Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi camiseta es más brillante que tu futuro por neusa chan

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer:

EXO no me pertenece.

Este texto es de fans para fans. 

Notas del capitulo:

Hola!! 

Esta historia es la cuarta de la colección de "Historias de Amor" en las que he estado trabajando desde hace 3 años. Me he demorado un montón y lo sé. Pero prometo que voy a terminarla!!

Como el nombre de la colección dice, son historias de amor que son simplemente eso: de amor. Así que no hay mucho para investigar aquí. Son un montón de One-shots que subiré cada que pueda sobre dos parejas: VKook/KookV de BTS y ChanBaek/BaekYeol de EXO. 

Esta vez es un ChanBaek de EXO. Espero que les guste mucho. Yo disfruté mucho escribiendo, aunque fue un trabajo grande y largo (especialmente largo lol).

Parejas:

ChanBaek/BaekYeol

XiuHan/HanXiu (leve)

Mi camiseta es más brillante que tu futuro

El estudio olía a comida grasosa y sudor, como si alguien hubiese decidido almorzar ahí y luego tener sexo sobre las mesas y junto a los micrófonos, cuando terminaron. Chanyeol se había quitado la chaqueta en mitad del programa y la gorra al principio. Se sentía ligeramente pegajoso, definitivamente sucio, con ganas de llegar a casa y tomar una ducha tan larga que todas las otras duchas que se había dado en la vida se sintieran avergonzadas. Por supuesto, no pudo seguir sus propios planes, porque su jefe, vestido de arriba debajo de lujo, estaba de pie en el estudio y se miraba con gestos urgentes el reloj de la muñeca. 

Junmyeon dejó sobre la mesa los empaques de su hamburguesa y Chanyeol tuvo que recogerlos antes de seguirlo hasta el estudio, donde Minseok, con cara de aburrimiento, intentaba fundirse con su silla. Desde que había llegado a su turno, Chanyeol percibió un aroma a colonia cara por los pasillos, incluso en el baño, y se había preguntado cuál sería el problema esta vez. Tiró lo que tenía en los brazos en la basura y se peinó el cabello hacia atrás antes de ponerse la gorra. Pensó que tenía que tinturarse, porque llevaba mucho tiempo de negro. 

—¿Qué pasó?—le preguntó a Minseok en voz baja, mientras Junmyeon hablaba con el jefe. 

Minseok puso los ojos en blanco, se quitó uno de los cascos y empezó a hacer clicks con tanta velocidad que parecía un ruido continuo. La pantalla del computador cambiaba de color, abría y cerraba programas, mostraba el fondo de pantalla con el logotipo de la empresa imposible de cambiar. 

—Van a cambiar las cosas. 

—¿Cambiar las cosas?

—Yo qué sé—dijo Minseok. Los locutores de la siguiente hora entraron a la cabina y Minseok apagó su micrófono para que no pudieran escucharlo—. Estaba hablando sobre algo de marketing y yo no sé qué otras cosas más. No pude entenderlo bien. 

—No suena nada bien. 

—Dímelo a mí. 

Luhan apareció en ese momento, armado con una taza extra grande de café oscuro y humeante y una caja de donas. A Minseok se le iluminaron los ojos, como un niño pequeño, y empezó a sonreír por primera vez aquella noche. 

—Por fin, pensé que iba a morirme. 

—Exageras—dijo Luhan, y le tendió el café. Él se quedó con las donas. No se le pasó por la cabeza ofrecerle una a Chanyeol, aunque a él le hubiera gustado—. Creo que esto va a ser peor que cuando los chinos compraron el canal. 

—Han, no quiero ser grosero, pero tú eres chino—murmuró Minseok con los labios pegados al borde del café. Tenía la taza rodeada con ambas manos, intentando calentarse, y por primera vez, Chanyeol notó que era una noche bastante fría. 

—Por eso sé lo que digo. Ya vi al experto que trajeron, es el que ha estado apestando todo el edificio con esa colonia. ¿Quién se cree que es? Parece que lo sacaron de una de esas universidades que valen más que tu casa y tu auto juntos y así han de pagarle. 

—¿Hablaste con él?—preguntó Chanyeol. 

—No—dijo Luhan. Tenía una de esas donas rellenas de crema de leche y se veía tan fresca ahí en su mano que a Chanyeol le dio hambre. Parecía que la hamburguesa doble que se había tragado entre comerciales con Jumyeon en la cabina no había sido suficiente—. Pero lo escuché. Habla un coreano horrible. De todas maneras, no importa, porque la mitad de lo que dijo estaba en inglés. 

—La gente de marketing—dijo Minseok, de la misma manera que hubiera dicho los miembros del KKK o los Nazis. Chanyeol intentó robar una dona, pero Luhan, siempre el que tenía más reflejos, le dio una palmada que le dejó a Chanyeol rojo el dorso de la mano. 

Junmyeon se despidió del jefe, quien salió sin dirigirle a Chanyeol ni una mirada, y se unió a la conversación. A él sí le ofrecieron donas, y tomó una glaseada como si no hubiera otras más apetecibles dentro de la caja. Chanyeol quiso decirle que escogiera bien. 

—¿Y entonces?—preguntó Luhan. 

—¿Y entonces qué?—preguntó Junmyeon.

—¿Qué dijo el jefe?

—Ya debes saberlo. No me mires así, no he trabajado más de 10 años en el canal para que tú me trates como a un bebé. 

—Vamos, Junmyeon—dijo Minseok. 

—No, Han es el rey de los chismes. No me creo que no sepa qué va a pasar. 

Chanyeol los miró a los tres sin saber muy bien de qué estaban hablando. Los locutores de la siguiente hora, que parecían sacados de una revista de novias con sus trajes excesivamente elegantes, estaban ya en sus puestos, y miraban con impaciencia hacia el estudio. Minseok, ignorante, pero prevenido, había puesto una lista de reproducción del programa de fondo. 

—Alguien se va a dar cuenta que no estás trabajando—le advirtió Chanyeol. Minseok le dio una mirada rápida antes de concentrarse en Junmyeon, que volvía a hablar. 

—Van a hacer un rebranding. 

—¿Un qué?—preguntó Luhan. 

—Algo así como un cambio de identidad. 

—¿A quién le van a cambiar la identidad?—preguntó Chanyeol—. No sé por qué, pero suena como una terrible, terrible idea. 

—Dímelo a mí—Junmyeon mordió lo que quedaba de su dona y se limpió lo que pudo con el borde de su camisa—. Creo que esto va a ser peor que cuando los chinos compraron el canal. 

—¿Ves?—Luhan sonrió—. No soy el único que lo piensa. 

—No saben si va a funcionar. Puede ser un completo desastre. 

—¿Y entonces por qué decidieron hacerlo?—preguntó Minseok.

—Lo quieren los de arriba—dijo Junmyeon. Chanyeol bufó y cruzó los brazos—. Esto va a ser una de las peores cosas que le han pasado a este canal. Y créanme, yo he visto muchas cosas. 

—Vas a morirte en este sitio—se burló Minseok, aunque ya no estaba prestándoles atención. En cambio, se había puesto bien los audífonos y empezó a hacer clicks en la computadora de su izquierda. Luhan, haciendo un mohín, se sentó frente a la otra computadora. Minseok tomó el micrófono y lo abrió—. Seohyun, entran en 5. 

Junmyeon puso los ojos en blanco, claramente molesto, pero no le dijo nada a Minseok. Antes de salir, le hizo un gesto a Chanyeol para que se apresurara, y él empezó a ponerse la chaqueta con movimientos torpes. Parecía que, de pronto, le quedaba más pequeña de lo que era y no podía pasarla por ambos brazos. Así lo interrumpió Minseok, con el micrófono apoyado en el hombro. 

—Por cierto, Chanyeol, ¿supiste que me mudé?

En la puerta, Junmyeon empezó a taconear, apurándolo. Una mirada al reloj digital junto al cartel de AL AIRE le mostró que llevaban mucho tiempo de retraso. Si quería dormir 8 horas y luego salir a comer algo en ese nuevo restaurante que habían abierto junto a su casa antes de su primer turno en el estudio de grabación, tendría que salir ya. 

—Sí—respondió. Se cerró la chaqueta con un movimiento casi elegante comparado con el contoneo que había hecho para ponérsela—. Felicitaciones. 

—Hey, gracias, es un buen sitio—Minseok le prestó atención a la cabina con fastidio—. La siguiente canción es la número 1 de la lista, la número 1. Presta atención a lo que estás haciendo, Hakyeon—. Cerró el micrófono y volvió a mirar a Chanyeol, quien ya se había movido un par de pasos hacia atrás y estaba de pie sobre la línea que separaba el estudio del pasillo. Por ahí también olía a colonia cara y malas decisiones—. Voy hacer una fiesta de celebración por haber cumplido 1 mes ahí y me preguntaba si querías ir. 

Sin quererlo, Chanyeol hizo una mueca. Lo que le faltaba. No era suficiente tener dos trabajos, el deseo de comer bien y el propósito de un buen ciclo de sueño, porque ahora tenía que sumarle fiestas tontas en sitios aún más tontos con personas que no eran más que sus compañeros de trabajo y no le ofrecían donas. Luhan se interpuso un momento en la línea de visión de Minseok para reproducir la canción a la que le habían dado paso desde cabina, pero, aunque Chanyeol rogó silenciosamente, no fue suficiente tiempo para que Minseok no viera su cara. 

—¿Por qué me miras así?—preguntó, sonriente—. Te juro que la próxima vez sí te doy una dona. 

—Yo no estoy molesto por eso—dijo Chanyeol, demasiado rápido para ser verdad.

Luhan soltó una risita que se apresuró en ocultar tosiendo. Decía que las risitas eran para las niñas.

—Te estoy invitando con toda mi buena voluntad. Nadie me está obligando—Chanyeol lo miró con los ojos entrecerrados y luego arqueó las cejas—. Está bien. No es cierto. 

—No me invitaste a la fiesta de bienvenida—lo acusó. 

—¿Cómo te enteraste de la fiesta?—preguntó Luhan, genuinamente sorprendido. Chanyeol quiso estrellarle la caja de donas medio vacía en la cabeza. 

—Vi las fotos en Facebook.

—Claro—dijo Luhan, como si le hubiera dado la cura del cáncer—, fue eso. 

—Lo que quiero decir, Chanyeol, es: lo siento. No pensé que aceptarías ir, porque siempre estás tan ocupado, así que ni te invité—se explicó Minseok. Era cierto, y él no pudo responderle nada. Se encogió de hombros, mostrándole que ya era historia y no estaba molesto por eso. Eran esas donas sobre la mesa las que le habían encendido la mala chispa—. Pero esta vez necesito que vayas. 

—¿Por qué?

—¡Chanyeol!—lo llamó Junmyeon. Estaba en la otra punta del pasillo, a punto de girar y desaparecer de su vista, señalaba la pantalla de su teléfono, pero estaba tan lejos que no podía verse bien qué era lo que quería que mirara.

—Digamos que le debo un favor a mi vecino. 

—¿A tu vecino?—preguntó Chanyeol, dando un paso más hacia fuera. Luhan hizo rodar la silla hasta quedar justo junto a la puerta—. ¿Y qué tengo que ver yo?

—Es un favor muy especial y tú tienes que ir. 

—¿Qué favor?—insistió Chanyeol. Luhan tomó el pomo de la puerta y empezó a balancearla. Chanyeol lo maldijo en silencio, además de no haberle dado donas… Si llegaba a cerrarle la puerta del estudio en la cara, se aseguraría de que el jefe supiera quién era el que había tapado la cámara del estudio con cinta adhesiva negra.

—Por favor, sólo dime que vas a ir—dijo Minseok. Ante la mirada de Chanyeol, se rindió y le explicó—: Algo pasó el otro día y me enteré que escucha el programa. Al parecer es un gran fan. 

—Al parecer—susurró Luhan.

—Quiere conocerte. Le prometí que te llevaría—Hizo un gesto con las manos para terminar—. Entonces, ¿te escribo los detalles?

—¡Chanyeol!—volvió a gritar Junmyeon. 

—Bien—dijo él.

—Genial—Minseok le guiñó el ojo antes de regresar a la cabina. Abrió el micrófono y habló—: Les tengo dos opciones: o se turnan los siguientes minutos para decir los comerciales o los paso antes de la música. 

Uno de los locutores le respondió algo que sólo él pudo escuchar. Chanyeol dio media vuelta, la puerta cerrándose a su espalda, y empezó a trotar hacia Junmyeon. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, le preguntó si también lo habían invitado a la fiesta de celebración. 

—¿Y para qué querría ir?—preguntó Junmyeon, como respuesta—. ¿Acaso qué voy a encontrar ahí? ¿A mi futuro esposo?

—No sé.

—Lo único que tienen de fiesta las fiestas de Minseok es el nombre. Te vas a morir de aburrimiento. Créeme, yo he visto muchas cosas. 

Chanyeol hundió un poco la cabeza, lo que su hermana mayor llamaba un mal hábito de gente alta, y siguió caminando junto a Junmyeon hacia el aparcamiento. Ya se preocuparía después por la fiesta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La botella de vino que traía bajo el brazo estaba fría al tacto y se balanceaba con tanta precariedad que Chanyeol se preguntó cómo era posible que no se le hubiera caído ya. El edificio de apartamentos al que se había mudado Minseok quedaba bastante cerca del estudio de grabación. No le supuso un problema grabar unas cuantas cuñas y luego despedirse para ir a la fiesta en mitad de la tarde. Quizá, más tarde, se fueran juntos al trabajo. Porque, por lo que Chanyeol sabía, todos tenían todavía el turno de la noche en el canal. 

Minseok abrió la puerta, lo vio ahí de pie, luego a la botella, y lo dejó entrar con una sonrisa. Antes de darle la bienvenida, le arrebató el regalo. En sus manos, la botella ya no parecía un barquito en medio de la tormenta. La sostenía, firme, contra su pecho, mientras revisaba la etiqueta. 

—No debiste traerla—dijo, aunque quería decir todo lo contrario a juzgar por esa mirada hambrienta.

—Es mi agradecimiento por invitarme esta vez. 

—No te acostumbres. 

Chanyeol se quitó los zapatos y los puso junto a los demás. Recordó las palabras de Junmyeon cuando entró a la sala de estar y un montón de personas se giraron a mirarlo con curiosidad. La música era apenas un murmullo al fondo de la habitación, la única comida que veía estaba en la mesa de café, los invitados parecían flotar en una isla solitaria. 

—Ponte cómodo—dijo Luhan, apareciendo a su espalda. Chanyeol intentó ocultar su sobresalto, pero no lo hizo muy bien. Pronto tuvo las manos llenas de bocadillos—. Minseok me pidió el favor de que pasara esta bandeja. 

—¿Entonces por qué me la das a mí?—Intentó devolvérsela a Luhan, pero él, como el insecto que era, se escurrió hasta interponer una mesa y un jarrón decorativo de plástico entre ellos. 

—Bienvenido a la fiesta.

Chanyeol se quedó de pie, frunciendo el ceño, hasta que una chica menuda y pálida se acercó y le pidió con un hilo de voz que le diera un poco de lo que tenía en la mano. Sin saber muy bien cómo, ni por qué, se dedicó a caminar entre los invitados para ofrecerles los bocadillos. No interrumpió ni una sola conversación. Cuando acabó, se fue hasta lo que supuso era la cocina y le dio a Luhan con la bandeja en el brazo. 

—Esta fiesta es terrible—dijo Chanyeol—. Si la de bienvenida fue igual, estoy muy feliz de que no me invitaran. 

Luhan encogió los hombros, preocupado con algo en su teléfono. Minseok entró, los vio a ambos apoyados en la encimera, y volvió a salir. Tenía un par de posavasos en la mano. 

—Una vez, estuve en el hospital porque combiné dos tipos diferentes de droga, medicina para el resfriado y un par de shots—empezó a hablar Luhan, de pronto. Seguía mirando la pantalla de su teléfono como si viera a través de él—. Por eso es tan aburrida. 

—¿Qué?—preguntó Chanyeol, consternado.

—Te estoy explicando por qué la fiesta es así. Deja de mirarme como un idiota y ponte a servir más comida. 

—¿Qué? No—Chanyeol dejó la bandeja en el lavaplatos con un estrépito y empezó a caminar hasta la puerta. Antes de salir escuchó a Luhan gritarle que dejara de ser un vago y se pusiera a trabajar. 

En la sala de estar, las conversaciones, por fin, parecían empezar. Él camino por ahí, perdido y preguntándose por qué había ignorado las advertencias de Junmyeon, hasta que Minseok, ahora sin los posavasos, lo encontró y lo llevó consigo. El apartamento no parecía muy amplio, pero la sala de estar tenía un gran tamaño, y Chanyeol se vio arrastrado hasta la otra punta de la habitación, donde un grupo de personas compartían el vino que él había traído. Cuando llegó, nadie le ofreció una copa. 

—Hay alguien a quien quiero presentarte—dijo Minseok, aferrándolo más fuerte del brazo. Chanyeol le dio una mirada triste a la botella que había comprado en la tienda bajo el estudio de grabación antes de que Minseok volviera a llamar su atención—. Este es Byun Baekhyun, mi vecino. Baekhyun, te presento a Park Chanyeol, la voz de La ciudad de las sombras. 

Chanyeol sintió que se le subía la sangre a la cabeza al escucharlo. Sin embargo, Baekhyun ignoró su obvia incomodidad y le sonrió, tendiéndole su mano. Tenía una de esas sonrisas que Chanyeol no podía evitar mirar.

—Hola, sigo el programa—Fue lo primero que dijo Baekhyun. Sus manos eran largas, con dedos elegantes de pianista, y Chanyeol se la apretó con firmeza.

—Genial—Baekhyun no dejó de sonreír, pero arqueó las cejas—. Minseok me habló de ti. 

Baekhyun miró a Minseok, como si esperara alguna explicación, pero él ya se había unido a otra conversación. Chanyeol le soltó la mano y se quedó de pie, incómodo, esperando a que Baekhyun hiciera algo. 

—Espero que hayan sido cosas buenas—continuó Baekhyun, como si no hubiera ocurrido la interrupción. 

—Dijo que eras mi seguidor—Baekhyun soltó una risita de las que Luhan odiaba y Chanyeol deseó no haber oído. Esa sonrisa, esa boca, lo hacían sentir torpe—. Eh, no, seguidor del programa, que te gusta mucho. Me equivoqué. 

Baekhyun lo miró de arriba abajo y luego se fijó en otra cosa. En ese momento, mientras los ojos de Baekhyun se concentraban en algún punto sobre su hombro, Chanyeol supo que se iba a ir con él a la cama. Eso calmó su nerviosismo y relajó su postura. Baekhyun siguió sonriendo. 

—No pensé que fueras tan alto—dijo. Hizo un gesto con las manos, como si quisiera hacerle ver a Chanyeol su obvia diferencia de alturas—. Cuando escuchas la voz de alguien en la radio te imaginas algo y no es como la realidad. 

—Sí, suelen decirme algo así. 

—Tu voz no te cuadra. 

—Me lo han dicho también. 

Baekhyun le dio una mirada a Minseok, que los ignoraba, quizás esperando algo. En algún lugar cerca de la cocina, Luhan soltó una carcajada.

—Entonces, ¿escuchas mucho el programa?

Baekhyun volvió a mirarlo y la sonrisa regresó. Si no se acostaba con él antes de ir a trabajar, Chanyeol se arrepentiría toda su vida. Pensó en Junmyeon y su broma sobre el futuro esposo. 

—¡Sí! Lo descubrí hace un par de meses y lo escucho todas las tardes—dijo Baekhyun—. Incluso me compré una radio. La enciendo cuando empieza, la apago cuando me voy a dormir. No he mirado la tv desde que la tengo.

—¿Ah, sí?—preguntó Chanyeol. Las manos empezaron a sudarle y se las metió en los bolsillos del pantalón. 

—Sí, sí. ¿Quieres que te la muestre?

—¿Mostrármela?

—Alguien que trabaje en radio, como tú, debe interesarse por ese tipo de cosas—Baekhyun hizo un gesto vago con la mano. Chanyeol parpadeó, confundido, de modo que Baekhyun, inclinándose hacia él, le susurró—: Sólo ven conmigo, locutor. Sé que no tenemos mucho tiempo. 

Chanyeol se dejó llevar del brazo hasta la entrada, donde Baekhyun lo esperó el tiempo suficiente para que se pusiera los zapatos, mientras él deslizaba los pies en unas pantuflas, y lo siguió por el pasillo hasta su apartamento. A primera vista, era igual al de Minseok, pero el desorden era mucho mayor. Hojas y más hojas parecían brotar de los muebles, algunas en blanco y otras llenas de garabatos apenas entendibles. En la pared, Baekhyun había colgado dibujos de pasteles y corazones de diferentes tamaños. 

—Está aquí.

Baekhyun caminó hasta la esquina de la sala y le mostró un equipo de música moderno, con altavoces que le llegaban hasta la cadera y luces de colores que bailaban de un lado a otro. 

—Esto no es una radio—dijo Chanyeol. 

Baekhyun puso los ojos en blanco, sonriente, y lo obligó a inclinarse. 

—Ya lo sé, locutor, pero de alguna forma debía traerte hasta aquí. 

—Bueno, está bien, perfecto—balbuceó él.

—Debes tener muchos fans que se lancen sobre ti—dijo Baekhyun, como reflexionando. Chanyeol lo sintió deslizar las manos por su pecho para empezar a sacarle la ropa—. Tienes una cara bonita. 

—Gracias.

—Cuando dices: bienvenidos a la ciudad de las sombras—Baekhyun suspiró. El chándal salió por su cabeza y Chanyeol cayó en el sofá—. Wow. 

Baekhyun tomó los bordes de su propia sudadera y también se la sacó hacia arriba. Algunas puntas de su cabello se quedaron ligeramente levantadas, como desafiando a la gravedad, antes de curvarse y quedarse muy quietas. Volvió a poner las manos sobre el pecho de Chanyeol y las extendió con el objetivo de ver cuánto podía abarcar. 

—Dilo.

—¿Qué?—susurró Chanyeol, mientras Baekhyun se sentaba en su regazo y empezaba a frotarse contra él.

—Bienvenidos a la ciudad de las sombras, dilo—ordenó Baekhyun. 

—Bienvenido a la ciudad de las sombras—repitió él con la voz ahogada. 

—Tienes una gran voz.

Tuvieron sexo en el sofá, rodeados de papeles que se caían al suelo con ligereza cada vez que alguno se movía más de la cuenta y papeles colgados de las paredes con frases garabateadas. Cuando terminaron, y Chanyeol se quedó quieto, respirando profundamente, mientras Baekhyun se ponía la ropa otra vez, una sola hoja quedó a su lado, arrugada.

—Oye, Chanyeol…

Baekhyun hablaba mucho mientras tenía sexo. Le había repetido, de más de diez maneras diferentes, lo mucho que había soñado con el día en que escucharía la voz de Chanyeol frente a él. No era seguidor de ninguna estación radial, ni siquiera escuchaba podcast, pero sintió algo tan inexplicable cuando escuchó por primera vez el saludo para La ciudad de las sombras que no pudo superarlo nunca. Lo escuchaba todas las noches. Los fines de semana, buscaba los pregrabados que publicaban en la página oficial de la cadena.

Recordando, Chanyeol sonrió y tomó el papel. Tenía un dibujo mal hecho de lo que parecía un sofá y una frase.

—Eres como el inodoro cuando tengo ganas de orinar. Feliz día de San Valentín—leyó en voz alta. 

Baekhyun se interrumpió en mitad de la frase para echarse a reír. Se sentó en una de las piernas de Chanyeol, raspándole con la tela del pantalón en la piel desnuda, y tomó el papel de sus manos. Mientras tanto, él, sorprendido, lo rodeó en un acto reflejo con el brazo libre. Lamentó que se hubiera vestido tan rápido, porque tenía un cuerpo que Chanyeol quería ver más de una vez. 

—¿Te gusta?—preguntó Baekhyun, mirando la hoja.

—Es… diferente—dijo él. 

—Hay mejores—dejó caer la hoja de papel y le tomó la cara en las manos para darle un beso. Chanyeol se dejó hacer sin protestar—. Estaba diciéndote que deberías saludarme esta noche en el programa. Me conformo con cualquier cosa. 

Chanyeol cerró los ojos, sintiéndose muy bien con Baekhyun en el regazo y el cuerpo relajado. Respondió con un quejido del que Baekhyun se rio antes de levantarse y empezar a recoger los papeles que se habían caído. Cuando abrió los ojos, él tenía los brazos llenos de hojas y se quejaba en voz baja. 

—No suelo hacer esto—dijo Chanyeol, de repente. Baekhyun le dio una mirada que no duró mucho antes de irse por un pasillo, donde Chanyeol no podía verlo—. Quiero decir. No voy acostándome con mis fans cada vez que me encuentro uno. 

—¡Lo sé!—gritó Baekhyun. Al aparecer otra vez, traía consigo una caja que cargaba con esfuerzo. Las venas de sus brazos se marcaban y Chanyeol lo recordó abrazándolo, rodeándolo—. Eres El príncipe de la noche. No se puede ser más romántico porque empiezan a cobrarlo. 

—Por favor, no me llames así. 

—¿Por qué no? Minseok te llama así.

—Para burlarse de mí—se quejó Chanyeol, cubriéndose la cara. 

Empezó a sentirse expuesto, así desnudo, y sucio, con el sudor secándose sobre su piel, así que se puso de pie y empezó a vestirse. Su piel se había quedado pegada al material del sofá e hizo un ruido como de velcro separándose cuando se levantó. Baekhyun lo ignoró. 

—Tienes una hoja en la espalda—dijo, en cambio.

Baekhyun se acercó para quitarla y se quedó mirándola. Chanyeol se subió la ropa interior mientras leía sobre su hombro. 

—Tenía un buen regalo, pero como los precios de envío son tan caros, aquí tienes esta tarjeta. Feliz cumpleaños—Chanyeol se puso la camisa, riendo—. ¿De dónde sacas estas cosas?

Él le sonrió de manera enigmática, antes de poner el papel en la caja y cerrarla. 

—Disculpa el desorden. No suelo invitar mucho a la gente. Puedes preguntarle a Minseok, si no me crees—Le hizo un guiño, mientras Chanyeol se subía los pantalones—. ¿No quieres darte una ducha? Perdón, debí preguntar eso antes de que te vistieras. ¿No tienes que trabajar más tarde?

—No hay problema—respondió. Sí se sentía incómodo, con la piel pegajosa y tirante, pero había valido la pena. Si Baekhyun lo besaba de nuevo, no protestaría—. Estuvo muy bien. Gracias. 

Baekhyun se echó a reír. La caja terminó en algún lugar de la cocina, donde había más apiladas. Chanyeol se preguntó si estarían todas llenas de esas hojas. 

