que Hyo Rin pronto contraería matrimonio con un talentoso bailarín, pero por suerte nadie los interrumpía en su andar, se quedaban mirándolos embobados, eran una pareja deslumbrante, caminaban con un aura de felicidad que todo el mundo podía ver, incluido el vampiro. A esas alturas SeungRi ya estaba resignado, iba a seguir cuidándolo desde las sombras para siempre, a Young Bae y a su esposa, también a sus hijos si es que les tocaba tenerlos, él era un oscuro ángel guardián, no sabía si el propósito de su existencia maldita era ese, cuidar al amor de su vida, pero le gustaba pensar que así era, que era su trabajo. 

Los novios se pararon en una esquina, el semáforo estaba en rojo, esperaban que la luz cambiara para cruzar, reían y se miraban con amor cuando una bocina llamo la atención de ambos, un auto se había pasado la luz roja, otro para evitar chocarle cambio de dirección, fue un reflejo casi involuntario del chófer que lo hizo precipitarse a la acera, perdió el control del auto pues había volteado demasiado rápido. Young Bae y su novia solo vieron un auto acercarse rápidamente hacia ellos, los neumáticos chillar contra el asfalto caliente, no pudieron hacer mucho, solo cerrar los ojos, abrazarse con más fuerza y esperar el impacto. 

El moreno escucho el choque, pero solo fue sonido en sus oídos, no había dolor ni impacto, abrió los ojos y vio a Hyo Rin, ella se aferraba con fuerza a su brazo con una mirada de terror en el rostro, rápidamente supo que estaba bien, miro al frente, el auto estaba destrozado frente a ellos, el chófer se bajaba con dificultad por el airbag, muchas personas estaban mirándolos y en el suelo frente al auto un hombre vestido con un perfecto traje negro, Young Bae lo miro, pensó que estaba herido pues el extraño se levantaba muy lentamente y su piel estaba increíblemente pálida, miro alrededor buscando que debía hacer, una sombrilla rota a un lado y cerca de sus pies una caja aterciopelada con una tarjeta arrugada por el choque, esa caligrafía que ya conocía de memoria, ese era su más grande fan. 

SeungRi entendió la mirada de Bae al ver la tarjeta, la duda en su rostro cuando lo miro sin entenderlo del todo, sus ojos se cruzaron y fue como miles de fuegos artificiales en su interior, había deseado tanto que Bae lo mirara, pero no era lo que esperaba, solo había angustia en sus ojos, el vampiro entro en pánico, eso era algo inesperado y no sabía cómo actuar, su pánico empeoro cuando los rayos del sol comenzaron a romper la piel de su rostro, podía sentir el ardor y el calor sobre él, sin pensarlo bien se levantó y rápidamente se perdió entre la ciudad a velocidad no humana, el moreno y algunas otras personas solo vieron una sombra perderse. 

Lo que sintió Young Bae al cruzar su mirada con el vampiro primero fue miedo, supo que esa mirada no era humana, pero al segundo después supo que no debía temerle, algo había en esos ojos adornados con grandes ojeras, sintió una pena fría recorrer su espalda cuando lo vio como si algo lo hubiese golpeado de repente en el corazón, al tercer segundo quiso hablar y preguntarle ¿Porque mirarlo se sentía de esa manera? ¿De donde era que se conocían? Pero el extraño desapareció tan rápidamente que ni siquiera alcanzo a gritarle "No, espera! 

Hyo Rin estaba hablándole, pero Young Bae no la escucho, tampoco a las personas que se acercaron preguntando si estaban bien, él se agacho y recogió la caja aterciopelada, un poco más allá había otra cosa, una argolla de oro en una cadena plateada que SeungRi perdió en el impacto, Young Bae la guardo porque sintió que esa joya le pertenecía, como si fuera otro de los regalos de su más grande fan.

 

— — — — —

 

Young Bae y Hyo Rin se casaron un sábado por la tarde, hubo una elegante fiesta de la que se habló por mucho tiempo, se fueron de luna de miel y al regresar descubrieron que ella estaba embarazada, luego de dos años tuvieron a su segundo hijo y a los diez años de casados ya tenían cuatro. 

