Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Derritiendo Chocolates por Akai_Minina69

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

La última vez que escribí algo aquí, corría el año 2014, mismo año en el que fue escrito este fic, y que luego de cinco años, sale a la luz, y yo... regreso.

Notas del capitulo:

PD: No puedo creer que luego de un lustro, el personaje Deidara siga sin aparecer entre las opciones de personajes...

 

Hoy es mi primer día de trabajo. Es sólo durante vacaciones navideñas. En realidad yo no buscaba trabajo, pero un vecino, Deidara, que también es compañero de escuela, aunque mayor que yo, me dijo que su patrón necesitaba de alguien que lo ayudara durante las ventas navideñas, que es cuando éstas suben; y como el trabajo en sí es fácil, el lugar está cerca de mi casa y Deidara puede llevarme y traerme en su auto, no me negué a trabajar ahí por temporada. Total, a nadie le cae mal un dinerito extra y no tengo nada mejor qué hacer en estas vacaciones. 

Es una tienda deportiva. No está mal mi trabajo: atiendo a los clientes, debo ser amable y soportar cada pregunta tonta que me hagan (según Deidara), y sonreír y saludar en todo momento. Es un local pequeño pero ubicado por donde pasan muchas personas, ya que la parada del autobús está a dos locales de distancia, y mientras la gente espera su transporte, echan una miradita al interior de la tienda. Trabajo el turno completo junto con Deidara. 

Deidara me agrada. Le hablo desde siempre a pesar de que él es mayor que yo, aunque nunca hemos tenido una conversación real, sólo lo que alcanzamos a decir de la escuela a la casa, cuando Deidara a veces me lleva en su auto; pero sobretodo, le hablo a pesar de tener pinta de ser un desobligado y un rebelde. Si no lo conociera, pensaría que Deidara es de esas personas con personalidad super cool, demasiado genial para trabajar en cualquier lado, siempre con un porte de tedio y misterio que lo hace ver atractivo; siempre un aire relajado, como si no cualquier cosa lograra impresionarlo. Rebelde y desobligado. Pero no es así; va a la escuela y trabaja, para empezar, y el día que fui para conocer mi zona de trabajo antes de empezar de verdad a trabajar, pude notar que Deidara era amable con los clientes, aunque sí es de carácter duro cuando alguien quiere devolver alguna mercancía. 

-No hay cambios ni devoluciones –me dijo, en cuanto se fue el cliente al que no le devolvió su dinero- Ahí lo dice, Naruto –dijo, y señaló- Pero nadie lee los letreros; sólo ven el de “Grandes rebajas navideñas” 

Van apenas un par de horas desde que abrimos y como Navidad está a unas cuantas semanas, el frío nos obliga a mantener las manos dentro de los bolsillos. 

-Al jefe no le gusta que estemos al fondo del local cuando no hay clientes –me dice Deidara, viendo distraídamente pasar a las personas- Quiere que estemos todo el tiempo con un “Pásele amigo, sin compromiso” en la boca. 

Yo me limito a sonreírle y me aseguro de que escuche la risita que doy. Deidara mira su reloj y después mueve su mano dentro del bolsillo hasta sacar unas cuantas monedas. 

-Ten, ve a la dulcería de enfrente y compra lo que te alcance con esto de chocolates –me dice, dándome el dinero, y yo estiro la mano en automático. 

-¿Cómo lo pido? 

-Sólo pídele tanto de chocolates; ellos ya saben que yo compro así –me dice, mordiéndose una uña y escupiendo a un lado. 

Obedezco. Cruzo la calle y camino un poco a la derecha, ya que la dulcería no está exactamente enfrente de la tienda deportiva. Al llegar veo a dos muchachos; ambos de cabello azabache y ojos del mismo color, aunque uno mayor que el otro; el menor está detrás del mostrador y noto que me observa y me sonríe en cuanto subo el escalón del local y entro. El otro está yendo de un lado a otro entre los estantes paralelos a la puerta, por lo que sólo lo veo cuando sale de un costado al otro del estante. 

-¿Qué se te ofrece, amigo? –me dice el muchacho del mostrador, sonriente y con los codos sobre el vidrios y los hombros hacia adelante. 

Yo repito las palabras de Deidara y el muchacho mayor que movía cajas atrás del otro estante dice algo que al principio no entiendo porque creí que no me hablaba a mí, pero en cuanto escucho el nombre de Deidara, presto atención, pero el muchacho ya se ha callado. 