—Eres peor en esto que yo—dijo, al regresar. Cuando estuvo cerca, le arregló la ropa a Chanyeol, sonriendo como en la fiesta, como si tuviera algún secreto que revelar a cambio de algo—. ¿Gracias? ¿Es este El príncipe de la noche que escucho todas las noches? 

—No me llames así—gimoteó Chanyeol, encorvándose.

Se besaron de nuevo, y Baekhyun sonrió sobre su boca como si eso fuera lo que estuvo buscando durante toda la conversación. Luego, cuando se separó, le pasó los pulgares sobre los párpados. 

—Ni te imaginas lo que me haces pensar. Ahora no es sólo tu voz—murmuró. Chanyeol no entendió, pero supuso que no importaba mucho si lo hacía—. Debería comprarme una radio de verdad para que puedas venir después a mirarla. 

—¿Una radio? Eh, sí claro. Volveré a mirarla. Porque soy experto en radios. 

—Compraré una radio si tú me saludas en el programa. ¿Qué te parece? 

Chanyeol abrió la boca para responder, pero fue interrumpido por los golpes de la puerta. Al abrirla, Minseok le hizo un saludo con la mano y se miró el reloj de la muñeca. Chanyeol agradeció haber estado vestido. 

—No quería interrumpirlos, pero ya es hora de irnos—dijo, sonriendo—. Luhan está esperando afuera. 

No esperó a que le respondieran, antes de entrecerrar la puerta y alejarse por el pasillo. Chanyeol se quedó de pie, incómodo. Se sentía un poco tonto, como si fuera Baekhyun el único que pudiera iniciar el contacto, y no se atrevía a despedirse, no sabía cómo hacerlo. 

—Entonces, espero que nos veamos pronto—dijo Baekhyun.

—Claro, sí. 

—En serio, dame un saludo—Baekhyun puso morros, apoyado junto a la puerta—. Tu programa y tu voz son lo que más me gusta en el mundo. 

—Gracias. 

Chanyeol empezó a salir, dudó un momento con medio cuerpo fuera del apartamento, pero al final pensó que ya había hecho muchas cosas sin pensarlo esa tarde, y volvió a entrar para besar a Baekhyun. Lo levantó en el aire, hasta que él tuvo que ponerse de puntillas para alcanzarlo, y lo dejó ahí, con los ojos cerrados y la boca roja, antes de cerrar la puerta.

—¡No tenemos todo el día!—gritó Minseok—. No me mires así, deberías agradecerme por llevarte. Podríamos dejarte aquí y esperarte en el canal.

—Ya voy, ya voy. 

—Qué bueno que te encontré en el primer lugar en que te busqué. 

—Ni una palabra de esto, ¿oíste?

Bajaron hasta el garaje y se subieron en el auto en el que ya esperaba Luhan, impaciente. Uno de ellos conectó el celular y empezaron a escuchar pop en inglés.

—¿No podrían poner otra cosa?—preguntó Chanyeol—. De toda la música que hay, vas y eliges esa. 

—¿Qué tiene de malo?—preguntó Luhan, bajándole un poco el volumen.

—Tenemos que escuchar esto toda la noche. Elige otra cosa. 

Luhan soltó un suspiro, pero cambió el género musical. Minseok le dio una mirada a Chanyeol por el espejo retrovisor. 

—¿Qué?—preguntó él.

—¿Qué tal Baekhyun?

—¿Qué clase de pregunta es esa?—dijo Chanyeol—. No quiero responder. 

—No importa, sabemos lo que pasó—canturreó Luhan. 

Chanyeol no habló con ellos hasta que estuvo dentro del estudio, esperando su turno, y no les dirigió la palabra más que para quejarse de las nuevas personas que parecían estar rondando el edificio. Más tarde, después de que tuvo que dar la bienvenida a los oyentes y Junmyeon diera paso a la primera canción, hizo el saludo. 

—Esta va especialmente para Baekhyun—dijo, sin mirar hacia el estudio, sabiendo que Minseok y Luhan estarían sonriendo—, un gran seguidor del programa. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El nombre del experto en mercadeo que había contratado el canal era Huang Zitao, y se paseaba por ahí apestando los estudios con su perfume y soltando palabras en inglés cada dos en coreano y, de vez en cuando, una en mandarín. A Luhan le gustaba llamarlo, a sus espaldas, la encarnación de un huracán. Minseok agradecía que no supiera otro idioma, porque tendrían que cargar un diccionario con ellos para entenderlo cada vez que se lo encontraran. Chanyeol lo había visto varias veces, una de ellas en la cafetería fuera del edificio de administración, bebiendo uno de esos cafés en un vaso tan alto como tan larga era su cara y comiendo un producto de pastelería que debía estar expuesto en la vitrina desde hacía un mes. Sin embargo, sólo había hablado con él una vez, y había salido tan mal como todos los encuentros de los que había escuchado. 

—Los colores son importantes—fue lo único que entendió, después de que le soltara el discurso que Minseok decía que tenía siempre preparado, como si lo leyera de un teleprónter, cuando veía a un empleado que no había visto antes—. ¿Sí?

Chanyeol asintió, obediente, mientras Junmyeon murmuraba “¿Qué fue lo que dijo?”. Zitao había caminado por el estudio, pasando entre las filas de sillas, con las manos cruzadas detrás de la espalda. La música del programa sonaba suavemente en los altavoces. Era igual a la tarde de la fiesta de Minseok. 

—¿Le entendiste?—le preguntó Junmyeon a Chanyeol en voz baja. El jefe estaba ahí de pie, junto a la puerta, esperando a que todo acabara para llevarse al experto lejos de los estudios de radio hacia las redacciones de televisión, donde realmente estaba la acción. 

—Algo sobre colores. 

—¿De verdad? Pensé que estaba bromeando—Junmyeon esbozó una sonrisa de comercial cuando Zitao dio una vuelta en su dirección. Preguntó algo incomprensible y señaló la pared del fondo. El jefe respondió desde la puerta—. No tengo nada verde. No soy una persona que use verde. Me sentiría como un pedazo de ensalada caminando vestido de verde. 

—Si te hace sentir mejor—dijo Minseok, aún sentado frente al computador—, todos estaremos igual. 

—Será como una convención de vegetarianos o de amantes del planeta—dijo Luhan. 

—¿Pero de dónde sacaste eso?—preguntó Junmyeon.

—¿Por qué no? Sería simbólico—respondió Luhan—. Todos de verde, como espárragos. Vegetariano y ecológico. 

—Por favor—rogó Minseok, cubriéndose la mitad inferior de la cara con las manos. 

Chanyeol abrió la boca para decir algo, pero fue interrumpido por Zitao, quien, parado frente a las líneas de asientos, asentía a algo que el jefe había dicho sobre ellos. Escuchó su nombre y el de Junmyeon y luego una jerga en inglés que supuso que debía ser importante, pero no era capaz de seguir.  

—Por supuesto, puede hacerse—dijo el jefe. Los miró como si quisiera que aceptaran, así que lo hicieron, y Zitao se despidió de todos, dándoles la mano, antes de salir hacia las demás cabinas. 

Luhan dejó pasar un par de segundos antes de soltar un suspiro que parecía haberle salido del alma y derrumbarse en su silla. Una mosca, tan grande como una uva pasa, volaba perezosamente sobre la consola. Minseok intentó apartarla con un gesto lento, como si no quisiera de verdad, y no logró más que volara lejos unos segundos y regresara después. 

—Dicen que van a diseñar todo desde cero—dijo Minseok—. Los pasos a comerciales, el noticiero, el logotipo, incluso la pintura de las paredes. 

—Si me hacen vestir de espárrago, renuncio—amenazó Chanyeol, aunque si lo miraba en perspectiva, no le parecía tan malo. Si hubiera sido amarillo, o algo mucho más específico, como turquesa, sí sería un problema. Verde contenía gran gama de tonos que podía usar—. Creo. 

—Wendy dice que los vio grabando a un practicante en la azotea frente a la cafetería del sexto piso. Es la nueva imagen. Todos son bienvenidos o algo así—continuó Minseok.

—Ya le hacía falta al canal—dijo Luhan. Así, recostado, la voz le salía ligeramente ahogada, lo cual no parecía molestarle—. Tenemos fama de elitistas. La otra vez le dije a un amigo que trabajaba aquí y me dejó la cuenta del almuerzo. Cree soy millonario o algo. Si supiera la completa miseria…

—Al menos tenemos trabajo—lo interrumpió Junmyeon—. Un buen trabajo. 

—Oh, pero si viniera otro y te ofreciera…— continuó Luhan. 

Alguien se aclaró la garganta desde el vano de la puerta y, cuando lo miraron, Luhan se sentó erguido en su silla y Chanyeol se quedó muy quieto. 

—¿Qué hacen ahí todavía?—preguntó el jefe, con la orden velada de “vayan a sus puestos, vagos”—. Es hora de trabajar. 

Junmyeon y Chanyeol se escabulleron hasta la cabina. Cuando cerró la puerta tras de sí y el completo silencio lo rodeó, Chanyeol se quitó la gorra y se pasó la mano por el cabello. 

—Creo que me odia.

—¿Quién?—preguntó Junmyeon.

—El jefe. 

—No, él sólo es así. Cree que gritando nos va a poner a todos a trabajar más rápido.

Chanyeol se sentó frente a un computador y se puso los audífonos. Al instante, escuchó a Luhan contarles la historia de la semana en que el jefe había logrado tres renuncias del programa televisivo de la tarde. 

—Yo estaba ahí—comentó Junmyeon. Sacó un paquete de su maleta y se lo entregó a Chanyeol, quien se lo acercó a la nariz. Olía como McDonalds, o algo igual de asqueroso. No podía esperar a comerlo—. Hizo llorar a dos de ellos. 

—¿Nadie ha hablado con Recursos Humanos?—preguntó Minseok. 

—No lo van a despedir. Es el cuñado o el esposo de uno de los más importantes, o algo así—dijo Luhan.

—Entran en 2—informó Minseok. 

—Todos siempre son el familiar de alguien, maldición—se quejó Junmyeon—. A este paso sólo van a venir ellos a trabajar y tendremos que pedir limosna frente al edificio. 

—No creo que dejen que pidas limosna frente al edificio. Ni siquiera tenemos puestos de…— empezó a decir Luhan. 

Minseok los llamó una vez más y contó de diez a uno. Luego, la luz sobre a la ventana se encendió, y estuvieron al aire. 

—Bienvenidos a La ciudad de las sombras, con los sonidos que hacen que tu corazón se detenga—dijo Chanyeol. Junmyeon arqueó las cejas, incómodo—. Tenemos mucha música lista para ustedes, nuestras fieles oyentes, no se despeguen. Recuerden que yo soy Chanyeol y estaré con ustedes hasta la medianoche—murmuró—: Ahora les traigo a Ed Sheeran, con Perfect. Un ritmo desde las calles de La ciudad de las sombras. 

La luz del cartel AL AIRE se apagó y Junmyeon empezó a quitarle el empaque a su hamburguesa. 

—Deberíamos ponernos un apodo—dijo, como pensando.

—¿Qué proponen?—preguntó Luhan. Le daba la espalda a la ventana, así que sólo podían ver su coronilla y la parte de arriba de la silla—. Porque yo tengo muchas ideas desde hace un montón de tiempo. 

—No le hagan caso, sólo piensa en tonterías—dijo Minseok—. Mejor díganme qué canción va después. 

—Pensé que teníamos una lista desde ayer—gruñó Chanyeol. Se quitó la gorra y los audífonos para poderse pasar las manos por el pelo, perdiéndose la respuesta—. Okey, ¿tenemos algo de Drake? Está de moda. 

—Pero no hay nada que pueda servir para el programa—murmuró Minseok, concentrado—. ¿Otro?

—Estaba pensando en Slenderman y Gremlin—dijo Luhan—. Ya saben quién es quién. Queda perfecto con el aire misterioso del programa. 

—Sam Smith—continuó Chanyeol, ignorándolo—. ¿Cómo se llama la última?

Minseok miró algo en su celular. Junmyeon le había dado el primer mordisco a su hamburguesa y pidió otra opción con la boca llena.

—¿No te gustan esos? Bien, tengo más—dijo Luhan. Le dio vuelta a su silla y estaba jugando con una pelota antiestrés con el logo de la empresa, que pronto sería inservible—. Frankenstein y Drácula. 

Too Good at Goodbyes—respondió Minseok.

—Perfecto—dijo Chanyeol—. Programa Magic de Coldplay y All of Mede Legend y damos paso a comerciales de cambio de hora.  

—¿Quieres hablar entre canciones?—preguntó Minseok, todavía mirando el celular. 

—Que lo haga Junmyeon. 

—Sabes que Frankenstein es el doctor y no el monstruo, ¿no?—preguntó Junmyeon. Se las había arreglado para acabar un cuarto de su hamburguesa y ya olía a local de comida rápida en la cabina. Chanyeol se quitó la chaqueta, sudaba bajo la gorra.

—Tenemos un público difícil—dijo Luhan—. Mejor quedémonos con los de siempre, Escudero y Príncipe de la noche. 

—¿Por qué soy el escudero?—Junmyeon dejó la hamburguesa sobre la mesa y se puso de pie para que pudieran ver mejor su expresión ofendida—, soy más príncipe que él. Míralo. 

—Pero la audiencia piensa diferente—Luhan se señaló las orejas—. Eres el escudero, aguántalo. 

—Smith, Coldpay y Legend en lista. Junmyeon, entras en uno—informó Minseok. Luego hizo una mueca y añadió—: Baekhyun. 

—¿Qué? No me gusta Baekhyun—se quejó Junmyeon. 

—No es para… No dejan hablar—suspiró Minseok. Luhan se echó a reír—. Quiero decir, Chanyeol, Baekhyun me escribió. 

—Okey—dijo él, sin saber cómo responder. 

—Dice que es importante que sepas que se compró una radio. 

Chanyeol sintió, de pronto, que empezaba a hacer mucho más calor en la cabina. Se quitó los audífonos y la gorra y se los volvió a poner para escuchar a Minseok. Habían pasado 2 semanas desde la fiesta. 

—Entran en 10, 9, 8…

—Llega Sam Smith a La ciudad de las sombras con su últimos sencillo: Too Good at Goodbyes—murmuró Junmyeon en su micrófono. 

Chanyeol esperó a que se apagara la luz de AL AIRE y desenvolvió su hamburguesa. 

—¿Quién es Baekhyun?—preguntó Junmyeon—. ¿Y por qué le escribe a Minseok si quiere hablar contigo?

—No importa ahora—respondió Minseok, encogiéndose de hombros—. Mejor, sigamos discutiendo eso de los apodos. Escuché algo sobre Drácula. 

—¿No crees que Junmyeon es lo suficientemente pálido para serlo?—preguntó Luhan—. Y Chanyeol es alto, así que Frankenstein. ¿Se te ocurre algo mejor?

—Te dije ya que Frankenstein no es el monstruo—lo regañó Junmyeon. 

Chanyeol se quejó, él no era Frankenstein, y mordió la hamburguesa. Todavía le quedaban un par de horas de programa. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Chanyeol apretó el timbre con el pulgar, ocupado en ocultarse de mala manera con el cuello del abrigo para que Minseok, si decidía mirar en el pasillo, no pudiera reconocerlo. Trabajaba con lo que podía, porque era imposible encogerse, aunque sea un poco, para disimularse mejor. Cuando Baekhyun abrió la puerta, vestido como algo que hubiera salido de las fantasías más románticas de Chanyeol, se dijo que valía la pena arriesgarse a burlas hasta el final de los días en el trabajo si podía volver a tenerlo.

—Locutor—dijo Baekhyun, como sorprendido.

—Hola. Escuché que compraste una radio de verdad. 

Baekhyun sonrió lento, las comisuras de los labios extendiéndose hacia los lados perezosamente. El suéter que vestía parecía hundirlo, demasiado grande. 

—Me habría gustado decírtelo, pero Minseok es nuestro único punto de contacto. 

—No importa—dijo Chanyeol—. Podemos tener más desde ahora. 

Luego, dio un par de pasos dentro del apartamento y Baekhyun lo empotró contra la pared. Esta vez, llegaron a la habitación y Baekhyun le recorrió el cuerpo con la boca, murmurando de vez en cuando cosas que lo hacían reír. Luego tuvieron sexo. Al acabar, se reclinó en la base de la cama, cansado y satisfecho, y empezó a hablar casi de inmediato:

—Llegamos aquí más rápido que antes.  

Chanyeol se secó una gota de sudor que le bajaba por la mejilla y miró el techo, lleno de más de esos papeles que Baekhyun parecía poner por todos lados. El que estaba justo sobre su cabeza decía: “El amor se durmió en el hueco de mi cadera. Ahora no me muevo porque temo despertarlo”. 

—Hacemos las cosas al revés—le respondió a Baekhyun—. Eso no pareció molestarte la otra vez.

—No me molesta. Es sólo—Baekhyun lo miró de soslayo—, irónico. 

—Yo tampoco… Ya te había dicho que no suelo hacer esto. Es la primera vez que… con un extraño. 

—Y yo te había dicho que lo sé. Alguien que presenta La ciudad de las sombras no puede ser de otra manera. 

Cerró los ojos, pensativo, mientras Chanyeol contemplaba el techo. Leyó más: “Llegaste como la lluvia, mojando el suelo de mi habitación”, “Hojas de estropajo, el árbol en otoño”, “Llévame en tus brazos de corriente y déjame descansar en el fondo de tu océano”. 

—¿Son tuyos?—preguntó a Baekhyun. 

Baekhyun abrió los ojos, despertándose después de haberse adormilado. Chasqueó la lengua antes de responderle:

—¿Qué es mío?

—Los papeles—respondió Chanyeol. Se irguió, sintiendo los músculos de las piernas tensos y un dolor satisfactorio en la espalda baja. Así pudo mirar mejor a Baekhyun, extendido a sus pies, todavía desnudo y desordenado—. Están por todos lados. 

—Sí, lo son—dijo Baekhyun. Extendió un brazo hacia arriba. “El mar huele como caldo de mariscos” —. Escribo tarjetas de felicitación. Sabes de cuáles. Para el día del padre, o el de la madre, o Navidad. Mis favoritas son las de San Valentín—Suspiró profundamente, como si el aire le saliera del fondo del estómago. 

—Son muchos. 

—Era fácil al principio, pero la competencia se hizo dura. Tengo que inventar cosas cada vez más locas para vender. Me quedo aquí todo el día pensando y pensado. Esta es mi cabeza, mis ideas—Hizo un gesto que abarcaba los papeles de las paredes, del techo, del suelo, de las cajas amontonadas junto al armario, de todo el apartamento—, y así vivimos juntos. 

—Algunas son…

—¿Aburridas? Siempre hay mejores. Sólo hay que encontrarlas. 

Chanyeol se puso de pie para empezar a vestirse. Mientras tanto, buscó en el suelo, junto a la cama, más papeles. Encontró dibujos y párrafos enteros, escritos con letra tan apretada que no podía saber qué ponían. Al ver que Baekhyun no se levantaba, caminó hasta la segunda puerta de la habitación y entró en el baño. Ahí había más papeles, algunos pegados con adhesivos de caritas felices en las botellas de espuma de afeitar o de jabón líquido para manos. Una de ellas le gustó y la arrancó. 

—Encontré una—le dijo a Baekhyun, entrando a la habitación. Baekhyun sólo giró la cabeza en su dirección, esperando. Chanyeol quiso tenerlo de nuevo—. “Palabras afiladas que cortaron el papel como tu voz el aire cuando lees esto.”

Baekhyun le sonrió, antes de juntar las manos y aplaudir con pereza. 

—Lo escribí para ti, locutor, porque no sabes lo mucho que te pienso desde que te conozco. 

Chanyeol puso los ojos en blanco, pero le devolvió la sonrisa. Quiso decirle que no se conocían, no de la manera en la que Baekhyun parecía aducir, pero él siguió hablando:

—Siento que me hablas cada noche, y que las canciones que presentas son dedicaciones—Otro suspiro, tan profundo como el anterior—. Y es agridulce, porque no soy el único. Nada es mío. Muchos otros deben pensar lo mismo, cada noche. 

—Qué profundo. 

—Es porque tengo hambre—dijo Baekhyun, antes de echarse a reír—. Deberías invitarme a comer, locutor. 

Chanyeol se balanceó sobre los talones, pensando en lo que Baekhyun debía hacer todos los días ahí atrapado, hundiéndose en esos papeles hasta que, en la noche, aparecía su voz para distraerlo. Se preguntó si se sentiría desesperado, en algún momento, pero no parecía el tipo de persona que se dejara arrastrar por emociones muy fuertes. Parecía tan dueño de sí mismo, siempre, incluso cuando tenían sexo. 

—¿Qué quieres comer?—preguntó, en cambio. Baekhyun se sentó en un instante. 

—¿Vas a llevarme a algún lugar?

—¿Por qué no?—Chanyeol buscó un reloj, pero no lo encontró—. Creo que todavía tengo tiempo. Podemos ir a comer algo muy rápido y luego me voy a trabajar. 

Baekhyun no perdió tiempo para volverse a vestir, con el suéter muy grande y un par de jeans ajustados, y se lanzó como una exhalación hacia el pasillo cuando tuvo las llaves del apartamento en el bolsillo. Chanyeol lo siguió, un poco sorprendido de su energía después de parecer casi dormido mientras hablaban, esperando a que lo guiara a un lugar en que pudieran sentarse. En el vestíbulo, Baekhyun lo detuvo para darle un beso que lo dejó con ganas de más. 

—Gracias, locutor—susurró, sobre su boca. 

—Claro, sí, no hay problema. 

Había un portero que parecía más preocupado con la pantalla de su computador que las personas que entraban y salían del edificio. Baekhyun ni se molestó en saludarlo. Caminaron juntos por poco tiempo, con las manos rozándose, pero nunca agarradas, hasta un restaurante con letreros apagados de luces de neón y paredes empapeladas de arriba abajo con publicidad, como el apartamento de Baekhyun estaba lleno de ideas. Entraron y se sentaron en una mesa del rincón, junto a una ventana cerrada que no daba a ninguna parte, con cristales engrasados y un mantel de plástico. 

—Pensé que yo te llevaría a algún lugar—dijo Chanyeol. 

Hizo el gesto para quitarse la gorra, antes de recordar que la había dejado en el apartamento de Baekhyun. Se había caído al suelo mientras se desvestían, en algún punto entre la entrada y la habitación, y él se la imaginó sepultada por papeles.

—¿No te gusta? Vengo a comer aquí siempre que salgo. Barato y rápido, lo que el Príncipe de la noche necesita en preparación para su jornada. 

Chanyeol ignoró el apodo a favor de recibir el menú y echarle un vistazo rápido. Había una columna en coreano y otra de comida rápida americana que se quedó mirando durante más tiempo. 

—¿Sabes que no hablaba tan en serio cuando te dije que me invitaras?

—¿Tan en serio?—dijo Chanyeol, sonriendo—. ¿Qué tanto es tan?

—No tienes que pagar por todo. 

Chanyeol le echó una larga mirada a lo que podía ver de Baekhyun sobre el menú levantado, apenas su cabello y sus ojos, la parte de arriba sus mejillas. Él fingió que no sentía los ojos de Chanyeol fijándose. La mesera llegó y tomó nota de sus pedidos. Baekhyun escogió algo del menú coreano con la facilidad de quien siempre pide lo mismo, y Chanyeol dijo algo al azar junto a dos hamburguesas para llevar. 

—¿Por qué tanta comida?—preguntó Baekhyun, cuando la mesera se alejó—. No te ves como alguien que come tanto. 

—Son para después, en el trabajo. Junmyeon y yo nos turnamos para llevar algo—Chanyeol extendió una mano, sin saber muy bien qué quería conseguir, con la palma hacia arriba. Movió los dedos en orden, flexionando del meñique al pulgar, y esperó—. Siempre hamburguesas. 

Baekhyun dijo que entendía, que hubo un tiempo en el que pedía pizza todos los días de la semana. Había sido una buena época, aunque después tuvo que bajar todo ese peso trotando en una caminadora mientras escribía ideas para las tarjetas en los folletos del gimnasio. Mientras tanto, alargó el brazo y puso su mano sobre la de Chanyeol. Se movía cuando Chanyeol flexionaba los dedos, pero seguía hablando como si no pasara nada. 

—No parece una buena idea eso de comer pizza todos los días—dijo Chanyeol.

—¿Y qué hay de las hamburguesas?—preguntó Baekhyun, sonriendo. Apretó la mano de Chanyeol y la quitó, antes de que él pudiera retenerlo.

—¡Oye!—protestó él, pero tuvo que callarse.

La mesera les pidió permiso antes de empezar a poner los platos frente a ellos. Baekhyun lucía radiante, como si la comida fuera todo lo que necesitaba, mientras Chanyeol se frotaba el dorso de la mano con una servilleta porque se le había quedado pegada al mantel. 

—Cuéntame más de tu trabajo—le pidió Baekhyun. 

—No sé qué más puedo decirte que no sepas—Chanyeol lo pensó un poco y agregó—: Eres nuestro mayor fan, según Minseok. 

Baekhyun puso los ojos en blanco. Le respondió que Minseok sólo le había dicho eso porque Baekhyun quería conocer a Chanyeol. 

—Es un buen amigo—continuó—. Nos conocemos desde hace muy poco, pero es el mejor vecino que pude pedir. La verdad es que somos amigos porque un día Jay entró a mi apartamento y no podía sacarlo, así que Minseok tuvo que venir a ayudarme. Debiste haber estado ahí, fue muy divertido.

—¿Jay?—preguntó Chanyeol.

—La rata, la llamamos Jay. 

—Una rata—repitió él, sin saber si creerlo o no. 

Había pedido unos fideos que olían y sabían a gloria y no podía dejar de metérselos en la boca, aunque no quería terminar de comer antes de Baekhyun. 

—Nunca volvimos a ver a Jay, pero nos acompañó toda la noche. La dejamos encerrada en la cocina—Baekhyun le mostró el antebrazo de la mano en la que sostenía los palillos. Chanyeol recordó que Baekhyun solía morderse ahí para evitar gemir muy fuerte—. Era tan grande como esto—Se señaló desde la mano hasta el codo—, sin la cola. El monstruo más grande que haya existido. Le dediqué más de 30 diseños de tarjetas de Halloween. Los pedidos online eran tan grandes como lo fue Jay alguna vez. 

Chanyeol le pidió que bajara los brazos, y aprovechó para acomodar el vaso de Baekhyun, que había sido ignorado a favor de la comida, y servirle la bebida que había pedido. Baekhyun lo miró un momento en silencio, hasta que Chanyeol se sintió obligado a justificarse:

—Tienes que tomar algo mientras comes. 

—Está bien, gracias—dijo Baekhyun. 

Chanyeol esperó a que siguiera hablando de su rata, pero no lo hizo, en cambio le preguntó a Chanyeol a qué hora debía irse. 