Young Bae fue muy feliz junto a su esposa, pero tenía un secreto que no se atrevió a contarle, a ella ni a nadie: extraños sueños lo acechaban cada noche, a veces eran sueños buenos, él tocando el piano en un gran salón que parecía de otra época, pero a veces eran pesadillas, una fría sombra que intentaba jalarlo a un lugar desconocido y un "Te amo" de unos hermosos ojos llorosos que no quería dejar de mirar, todos los sueños tenían algo en común, aquel joven ojeroso de piel pálida que le había salvado la vida años atrás estaba en todos ellos.

Muchos años pasaron, sus hijos crecieron y se fueron de casa, Hyo Rin murió siendo una anciana y Young Bae sabía que pronto sería su turno. Una mañana fue al doctor, tenía una enfermedad hereditaria en el sistema nervioso que se había manifestado con su vejez y esa mañana su doctor le dijo que quedaba poco tiempo, que una noche podría irse a dormir y jamás despertar. Esa mañana después de ver al doctor camino por un parque cercano, era invierno y el cielo estaba nublado, aun así había gente en el parque y él se sentó en una banca con un libro en el regazo, pero no tenía ganas de leer, pensaba en lo que le había dicho su médico, ya había dejado todo en orden para partir, pero aun así no estaba listo, estaba asustado, le tenía miedo a la muerte y lo que había más allá, también a lo que no había. 

Bae miraba un perro pasear con su amo a lo lejos cuando noto que alguien se sentó a su lado, una figura negra se posicionó junto a él en la banca, se extrañó, solo lo vio de reojo, pero ¿llevaba una sombrilla en su cabeza? lo miro de frente para confirmar su duda. 

— Hola Bae — dijo SeungRi en un hilo de voz cuando sus miradas se cruzaron. 

El corazón del humano latió desenfrenado, aquel muchacho estaba ahí y tal como lo pensó, su rostro no había envejecido ni un día desde aquella vez que le salvó la vida décadas atrás. 

Young Bae siguió recibiendo regalos que aparecían mágicamente en su camino y con el pasar de los años entendió que aquel que se hacía llamar su más grande fan no era una persona normal, empezó a fijarse en los rincones oscuros, comenzó a ver esa sombra que lo acompaña siempre, algunas veces vio un par de ojos destellar en la oscuridad. Al recién descubrir que su fan no era una muchacha tímida Bae tuvo miedo, pero de a poco entendió que ese ser no estaba ahí para hacerle daño, todo lo contrario, lo cuidaba, termino de comprenderlo cuando uno de sus hijos le contó que cuando volvía tarde en la noche de la universidad una extraña sombra lo libró de unos asaltantes que querían robarle, también le ocurrió a su hija, cuando su novio borracho quiso propasarse con ella y una fuerza extraña lo lanzó fuera del auto en el que se encontraban. 

Young Bae no entendía el porque de lo que ocurría pero sentía una gran gratitud hacia ese ser que siempre estaba cerca, quería hablarle para agradecerle y preguntar todos los porque acumulados en su mente, pero nunca se atrevió a dirigirse a la sombra que alcanzaba a ver de reojo, temía a lo desconocido, como si SeungRi fuese un fantasma, temía invocarlo y luego arrepentirse. Cómo sabía que aquella argolla que recogió le pertenecía la dejaba siempre a la vista, sobre su mesita de noche, en la sala de su casa, era una especie de prueba para comprobar si desaparecía de repente, pero eso nunca paso, Ri nunca la tomó y Bae terminó por ponerla en su dedo y jamás volverla a sacar de ahí. 

Desde que vio a SeungRi a los ojos fue como si algo se activará dentro de Young Bae, a través de los sueños podía vislumbrar fracciones de una vida anterior y entre ellas recordó un nombre que sintió que siempre llevaba en su interior...

— SeungRi... — balbuceo Bae, no sabia porque el joven se mostraba al fin, no estaba seguro si eso era algo malo o bueno. 

Ri abrió grandes los ojos y luego una débil sonrisa adorno su rostro, pequeñas lagrimas de sangre se acumularon en la cuentas de sus ojos. Por fin podía hablarle a Young Bae, ya había terminado su vida, podía oler la muerte en él así que no tenia nada que perder, el trabajo que se había autoimpuesto ya había terminado. Ahora solo quedaba una cosa por darle a Bae, un último regalo de su más grande fan, pero este regalo no podía dejarlo en su camino como si nada, el moreno debía estar de acuerdo. 

