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Red por Na Na

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Notas del fanfic:

Oneshot extendido de Red del proyecto Jong's Month

JongHyun caminaba por los pasillos de la enorme casa de MinHo, buscándolo. El alto hombre había organizado una fiesta, aprovechando que sus padres estaban de viaje, y JongHyun no se la perdería, nunca lo hacía. Sin embargo, lo que le frustraba era que MinHo se le perdía entre el montón de gente que formaba parte de la celebración. A la mitad tal vez ni la conocía, y de la otra mitad solo reconocía sus caras, tal vez.

Pasó las manos por su cara, suspirando molesto y frustrado y regresando a la sala. A lo mejor MinHo estaba en alguna de las tantas habitaciones pasando sus manos por el cuerpo de alguna chica. No le sorprendería. Pasó primero por la cocina, tomando un vaso de cerveza, y entonces fue hacia la sala, esperando encontrar un hueco en el sillón y buena compañía.

Lo que encontró fue mejor.

JinKi estaba en medio del sofá, hablando con una chica, y, al lado del hombre, estaba KiBum. JinKi se lo había presentado hacía unas semanas, y desde el primer instante en que sus ojos se encontraron hubo chispa, química, deseo. JongHyun no lo sabía con exactitud, pero le gustaba. Se acercó a ellos, casual, y solo entonces lo notaron. JinKi sonrió ampliamente y se levantó a darle un abrazo, palmeando su espalda y diciéndole, completamente animado, que se alegraba de verlo. JongHyun podía oler el alcohol en el mayor, y sonrió. Vio entonces a la chica, la saludó con un asentimiento de cabeza, y luego toda su atención fue hacia KiBum. El hombre tenía los ojos delineados, y se veía más atractivo de lo que ya era. JongHyun se contuvo de morderse el labio y solo le sonrió.

Ellos se habían visto antes. Desde que JinKi los había presentado, se habían encontrado de manera casual en la universidad, otros no tan casuales en cafeterías o fiestas... La atracción que había entre ellos solo crecía y estaban seguros de que sólo había una manera de, o bien frenarla, o bien que creciera sin límite. La tensión sexual que los rodeaba siempre que se veían era imposible de negar. Todos la notaban, incluso aquellos que no los conocían.

Esa noche sería perfecta.

Intercambiaron palabras cordiales, pero con un tono coqueto y hasta algo sugestivo que hizo a JongHyun sonreír más coqueto todavía.

Se quedó un momento charlando con ellos, aunque lo que más hacía era enviarle miradas coquetas a KiBum, alegrándose al ver que eran bien recibidas y correspondidas. Después de unos minutos, lo invitó a bailar. El menor aceptó de buena gana, y fueron juntos.

Había una canción más o menos lenta, con lo cual JongHyun aprovechó para tocar a KiBum. No de manera inapropiada, no frente a tanta gente, no en ese momento. El menor se acercó, y él le puso sus manos en sus caderas, pegándolo lo suficiente para sentir el calor de su cuerpo. KiBum puso sus manos en sus hombros, y empezaron a moverse al ritmo de la música, uno no muy lento, pero el suficiente para que a ellos les pareciera sensual.

JongHyun sabía que debía aprovechar esa noche. Tal vez no tendría una oportunidad como esa de nuevo, y no hacer algún movimiento sería un error. Así que acercó su boca a la oreja de KiBum y le propuso ir a un lugar más apartado, acompañando su propuesta con una caricia sugerente en la parte baja de su espalda. El menor asintió, mordiéndose el labio y eso fue todo. JongHyun tomó a KiBum de la muñeca y lo llevó directo a la salida, ignorando a todo aquel que los saludaba, o hacían el intento.

La tensión sexual que los rodeaba siempre que se veían era imposible de negar. Todos la notaban, incluso aquellos que no los conocían.

Corría una ventisca helada cuando salieron, debido a lo tarde que era, pero eso no logró disminuir la temperatura de los dos. Se encontraron con algunos compañeros a las afueras, y JongHyun, sin soltar todavía la mano de KiBum, los llevó hacia la siguiente cuadra, donde tenía su auto. KiBum se sorprendió un poco por el auto, y debía admitir que el vehículo era bastante elegante para tan solo un estudiante universitario, pero eso le dio una ligera idea de cómo podría ser su departamento. Sin embargo, realmente no le importaba cómo sería el lugar; lo que realmente le importaba era satisfacer sus más bajos deseos, sus ansias por tocar el cuerpo ajeno y ser tocado por esas manos que, estaba seguro, lo llevaría a ver estrellas.

Un estremecimiento lo recorrió entero debido a la expectación y se mordió el labio mientras veía el perfil del hombre conduciendo a su lado.