—No sé—Desbloqueó su celular y miró la hora—. En 1 hora y media, si tomo un taxi. Si es autobús…

Baekhyun lo interrumpió al tomar el celular de la mano de Chanyeol y guardar su número. Se demoró poco tiempo, y cuando lo devolvió, tenía un nuevo contacto con el nombre completo de Baekhyun y un emoji sonriente de lentes oscuros. 

—Debemos regresar al apartamento. Tenemos tiempo para otra ronda. ¿Te interesa?—dijo Baekhyun, como si hablara de la rata Jay. 

—Eh… Sí, otra, claro, estoy muy interesado. No puedo estar más interesado. 

Después de comer, hicieron lo que Baekhyun quiso en la cama y luego Chanyeol se fue al canal en un taxi. 

Minseok y Luhan estaban sentados en el estudio en un silencio que podría haberle hecho sospechar una discusión pero que no podía interesarle menos en ese momento. Lo único en lo que podía pensar eran las manos de Baekhyun apretando las suyas sobre la mesa o recorriendo el cuerpo de Chanyeol en su cama, en sus piernas que se abrían cuando Chanyeol ejercía la presión exacta sobre sus muslos, en sus ojos que siempre estaban fijos en lo que Chanyeol hacía, aunque estuviera a punto de correrse. 

Los saludó con un gesto distraído y esperó a Junmyeon sentado en una de las sillas del estudio, escribiendo y borrando mensajes que quería enviarle a Baekhyun. 

—Chanyeol, ven, quiero que revises la lista del programa de hoy—le dijo Minseok, después de un rato. Él se puso de pie con un quejido y se inclinó junto a él frente al computador. Le echó un vistazo a la música mientras Luhan los miraba con gesto aburrido.

—Cambia esa por Minede Bazzi y la de Legend ya está muy repetida, ¿tienes alguna idea?—le preguntó a Minseok. Él negó—. ¿Luhan?—Luhan le dijo que últimamente escuchaba mucho esa de Drake que parecía haberse tomado Instagram y el primer puesto de la lista de Billboard—. Bien, puedes cambiarla por Drake. Por fin una que nos sirve.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tener el número de Baekhyun hacía más fácil los encuentros en su apartamento y, por primera vez, la participación de un fan en el programa. 

A Baekhyun lo veía con regularidad, 2 o 3 veces por semana, y siempre terminaban en la cama o alguna otra superficie en la que pudieran tener sexo con alguna comodidad. A veces iban de compras. Después de varias insistencias, Baekhyun había aceptado organizar un poco, y siempre, después de que terminaban con el sexo, se sentaban juntos a clasificar papeles en cajas de cartón. 

La caja favorita de Chanyeol estaba marcada con una pegatina en la que se podía leer “metáforas”. Baekhyun le había explicado que ahí estaban todas las ideas en las que comparaba cosas bonitas con otras que no lo eran tanto. La del amor y el inodoro fue la primera que Chanyeol puso ahí.  Encontró muchas más, de motores con flores, de candados y manzanas, de uñas y estrellas, de óxido y almohadas. Era la caja más llena. La habían dejado junto al sofá, la única en la sala, y Chanyeol a veces se sentaba sobre ella para ver a Baekhyun mientras se encargaba de los demás papeles. 

En poco tiempo, el apartamento de Baekhyun parecía otro. Por fin, Chanyeol pudo ver el color de las paredes y qué tan sucio estaba el piso; descubrió cuadros baratos de naturalezas muertas que habían estado sepultados desde antes de su llegada. Baekhyun odiaba limpiar, pero lo aceptaba cuando alguien le ayudaba. Chanyeol tuvo que pasar la aspiradora y luego trapear el piso al darse cuenta de que Baekhyun no lo haría a menos que lo viera a él haciéndolo. En el armario de aseo, Chanyeol tenía guardados sus propios guantes de goma y un par de botellas de limpiador con olor a lavanda que prefería antes del que Baekhyun compraba. 

Antes de irse al trabajo, los días que se encontraban, Chanyeol lo llevaba a comer. Baekhyun no le había dicho nada, pero él suponía que no salía de casa. Se pasaba las horas tirado de cualquier manera, escribiendo y dibujando sobre hojas de papel que luego dejaba tiradas por ahí para que pudieran recogerlas juntos. Ambos se habían paseado por toda la manzana, entrando a todos los restaurantes, y conocían todos los puestos callejeros de comida decente. 

Si Baekhyun quería algo y lo pedía, lo tenía. Su influencia llegaba incluso a la programación de La ciudad de las sombras. De los cambios de canciones por peticiones de Baekhyun, Junmyeon no sospechaba nada, aunque a veces tenía que hablarle a Chanyeol encima del celular que parecía nunca soltar y debía aceptarlos como si fueran costumbre. Minseok, en cambio, lo sabía todo. Una noche, había cerrado el audio de Junmyeon y le habló a Chanyeol ocultando su boca alrededor del micrófono:

—Sé que todavía ves a Baekhyun.

Chanyeol se inclinó también hacia su micrófono, pegando la nariz al anti pop y tapándose la boca para que Junmyeon no pudiera verlo. 

—¿Y por qué te importa?—preguntó. Sobre la mesa, su celular vibró tres veces. Más mensajes de Baekhyun. Estaba feliz porque tenía ganas de escuchar Adele y Chanyeol sólo había programado canciones de ella hasta el próximo cambio de hora. 

—Porque no pensé que fuera tan serio—respondió Minseok. 

Chanyeol lo ignoró mientras desbloqueaba la pantalla del celular y leía los mensajes que había dejado Baekhyun. 

—No sé a qué te refieres con eso—dijo Chanyeol. Respondió a los mensajes con una sola mano: “¿te gustó?” y un emoji de nota musical—. Sólo tenemos sexo. 

—Y ahora hace parte del equipo—respondió Minseok. A su lado, Luhan parecía enfrascado en un partido de fútbol en la pantalla de su computadora—. Ya podemos cambiarle el nombre al programa. En vez de La ciudad de la noche, sería Las canciones que le dedico a Baekhyun. 

—Estás exagerando. 

—Has cambiado la lista de canciones todas las noches en plena transmisión—casi siseó—. Si eso no es algo serio, yo no sé qué sea. 

—Siempre cambiamos la lista—se defendió Chanyeol. Buscó más ayuda en Junmyeon, aunque este no podía escucharlos—. ¿Verdad que siempre cambiamos la lista?

Junmyeon asintió, sin entender, y siguió dándole vueltas a la hamburguesa que había traído para esa noche y que no había podido comerse. Decía que Adele le quitaba el apetito. 

—Bien, lo que tú digas—Minseok se rindió y dejó de ocultar su boca—. Lo único que pido es que no cambies más la lista si estamos en vivo. Antes, bien, en comerciales, bien. Si Baekhyun quiere algo que lo pida cuando se puede hacer. Sé que parece que mi trabajo es fácil, pero la próxima vez que me pongan a hacer lo de hoy, haré que se arrepientan—Hizo una pausa teatral y dijo—: Recuerda que sé dónde vive Baekhyun. 

Entonces, Junmyeon movió los brazos para llamar la atención de Minseok y esperó a que abrieran su micrófono y su audio para decirles: 

—¿Qué está pasando con ustedes dos? ¿De qué están hablando?

—De nada—respondió Chanyeol. Tres vibraciones más señalaron otros mensajes de Baekhyun que llegaban.

—¿Entonces por qué cerraron mi audio?

—Porque Chanyeol quería dejar en paz la lista de hoy desde la pausa comercial, ¿no?—dijo Minseok, sonriente—. Estaba diciéndome que tú te pondrías muy feliz cuando Adele dejara de cantar. 

—Eh, gracias, por fin voy a comerme esto.

—También hablamos del nuevo amor del Príncipe de la noche—continuó él. 

—¡Minseok!—gritó Chanyeol. 

—¿Qué?—preguntó Luhan, girándose tan rápido que los audífonos que usaba para ver el partido se desconectaron del computador—. ¿Desde cuándo?

—Yo no tengo un nuevo amor—se defendió Chanyeol—, y si lo tuviera, no lo llamaría nuevo amor. 

—¿Cómo lo llamarías?—preguntó él, quitándose los audífonos del partido.

—No sé, quizá novio. ¡Pero no es mi novio!

—Es quien programa todas las canciones que hemos escuchado desde la semana pasada—siguió revelando Minseok. Chanyeol sintió que se le aceleraba el pulso, y se preguntó por qué, si él y Baekhyun no tenían nada más que una relación basada en lo sexual—, y con quien habla todo el día. 

—Pensé que hablaba con su mamá—dijo Junmyeon—. ¿Recuerdan cuando empezó a trabajar aquí y le decía todo lo que pasaba? Qué buenos tiempos. Ahora es… esto. 

Chanyeol soltó un ruido de insatisfacción antes de quitarse la gorra y peinarse el cabello hacia atrás. Baekhyun volvió a escribirle, quizá sorprendido de que no le respondiera pronto, y él tuvo que apretar las manos entre las piernas para no tomar el celular y decirle algo. 

—Ya se me había hecho raro que cambiara las canciones de la lista si era él mismo el que las programaba el día anterior. ¿Qué pasó con el profesionalismo?

—Eso fue lo que yo le dije, Han, que cómo es posible que esté metiendo a su nuevo amor en el equipo del programa—dijo Minseok, girándose hacia su compañero de escritorio. Junmyeon desenvolvía su hamburguesa, aunque Adele seguía cantando en las bocinas del estudio—. Pero él sigue diciendo que esto no es Las canciones que le dedico a Baekhyun.

—Espera, ¿Baekhyun? ¿Tu vecino?—Luhan miró a Chanyeol sobre la pantalla de su computador y parecía desconcertado—. Eso fue hace un mes. ¿Cómo puedes…? ¿Tan rápido? ¡Yo tuve que rogarle a Minseok casi un año por una cita!

—Baekhyun no es mi nuevo amor—dijo Chanyeol.

—¿Su nuevo amor es el vecino de Minseok?—preguntó Junmyeon. Se giró hacia Chanyeol y dijo—: ¿Cuándo conociste al vecino de Minseok?

—Voy a repetirlo sólo una vez más: Baekhyun no es mi nuevo amor.

—¿Y entonces qué son?—preguntó Luhan. Chanyeol lo ignoró a favor de responder los mensajes de su celular, que no eran más que las impresiones de Baekhyun mientras escuchaba las canciones. Luhan miró a Minseok y le tocó el hombro—. No me digas que se están acostando. 

Minseok asintió y volvió a prestarle atención a su computadora. No dijo nada por el micrófono, pero levantó cuatro dedos para que Chanyeol y Junmyeon los vieran. Alguno debía dar el paso a comerciales y no se habían puesto de acuerdo. 

—No te creo—dijo Luhan—, no puede ser que alguien como Chanyeol sea así. 

—¿Alguien como yo? ¿Qué quieres decir?

—Es él, míralo. Tiene la capacidad de mantener una relación puramente sexual igual a la de Junmyeon de renunciar. Cero, nada. No hay manera. 

—Puedo mantener las relaciones que yo quiera—dijo Chanyeol—, o no mantenerlas. 

—Chanyeol, sólo has tenido relaciones serias desde que te conozco—apuntó Junmyeon—. Conoces a una persona, te gusta y te lanzas en una relación que dura dos años y termina con uno de los dos mudándose de apartamento. No has tenido ni una sola cita para conocer a alguien en tu vida, solo novios, novios eternos.

El celular de Chanyeol no sonó más, aunque a él le hubiera gustado que lo hiciera para no tener que prestar atención a la conversación. No le gustaba mucho pensar en eso, pero era cierto. Si sumaba todos los meses de soltería en su vida desde que había descubierto lo que era tener un novio, el resultado no habría sido dos años. Chanyeol saltaba de pareja en pareja como de canción en canción. 

—Entran en 10, 9, 8…— contó Minseok.

El cartel de AL AIRE se encendió y Chanyeol recibió el ruido sucio cuando el audio quedó abierto y la conversación se terminó.

—En La ciudad de las sombras nos vamos a una pausa comercial—dijo. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Chanyeol siguió a Baekhyun hasta la tienda de música del centro comercial. A través de los ventanales pudo ver las estanterías llenas de discos organizados en filas, un guardia de seguridad de aspecto aburrido y un detector de robos. Baekhyun entró como si conociera el lugar y él caminó detrás de él apretando las bolsas del supermercado. El guardia de seguridad lo detuvo con un gesto que dejó a Chanyeol de pie junto a la puerta, mirando con expresión asustada hacia la dirección en la que Baekhyun se había ido. 

—Voy a sellar esto—le dijo el guardia. 

—Claro, claro. 

El guardia coció las aperturas de todas las bolsas con lentitud y lo dejó seguir. A Chanyeol no le costó encontrar a Baekhyun, husmeando en la sección de pop americano; pudo ver su coronilla sobresaliendo de la estantería y sus ojos concentrados en los títulos. Se había puesto un abrigo de Chanyeol que le quedaba grande y que él recordaba haberle dejado con el objetivo de que lo usara. 

—¿Dónde estabas?—le preguntó apenas se acercó—. Pensé que estabas detrás de mí. 

—Me detuvieron un momento en la entrada. 

Chanyeol miró a su alrededor y se dio cuenta de que otro guardia de seguridad lo estaba vigilando mientras paseaba por la tienda. Se sintió incómodo, quiso que Baekhyun no lo hubiera llevado ahí después de hacer las compras, pero ya no podía hacer nada. Trató de verse menos sospechoso abriendo los brazos con las bolsas en las manos. 

—¿Qué estás haciendo?—Baekhyun lo miró y sonrió—. Pareces un árbol de navidad. 

Chanyeol le devolvió la sonrisa, lo que pareció gustarle a Baekhyun, porque se puso en puntas de pies y le tomó la cara en las manos para moverla de un lado a otro con suavidad. 

—Creen que voy a robar algo—murmuró Chanyeol, con los labios apretados. 

Baekhyun se echó a reír antes de soltarlo y seguir revisando la estantería. Estaba interesado en la hilera de cantantes femeninas, especialmente el último álbum de Beyoncé, pero no se atrevía a tomarlo. En cambio, empezó a jugar con los botones que decoraban los bolsillos del abrigo. 

—No he escuchado este—dijo Chanyeol, intentó señalarle el álbum de Lorde, pero no pudo con las manos ocupadas. Hizo un gesto con la cara, como si lo invitara a acercarse, hacia el disco, y esperó que Baekhyun lo entendiera.

—¿Este?—preguntó él, tomando el que estaba justo al lado. Chanyeol le echó un vistazo.

—Ese tampoco, pero me refería a Melodrama—. Lo pensó un poco y añadió—: Debería comprarlo, porque tampoco lo he hecho. Hace mucho que no escucho a Kelly Clarkson. 

—¿Este de Kelly Clarkson?—Baekhyun le dio vueltas al disco en sus manos y lo sacudió un poco, como si fuera una caja de chicles—. ¿Todavía hace música?

—Eso parece.

Baekhyun arqueó las cejas y quiso dejar el álbum donde estaba, pero se detuvo a medio camino y miró a Chanyeol. 

—¿Vas a llevártelo?

—Lo escucharé en Spotify—respondió Chanyeol.

—Como quieras—dijo Baekhyun, poniendo a Kelly Clarkson en el estante—. ¿Hay alguno aquí que te interese?

Chanyeol hizo el mismo gesto de antes para señalarle Reputation de Taylor Swift. Baekhyun lo tomó, pero hizo mala cara. 

—Parece que no eres un fan de Taylor—se burló Chanyeol. Se inclinó para soplarle a Baekhyun cerca de la oreja, porque le gustaba ver cómo se encogía y soltaba risitas. Él dio unos pasos para alejarse en la dirección en la que el guardia de seguridad todavía los observaba. 

—¿Quién es fan de Taylor todavía?

—Te sorprendería. Escúchala. Si no te gusta, puedes pensar que fue estudio. 

—Estudio—repitió Baekhyun, sonriéndole. 

—La música de Taylor hace parte de la cultura general. Es como saber dónde quedan las pirámides. 

Baekhyun sacudió la cabeza, divertido, antes de alargar el brazo y tomar también el álbum de Beyoncé que estaba mirando antes. Chanyeol lo siguió hasta la caja, donde Baekhyun pagó. En la salida, revisaron las bolsas selladas que Chanyeol llevaba y la cuenta de compra para dejarlos salir. 

Pasaron por un local de helados que Baekhyun no había probado aún y Chanyeol lo dejó junto a las compras en una mesa mientras pedía por ambos. Cuando regresó junto a él, le pasó su helado, que Baekhyun recibió con una sonrisa. Luego tomó un par de fotos y se las enseñó. En todas, aparecía el torso de Chanyeol detrás de los dos helados. 

—Las subirás a Instagram—dijo, sin dudar que lo haría. Baekhyun no le respondió, metiéndose el helado en la boca. 

Después de acabar, Chanyeol volvió a cargar con las bolsas y lo siguió hasta su apartamento. No era la primera vez que hacían la compra juntos, pero sí en la que iban a hacer más cosas después. 

Le habían quedado los dedos un poco pegajosos por el helado y, cuando dejó las bolsas de la compra en el suelo junto a la puerta, se fue directo al baño para lavarse las manos. Baekhyun le dijo algo que no escuchó por el correr del agua en el grifo, y luego se dejó caer en la cama como un peso muerto. 

—¿Escuchaste lo que te dije?— preguntó Baekhyun, asomándose por la puerta. Él no le respondió a favor de golpear el espacio a su lado para que pudiera sentarse—. Voy a poner música. 

Pronto, Chanyeol escuchó la voz de Beyoncé llenar el apartamento. Mientras Baekhyun arreglaba las compras, él se quitó la chaqueta y se acomodó mejor en la cama.

Chanyeol se había tomado en serio su trabajo de ayudarlo. Si no lo sacaba de la casa, era capaz de quedarse encerrado con sus papeles hasta que estos se comían las paredes y el suelo y todo lo que tuvieran a su alcance. No iba a decírselo a Baekhyun, pero le preocupaba que, si pasaba demasiado tiempo en su casa, iba a hacerse uno solo con el lugar y no saldría nunca más. Ir por un helado o a comprar CDs no era un problema; mejor, a Baekhyun parecía gustarle mucho, así que Chanyeol los pondría en la lista de cosas que podría hacer para obligarlo a salir. 

—¿Te gusta Beyoncé?— preguntó Baekhyun, entrando a la habitación. Tenía una bolsa de patatas fritas y la abrió para ofrecerle una a Chanyeol.

—Sí.

Esta vez, Baekhyun se sentó junto a él en la cama y se acomodó hasta que sus piernas descansaron sobre el regazo de Chanyeol. Baekhyun tenía unas piernas bonitas que Chanyeol podía pasarse horas admirando. Le gustaba pasar las manos por sus muslos y apretar con la fuerza suficiente para que sus dedos quedaran marcados un par de segundos. Cuando lo soltaba, miraba donde antes habían estado sus dedos hasta que la piel regresaba a su color original. Con los pantalones que Baekhyun se había puesto para ir al centro comercial, no podía hacer nada de eso, pero no evitaba que lo tocara como podía. 

—No tenemos tiempo para otra ronda— dijo Baekhyun. Chanyeol le dio una palmada en el lado del muslo y dejó la mano descansar—. Tienes que ir a trabajar. 

—No me lo recuerdes— pidió Chanyeol. Dejó que Baekhyun le pusiera una papa en la boca y la masticó con lentitud, como si quisiera alargar el tiempo antes de ir a donde tenía que ir. 

Terminaron la bolsa y Baekhyun se tendió a su lado. Con los ojos abiertos y los dedos dentro de la boca, empezó a seguir la canción que sonaba en el equipo de música. Chanyeol se ofreció a tirar el paquete en la basura. 

En la cocina había una ventana que daba a un patio interior entre los bloques de apartamentos. No era la vista más hermosa del mundo, pero al menos entraba suficiente luz para que la cocina no pareciera la guarida de un vampiro. A Chanyeol siempre le había gustado mirar por ahí cuando tiraba algo en el cubo de la basura, porque siempre parecía que se encontraría de frente con otra persona en otro de los apartamentos que hacía exactamente lo mismo. Por eso, se tomó su tiempo para deshacerse del paquete, y cuando levantó la mirada, se encontró de frente con la cara sorprendida de uno de los vecinos de Baekhyun. Se miraron durante un par de segundos, el otro cada vez más sorprendido, hasta que Chanyeol decidió saludarlo con la mano. 

Al regresar a la habitación, donde Baekhyun lo esperaba metido hasta la nariz en las mantas, le contó su encuentro con el vecino. Él pareció congelarse un segundo. 

—¿Recuerdas cómo se veía?

—No— respondió Chanyeol. Sonrió, porque no sabía a qué venía la pregunta—. Sólo vi su cara. Era la ventana del frente. 

—Maldición— murmuró, cubriéndose la cabeza—. Estoy jodido. 

—¿De qué hablas?

Tuvo que forzar a Baekhyun para que se quitara las mantas de la cabeza, y cuando por fin pudo verlo a los ojos, se dio cuenta de que estaba genuinamente preocupado. 

—Eh, Baekhyun, ¿todo está bien? ¿Hay algún problema con ese hombre?— preguntó Chanyeol. No sabía qué hacer para calmarlo, así que optó por lo de siempre: se inclinó sobre él y empezó a besarle cerca de la oreja—. Estás asustándome. 

—No es nada, nada— le aseguró Baekhyun. 

Tenía el pulso acelerado donde Chanyeol podía sentirlo, pero decidió ignorarlo mientras lo atraía hacia sí y lo besaba profundamente en la boca. No tenía intenciones de que el beso llegara más lejos, así que se quedaron ahí, abrazados, besándose, hasta que a Chanyeol se le cansaron los brazos por soportar su peso tanto tiempo.

Se echó entonces junto a Baekhyun en la cama y dejó que le peinara el cabello de un lado a otro. Parecía que lo único que quería era pasar sus dedos por cualquier parte del cuerpo de Chanyeol que pudiera alcanzar. 

—No te duermas— murmuró Baekhyun.

—¿Por qué? Puedo tomar una siesta y no va a pasar nada. 

—Porque no quiero que te duermas. No pasamos mucho tiempo juntos y no es justo que te duermas. Hazlo después. 

—Mis horarios son una mierda, Baekhyun— Intentó explicarle. Se dio cuenta de que no le estaba prestando atención, demasiado concentrado en sus dedos que le acariciaban a Chanyeol el cuello. Lo tomó de la muñeca y lo obligó a quedarse quieto—. No duermo bien. 

—Ay, pobre Chanyeollie. 

Chanyeol se quedó mudo, pensando en el apodo. Al final, decidió que no era gran cosa. Se decían cosas peores cuando tenían sexo. Baekhyun lo llamó para recuperar su atención. 

—Da igual, no es justo. 

Él iba a decirle que era un desconsiderado, pero Baekhyun volvió a acercarse para besarlo. Atrapó sus labios en un beso que era más dientes que otra cosa, porque no podía dejar de sonreír al saber que tenía la atención de Chanyeol otra vez y no se iba a dormir. 

—Vamos, Chanyeollie— Chanyeol lo siguió cuando Baekhyun se alejó, buscando más besos. Lo único que obtuvo fueron más sonrisas—, sé que estás de acuerdo conmigo. No vuelvas a dormirte y todo estará bien. 

—Pero estoy cansado— Decidió ser sincero con él y le habló de lo mucho que odiaba el horario que le habían dejado a La ciudad de las sombras y lo mucho que extrañaba su programa de la tarde. 

—¿Tenías un programa en la tarde?—preguntó Baekhyun, repentinamente emocionado. Dejó de intentar liberar sus manos y se quedó muy quieto, esperando.

—Sí, se llamaba El tiempo del corazón— Baekhyun ahogó una risa—. Yo sé, era ridículo. Pero al menos tenía tiempo para dormir como una persona normal. 

Se quedaron callados, Baekhyun jugando con sus dedos y Chanyeol pensando en el tiempo que había pasado en el estudio grabando ese programa junto a Junmyeon después de las 3 de la tarde. Hacían exactamente lo mismo que ahora, sólo que ni Luhan y Minseok estaban por ahí para dejarlos comer en la cabina. En ese entonces, Daft Punk estaba de moda, también Coldplay. Había perdido la cuenta de la cantidad de veces que le habían pedido Magic. Llegó a hartarse de la canción. 

—¿Y por qué no duermes por la tarde? Antes de venir aquí. 

Chanyeol cerró los ojos pensando que tampoco estaba tan mal tener el turno de la noche. Al menos así había conocido a Baekhyun y se había asegurado de no estar tan solo ahora que estaba soltero. 

—¿No te lo había dicho antes? Grabo algunas cosas antes de ir al canal— dijo Chanyeol. Baekhyun puso cara de no entenderle, así que él se apresuró a explicarle—: A veces quieren voces para comerciales radiales o para la televisión y yo puedo hacerlo. 

—¿Y por qué no lo haces antes o después del programa?

—Es algo que hago fuera del canal. Puede parecer que gano mucho, pero apenas me alcanza para lo normal. Si quiero algo extra, debo ir hasta el estudio y hacer extras. 

—¿Y el canal...?

—Alguien podría morirse si me subieran el sueldo— bromeó Chanyeol—. Mi amigo Junmyeon lleva trabajando en el canal 10 años y gana sólo un poquito más que yo. No quiere decirme cuánto exactamente. 

—Quizá le da pena ver su paga al final del mes— ofreció Baekhyun. Chanyeol se echó a reír con cuidado de no molestarlo mucho—. Me gustaría que te pagaran más. Me imaginaba que te iba bien, porque eres famoso. 

—¿Famoso?— repitió, incrédulo—. ¿Yo?

—Bueno, muchas de mis amigas saben quién eres y escuchan el programa— Lo imitó—: "Bienvenidos a la Ciudad de las sombras". Icónico. Se mueren por ti. 

Chanyeol hizo una mueca, sin saber muy bien qué hacer con la información. No se creía muy conocido, aunque ya tenía un apodo como locutor y una decena de fans que le escribían con puntualidad casi religiosa para programar sus canciones si él lo pedía. 

—Tienes a la mitad de la población femenina de Seúl comiendo de la palma de tu mano... o de tu voz. 

—También me escuchan algunos hombres— se quejó Chanyeol. Se acurrucó contra Baekhyun, encogiéndose, como si quisiera que él lo abrazara completo. Pero él no hizo más que volver a pasarle los dedos por el cabello, como acariciando un gato. 

—Como yo— susurró Baekhyun. Había un tono triste en su voz que lo puso incómodo—. Deberías dejar de grabar esas cosas en el otro estudio y ayudarme con mis tarjetas de felicitación. Necesito más socios. 

—Comerciales, se llaman comerciales. Y tú deberías abrazarme. 

Baekhyun siguió hablando sobre sus tarjetas de felicitación mientras sacaba los brazos de su envoltura de mantas para rodear los hombros de Chanyeol en un abrazo. Él pegó la nariz en el pecho de Baekhyun y cerró los ojos. Pensó en dormirse. 