-Verdad? –me dice el muchacho mayor. 

-¿Eh? –respondo torpemente, y noto que el muchacho del mostrador se ríe mientras deposita los chocolates con palita en una bolsita, mientras los pesa en la báscula. 

-¿Que si son para Deidara? –repite el muchacho menor. 

-Ah, sí –respondo. 

-¿Vas a trabajar ahí? –me pregunta de nuevo el muchacho mayor. 

-Sí, solamente durante las vacaciones navideñas –respondo, siempre amable, siempre sonriendo. 

-Entonces te veremos por aquí seguido –me dice el muchacho del mostrador, dándome la bolsita con los chocolates dentro- Deidara come chocolates como si no conociera otro alimento –bromea, y yo le sonrío con más familiaridad, pues al parecer conocen bien a mi amigo. 

-Yo soy Itachi –dice el muchacho mayor, saliendo por un segundo detrás del estante repleto de cajas- Y él es mi hermano, Sasuke –lo escucho decir desde atrás del estante. 

Yo volteó con Sasuke y éste me sonríe mientras vuelve a su posición de brazos cruzados, apoyando los codos en el mostrador y echando los hombros hacia adelante. Les digo mi nombre, rápidamente agradezco los chocolates y me despido cordialmente mientras salgo de la dulcería. 

Los hermanos tenían razón, ya que pasan un par de semanas y en todo ese tiempo, Deidara me mandó a la dulcería por los mismos chocolates y por la misma cantidad casi todos los días. Para entonces ya conozco el funcionamiento de todo en la tienda, ya que anteriormente yo sólo me limitaba a tomar la mercancía y guardarla en las bolsas de plástico para dárselas a los clientes, mientras que Deidara se encargaba de hablar con los clientes, opinar sobre los artículos, cobrar y dar cambio, y hasta congeniar con los clientes más frecuentes. Yo solamente abría la boca para saludar y despedir a los clientes; ahora, también doy mi opinión e incluso hay ocasiones en las que Deidara me deja encargarme de todo. 

Estamos de nuevo parados en la puerta de entrada al local; a pesar del frío que hace, debemos estar ahí. Yo estoy recargado en la pared de tal forma que la dulcería está a mis espaldas. La primera vez que compré chocolates ahí, llegué diciéndole a Deidara lo que los hermanos habían dicho; él se rió y me dijo que desde que empezó a trabajar ahí, siempre les compra chocolates, y que ya se conocen tan bien que antes de que yo llegara, con una señal les decía lo que quería y el hermano mayor, Itachi, salía de la dulcería y le llevaba hasta el local los chocolates a Deidara, “Porque yo no puedo dejar el local solo y ellos son dos” me dijo Deidara. 

-Ve, hace tanto frío que no hay gente en las calles –se queja Deidara, alzando un poco las manos desde dentro de las bolsas de la chamarra que trae puesta. 

-Ya sé; la parada del camión está vacía –le respondo, viendo mi propio aliento salir de mi boca- Nadie va a salir a comprar nada con este clima. 

-Y dicen que va a llover de nuevo –yo hago un gesto de fastidio. Ha estado lloviendo los últimos tres días y en todo ese tiempo las ventas han estado por los suelos. Ayer no se vendió nada en todo el día. No me extraña que las calles estén vacías- Ve por chocolates, ¿sí? –me dice Deidara, ya sacando las monedas del pantalón. 

Y ahí voy yo. Ni siquiera me fijé al cruzar la calle ya que es obvio que no pasan autos, no hay vida en las calles; incluso la pizzería, que está justo en frente de la dulcería, cierra temprano. La tienda deportiva, la dulcería y la juguetería, somos los únicos locales de jefes necios que se quedan abiertos hasta la noche. Pero incluso la dulcería y juguetería (sobretodo), tienen motivos para permanecer abiertas, pero no una tienda deportiva… 

-Hola, Naruto –me saluda Itachi, que se encuentra sentado en un banquito, con las rodillas juntas y las manos en los bolsillos, a causa del frío. Sasuke está detrás del mostrador, con los brazos cruzados y apoyados sobre el vidrio del mostrador. Ambos con los cuellos de las chamarras arriba. 

-Hola, qué frío, ¿no? –les digo a los dos, aunque más a Itachi. 

-Ya sé; bien sola toda la calle –responde Itachi, sin mover un solo músculo. 

