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La Vida Te Da... Pero Tambien Te Quita (One-shot Blacku) por VidelFujoshi

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Notas del fanfic:

Los personajes son de Akira Toriyama, la historia mia y la idea de Martina Sanchez *-*

Notas del capitulo:

¡Holaaa! tarde pero seguro amika, espero que te guste y que haya cumplido con tus espectativas uwu

Goku regresaba a su casa, había sido un largo viaje en avión pero estaba satisfecho, visitar a su abuelo era lo que había planeado desde tiempo atrás y todo le había resultado a la perfección, su abuelito se había llevado una grata sorpresa al verlo de pie junto al portón después de que llamó a la puerta, la sonrisa que ese anciano mostro al reconocerlo fue una de las más grandes satisfacciones que había experimentado a lo largo de sus veintitrés años.

Y ni hablar de la despedida, casi se le rompió el corazón al dejar de nuevo solo a su querido viejecito pues la verdad es que no sabía cuándo volvería a visitarlo.

Lo único que lo animaba era saber que en casa lo esperaba su amado esposo, perfecto ante sus ojos y envidiable ante la mirada del resto.

Sabía perfectamente que Vegeta se encontraba a esa hora trabajando o quizás comiendo en alguna fonda, después de todo apenas era la hora de la comida si le hubiera avisado con tiempo de que había regresado quizás justamente en ese momento se estarían encontrando ambos en la puerta de su departamento, intercambiando sonrisas al intentar introducir la llave de la perilla al mismo tiempo; pero no, no lo hizo, quería llegar a descansar un rato para que más tarde estuviera cargado de energía para poder prepararle la cena a su esposos y complacerlo en todo, como una especie de compensación por haberse ausentado toda esa semana, quería sorprenderlo.

Abrió la puerta sonriendo ampliamente imaginando la posible reacción de su esposo, pero en cuanto puso un pie en la sala/comedor su sonrisa se esfumó y sus ojos se abrieron grandes, unos fuertes sonidos salían de la habitación del fondo, la que compartía con Vegeta.

A pasó tembloroso fue caminando hasta su habitación, el sonido de la madera siendo pisada por sus pasos era ahogado por los jadeos y gemidos que salían por la puerta y su llanto era silenciado con su mano bañada en lágrimas, negándose a creer lo que su mente le decía que estaba sucediendo en su propia cama.

– no... – negó con la cabeza, su voz entrecortada no se había escuchado en medio del acto sexual que está presenciado, su esposo estaba hacia suya a otra persona que no era él, a la única mujeres que lo conocía perfectamente desde que tenía memoria, su mejor amiga casi hermana era acariciada por las manos de Vegeta mientras que era besada por los labios que alguna vez lo besaron a él prometiéndole la luna y las estrellas, jurándole amor eterno. Los gemidos de Bulma eran una tortura para sus oídos y un castigo para sus ojos el ver como aquel peliflama que tanto amaba le hacía el amor a alguien más, pero nada de eso se comparaba con el dolor de su corazón, miles de agujas pinchándolo, perforándolo como si la vida misma se le estuviera escapando por esos imaginarios agujeros que dejaban las agujas al salir para volverse a enterrar con más fuerza - ¡¡NOOO!!

El jarrón que adornaba con sus flores la habitación de ambos terminó en el suelo y el sonido de los resortes del colchón rechinar había cesado y un silencio sepulcral abarcó todo el ambiente, aún se escuchaba en las paredes el eco de los fragmentos de cerámica tocar el suelo después de abandonar su forma de florero.

Las expresiones de espanto fue lo que terminó por decorar el ambiente del momento.

– ¿K-Kakarotto? – le preguntó el peliflama sin saber qué más decir, saliendo rápidamente de la peliazul para encarar a su esposo – ¿q-que haces aquí? Pensé que...

– ¡CÁLLATE! – rugió sintiendo asco y odio por aquella voz que encendía su cuerpo, pero su mirada solo mostraba decepción y tristeza, reflejo de su corazón roto – ¡¡ESTAS EN NUESTRA MALDITA CAMA!! ¡¡EN LA QUE COMPARTIMOS NUESTRAS NOCHES!!

