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Frío Corazón por Lemi Neko-chan

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Notas del fanfic:

Hey, hace poco me dio un arrebato por borrar todos mis fics y pues bueno, éste fue uno de ellos; sin embargo, puesto que es dedicado, no pienso abandonarlo en el olvido ewe

Así que aquí lo traigo de nuevo :v

Notas del capitulo:

Texto en cursiva son pensamientos. Al final del capítulo pondré el título de la sonata a interpretarse.

¡A leer!

Capítulo 1: ¿Amor?

 

Suspiró cansinamente, lo cierto es que el tipo de pláticas en la que se encontraba ahora mismo con su grupo de amigos le eran bastante aburridas; pues hablaban de sus enamorados, pretendientes, amigos “con derecho” y sobre las experiencias que tenían. Esperaba de alguna forma que no le vayan a hacer preguntas reveladoras también.

Solía sentirse muy incómodo hasta cuando le pedían una opinión o consejo sobre algún problema  de pareja, ¿la razón?, que a sus veinte años aún no ha tenido una sola relación amorosa, no porque no hubiera oportunidad, sino porque no quería; ni siquiera ha sentido lo que es ilusionarse, mucho menos enamorarse, sentimientos por los que ha visto a varios de sus amigos, incluso lo más listos, hacer cosas estúpidas; dejaban de pensar en sí mismos para dedicar sus propios pensamientos a aquellos quiénes se los robaban ¡como si no pudieran ver lo evidente!

Siempre creyó que era raro, en su condición de doncel, nadie le había llamado la atención más allá de la atracción física, era incapaz de imaginarse en una relación con alguien.

Alguna vez pasó por algo parecido con un muchacho de otro país al que conoció en un foro de juegos en línea cuando tenía diecisiete, se llegó a encariñar con él pese a no conocerlo en persona sin embargo cuando Kimimaro le pidió ser “novios a distancia” decidió cortar toda comunicación.

El hecho de tener una “relación” con alguien a quien no había visto de frente, que probablemente ni fuera en verdad aquel a quien veía en esas fotos, le parecía algo patético; eso o simplemente tenía cierta dificultad para dejar a cualquier persona alcanzar la mina de oro que era su corazón bajo toneladas de hierro fundido.

Naruto era así, no sabía el motivo, le era inevitable reaccionar de esa forma. Cuando notaba que algún varón estaba interesado en él hacía lo posible por alejarse y, si insistía, se encargaba de demostrarle que no tendría oportunidad alguna. No quería lastimar a nadie, puede que no supiera lo que se siente ser rechazado por la persona que te gusta pero sin duda evitaría causar tal tristeza o inseguridad que otros le han contado experimentar en dichas situaciones.

No sentía deseo sexual tampoco, por lo menos no si se trataba de su persona en un momento pasional con un varón, veía pornografía y se masturbaba como cualquier joven normal, más tenía aversión a que otro lo tocara, no gustaba del contacto físico, ni los abrazos de sus amigos peor aún las caricias atrevidas de sus pretendientes, de hecho, odiaba ser escudriñado por su físico.

No entendía por qué se fijaban tanto en él, a su parecer era atractivo, tenía buen cuerpo y su personalidad le permitía llevarse muy bien con cualquiera a su alrededor..., sí, era lindo… eso lo sabía pero no tanto como algunas de sus amigas o amigos donceles, eso sin contar con que no cuidaba mucho de su aspecto, se vestía lo suficientemente bien como para estar decente más no llamativo, a duras penas se peinaba y tal vez, sólo tal vez, cuando le salía un grano cubrirlo con maquillaje, fuera de eso era muy descuidado.

 

Decidió seguir la carrera de Finanzas, no es lo que hubiera deseado pero debido a que en la preparatoria se especializó en Contabilidad no tuvo de otra más que estudiar algo que se relacione. Actualmente estudia en la Universidad de Konoha en tercer semestre de diez que son en total.

– ¿Y tú qué opinas Naruto? se nota que se ejercita, ese jersey le marca a la perfección los músculos de los brazos – dijo muy emocionada su amiga Ten-ten mirando en dirección de un varón de piel blanca y cabello largo.

– Es lindo, pero se ve muy serio… – respondió con poco interés.

– ¿Creen que tenga novia?

