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"Al otro lado del espejo". por darkness la reyna siniestra

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Notas del fanfic:

Buen día para las hermosas personas que leen esta nueva historia, hoy presento mi regalo para Saga y Kanon de Géminis en su cumpleaños.  En esta historia nuestros gemelos tienen 25 años. Advierto también que este fic es de contenido twincest, es decir SagaxKanon por si a algunos no les gusta, pero si la pareja es de tus favoritas por favor se bienvenido a leer y si crees que me lo merezco, regálame un review dejándome tu valiosa opinión ya que eso me motiva a mejorar cada día a la hora de crear nuevas historias y a seguir alimentando las que ya tengo. Muchas gracias por leer, que disfrutes la lectura.

Notas del capitulo:

Saint Seiya, Saga, Kanon ni ninguno de los personajes utilizados para la creación de este fanfic me pertenecen a mi. Los anteriores elementos mencionados son propiedad del señor Masami Kurumada, y sus asociados, yo no obtengo ningún fin lucrativo al mencionarlos en esta trama de mi autoría intelectual, más el de regalarles a ustedes queridos lectores un tiempo ameno de lectura y viaje entre letras…

 Capítulo único: “El reflejo de un corazón gemelo”.


- ◊ - § - ◊ -


Las jades brillantes recorrían su imagen a través del cristal cuyo reflejo le miraba con admiración como si de una obra de arte se tratase. Era extraño, ese brillo no era el suyo propio y la mano que sostenía el cepillo que peinaba sus largos cabellos azules cayó lentamente hasta un costado de su masculina figura. No era la primera vez que se sentía observado por ese espejo cuya sonrisa se mostraba coqueta y hasta desvergonzada tan diferente a la suya que cargaba un tinte tímido y discreto…


La elegante mano de piel clara fue acercándose hasta el vidrio, posándose sobre el pecho de ese reflejo que también tocaba el suyo, pero Saga se asustó al poder sentir el tacto de quien le imitaba al otro lado. Se alejó de un sobresalto hasta chocar la espalda con el respaldar de la silla donde minutos atrás había estado sentado leyendo una carta de quien era su prometido. Sin poder creer lo que había pasado dirigió de nueva cuenta su mirada al espejo donde aún para su sorpresa seguía su reflejo, mirándole con una sincera tristeza ahora con ambas manos puestas sobre la brillante superficie desde el otro lado.


Algo en el interior de Saga se estrujó al ver esos ojos opacos, no comprendía por qué sería pero se acercó nuevamente lento y titubeante hasta esa ilusión atrapada en el cristal con marco de plata que le servía para apreciar su hermosa faz.


—¿Q-quién eres? —Saga interrogó dubitativo al frente de su imagen.


El prisionero se dejó caer sobre sus rodillas con lentitud, y mirando directamente al otro hombre respondió:


—Soy tu reflejo, soy todo lo que no te han permitido ser —había expresado con voz susurrante.


—¿Pero cómo es posible que mi reflejo me esté hablando y que haga movimientos a voluntad propia? Esto no es normal, ¿cuánto tiempo llevas dentro de mi espejo?


—Estoy aquí desde la primera vez que te has reflejado, yo soy todo lo que tu corazón desea, lo que tu mente añora. Todas las palabras que no puedes expresar, todas las acciones que no se te permiten realizar eso es lo que yo soy. Tú me has creado a partir de tu sueño de ser libre de las etiquetas y de los comportamientos socialmente correctos para un joven hombre de tu actualidad.


Los ojos de Saga se sobre abrieron, no podía creer que su reflejo le estuviera diciendo todo lo que él tanto escondía a ojos de su padre, no tenía hermanos a quien contarles sus secretos y muchas veces cuando la presión de su entorno le hacía sentir que ya no podía más, le hablaba a su imagen en el espejo para desahogarse. Contándose a si mismo sus pesares, y todo lo que quería poder hacer, Saga había creado un personaje con el fin de sentirse acompañado y escuchado, un personaje cuyo nombre era…


—Kanon… —susurró Saga mientras sus ojos empezaban a acumular lágrimas que se colgaban de sus largas pestañas inferiores para pronto liberarse y correr libres por la suavidad de sus mejillas.