Ya saben a lo que voy, así que Sasuke se levanta y toma el bote de los chocolates, pesa la cantidad correspondiente, y hacemos el intercambio de dinero por chocolates. Me despido de ambos y salgo de ahí levantándome el cuello de la chamarra para protegerme un poco más del frío. A los dos les hablo bien, pero Itachi siempre me ha parecido más conversador que Sasuke. 

Como lo predije, el resto del día sólo se vendió dos artículos más. Al cerrar, mientras Deidara se encargaba de poner la última de las cuatro llaves del local, siento que alguien me observa, a pesar de que la calle está desierta. Volteo a mi derecha, al otro lado de la calle, y me sorprendo al ver a Sasuke, viéndome desde el asiento del copiloto de la camioneta de ambos, asomado con los brazos recargados en el marco de la ventana e inclinado hacia adelante; sin hacer el más mínimo esfuerzo por ocultar que me ve, es más como si quisiera que yo lo notara mirándome. No se mueve pero me sonríe al ver que lo veo, y yo, más amigable, saco la mano del bolsillo para saludarlo. Itachi, que veía no sé qué cosa frente al volante, voltea de pronto y me ve, por lo que me saluda animadamente y yo vuelvo a sacar la mano al frío para volver a saludar. Sasuke se ríe y se reclina en su asiento viendo hacia enfrente. Itachi vuelve a saludar y noto que a un lado de mí está Deidara, saludando al azabache mayor; cuando Sasuke voltea de nuevo, saluda a Deidara levantando las cejas y sonriendo de medio lado. Después, Itachi enciende el auto y pasan por enfrente de nosotros. 

-Vamos –me dice Deidara, caminando hacia nuestro propio auto. Ya ha oscurecido. 

El otro día amanece peor. Tuvimos que abrir el local con el agua empapándonos todo el trasero. Como de costumbre, estamos parados a la entrada del local, en los mismos lugares. Se nos hizo costumbre pararnos cada quien en su lugar específico: Deidara viendo hacia la dulcería y yo hacia el otro lado; aunque hay ocasiones en las que invertimos los puestos, como si nos turnáramos para ver hacia la dulcería. Por lo general le dejo ese lugar a Deidara, aun cuando éste no me dice absolutamente nada para que me quite de ahí. Se ha vuelto mi distracción ver hacia la dulcería cuando yo estoy parado viendo hacia esa dirección, y siempre siento emoción al ver que Sasuke también se para en la entrada de su local (muy contadas las ocasiones). Cuando es mi turno para ver hacia la dulcería, hay veces que veo a Sasuke bajar grandes cajas de la cajuela abierta de su camioneta; al principio me negaba a verle ciertas partes del cuerpo mientras él me daba la espalda, allá arriba de la cajuela, moviendo y bajando cajas, pero he de admitir que ahora, no siento nada de culpa o vergüenza el observar a mi antojo el atractivo cuerpo de aquel azabache. Otras veces lo veo servir en bolsas las croquetas de los costales que tienen afuera de la tienda; y otras veces, simplemente lo veo ahí, parado. Juraría que esas veces Sasuke me observa sin un ápice de disimulo. 

Deidara no me ha pedido que vaya por chocolates, y me extraño al darme cuenta de que por poco le sugiero a Deidara comprar “algo” para comer. 

-Y aquí estamos –comienzo a decir-, quemando calorías de a gratis –le digo, con la esperanza de que se le ocurra mandarme a la dulcería por chocolates. 

-See… -dice, desganadamente, pisando el interior de la puerta plegable de fierro del local; no funciona, no capta la indirecta- y hoy no traje dinero –estoy a punto de decirle que yo compro los chocolates esta vez, pero siento que puede sospechar. 

¿Sospechar de qué? ¿De que quiero chocolates? ¿Qué tiene de malo que yo quiera chocolates esta vez? Pero aun así, algo me impide ofrecerme ir y comprar con mi dinero.  

-Y yo quiero chocolates –añade; yo asiento, dándole la razón, como si con eso esperara que Deidara consiguiera dinero de alguna parte para yo ir por chocolates. 

Deidara sonríe de pronto, pero no es a mí; volteo asomando la cabeza tras de mí y veo a Itachi afuera de la dulcería, descolgando una piñata de las que tienen debajo de la marquesina del lugar. Me saluda al verme asomado y yo lo saludo de vuelta y luego meto de nuevo la cabeza al local, pero Deidara no deja de sonreír discretamente, niega con la cabeza un par de veces y se ríe disimuladamente, pero no quiero verme como un metiche asomando la cabeza de nuevo para ver qué está haciendo Itachi. La sonrisa de Deidara se va y su mirada distraída pasa a ver a las personas adentro de los camiones. Creo que Itachi ya se metió de nuevo a la dulcería. 