– cálmate Kakarotto, déjame explicarte, yo... – el mayor se intentó escusar, acercándose a paso lento hasta él.

– ¡¡NO ME TOQUES!! – escupió lastimando su garganta, su mano había alejado la Vegeta quien había intentado ponerla en su hombre – ¡¡Vístete, maldita sea!!

– creo que lo mejor será que me vaya – murmuró Bulma avergonzada saliendo de la cama, cubriendo su cuerpo desnudo con las sábanas.

– ¡¡LÁRGATE DE MI CASA ESTÚPIDA ZORRA TRAIDORA!! – ordenó al ver a su mejor amiga salir de su cama con el rostro rojo brillante, le daba rabia solo verla, no quería ni pensar en nada que tuviera que ver con ella ni siquiera podía soportar seguir mirándola mientras intentaba juntar sus ropas del suelo.

– p-perdóname Goku – pidió la peliazul sin poder levantar su vestido del piso, sus dedos temblaban y su mano se movía demasiado. - en verdad l-lo lamento.

Sus manos apenas habían logrado enganchar su prenda cuando está se le volvió a caer, un alarido de sorpresa se escapó de sus labios levemente hinchados y colorados cuando la mano del pelipalmera se cerró en su brazo, jalándola hasta él.

– ¿p-porque, Bulma? – preguntó él pelipalmera viendo directamente los ojos azules de la mujer, sus lágrimas comenzaban a acumularse, amenazando con derramarse en cualquier momento mientras – ¡¿p-porque con él?!

– perdóname Goku – repitió la peliazul arrepentida mientras bajaba la mirada al suelo sin poder verlo directamente a la cara.

– ¿cuánto tiempo? - preguntó – ¡¿por cuánto tiempo estuvieron haciendo estas porquerías a mis espaldas?!

– m-me duele – respondió Bulma sin levantar la cabeza, intentando quitar el agarre de la mano del pelipalmera de su brazo - basta G-Goku

– ¡¡¿POR CUANTO TIEMPO?!! – le gritó zarandeándola con brusquedad, sujetando con más fuerza su brazo.

– ¡ya basta Kakarotto! ¡La estas lastimando! – el peliflama trató de intervenir, pero sin mover un solo dedo, quería evitar a toda costa que Bulma hablara, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo.

– ¡¿Y QUE SI LA LASTIMO?! ¡ELLA ME ACABA DE LASTIMAR A MI! ¡¡TU ME LASTIMASTE!! ¡¡Y NI SIQUIERA TE IMPORTÓ HACERLO!! ¡¿POR QUE ELLA SI TE IMPORTA Y YO NO?! – exigió saber mostrándose destrozado ante ese miserable hombre que no era capaz de mantenerle la mirada.

– ¡ella es una mujer! ¡La lástimas!

– ¡¿ENTONCES COMO YO SOY HOMBRE ME PUEDES LASTIMAR?!... ¡¿E-ES POR ESO QUE ME HICISTE ESTO?! – preguntó, su voz comenzaba a quebrarse y su firmeza a la hora de hablar estaba desapareciendo... ¿a eso se referían las personas cuando hablaban de la primera vez que alguien rompió su corazón? ¿A ese intenso dolor insoportable que quemaba sus venas y atrincheraba su corazón? – ¡¿ES POR QUE YO NO SOY UNA MUJER?!

– desde antes de que te casaras – confesó Bulma en un murmullo dejando de piedra a ambos hombres.

– ¿q-que? – preguntó incrédulo él pelipalmera mirando atónito a su amiga, sus ojos se abrieron inmensuradamente y sus pupilas se dilataron.

– ¡¡Cállate, estúpida!! – gritó el peliflama fulminándola con la mirada – ¡no la escuches Kakarotto! ¡Ella miente!