A pesar de que JongHyun conducía veloz, se detenía en las luces rojas. No había nadie a esas horas, las calles estaban vacías, por lo que no lograba entender por qué frenaba. Y, debido a la velocidad que llevaba, lo hacía de manera abrupta, provocando que KiBum se fuera hacia delante, sus manos chocando con el salpicadero.

No dijo nada la primera vez; la segunda, exhaló molesto, haciendo un mohín; para la tercera, no contuvo su curiosidad y frustración y le preguntó por qué lo hacía.

—Son las leyes —replicó con simpleza, encogiéndose de hombros.

KiBum levantó una ceja, incrédulo.

—No hay nadie del tránsito por aquí.

—Pero sí cámaras.

Eso lo sacó de quicio.

—¿No tienes prisa por llegar a tu casa? —preguntó exasperado.

JongHyun rió entre dientes.

—¿Acaso tú sí? 

El mayor lo miró directo a los ojos, haciéndolo estremecer. Sus orbes oscuros lucían calmos, pero no ocultaban del todo una lujuria que también inundaba el ambiente entre ellos, una lujuria que los recorría y que estaba consumiendo a KiBum. Éste se mordió el labio al verse descubierto y prefirió mirar por la ventana de nuevo.

JongHyun sonrió divertido y avanzó, veloz por la avenida. También tenía algo de prisa por llegar a su departamento, pero no podía saltarse las luces rojas, por más que quisiera. Había una parte de él que no se lo permitía, por más ridículo que sonara, y sin importar lo desesperado que estaba.

Una nueva luz roja los detuvo, y KiBum rodó los ojos, cansado de que tuviera que esperar esos tediosos segundos sin hacer nada. Se decidió a hacer algo divertido. Estiró un poco su cinturón de seguridad y, sin previo aviso, tomó a JongHyun del cuello de su camisa y lo haló hacia él, estampándole un beso desordenado y ansioso en los labios. El otro jadeó debido a la sorpresa, pero luego le correspondió con la misma intensidad. Ambos se deseaban, no era un secreto para ninguno, y por primera vez JongHyun maldijo el vivir tan lejos de MinHo.

KiBum, que también sabía conducir, se separó cuando intuyó que la luz cambiaría de color. Lo hizo rápido, sus labios haciendo un sonido obsceno que le envío un escalofrío por toda la columna vertebral, y se acomodó en su asiento, limpiándose la comisura de los labios como si realmente lo necesitara y se acomodó el cabello. Se acomodó en su asiento, y después de un momento en que no sintió al auto avanzar, miró al mayor con una ceja levantada.

—Está en verde.

JongHyun tragó en grueso, y asintió varias veces, recuperándose del ataque de labios, antes de poner en marcha el auto.

Una nueva luz roja los hizo detener y KiBum repitió la acción, con la pequeña diferencia de que metió su lengua en la boca contraria y le sacó un gemido al mayor. Sonrió victorioso, y se separó de nuevo, justo a tiempo para que la luz cambiara de color. Continuaron así unas cuadras más, hasta que el mayor no pudo seguir con ese juego. Con cada beso, sus ganas de tocar la piel ajena lo estaban consumiendo, y necesitaba del otro hombre más de lo que había creído. A poco más de dos cuadras de su departamento, se pasó la última luz roja e ingresó lo más aprisa que pudo al estacionamiento del edificio. KiBum se sentía victorioso de ello, pero trató de no darlo a notar, a pesar de que quería que el fuego que lo consumía fuera aplacado. Sin embargo, solo creció cuando, tan pronto se bajó, JongHyun lo acorraló contra la pared más cercana y lo besó lo bastante salvaje como para robarle el aliento.

Las manos del mayor estaban en su cadera, pegándolo a él, y sus labios lo atacaban con un hambre que él también sentía, y debido a ello no le fue difícil seguirle el ritmo. KiBum enredó sus manos en el cabello de JongHyun, y profundizaron más el beso. El alto, siguiendo el impulso de su excitación, movió las caderas hacia adelante, sacándole un sonoro gemido al menor, y uno a sí mismo.

Cuando se separaron, KiBum no tuvo tiempo de reaccionar, solo sintió como era halado hacia el elevador del lugar y, una vez dentro, acorralado de nuevo.

—No hay luz roja que nos detenga —murmuró el mayor, antes de comerle la boca.

KiBum sonrió, lascivo, y enredó sus piernas en las caderas del hombre frente a él en lo que las puertas de ascensor se cerraban. El calor que sentía en su cuerpo era intenso, y bien sabía que la única manera de aplacarlo era cuando JongHyun estuviera entre sus piernas, sus caderas empujando las suyas. Gimió ante la expectativa de lo que vendría, y enredó sus manos en el cabello ajeno, rodando sus caderas. Sonrió encantado, sabiendo que no sería el único que disfrutaría de esa noche.


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