— ¿Como sabes mi nombre? — pregunto SeungRi y limpio con la manga sus ojos llorosos, no quería que las lágrimas cayeran y ensuciaran su rostro.

— No lo se, lo recordé entre sueños — respondió sin quitarle la vista de encima, mirando cada detalle de su ser, saciando su curiosidad al fin de saber mejor quién estaba siempre en los rincones oscuros de su casa. 

— ¿Entre sueños? — preguntó el vampiro sin entenderlo. 

— Siempre te veo en mis sueños, a veces hay un salón, un piano... un beso... — Bae sonrió tímido y bajó la cabeza avergonzado, miró sus manos, la argolla en uno de sus dedos — un día apareció ese nombre y nunca mas lo olvide.

SeungRi sonrió ampliamente y limpio más lagrimas de sus ojos, él realmente era su músico, era el mismo hombre del cual se enamoró. Young Bae saco la argolla de su dedo y se la tendió al vampiro.

— Creo que esto es tuyo, lo recogí el día en que nos salvaste la vida a mi y a mi esposa — SeungRi tomó la joya y a miró de cerca. 

— Realmente no es mía... — se la tendió de vuelta y Bae la recibió — por favor conservarla, me gusta verte usarla. 

— Gracias — a Bae le gustaba esa joya, la volvió a colocar en su dedo y recordó todos esos gracias que le debía a SeungRi — gracias por salvar mi vida y la de mi esposa de ese auto cuando éramos jóvenes. 

— No fue nada — sonrió ampliamente Ri. 

— Mi hija, también la ayudaste a ella, cuando su novio estaba borracho y a mi hijo también, quisieron asaltarlo una vez y algo extraño ocurrió ¿todas esas veces fuiste tu? 

— Si, la pase bien, fue divertido. 

— ¿Porque? — al fin la pregunta que Bae había llevado reprimida tanto tiempo — te debo tanto y ni siquiera se porque ¿Quién eres realmente SeungRi? 

SeungRi dio un hondo suspiro, miro sus manos y comenzó a hablar. 

— Hubo un tiempo en el que fui humano, me conocían mejor como Lee Seung Hyun — el nombre hizo eco en el cerebro de Bae, pero no reaccionó, seguía escuchando atento — vivía en casa de mis padres y un día ellos contrataron un músico, un pianista, era moreno y tenía hermosos ojos pequeños, cada vez que escuchaba sus notas corría al salón, me sentaba frente a la ventana a disfrutar la melodía y a mirarlo de reojo, a veces nuestras miradas se cruzaban y el sonreía, lo hacía de forma tan adorable que yo... yo...

— ¿Tu que? — insistió Bae ante la duda del otro, su corazón latía fuerte, SeungRi estaba relatando uno de sus sueños, el más recurrente de todos y el sabia bien como terminaba. 

— Yo termine enamorándome... nunca lo dije hasta que él estuvo a punto de morir...

— Te dio un beso antes de hacerlo ¿verdad?, el estaba enamorado de ti también — había visto tantas veces la escena en sus sueños que ya había descifrado lo que significaba. 

Apretando los labios para ahogar las ganas de echarse a llorar SeungRi afirmó con la cabeza, nunca había hablado de su músico con nadie. 

— Pero él murió y yo me convertí en... esta cosa... aun no lo entiendo, no se porque sigo acá después de tanto tiempo, no envejezco y soy mas fuerte, pero no quiero nada de esto, creo que quizá mi propósito es cuidarte. 

— ¿Cuidarme? ¿Pero porque a mi? 

— Por que tu rostro es igual al de él, te vi un día en la calle y te seguí, luego no pude alejarme más, tú y ese músico son la misma persona solo que en épocas diferentes, tú eres el hombre del que me enamore hace todo ese tiempo...

SeungRi lo miro esperando que Bae se parara y saliera corriendo lo más rápido que su vejez le permitía, pero eso no ocurrió, el moreno solo estaba ahí mirándolo, encajando las piezas, uniendo las fracciones de vida que había visto dormido, armando el rompecabezas de sentimientos que tenía en el corazón. 