—Piénsalo. Tienes cara de hacer unas metáforas que harán temblar el piso. 

—Ese es tu trabajo— murmuró Chanyeol.

—Tienes razón— suspiró, como derrotado. Hizo una pausa en la que apretó a Chanyeol contra sí, aferrándolo con fuerza—. El negocio no va muy bien. 

—¿No?

Baekhyun no hablaba de su trabajo más que para soltar ideas al aire y quejarse de lo difícil que era inventar tanto constantemente. Tenía un socio al que llamaba Kyungsoo y que parecía nunca estar cuando lo necesitaba, que se encargaba de diseñar la apariencia de las tarjetas que Baekhyun escribía. Lo único que Chanyeol sabía es lo que hacía, pero nunca había visto una de las famosas tarjetas, ni en la casa de Baekhyun ni en alguna tienda. Mentiría si dijera que nunca había buscado una, porque sí se había pasado por la sección de revistas del supermercado con la esperanza de ver alguna. Parecía que no muchos lugares vendían tarjetas de felicitación en la era electrónica. 

—Puede parecer que gano mucho, pero apenas me alcanza para lo normal— bromeó Baekhyun—. Además, tengo que compartirlo con mi socio. Es un mercado muy difícil. Te sorprendería la cantidad de personas que se dedican a esto. 

Chanyeol se encogió de hombros, aunque la posición era incómoda. Baekhyun no lo soltó en ningún momento. Parecía que había cambiado de opinión respecto a la siesta que Chanyeol quería tomar. 

—Vas a saber qué hacer— dijo Chanyeol, más para decir algo que porque de verdad lo pensara.

—Si esto sigue así, voy a tener que dedicarme a otra cosa. Pero no puedo tirar todas mis ideas a la basura. Tú las has visto, ¡son demasiadas! Sería como tirarme a la basura. No puedo ni pensarlo... ¿Estás escuchándome?

—No, me estoy durmiendo— murmuró, con los labios pegados. 

—Vale. Te voy a despertar en una hora, ¿sí?— dijo Baekhyun—. Con una condición. 

—Dime rápido. 

—Tienes que pagarme este tiempo que te estoy regalando. 

—Entonces tendré que venir todos los días de la semana, ¿estás contento?— preguntó, sin esperar alguna respuesta—. Ya que está todo bien, entonces voy a dormir y pensaré en qué hacer contigo después de lo de siempre. 

—Quiero comer fideos— dijo Baekhyun.

—¿Qué música en el programa de mañana?

—Beyoncé. 

—Bien, le diré hoy a Minseok— Chanyeol sintió que la mano de Baekhyun se metía bajo su ropa, buscando calor. Al final, la dejó sobre su espalda, extendida, con las puntas de los dedos heladas. La piel de Chanyeol se erizó, sensible, como si se prepara para otra ronda, pero no pasó nada más.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la multitud, Chanyeol tuvo miedo de perder a Baekhyun, así que tomó su mano y la apretó. Él sólo se giró un momento, demasiado concentrado en su tarea de guía por el centro comercial, y acomodó mejor el agarre para poder entrelazar sus dedos. Lo sintió en toda la mano, un calor familiar que se extendía por su piel, la comodidad de saber que había alguien junto a él. Baekhyun los llevó hasta una tienda en medio de una peluquería y una heladería, con las paredes de cristal y un letrero en inglés con luces led de colores que brillaban, aunque era de día. 

—Aquí es—anunció Baekhyun. Hizo un gesto para abarcar el lugar desde afuera, pero no soltó su mano.

—Entremos.

Esta vez, Chanyeol jaló a Baekhyun hasta la entrada. Junto a la puerta, un plato hondo de cristal estaba lleno de bolitas cristalinas, como canicas, y un guardia de seguridad de aspecto aburrido los miró una vez antes de concentrarse en la puerta. 

La tienda era más pequeña de lo que Chanyeol se imaginaba. Había tres hileras de estantes llenos de todo tipo de cosas y repisas en las paredes. Decidieron que mirarían primero por ahí, porque él quería conocer todo el lugar, y luego irían por lo más importante. Encontraron bolígrafos de diseños extravagantes, con tapas de cabezas de alienígena o de calavera. Había uno que tenía unos brazos a los lados que lanzaba puños cuando apretaba un botón. Baekhyun había tomado ese en la mano libre para darle a Chanyeol en la nariz. Encontraron almohadas, carteras, billeteras y camisas con diferentes motivos. Había ilustraciones de Salvador Dalí, de Van Gogh, de Monet, de gatos reales y de caricatura. 

En un anaquel sobre el mostrador de cristal, dispuestas en filas monocromáticas en el orden del arcoíris, se exhibían las tarjetas que Chanyeol había leído una y otra vez en el apartamento de Baekhyun. La del inodoro estaba en la hilera rosa, opacada junto a una de un enorme corazón a punto de estallar que decía “me engordas con tu amor, permíteme vomitarlo”. 

—¿Y es sólo esto?—preguntó, sin poder evitarlo. Baekhyun puso cara de que no le importaba, pero su boca se torcía ligeramente entristecida—. Quiero decir, Baekhyun, es muy pequeño. Es… ¿por qué es tan pequeño?

—Te digo que el negocio va mal—repitió él, en el mismo tono en el que le hablaría a un niño.

—Pero no pensé que las venderían así. No puedo creerlo. 

No notó su incomodidad hasta que Baekhyun intentó soltarle la mano. Por un segundo sintió el aire entre sus palmas, demasiado frío, y fue como si todo perdiera el brillo; luego extendió el brazo para atraparlo otra vez y meter sus dedos entre los suyos. Baekhyun no volvió a intentarlo. Se quedaron de pie frente al anaquel, uno mirando las tarjetas y el otro mirando a cualquier otro lugar. 

—Así venden los dulces—dijo Chanyeol—. Los ponen en unos como estos junto a las cajas y, cuando vas a pagar por tus compras, los ves ahí y piensas que un par de chocolates te harán bien, entonces los metes en las compras y miras de nuevo y hay también caramelos, así que los metes en las compras también…

—Ya entendí—dijo Baekhyun. Sonrió y apretó su mano, balanceándola entre ellos. 

Abrió la boca para decir algo más, pero alguien lo llamó a sus espaldas. Ambos se giraron en dirección a la voz y Baekhyun se tensó como si le hubieran apuntado con un arma. 

—¡Qué coincidencia!—dijo la chica, acercándose a ellos. 

Tenía el cabello atado en una coleta alta que habría hecho a cualquier persona verse más severa, pero no a ella. Parecía que la habían sacado de un libro infantil, toda sonrisas y ojos brillantes. 

—Yerim—saludó Baekhyun con una sonrisa forzada en la cara. 

—¿Y dónde…?

La chica miró a su lado y dio respingo al ver a Chanyeol. Lo examinó de arriba abajo, se fijó durante un tiempo más que extraño en sus manos entrelazadas y puso cara de no entender qué estaba pasando. Para ser sincero, Chanyeol tampoco entendía. Se sentía muy incómodo, sin que lo presentaran, y junto a un Baekhyun que parecía a punto de echarse a correr al menor motivo. 

—Oh—soltó Yerim, luego un más largo—: Oh, vaya. 

—Eh, sí—dijo Baekhyun. 

Chanyeol seguía confundido. Hizo ademán de alejarse un poco, pero Baekhyun se lo impidió con un apretón que fue casi doloroso. Era como un “no te muevas”, no un “me gusta que estés tan cerca de mí”. Quedarse parecía mejor idea.

—Él es Park Chanyeol—dijo Baekhyun, señalándolo. 

Yerim tuvo que tomar su mano libre. Estaba todavía incómoda cuando hizo una reverencia y se presentó también. Le dijo que era amiga de Baekhyun, de cuando estaba en la universidad. 

—Lo siento—Baekhyun soltó una risita que relajó el ambiente. Las manos de Chanyeol sudaban—. Sé que es raro, pero…

—No tienes que explicarme. Entiendo—dijo Yerim—. Yo lo siento, pudo haber sido mucho más incómodo. ¿Te imaginas?

—No, no. Está bien así. 

Ambos se echaron a reír como si hubieran escuchado un buen chiste y Chanyeol se balanceó un poco sobre los talones y las puntas de los pies. El guardia de seguridad los vigilaba desde la puerta con las manos metidas en los bolsillos del chaleco. Él deseó entender por qué se estaban riendo. 

—Iba a decirte que saliéramos juntos, pero no creo que sea un buen momento—dijo Yerim, dándole un vistazo nada disimulado a Chanyeol. Tenía que inclinar la cabeza hacia arriba para verlo a los ojos, pero él se sintió como una mancha en el suelo de la tienda—. ¡Adiós! Espero verte pronto. 

—Un día de estos—prometió Baekhyun, aunque no salía más que con Chanyeol y, a veces, con Kyungsoo, a trabajar. Chanyeol quiso decirle que no esperara mucho de él. 

Yerim se despidió sin quitarle los ojos de encima a Chanyeol y se fue, llevando una bolsa de papel blanca con el logotipo de la tienda impreso en el frente. Había comprado algo y ninguno de los dos se habían dado cuenta de que estaba ahí. 

—¿Qué acaba de pasar?—preguntó Chanyeol. 

Baekhyun no le respondió, confirmándole que lo que había pasado era raro, y, en cambio, lo hizo concentrarse de nuevo en las tarjetas. Sacó una de la hilera verde que tenía dibujado un gusano a punto de deshacerse en el viento. “No puedes ser una mariposa hasta que te quitas el traje de oruga”. 

—Mira, este se lo hice a Yerim—dijo. 

Chanyeol tomó la tarjeta y le dio la vuelta. Era una postal corriente, con las líneas para escribir y una frase de saludo desde Seúl, Corea del Sur. 

—Es bonita.

—No tienes que fingir que te gusta, no me enojaré.

Chanyeol le echó un vistazo al anaquel. Como la postal del gusano, había un montón más, casi todas las de la hilera verde.

—No se venden bien—dijo Chanyeol. Vio que Baekhyun le quería decir algo, quizá “sabes que el negocio no va bien, te lo he dicho” o “pero la del inodoro es muy popular”—. ¿Has pensado en cambiar algo?

—¿Como qué? ¿No te parece que trabajo ya lo suficiente?—Usó un tono acusador, completamente diferente a cualquiera que hubiera escuchado Chanyeol antes, como si estuviera harto de que le dijeran eso—. Todos los malditos días inventando, todos los malditos días…

—Baekhyun.

Suspiró antes de apoyar la cabeza en el pecho de Chanyeol y pasarle el brazo por la espalda. El dejó que lo abrazara, que se calmara, pero todavía no entendía nada. 

—Lo siento, es sólo que—Se quedó pensando en cómo seguir, como si estuviera tan perdido como Chanyeol—, sonaste igual a alguien que conozco y no me gusta esa manera de decir las cosas.

—¿Qué manera?—preguntó, devolviéndole el abrazo. 

—Esa manera, como si…

Chanyeol no sabía qué más decirle, pero supuso que continuar con lo que pensaba antes no era tan malo como quedarse callado. Necesitaba que Baekhyun dejara de pensar en lo que sea que estuviera pensando desde que se encontraron con Yerim. 

—Yo sólo quería decirte que dejaras de hacer tarjetas. 

—¿Cómo?—preguntó Baekhyun, aferrándose a su chaqueta con la mano libre.

—Que dejaras de hacer tarjetas e hicieras otras cosas. 

—No entiendo—“Yo tampoco”, quiso decirle Chanyeol.

—¿Qué tal camisetas? Estoy seguro de que un montón de gente querría tener ese inodoro en la ropa. O imagínate la cantidad de adolescentes con ese gusano. 

—Se supone que es una oruga convirtiéndose en mariposa—dijo Baekhyun, y Chanyeol podía escuchar la sonrisa en su voz—. No sabes nada de ilustración. 

—Entonces las camisetas están fuera de los límites. Entiendo. ¿Y cuadernos? Cada página podría tener una de tus metáforas.

Baekhyun volvió a estar de buen humor, y lo dejó llevarlo a comer y luego a la tienda de discos por más álbumes de artistas desconocidos que pudieran ver por ahí. Cuando Chanyeol se fue a trabajar, ya no pensaba tanto en qué incómodo se había sentido en la tienda de diseños, sino en el tiempo que habían pasado juntos después y lo que harían la próxima vez que salieran juntos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se encontraron en la entrada 9 del centro comercial, junto a la tienda de juguetes que ocupaba demasiado espacio y el restaurante de alitas BBQ de alguna cadena americana que cobraba de más. Cuando Baekhyun llegó, con 5 minutos de retraso, se había quitado la chaqueta, y dejó a Chanyeol congelado en su sitio. 

—¿Qué tienes puesto?

—¿Te gusta?—Baekhyun dio una vuelta para él, aunque no había nada escrito en su espalda. 

Chanyeol volvió a ver de frente un dibujo de caricatura de un cuello y la parte de un hombro y el mensaje “eres tan hermosa que te cabe un jabón de motel en la clavícula”. Se preguntó si Baekhyun no sentiría vergüenza de ponerse una camisa con un diseño así. 

—Seguí tu consejo—dijo Baekhyun, como si él no estuviera viendo la prueba frente a sus propios ojos—. Esta es la nueva línea de camisetas de Baekhyun y Kyungsoo que prometen convertirse en la última moda.

—No puedes estar hablando en serio. 

Pero sí lo estaba. Dio un par de vueltas más, porque un par de personas se habían quedado de pie para ver su camiseta con cuidado, y luego se acercó para repartir tarjetas de presentación de su marca y de la tienda. Parecía que la idea de Chanyeol estaba funcionando demasiado bien. 

—Sólo te dejé solo 5 minutos y tienes esa cosa puesta. No puedo creer que la tuvieras todo el tiempo. Por eso no querías quitarte la chaqueta en el restaurante—murmuró Chanyeol. 

Baekhyun le dio una sonrisa enigmática. En algún punto después de haber tenido sexo y antes de salir por el restaurante, había cambiado su camisa plana sin diseño por una que, claramente, era parte de las ideas que deberían estar metidas muy profundo dentro de sus cajas. Se había atado la chaqueta en la cadera. 

—Vamos, Chanyeollie, es genial—La gente se detenía para leer lo que decía la camisa y se marchaban con expresiones similares de sorpresa—. Es la mejor idea que alguien me ha dado en años. Años, por Dios. Y va a salvarme de la bancarrota y de morir de hambre. 

—Yo no dejaría que te murieras de hambre—dijo él, rápidamente.

Pronto tuvo los brazos de Baekhyun alrededor de su cuerpo y un beso en el cuello que le dejó la piel ardiendo. Así ocultaba el diseño de la camisa, y Chanyeol procuró abrazarlo de vuelta, de modo que se quedara como estaba. 

—Eres—dijo Baekhyun—, una de las mejores cosas que me han pasado. 

—Eh, vaya, eh, bueno, gracias. 

Baekhyun dio un paso hacia atrás para poder subir la cara y dale otro beso en el cuello. Luego se alejó y le acarició todo el brazo con la punta de los dedos hasta alcanzar su mano y entrelazarla. Chanyeol caminó con él, olvidando que la horrible camisa que llevaba puesta todavía estaba ahí, y pasaron junto a las tiendas de ropa y los locales de comida hasta las salas del cine al final del piso. Por el camino, entregaron más tarjetas de presentación. Hubo incluso una chica, con el cabello pintado de colores y un montón de piercings en las orejas, que les pidió una foto y se fue molesta cuando no se la dieron. 

—Vamos a vender un montón—dijo Baekhyun, emocionado. 

Compraron las entradas después de que Chanyeol hiciera una fila demasiado larga para ser tan temprano en la tarde. Luego tuvieron que formarse para pedir la comida. 

—¿Cómo es que hay tanta gente?—preguntó él. 

Se sentía como si estuviera nadando en un mar de personas. Sólo podía ver sus cabezas, aunque a veces se topaba con alguien como él y tenía que desviar la mirada. 

—Eso es porque los ves a todos, como eres tan alto—se burló Baekhyun. 

—Y todos te están mirando a ti.

—¿Ah, sí?

Y Baekhyun se veía tan orgulloso de que fuera de esa manera, porque parecía incluso posar para todos los que se quedaban leyendo lo que tenía escrito en la ropa, que él se sintió como un tonto por estar avergonzado. Además, pensó, el de la idea de las camisetas había sido él. En su defensa, no pensaba que Baekhyun le hiciera caso. Siempre era al revés, él haciendo todo lo lo que Baekhyun le pedía. ¿Por qué de pronto le había prestado atención?

Baekhyun pareció leerle el pensamiento, porque le pasó un brazo por la espalda baja y le metió la mano en el bolsillo del abrigo.

—¿Te lo dije ya?

—¿Qué?—preguntó Chanyeol, acomodándose mejor para soportar el peso de Baekhyun.

—Gracias—dijo, sonriente.

—¿Por qué?

—Por la idea. Qué inteligente, qué inteligente es mi…

Baekhyun cerró la boca rápido y Chanyeol se dio cuenta de que se le había acelerado el pulso. 

No habían hablado de su relación porque ninguno de los dos creía que era importante. O al menos eso era lo que Chanyeol pensaba. Aún le decía a Minseok, Luhan y Junmyeon que sólo tenían sexo, que lo único que hacían juntos era meterse a la cama y luego cada uno se dedicaba a lo suyo. Pero no era verdad. Se pasaban juntos la mayor cantidad de tiempo que podían, salían a comer y al cine y a las tiendas, se escribían para darse las buenas noches y los buenos días. Había una caja de cartón en el apartamento de Baekhyun con el nombre de Chanyeol escrito afuera, donde él ponía todas las frases chistosas que escuchaban cuando veían la televisión juntos. Baekhyun prometió convertirlas en tarjetas. 

—¿Qué vas a comer?—decidió preguntar Chanyeol, para cambiar de tema. Sentía el estómago agitado, como si estuviera lleno, pero no, no tenía hambre—. Hay varios combos. 

—¿Qué vas a comer tú?

—No sé—confesó—. No tengo hambre ahora mismo. 

—Yo tampoco—murmuró Baekhyun. 

Chanyeol se balanceó, incómodo. Pensaba en lo que Baekhyun había estado a punto de decir. Se le ocurrían cien maneras diferentes de terminar esa frase. ¿Su follamigo? ¿Su amigo? ¿Su novio? Luego recordaba a sus compañeros de trabajo burlándose de él por ser un adicto al compromiso. ¿Qué eran Baekhyun y él?

—Hey, no hagamos esto incómodo, ¿sí?—dijo Baekhyun. 

Sobresaltado por la interrupción de sus pensamientos, Chanyeol sólo pudo mirarlo con expresión confundida. 

—Lo que sea que estés pensando, olvídalo. Ambos sabemos qué es lo que está pasando aquí, qué es lo que queremos el uno del otro. No hay que darle más vueltas—continuó Baekhyun. De alguna manera, a él le pareció que estaba tratando de convencerse más a sí mismo que a Chanyeol—. Nos la pasamos bien, ¿no es verdad?

—Sí.

—No hay que complicarlo—sentenció—: No me gusta que se complique. 

Chanyeol se sintió peor que antes, y no sabía explicarse a sí mismo por qué en ese momento. Supuso que necesitaría tiempo, que, cuando estuviera en la cabina por la noche, escuchando Thinking Of You Just The Way You Are, la razón llegaría a su cabeza como un rayo y le dejaría las neuronas inútiles y el resto de cuerpo en llamas. 

—¿Vamos a ver la película?—preguntó Baekhyun. Él asintió, ausente—. ¿Sin complicarlo?—Chanyeol volvió a asentir—. Perfecto. 

Baekhyun sacó la mano del bolsillo de su abrigo y la metió en el de atrás de los pantalones. Apretó una nalga de Chanyeol con el poco espacio que tenía disponible, pero él no se sintió bien. 

 

 

 

 

 

 

 

 

—Creo que estoy enamorado de Baekhyun.

—Dime algo que no sepa—dijo Minseok. 

Junmyeon estaba sentado sobre la mesa, apoyando los pies en la silla de Luhan. Tenía las hamburguesas del turno en las manos y jugaba con ellas. Parecía que estaba nervioso, pero nadie le había preguntado si algo le preocupaba. 

—¿Qué?—preguntó Chanyeol

Había planeado un discurso triste en el que les diría cómo llegó a la conclusión, cómo, después de aquella salida al cine en la que Baekhyun le mostró las camisas de diseño, pasó toda la tarde escuchando a Adele y sufriendo, porque por fin lo había entendido. Lo tenía preparado. Ahora estaba en blanco. 

—Lo que oíste—intervino Luhan—. Ya lo sabíamos.

—¿Cómo? ¿Ustedes? ¿Qué?

—Eres un monógamo serial—explicó Luhan—, y eso es lo que lo hacen ustedes. Terminan una relación y se lanzan directamente a la otra sin pensar, sin darse tiempo, nada. 

—Pero, ¿cómo?

—Además eran muy obvios. Programabas las 5 horas de programa pensando en él y le escribías toda la noche—dijo Minseok—. Si eso no es compromiso, no sé lo que es. Tienen una relación muy…

—No tenemos una relación—lo interrumpió Chanyeol. Espero a que la cara de Luhan se deformara en una mueca de sorpresa para continuar—, y lo hubieran sabido antes si me dejaran hablar. Pero no, pero no, siempre tienen que hablar ustedes primero. 

—¿Lo de que sólo tenían sexo iba en serio?—preguntó Junmyeon, hablando por tercera vez en toda la noche. Sólo los había saludado al entrar y le había pedido permiso a Luhan para poner los pies en su silla.

—Sí, ¿por qué mentiría?—Chanyeol frunció el ceño al ver la mirada sospechosa que compartieron Minseok y Luhan. 

—Pensamos que estabas bromeando—se explicó Minseok. Intentó esbozar una sonrisa conciliadora, pero tenía la misma energía nerviosa que parecía llenar a Junmyeon. Chanyeol se sintió contagiado y empezó a mover la pierna sin darse cuenta—. Parecían, no sé, tan… ¿pareja? No sé cómo explicártelo. Era como si estuvieran hechos el uno para el otro. 

—Yo sí decía que parecía demasiado fácil—comentó Luhan. 

Chanyeol hundió la cara en las manos, sin saber qué decir. Lo único que se escuchaba era el movimiento frenético de su pie en el suelo y el de las bolsas de la comida que sostenía Junmyeon. 

—¿Y cuál es el problema?—preguntó Junmyeon. 

—¿Problema?—repitió Chanyeol, levantando la cabeza. 

Minseok se sentó en el escritorio y empezó a abrir programas. Les recordó cuánto tiempo faltaba para iniciar el programa, sin mirarlos.

—Pues sí, estás enamorado de él, ¿y qué? Ve e invítalo a salir—dijo Junmyeon. Fingió que las hamburguesas en sus manos eran ellos y se juntaban en el medio para un beso—. No es como si no hubieran hecho eso antes. 

—No creo…— empezó a decir Minseok. 

—¿Qué te detuvo antes?—continuó, de repente emocionado—. Siempre has tenido relaciones largas. Quizá sean otros dos años de estabilidad con Baekhyun y te los estás perdiendo porque tienes miedo. 

—No tengo miedo—dijo Chanyeol. 

—¿Entonces?

—Él no quiere tener nada conmigo.

—¿Y tú cómo sabes?—preguntó Minseok, girándose a mirarlos en su silla. Detrás de él, el computador estaba encendido en una lista de reproducción musical que apenas tenía tres canciones. 

—Porque él me lo dijo—murmuró Chanyeol. Esperó alguna interrupción, pero nadie dijo algo, así que decidió continuar—: Salí con él hace dos días y me lo dijo. No le gusta complicar las cosas o algo así. Las relaciones le parecen complicadas. 

—Mierda—maldijo Junmyeon—. Lo siento, sé que debe ser difícil para ti. 

Chanyeol lo miró un momento confundido. 

—¿Por qué crees que me duele tanto?—preguntó. 

—Por favor, Chanyeol, eres monógamo serial y El príncipe de la noche al mismo tiempo. Por supuesto que te duele—dijo Junmyeon. 

—De acuerdo— lo apoyó Luhan. 

Chanyeol abrió la boca para negarlo, para decirles que todo lo estaban exagerando, pero no pudo. Era cierto. El fin de semana había sido terrible. Ni hablar de esa misma noche, la del cine, cuando tuvo que sentarse a presentar una canción de amor tras otra mientras pensaba que Baekhyun no lo quería, que, mientras él estaba enamorándose como un idiota cada vez que él lo tomaba de la mano o lo llamaba con apodos, Baekhyun sólo pensaba en cómo regresarían a la cama y en qué posición lo harían. No había comido mucho, dormido, menos. 

—¿Qué voy a hacer?—se quejó, hundiendo la cabeza en las manos de nuevo. 

Alguien le frotó la espalda, no supo si Luhan o Junmyeon, y él suspiró en el espacio que había entre sus meñiques. Se sentía triste y, más que todo, estúpido. ¿Cómo no había podido ver que él y Baekhyun no iban por el mismo camino?

—No sé qué decirte—dijo Junmyeon. 

—Está bien, escucharme está bien—murmuró Chanyeol.

Dejó caer los hombros, como rendido, y deseó que faltara mucho para iniciar el programa. No sabía si podría presentar lo que sea que tuvieran de música esa noche. Pensó que no habían programado la lista por estar hablando de su vida amorosa. 

—Todo depende de lo que estés dispuesto a hacer—dijo Luhan.

Chanyeol subió la cabeza y lo miró. Junmyeon había dejado la silla libre para que Luhan pudiera sentarse. Desde ahí, Luhan hablaba mirando con expresión perdida hacia el techo, como si lo hubiera pensado durante un rato. 

—¿A qué te refieres?—preguntó.

—A lo que estés dispuesto a hacer con Baekhyun—respondió Luhan—. Lo quieres, ¿no?

—Acabo de decir que sí. 

—¿Cuánto lo quieres?

Junmyeon arqueó las cejas, pero no dijo nada. Minseok, por el contrario, le hizo saber a Luhan que no le había gustado nada esa pregunta con una patada suave en la espinilla. 

—No sé cuánto lo quiero—respondió Chanyeol, después de quedarse un par de segundos en blanco.

—¿Estarías dispuesto a quedarte con él a pesar de que no quiere tener nada serio contigo?—Luhan se encogió de hombros, miró por un segundo hacia Minseok y sonrió—. No has tenido problemas hasta ahora. 

—No lo escuches—casi ordenó Minseok. Se giró con brusquedad hacia el computador y dijo—: Dos minutos para empezar. Tengo algunas canciones listas, al menos hasta los primeros comerciales, tendrán que darme otras después. 

—Explícame—le pidió Chanyeol a Luhan. 

—Has estado con él todos estos meses sin problemas. Puedes mantener una relación o lo que sea que tengas con él. Lo único que te detuvo fue saber que estás enamorado—dijo Luhan, mientras se sentaba bien y Junmyeon se iba hacia la cabina—. Si finges que no ha pasado nada, puedes seguir como estabas. 