De pronto Deidara se para derecho en su lugar, se cruza de brazos y sonríe mientras sigue con la mirada algo que se acerca por la banqueta a mis espaldas. 

-Mira –escucho detrás de mí, y al voltear me encuentro con Itachi, que está sacando una gran cantidad de vaho de su boca- Ve el frío que hace –le habla a Deidara. 

-Ya lo sé –responde Deidara, con aire calmado, mientras se recarga de nuevo en la pared. Pero su mirada se ve diferente, como más seductora de lo normal. 

-Naruto, tienes la nariz roja –me dice Itachi, sonriéndome. 

Yo me llevo una mano a la punta de la nariz mientras cruzo un poco los ojos para verla, y al levanta la mirada de nuevo me doy cuenta que con ese sutil comentario, Itachi me sacó de la conversación que está por venir. 

-Llegaron unos nuevos chocolates en forma de alas –le dice a Deidara, apoyando una mano en la misma pared y a la misma altura donde Deidara tiene la cabeza. 

-No tenemos dinero –responde Deidara, mirando directamente a Itachi a los ojos, sin inmutarse porque Itachi está muy cerca de él. La escena se ve rara… 

-Van por mi cuenta –repone Itachi, igual de calmado que mi compañero de trabajo.  

Yo me entusiasmo, solamente estoy esperando el “Ve, Naruto” de parte de Deidara para salir rumbo a Sasuke… la dulcería, quiero decir. Pero Deidara hace un gesto de desconfianza mientras sonríe. 

-¿Por tu cuenta?... Aja… -dice Deidara, mirándose por un instante las uñas de la mano cruzada. 

-Sí, queremos que los clientes los conozcan –responde Itachi.  

-No, gracias –la respuesta de Deidara me sorprende. Hace apenas unos minutos había dicho que sí quería. Estoy a punto de afirmar que Deidara se está haciendo del rogar. 

-Vamos, son gratis –insiste Itachi. Deidara lo mira y sonríe. 

-¿Quieres ir por ellos, Naruto? –me dice Deidara, y luego voltea a verme. Yo sonrío. 

-Dile a Sasuke que te los de; él ya sabe a qué vengo –dice Itachi, por fin separándose de donde esta Deidara recargado. 

No digo nada. Giro y bajo el escalón del local, cruzo la calle y llego a la dulcería. Entonces la calle se ilumina por un relámpago y casi al acto el cielo retumba. 

-Está por llover –dice Sasuke, desde el mismo lugar de siempre, tras el mostrador, y con su clásica pose de brazos cruzados sobre el mostrador. 

-Sí –y entonces la lluvia se suelta.  

Las gotas son tan grandes que al principio creo que se trata de granizo. Desde la marquesina de la dulcería veo que Itachi y Deidara ven al cielo y luego voltean a verme. Deidara me saluda y luego él e Itachi se meten al local y los pierdo de vista. 

-Parece que te quedarás aquí un rato –me dice Sasuke, yo volteo y veo que sale detrás del mostrador- ¿Quieres que te de un tour por la enorme tienda? –me dice, sonriendo.  

Yo me rio con su comentario. El local es tan pequeño como donde yo trabajo. Al igual que allá, aquí las paredes están llenas de estantes con cajas de dulces y desechables, que es más para que la mercancía esté en algún lado accesible que de exhibición. Cuando llega un cliente, como yo, se para junto al mostrador, pide lo que desea y Sasuke o Itachi van al estante correspondiente por lo pedido mientras el cliente espera ahí parado. Veo a lo más alto de los dos estantes que están en medio del lugar, paralelos a la pared de la entrada, y veo que éstos están fijos al techo con gruesos cables; me imagino que es para que así ningún estante se caiga y haga un efecto dominó con el otro estante de al lado. 

-Ven –me dice Sasuke, y yo lo sigo más adentro de la dulcería mientras otro trueno hace resonar las alarmas de los autos. 