– ¡todo comenzó antes de que ustedes fueran esposos! ¡Cuando aún eran novios! – exclamó la mujer mirando fijamente al peliflama sin inmutarse ante él.

– LÁRGATE DE MI CASA, NO TE QUIERO VOLVER A VER EN MI VIDA – Goku la jaló hasta la entrada de su departamento y ciego por la ira, la sacó a la calle sin importarle que solo tuviera encima una sábana. La miró y sin contemplaciones le cerró la puerta en la cara.

¡TAC! Se escuchó cuando su cabeza se estampó contra la puerta y sus puños golpearon esta.

No quería pensar en nada relacionado con su mejor amiga, no ahora cuando lo único que veía era su traición, una traición que no le perdonaría a nadie, sin importarle si Vegeta era el traidor.

– Kakarotto, no puedes sacarla así a la callé – la voz de Vegeta lo hizo voltear a verlo. Estaba de pie a unos cuantos metros de distancia de él, con el vestido amarillo en una mano y en la otra los zapatos altos de tacón que seguramente eran de la peliazul. – deja se los entregó, ya después hablamos de lo que sucedió.

– quiero que te largues de mi casa – gruñó apretando los dientes – cuando regrese no quiero ver ni rastro de tus porquerías.

– p-pero Goku... – Vegeta balbuceó, sabía que Kakarotto estaba molesto, pero... ¿A tal grado de correrlo de su propio hogar?

– ¡¡no me llames así!! – le gritó más que molesto... ¿cómo se atrevía a llamarlo por ese nombre cuando eso solo lo hacía en la intimidad? – ¡¡ERES UN MALDITO!! ¡TE ODIO VEGETA!

Abrió la puerta y salió del departamento.

Ya no había rastro de Bulma, lo cual fue un alivio, no quería saber nada de ella y el saber que tuvo que regresar a su casa en esas condiciones le daba una ligera satisfacción.

Ya no lo soportó más y salió corriendo. Corrió lejos, lo más lejos y rápido que podía mientras el agua se desbordaba de sus ojos, mezclándose con los mocos que, producto de su llanto, salían de su nariz.

Vegeta... ¿Vegeta en verdad le había sido infiel? Lo había visto con sus propios ojos y aun no se lo podía creer, desde su noviazgo hasta su matrimonio todo había sido perfecto, tenían muy buena comunicación, toda la confianza necesaria y el amor nunca les había faltado.

Pero ahora se daba cuenta de que aquello solo había sido por su parte, Vegeta nunca había cumplido con los votos de su relación, ni siquiera cuando eran novios como se lo dejó en claro la peliazul.

Cansancio. Es lo que ahora sentía después de tanto correr por las calles intentando huir de su realidad. Le faltaba la respiración, y como no, si mientras corría respiraba por la boca al sollozar. Su pecho punzaba al respirar mientras que su corazón destruido lo martirizaba, sus ojos eran el reflejo de aquello, sus lágrimas no eran más que la prueba más pura de su dolor latente.

Tal vez si no le hubiera hecho caso a las quejas de su cuerpo, los dos hombres, que desde unos minutos atrás lo comenzaron a seguir a unos cuantos metros de distancia, no lo hubieran alcanzado e interceptado.

– amigo, ¿estás bien? – le pregunto uno de ellos posando una mano en su hombro.

Si no hubiera estado tan perdido en sus pensamientos, reviviendo la escena de su habitación una y otra vez, se hubiera dado cuenta del tono burlesco con el que aquel hombre le había preguntado aquello.

– s-sí, estoy perfecto – respondió tallándose con fuerza sus pómulos para retirar toda el agua salada acumulada en ellos, sin darle la cara al hombre.

Si lo hubiera hecho se hubiera dado cuenta de que eran dos.

El hombre que había hablado asintió y su acompañante se le acerco de forma sigilosa al pelipalmera.

Empezó a dar de manotazos al sentir como un par de manazas le taparon la boca, intentando liberarse, pero para su mala suerte aún no había recuperado la respiración.

