Hace mucho tiempo pude verlo en mi jardín, era algo bajo de estatura y tenía una mirada ruda; había escuchado hablar de él por los otros chicos de la cuadra, decían que era agrio de actitud, no se portaba acorde su edad, era distante de todos pero por alguna razón tenía un aura atrayente para mí.
Yo tenía 16 años apenas y al verlo en mi jardín me molesté y lo corrí, ni siquiera le pregunté qué era lo que estaba haciendo allí; pero como las malas hiervas volvió a aparecer en mi jardín tiempo después mientras tendía la ropa porque me lo había pedido mi madre, no le dije nada, lo dejé ser mientras nuestras miradas se cruzaron y al poco tiempo me di cuenta de que estaba cuidando de una planta en el jardín de mi casa y de allí surgió nuestra primera conversación.
“Lemon Boy” como le llamábamos todos los de la cuadra y yo empezamos a llevarnos bien juntos.
Comenzamos a sembrar semillas en la división de la cerca que separaba una casa de la otra (no me había dado cuenta de que era mi nuevo vecino), a ambos nos gustaba la jardinería y comenzábamos también a pasar mucho tiempo juntos mientras podábamos el césped en el mal tiempo, realmente es algo fácil ser amable con un chico amargo como él y fue así como conseguí un amigo… ¿cítrico?
El tiempo juntos fue pasando haciendo del verano eternamente divertido, pero ese olor cítrico que lo envolvía poco a poco me fue rodeando también y me pude dar cuenta de que los demás amigos que tenía eran completamente diferentes a lo que era él, yo diría que ellos eran sal, amigos salados y crueles, pero “Lemon Boy” era… protector y atento y yo seguía ayudando a plantar sus semillas en la barda del jardín hasta que un día algo extraño pasó y ese inevitable aroma a limón se convirtió en sabor que pude disfrutar cálidamente entre las hierbas de ambos jardines, el en su casa y yo en la mía, ambos en esa pequeña división que eran las plantas que dividían ambos hogares, pero las cosas no saldrían bien porque era de día, había gente en la calle y “Lemon Boy” y yo nos estábamos besando a pleno sol un día de verano.
Era la edad en la que los amigos salados buscaban chicas e insinuaban al mirarme “Pero creo que a <<Verde Menta>> le gustan más las tartas de limón” y yo sabía que ninguno de ellos estaba interesado en comprometerse con una… Ya lo sé… me refiero a todo de manera extraña pero es así como surge en mí.
Aun después del beso “Lemon Boy” y yo nos seguimos llevando bien, sembrando las semillas en ese rincón de ambas casas a pleno sol del verano; el beso que nos dimos ya había llegado a oídos de toda la colonia, ya nos habían convertido en los “raritos” del lugar y nos buscaban para burlarse.
Llevábamos tiempo conviviendo juntos y no había avance en lo que yo pensé que teníamos, esa relación que debimos de comenzar o comenzamos cuando nos besamos… me sentía como las plantas, necesitaba fertilizante para que ese sentimiento en mí no muriera pero al parecer las nubes de ese magnífico verano se estaban quedando sin lluvia para que mis sentimientos crecieran.
¿Qué pasaría si “Lemon Boy” no hace crecer el sentimiento?
¿Sus playas de azúcar de caña se secarían para mí?
Todo comenzaba a derrumbarse dentro de mí, como si las ballenas quedaran encalladas en las playas para morir es como yo me quedaba clavado en su mirada cada que nuestros ojos se cruzaban y así pasaba el tiempo, en su mirada y yo muriendo lentamente, realmente él era cítrico, no demostraba lo que sentía, más que el disfrute de cuidar nuestro pequeño jardín.
No lo sé, no supe que fue lo que me impulsó a hacerlo pero lo tomé de la mano y lo arrastré conmigo casi corriendo por toda la calle principal hasta una parada de autobús, escuché las burlas de los que estaban fuera y ya nos conocían y también sabían lo que “Lemon Boy” y yo estábamos construyendo juntos, a lo mejor era fácil llevarme con un chico cítrico, pero yo necesitaba más de él en mi vida.
“Crezcamos como las plantas” le dije en esa parada de autobús que siempre estaba sola “juntos tu y yo, de la manera que sea, mientras seas tú, podemos irnos a donde sea… mientras sea contigo”
Quería que viviéramos juntos eternamente junto al verano, realmente fue sencillo decirle eso a un chico amargo como él porque ahora que estábamos solos y juntos éramos los chicos más amargos de la ciudad, los chicos más amargos de allí y es así como conseguí un amor cítrico que estaba por comenzar.