—Luhan—advirtió Minseok. 

—¿Y si no?—preguntó Chanyeol.

—Se acaba—sentenció Luhan—. O eso creo. Yo de esto no sé mucho. Todo salió bien con Minseok. 

Junmyeon golpeó el vidrio que los separaba de la cabina para llamar su atención. A Chanyeol sólo le faltó un vistazo a su expresión molesta para ponerse de pie lo más rápido que pudo y correr hacia allí. Cuando la puerta se cerró detrás de él y el silencio casi antinatural lo envolvió, recordó que tendría que presentar canciones de amor durante horas mientras su vida amorosa parecía arruinada. Se sentó junto a Junmyeon y se puso los audífonos. 

—Entran en 10, 9, 8…— empezó a decir Minseok. 

—Hoy tenemos mucho de The Chainsmokers—dijo Luhan—. No pensé que te gustaran tanto. 

El letrero de AL AIRE se encendió y Chanyeol pegó la cara al puff. Respondió en automático, sin saber qué canción sería la primera. 

—Bienvenidos a La ciudad de las sombras. Hoy tenemos un programa muy especial para todas ustedes, nuestras oyentes. Un poco de…— miró Junmyeon, esperando ayuda. 

—The Chainsmokers, sí—intervino Junmyeon. Le pidió a Minseok la primera canción con un gesto de la mano—. Porque leímos en nuestras redes que deberíamos agregarlos a la programación. 

Closer de The Chainsmokers y Halsey—dijo Minseok. 

—Nos vamos con la primera canción de la hora, Closer de The Chainsmokers junto a Halsey. Recuerden que estos son los sonidos que hacen que tu corazón se detenga—dijo Chanyeol. 

El letrero sobre la ventana se apagó, Junmyeon pidió la siguiente canción y el celular de Chanyeol vibró con un nuevo mensaje. Era Baekhyun, decía que esa canción le gustaba mucho. 

 

 

 

 

 

 

 

Chanyeol tomó la decisión: se quedaría con él justo como estaban. Se conformaría con lo que tenían, porque era suficiente, bueno y lo disfrutaba. 

Quizá no era la que más orgullosos haría a sus amigos, o incluso a sí mismo, pero había funcionado hasta ahora. No tenía nada que perder. Para Baekhyun, él seguía igual que antes. Lo único que había cambiado era que había aceptado sus sentimientos y no esperaba que fueran recíprocos. 

Mientras tanto, el trabajo de Baekhyun iba cada vez mejor. En sus planes había una tienda online y una física en un centro comercial de Gangnam, en las que sólo se venderían sus productos. Las mañanas que Chanyeol pasaba durmiendo, las usaba para reunirse con Kyungsoo y otras personas que iban contratando por el camino. Luego, le contaba qué habían hecho. Confiaba mucho en sus opiniones y lo que le decía sobre sus decisiones era escuchado. Los días en los que se quedaba en casa todo el día, haciendo quién sabe qué, habían quedado en el olvido. 

Cuando Chanyeol se enteró de que hablaba seguido con un analista de marketing, le contó todo lo que sabía de Huang Zitao, el que iba a la empresa. 

—¿Cambiar los colores?—preguntó Baekhyun—. El nuestro no dice nada sobre eso.

—Sí, hablaba sobre la identidad del canal y qué importante eran los colores para eso. Quería que todos nos vistiéramos de verde, imagínate, como si fuéramos elfos de navidad o algo así. 

—No puedes ser un elfo—se burló él, alcanzándole la coronilla desde su lugar superior en el sofá—, demasiado alto. 

Se habían sentado a clasificar los papeles de la caja de cartón con el nombre de Chanyeol en la sala y tomar café. Faltaba menos de una hora para que tuviera que irse al canal a trabajar. Junmyeon se había ofrecido a pasar por él en su nuevo auto, así que él se había quedado más tiempo del usual en el apartamento de Baekhyun. Había sido suficiente para una ronda de sexo y una larga conversación sobre los avances del negocio de las camisetas. 

—No importa si te parece o no que pueda ser un elfo, porque si mi jefe quiere que lo sea, lo seré. 

Baekhyun sonrió, apoyándose en el espaldar del sofá y alargando el cuello. Chanyeol pudo ver el asomo de una marca que le había hecho un par de horas antes por el borde de la camiseta. Esta tenía una señal de tránsito de advertencia y un largo mensaje sobre la gente estúpida que se quedaba leyendo los mensajes en las camisetas de los demás. Según Baekhyun, había sido idea de Kyungsoo. 

—No creo que tengamos que cambiar los colores de la marca— dijo Baekhyun—. Kyungsoo la diseñó muy bien—Al ver la expresión escéptica de Chanyeol, se echó a reír y añadió—: Te lo juro, eso dijo el experto. 

—¿Y tú le entendiste? El del canal habla muy extraño. 

—No tengo que entenderlo, tengo a Kyungsoo. Cuando están los dos, me pongo a escribir. Hablan otro idioma. Él se ofreció a enseñarme una vez, pero lo prefiero así, como siempre. 

—No es como siempre—dijo Chanyeol. 

—Tienes razón—casi canturreó Baekhyun, sonriente—, está mejor. 

Chanyeol iba a subirse al sofá con él para abrazarlo y ponerle las manos debajo de la ropa, pero no se fijó en lo que había junto a la caja de cartón y, sin querer, echó abajo la taza de café que había estado tomándose. Baekhyun soltó un juramento y ambos se pusieron de pie rápidamente para quitar la mayor cantidad de papeles que pudieron del charco. Chanyeol puso la taza en la mesa de café, sintiendo el corazón acelerado por el susto, y escuchó a Baekhyun maldecir por los papeles arruinados. 

—¡Este me gustaba mucho!

Era uno de los papeles de la tarde en la que se habían sentado a escuchar música juntos frente a la radio del apartamento. Chanyeol recordaba haber puesto los discos de pop en inglés que habían comprado en sus visitas a la tienda de música, mientras los presentaba como si estuvieran en el programa de radio. Baekhyun se había reído tanto aquella vez que le había dicho que estaba tentado a quedarse con Chanyeol como entretenimiento de fiestas. Él le preguntó, medio en broma, si no era porque lo quería. 

—No, idiota, la risa es mejor que el amor—había respondido Baekhyun. 

Ahora la conversación escrita en papel estaba arruinada, bañada casi en su totalidad de café. Empezó a deshacerse en la mano de Baekhyun, mientras él ponía morros y seguía quejándose. Chanyeol lo vio agarrar con fuerza los otros papeles dañados y hacerlos un montón que tiraría después en la basura. Apenado, murmuró algo sobre un trapo y algo para limpiar y dejó a Baekhyun ahí para que se calmara solo. 

Fue hasta el fondo de la cocina y se cuidó de que nadie lo viera por la ventana hacia el otro apartamento. La última vez, Baekhyun no había estado muy contento, aunque él no entendía por qué, y después del accidente no quería molestarlo más de lo que ya estaba. Se agachó y buscó sus guantes de goma en el armario de aseo y un limpiador. Había poco de todo, así que hizo una nota mental para ir de compras con Baekhyun lo más pronto que pudieran. Metió los dos brazos hasta el codo para encontrar lo que estaba buscando y, cuando lo tuvo en la mano, intentó cerrar la puerta con el pie. Pero no pudo, algo se lo impedía. 

—¿Qué pasa? Te estás demorando—lo llamó Baekhyun. 

—Ya voy.

Dejó los guantes, el limpiador y el trapo a un lado en el suelo y abrió de nuevo el armario de aseo para quitar lo que obstaculizaba la puerta. 

—Si fueras más ordenado—se quejó en voz baja. 

Levantó un par de botellas que había hecho caer en la búsqueda y apiló tres paquetes vacíos de jabón para lavar los platos antes de fijarse en la cajita. Al verla, se quedó un momento quieto, como si no pudiera creer que eso estuviera ahí. Luego la tomó con una mano. Era una caja pequeña, forrada de terciopelo rojo, y estaba muy sucia. Le sacudió el polvo de arriba, pero este parecía estar aferrado a la caja y no se desprendió, como si estuviera ahí metida, en el fondo del armario, desde hace mucho tiempo. Chanyeol la abrió con un poco de esfuerzo y encontró un anillo, todavía brillante, con un único diamante en el centro. La mente se le quedó en blanco. 

—¡Chanyeol! ¡El café se está secando!

Lanzó la caja al interior del armario y regresó a la sala con lo que necesitaba para limpiar. A Baekhyun parecía que se le había pasado la molestia, porque empezó a bromear sobre su demora en la cocina. 

—¿Qué? ¿Encontraste la entrada a Narnia en el armario del aseo?

—Lo siento—murmuró él, todavía en shock. 

—No hay problema—dijo Baekhyun—. Qué bueno que habíamos sacado la mayoría de cosas de la caja. Imagínate lo que hubiera pasado si todo estuviera ahí. Además, tenías mucho café en la taza todavía. La sala va a quedar oliendo a eso por unos días. 

Los papeles llenos de café, insalvables, estaban hechos una bola a un lado. Chanyeol se puso los guantes y limpió. No podía dejar de pensar en el anillo de matrimonio que Baekhyun tenía escondido en la cocina. ¿Qué hacía ahí?

—¿Cuándo viene Junmyeon por ti?

—En media hora, creo—respondió Chanyeol, en automático. 

—Perfecto. Ven aquí, debes darme muchos besos para que te perdone por los papeles que tendré que tirar. 

Cuando llegó Junmyeon, Chanyeol se despidió de Baekhyun en la entrada del apartamento y bajó para subirse lo más rápido que pudo al coche. Mientras se ponía el cinturón de seguridad, las manos le temblaban. Junmyeon debió ver algo en su cara, una expresión de intranquilidad, como si hubiera algo que lo molestara, porque no le dijo nada. Condujo en silencio durante más de la mitad del trayecto hasta el canal, el tiempo suficiente para que Chanyeol reuniera el valor que no sabía que había perdido y lo dijera en voz alta. 

—Baekhyun tiene escondido un anillo de matrimonio en el armario de aseo de la cocina. 

Junmyeon arqueño las cejas, confundido, pero no dijo nada. Chanyeol apretó las manos en el regazo, todavía temblorosas, y apoyó la cabeza en el espaldar de la silla. 

—No puedo dejar de pensar en eso. 

Pasaron un par de minutos en los que Junmyeon se dedicó a conducir lentamente por una callejuela estrecha, llena por ambos lados de bicicletas y cubos de basura, y luego le dijo:

—¿Y cómo sabes que es de matrimonio?

Chanyeol le contó el incidente del café y la caja de cartón, de cómo se arrodilló frente al armario para buscar con qué limpiar y se encontró con la cajita del anillo en medio del desorden y la tiró de nuevo dentro cuando Baekhyun lo llamó. 

—Tenía un diamante, ¿sí? Tú sabes cómo se ven los anillos de matrimonio, todo el mundo lo sabe, lo vemos todo el tiempo en las películas. 

—¿Tú crees que… Baekhyun… a ti?—preguntó Junmyeon.

A Chanyeol se le aceleró el pulso. No lo había pensado. Estaba tan ocupado con el pánico interno sobre el anillo que ni se le había pasado por la cabeza preguntarse por qué lo tenía Baekhyun en primer lugar. 

—No sé, no sé—murmuró, apretando cada vez más las manos. 

—Podría ser un anillo de compromiso—aventuró Junmyeon—. Porque no cualquiera tiene algo así en su casa. 

Él asintió, incapaz de discutir. Ahora no podía dejar de darle vueltas a la idea de Baekhyun comprando un anillo para él, para decirle que se casaran. No llevaban juntos ni 6 meses, no tenían una relación oficial, pero Chanyeol tenía la certeza de que, si Baekhyun se hubiera puesto de rodillas para pedirle matrimonio esa misma tarde, le habría dicho que sí. 

—Pero sigue siendo muy extraño. 

—¿Qué?—preguntó Chanyeol, mirando el perfil de Junmyeon.

—Es muy extraño que guarde el anillo en el armario de aseo. Si fuera yo, lo pondría en un lugar seguro, donde nadie más que yo lo pueda encontrar. 

Ahora que lo mencionaba, la caja del anillo estaba hundida en la basura dentro del armario, tan profundo que Chanyeol tuvo que arreglar un poco para llegar hasta ella. Además, cuando la había sacado, el terciopelo del forro estaba desgastado y la mugre se había pegado a la superficie de tal manera que él no había podido quitarla con un par de sacudidas. Lo único que parecía estar limpio era el mismo anillo, pero Chanyeol no había querido sacarlo de ahí. Estaba claro que esa caja no podía ser una compra reciente. 

—¿Por qué de pronto tienes esa cara triste?—preguntó Junmyeon. 

Chanyeol no supo qué responderle. Se sentía muy confundido por todo lo que estaba ocurriendo. Junmyeon no insistió sobre el tema al notar que no parecía tener muchas ganas de hablar. Dejó aparcado el carro en el sótano que le indicaron y ambos subieron en el ascensor hacia el piso donde estaba el estudio. En el camino, se encontraron con el jefe, quien los saludó al pasar, pero que, por lo demás, no se detuvo a hablar con ellos. 

Junmyeon se detuvo antes de entrar, tomando a Chanyeol del brazo. En el cristal de la puerta, pudieron ver a Minseok y Luhan hablando animadamente sobre algo que veían en la pantalla de uno de los computadores. 

—¿Qué es lo que te molesta?—preguntó Junmyeon. 

—No me molesta nada. 

—Tienes esa cara ahora, pero no estabas así antes. ¿Fue algo que dije?—No esperó a que respondiera y siguió hablando—: Perdóname, no quería. 

—No, no es eso—se apresuró en calmarlo Chanyeol. Soltó un suspiro, como si no supiera qué decir, pero supuso que no haría mucha diferencia si le decía lo demás a Junmyeon cuando ya sabía todo lo que pasaba con el anillo—. Es sólo que… No creo que el anillo fuera para mí. 

—¿Qué? ¿Y entonces por qué…?

—Estaba en el armario de aseo y la caja estaba muy sucia, como si estuviera ahí desde hace mucho tiempo. 

—Eso no me lo dijiste—se quejó Junmyeon, frunciendo el ceño. 

—No pensé que fuera importante, pero ahora sí. Creo que me siento mal al saber que no es para mí. 

Junmyeon le puso una mano en el hombro y lo apretó, tratando de consolarlo. Chanyeol le dio una sonrisa que no alcanzó sus ojos. 

—No estés triste por algo de lo que no estás seguro—le aconsejó—. Primero debemos saber qué pasa con ese anillo. 

—¿Estás diciéndome que le pregunte?

—Si lo metió ahí para esconderlo, no creo que sea buena idea. No, yo hablo de otra cosa. 

Chanyeol esperó unos segundos antes de preguntarle a qué se refería. Sentía curiosidad y miedo al mismo tiempo. No estaba seguro de querer saber qué pasaba con el anillo, por qué estaba ahí o si era Baekhyun u otra persona quien lo había comprado. De lo único que estaba seguro era que, si le permitieran retroceder el tiempo, habría evitado encontrarlo. 

—Quiero que la próxima vez que vayas a la casa de Baekhyun, tomes el anillo y lo traigas aquí. 

 

 

 

 

 

 

 

 

La misión “Frodo” (como Junmyeon había decidido llamar a traer el anillo que Baekhyun tenía escondido en el armario de aseo) tuvo que posponerse más tiempo del que a Chanyeol le habría gustado. El experto en marketing que el canal había contratado puso en marcha su estrategia de cambio de imagen y pronto empezaron a ver las transformaciones. Primero fue el noticiero, cuyo diseño pasó a ser uno de tonos verdes y su formato, más ágil. Algunos de los presentadores fueron despedidos y reemplazados por otros más guapos y más jóvenes. Luego, cambiaron la programación del canal principal: más shows de entretenimiento en la tarde y uno de música en la noche. 

La emisora fue la última en recibir la ola de renovación. Y Chanyeol se vio sentado junto a Junmyeon, por primera vez, en una de las salas de juntas del último piso del edificio, con un vaso de agua sobre un posavasos de madera y un montón de documentos que lo habían obligado a leer, pero que él se había negado rotundamente a tocar. Uno de los dueños del canal estaba en la mesa, junto al jefe directo de Junmyeon y Chanyeol y otros ejecutivos que él sólo conocía de nombre. 

Huang Zitao había dado una presentación sobre branding con un montón de diapositivas de colores atractivos y videos. Si Chanyeol no le había entendido antes nada de lo que decía, mucho menos lo hizo en esa reunión. Además de la combinación de idiomas, la presencia de su jefe y los jefes de su jefe lo ponían más nervioso de lo normal; esto se traducía en torpeza involuntaria: varias veces, después de tomar agua, no recordaba que había un posavasos y lo dejaba en cualquier lado. Había marcas de redondas, mojadas, en la mesa frente a él. 

Todo empeoró cuando lo poco que pudo entender lo dejó tan confundido que se quedó mirando a Junmyeon con la intención de que hiciera algo por el programa que tanto trabajo les había costado formar a los dos. 

—¿Tendríamos que contratar a alguien más?—preguntó uno. 

—¿Más contratos? ¿No hay quien lo haga gratis?—dijo otro.

—Pagaremos el mínimo.

—O no paguemos. 

Chanyeol se inclinó hacia Junmyeon, al notar que no iba a lograr nada sólo mirándolo. Parecía que quería ignorarlo lo máximo posible, concentrado en un punto en la pared del frente que no tenía nada de especial. Los demás estaban demasiado ocupados en la discusión como para notar que los principales afectados con la decisión no estaban prestándoles atención. 

—¿Están diciendo que van a meter música en vivo en mi programa?—preguntó Chanyeol en un susurro. 

Por un momento, pareció que Junmyeon no iba a contestar, pero se rindió y dijo, sin dejar de mirar al frente:

—Exactamente, eso fue lo que decidieron. 

—Ah, pensé que había escuchado mal—dijo Chanyeol, en el mismo tono. 

Volvió a sentarse erguido y se quedó de piedra. ¿Cómo iban ellos a decidir qué hacer con el programa que Junmyeon y él habían hecho hacía años? ¡Ellos dos eran los únicos que tenían derecho sobre La ciudad de las sombras! Pero si Junmyeon no hacía nada, él, que había trabajado ahí por 10 años, Chanyeol tampoco encontraba dentro de sí el valor para quejarse. No se le ocurría cómo iba a ser desde ahora. 

—Y si hay alguien nuevo, ¿alguno tiene que irse?—preguntó alguien. 

Chanyeol abrió más los ojos, sorprendido, y se giró hacia Junmyeon. Esta vez, tenía apretados los labios y esa expresión incómoda era lo único que traicionaba su postura tranquila. Esperaron un poco a que la conversación se desviara por sí sola, pero pronto se dieron cuenta de que seguirían hablando sobre despedir a alguno de los dos. Con la intención de interrumpirlos, Chanyeol se aclaró la garganta. Sin embargo, al no obtener ningún resultado, tomó el vaso y bebió un par de sorbos de agua. Al regresarlo a la mesa, con el pulso tembloroso, lo dejó caer. Lo que quedaba se derramó sobre la madera y el cristal hizo un sonido imposible de ignorar. Todos se callaron y se quedaron mirándolo. 

—Lo siento—dijo él, queriendo encogerse y desaparecer. 

Junmyeon se aclaró la garganta antes de que alguien más pudiera tomar la palabra y habló:

—Tengo una propuesta, si me permiten continuar. 

El jefe asintió, mientras una mujer de uniforme azul entraba a la sala con un trapo en la mano. 

—No creo que sea necesario que contraten a alguien más para que se encargue de la música en vivo del programa. Desde siempre hemos estado Chanyeol y yo, trabajando juntos, y la dinámica que se ha creado alrededor de nuestro nombre podría perderse si alguno se va o agregan a alguien más al equipo.

—Tiene razón—agregó Zitao, aunque nadie le había preguntado.

La mujer se acercó hacia Chanyeol y empezó a limpiar el agua y puso el vaso en el sitio correcto. Él no le puso atención, tenía toda su atención puesta en la conversación. 

—Por eso, y para que los cambios no sean muy drásticos para nuestros oyentes, propongo que Chanyeol y yo nos encarguemos de la música en vivo—continuó Junmyeon. 

—¿Cómo?—preguntó Chanyeol, al mismo tiempo que alguno de los ejecutivos de la reunión. 

—Chanyeol y yo podemos encargarnos de la música en vivo—repitió—. Sólo necesitamos unas cuantas lecciones y estaremos listos.

—No…— empezó a decir Chanyeol, pero fue interrumpido por su jefe. 

—¿Sería suficiente? ¿Estaría bien?

Lo que realmente quería preguntar era si dejarlos a los dos ahí tendría consecuencias, pero no lo dijo para no molestar a los demás. 

—Podría ser—dijo Zitao. La gran mayoría lo escuchaba como si tuviera la clave de la felicidad, pero Chanyeol se sentía más nervioso cada segundo que pasaba—. Queremos crear este ambiente de cercanía con el público, y no tener músicos profesionales puede ser la clave para logarlo. Eso, sumado la mayor interacción en redes sociales y la proposición de temas para cada noche, es una buena combinación. 

Todos empezaron a asentir, incluyendo a Junmyeon. Chanyeol se quedó boquiabierto. 

—También solucionaría la pregunta sobre una nueva contratación—dijo uno de los ejecutivos. 

—Ya no tendríamos que despedir a alguien—respondió otro. 

Aunque Chanyeol debía admitir que escuchar eso lo tranquilizaba, todavía no era suficiente para eliminar el nerviosismo que tenía desde el principio. Peor ahora que sabía que no sólo tendría que encargarse de las nuevas tareas, sino también de cantar. 

—Yo no soy músico—dijo, interrumpiendo la conversación. Se le cerró la garganta al notar la atención de los demás, pero continuó—. No somos músicos. 

—Pero podemos aprender—se apresuró en agregar Junmyeon—. Sólo dennos más tiempo. 

—Tenemos una fecha límite—dijo uno de los dueños—, que se le asignó a cada programa. La que les concierne está en los documentos que les enviamos. 

—Por supuesto—dijo Junmyeon—, y estoy seguro de que para esa fecha estaremos listos para implementar todos los cambios que se decidieron para La ciudad de las sombras. 

—¿Qué?—preguntó Chanyeol—. Pero si yo… yo… ¿Qué?

 —Muy bien, Kim, se hará como propuso—dijo otro de los dueños.

Junmyeon sonrió de manera profesional, como la primera vez que hablaron con Huang Zitao durante el programa, y todos empezaron atar los últimos cabos sueltos de la reunión. 

Chanyeol no pudo hablar con Junmyeon hasta que ambos llegaron al estudio y el jefe cerró la puerta detrás de él, no sin antes recordarles que ahora el programa estaba en sus manos. Cuando estuvo a solas con él, lo obligó a sentarse en la silla de Luhan y lo amenazó con un dedo. 

—¿Qué fue lo hiciste? ¿Y ahora qué se supone que vamos a hacer nosotros con lo de la música en vivo?

—Aprender—respondió Junmyeon, como si Chanyeol no fuera más que un niño haciendo una rabieta.

—¡Pero no sabemos cantar! ¡No sabemos hacer nada más que presentar canciones!

—Y ahora tendremos que hacer mucho más—le recordó—. Hablaremos casi todo el programa. 

—La gente no quiere escucharnos hablar, quiere música romántica en inglés. Así ha sido desde siempre y seguirá siendo. 

—Pero ya no eliges tú. 

Chanyeol abrió la boca para rebatirlo, pero lo pensó mejor y se calló. Junmyeon esperó hasta que se rindió y quedó medio tendido en una de las sillas del estudio para hablar. 

—Tú no sabes lo que quiere la gente y yo tampoco—dijo—, pero este tipo Huang parece que sí, y aunque no lo supiera ellos le pagaron para que decidiera qué hacer con el programa. Ahora La ciudad de las sombras es lo que ellos quieren que sea. Es nuestro trabajo que salga lo mejor posible. 

—Pero Junmyeon…

—Lo sé, no es justo, pero es lo que hay. Agradece que no nos despidieron o nos cambiaron por otros—Junmyeon suspiró y sonrió, tratando de subirle el ánimo—. Lo haremos bien, así como lo hicimos antes, cuando nadie creía que podríamos salir adelante. La ciudad de las sombras seguirá siendo nuestro programa. 

—Esto no me gusta. 

—Sabíamos que iba a pasar. 

—Sí—casi sollozó Chanyeol. 

Se contuvo porque no quería ser demasiado sensible. Sabía que Junmyeon también se sentía engañado y tenía miedo. Quejarse no iba a ayudar a nadie. 

—Tendremos que encontrar alguien que nos enseñe—continuó Junmyeon, después de una pausa en la que Chanyeol intentó recordar qué se había dicho en la reunión, además de eso, y lo único que llegó a su cabeza fue el momento en que derramó el agua sobre la mesa—. No te lo dije nunca, pero hice parte del coro de mi escuela cuando era niño. Cantaba bastante bien. 

—Estás hablando en serio—susurró él—, realmente estás hablando en serio.

—Puedo encargarme de eso, de encontrar quien nos enseñe en el poco tiempo que tenemos. Yo puedo cantar, sé que lo conseguiré hacer mejor para la fecha. Pero es música en vivo y necesitamos un instrumento. ¿Qué se te haría fácil? ¿Qué podemos meter en la cabina?

Chanyeol boqueó, incapaz de pensar en algo que no fuera en su torpeza de antes. Recordaba que no puso el vaso en el posavasos que le habían dado y se le bloqueaba el cerebro. 

—Chanyeol, no tenemos tiempo. 

—No sé, ¿una pandereta?

—Podemos, pero no nos tomarán en serio—Junmyeon chasqueó la lengua—. Le preguntaré a quien nos enseñe qué es lo que te puede quedar mejor, seguro que sí sabe. Mientras tanto, prepárate. 

—Esto no me gusta. 

—Vamos a convertirnos en los protagonistas de La ciudad de las sombras. Tendremos que buscar apodos en serio, no esas tonterías que tanto usa Luhan para burlarse. 

—Pero Junmyeon…— Lo pensó bien y dijo—: Por favor elige algo que sea genial. No me hagas tocar flauta. Las flautas no son geniales.

—Haré lo que sea posible. 

—También debemos pensar en cuándo le diremos a la gente que el programa va a cambiar el formato.

—No creo que eso esté bajo nuestro control. Alguien nos dirá cuándo es el momento adecuado, si no lo hacen ellos mismos. Nosotros debemos concentrarnos en lo que hay que hacer: aprender a hacer música. No sé por qué, pero te veo y creo que tienes talento. 

—Nunca he hecho algo así—dijo Chanyeol. 

Su cara debió haberle dado pena, porque Junmyeon se sentó junto a él y le palmeó la espalda en un torpe intento de darle apoyo. 