En cuanto me veo en medio de los dos estantes del fondo, noto una silla colocada de lado junto al estante. Me siento en ella mientras veo a Sasuke suprimir muy mal una sonrisa; me extraña su reacción pero al voltear a un lado de mí, veo que entre dos cajas del estante hay un hueco por donde se puede ver directamente hacia el local donde trabajo. Me doy cuenta que desde aquí alguno de los dos hermanos puede vernos sin que nosotros nos enteremos; contrario a nosotros, que debemos asomarnos afuera para ver la dulcería. Sin embargo, no digo nada. De hecho, me resulta placentero imaginarme que es Sasuke quien se sienta aquí con la intención de verme mientras yo estoy parado viendo en dirección hacia acá.  

Al volver a ver a Sasuke, éste se acerca a mí y yo reacciono a pararme. Sasuke me toma del brazo y desliza su mano desde mi codo hasta mi mano. De repente me pongo nervioso y mi corazón empieza a palpitar rápidamente, también siento mi rostro caliente y retiro mi mano de la de Sasuke para que éste no note que estoy empezando a sudar.  

Sasuke sonríe, toma el cierre de mi chamarra y lentamente lo desliza hacia abajo hasta abrir por completo la chamarra; después toma la chamarra de los hombros y hace que se deslice por mi espalda hasta que cae por detrás de mí, yo no hago nada para impedirlo. Toma con mayor fuerza mi mano y la coloca en el borde de su propio pantalón. Siento que de pronto no puedo controlar mis acciones, por lo que dejo que Sasuke haga lo que quiera con mi mano, no la retiro de ahí. 

-Hace frío –me dice, susurrándome en los labios. 

-Sí… -respondo como puedo; de repente todas mis respuestas se vuelven monosilábicas. No puedo dejar de sentir esa mirada clavada en la mía, a pesar de que yo mantengo mi vista hacia el suelo, sobre el hombro de Sasuke. 

-Qué suerte que la lluvia ahogue muestras palabras –vuelve a susurrarme. 

-Sí… -aparentemente es lo único que sé responder. 

Aprieto con mis dedos el borde del pantalón de Sasuke al sentir que el azabache comienza a deslizar lentamente sus manos desde mis costados hasta mi ombligo; por fin hago una reacción propia pero resulta ser que muevo mi otra mano al pantalón de Sasuke y empiezo a mover los pulgares dentro de la playera del azabache; me estremezco al sentir su suave piel siendo rosada por mis fríos dedos.  

Sasuke se saca la chamarra y después hace lo mismo que yo pero con movimientos mayores y comienza a meter sus pulgares por mi pantalón, por adelante y por atrás; sus movimientos hacen que me desconcentre de los míos. Entonces, Sasuke toma el botón de mi pantalón y jala de él hasta que se desabotona, no espera a que yo haga lo mismo y por sí solo se desabotona el pantalón. Vuelve sus manos a mi cuerpo y descaradamente mete sus manos dentro del pantalón, directo a mi miembro ya despierto. 

Me estremezco notablemente al sentir sus frías manos acariciar mi pene, al mismo tiempo que una ola de calor recorre todo mi cuerpo. Ya no sé dónde tengo las manos, pero de un momento a otro, ya están sobre los hombros de Sasuke y sus labios sobre los míos.  

En medio del beso, siento la lengua de Sasuke entrar a mi boca sin permiso y yo, torpemente, muevo mi lengua provocándome con cada rose una placentera sensación de excitación que recorre todo mi cuerpo. Sasuke baja su boca por mi cuello y yo echo la cabeza hacia atrás mientras se escapa de mis labios el primer gemido. Mi propio gemido me hace reaccionar sobre lo que estoy haciendo pero eso sólo hace que me excite todavía más; un escalofrío me recorre toda la espalda al sentir a Sasuke lamer mi cuello mientras sus manos me bajan el pantalón y luego la rodilla lo baja un poco más hasta que el pie de Sasuke termina de bajarlo por completo con un pisotón. 

A pesar del frío del clima, siento caliente todo mi cuerpo; yo intento sacar un pie del pantalón, y sólo con la ayuda de Sasuke lo logro. Siento que Sasuke restriega su miembro contra el mío, gimo de nuevo y siento que Sasuke baja mis boxers al mismo tiempo que se agacha y el borde de la ropa interior rosa la punta de mi miembro, que ya está duro y palpitante, con las primeras gotitas del pre semen. 