—Así es… ven conmigo Saga, ven a mi lado y se libre. Aquí nadie te volverá a someter a un reglamento, serás libre para reír y llorar si así lo deseas. No hay trajes de etiqueta ni antifaces de metales preciosos pero si hay senderos verdes, cielos azules y la lluvia podrá acariciarte sin que nadie te considere un loco por disfrutarlo. La luna te contará tantos secretos como estrellas haya en el firmamento, el viento te acariciará el rostro y yo… yo podré estar siempre contigo y amarte como te lo mereces…


Finalmente los sollozos escaparon de esa garganta silenciada, Saga miró a Kanon con esperanza y dolor entremezclados, recordaba haberle contado a su reflejo como se había sentido cuando su padre le informó que había sido comprometido con el hijo mayor de uno de sus socios. Se sintió vendido con tal de que los negocios de su familia crecieran, ni siquiera conocía a su futuro esposo más allá de su apariencia. Su padre simplemente le robó el placer de enamorarse sin tenerle compasión.


Al día siguiente de eso, el hombre llegó junto con su hijo, al verlo Saga comprendió que nunca podría ser feliz junto a un hombre como aquel rubio de mirada fría que en la intimidad de la biblioteca le había dejado más que claro que su matrimonio no sería como el de los cuentos de los infantes. Comprendió entonces que a Radamanthys sólo le importaba obtener algo de beneficio por desposar a un Géminis y lo que eso le traería ante la sociedad en la que sus apellidos eran engrandecidos.


Saga lloró con desespero frente al espejo que escuchaba sus sentimientos, mientras que esta vez Kanon si imitaba las acciones del otro, llorando amargamente ante la impotencia de no poder hacer nada para que su amado no sufriera ese destino vacío y sin amor. Pero ya había esperado demasiado tiempo sin hacer nada, Kanon no soportó más y fue esa mañana que se había decidido a mostrarse frente a Saga.


El prisionero del espejo estaba consciente que era el día de la boda, debía hacer lo que fuera posible para que su amado Saga no sellara su destino con aquel hombre que aunque no conocía, odiaba con toda su alma por esclavizarlo a una vida llena de soledad y donde lo único que importaba era la reputación que tuviera frente a personas vacías cuyo valor de alguien era según sus posesiones materiales. No, Kanon no estaba dispuesto a permitirlo.


—Kanon… no puedo irme —sollozó juntando las palmas de sus manos con las del otro sobre la fría superficie—, no puedo decepcionar a mi padre, tengo que casarme con Radamanthys…


—No Saga, no debes hacerlo sólo porque tu padre te haya vendido con ese tipo, tu padre no será el que sufra la frialdad de un ser que nunca sentirá amor. Por favor, amor mío ven conmigo, te conozco más que tú mismo y te juro que el amor que siento por ti nunca se va a acabar.


—Tú no comprendes, no puedo fallarle… le debo tanto que aceptar este destino es lo menos que puedo hacer. Perdóname, Kanon…


—¡¿Qué!? ¡Saga, no lo hagas! —gritó poniéndose de pie y golpeando su lado del espejo con desesperación, no podía dejar que Saga cargara con ese futuro.


Por su lado el otro joven tomó una tela de terciopelo azul real y costuras doradas para cubrir el espejo completo desesperando más al hombre en él. Saga se alejó sin dejar de ver la tela y escuchar los gritos entre sollozos y los golpes secos de Kanon para evitar que cometiera la locura con la que esperaba complacer a su padre.


—¡Saga! —gritaron al otro lado de la puerta, sobresaltándolo.


El joven hombre volteó rápidamente hacia la puerta y luego hacia el espejo cubierto desde donde ya no se escuchaba nada.


—¡Saga, maldición! —seguía llamando su padre desde el otro lado de la puerta de caoba. El nombrado se limpió las lágrimas antes derramadas lo mejor que pudo y fue a abrir la puerta de su habitación.


—Honorable padre —saludó con la mirada al piso al abrir y encontrarse con el hombre.


—¿Qué tanto estás haciendo? Ya deberías estar listo, Hades y su hijo Radamanthys no tardan en llegar —sentenció el hombre de largo cabello azul y piel canela con tono pesado.


—Discúlpame padre, no tardaré, sólo serán un par de minutos más y llegaré al despacho antes de que ellos lleguen.


—Más vale que así sea o yo mismo vendré a sacarte de los cabellos para llevarte a rastras frente a ellos.