—Aprenderemos y nos irá bien. 

—Al menos no nos despidieron—dijo Chanyeol, después de suspirar.

—Esa es la actitud—dijo Junmyeon, sonriendo—. Seguir órdenes sin quejarse. Ojalá nos suban el sueldo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La siguiente ocasión que Chanyeol pudo entrar a la cocina sin que Baekhyun se diera cuenta, se hincó junto al armario del aseo y metió las manos hasta dar con la cajita del anillo. Nadie la había movido desde que él la lanzó al fondo y la ocultó con los productos de limpieza y los trapos. Se permitió examinarla de nuevo a la luz de la ventana. Como se había dado cuenta antes, la superficie de terciopelo negro estaba tan sucia que ni siquiera el agua habría podido limpiarla. Tendría que raspar hasta que el polvo pegado y lo que parecía una especie de moho verde oscuro dejaran de verse. Una caja barata para proteger un interior lujoso. Por dentro, estaba intacta. El anillo descansaba, todavía brillante, en otra capa de terciopelo blanco que se abría en el centro para acomodarlo. Se la guardó en uno de los bolsillos de la chaqueta y la dejó colgada en el espaldar del sofá. 

—¿Qué tanto estás haciendo?—preguntó Baekhyun desde la habitación. 

A Chanyeol se le aceleró el corazón, aunque ya todo estaba en su lugar. Baekhyun no iba enterarse de que le había robado. Luego, cuando ya supiera todo lo que debía del anillo, lo regresaría a su lugar en el armario de la cocina. Pero ahora su curiosidad debía ser saciada.

—¿Ya me extrañas?—preguntó él. 

Agradeció que la voz no le saliera agitada o temblorosa. No podía creer que lo había logrado. Cuando entró a la habitación y vio a Baekhyun todavía echado sobre la cama, con una libreta llena de cifras que Chanyeol no entendía y el control remoto de la televisión sobre el estómago, se riñó mentalmente porque no era difícil quitarle algo. Confiaba tanto en Chanyeol que lo dejaba pasearse por su apartamento como si fuera su propia casa. Él también haría lo mismo, después de que supiera de qué se trataba todo ese asunto del anillo. 

—¿Te vas a quedar para ver el documental que te dije?—dijo Baekhyun.

—Ya me iba y lo sabes—le recordó Chanyeol. Se inclinó un momento para dejarle un beso en la boca que se le hizo muy corto—. Mañana podemos hacer eso, si quieres. 

—Tengo que reunirme con Kyungsoo en la mañana. La tienda virtual va muy bien. Él dice que dentro de poco podremos contratar modelos para las camisetas. La analista dice que eso nos va ayudar a subir las ventas. 

Chanyeol le sonrió antes de erguirse para irse. 

—¿Por qué te vas tan temprano hoy?—se quejó Baekhyun. Fingió que se levantaría para atraerlo de nuevo a la cama, pero tenía demasiada pereza—. No es justo. Quiero que te quedes más tiempo. 

—Tengo cosas que hacer. 

Y que no podía contarle. Junmyeon estaba esperándolo en el estudio, aunque su turno empezaba en un par de horas, para ver de qué se trataba el anillo que Baekhyun tenía en la caja. Luhan y Minseok los habían dejado quedarse en el estudio, mientras no hicieran mucho ruido, hasta que llegara la hora de trabajar. 

Se despidió de Baekhyun por última vez y salió en dirección al canal. El lugar, que antes tenía un aburrido color gris y el aspecto de una bodega de fábrica de gaseosas, había sido transformado con los nuevos colores de la marca y fotografías de los nuevos dramas que pasarían por televisión. Cerca del edificio de radio, Chanyeol vio que estaban preparando los espacios en los que colgarían los posters de los programas de radio. En uno de esos, vería a La ciudad de las sombras. Sería la primera vez que el canal aceptaba su existencia. 

Junmyeon estaba sentado en una de las sillas del fondo, leyendo el periódico gratuito que entregaban a la entrada. Chanyeol saludó a Minseok y Luhan con un asentimiento y siguió hasta donde él estaba. La caja del anillo parecía quemarle dentro del bolsillo. Una locutora de programas femeninos, Joohyun, hablaba sobre libros en la cabina. Chanyeol la conocía porque Junmyeon había intentado salir con ella un par de veces. Tenía fama de ser muy discreta. No se interesaría por lo que ellos estuvieran haciendo mientras trabajaba. 

—Lo tienes—dijo Junmyeon. 

—Gracias, yo también estoy feliz de verte. 

—Deja de bromear, sé que quieres saber qué es esto más que yo, así que sácalo y acabemos de una vez. 

—Vale, vale. 

Intentó sacar el anillo del bolsillo, pero las manos le temblaban demasiado. Junmyeon tuvo que ayudarle. Al principio lo sostuvo con firmeza. Luego, al ver la mugre aferrada a la caja, puso una mueca de asco y la dejó sobre la pierna de Chanyeol. 

—¿Dónde estaba? ¿Debajo de la nevera? Está asquerosa.

—Baja la voz—le pidió Chanyeol, en un susurro—. Ya te dije que estaba en el armario de aseo, uno pequeñito que tiene cerca de la basura al fondo de la cocina. No sé cuánto tiempo ahí, pero tuve que hurgar un montón de basura para sacarla. 

—Parece que no quería que la encontraran—observó Junmyeon—. ¿No tiene ninguna marca?

—¿Marca?

—Sí, sobre la caja. Muchas joyerías las personalizan para que se sepa de dónde vienen. Les da estatus, una manera de identificarlas. Es una buena manera de generar recordación. 

—Has pasado mucho tiempo escuchando a Huang Zitao.

—Alguno de los dos debe entender de lo que habla en las reuniones y yo me ofrecí como sacrificio. Los libros de marketing parecen muy sencillos, pero no es cierto. Todavía no logro entender la mitad de lo que hablan. Ahora mírala bien. No vayas a pretender que yo la tenga en mis manos, es una porquería. 

Chanyeol puso los ojos en blanco y lo obedeció. Buscó en la superficie alguna marca que le ayudara a adivinar de dónde venía. No encontró nada. Incluso rascó la parte de arriba con la uña, dejando a su paso un montón de películas diminutas de suciedad que sacudió hacia el suelo sin pensarlo mucho. 

—Entonces miremos qué hay adentro—propuso Junmyeon. 

Él la abrió con cuidado, como si fuera de cristal. El anillo estaba ahí, brillante, con el diamante amenazador en el centro. 

—Mierda, sí es un anillo de compromiso—murmuró Junmyeon. 

—¿No me creías?

—Sí, no. Quiero decir, ¿no sé? No se me ocurría ninguna otra razón por la que alguien compraría un anillo y lo pondría en una caja, pero también pensé que estabas exagerando. 

—Me siento ofendido—se quejó Chanyeol, en voz baja. 

No obtuvo respuesta. Junmyeon sacó el anillo de la caja y lo empezó a girar para revisarlo mejor. A Chanyeol le dio miedo de que alguien más pudiera darse cuenta de que lo tenían. Un vistazo le aseguró que Luhan y Minseok estaban ocupados en su trabajo y Joohyun estaba demasiado lejos para fijarse en un objeto tan pequeño. 

—¿Y qué? ¿Qué dices?—preguntó Chanyeol. 

—Parece un diamante real, así que debe costar. 

—Mierda.

—Tiene una inscripción por dentro.

A Chanyeol se le secó la boca. Miró a la cabina, donde Joohyun tenía la nariz pegada al puff y hablaba y hablaba. Le habría gustado escucharla, aunque solo fuera para distraerse de la sensación de miedo que le invadía. Sin embargo, Luhan y Minseok habían cortado el sonido de los altavoces, quizás para darles más privacidad. Él, mientras tanto, apretó las manos sobre las piernas. La caja sucia quedó abierta en el apoyabrazos entre la silla de Junmyon y la suya. No entendía por qué se sentía así cuando ya sabía que el anillo no era para él. 

—¿Quieres que te la diga?—preguntó Junmyeon.

—No sé, ¿quiero?

—Te ves tenso.

—No importa—dijo él, después de una pausa en la que Luhan se rascó la cabeza y Minseok estornudó—. Tengo que saberlo. Es solo que… lo quiero mucho y no sé cómo sentirme con esto. 

—El anillo estaba escondido, dudo mucho que él quisiera que lo encontraras. Quién sabe, puede que él ni siquiera se acuerde de que lo tiene ahí. 

—Okay, estoy listo. ¿Qué dice?

Junmyeon tomó aire, dramáticamente, y a él le dieron ganas de tumbarlo de un puño. Se contuvo porque todavía no quería perder su trabajo y a la única persona que podía ayudarlo. 

—Sólo dime qué dice el maldito anillo y acabemos con esto o si no…—lo amenazó Chanyeol. 

—Vale, ya, lo siento—dijo él, sonriendo—, quería que te relajaras. 

—No estoy relajado y no lo estaré hasta que me digas. 

—Mira, no está tan mal. 

—¿Que no? Entonces suéltalo de una vez. 

Junmyeon se encogió de hombros. 

—Dice Byun Baekhyun. Sólo eso. 

Chanyeol sintió que se desinflaba en la silla. Recostó su cabeza en el espaldar y miró al techo, donde un montón de lámparas largas y fluorescentes le hicieron dolor los ojos. El alivio era tanto al saber qué era el anillo que no podía explicarlo. Si Junmyeon le hubiera preguntado, probablemente lo habría abrazado y nada más. 

—Es de Baekhyun—susurró.

—Sí—dijo Junmyeon. Dejó el anillo en la caja, justo como lo había encontrado, y le dio una palmada suave y agradable a Chanyeol en la rodilla—. Qué decepcionante, ¿no crees? Yo me imaginaba algo mucho más interesante. Como el nombre de alguien más, o quizás el tuyo. Eso habría sido terrorífico. Imagínate que él quisiera casarse contigo incluso antes de conocerte. Suena como…

—Gracias, Junmyeon, no habría podido mirarlo yo solo—lo interrumpió. 

Sonreía de oreja a oreja, muy feliz, quería abrazar a Luhan y a Minseok también. No creía que Joohyun lo dejara tocarla, así que a ella sólo le daría una reverencia a una distancia respetuosa. 

—No es nada. ¿Qué vas a hacer ahora?—preguntó Junmyeon.

—Regresaré la caja a donde pertenece y me olvidaré de todo este asunto. 

—Me gusta esa actitud. 

Chanyeol subió y bajo las cejas, satisfecho. Se estaba guardando la caja en el bolsillo cuando Junmyeon habló y el mundo empezó a tambalearse de nuevo. 

—Pero si lo piensas bien, ¿por qué tendría un anillo de compromiso con su propio nombre? ¿Alguien le pidió matrimonio o se lo regaló él mismo?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El momento de dejar la caja del anillo en el armario de aseo nunca llegó. Siempre que intentaba colarse en la cocina para hacerlo, Baekhyun aparecía de algún lugar y empezaba a hablarle. Chanyeol sabía que Baekhyun no sospechaba nada, pero eso no evitaba que se le saltara el corazón a la garganta cada vez que lo veía llegar por su espalda. Tampoco dejaba que Baekhyun se acercara al armario de aseo. Tenía miedo de que recordara qué tenía guardado ahí un día y decidiera buscarlo. No lo encontraría, porque Chanyeol lo tenía escondido en los bolsillos de la chaqueta o el abrigo que cambiaba cada día. Había limpiado la caja con jabón de manos y una toalla. No se veía como él se imaginaba que era antes, lujosa, atractiva a la vista, pero no podía hacer nada más. Al menos ahora estaba presentable. 

Cuando pensó que por fin podría dedicarle más tiempo a eso, Junmyeon encontró a alguien dispuesto a enseñarles música en el tiempo dispuesto por Huang Zitao y los jefes. 

—Está ocupado los fines de semana, tienes que programar las clases para las tardes antes del trabajo. 

—Pero ese es el tiempo que tengo con Baekhyun—se quejó Chanyeol—. ¿No pude ser en otro momento?

—Duermes casi toda la mañana y tienes esa otra cosa con las cuñas. No veo otra solución. 

—¿Y tú?

—Yo iré en la mañana, antes que tú. Sabes que duermo poco—dijo Junmyeon. 

Chanyeol había llamado y ahora debía ir al apartamento del profesor todas las tardes por dos horas. Él le dijo que mientras más tiempo le dedicara al aprendizaje, mejor iba a ser para ellos cuando hicieran la música en vivo. Luhan y Minseok se ofrecieron a pensar en nombres artísticos mientras tanto. A Baekhyun no le gustó nada el arreglo, a juzgar por la expresión molesta que puso sus últimas tardes juntos. Él también tenía poco tiempo libre, porque el negocio de las camisetas iba cada vez mejor. Chanyeol lo veía también en su apartamento, el efecto positivo de un buen trabajo. Ya no dejaba los papeles tirados por ahí y limpiaba de vez en cuando, antes de que Chanyeol llegara. Sólo pudo dejarlo feliz al prometerle que le escribiría toda la noche, durante el programa, y lo llamaría de vez en cuando. 

La primera clase, Chanyeol fue a la dirección que el profesor le envió por mensaje y tocó la puerta. Era un apartamento sencillo, junto a otros exactamente iguales que se repetían hasta donde no daba la vista. El pasillo olía ligeramente a perro mojado. Cuando el profesor le abrió, Chanyeol ya había hundido la nariz en el cuello de la chaqueta para enmascarar el olor. 

Era un hombre más o menos de su edad, más bajo, con el cabello perfectamente peinado para despejarle la cara. Sus ojos no parecieron reconocerlo al principio, como si estuviera medio dormido, pero le sonrió de todas maneras. Tenía hoyuelos en las mejillas. 

—¿Park Chanyeol?—preguntó, con acento. 

—Sí, yo. 

—Tu voz no concuerda con tu cara.

Chanyeol le devolvió la sonrisa, cohibido. 

—Me lo dicen mucho. 

—Bueno, pasa—dijo, y le ofreció un espacio para que lo siguiera dentro del apartamento. 

Por dentro era mucho más impresionante, con decorado mínimo y tonos sobrios. Había una planta con flores de colores variados encima de la mesa del café. Hasta que no se acercó no se dio cuenta de que era falsa. Las cortinas estaban abiertas y Chanyeol podía ver la calle más abajo y la fachada del edificio del frente. 

—¿Junmyeon te habló sobre lo que vamos a hacer?—preguntó el profesor—. Puedes sentarte. 

Chanyeol le hizo caso, intentando acomodar sus largas piernas para no tirar la planta de la mesa. No había mucho espacio entre esta y el sofá. El profesor se sentó frente a él.

—No me dijo nada en especial, sólo que las clases debían ser en la tarde y los precios. 

—Bien, es suficiente—dijo—. Mi nombre es Zhang Yixing y soy profesor de música en algunos colegios que quedan cerca de aquí. Doy clases en la mañana, pero cuando estoy libre me voy a encontrar con Junmyeon. Contigo quedamos en la tarde. 

—Sí, claro. 

—Sé que le preguntaste a Junmyeon la razón por la que no pueden ser el fin de semana. Doy clases privadas esos días, lo siento mucho. Debía ser mejor para ti.

—No hay ningún problema—mintió Chanyeol—. Al único que le molesta es a mi… Baekhyun. 

Yixing amplió la sonrisa y puso las manos sobre las rodillas. 

—Lo siento, de nuevo. Espero que logremos hacer mucho en este poco tiempo—le dijo a Chanyeol—. Junmyeon dice que nunca has tocado un instrumento musical. 

—Sí, es un gran problema, ¿verdad?

—No tiene por qué ser así—Yixing se quedó pensativo, con los ojos perdidos en algún punto afuera—. Además, tiene que ser un instrumento que puedas llevar hasta la cabina.

—Por favor. 

—¿Qué te parece una guitarra? Tengo varias en mi estudio. Te la prestaré hasta que puedas comprarte una. 

—No estoy muy seguro…

—No tenemos mucho tiempo. Sígueme, lo intentamos y, si no te gusta, la cambiamos por otro instrumento. Tengo más.

Chanyeol fue con él hasta su estudio, uno muy parecido al que él estaba acostumbrado en su segundo trabajo. Las paredes estaban cubiertas de paneles de espuma acústica y había varios instrumentos organizados junto al tablero de mezclas. Chanyeol no pudo distinguirlos todos. Una pantalla de Mac, más grande que cualquiera de las que estaban en el canal, descansaba sobre el escritorio. 

—¿Empezamos?

La primera guitarra que Yixing le prestó fue una corriente, de madera, sin nada especial. Chanyeol la llevó por dos semanas. Iba con ella hasta el trabajo y practicaba en cada corte de comerciales. Baekhyun, al verla en una de las citas que pudieron colar en sus apretadas agendas, le pidió que le tocara algo. 

—Aún no soy muy bueno—le dijo Chanyeol. 

—No me importa, sé que me gustará. 

Empezó a aprender canciones que sabía que le gustaban para tocarlas después. Cuando no tenían tiempo de verse, se las enviaba en video. Baekhyun lo veía con una expresión que no sabía identificar, pero le gustaba. Tocaba tanto que le dolían los dedos de una manera horrible en las mañanas. Yixing tuvo que enseñarle algunos ejercicios de estiramiento que él repetía cada vez que terminaba una práctica. 

Baekhyun lo sorprendió un día con una guitarra de regalo para que no tuviera que pedir prestada la de Yixing. Fue la primera vez que tuvieron sexo en mucho tiempo. Además de las clases para aprender a tocarla, Yixing también le enseñó a cantar. Le dijo que podía acompañar a Junmyeon cuando quisiera. Pasaban tanto tiempo juntos que para Chanyeol fue fácil abrir su corazón y contarle todo lo que estaba pasando en su vida. Le habló de sus dos trabajos, de los cambios en el canal y de Baekhyun. A él también le mostró el anillo con la inscripción del nombre de Baekhyun en el interior. No le había dicho a nadie que se sentía intranquilo con la relación que llevaban, no tanto porque no era lo que quería, sino porque tenía la impresión de que le estaba ocultando algo muy grande que tenía que ver con ese anillo. 

Por el contrario, a Baekhyun no lo veía mucho. Si tenían algún espacio en el que podían encontrarse, era tan corto que no tenían el tiempo suficiente para hacer muchas cosas. Iban a comer algo en un restaurante de comida rápida y se veían para hablar frente a un vaso de café. Chanyeol se preguntaba cuándo podría regresar al apartamento y devolver el anillo. Temía que nunca podría hacerlo y no sabía cómo reaccionaría Baekhyun al saber que lo tenía. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Chanyeol entró al estudio de fotografía, sintiéndose fuera de lugar. Su lugar eran los estudios de grabación, cerrados y oscuros, con el aire viciado y el olor picante de la humedad. Este, con las luces encendidas y las paredes blancas, parecía tan extraño como el interior de una nave espacial. Encontró a Baekhyun junto a un grupo de personas que no conocía. Hablaban alrededor de un computador, frente a la cámara que apuntaba al set. 

—¿Cuántas necesitamos?—preguntó. 

Hacía mucho que no lo escuchaba en persona. Hablaban mucho por mensajes y se llamaban de vez en cuando. A Chanyeol se le aceleró el corazón y no se dio cuenta de que sonreía. 

—¿Y tú quién eres?—preguntó alguien junto a Chanyeol. 

Él tuvo que mirar hacia abajo para saber quién era el extraño. Un hombre bajo y claramente molesto le devolvió la mirada. Tenía los ojos grandes detrás de un par de lentes de marco grueso. Vestía demasiado abrigado para estar en un lugar tan cálido como ese. 

—¿Vas a responder?—insistió. 

Chanyeol abrió la boca e intentó hablar. No tuvo mucho éxito. Lo único que consiguió fue balbucear un par de cosas sin sentido y llamar la atención de los que estaban reunidos junto al computador. Baekhyun se alegró de verlo y no intentó ocultarlo, se lanzó a abrazarlo con tanto ímpetu que Chanyeol se tambaleó hacia atrás hasta recuperar el equilibrio. 

—¡Viniste! ¡Pensé que no llegarías!

—Le dije a Yixing que me dejara el día libre—respondió Chanyeol. 

Baekhyun lo miró con las ganas de besarlo en los ojos, pero no se movió para hacerlo. En cambio, miró al extraño que había hablado con Chanyeol y los presentó. 

—Él es Kyungsoo, mi socio.

Chanyeol se inclinó como pudo con los brazos de Baekhyun alrededor de su cintura.

—He escuchado muchas cosas de ti—le dijo.

—Mucho gusto…— Kyungsoo dudó. Miró por una fracción de segundo a Baekhyun, como si no supiera qué más decir. 

—Park Chanyeol.

—Sí, Chanyeol—repitió Kyungsoo. 

A él le pareció que había algo raro ahí, pero no le dijo nada. Baekhyun lo presentó al fotógrafo y a los asistentes. Luego, aparte, le habló con voz alegre sobre lo bien que iba todo. 

—Siempre dices lo mismo y eso me gusta—dijo Chanyeol, rodeándolo por los hombros. Ya que estaban lejos, se inclinó sobre él, sin miedo, e intentó besarlo. Baekhyun se apartó al instante. 

—Debemos ser profesionlaes—le advirtió—. De todas maneras, te agradezco que hayas venido. Tienes tipo de modelo. Kyungsoo contrató dos más. 

—¿Y dónde están?

—Ya los vas a conocer. 

Baekhyun lo ayudó a dejar sus cosas en una habitación que cerró con llave y lo llevó hasta el camerino, donde lo esperaban dos personas más. Chanyeol se sorprendió de que fueran casi tan altos como él. Estaba acostumbrado a ser el más alto de la habitación. 

—Chicos, este es Chanyeol. Les dije que quizá vendría a ayudarnos y ya llegó. Espero que le expliquen cómo funcionará esto. Voy a volver con Kyungsoo—dijo Baekhyun, sonriente. Le dio una nalgada a Chanyeol antes de salir.

—Eh, hola—dijo Chanyeol, levantando la mano de manera torpe. 

—Es la primera vez que nos vemos, ¿no?—dijo uno de ellos, el que se veía más agradable. Tenía los labios llenos y el cabello desordenado, como si se pasara las manos por él cada vez que podía.

Chanyeol lo miró bien, buscando en su memoria si alguna vez lo había visto. Al no recordarlo, negó con la cabeza. 

—Es extraño, estoy seguro de que he escuchado tu voz—continuó. 

—Yo soy Sehun—se presentó el otro, el de la expresión de fastidio. 

Él sí parecía un modelo. Chanyeol se sintió intimidado al verlo y no supo qué responderle. Parecía que lo habían sacado de una pasarela para venir a modelar camisetas con los mensajes que Baekhyun escribía. No había pensado en lo serio que era el asunto hasta que llegó. 

—¡Ya sé!—dijo el otro. Se vio como centro de atención y se encogió un poco, avergonzado—. Lo siento. 

—¿Qué pasó, Jongin?—preguntó Sehun. 

—Es sólo que ya recordé de dónde te conozco. 

—¿Sí?—dijo Chanyeol, señalándose. 

—¿Eres el Príncipe de la noche?—preguntó Jongin—. Tu voz no cuadra con tu cara.

—Sí, me lo dicen bastante. No te imaginas cuánto. 

—A mi novia le encanta el programa. Lo escucho con ella cada noche, sin falta. Le va a encantar saber que te conocí.

Sehun miró el intercambio con expresión aburrida. Lucía como si no quisiera estar ahí más que el tiempo suficiente. Chanyeol sabía que, por el contrario, le convenía estar ahí el mayor tiempo posible, Baekhyun le había explicado que a los modelos se les pagaba por hora. Si lo hubiera sabido antes, habría intentado hacer algo como eso. Ahora era demasiado tarde para cambiar su línea de trabajo, además le gustaba ser locutor y poner música para la gente. 

—¿Están listos?—preguntó una mujer que entró al camerino—. Si no, los quiero en 5 minutos. Jongin, tú vas primero. 

No esperó respuesta y salió tan rápido como entró.

—Entonces… ¿cómo es esto?—preguntó Chanyeol.

Sehun le explicó que, en circunstancias normales, habría varios asistentes que los ayudarían a cambiarse de ropa para las fotos. Sin embargo, esta vez tendrían que vestirse ellos mismos. Modelarían las camisetas durante un rato, hasta que el fotógrafo considerara que tenían suficientes fotografías, y luego irían a cambiarse. Lo harían hasta que todas las camisetas fueran modeladas. Después escogerían las mejores, que normalmente eran en las que mejor se veía el diseño de las camisetas, y las pondrían en la página web. 

Chanyeol se paró frente a la cámara, intentando imitar lo que veía a Jongin y Sehun haciendo. Aunque se esforzaba por mantener una expresión neutral en el rostro, no podía evitar sonreír de vez en cuando. Eso parecía gustarle al fotógrafo, que asentía en silencio y detenía las órdenes por un par de segundos. Muchas veces tuvo que pararse en posiciones incómodas y antinaturales que le dejaban las articulaciones doliendo y las piernas entumecidas. Luego, cuando miraba las fotografías en la pantalla del computador, se veía como si no pasara nada malo, imperturbable, relajado. Baekhyun lo supervisaba todo con una sonrisa tan bonita que el sufrimiento valía la pena. 

Aunque había preparado su día para pasar el tiempo necesario ayudando a Baekhyun, se sintió agitado al terminar el trabajo. El fotógrafo se quedó con Baekhyun, Kyungsoo y otros que él no conocía para hablar sobre la elección de las fotografías que se publicarían. Ellos regresaron al camerino y se pusieron la ropa con la que habían venido. 

—¿Siempre es tan largo?—les preguntó a Sehun y Jongin. 

—Depende—respondió Jongin—. Esta fue una sesión corta, si me lo preguntas. He tenido unas que se extienden todo el día, generalmente para catálogos. 

—Sí, esas son una mierda—agregó Sehun. 

—No puedo imaginarlo—dijo Chanyeol—. Siento que perdí todo el día. Sin ofender. 

—No importa—dijo Jongin, sonriendo. 

—En todo este tiempo pude haber hecho… no sé, muchas cosas. Practicar, por ejemplo. 

Baekhyun pasó en ese momento y les pidió que lo acompañaran a buscar sus cosas. El equipo había decido celebrar la primera sesión de fotos de la colección de la empresa. Después de que tuvo su guitarra y la mochila del trabajo, todos dejaron el estudio y Chanyeol siguió a Jongin y Sehun hasta el restaurante elegido. Kyungsoo pareció acompañarlos sólo por cortesía. 

—Pidan lo que quieran—dijo Baekhyun, antes de dejarlos en su lado de la mesa y darle una nalgada a cada uno—. Hoy invitamos nosotros. 

—No hablamos de esto—lo regañó Kyungsoo, en voz alta.

—Tranquilos. Él siempre es así. 