-Aaahh… 

Vuelvo a gemir con mayor fuerza sin ponerme a pensar si alguien me escucha. Entrecierro los ojos por la excitación que me inunda, entonces Sasuke mete mi pene a su boca y comienza a acariciarlo sin previo aviso con su lengua. En automático entierro mis dedos entre los cabellos de Sasuke y mis caderas empiezan a moverse levemente hacia atrás y adelante, pero Sasuke me frena deteniéndome de la cadera con una mano mientras que con la otra empieza a acariciarme la entrepierna. Siento como pasa dos dedos entre la base de mi pene y cerca de mi entrada, pero no llega hasta allá como creí, sino que comienza a hacer presión en esa zona, como buscando meter sus dedos en donde obviamente no hay entrada. Sasuke, estás con un hombre. 

Es demasiado para mí y siento que toda la excitación culmina en la punta de mi miembro mientras me corro en su boca y gimo dos veces seguidas. 

-Sa-Saas-aahh aahh–no puedo creer que haya gemido el nombre de Sasuke, el chico que conocí hace casi tres semanas. 

Sasuke termina de bajarme los boxers y yo, temblando y con la vista casi nublada por la excitación, levanto una pierna y luego otra mientras Sasuke ágilmente me saca tanto el pantalón como la ropa interior. “El trasero se me congela”, es lo único que logro pensar en mi único momento de lucidez. 

Sasuke se baja el pantalón y los boxers de un solo movimiento y luego siento que me levanta de la cintura, yo reacciono a subir mis piernas alrededor de su cintura y de un solo movimiento me acomodo entre la cintura de Sasuke. Sasuke me estrella contra el estante y lo único que logro pensar es en la buena suerte que tenemos que los estantes estén amarrados al techo, sino ya hubiéramos tirado todo. 

Por un momento Sasuke me empuja contra el estante al cargarme únicamente con un brazo, y yo siento que una esquina dura de una caja se me encaja en el hombro; no entiendo qué intenta hacer Sasuke con la otra mano libre pero después siento que toma mi pene y lo introduce dentro de su playera, cerca de su ombligo, como si quisiera que yo me corriera dentro de su ropa.  

Vuelve a cargarme con ambos brazos por un momento mientras me levanta otro poco, yo cierro los ojos sintiendo que mi entrada se dilata por sí sola y mi miembro está tan duro que me punza, pero después siento que Sasuke me suelta y por un momento abro los ojos al creer que caeré al suelo; pero no es así, ya que Sasuke sube una rodilla y pisa una caja para que yo me siente sobre su pierna un instante. 

-Relájate, niño –escucho su voz.  

Yo volteo al techo cuando intento sujetarme del estante y veo la luz del local disminuir un poco por un instante. Me doy cuenta de que sigue lloviendo, pero la voz de Sasuke era lo único que escuchaba… eso y mis propios gemidos. 

Entonces Sasuke empieza a meter un dedo dentro de mí. Eso me hace estremecer y gemir de nuevo, mientras aprieto mis muslos en automático, pero eso no detiene a Sasuke y comienza a hacer círculos con su dedo y su lengua vuelve a estar dentro de mi boca. Me controla a su antojo: mi lengua que se mueve al ritmo de la de Sasuke, mis caderas que se mueven al vaivén del dedo de Sasuke que entra y sale lentamente. No puedo hacer otra cosa más que aferrarme al borde del estante y gemir sin control. 

-¡Aahh! –Sasuke separa sus labios de los míos y mete otro dedo dentro de mí. 

Comienza a hacer círculos con mayor rapidez y después saca sus dedos y los lleva hasta la punta de mi miembro, donde hace presión y yo, por más que lo evito, no logro detener la ola de placer que recorre todo mi cuerpo y me hace perder el sentido por un segundo mientras me corro entre la mano y el abdomen de Sasuke. 

El azabache mueve mi pene hacia un lado y hacia otro, embarrándolo en mi propio semen; después se llena la punta de sus dedos con la semilla que está en mi miembro y hace un camino viscoso desde mi pene hasta mi entrada de nuevo. Vuelve a meter sus dedos dentro de mí y siento cómo comienza a lubricar mi dilatada entrada. 

-¡Aaaahh-Sasu-aahh! –no puedo evitar gemir su nombre; eso me excita como loco. 

Una vez más me alza con ambos brazos pero también con la ayuda de su rodilla; toma su pene y con cuidado lo coloca cerca de mi entrada. Me recargo en su rodilla con un solo muslo y el otro es tomado con fuerza con la mano de Sasuke; entonces, Sasuke separa mis muslos e introduce su pene. 

-¡Aaaah…! Sasuke… aaah… espera –le digo, temblando, con la cara ardiendo y entrecerrando los ojos a causa del dolor que me provoca tener su pene dentro de mí. 