Deuteros se dio la vuelta alejándose dejando a Saga solo de nuevo, el menor cerró la puerta. Se apoyó de espaldas a ésta y se deslizó hasta llegar al suelo donde las lágrimas y los sollozos lo sobrepasaron por completo. Por más que trataba no podía comprender que un hombre de 25 años como él aún se dejara manipular por su padre como un viejo títere que hace lo que la mano del titiritero quiere, estaba harto pero a pesar de eso no quería deshonrar a Deuteros y si sacrificar su felicidad junto a Kanon era la única forma, debía hacerlo.


Los minutos pasaron, el socio de Deuteros, Hades y los tres hijos de éste llegaron puntuales, los hermanos menores de Radamanthys serían los testigos de la boda civil por ello habían asistido. Saga ya les esperaba junto a su padre en el despacho. El ama de llaves guió a los recién llegados a donde la reunión se llevaría a cabo.


—Puntuales como siempre —sonrió Deuteros.


—Así deben ser los negocios —respondió Hades—. Minos y Aiacos vinieron para ser los testigos.


—Me parece bien, sólo hace falta que llegue el juez y podremos empezar.


Saga no escuchaba nada de lo que los mayores hablaban, estaba con la mirada perdida en el exterior de la ventana, pensaba en Kanon, en el interior del espejo donde se veía un día soleado y hermoso, muy diferente a ese cielo gris que amenazaba con soltarse a llorar en cualquier momento, él sabía bien que estaba sacrificándose por quien nunca se lo iba a agradecer, su padre desde niño le demostró que nunca le interesó, más esperaba a que creciera para poder ofrecerlo como mercancía a quien pudiera pagar el precio por su incomparable belleza masculina.


No fue consciente de su entorno hasta que Radamanthys se le acercó y discretamente le tomó con fuerza de la muñeca derecha para captar su atención. Saga le vio deprisa asustado por el brusco y repentino agarre.


—¿Te llegó mi carta ayer? —susurró con voz turbia.


—S-si, le he leído…


—Más vale que no le hayas dicho nada a tu padre sobre eso


—No le he dicho nada, además tampoco creo que le importe mucho si te andas revolcando con uno y otro mientras no les pase nada a las ganancias que generará el que estemos casados.


—Si te portas bien puede que hasta te guste estar conmigo, no puedo esperar para hacerte mío, Saga de Géminis…


Radamanthys acarició la mejilla derecha de Saga, él simplemente cerró los ojos con desagrado. En su interior deseaba estar con Kanon, quería verlo y escucharlo. Deseaba poder sentir sus brazos idénticos rodearlo y ser llenado por el calor diferente de ese cuerpo gemelo del suyo.


—Volveré en unos minutos, dile a mi padre que no tardaré se me ha olvidado hacer algo.


Saga se soltó del agarre del rubio y salió rápidamente del despacho, Deuteros le vio irse pero no alcanzó a decirle algo, Radamanthys se acercó para aclarar las dudas de su suegro.


—Saga me ha dicho que se le ha olvidado hacer algo y que no tardaba en volver.


—Vaya pero al menos pudo haberse disculpado al salir —dijo molesto el peil-azul.


—Déjalo —aportó Hades—, seguramente no le dio tiempo, además ya habrá momento para las formalidades.


Los pasos apresurados de Saga se volvieron una carrera, corría subiendo las escaleras hasta llegar a su habitación, una vez allí cerró la puerta con llave y se dirigió al espejo de donde prácticamente arrancó la tela que cayó al suelo con descuido para reflejarse en el cristal que le mostraba nada más su triste reflejo. Palpó con ambas manos mientras llamaba a Kanon pero no hubo ningún cambio en su imagen.


—¡Kanon! ¡¿Dónde estás, Kanon?! ¡Por favor Kanon…! No me dejes solo…


Al llamarlo numerosas veces y ver que Kanon ya no estaba ahí, Saga cayó de rodillas al suelo llorando con amargura, lo había perdido, perdió a la única persona que lo había amado, dejó escapar la oportunidad de ser libre y de amar…


Pasaron al rededor de veinte minutos cuando por fin decidió salir de la habitación e ir hacia el despacho, su padre debía estar furioso por su tardanza aunque no haya ido a buscarlo quizás por mediación de Hades, el hombre era bastante tranquilo y meticuloso. Saga había ocultado lo mejor que pudo que había estado llorando y al abrir la puerta descubrió que ya el juez que lo casaría con Radamanthys estaba ahí.