Chanyeol se sentó junto a Jongin, aunque prefería estar junto a Baekhyun, en la otra esquina de la mesa. Él estaba ocupado, hablando con las personas que Chanyeol no conocía y el fotógrafo. Desde su lugar, podía escucharlo contar una historia graciosa sobre un perro y Kyungsoo. Los que estaban a su alrededor se rieron. No quería molestarlo si estaba de tan buen humor. Ya tendrían un momento para estar a solas y hacer las cosas que no podían porque debían verse profesionales. Sin embargo, se sentía ansioso por tenerlo cerca y darle, al menos, un beso.

—¿Y tú de donde conoces a Baekhyun?—preguntó Sehun.

Alguien trajo el soju y todos se sirvieron. Chanyeol recibió un vaso y lo bebió sin pensar. El ardor de su garganta era una sensación familiar que lo reconfortó. Olvidó por un par de segundos que Baekhyun había rechazado su beso en el estudio, que se había sentado lejos de él. 

—Me lo presentó un amigo—respondió él, de manera vaga.

—Es chistoso que todos aquí seamos sus amigos—comentó Jongin. 

—¿Lo somos?—preguntó Chanyeol.

Miró a los que estaban sentados y pudo hacerse una idea de por qué la sesión había sido tan agradable. 

—Sí. Pero no creas que estamos haciendo un favor. Kyungsoo nos prometió paga y por eso estamos todos aquí—dijo una chica sentada junto a Sehun. Levantó su vaso de soju y le guiñó un ojo—: Paga y comida. Llámenme la próxima vez. 

Chanyeol pensó, ligeramente incómodo, que a él nadie le había prometido dinero. Se había ofrecido a ayudarle a Baekhyun porque era él y lo quería, sin esperar algo a cambio. Era extraño que no se los dijera. Quizá todos pensaban que a él también le iban a pagar por hacer de modelo. Decidió beber tres vasos seguidos para sentir que su trabajo había valido tanto como el de los demás. 

—Yo lo conozco desde la universidad—dijo Sehun—. No me lo he podido quitar de encima. 

—Eso es más de lo que yo lo conozco—respondió otra chica junto a Jongin—. Desde hace un año o algo así. De todas maneras, me saludó con un abrazo tan fuerte que casi me tira al suelo. Podríamos decir que estaba más feliz de verme que de verte. 

—Yo conozco a Kyungsoo—agregó otro.

Alguien dijo que Baekhyun tenía más amigos ahí que su socio y al instante todos se pusieron a discutir sobre eso. Mientras tanto, Chanyeol lo miró a él, en la esquina de la mesa, riéndose por algo que parecía molestar a Kyungsoo. Lo contempló por un par de segundos, hasta que Jongin llamó su atención tendiéndole otro vaso de soju. Chanyeol se lo bebió antes de sonreírle en agradecimiento. 

—¿Desde cuándo conoces a Baekhyun?—le preguntó, más por ser amable que porque le interesara de verdad. 

—Estudiamos en la misma secundaria. Claro, él estaba unos años más arriba, pero era bastante popular. Por eso yo lo seguía por donde iba, un poco como un perrito. Él nunca me dijo que lo molestaba. Le gustaba llamar la atención y hacer todas estas cosas locas que ahora me da vergüenza haber visto. 

—Suena como algo que Baekhyun haría. 

—Todavía somos amigos. Mi novia, Joy, él y su novio. 

A Chanyeol se le heló el estómago. En un momento tenía fuerzas suficientes para levantar sin pensar el vaso de soju, al siguiente, tuvo que dejarlo sobre la mesa. Sus dedos, temblorosos, se aferraron a los bordes de su camisa. 

—¿Qué dijiste? ¿Su novio? ¿El novio de Baekhyun?

Jongin pareció notar que algo le había afectado, porque se apresuró a explicarse. 

—Sí, su novio, ¿no lo has visto? Debe ser que no has pasado el tiempo suficiente con él. Baekhyun no habla mucho de eso, quizás es porque llevan tanto tiempo juntos que es como si ya todos lo supieran. 

El hielo que le congeló el estómago pareció extenderse por todas las partes de su cuerpo. Chanyeol no sabía que expresión tenía, pero suponía que no era una sonrisa. A su alrededor, el mundo iba a cámara lenta: las gotas de condensación de las botellas de soju, Sehun hablando con la chica a su lado, Baekhyun en la punta de la mesa, apretando los labios para imitar a alguien. 

—Un novio. 

—Sí, llevan juntos desde… Mierda, no recuerdo bien—dijo Jongin, y se rio. Chanyeol lo odió de una manera tan irracional que casi sintió el hielo hacerse a un lado para iniciar un incendio—. Recuerdo que ya eran pareja en la secundaria. ¿Cuánto tiempo tiene Baekhyun con su novio, Yura?—Añadió en un susurro, para que solo Chanyeol lo escuchara—: Ella iba a su misma clase.

—No sé—dijo la chica a su lado—. Desde que estábamos en… Como 13 años ya. 

—Gracias—Jongin le sonrió y volvió a mirar a Chanyeol—. ¡13 años! ¿No te parece un montón de tiempo?

—Un montón—repitió Chanyeol.

—Se llama Kim Jongdae—agregó—. Siempre está muy ocupado en el hospital. No lo vemos mucho. 

—Es doctor.

—Claro que es doctor. Vaya, qué raro es que Baekhyun no te haya hablado de él. 

Por supuesto, pensó Chanyeol, ¿cómo le habría hablado de ese tal Kim Jongdae al hombre con el que lo estaba engañando? El cuerpo se le debilitó tanto que tuvo que apoyar un codo en la mesa y hundir la cabeza en esa mano. Recordaba a Baekhyun rebotando en su regazo aquella primera tarde, las veces que lo tomó de la cara mientras tenían sexo y lo llamaba Chanyeol, Chanyeollie, ¿por qué me lo haces tan bien?

—Lo último que escuché es que iban a casarse—dijo Yura, sonriente. No podía ver la expresión de puro horror que puso Chanyeol desde su posición.

—Como por cuarta vez—se burló Jongin—. Jongdae siempre preguntando y nosotros sin saber si algún día le va a decir que sí. La primera vez fue muy especial, pero recuerdo que la tercera fue en un almuerzo como este. 

—Hace dos años, ¿no?—preguntó Yura. 

—Algo así. Nadie les dijo nada. Pero Baekhyun—Se echó a reír y susurró—: él sí que se avergonzó.

Sin quererlo, los ojos de Chanyeol se desviaron a su abrigo colgado en el espaldar de la silla. Allí, en el bolsillo interior del lado derecho, estaba el anillo. Entendió por fin por qué tenía grabado el nombre de Baekhyun. Había cargado por casi dos meses el anillo de compromiso que Kim Jongdae, su novio de toda la vida, le había regalado. Se sintió enfermo. 

—¿Y recuerdas esa fiesta sorpresa que le hizo por su cumpleaños? Esa que tuvo payasos y…

No debían vivir juntos, porque, si ese fuera el caso, Chanyeol habría visto alguna pista de Kim Jongdae en el apartamento, además del anillo. Allí solamente estaban las cosas de Baekhyun y las innumerables páginas llenas de frases. Tampoco había manera de saber que tenía una relación. No existían fotografías, ni siquiera polaroids guardadas en los cajones de las mesas de noche (y eso Chanyeol lo sabía muy bien. ¿Cuántas veces había limpiado él mismo ese apartamento, de arriba abajo, y lo conocía como si le perteneciera?). Por lo que Baekhyun mostraba, podía haber estado soltero desde el día en que se había mudado. El celular de Baekhyun no sonaba cuando estaban juntos y las únicas personas con las que parecía comunicarse por mensajes eran Chanyeol, Kyungsoo y los que trabajaban en la tienda virtual. Ninguna señal de otro hombre por ningún lado, sólo Chanyeol en la alacena y la nevera, Chanyeol en la habitación, Chanyeol en las cajas de cartón en las que lo guardaba todo. 

Ahora podía entender cosas que antes le habían parecido extrañas: como aquella vez que Baekhyun se había enojado al saber que su vecino lo había visto por la ventana de la cocina; o cuando su amiga, Yeri, los vio en la tienda de diseño y se sorprendió de que Chanyeol estuviera junto a él; o ese mismo día, cuando Kyungsoo no sabía ni siquiera cómo se llamaba, Baekhyun ni siquiera debió haberle hablado de Chanyeol en un esfuerzo por mantenerlo escondido de su novio. 

Él nunca había sido el amante, no sabía qué debía hacer ahora que lo era. Un par de sus novias en la universidad le habían sido infieles de diferentes maneras. Una de ellas, borracha en una fiesta, la otra, por 4 meses con un amigo de ambos. Podía recordar aún el dolor casi físico que sintió al saber qué era lo que cada una había hecho. A la primera la había perdonado, porque podía entender un error como ese, pero a la otra la había mandado a la mierda sin dudarlo. Ya sabría él cuántas veces había estado con ese otro hombre, haciéndolo todo a sus espaldas, mintiéndole. Baekhyun, si era igual a ellas, se parecía más a la segunda, había engañado a su novio de más de una década con Chanyeol por casi 9 meses. Se sentía tan culpable que le dieron ganas de vomitar. 

—Creo que tengo una fotografía por aquí—dijo Jongin—. Voy a mirar en su Instagram.

Chanyeol quiso decirle que no quería verla, pero la boca se le llenó de bilis y la garganta se le cerró. Lo que menos necesitaba era echarse a llorar ahí mismo, donde todos podían verlo. No iba a hacer un papel frente a los amigos de Baekhyun, esos que sí conocían al novio, y mostrarse como lo que era, el amante desengañado que acababa de enterarse de la verdad. 

Jongin puso su celular frente a él y Chanyeol pudo verlo. Kim Jongdae era casi de la misma altura de Baekhyun y lo aferraba con un brazo protector, familiar, alrededor de la cintura. Baekhyun sonreía de esa manera amplia y despreocupada que a Chanyeol le gustaba, la que tenía desde que el negocio iba bien, tenía el apartamento limpio y salía con él en citas cortas por falta de tiempo. Jongin movió el dedo sobre la pantalla y otra fotografía, esta vez de Baekhyun besando la mejilla de Jongdae, apareció. 

—Tengo que irme—balbuceó. 

Tuvo problemas para ponerse de pie, e hizo tanto ruido que llamó la atención de otras mesas. Pero a él no le importó. Lo único que quería era irse lo más lejos posible. No tenía fuerzas para ver a Baekhyun. Cogió su abrigo del espaldar en la silla. No pensó en despedirse. Las piernas le temblaban tanto que tuvo que detenerse en la entrada del restaurante, respirando fuerte, a punto de llorar. 

—Maldición, maldición—murmuró. 

El aire frío de la noche le devolvió un poco de serenidad. Quizás había tomado más de lo que pensaba. Echó a andar sin saber hacia dónde iba. Cualquier lugar, menos el apartamento de Baekhyun o los sitios a los que habían ido juntos, estaba bien. El mundo corría a su alrededor ajeno al terremoto interno que Chanyeol había sufrido. Lo único que podía hacer era buscar un sitio seguro y recoger lo poco que no había sido destruido. Doblando la esquina, empezó a llorar. Dejó escapar gemidos, sollozos lastimeros que no hacían más que partirle más el corazón. Por eso no escuchó los pasos que iban hacia él hasta que Baekhyun lo obligó darse la vuelta tomándolo del brazo. 

—¡Chanyeol!—exclamó, agitado—. ¿Pero por qué te fuiste así? ¡Pensé que ibas a acompañarme a casa!

Entonces se dio cuenta de que Chanyeol estaba llorando. Su expresión, ligeramente molesta, cambió a una preocupada. Intentó acercarse, tomar la cara de Chanyeol entre sus manos, pero él dio un tembloroso paso hacia atrás. 

—Chanyeol, ¿qué?

—No quiero volver a verte—dijo él. 

Baekhyun sonrió, aunque no se veía muy seguro. 

—A ver, ¿qué te dijo Jongin? ¿O fue Sehun?—preguntó. La seguridad regresaba a él a medida que hablaba—. Seguramente fue Sehun. Ese mocoso está siempre haciéndome la vida imposible. No te preocupes, hablaré con él y haré que te pida disculpas. 

—No, no—sollozó Chanyeol, odiándose por mostrarse tan vulnerable. Pero ahora que había empezado, no podía parar—. Eres tú, es tu culpa. 

La sonrisa seguía ahí, aunque no era esa que Chanyeol había visto en la fotografía que Jongin le había mostrado. Viéndolo ahí, solo con él, no podía imaginar que tenía un novio. Baekhyun le había dejado claro que no le gustaban las relaciones serias. No podía saber si era una mentira para lograr que Chanyeol se lo follara o si era verdad. Pero si era así ¿por qué tenía un novio de tanto tiempo? Nadie que odiara los compromisos pasaba casi toda su vida con una sola persona, como él. Mientras más pensaba, peor se ponía el asunto. 

—Dime qué te dijo—pidió Baekhyun. Intentó acercarse de nuevo, sin éxito—. No entiendo por qué estás enojado conmigo. 

Chanyeol se puso lívido. Incluso las lágrimas se detuvieron en sus ojos y tuvo que parpadear para que no le nublaran la vista. Él no podía hablar en serio. Después de tanto tiempo, después de todo, aún seguía mintiendo. ¿Hasta cuándo lo habría hecho si Chanyeol no hubiera descubierto la verdad esa noche?

—Dices que no has hecho nada—murmuró Chanyeol. 

—¿Qué?—preguntó Baekhyun, ampliando la sonrisa—. ¡Pero si es cierto! Estuvimos todo el tiempo separados porque hay que mantener todo profesional. 

—No, no es por eso. 

—Chanyeol…

En un arranque, se metió la mano en el bolsillo y agarró la caja. Por la fuerza, una parte de la tapa se hundió bajo sus dedos. Baekhyun no se lo esperaba; aun así, logró atraparla cuando se la lanzó al pecho. Al principio no entendió de qué se trataba, pero luego Chanyeol vio en su cara el momento en el que todo tuvo sentido. Al instante se puso tan pálido, como si hubiera visto a un asesino frente a él, que Chanyeol temió que se desmayara. 

—¿De dónde sacaste esto?—dijo, en un hilo de voz. 

—No quiero verte más—repitió Chanyeol. 

Baekhyun estaba tan conmocionado que no se movió. Fue el momento perfecto para irse. Chanyeol se dio la vuelta y siguió su camino, llorando. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—Bienvenidos a La ciudad de las sombras, con los sonidos que hacen que tu corazón se detenga. 

—Tenemos una llamada en la línea—dijo Junmyeon. Hizo la señal que habían acordado y Luhan los conectó—. Bienvenida a La ciudad de las sombras. ¿Con quién hablamos?

Mi nombre es Sunghee.

—Hola, Sunghee. 

No puedo creer que pueda hablar con ustedes. Lo he intentado desde hace una semana.

—Sí—respondió Junmyeon—. Las líneas han estado muy ocupadas desde que empezamos a escuchar sus historias.

Esto es lo mejor que me ha pasado en la vida. ¡Los amo!

—Muchas gracias—dijo Chanyeol—. ¿Quién es tu favorito?

—No la obligues a elegir.

Oh, Dios mío—sollozó Sunghee. 

—Digamos que ambos somos tus favoritos—dijo Junmyeon—. ¿Tienes alguna petición para nosotros?

Sí, por favor quiero Magicde Coldplay.

Con mucho gusto Sunghee—respondió Chanyeol. Se acomodó mejor en la silla y rasgueó las cuerdas de la guitarra. Ella sollozó más—. ¿Cuál es el mejor programa de las noches de Seúl?

La ciudad de las sombras, donde mi corazón se detiene.

—Muchas gracias, Sunghee. Fue un gusto escucharte—dijo Junmyeon. Hizo otra señal y Luhan desconectó la llamada. Chanyeol lo vio hablar con Sunghee en el estudio, despidiéndose—. A nuestras oyentes las invitamos a seguir llamando para pedir sus canciones. También pueden programarlas en el Twitter del programa. ¿Estás listo?

—Nunca he estado más listo. 

—Vamos a presentarles Magic de Coldplay, en vivo desde La ciudad de las sombras. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—Creo que estás trabajando demasiado—dijo Minseok.

Chanyeol se tensó. No estaba haciendo nada malo. Sólo había encontrado el Instagram de Kim Jongdae después de pasar por el de Baekhyun, el de Jongin y el de la compañera de ellos en la secundaria, Yura. Se había pasado dos días revisando todas las fotos y los comentarios. Al contrario de la cuenta de Baekhyun, Jongdae sí tenía fotos de ambos. No publicaba mucho, por lo que la más reciente era de hacía un año y medio, en la que Baekhyun aparecía arrugando la nariz con una mancha de helado en una mejilla y la mano de Jongdae tomándolo de la barbilla. La cuenta de Baekhyun no estaba etiquetada. Desde allí había sido una caída libre, cada foto peor que la anterior. Mientras más jóvenes eran, más cariñosos aparecían en las fotos. Chanyeol todavía no llegaba a la última fotografía. 

—¿Me estás escuchando?—insistió Minseok. 

—Sí. Estoy ocupado. 

La siguiente foto de la cuenta de Jongdae era la vista de una ventana. La descripción decía: nuestro futuro hogar. Chanyeol miró rápido la fecha, con el corazón en un puño. La foto tenía 7 años. 

—¡Chanyeol!

—¿Qué?—preguntó él, levantando por primera vez la mirada del celular. 

Minseok se cruzó de brazos desde su puesto en el escritorio. Luhan, a su lado, se encargaba solo de la emisión del programa. Joohyun, la locutora que tenía el turno antes de La ciudad de las sombras, hablaba sobre recomendaciones de libros.

—Voy a ir hasta allí y tendrás que hablar conmigo.

—No puedo, estoy ocupado. 

—¡A eso me refiero! Desde hace un mes que no paras. Todo el tiempo estás aquí o en el otro estudio o en la casa de tu profesor de música. ¿Cuándo te tomas un descanso?

Chanyeol miró la siguiente fotografía. Era Jongdae con una bata de médico en la universidad, poniendo cara de estar muy cansado. Baekhyun había comentado esa. A Chanyeol le dolió todo por dentro.

—Qué adorable, dice—murmuró Chanyeol, con más rencor del que le hubiera gustado. 

—Ya está bien—dijo Minseok, cerca, antes de arrebatarle el celular. 

Ni siquiera miró qué es lo que estaba haciendo Chanyeol y bloqueó la pantalla. 

—¡Hey, eso es mío!

—No me importa, quiero que me escuches. 

—¿Qué es lo que vas a decirme? Porque si es lo mismo de Junmyeon, puedes ahorrártelo—dijo, con la voz rota—. Mira, ya lo sé. Soy un desastre. Terminé otra de mis relaciones y tengo el corazón destruido. Para un monógamo serial como yo es lo peor que puede pasar. Eso también me lo dijo Luhan, por cierto. Y está bien que sufra tanto, pero debo empezar a ver hacia delante, un futuro más brillante, donde otra persona podrá ser mi pareja por un par de años más y así sucesivamente. Esas fueron palabras de Junmyeon, no mías. Y antes de que te pongas a regañarme por trabajar tanto, mi mamá te ganó. Según ella, me voy a hacer viejo y feo antes de tiempo por el estrés. 

Minseok lo miró con pena, como si no pudiera creer en el guiñapo de persona en el que se había convertido en ese mes sin Baekhyun. Y no es que Chanyeol contara los días, porque no llegaba tan lejos, pero no había sido una ruptura elegante y limpia, como las que le gustaban. Tenía a Baekhyun bloqueado de todas las redes sociales, también estaba bloqueado su número de celular. Una vez había intentado verlo en el apartamento de Chanyeol y él, al llegar a su calle y entreverlo en la entrada del edificio, temblando de frío en la intemperie, había dado media vuelta y se había ido a dormir en el sofá de Junmyeon. La vez que intentó hablar con Chanyeol en el canal, los guardias lo obligaron a alejarse más de 100 metros del edificio por razones de seguridad. Chanyeol se pasaba los días revisando a fondo el Instagram de Kim Jongdae, donde había encontrado más pruebas de su larguísima relación con Baekhyun. En su tiempo libre, practicaba la guitarra hasta que los dedos se le ponían rojos. 

—Chanyeol, esto es peor que antes. 

—Gracias, eso me llena de esperanza por ese brillante futuro del que Junmyeon me habló. 

—Quiero decir, que todos tus rompimientos anteriores—dijo Minseok—. Estás en el peor momento de tu vida, ¿no?

—No sé a qué te refieres con eso. ¿Quién sufre tanto por amor? Estamos en el siglo 21 y aquí nadie tiene tiempo para esas tonterías. ¿Preocuparse por el calentamiento global? Bien. ¿Por el hambre en África? Bien. ¿Por los países tercermundistas de América? Más que bien. ¿Amor? Es una estupidez sufrir por amor. Además, mírame. Estoy en el mejor momento de mi carrera. El programa nunca antes había tenido tantos oyentes. Me subieron el sueldo y ahora puedo comprar toda la comida que quiero y no solamente la que necesito. Me dejan cantar, tocar la guitarra y poner la música que me da la gana toda la noche. 

—Y esa música incluye la discografía rompecorazones de Adele, Sam Smith, Beyoncé, Kodaline y, lo peor, Creep de Radiohead al menos una vez cada noche. 

—¿Y eso qué?

—Chanyeol, creo que deberías hablar con él. Nunca dejaste que te explicara. 

Chanyeol cerró la boca, estuvo a punto de gritarle algo más. Joonhyun habló sobre lo caro que era ahora leer libros físicos, que recomendaba el Kindle o cualquier otro aparato electrónico de lectura mientras los libros no fueran pdfs piratas descargados de Internet. Luhan parecía tranquilo manejando su puesto y el de Minseok al mismo tiempo. 

—Te envió él, ¿no?

Minseok pareció avergonzado. 

—No quiero meterme en su relación.

—Sí, claro—se burló Chanyeol. 

—Pero entiéndeme, los veo a ambos casi todos los días y me siento mal al no hacer anda por ayudarlos.

—¿Él también está sufriendo?—preguntó, ansioso por saber la respuesta—. No, mejor no me digas. Se lo merece, mierda, es un… un mentiroso, y un infiel, y de lo peor que me pude encontrar, y…

—Ya basta, no está bien que hables así de alguien que quisiste.

—Déjame al menos desquitarme de esta manera. 

—No sé qué pasó entre ustedes dos, pero por lo que Baekhyun me ha dicho y lo que tú acabas de decir, creo que deberían hablar. Y no me refiero a pelear y gritar lo que estabas diciendo antes. Tengo muchas razones para obligarte a verlo. Sé que todo se va a solucionar si sólo…

—Yo no…

—Inténtalo al menos, ¿sí? Porque estás peor de lo que te he visto nunca. Y Baekhyun… Él no me envió. No puede ni verme a la cara. Tuve que obligarlo a que me dijera qué es lo que estaba pasando entre ustedes. 

Chanyeol suspiró antes de recibir el celular que Minseok le devolvía. 

—Prométemelo.

—No quiero, Minseok. Creo que no entiendes lo mucho que me dolió lo que Baekhyun me hizo. Es algo horrible. 

—Bien, tengo tiempo—Miró hacia atrás y llamó a Luhan—: ¿Puedes encargarte tú? Tengo que hacer una intervención.

—¡No hay problema!—gritó Luhan, levantando el pulgar—. Pero te lo voy a cobrar más tarde. 

Minseok se sentó a su lado, en silencio. Mientras Joohyun seguía hablando para sus oyentes, Chanyeol, incómodo, desbloqueó la pantalla y siguió mirando los comentarios de la foto en bata.

—¿Quién es?—preguntó Minseok. 

—¿No lo conoces? Es Kim Jongdae. 

—¿Debería conocerlo?

—Claro, es el novio de Baekhyun desde hace 13 años. 

Minseok abrió y cerró la boca varias veces, como si no recordara cómo se respiraba. Luhan dio una orden que no pudieron distinguir por el micrófono a la cabina. 

—¿Baekhyun tiene novio desde hace tanto tiempo?—preguntó, incrédulo. 

—Sorpresa—respondió, fingiendo una sonrisa—. Ahora sabes por qué ya no estamos juntos. 

—Pero no tiene sentido. 

—¿Qué no lo tiene? Mira, mira bien estas fotos. Son pareja, claramente. Hace un mes lo ayudé con las fotografías de la página web y luego nos fuimos a celebrar con sus amigos. Fue uno de ellos quien me dijo la verdad. Baekhyun me habría mentido hasta que se cansara de mí. Yo era el amante, Minseok, el amante. Yo no quiero ser el amante de nadie. Me siento engañado, no podrías entenderlo. 

—Pero ¿por qué nunca lo he visto? Vivimos tan cerca. Te he visto en el apartamento de Baekhyun muchas veces. Y a este—dijo, señalando la foto—, nunca. Y no entiendo por qué. No es como si Baekhyun se fuera a pasar las noches en la casa de él o algo. Desde que lo conozco no sale de su casa. 

—Sí, él no era muy… sociable. Yo no sé qué pensar. Porque, claramente, Kim Jongdae es su novio. 

—¿Eso fue lo que pasó? Bueno, puedo darte la razón. Es mucho más grave de lo que pensaba. 

—¿Qué dijo Baekhyun?—preguntó, fingiendo un tono indiferente. 

—No mucho. Sólo que tú ya no querías verlo más. Que se lo gritaste. 

—Lo hice. 

—Y ahora estás así y él está así. Qué horrible. 

Fueron interrumpidos por la puerta del estudio abriéndose. Joohyun, en un par de tacones tan altos que Chanyeol se sintió intimidado (aunque probablemente aún le llevaba más de una cabeza cuando se ponía de pie), entró y se quedó quieta al verlos recluidos en la esquina del estudio. 

—¿Qué están haciendo?—preguntó, extrañada. 

—Hablamos. ¿Ya acabaste?—dijo Minseok. 

Se puso de pie y le pasó el bolso de mano que ella había traído y dejado en una de las sillas al empezar su turno. Ella lo recibió sonriente, pero la sonrisa no alcanzó sus ojos. Seguía mirando a Chanyeol con algo parecido a la desconfianza. 

—¿Y tú qué haces aquí tan temprano?

—No tengo dónde más estar—respondió Chanyeol, sinceramente—. ¿Tienes algún problema?

—Sólo me parece extraño que el mejor locutor de la emisora esté interesado en mi programa. 

—Ah, pero ¿de dónde sacaste eso? 

Ella le hizo un gesto con la mano para que se calmara y se dio la vuelta hacia Luhan y Minseok.

—¿Todo está bien con la lista que les dejé?

—La música está perfecta, Joohyun, gracias—respondió Luhan—. Es increíble trabajar con alguien tan responsable de vez en cuando. 

—Gracias a ti. Me voy, entonces. Suerte con La ciudad de las sombras, Chanyeol. 

—¡Gracias!—exclamó él. 

Joohyun salió y los tres se quedaron en silencio, escuchando la música del programa que salía suavemente de los altavoces cuando Luhan los conectó. 