Un par de brazos se pasaron por debajo de sus axilas y solo ahí fue cuando volteo desconcertado y asustado para darse cuenta que eran dos hombres de mediana edad quienes lo sujetaban.

Intento gritar, pero su voz no salía, se quedaba ahogada en la mano ajena.

Lo empezaron a arrastrar hasta el interior de un callejón donde en ningún momento dejo poner resistencia intentando zafarse de sus captores.

Se sentía solo y asustado, y a pesar de eso, de estar en esas circunstancias, en ningún momento dejó de pensar en Vegeta y la apuñalada que le había dado.

Peleaba con aquellos sujetos intentando desquitar todo su coraje con ellos, pero mayor fue su exasperación y desesperación cuando se dio cuenta de que todo era en vano.

Las lágrimas que se habían detenido en su momento volvieron a derramarse de sus ojos.

– este hijo de puta me está ensuciando la mano – escuchó decir al que le tapaba la boca y sus sentidos se alertaron al notar que lejos de decir aquello con asco parecía estar deleitado con ello.

Ya estaba, el ya no podía con aquello, no podía seguir peleando algo que ni su alma ni cuerpo podían.

Los escuchaba hablar, las palabras entraban vagamente por sus oídos cuando sus ojos se abrieron cargados de terror.

Una dura erección golpeaba su trasero fingiendo embestidas mientras veía al sujeto que lo había arrastrado de las axilas hasta aquel callejón, bajar la bragueta de su pantalón.

De todos los días que había vivido y que aún le quedaban por vivir, justamente tenía que ser ese día tan nefasto cuando todo parecía ir en su contra.

¿Qué más daban si lo violaban en ese callejón? Total, ¿para qué forcejear si al final no iba a lograr nada? Lo único que se ganaría sería más cansancio y la posible brusquedad por parte de los dos hombres.

Se quedó quieto tratando de no escuchar las palabras despectivas hacia él.

Nada de lo que le estaba sucediendo era justo, ¡todo carecía de sentido ahora! Su vida se sentía tan vacía como aquellas manos que comenzaban a desvestirlo con desesperación.

Si no estaba con Vegeta, ¿qué sentido tenía ahora? ¿Qué diferencia había en ser tocado por unos desconocidos que por su esposo? Total, ahora lo desconocía y eso lo volvía la misma basura que aquellos dos.

Tenía los ojos fuertemente cerrados esperando que los hombres terminaran con el cuándo lo aventaron contra el muro, estampando su costado en el después de que escuchó un fuerte porrazo.

– ¡¿cómo te atreves?! – preguntó el que lo había arrogado contra el muro, viendo a su compañero tirado en el piso inconsciente y al desconocido que bloqueaba la única salida de ese callejón.

Sus ojos quedaron maravillados con la visión que tenía frente a él, un chico de cabellera alborotada y color rosa de mirada penetrante y con una hermosa sonrisa torcida se alzaba frente al hombre que hace poco lo manoseaba sin dejar de darle llegues.

Vestía de negro y traía un bat en la mano, balanceándolo de atrás hacía delante de manera amenazante; el objeto con el que había dejado inconsciente al otro sujeto.

– ¿y si no quiero? ¿Que? Humano asqueroso – el pelirosa le escupió en la cara al hombre en el suelo y paso por encima de él a paso firme. Un quejido se escapó de su boca cuando sus dedos fueron pisados.

Goku lo seguía con la mirada sin ocultar su admiración por aquel pelirosa que se había convertido en su salvador.

Todo paso en cámara rápida cuando el pelirosa levantó su bat y se lo estampó en la cabeza al hombre, cayendo a los pies del pelipalmera.

– ¿Estas bien? – le preguntó arqueando una ceja mientras bajaba su disque arma.

Su despreocupación y lo extravagante de su apariencia lo tenían cautivado. Tragó grueso sin parpadear.

– ¡hey! Te estoy hablando muchacho – el pelirosa levantó un poco la voz y su cuerpo se estremeció, obligándose a tomar la mano que este amablemente le ofrecía para que saliera junto con él al exterior.