—Lamento mi tardanza… —dijo a modo de disculpa cuando entró con la cabeza baja.


—Hasta que te dignas a aparecer, el señor juez debe atender otros asuntos y por tu culpa no podíamos empezar —regañó su padre.


—Discúlpeme señor juez, yo… —Saga levantó al fin la mirada para ver al susodicho quedando perplejo, la voz murió en su garganta y sus ojos se sobre abrieron ante lo que miraban.


—No se preocupe, joven Saga yo comprendo que debía ser un asunto importante —le sonrió el juez que no era otro más que Kanon.


Cuando Kanon fue llevado al despacho por el ama de llaves, todos se sorprendieron y Deuteros incluso lo confundió con su hijo preguntándole el por qué se había cambiado de ropa a lo que Kanon le dijo que era el juez que casaría a un par de jóvenes en ese lugar.


El Géminis mayor tuvo que mirar de nuevo al hombre que si bien era idéntico a su hijo, tenía algunas diferencias como por ejemplo el color de su cabello que era mucho más claro que el de Saga y en los ojos verdes de Kanon se encontraba un brillo totalmente diferente al de los ojos tristes de su familiar. Además la voz del juez también sonaba realmente distinta.


—¿Sorprendido, hijo? —Deuteros se acercó a él abrazándole por los hombros— Cuando llegó lo confundí contigo, es que son iguales parecen gemelos.


—E-eso veo… ¿Cuál es su nombre, señor juez? —quiso saber Saga nervioso de la respuesta.


—Mi nombre es Kanon, joven Saga…


Las piernas de Saga temblaron haciéndole sentir que en cualquier momento caería de rodillas, no lo creía Kanon estaba frente a él en ese momento, fuera de su espejo.


—Bien me gustaría que empezáramos ya con el papeleo pero revisando ahora entre mis cosas noto que se me ha quedado el acta principal en el auto, podría ir por ella si no les importa.


—Claro señor Kanon, puedo decirle al ama de llaves que le guie sin gusta.


—No se preocupe, señor Géminis. El joven Saga podría guiarme y así ambos regresamos sin más problema.


—Es muy buena idea, Saga acompaña al señor Kanon —dijo Deuteros, Saga tembló de pies a cabeza al saber que estaría cerca de Kanon sin que nadie los mirara.


—Sigame, por favor.


El joven de la casa inició pasos inconscientes hasta la puerta que abrió para que Kanon saliera seguido de él. Saga cerró la puerta y alcanzó al juez que ya iba un poco adelante por el pasillo tenuemente iluminado consecuencia de la oscuridad del exterior. No tenía la menor idea de que decir o hacer ante esa situación tan extraña e inverosímil de la que estaba siendo parte.


Kanon mientras tanto no decía ninguna palabra, simplemente vigilaba por el camino que no hubiese nadie cerca, hasta que finalmente llegó al inicio de las escaleras de la enorme casona. Sabía que Saga lo seguía unos pasos atrás por lo que se detuvo para que el otro lo alcanzara y entonces pudo al fin articular palabra y acción que dejó perplejo al futuro esposo.


Con velocidad y apuro agarró a Saga de la muñeca derecha, jalándolo hacia su propio cuerpo para envolverle en sus brazos con desesperación y necesidad. El otro hombre tardó unos segundos en responder pero cuando salió de su estupor respondió el abrazo que le estaban dando, Saga apretaba fuerte a Kanon como temiendo que éste se fuera a desvanecer en un abrir y cerrar de ojos, no quería perderlo de nuevo.


—Saga, mi Saga ven conmigo, vamos al espejo y olvidate de este mundo en el que sufres tanta tristeza y soledad.


Se separaron para verse a los ojos cada uno en los espejos del otro pudiendo palpar cada sentimiento ahogado que recorría sus corazones.


—Te fui a buscar más temprano pero ya no estabas y yo en verdad creí que nunca iba a volver a verte, Kanon, quiero irme contigo al interior del espejo.


—No podía permitir que el hombre que amo se sacrificara por lo que no lo vale, no pude quedarme de brazos cruzados mientras tú sufrirías Saga, larguémonos de aquí antes de que salgan a buscarnos.