Las risitas del grupo hicieron que el mencionado se volteara para saber a qué se debe tanto escándalo; entonces pudo apreciarlo mejor, era un sujeto realmente atractivo, con un color de ojos impresionante. – “Es lindo, si me invita a salir podría pensármelo” – se decía a sí mismo mentalmente, sonriendo inmerso en sus pensamientos

– Cómo que el profesor está tardando mucho ¿no? – preguntó Sakura, mejor amiga del rubio desde la preparatoria.

– Que importa Sakura, mejor… ¡todo lo que se relacione con economía es aburrido.

– Más bien es un fastidio – acotó Shikamaru quien acababa de despertar con tanto jaleo.

Aún aburrido dirigió su azulina mirada hacia la ventana, prefería buscar algo interesante con lo que entretenerse hasta el el profesor hiciera el favor de aparecer.

– Lamento la tardanza, me notificaron a última hora.

Todos voltearon a ver al hombre que acababa de entrar al salón con el semblante serio pero agradable al mismo tiempo; la mayoría supuso que se trataba de un estudiante más por lo que algunos se devolvieron a las actividades en que se encontraban.

Aquel hombre se despejó la garganta, colocó un par de libros sobre el escritorio y se quedó en silencio unos cuantos segundos, analizando a los presentes quienes poco a poco iban callándose.

– Permítanme presentarme, mi nombre es Uchiha Itachi y seré su profesor sustituto de crítica a la economía debido a que Ebisu sensei tuvo problemas de índole personal; en cuanto a mí, soy doctor en economía y en ésta cátedra me centraré en los distintos paradigmas que rigen la ciencia económica.

Por varios segundos el aula quedó en total silencio, ¿cómo es posible que un varón tan joven sea su nuevo profesor? y no sólo eso, sino que además tiene un doctorado. Por su parte a Naruto le pareció un hombre extremadamente guapo más no le causó algún sentimiento en especial, sería un profesor como cualquier otro, bueno, quizá no como cualquiera, llama mucho la atención.

[2]

Salió corriendo de su habitación, no quería llegar tarde; algo que de por sí es muy raro en él pues generalmente salta las asignaturas de la mañana; y es que a primera hora tiene clase de Crítica con el profesor Uchiha y no quiere que piense que es un flojo de esos que no son de su agrado.

“Un buen estudiante debe poner empeño tanto en el estudio en sí como en las cosas más pequeñas…, eso incluye llegar a tiempo, señor Akimichi”– recordó que dijo el moreno cuando Chouji se retrasó por estarle esperando, sin enterarse aún de que los días en que Naruto llega temprano casualmente es para asistir a dicha cátedra; los demás atribuían ese comportamiento a que le tenía miedo o algo por el estilo.

Desafortunadamente las aulas están un poco lejos del área residencial de estudiantes, lo que suponía un gran esfuerzo para levantarse más temprano de lo que acostumbraba; ni siquiera él entendía por qué el empeño en llegar a tiempo.

Han pasado tres meses desde que el período escolar diera inicio y Naruto está cada vez más convencido de que lo que siente por el profesor ya no es sólo admiración.

Al principio claro que le gustó físicamente, como la mayoría de varones atractivos que conoce pero con el tiempo, por poco que fuera, fue despertando en él algo más, algún tipo de interés, uno personal. Le gustaba la forma en que hablaba de sus ideales, su manera de ver el mundo; se dio cuenta que tenían mucho en común, eso que no lograba encontrar en nadie, como si fuera su otra mitad.

Ese pensamiento le sorprendió la primera vez que se lo planteó, pues nunca había considerado encontrar a su “media naranja” como dicen todos, al ser tan raro se decía a sí mismo que estaba completo.

Poco a poco también se dio cuenta que cada vez que lo veía el corazón se disparaba en su pecho y cuando se acercaba se ponía tan nervioso que no era capaz de regresarle a ver si quiera, sentía arder el rostro y formaba puños en las manos esperando calmar todas esas emociones que su sola presencia le provocaba.

Eran muchos los estudiantes que decían ser cautivados por el apuesto Uchiha, ¡era inevitable! Muy a su pesar también notó que sí era perfectamente capaz de sentir celos.

“Si tuviera un novio definitivamente no sería desconfiado y celoso”– se decía a sí mismo cuando veía a sus amigos revisar los móviles de sus parejas o llamarles cada cierto tiempo – “debe ser fastidioso, por eso no tienen relaciones duraderas”– decía seguro de aquellas palabras.

Ahora, observando como esas ofrecidas acudían al sensei para que les “aclare” dudas tontas, no podía evitar tener deseos de gritarles que se largaran o de llevarse lejos a SU sensei a algún lugar donde nadie pudiera volver a verlo.