— Taeyang era su nombre, así solías llamarlo — dijo Bae, hace un segundo atrás no recordaba ese nombre, acababa de llegar a su mente, eso y otras cosas nuevas, fue como si alguien tomara su corazón y lo estrujaba como un limón, su pecho se apretó y de ahí salieron tantas cosas nuevas y extrañas que Bae por un segundo sintió ahogarse, sin poder contenerlo sus ojos se llenaron de lágrimas, ahora podía entenderlo mejor.

— Si, ese era su nombre, pero murió de tuberculosis la misma tarde en la que le dije que lo amaba — una lágrima de sangre rodó por su mejilla y cayó sobre su regazo. 

— ¿Porque estas diciendo esto ahora? ¿Porque no me lo dijiste antes? 

— Porque te veías tan feliz, no necesitabas a un monstruo como yo en tu vida, la gente como nosotros pertenecemos a las sombras, me bastaba con verte feliz desde lejos y saber que yo había aportado una milésima de esa felicidad. 

— Fue más que una milésima SeungRi, hiciste tantas cosas por mi y mi familia, debería estar una vida agradeciéndote, debiste haberme dicho todo esto antes, habría tenido más tiempo de darte las gracias, ahora estoy muriendo... — y Young Bae cayo en cuenta que la historia se repetía, una confesión de amor repentina en en su lecho de muerte. 

— Lo se, escuche al doctor... por eso estoy aquí, porque esta vez puedo hacer algo al respecto, no tienes que morir, no del todo...  

Ambos se miraron, Bae tenia miedo de preguntar a que se refería y desvió la mirada a su regazo, jugueteo con sus dedos con la argolla en el. 

— ¿No tendré que dejar a mis hijos ni a mis nietos? —  era una de las cosas que mas le importaban de morir, dejar a su familia. 

— Ya no podrán verte, pero podrás cuidarlo tal y como yo hice contigo, puedes ser como yo... —  Bae levanto la mirada y vio al vampiro a los ojos. 

— ¿Y podre estar contigo? ¿Sin que te escondas de mi? 

SeungRi sonrió levemente, en sus ojos había angustia, miedo a una respuesta negativa, estaba ofreciéndole a Bae todo, la inmortalidad era el regalo mas preciado que podía darle, que le respondiera que no seria un duro golpe. 

— Si, podremos estar juntos —  respondió el vampiro — por toda la eternidad si es lo que deseas, la muerte ya no podrá llevarte nunca, podríamos cuidar de tu familia, juntos... 

Bae sabia que no había nadie mas capacitado para cuidar a su familia que SeungRi,  el "por toda la eternidad" siguió dando vueltas en su mente golpeando las paredes de su cerebro. 

— No tienes que contestar ahora, solo piénsalo y...

— Si quiero — lo interrumpió mirando con los ojos bien abiertos, apretando sin saber porque el libro en sus manos, un extraño cosquilleo agradable estaba en su estomago mezclado con el miedo a un futuro demasiado grande — quiero pasar la eternidad contigo SeungRi..., solo prométeme que seguirás cuidando de mi...

El vampiro sonrió ampliamente, y sorprendido vio las manos del otro moverse y sostener las suyas frías y pálidas.  

— Lo prometo, para eso vivo Young Bae, para cuidarte. 

Bae sonrió y sin soltar las manos ajenas se deslizo por la banca, quedo pegado al otro para apoyar la cabeza en su hombro, se sentía muy cansado, cerró los ojos y a pesar de que el cuerpo de SeungRi estaba muy frió era agradable, el lugar al que pertenecía. 

—  Puedes llamarme Taeyang si quieres... ese nombre también me gusta —  dijo sin abrir los ojos —SeungRi sintió como un vació fuese llenado en su interior, la parte faltaste de su alma, esa parte que se había llevado Ji Yong al morderlo al fin estaba de vuelta, esa parte llamada humanidad, había recuperado al amor de su vida y con eso las ganas de vivir. 

—   Prefiero Bae, después de todo, pase mas tiempo con Dong Young Bae que con Taeyang...

 

Fin

 

¡Gracias por leer! 

 


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