Kanon soltó a Saga para tomar su mano y que ambos comenzaran a subir por las escaleras hacia el cuarto del Géminis donde el espejo estaba brillando entre resplandores plateados que llenaban los espacios oscuros.


Corrían tan desesperadamente que ya no importaba que alguien escuchara los pasos apresurados casi atropellados sobre los escalones. Saga abrió la puerta de su recamara y junto a Kanon entraron veloces para pronto cerrar con llave desde el interior. Al estar ahí con el corazón en la garganta, juntos y sintiéndose felices por lo que les esperaba al otro lado del cristal, Kanon abrazó a Saga una vez más pero esta vez los labios sedientos de caricias se encontraron para devorarse con la urgencia y la pasión desbordante que tiene la luna al besar al sol en un eclipse.


—Mi mayor anhelo desde que te vi fue besarte Saga, no imaginas cuanto te amo…


Al separarse del beso Kanon tomó de la parte trasera de la cabeza a su igual para juntar ambas frentes, los dos se sentían felices de al fin estar reunidos.


 


- ◊ - § - ◊ -


 


Hades le echaba un vistazo a su reloj de oro blanco, muchos minutos habían pasado y el hijo de Deuteros y el juez no aparecían, el azabache no se molestó en ocultar el descontento que comenzaba a embargarlo.


—Deuteros, tu hijo y el juez han tardado mucho ya, tengo otros asuntos que atender.


—Tienes razón, estaba tratando de ser comprensivo pero esto es demasiado. No creo que hayan ido al registro civil para redactar el documento que necesitamos.


—Podemos ir a buscarlos —opinó Radamanthys poniéndose de pie del sofá de cuero negro junto a la ventana.


—No podemos perder más tiempo así que los buscaremos —Hades también se puso de pie—. Vamos, Minos, Aiacos pónganse en marcha para encontrar a Saga y al juez.


Los hijos menores del de cabellera negra se levantaron dispuestos a ayudar. Los cinco hombres salieron del despacho llegando en un par de minutos al pasillo donde optaron por dividirse. Mientras Hades iba a la entrada de la enorme casa para buscar señales de los dos peli-azules en el exterior, Minos revisaba el jardín trasero, la biblioteca privada y la sala de estar. Aiacos iba por los pasillos y habitaciones aledañas para ver si les encontraba ahí. Radamanthys y Deuteros iban con dirección a la habitación de Saga, en las escaleras se habían encontrado a una empleada de la servidumbre quien les había dicho que había visto al joven correr escaleras arriba hace poco tiempo por lo que los dos dedujeron que Saga estaba en sus aposentos.


—Por qué Saga habría subido corriendo a su habitación… —el rubio meditaba, algo no le estaba gustando.


—No lo sé, y lo peor es que June dijo que sabía que era él por el pantalón que vestía, no supo si Saga iba solo o acompañado.


—Al manos ya sabemos donde puede estar.


Los presurosos pasos encontraron su final frente a la puerta de la habitación del joven de cabellera azulina.


 


- ◊ - § - ◊ -


 


—El espejo está listo para recibirte ahora Saga, puedes entrar y mi mundo te reconocerá como parte de él.


—Está bien, Kanon… ¿Sabes?, siempre quise agradar a mi padre aún a pesar de que él nunca me ha demostrado más valoración que de la de un objeto de intercambio. Siempre esperó a que creciera para poderme vender a quien le diera lo que consideraba que era mi valor —suspiró con pesar.


—Ya no pienses en eso, amado mío, ya no deberás preocuparte más por ser aceptado por alguien que no tiene corazón en el pecho —besó la mejilla de Saga—. ¿Ya has dejado la carta?


—Si, la dejaré junto a la fotografía de mi madre para que pueda encontrarla más fácilmente.


—Bien, vamos entonces, tu padre y Radamanthys acaban de llegar al segundo piso y se acercan rápido hacia acá.


—¿Cómo lo sabes? —Saga ya tenía una de sus piernas dentro del espejo, Kanon lo recibía desde el interior.


—Simplemente lo sé, vamos Saga no tengas miedo, suéltate de los bordes yo te atraparé.


Kanon mantenía una sonrisa reconfortante en sus labios, rodeaba a Saga de la cintura hasta que el espejo lo absorbió por completo, liberándolo de esa realidad a la que por tanto tiempo estuvo atado y sobrellevando lo mejor que podía sus tristeza y frustraciones bajo el manto de la soledad.