No dice nada pero permanece quieto un segundo, solamente acomoda sus manos en mis muslos. El solo pensar que Sasuke me está cogiendo me hace sentir que mi miembro se yergue más y jala un poco del borde de la playera de Sasuke. Hago un esfuerzo y flexiono un poco los brazos para después dejarme caer un poco; Sasuke comprende, en cuanto baja la rodilla, su pene se introduce hasta el fondo y por primera vez, Sasuke también gime. 

Su voz ronca y varonil pero suave, me hace sentir que me correré de nuevo dentro de su playera. Hago más esfuerzo en mis brazos cuando Sasuke se separa un poco del estante y me jala de la cadera hacia él para no separarnos; comienza a embestirme con lentitud, puedo sentir la punta de su miembro dentro de mí, subiendo y bajando trabajosamente gracias a mi estrecha entrada. 

-¡Aaaah-Sasuke! Más… -no logro terminar la frase, pero Sasuke comprende y entierra sus dedos en mis muslos mientras me sube y me deja caer con mayor fuerza cada vez. 

La velocidad de las embestidas aumenta, y yo no hago otra cosa más que gemir, temblar con los ojos cerrados y dejar que Sasuke me haga suyo. Siento las mejillas ardiendo y mi miembro palpitante; no puedo encargarme del problema con mi pene si no quiero caer, y Sasuke tampoco puede soltarme.  

Deseo que Sasuke me bese pero la distancia que creo por no flexionar más los brazos, nos impide acercarnos del rostro. 

Siento que no aguanto más; Sasuke aprieta más mis muslos con sus dedos, el sólo imaginarme que está por eyacular dentro de mí, me hace correrme de nuevo en su abdomen, pero Sasuke sigue envistiéndome y en poco tiempo puedo sentir mi propio semen deslizándose por mi miembro y llegar hasta mi entrada, donde Sasuke comienza a penetrarme con mayor facilidad y cada vez más profundo, desde la punta hasta la base de su pene. 

-¡Aaahh-aahhhh! –ahora es Sasuke quien gime, mientras siento que se corre dentro de mí. 

Las embestidas se detienen y a Sasuke le tiemblan los brazos al bajarme, luego del esfuerzo que éstos hicieron. Mis brazos también tiemblan, pero no es lo único en mí que lo hace: todo mi cuerpo tiembla tras lo que acaba de pasar, no puedo evitar llevar mis manos a su cadera, aun cuando no puedo ni alzar los brazos por el cansancio. 

Lo único que logro pensar es que yo gemí el nombre de Sasuke varias veces y él apenas y gimió un par de veces. ¿No pudo también gemir mi nombre, el desgraciado? Sin pensarlo, tomo su miembro y no necesito acercar el mío al de él, ya que Sasuke se acerca y se restriega lentamente contra mí. Hago lo mismo que él hace rato y deslizo mis dedos entre la base de su pene y su entrada, logrando que por fin Sasuke gima mi nombre. 

-Aahh-Naruto-aaahh… gírate –me dice, al mismo tiempo que me gira de los hombros. 

Me toma de la cintura y yo recargo los brazos en las cajas de los estantes, a la altura de mi rostro; Sasuke empieza a pasar su miembro por debajo del mío, y el semen que sigue ahí lo hace deslizarse con mayor velocidad. 

-No te vengas en los dulces –me dice, y sin avisar, vuelve a penetrarme. 

“No te vengas en los dulces” mi cerebro repite sus palabras, pensando que, de haber escuchado esa frase en cualquier otra situación, yo me hubiera reído. No te vengas en los dulces. ¿A quién se le ocurre mezclar esas palabras en una oración? Al chico que me está embistiendo por detrás. 

El semen en mi entrada y en el pene de Sasuke hace que las embestidas se vuelvan alocadas y desenfrenadas, como si Sasuke deseara desesperadamente volver a correrse dentro de mí. Me abraza con un brazo la cadera y con la otra mano comienza a masturbarme y a presionar la punta de mi miembro; yo no sé si despegar las manos de donde me estoy apoyando para masturbarme también yo o si sólo dejo  Sasuke acariciarme de ese modo. Es tanta la fuerza con la que me embiste que siento chocar nuestros testículos; vuelve a llevar ambas manos a mi cadera y me embiste un par de veces más antes de que yo me corra inevitablemente, manchando el contenido de la caja de enfrente. Yo lo veo, veo que mi semen ha caído sobre las coloridas envolturas de dulces. 