¡No sabía que hacer! nunca había tenido que pensar demasiado en la forma de acercarse a alguien, pues, si un varón le atraía, bastaba con una mirada coqueta y una sonrisa para lograr que sea el otro quien buscara conectarse. No lo hacía por interés genuino, lo hacía para probarse a sí mismo que era apto para atraer a otros. La mayoría de veces ni siquiera quería que pasara y de todos modos lo hacían.

Pensándolo bien, esta situación es diferente, totalmente diferente. Primero porque no puede sostenerle la mirada sin que se ponga como un tomate; segundo, no tiene la habilidad de controlar sus emociones, impulsos o expresiones, por lo que le suele dar un tic y lo que menos quiere es que Itachi sensei crea que se siente incómodo con él; tercero, ¡no tenía ni idea sobre como invitarle a una cita! y si por alguna intervención divina el hombre aceptara, ¡no sabría de qué hablar!, Itachi-san es tan inteligente y educado que el sólo hecho de estar a su lado le hacía sentirse estúpido.

¿Qué demonios le pasaba?, toda su vida ha sido una persona abierta y sociable, ¡habla hasta por los codos! Ese maravilloso hombre de ojos oscuros le hacía descubrir un nuevo aspecto de sí mismo con relativa frecuencia.

“Jamás estaré a su altura” – Solía pensar cada que volvía a ver lo perfecto que era; mortificándose al saber de la enorme brecha que los separaba.

Solía decirse que tal día estudiaría o revisaría esto o aquello, pero no se imaginaba el peso que tendría el no hacerlo, pues la cátedra era un poco difícil y cuando su amor platónico se ponía de filósofo sólo quería golpear su cabeza contra la mesa.

Deseaba que lo notara como un buen estudiante, lástima que no le fuera bien; no era sólo el hecho de no entender sino que probablemente tendría que retomar la asignatura. Con suerte, si Itachi-san vuelve a ser su profesor no le importaría repetir.

 

– Sakura, ¡necesito ayuda!... – Sin saber qué más hacer, acudió a la única persona en quien confía. – Verás, hay… hay alguien que me gusta.

Sakura le miró sorprendida, ella más que nadie conocía la forma fría de ser del rubio, de hecho, hasta ella ha llegado a pensar que él era asexual pues aun cuando le gustara físicamente alguien, de ahí no pasaba.

– Claro que puedo ayudarte Naruto, pero primero ¿de quién se trata?

El rubio pasó saliva y se sonrojó enseguida, lo que no pasó desapercibido por sus ojos esmeraldas.

– Bueno, yo… no me siento preparado para decirte – logró modular con voz baja, inevitablemente apareció uno de sus tics como signo de incomodidad: juguetear con los dedos.

– Amm de acuerdo ¿has hablado ya con él? – habló de forma maternal, esperando darle más confianza para seguir, sin embargo ni loco le diría que se trataba de su sensei, al menos no todavía.

– Pues no… sí, bueno no, no realmente; arrgghh ¡es complicado!, no está interesado en mí – dijo con un gesto de tristeza.

*** ~~~ ***

Caminaba por los pasillos de la facultad de economía, había estado allí un par de veces cuando tenía que ayudarle a su hermano a llevar material de clase, esta vez le pidió que le lleve una caja que dejó en el auto a cambio de poder usar el mismo ese fin de semana. Según le dijo estaba ahora en el bloque B debido a que está de reemplazo de otro profesor.

Itachi le sugirió cambiarse a la carrera de Finanzas, dijo que tenía potencial para eso pero Sasuke no estaba seguro, por ahora estaba cursando Contabilidad y Auditoría.

“Salón 36… debe ser ese”

Algo fastidiado por tener que cargar con aquel paquete, sin siquiera saber a dónde, dirigió sus pasos hacia allí, más al momento de atravesar el marco de la puerta notó que dentro sólo estaban dos personas: un rubio y Sakura, su molesta vecina que lo acosa todo el tiempo; causando que un un gesto de fastidio apareciera en su rostro.

– Hey – ambos voltearon a verlo - ¿saben dónde puedo encontrar a Uchiha sensei? – ignoró a la molesta pelirosa para concentrarse en el doncel con ojos de zafiro que lo miraba interrogante.

– Está en la sala de profesores – respondió aquel rubio, desviando la vista hacia Sakura para decirle algo al oído. – Ella te llevará con él tebbayo – le dijo ya más cerca y sonriente apuntando con el pulgar en dirección a la chica. Tan pronto dijo eso salió a toda prisa del salón dejándolo… ¿confundido? se sintió ignorado por primera vez.