Mientras afuera de la habitación Deuteros y Radamanthys vociferaban y golpeaban la puerta con la intención de derivarla, ambos hombres acordaron unir sus fuerzas para irse contra la puerta, logrando con sus cuerpos abrirla de manera violenta al mismo tiempo que el vidrio del espejo dejaba de brillar y se astillaba en cientos de fragmentos, cerrando así para siempre la entrada o salida de otros que no fueran Saga y Kanon.


Deuteros entró sin perder un sólo segundo buscando con la mirada a su hijo y si al caso al juez, Radamanthys se había quedado de pie en el marco de la puerta. Hades llegó segundos después junto con Minos, Aiacos y June, una de las empleadas de la casona que preocupada por el ruido había subido.


—¿Qué ha pasado, Radamanthys? —preguntaba Hades con la voz impaciente.


—No lo sé padre, la empleada nos dijo que vio a Saga subir hasta su habitación pero aquí estamos y no hay ni rastro de él, ¿ustedes pudieron dar aunque sea con el juez?


—No, salí al exterior pero no hay ningún otro auto aparte del de Deuteros y el nuestro, además nadie ha visto ingresar otro auto desde que hemos llegado.


—¡¿Qué?! ¡Pero el tipo ese dijo que había olvidado el acta en su auto!


—Tal parece que no tenía ningún auto.


—Señor Deuteros, puede que Saga esté en alguna de las demás habitaciones de esta planta, podemos seguir buscándolo y… —decía el rubio pero Deuteros lo interrumpió.


—No… —susurró dándoles la espalda a los demás hombres en la escena— Saga no está en ninguna otra parte de esta casa…


—¡¿A qué te refieres, Deuteros?! —la paciencia de Hades había abandonado su cuerpo.


El peli-azul se giró para encarar a su socio, los demás pudieron ver que sostenía un papel entre sus manos temblorosas.


—Saga se ha marchado, Hades. ¡El muy bastardo se largó! —presa de la furia de ver su negocio frustrado Deuteros golpeó con el puño que sostenía la carta ahora arrugada, el centro del espejo logrando que los fragmentos que se habían negado a caer tras astillarse, se desprendieran y cayeran como una lluvia a la alfombra de la habitación donde el sonido se fusionó con el de un fuerte trueno que en ese momento anunciaba una fuerte tormenta.


 


- ◊ - § - ◊ -


 


—Papá, mamá ahora él también será su hijo.


Kanon llevó a Saga a su hogar, al joven le vino un sentimiento extraño al ver su casa pero no como de donde acababa de escapar, sino todo lo contrario, ésta tenía ese calor que en la suya nunca experimentó. Pronto había entendido que Kanon era él mismo pero de esa otra dimensión del otro lado de su espejo, un universo donde su madre no murió cuando él tenía un año, uno donde su padre lo amaba y protegía y donde la generosidad era palpable, habían muchas fotos de ellos como familia por todos lados y bellas flores frescas decoraban los rincones. Saga no podía con tantas cosas y lloró, pero lo hizo de tanta felicidad que sentía en ese mundo, de sentirse amado por Kanon y por sus padres quienes le abrazaron con amor y dulzura, una que había olvidado como se sentía.


—Bienvenido a casa, Saga, hijo mío —dijo la hermosa mujer de cabellos celestes sonriendole y besandole el rostro


—Nosotros te protegeremos y te amaremos, eres nuestro hijo —secundó el Deuteros de ese mundo abrazando por los hombros a Kanon quien sonreía dichoso de tener ahí con ellos a su amado Saga.


—Muchas gracias, en verdad muchas gracias…


Las lágrimas no podían ni querían ser contenidas, pero ya no era necesario hacerlo pues en ese mundo él podía ser tan libre como quisiera con sus emociones y sentimientos y agradecía ese hecho.