Solo asintió avergonzado, dándose cuenta de que se le había quedado viendo demasiado tiempo, y con la mirada clavada en el suelo aceptó el contacto de su mano.

Por la conmoción, sus lágrimas habían cesado y secado en su rostro dejándolole un sabor salado a su piel.

– soy Black – el pelirosa se presentó una vez que ambos estuvieron fuera del callejón.

– y-yo soy... – Tartamudeó viendo su mano entrelazada con la del pelirosa, un tenue rubor adornaba sus mejillas.

– y tu deberías bajarte la camisa y acomodarte el pantalón – el joven lo interrumpió, mirando de reojo el abdomen y el bordillo de su bóxer.

Con torpeza, se libró de la mano contraria y empezó a acomodar sus ropas, sintiéndose cohibido por el joven.

– me disculpó por haber tardado demasiado – comenzó a decir el pelirosa llamando su atención – vivo en los departamentos de ahí en frente – señaló un edificio enfrente de ellos – vi cuando te detuviste y cuando esos tipos te llevaron a rastras al callejón, pero no encontraba a este bebe – sonrió señalando su bat de béisbol – no alcanzaron a hacerte nada, ¿verdad?

– no te hubieras molestado, total, no creo que me hubiera dolido demasiado – Ambos habían empezado a caminar para alejarse del callejón, pero él no podía levantar la mirada del suelo, su cerebro aún seguía sin analizar la situación y mucho menos se podía sacar del pensamiento al peliflama.

– ¿ósea que preferías quedarte con ellos en lugar de estar conmigo? – preguntó el pelirosa arqueando una ceja, sentándose en la primera banca que encontró, invitándolo a sentar junto a él.

– honestamente todo me da igual – respondió encogiéndose de hombros, el nudo en su garganta le dificultaba el hablar sin romper nuevamente en llanto.

– te vi – le dijo mirándolo a los ojos, y por primera vez, Goku se percató del bello color gris que poseían, perdiéndose en ellos por momentos, fascinado por la belleza que tenían – antes de que ellos llegarán vi cómo te de tuviste, estabas llorando, ¿o me equivoco?

– n-no, no te equivocas – respondió apartando la mirada avergonzado, curiosamente sentía la necesidad de seguir mirándolo a los ojos y perderse en ellos para olvidarse de todo

– ¿me quieres contar?

– me acabo de enterar de que mi esposo me ha engañado por años – poco a poco sentía como la oscuridad de sus recuerdos lo iba arrastrando de nuevo a un edén de tristeza infinito donde la traición era lo único que veía a su alrededor.

– ¿esposo? – el pelirosa lo miró de arriba a abajo y al fin entendió a que se refería el pelipalmera con aquello de "no creo que me hubiera dolido demasiado" – ¿lo encontraste con otro hombre? – le preguntó y él solo negó con la cabeza, ocultando sus negros ojos tras su flequillo – ¿entonces?

– c-con mi mejor amiga – murmuró hundiendo su rostro entre sus manos, volviendo a quebrar en llanto – y-ya no sé cómo seguir adelante c-con esto, él era mi vida entera – un jadeó quedó ahogado entre sus manos al ser consciente de su realidad.

– te sientes perdido, ¿no? – preguntó el pelirosa con voz suave, mirando hacia la nada – en una inmensa oscuridad que curiosamente llevas dentro y va creciendo conforme piensas en ello.

Goku levantó la cabeza de sus manos mostrando su rostro bañado en lágrimas, sorprendido por cómo el de cabellos alborotados había hablado, expresando con sus propias palabras lo que él en ese mismo momento sentía

– no sé cómo dejarlo ir, m-me duele tanto, lo amo demasiado – se lamentó mientras sus lágrimas entraban por su boca, sintiendo el sabor salado de su dolor – no se ni quien soy sin él, nunca planeé un f-futuro sin él.