– Sasuke-kun yo puedo llevarte con Itachi-san – dijo la pelirosa con un fuerte sonrojo y la cabeza gacha; el mencionado únicamente levantó una ceja sin quitar la dura expresión del rostro

– No gracias, conozco el lugar – Contestó dando media vuelta para irse más ella lo jaló de la manga para detenerle.

– Este… es otro bloque, dudo que sepas dónde está. Además a esta hora ya no queda mucha gente a quien puedas preguntar… déjame acompañarte. – pidió casi en un susurro.

No le agradaba el tipo de persona que es Sakura pero ella tenía razón, no conocía ese bloque y tardaría más en dar con su tonto hermano mayor si lo hacía por sí sólo; con los hombros tensos y los brazos contraídos, suspiró fastidiado dándole paso por delante para que lo guiara.

– Esta bien, vamos.

[3]

Corría a toda prisa en busca del azabache, pues decidió hacer caso a lo dicho por su amiga minutos antes:

“Te sugiero que encuentres la forma de hablar con él cuando esté solo, a los mayores no les agradan los rodeos, sé valiente e invítalo a comer algo, puede ser con la excusa de agradecimiento o diciéndole que un amigo te plantó y que casualmente te lo encontraste… no sé, tu eres bueno con las excusas, algo se te ocurrirá, ¡no lo vayas a arruinar!”. – Gritó eufórica; Naruto no le dijo quién lo tenía así pero debido a su insistencia aceptó decirle que era un varón mayor a ellos.

No prestó atención al sujeto que preguntó por Itachi sensei, le dijo lo primero que se le vino a la mente sabiendo que es el último lugar al que acude el azabache al finalizar la jornada. No es como si fuera un acosador, simplemente se enteró de ello cuando al salir del área de las piscinas lo vio encaminarse a la sala de profesores a pesar de ya ser muy tarde.

Esa vez el moreno estaba por el área de natación así que fue hacia allá con la esperanza de encontrarle. Aprovecharía este momento de valentía para hablarle de forma personal, quien sea que lo estaba buscando podía esperar.

Al cruzar por el pasillo del ala este, estando cerca de las piscinas, una agradable melodía captó su atención haciendo que se dirija al lugar del que provenía ese hermoso sonido. Una vez allí, miró el rótulo del salón al que iba a entrar: “Sala de música”.

En todo el tiempo que llevaba estudiando ahí nunca había notado la existencia de ese sitio, aunque no es como si notara muchas cosas. Con cautelaabrió la puerta, sólo para encontrarse con la imagen más hermosa que haya visto jamás. Incrédulo parpadeó varias veces como tratando de despertarse de ese maravilloso sueño.

Justo frente a él, sentado detrás de un órgano y con los ojos cerrados estaba Itachi sensei interpretando alguna pieza musical. No supo en qué momento pasó, pero cuando se dio cuenta estaba con los codos apoyados sobre el piano mirando las grandes y delicadas manos acariciar las teclas con movimientos gráciles

“Es perfecto” – pensó al tiempo que le miraba embobado. A esas alturas era imposible detener el ritmo acelerado del corazón, latía tan rápido que lo sentía en la garganta… dolía, tanto que, como acto reflejo, colocó una mano en forma de puño apretando la ropa a la altura del pecho.

 – ¿Qué tal te pareció? – le preguntó sacándolo de su ensoñación, crispando sus nervios al verse sorprendido.

– Estuvo… increíble… – ¿Fue su idea o realmente habló como idiota?, se golpeó mentalmente por eso.

El mayor sólo rio bajo, no era muy común verle hacer eso, por lo que ese gesto le llenó de un sentimiento que no supo identificar pero que no quería dejar de sentir. Saberse la razón de sus sonrisas le daba un agradable calor en el pecho.

“¡¿Qué hago Sakura?! ¡¡En la vida he estado en una situación así!! Jamás he tenido que ser quien da el primer paso… no sé cómo hacerlo” – de sólo imaginarlo ya estaba sudando frío frente a su amiga.

“Debes coquetear, hacerle saber que tiene luz verde para intentar algo contigo y, si no se acerca de todos modos, tendrás que hacerlo tú” – Respondió tranquila la ojiverde.