 


- ◊ - § - ◊ -


 


Un año exacto se cumplía ese día desde que Saga estaba en ese mundo, ahora dormía profundamente sobre su pecho mientras que él velaba su sueño. Kanon miraba el firmamento enjoyado de estrellas y cometas donde la luna era la reina y brillaba bendiciendo su unión, Saga acababa de entregarsele como tantas otras noches lo hiciera. Su lazo era cada vez más fuerte, lo que hacía que se amaran el uno al otro con mayor ímpetu. Ninguno de los dos se imaginaba ya la vida sin el otro les gustaba la forma de amar de su gemelo, les llenaba de un calor que era único en su clase y les daba el sentimiento de ser afortunados. Los cabellos de Saga se sentían suaves entre sus dedos, el calor de su cuerpo era la paz más cálida de su alma y su tacto era un regalo de los dioses.


Para Saga era el placer más hermoso que haya experimentado jamás cuando poseía a Kanon, escuchar sus gemidos, sus suspiros y saberse dueño de eso lo hacía sentir como el hombre más afortunado del mundo, el sabor de la boca del de cabellos más claros era su droga personal. Pero aún así no dejaba de preguntarse en algún momento del día si aquello era correcto, parecía un narcisista enamorado de su propio reflejo pero en realidad no amaba a Kanon por ser físicamente igual a él, sino más bien porque el otro era todo lo que él deseaba ser y aunque no lo fuera propiamente, sentía que al Kanon serlo lo complementaba de una manera fantástica. Porque Kanon era esa pieza que no sabía que le faltaba y que al encontrarla lo había hecho infinitamente feliz.


El cuerpo tibio y desnudo se removió entre los brazos del otro hombre hasta verse y perderse uno en los ojos del otro. Verdes tan iguales pero con brillos tan diferentes…


—¿Has dormido bien, Saga? —sonrió Kanon, besando la frente del nombrado.


—A tu lado siempre puedo dormir bien, Kanon…


Saga se levantó un poco para poder alcanzar los labios de su igual, besándolo con lentitud y cariño, el contacto era lento en un inicio pero pronto se volvió rítmico y profundo hasta que las lenguas rosadas y húmedas participaron exploradoras y vivaces. Saga consiguió recostar mejor a Kanon para colocarse sobre él y besar ahora su fino cuello, lamiendo y marcando cada milímetro de piel expuesta. Las manos de Kanon acariciaban con deseo la espalda y los glúteos de Saga, ambos se acariciaban y en lo que el otro lamía el cuello de quien estaba recostado sobre su espalda, éste besaba y chupaba el cuello y parte del hombro del que yacía sobre él.


Las dulces voces se deshacían en gemidos y suspiros indecorosos y armónicos, como un cántico que la luna y las estrellas disfrutaban desde su privilegiada posición. Silenciosas esperaban el momento de la mutua entrega como muchas noches pasadas dentro de esa habitación de amplio ventanal, por donde el viento nocturno entraba haciendo danzar las cortinas y erizar los varoniles cuerpos igualmente dotados de gracia y belleza que creaban formas eróticas sobre las suaves sabanas blancas.


La preparación por parte de Saga no se hizo esperar, las falanges largas y elegantes recorrían por sobre el marcado abdomen de su reflejo, coqueteando con esa piel que ansiosa vibraba bajo su toque hasta llegar al pubis donde pudo sentir la suavidad de unos cortos vellos azulinos. La mano derecha de Saga se aventuró a ir más abajo encontrando la hombría despierta de Kanon quien jadeó al sentir como era estimulado suavemente.


Tras unos minutos de complacencia, Saga volvió a bajar su mano hasta llegar a aquel paraíso escondido y reservado solamente para él, con su dedo medio formaba círculos alrededor del anillo de Kanon y de poco a poco su dedo ingresaba lentamente en ese estrecho, húmedo y caliente pasaje que era su perdición. Horas antes Kanon ya le había hecho ir hasta la luna, besarla y volver a bajar, ahora él deseaba retribuirle a su compañero ese placer que únicamente a su lado había vivido.


Su dedo se movía con maestría dentro del otro, Kanon se retorcía de placer por lo que Saga incluyó otro dígito para aumentar el placer del cuerpo debajo del suyo. Su boca besaba la de Kanon comiéndose sus gemidos sensuales en un acto egoísta para que nadie más que él los disfrutara. Cuando se separaron del beso, Saga sacó ambos dedos del interior de Kanon para preparar su propio miembro con el lubricante natural del cuerpo ajeno. Acto seguido se posesionó entre las piernas de su amado ubicando la punta de su masculinidad deseosa en la entrada de ese rincón de maravillas que tantas veces antes lo había recibido.