– lo que pasa es que no sabes cómo buscarte a ti mismo, desde hace tiempo dejaste de saber cómo hacerlo – el ojigris suspiró sin ni siquiera voltear a verlo, era como si él hubiera vivido en carne propia lo que Goku lamentaba – tú no te encontrarás hasta que tú quieras hacerlo, y sé que es difícil querer aceptar lo que sucedió, pero hasta que tu no lo hagas tú mismo serás tus propias rejas en esa oscuridad.

Si, así se sentía, sentía que hasta su misma existencia se debía al peliflama y ahora se daba cuenta de que no era sí.

¿Qué era lo peor? Que él aún no quería aceptar que aquello era verdad, el aún estaba aferrado a que su mundo girará en torno a Vegeta. Era como si todo ese tiempo hubiera estado en un lugar apartado de sí mismo, de su realidad y de todo, como si estuviera dentro de un agujero profundo, ajeno a su realidad, sin querer salir de su zona de confort.

– una cueva es la mejor manera de describir esa oscuridad, ¿no es así?

Y en ese momento se vio así mismo, dentro de una tenebrosa y húmeda cueva, sentado y con las manos esposadas, su alegría se había esfumado de su rostro desde tiempo atrás y él nunca se había dado cuenta de ello.

Miraba a todos lados asustado, tratando de percibir algo en la penumbra cuando el pelirosa salió de la oscuridad, iluminado con su andar el lugar. Lo miró por unos segundos y luego le regaló una arrogante sonrisa antes de sentarse junto a él.

– siento que todo fue mi culpa, que no fui lo suficiente para él, que no supe darle lo que quería, q-que ... – comenzó a hablar atropelladamente, su voz se hacía cada vez menos entendible.

– no lo creó – contestó el pelirosa con una risilla.

– ¡¿qué te da tanta gracia?! ¡Tú no me entiendes! – gritó destrozado, molesto por que se burlara de él.

– no necesito entenderte para saber que tu alma no puede con tu dolor, así como tú no necesitas culparte para justificar las acciones de alguien que no supo valorarte – le contestó y supo que era verdad, él lo había dado todo por su relación, no tenía la culpa de todo lo que había pasado ni mucho menos debía de buscarle una razón a su traición.

Sintió un peso menos en su pecho.

– sólo tienes que ser fuerte, eso es todo lo que necesitas, y si necesitas ayuda en eso, cuenta conmigo.

– siento que me hundo, que, si no es él, yo no tengo nada – tragó saliva buscado deshacer el nudo en su garganta.

– ¿te digo algo? Ese vacío que sientes no se llenará hasta que tu tengas ganas.

– e-es que no es justo lo que me sucedió, le di t-todo de mí y aun así me hizo daño, aun cuando me había prometido no hacerlo.

– sé que nada de esto es justo y que carece de sentido, que si no está contigo no tiene sentido tu vida, ¿y sabes? Te entiendo.

– ¿en verdad? – le preguntó, quedándose inmóvil cuando al fin lo volteo a ver a los ojos.

– Entiendo ese silencio tan sincero con el que intentas negarte – le dijo, limpiándole con la mano las lágrimas de sus mejillas, admirado el brillo en sus ojos.

– g-gracias – respondió avergonzado por la acción del contrario.

– para lo que ocupes – el pelirosa sonrió y le retiró el flequillo del rostro para dejar a la vista sus ojos – ahora sí, soy Black.

– Goku – hasta el mismo se sorprendió al escuchar su voz más animada, dejando escapar una sonrisa sin saber que todo había sido gracias al de cabellos alborotados. – me tengo que ir.

– ¿iras a buscarlo?

– iré a asegurarme de que no haya ninguna porquería en mi casa – respondió.

– sabes donde buscarme, me encantaría convertirme en tu amigo.

– okay, dirección de Black. Edificio enfrente del callejón donde intentaron violarme. No lo olvidaré. – sentenció despidiéndose con la mano del pelirosa.

– adiós – murmuró el de cabellera alborotada, sus labios habían dibujado una sonrisa, pero no una arrogante como la que siempre lucia, no, había algo más en ella, algo mucho más fuerte que la satisfacción de haber ayudado a alguien.