Repitiendo las palabras de su amiga decidió probar suerte, sin más se sentó en el mismo banco que ocupaba su sensei, la cercanía de sus cuerpos hizo que le recorriera una corriente eléctrica que terminó por manifestarse en los vellos de la piel. Sin estar muy convencido de lo que haría, colocó la mano izquierda sobre el teclado, aún no podía girar el rostro y toparse con el del contrario a tan corta distancia.

– Recuerdo que mis padres tocaban el piano juntos, alguna vez intentaron enseñarme… pero a esa edad me parecía complicado y aburrido, de todos modos decidí practicar hasta lograr tocar algo decente…, nada comparado a lo que hace usted Uchiha sensei.

¡Muy bien! no pudo haber dicho algo mejor de buenas a primeras; no sólo le hizo saber un poco de su vida para generar alguna conversación, sino que mencionó la habilidad del mayor como un segundo tema, podían hablar de cualquiera de los dos… o de los dos y pasarse el resto de la tarde juntos.

– ¿Tus padres se separaron? – preguntó inocente al notar que habló en pasado de la costumbre de sus padres.

– Fallecieron hace 13 años – Aseguró tranquilo, no obstante el súbito silencio le hizo retirar la vista de sus manos para dirigirla a los ojos ébano. Rayos, viendo lo incómodo que se puso mejor hubiera respondido que sí.

– Lo siento, yo…

– Descuide Uchiha sensei, de eso es ya mucho tiempo – se apresuró a interrumpir antes de que el momento se estropee; aunque gracias a ello una idea iluminó su mente. – Después de ello han sido pocas las veces en que me he vuelto a acercar a un piano, siempre quise honrar su memoria, ¿Me… ayudaría a mejorar, Itachi-san? – arriesgado, bueno, el que no arriesga no gana ¿cierto?

El corazón le dio un vuelco al ver a su amor platónico sonreír asintiendo – Claro, con mucho gusto joven Uzumaki, si eso no interrumpe otras actividades… ¿te parece una vez a la semana?

– ¡¡SÍ!! ejemm…, digo, una vez por semana estaría bien – agachó el rostro hacia el teclado con el fin de ocultar cualquier evidencia de “emoción” que de seguro tenía, ¡hasta le palpitaban las orejas! – Y… ¿qué era lo que estaba tocando?

– Mariage d’amour de Paul de Senneville; esta canción tiene dos versiones, una de Richard Clayderman y la segunda de George Davidson; personalmente prefiero la última. –

“Invítale a comer algo” – es cierto, estaba olvidando el motivo principal de haber ido hasta allá; claro que salió mejor de lo que esperaba pero lo intentaría igual.

– Uchiha sensei, es un poco tarde, permítame invitarle un café… como… ¡como agradecimiento-tebbayo! – Soltó emocionado en lo que el mayor cerraba la tapa del piano y se ponía en pie.

– En todo caso te lo invito yo y de paso… – calló en seguida, como si se hubiera dado cuenta de algo – Disculpa Uzumaki-kun pero olvidé que debía esperar a mi ototo. – Mencionó en tono de preocupación.

– Mnh? ¿no puede?… está bien. – Agachó la mirada un poco triste de no haberlo conseguido. – Ah!! ¡es cierto!, un joven preguntó por usted, le dije que tal vez podría encontrarle en la sala de profesores.

Tan despistado como siempre, si hubiera prestado atención tal vez le habría preguntado de qué va la canción en vez de apresurarse a invitarle a comer, lo que causó que recordara a ¿su ototo? por lo menos ahora sabía algo más de su vida personal.

El mayor se despidió educadamente y salió con prisa del lugar, Naruto prefirió quedarse un rato, no quería sofocarle con su presencia, poco después volvió a levantar la tapa y cerrando los ojos posicionó los dedos en las piezas que se sabía de memoria. Sus pensamientos se concentraron ahora en sus padres, en el día que les escucharía tocar esa pieza por última vez, la aprendió por ellos, tal vez algún día pueda interpretarla para su persona especial… para Itachi-san.

Sonrió con gusto, hoy había visto más expresiones en el rostro que todos creen permanece siempre impertérrito, que en todo lo que lleva de conocerle. Ahora está seguro, se ha enamorado, por primera vez.

 

Continuará…

Notas finales:

Si a alguien le interesa, la melodía que interpreta Naru al final es: Love Story de Francis Lai. ¡Hasta la próxima! :D

Link: https://www.youtube.com/watch?v=iCGMZc7lT20

La de Itachi: Mariage d'amour de Paul de Senneville.

Link: https://www.youtube.com/watch?v=FoCG-WNsZio


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