—¿Estás listo, Kanon, amor mío? —quiso saber, no quería lastimar a Kanon de ninguna forma.


—Para ti siempre estoy listo, mi hermoso Saga…


—Por favor, dime si llego a lastimarte y me detendré.


—No te preocupes, sólo hazlo, estoy esperándote.


—Kanon… te amo…


—Te amo Saga, amémonos por completo ahora.


Se sonrieron y nuevamente se entregaron en un beso al mismo tiempo en que Saga se adentraba en lo más profundo de ese imagen que tan bien ilustraba lo que era en alma y esencia.


El empuje lento empezó segundo a segundo, cada uno tortuoso para ambos pues no podían esperar más por sentirse completos al estar unidos en cuerpo, mente y espíritu. Tan llenos uno del otro, tan juntos y cercanos, tan reales y tangibles. Cada uno dejó escapar una exhalación de gozo de sus gargantas por donde gotas de sudor bajaban hasta acunarse en el hueco interclavicular. Despacio Saga adentró su pelvis entre las piernas de Kanon que sólo arqueó su espalda, lo que el otro oji-verde aprovechó para besarle en el pecho y morder uno de sus rosados pezones ya erectos.


Kanon acariciaba y presionaba con sus dedos la piel de la espalda y costados de Saga dejando recorridos rojizos por la blanca piel, el cabello se pegaba a su espalda producto del rocío que comenzaba a cubrirle como copos de nieve a las flores en invierno. El que estaba recibiendo se acostumbró de prisa a la invasión completa del contrario, deseando sentirlo enteramente de una vez, Kanon decidió moverse en contra del vientre de Saga auto inundándose de ese doloroso placer que por nada del mundo cambiaría. El Géminis entendió lo que su amante quería y dio inició a complacerlo moviéndose en un balanceo sensual que imitaba a la perfección a las olas del mar; yendo y viniendo una y otra vez. Sintiendo, tocando, gimiendo, jadeando. Viviendo, soñando, gozando, amando…


Dos pares de brazos, piernas y labios se acariciaban hasta el éxtasis de sentirse plenamente vivos, Saga se movía galopante dentro de ese cuerpo que era dueño del suyo. Kanon parecía tener cola de sirena al sacudir sus caderas como yendo contra la corriente buscando ser uno con el otro hombre. Amaban poseerse y declararse mutuos dueños de cada uno de sus gestos de dolor, de placer, de amor.


El océano de Saga se volvía pronto un tsunami que amenazaba con despuntar en la costa certera de Kanon hasta que finalmente éste parecía ver a Poseidón sonriendole al sentir las olas de la tan ansiada liberación llevarlo en espasmos que iban desde la punta de sus cabellos hasta los dedos de sus pies. Saga sintió su abdomen mojado de algo cálido de pronto, sonrió al ver como su amado respiraba agitadamente y su pecho bajaba y subía en busca de regular los latidos de su alborotado corazón enamorado. Él también llegó hasta los Elíseos y besó la mano de Athenea al sentir como Kanon estrechaba su ser entero hasta hacerle sentir una explosión de galaxias en toda su piel por la deliciosa sensación de desbordarse al hacer el amor con su amante gemelo.


Ambos jadeantes sonrieron cómplices y con alegría se besaron nuevamente declarándose en ese silencioso acto a la luz de la luna y los astros todo lo que se amaban y lo felices que eran juntos. Ambos tan iguales, pero tan diferentes llevando en su interior el mismo sentimiento por un hombre cuya cara era la misma que día a día veían al otro lado del espejo…


 


 


 

Notas finales:

Espero de todo corazón que a las personitas que son fans de esta hermosa pareja les haya gustado esta humilde historia. Es la primera vez que escribo algo twincest y la verdad me he sentido muy cómoda trabajando con estos dos personajes que en lo personal me encantan juntos y por separado. A quienes llegaron hasta aquí sin dormirse (porque sé que mis lemmons son bastante aburridillos) les agradezco mucho por haber leído y les invito a sentirse libres de dejarme un review ya sea con una queja, una crítica, una observación o cualquier cosa que deseen que yo sepa para mejorar, todo es bien recibido. De nuevo gracias por leer y pues nada ¡Feliz cumpleaños a Saga y Kanon, nuestros gemelos bellos y que viva el Twincest!


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