Todo el camino de regreso fue mucho más lento que el que había emprendido en su huida, iba relajado, hasta se podría decir que alegre.

La vida quizás le pudo haber quitado a la persona incorrecta solo para darle a la indicada en el momento indicado.

Cuando llegó, todo estaba tranquilo, el departamento se sentía más solo que nunca y eso le causó una punzada en su pecho al saber que en verdad Vegeta se había ido.

Sin embargo, la ignoró, saber que Vegeta lo había dejado tal y como le pidió solo le confirmaba una cosa. No valía la pena llorarle a alguien que no lo merecía.

Así pasaron las semanas, y Goku cada vez quedaba más fascinado con Black, fascinación que poco a poco se fue convirtiendo en adoración para darle paso nuevamente al amor.

Y con el paso de los meses, su sonrisa dejó de esforzarse en ocultar aquella profunda herida para que los demás no lo notarán. Ahora era genuina.

– sabía que no debía de tener prisa – meses después, él pelirosa lo había ido a visitar a su departamento. Lo tomó de las manos mientras le decía aquello, de pie bajo el marco de la puerta – no voy a arrepentirme de todo el tiempo que he pasado junto a ti, aunque hubiera pasado más lento.

Sus latidos se habían acelerado en señal de incertidumbre sin saber que decir, aunque ya se esperaba lo que sucedería si el pelirosa seguía hablando, aún no se podía creer que ya estuviera sucediendo.

– oye, tranquilo, intenta relajarte – pidió el de cabellos alborotados fingiendo molestia, sintiendo como sus manos eran apretadas con fuerza por las de Goku.

– ¡p-perdón! – exclamó avergonzado, disminuyendo la fuerza de su agarre.

– Son Goku, ¿quieres iniciar una relación...? ¡¿Mmm?! – incluso antes de que el pelirosa terminara de preguntarle, este ya le había contestado.

Sus labios encajados con los del pelirosa habían sido un "Sí" por su parte.

Cuando más roto se encontraba, el pelirosa intentó arreglarlo hasta que lo logró, su corazón roto había sanado para entregarse de nuevo a la persona que le había demostrado más amor del que supuestamente había recibido por parte de su anterior pareja.

– p-perdón – se excusó por su absurda reacción cuando dejó de besar a Black.

– ¿eso fue un sí? – preguntó sorprendido, apantallado por la tierna expresión que le mostraba.

– S-Sí - respondió rascándose nerviosamente la mejilla, sus mejillas estaban sonrojadas y sus ojos brillaban más que de costumbre.

Está vez fue Black quien reclamó los labios del pelipalmera, presionándolos y moviéndolos a la par de los suyos.

Solo se detuvo cuando sintió que les faltaba el aire, dejando a su vista los enrojecidos e hinchados labios del pelinegro.

– espérame tantito – le pidió mientras lo veía agitado, mostrando una sonrisa estúpida – como no pensé que me fueras a decir que si, deje las cosas en el piso de abajo, ya regreso.

– ¿cosas? ¿Qué cosas? – preguntó curioso mientras ladeaba el rostro, pero él pelirosa sólo le regaló una sonrisa y se apartó del marco de la puerta para ir a buscar lo que dijo.

Iba a emparejar la puerta cuando una mano se lo impidió.

Sonrió pensando en que quizás su ahora novio había regresado y abrió nuevamente la puerta.

Su sonrisa desapareció para dejar una de incredulidad y miedo.

– Kakarotto – dijo el peliflama metiendo el pie entre la puerta y el marco cuando intentó cerrarle la puerta en la cara. – tenemos que hablar.

– ¡yo no tengo nada que hablar contigo! ¡LÁRGATE! – le gritó sintiendo como iba perdiendo terreno hasta que al final la puerta quedó totalmente abierta. – ¡Vete Vegeta!

– tenemos que arreglar las cosas, por favor, sé que te hago mucha falta.

– ¿q-que? – preguntó atónito y con la voz destrozada – ¡¡lárgate de mi casa!!