Sasuke se corre dentro de mí en medio de un gruñido. Al detenerse no sale de mí, sino que se recarga sobre mi espalda y me besa el cuello con lentitud.  

-Esos eran los nuevos chocolates –escucho decir a Sasuke detrás de mí. 

Yo volteo creyendo que está enojado pero en cuanto lo hago, Sasuke atrapa mi boca con la suya y me toma de la nuca para profundizar más el beso. El roce de su lengua me excita tanto que ahogo un gemido en su boca. La falta de aire nos hace separarnos y al verlo al rostro, veo que está sonriendo de medio lado. No soy el único que disfrutó lo que hicimos, pero parece ser que sí soy el único que se siente avergonzado por la forma en que lo hicimos… y el lugar donde estamos. 

-Sasuke… 

Sasuke se separa de mí, se sube los pantalones de un movimiento y se saca la playera, dejando ver mi semen en su abdomen. Yo me apresuro a tomar mis boxers y a entrar en ellos, con todo el trasero pegajoso. Con la playera Sasuke se limpia el cuerpo y luego su miembro. Hace bola la prenda y la mete en una bolsa negra, le hace nudo y la avienta tras el mostrador. Yo corro a ponerme los pantalones y rápidamente me los subo y los abotono. Después, Sasuke simplemente se pone su chamarra y sube el cierre. 

No me doy cuenta hasta que Sasuke ha aventado la bolsa, que ya ha dejado de llover.  

-Apenas dejó de llover –me dice Sasuke.  

Como si nada hubiera pasado, toma una bolsita negra y coloca dentro de ella, un puño de chocolates, los mismos que estaban dentro de la caja donde me corrí. 

Al entregarme la bolsa, yo la miro y luego volteo a verlo a él. Éste se ríe y me abraza de la cintura. 

-¿Qué? ¿Yo sí probé tu propio semen y tú no? –el comentario no me hace gracia, pero a Sasuke sí- Tranquilo, los tomé desde abajo; luego limpiaré los otros. 

Siento que me ruborizo. Este chico habla como si hacer el amor en una dulcería durante una tormenta fuera tan común como saludar a alguien por la calle. Tomo los chocolates pero Sasuke no suelta la bolsa hasta después de jalarme hacia él y besarme de nuevo, aunque más fugaz. 

-Te espero la próxima vez que mi hermano vaya a tu tienda y tú vengas “por dulces” –me dice sonriendo y guiñándome un ojo. 

Atino a sonreír y Sasuke se ríe levemente; creo que aún estoy ruborizado, ya que no sé si siento el aire frío por haber estado adentro de la tienda, o si aún sigo ruborizado. En cuanto salgo de la tienda, con las piernas temblando y sintiéndome todo tonto, veo que Itachi apenas está llegando a la banqueta donde estoy. Me saluda sacando una mano del bolsillo y yo apenas y digo algo parecido a un “gracias… y chocolates”. Itachi se ríe y vuelve su mano al bolsillo. Yo cruzo la calle cuidándome de más en que no vaya a pasar algún auto; siento mis sentido agitados. 

-¿Y? ¿Cómo son los chocolates? –volteo a un lado de mí y me sorprendo al no haber notado a Deidara, parado en el mismo lugar de siempre. 

-¿Eh? –siento que me ruborizo, aunque por mucho, menos que antes. 

-¿Son éstos? –me pregunta, inclinándose para tomar la bolsa. 

Yo se la doy y Deidara saca uno de los chocolates. 

-Tengo sed –le digo, y camino hacia el mostrador que nosotros tenemos en el local. 

Dentro, tomo una taza y al servirme agua inclinando el garrafón sobre su columpio, el agua se derrama. Sigo nervioso. Deidara escucha que el agua cae al suelo y me pregunta si todo está bien. Respondo rápidamente con un “No hay problema” y corro al baño a tomar el trapeador y limpiar lo que derramé. 

-Sólo es temporal este trabajo –me digo, trapeando el mismo lugar una y otra vez. Y no sé si lo que eso significa es bueno o malo, pero sonrío. 

Ahora sólo tengo dos cosas en mente: 

1.- Debo recordar no comer de los nuevos chocolates, al menos hasta pasadas estas fechas navideñas. 

2.- No sé qué cara pondré con Sasuke la siguiente vez que Deidara me mande a la dulcería por chocolates. 

 

FIN 

 

Notas finales:

He vuelto ;)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).