– Kakarotto, esta también es mi casa, recuerda que aún estamos casados – le respondió con aire retador mientras se cruzaba de brazos, recargándose en un muro.

– pues entonces yo me largo de aquí – respondió tratando de no hacer contacto visual con el peliflama, caminando a paso decidido para salir del apartamento.

Pero el brazo extendido de Vegeta se lo impidió.

– Kakarotto, yo no te estoy corriendo de nuestra casa – dijo el peliflama con tono burlón y sintió como se le erizó la piel al escucharlo.

– aun así, me largo, no quiero respirar el mismo aire que tu – respondió quedándose estático.

– ¿ya me olvidaste tan rápido? ¿Acaso hay alguien nuevo?

– te olvidé a ti, pero tu traición la tengo bien presente.

– ¿acaso ya olvidaste todas las noches que disfrutamos juntos? Las noches en las que te hacia gemir mi nombre mientras te follaba como tanto te gusta – Vegeta soltó una carcajada y él solo frunció el ceño mientras trataba de no caer a sus provocaciones. Sus puños apretados eran prueba de que se estaba conteniendo demasiado. – ¿no quieres revivir todas esas experiencias?

El peliflama sonrió al no recibir respuesta, se le acercó peligrosamente y sus respiraciones se mezclaron.

Sin embargo, no pasó de ahí, un rodillazo en la entrepierna de Vegeta hizo que se doblará de dolor.

– no te atrevas – amenazó con los ojos cargados de lágrimas – ¡sal por esa puerta y vete! – cuando señaló la puerta se dio cuenta de que Black se encontraba de pie en esta, viendo con odio al peliflama.

Black entró y se interpuso entre el pelipalmera y Vegeta, dejando las bolsas que traía en las manos en el suelo, algo alejadas de ellos.

– ¿y-y quien es este? – preguntó Vegeta fulminando a ambos con la mirada, tratando de estar recto ante el pelirosa.

– ¡lárgate dije! – le ordenó frustrado, lo que menos quería era que Black y Vegeta se enfrentarán por su culpa.

– jajajaja, ya veo, me encontraste un remplazo – murmuró el peliflama mirando con odio al de la mirada gris – espero que te folle para quitarte ese mal humor que te cargas.

– eres un imbécil – gruñó Black amenazando con golpearlo en el rostro cuando el grito de Goku se lo impidió.

– ¡vete a la mierda Vegeta! ¡Quiero el maldito divorcio!

– está bien, que te follen, adiós – bufó el peliflama con voz arrogante, dispuesto a salir.

– ¡que te follen a ti, hijo de puta! – le gritó justamente cuando el peliflama azotó la puerta.

El lugar quedó en silencio hasta que los sollozos de Goku se fueron haciendo cada vez más audibles en el lugar.

– ¿Estas bien? – le preguntó el pelirosa posando una mano en su hombro para consolarlo.

– todo acabó – contestó mostrando una sonrisa destrozada – al fin.

– traje sushi y algo de vino para festejar nuestra relación – continuó Black – pero entenderé si no tienes ganas de nada, si quieres estar solo. La vida es completamente un drama, si en verdad lo necesitas grita o llora hasta que te desahogues.

– No. Me quiero demasiado como para tirarme en la cama y llorarle de nuevo – contestó limpiando sus lágrimas.

– ¿aún piensas que no tienes motivos para seguir con esto – le preguntó el pelirosa.

Goku sonrió, al saber por fin cuál era la respuesta correcta hacia esa pregunta.

– no, aún me quedan muchas cosas por vivir – respondió regalándole una sonrisa – ahora tengo a quien me quiere junto a ti.

– ¿entonces estas de ánimos para festejar? – le preguntó correspondiendo su sonrisa, tomándolo de la cintura para atraerlo hacia él y robarle un beso.

– ¿para sushi? Por supuesto.

Fuiste tu quien me enseño que no me tengo que rendir.

 

Notas finales:

¡en verdad espero que te haya gustado!


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