—Qué agradable. Todo está tan bien—dijo Luhan. 

Minseok le sonrió antes de acercarse y acariciarle el cabello, enredando en él sus dedos. Chanyeol también quería eso, lo quería tanto que tuvo que volver la mirada al celular para seguir viendo las fotografías de la cuenta de Jongdae. Pronto, esperaba, se le pasarían las ganas de acariciar a Baekhyun. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—¿Cuál es tu petición? ¿Alguna canción en especial que quieras escuchar en vivo?—preguntó Junmyeon. 

Chanyeol rasgueó la guitarra. Conocía ya a las oyentes como la que estaba llamando en ese momento: un poco distraídas, un poco serias. Se quedaban hablando con Junmyeon más tiempo que las normales. Luego pedían una canción básica, de las que Yixing se burlaba porque todo el mundo podía tocar en la guitarra. Quizás Creep de Radiohead (una que Chanyeol estaría de acuerdo en interpretar) o Wonderwall de Oasis o Thinking Out Loud de Ed Sheeran. Chanyeol las había tocado tantas veces que ya las tenía grabadas en la memoria muscular. En las ocasiones en las que tenía que hacerlo en el programa, movía las manos sobre las cuerdas de la guitarra mientras su mente regresaba a los tiempos de Baekhyun, cuando lo llevaba a comer afuera o se quedaban en las tiendas de música para escuchar canciones nuevas en los reproductores de muestra. 

—Chanyeol—lo llamó Minseok, cortando el audio de la llamada en los audífonos—. Cerré tu micrófono. Hay alguien en espera que quiere hablar directamente contigo. 

—Déjala en espera. Estamos en vivo y no quiero distraerme. 

—Es importante. 

—Ya te dije que ese no es el procedimiento. La dejas en espera mientras nosotros terminamos con la que está ahora. Ni que fuera la hija del jefe o algo así. 

Minseok no le respondió, en cambio, la voz que salió de los audífonos congeló sus dedos en la guitarra. Por el rabillo del ojo vio a Minseok dándole órdenes a Junmyeon por el interno. 

—Baekhyun—dijo. 

—No querías hablar conmigo y he tenido que recurrir a esto—respondió él—. Es muy difícil hacer que reciban una llamada en ese estúpido programa tuyo. Lo he intentado desde hace mucho tiempo, casi desde que empezaron a recibirlas. 

—Yo te dije…

—Que no querías verme, sí, pero ahora mismo no me estás mirando. Lo pensé muy bien. 

—Sigues siento tan… astuto. 

—Chanyeol, no sé por qué no quieres verme, pero yo quiero pedirte perdón. Lo siento, lo siento muchísimo. No volverá a pasar.

—Eso no puedes prometerlo. 

Baekhyun suspiró, el sonido de su respiración incrementado por los audífonos profesionales. 

—Dime qué pasó. 

—No quiero—dijo Chanyeol, con rabia—. Jódete. 

—Por favor, por favor. Quiero intentar explicarte o algo. El anillo…

—Sé que tienes un novio desde hace 13 años y que su nombre es Kim Jongdae. Eres horrible, Baekhyun. 

—12 años. Son 12 años—dijo, antes de echarse a llorar. 

Chanyeol hundió la cara en las manos, la coronilla apoyada en el micrófono de la guitarra. 

—¿Quién te lo dijo?—preguntó Baekhyun, en medio de hipidos. 

—Jongin. 

—Hijo de puta. 

—Alguien tendría que decírmelo tarde o temprano. Me hubiera gustado que fueras tú. 

—No he podido decírselo a nadie. Me siento tan culpable. ¿Cómo explicarle a todo el mundo que yo…?

—No quiero saberlo—murmuró Chanyeol. 

Se quedaron en silencio, Baekhyun llorando y suspirando, y él pudo escuchar a Junmyeon dándole paso a una canción del nuevo álbum de Beyoncé, de las alegres. Si hubiera sido elección de Chanyeol, hubiera sido una de las tristes. 

—Fue mi culpa—dijo Baekhyun, al fin—. Era la cuarta vez que pasaba y él se molestó tanto. 

¿La cuarta vez? Pensó Chanyeol, el corazón rompiéndosele de nuevo. Ahora resultaba que no era el único que Baekhyun había tenido de esa manera. 

—No quiero saberlo, no me digas nada—rogó Chanyeol—. Sólo cuelga y déjame seguir con mi vida. 

—Es un problema porque yo no puedo seguir con la mía. Estoy otra vez aquí, ahogándome. ¿Por qué tengo tantos papeles?

—Guárdalos en las cajas, Baekhyun. 

—No puedo—sollozó—. No quiero. 

—Tienes que. 

Cuando levantó la cara y Minseok lo vio llorando, le hizo un gesto para hacerle saber que cortaría la llamada si se lo pedía. 

—Escucha, voy a colgar. 

—No, no, por favor. 

—Estoy trabajando, Baekhyun. Adiós. 

—Pero, Chanyeol, por favor. Yo te quiero tanto. No me dejes así—Chanyeol se puso una mano sobre la boca para que no lo escuchara llorar—. Te quiero muchísimo. Hablemos. 

—No puedo—susurró en el micrófono.

—Yo no sé cómo hacer esto. Perdóname, por favor. Nunca había sentido esto por alguien. 

—Adiós, Baekhyunnie. 

Le hizo el gesto a Minseok y la llamada se cortó. De sus audífonos sólo llegaba silencio. Incluso Junmyeon estaba callado. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Entró al apartamento de Yixing, con la guitarra lista en la mano, y lo primero que vio fue el mensaje de su camiseta. “Lloro canciones románticas en inglés” decía, y una partitura pequeñita reemplazaba la palabra canciones en la frase. Podía reconocer ese estilo donde fuera.

—¿Qué? ¿No te gusta?—preguntó Yixing, dándose una vuelta entera—. Tienes una cara. 

—¿De dónde sacaste eso?

—Fue un regalo. 

—¿Quién te lo dio?

—¿Te gusta tanto? Puedes preguntarle. Te iba a decir que no podemos usar el estudio porque me lo habían pedido prestado. Precisamente, es la persona con la que deseas hablar. 

Yixing no esperó a que le respondiera. Caminó dentro del apartamento hacia el estudio, obligando a Chanyeol a seguirlo, y tocó la puerta. Esta se abrió después de un par de segundos por un hombre tan alto como Chanyeol y con cara de pocos amigos. 

—¿Qué?—preguntó, hostil. 

—Él es Wu Yifan, el que está usando el estudio ahora mismo—los presentó Yixing—: Y él es Park Chanyeol, mi alumno. 

—¿Y por esto me estás interrumpiendo?

—¿De dónde sacaste esa camiseta?—preguntó Chanyeol. 

Yifan también tenía una, la del inodoro. Además de mal gusto, pensó Chanyeol, tenía poca paciencia, porque frunció el ceño aún más y se cruzó de brazos. 

—¿Y a ti qué te importa?

—Me importa mucho—respondió Chanyeol, imitando su postura.

Yixing, ajeno a la tensión del ambiente, dio un par de palmadas.

—¿Quieren tomar té?—preguntó. 

—Yo sí—respondió Chanyeol. 

—Pues yo también.

—Perfecto. Iré a prepararlo. 

Yifan esperó a que Yixing se fuera a la cocina y miró a Chanyeol de arriba abajo. Algo no le gustó, porque torció la boca en una mueca triste, como un emoji, y negó.

—No pareces fan de B&K.

—¿De qué?—preguntó Chanyeol, incapaz de pronunciar eso si no lo escuchaba al menos una vez más. 

—B&K. Es de su primera colección—respondió Yifan, señalando su camisa—. Muy popular en Instagram. 

—¿De qué me estás hablando?

—Tú preguntaste de dónde saqué las camisetas y te estoy respondiendo. Lo hago solamente para que dejes que molestar y yo pueda volver a mi trabajo. 

—¿B&K?—preguntó, temeroso de pronunciarlo mal.

—Sí, de Baekhyun y Kyungsoo, los que se inventaron las camisetas. Lo sabía, no eres fan. ¿Para qué quieres saber? Tienes pinta de que nunca te pondrías una de estas camisetas. 

—¿Que no?

—Para ponerse una de estas necesitas personalidad, seguridad en ti mismo, actitud. 

—¡Yo ayudé a inventarlas!

En ese momento, Yixing apareció. Traía una pandereta que empujó contra Yifan, hasta que él la tomó. 

—Te llevaré el té cuando lo prepare. Ahora deja de acusar a mi estudiante de no tener estilo y vuelve al trabajo. 

—¡Pero no tiene estilo!

—¡Que yo ayudé a inventar las malditas camisetas!—gritó Chanyeol. 

—Adentro—ordenó Yixing. 

Yifan opuso resistencia, pero al final dejó que lo empujara hacia el estudio. Cerró la puerta lentamente, como si no quisiera, y Chanyeol no dejó de verlo antes de que le gritara otra cosa. 

—¡Actitud, seguridad en ti mismo!

—¿Cuántas veces tengo que decir que yo…?

—Está bien, bien—lo aplacó Yixing—. Tú vas a tomar un té y te vas a calmar. ¿Qué es lo que te afectó tanto? Nunca te había visto tan agitado. Y por unas camisetas, ¡qué extraño!

—Yo sólo…— masculló Chanyeol, avergonzado—. Perdón. Es tu casa y yo casi…

—Ya te dije que está bien. Ayúdame con el té. Deja la guitarra sobre el sofá. 

Chanyeol no sabía que las camisetas se habían vuelto tan populares. Ya no sabía tantas cosas.

Aunque todavía estaba enojado con Baekhyun, se alegraba de saber que las cosas mejoraran tanto. Esperaba que su casa no estuviera muy llena de papeles y que comiera bien, que le estuviera yendo mejor y no se afectara tanto como Chanyeol cuando cualquier cosa que se lo recordaba aparecía de pronto. Esperaba que él sí supiera qué es lo que estaba pasando con Chanyeol, que lo escuchara todas las noches en La ciudad de las sombras y pensara en todo lo que había perdido por sus errores. Que sufriera, esperaba. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando por fin Baekhyun lo enfrentó en persona, fue un alivio. Una ola de consuelo llenó a Chanyeol de arriba abajo, mitigando el frío que cargaba desde la noche del descubrimiento. La mano que Baekhyun apretaba sobre su boca le recordó tiempos mejores, en los que tocaba con ella su cuerpo, su pecho y su corazón. 

—Sé que no quieres hablar conmigo, pero no he dejado de pensar en ti y quiero explicarte—murmuró Baekhyun, con la boca pegada a su pecho y la nariz hundida en su ropa. 

Podía sentir su aliento humedeciendo la tela, rozando su piel. Las venas se le llenaron de algo caliente. Eso era amor, pensó, de nuevo amor. 

—Déjame entrar. Tengo mucho frío—pidió Baekhyun. 

Y Chanyeol lo hizo pasar al edificio y a su apartamento. Recordó cómo lo había visto esa noche que intentó hablar con él, esperando afuera y temblando, y lo había dejado ahí solo. Esta vez Baekhyun había sido más inteligente. Lo había esperado un fin de semana. Apenas dio un paso en la calle, lo abrazó y le cubrió la boca. 

Apenas la puerta se cerró detrás, Baekhyun lo apretó contra ella y escondió la cara en su suéter. 

—Te extrañé tanto—murmuró. 

—Yo también—dijo Chanyeol, después de un par de segundos de duda. Habían sido los peores tres meses de su vida, sin Baekhyun, fingiendo que todo estaba bien cuando lo que más quería era hundir la nariz en su cabello y hacerle el amor hasta el cansancio—. ¿Por qué tuviste que arruinarlo todo?

—Lo siento, lo siento.

Chanyeol lo aferró con todas sus fuerzas, agotado de luchar contra lo que quería. Ahora que lo tenía al frente estaba claro para él que podía aceptar ser su amante, mientras el nombre de Kim Jongdae no fuera pronunciado nunca más en su presencia. 

—Debí haber sabido que había algo mal contigo—murmuró, enredando los dedos de una mano en el cabello de Baekhyun—. No sé por qué no pensé… Es que eres tan fascinante. Haces lo que quieres conmigo. 

—Yo quería decírtelo antes, pero no sabía cómo. Aún no sé cómo decirlo. Es como si hubiera tirado toda mi vida a la basura. 

—Cuatro veces—agregó Chanyeol. 

—Soy una mala persona, ¿no?

En vez de responderle, lo abrazó más fuerte. 

—Quería decírtelo—repitió Baekhyun.

—No importa, no importa cómo seas. Mientras esto dure…

—Tiene que durar, por favor, por favor. No sé qué voy a hacer si no dura. 

—Está bien, seré tu amante cuanto tiempo quieras. Te daré lo que tú quieras. 

Baekhyun se puso rígido, como si su cuerpo se hubiera convertido en metal. Se quedaron aferrados el uno al otro lo que pareció un minuto eterno. 

—¿Mi qué?—preguntó Baekhyun. 

—Tu amante. 

—¿Por qué tú…? Oh. ¡Oh!

De pronto comenzó a reírse de una manera casi loca. Chanyeol lo alejó para verlo a la cara. Todavía tenía las pestañas mojadas y las marcas de las lágrimas alrededor de los ojos, pero se reía con tanta energía que parecía que no había terminado de llorar. 

—¿Qué? ¿Por qué te estás riendo?

—Es sólo que… ¡Oh!—balbuceó Baekhyun—. Ya entiendo por qué estás tan enojado conmigo. 

Chanyeol esperó a que se calmara. Sin embargo, él no se detuvo. 

—Pero ¿qué es lo que pasa?

—Tú crees… porque Jongin te dijo… Es que no puedo evitarlo—dijo, antes de doblarse sobre sí mismo y llorar de la risa. 

Él se apartó, ofendido. Las manos le colgaban inertes junto al cuerpo, como si no supiera qué hacer con ellas ahora que no tenía a Baekhyun entre sus brazos. Esperó hasta que se calmó, todo rastro de risa evaporado. 

—Entiendo todo—dijo, sonriendo. Se irguió para tomar a Chanyeol de una mano, apretándola—. Sé qué decirte. 

—Pues hazlo. Explícame, porque yo no entiendo nada. 

—Jongdae y yo no estamos juntos.

—¿Qué?—graznó Chanyeol, y las rodillas se le doblaron. 

Baekhyun lo siguió hasta el sofá, donde se sentaron muy juntos, sin soltarse. 

—Jongdae me dejó hace un año y medio—siguió Baekhyun—. Fue después de la cuarta vez que me pidió matrimonio. Pensé que podría decir que sí. Pasamos tantos años juntos, tantos momentos malos y buenos. ¿Cómo decirle que no? Pero eso hice. Le dije que no era el momento para casarnos. Creo que en el fondo sabía que nunca iba a ser el momento.

—La cuarta vez que te pedía matrimonio—repitió Chanyeol, atónito. 

—Y yo lo amaba, creo, lo amé mucho, pero no lo suficiente para casarme con él. Aunque me gustaba lo que teníamos, que pareciera una historia de amor corriente, fácil, lo que yo quería era una relación de película: explosiones, accidentes. Tenía tanto miedo de no haber vivido lo suficiente y amarrarme a él para siempre. Soñaba con… con esto. Qué tontería, ¿no? Rechazarlo una y otra vez hasta que se cansó. Entonces me dejó –Añadió, después de suspirar—: No es una mala persona. Teníamos problemas, como todas las parejas. No podía soportar que todos creyeran que él tenía un gran futuro por delante y yo lo estaba deteniendo. Creo que él pensaba lo mismo. Me decía que dejara lo de las tarjetas. Si hubiera sabido…

—Hace un año y medio—murmuró, recordando. Eso fue mucho antes de que él y Baekhyun empezaran lo que tenían. Nunca había sido el amante.

—Al principio fue fácil, aunque seguíamos viviendo juntos. ¿Cómo explicarlo? Me sentí… libre. Podía hacer lo que quería. Había pasado 12 años con él y tanta libertad era maravillosa. Luego empecé a extrañarlo. Lo había sido todo y ya no era nada. Pasaba todo el día pensando en qué estaba haciendo, con quién estaba, en dónde. Era una tortura. 

—Nunca me imaginé…

—Me di cuenta de que había vivido tanto tiempo con él que ya no sabía cómo era vivir solo. Cuando él se mudó, no salió tan bien como yo quería. Mi casa empezó a llenarse de papeles y no comía bien y no salía para hablar con nadie. Lo hacía si no había más opciones. Ya sabes, eso de hablar con los vecinos y pedir el domicilio porque no hay energía para ir a la tienda y luego cocinar. Pensé que, si lo de Jongdae no había funcionado, nada de lo que yo quería podía ser verdad—Baekhyun soltó una risita que fue toda aire—. Y te escuché una noche que no podía dormir porque no podía sacármelo de la cabeza. Presentaste Love de Lana del Rey y desde ese momento no pude detenerme. Esperaba todo el día para escuchar tu voz y la música que elegías para nosotros. A veces me gustaba imaginarme que ponías esa música sólo para mí, que sabías cuánto me gustaban las ideas como esas. Pensaba que alguien como tú, que no temía decir lo mucho que escuchaba canciones de amor, sí sabía lo que quería.

—Dijiste que eras mi fan. 

—Y lo era, sí. Todavía. Descubrirte fue lo mejor que me pudo pasar en ese tiempo. Luego llegó Minseok y me dijo que te conocía y yo… No sé qué me pasó— Él le apretó la mano, dándole a entender que lo recordaba—. Nunca había hecho algo así, algo como lo que hice contigo. Eres… el único. 

Chanyeol sonrió, sintiéndose aliviado. Se permitió apoyar la cabeza en el espaldar del sofá, sabía que tendría mucho tiempo en el futuro para mirar a Baekhyun cómo y cuánto quisiera. 

—Dime algo—pidió Baekhyun. 

—Pensé que lo habías hecho antes. Fue todo muy efectivo, como un profesional.

Baekhyun le dio un puño en el brazo antes de acurrucarse junto a él. 

—No he podido decírselo a todos—murmuró—. ¿Cómo explicarles que Jongdae me dejó? Todo el mundo parecía querer que nos casáramos, que duráramos para siempre. Que no vaya a pasar se siente terrible, como si decepcionara a todos los que me conocen.

—No tienes que hacer lo que la gente quiere.

—Lo sé, pero tú no puedes entenderlo. Es como si todos no nos vieran como Baekhyun y, aparte, Jongdae, sino como una pareja y nada más. Mi relación era la relación de todos. Por eso yo… a nadie. 

Chanyeol pensó en todo el sufrimiento que se pudo haber ahorrado si Jongin hubiera sabido que no estaban juntos. Sin embargo, entendía a Baekhyun, o al menos lo intentaba. Todas las relaciones de Chanyeol, aunque relativamente públicas, por lo largas que solían ser, tenían una dimensión privada que él se ocupaba de cuidar con esfuerzo. No era capaz de imaginarse cómo era lo que le pasaba a Baekhyun, imaginarse a todo el mundo metiendo la nariz en lo que él y su exnovio tenían. 

—Pensé que Jongdae les diría que todo se había acabado, pero no he sabido nada de él desde que rompimos. Nadie lo sabe, sólo tú. 

—Deberías…

—Lo sé. Necesito más tiempo. Sé que son casi 2 años, es sólo que no estoy listo. Le romperé el corazón a mis padres. 

—Está bien. Puedes hacer lo que quieras. 

Baekhyun sonrió, satisfecho. En su rostro ya no había pistas de lo mucho que había llorado. 

—Ya me dijiste eso, que podía hacer lo que quisiera contigo. 

—Ahora mucho más que antes. 

—¿Ahora?

—Ahora que sé que no soy el amante—bromeó Chanyeol. 

—No eres el amante, eres más que eso. 

Baekhyun se echó a reír. Luego le preguntaría si algún día podrían empezar a llamarse novios. Por ahora, le bastaba con saber que lo quería lo suficiente como para ir a buscarlo y prometerle más de lo que esperaba. 

 

 

 

 

 

 

 

 

Baekhyun habló con sus padres y, como esperaba, no salió bien. Chanyeol tuvo que consolarlo mientras se quejaba en la cama, los papeles con las frases en las que había trabajado antes de ir a la casa de su familia arrugados bajo su cuerpo. 

—Te dije que no me veían como una persona—dijo, con la voz rota—. Ellos sólo me quieren si estoy con Jongdae. 

—Baekhyunnie, creo que estás exagerando. 

Él suspiró, todo el cuerpo tembloroso. 

—Tú ni siquiera estabas ahí. Debiste verlos, las caras que pusieron cuando les dije que ya no estaba con él. Y luego todos tratando de convencerme de pedirle perdón. ¿Pedirle perdón? ¿Por qué? ¿Por no querer casarme con él? Eso no debería importarles. 

—Lo siento, siento que haya salido tan mal—susurró Chanyeol, acariciándole la espalda. 

—¿Por qué es más importante lo que tenía con Jongdae que lo que yo quiero? No quiero imaginarme qué van a pensar cuando les diga que estoy saliendo contigo—Baekhyun apretó los puños—. Seguro me desheredan.

—¿Qué dijeron tus amigos?—preguntó él, para cambiar de tema. 

—Jongin no podía creerlo. Creo que la que mejor se lo tomó fue Yerim. Me dijo que ya se lo esperaba, desde que nos vio en la tienda. 

—¿Y Kyungsoo?

—No es justo, Chanyeol. ¿Por qué tienen que tratarme así? Estuvieron toda la comida pidiéndome que hablara con él, que recapacitara. Mamá todavía lo llama. No tenía idea de que él y yo… No es justo. ¿Por qué no les dijo él que todo se acabó? También es su culpa. Si no siguiera actuando así…

—Está bien. Tranquilo. 

—¿Cómo quieres que todo esté tranquilo?

Chanyeol lo abrazó. Metió las manos por debajo de su camiseta, sólo acariciando, y las extendió sobre el costado de su torso. Quizá tenía los dedos fríos y esperaba que, de ese modo, Baekhyun los sintiera. Quería que supiera que él estaba ahí y no planeaba irse. 

—Si hay algo que hemos aprendido desde que empezó todo esto es que, juntos, no hay nada que pueda detenernos. 

—Lo dices por las camisetas, ¿no?—preguntó él. En su voz había el asomo de una sonrisa. 

—Y por otras cosas más. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Epílogo

Baekhyun apretó su mano, incapaz de quedarse quieto. Él se planteó entregarle su celular para que se pusiera a jugar y mantenerlo ocupado, pero un llamado desde el pasillo lo detuvo. 

—Park Chanyeol—dijo la enfermera—. Puede pasar. 

Apartó la mano de Baekhyun de la suya, todavía sangrante, y se puso de pie. Al instante se le nubló la vista, pero pudo mantenerse de pie gracias a Baekhyun, que lo sostuvo de la cintura. 

—Déjame ir contigo—pidió. 

—Sólo es una cortada. Seguro me ponen puntos de sutura y luego me envían a casa. No pasa nada. 

—Casi te caes—masculló Baekhyun, sin soltarlo. 

—Es demasiada sangre y sabes que no puedo verla. Anda, déjame ir para acabar con esto. 

—No debí ayudarte a cocinar. 

—No sabías que el cuchillo iba a deslizarse así—le recordó él—. Y yo no debí poner la mano donde la puse. Ya no podemos hacer nada. 

Baekhyun lo soltó, aunque en su cara podía ver que no estaba muy contento con la decisión. Chanyeol le dio un beso en la frente antes de seguir a la enfermera por el pasillo hasta la sala de consulta. Aunque le había dicho a Baekhyun que no era nada, estaba mareado y se le dificultaba ir derecho. No le avisó a nadie para no molestar. 

—El doctor llegará en un momento.

—Gracias. 

Tuvo que esperar un par de minutos antes de que llegara el doctor. Su rostro le pareció familiar, pero no pudo recordar dónde lo había visto. El dolor de la mano le impedía pensar. Hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para sonreírle. 

—¿Qué tenemos aquí?—preguntó el doctor. 

Se quedó mirando más tiempo del normal su camiseta, uno de los diseños de Baekhyun que decía: “Ojalá alguien agregara un día más entre sábado y domingo”. 

—Tuve un accidente en la cocina—explicó Chanyeol, extendiendo la mano con la palma arriba en su dirección—. Agarré el cuchillo con la mano y ya ve. 

—Es profunda—observó él. A Chanyeol se le borró la sonrisa amable—. Pero parece que todo saldrá bien. Pondré un poco de anestesia y la cerraré. 

Cuando lavaron la sangre de la palma, el doctor frunció el ceño. 

—Es mejor si se quita todos los accesorios. 

—Por supuesto—dijo Chanyeol, avergonzado. 

Por la sangre, el anillo de matrimonio se deslizó sin ningún problema. Chanyeol lo guardó con mucho cuidado en el bolsillo. Lo había perdido una vez y Baekhyun se había molestado tanto que él había tenido que dormir en casa de Minseok por una semana. 

Chanyeol observó todo el procedimiento con curiosidad y un poco de asco. El mareo persistió, pero no se desmayó. Finalmente, al terminar, el doctor le preguntó si sentía algo. 

—Nada.

—La anestesia pasará en unos minutos más o menos. Tenga más cuidado la próxima vez, por favor. 

—Lo tendré—dijo Chanyeol. 

El doctor le ofreció la mano para despedirse y él la tomó con la que no había sido lastimada. 

—Un gusto haberlo atendido. Si vuelve a pasar, puede preguntar por mí. Mi nombre es Kim Jongdae. 

Por fin, el rostro conectó con el nombre y los recuerdos. Pensó en lo mucho que había sufrido, hacía tantos años, por el hombre que ahora estaba frente a él apretándole la mano. Ahora no parecía tan amenazador, tan dueño de todo lo que Chanyeol quería. Esbozó una sonrisa amplia, enseñando los dientes. 

—Oh, no se preocupe. No creo que vuelva a pasar. Gracias por todo. 

 

FIN

Notas finales:

Datos curiosos de “Mi camiseta es más brillante que tu futuro”:

1. Esta es la cuarta historia de la serie Love Stories y, de todas, mi segunda favorita detrás de “Todo lo que debes saber acerca de dormir”. También es la segunda más larga, también detrás de la ya mencionada. 

2. Tuve que buscar Radio varias veces en el diccionario porque se me olvidaba si era femenina o masculina :’D Cada vez que la encontraba me daban ganas de llorar por mi estupidez.  

3. En algún punto hay una referencia al Quijote de Cervantes y me río sola cuando la leo :’) No creo que nadie la encuentre, porque la escondí lo más que pude.

4. Siempre quise escribir una historia en la que Chanyeol fuera un locutor. Mi idea era contarla desde la perspectiva de Baekhyun, el que escuchaba, pero todo cambió cuando lo planeé todo. Estoy muy triste por no haberlo hecho como quería. Lo bueno es que puede ser una idea que desarrolle en otra historia si la oportunidad se da. 

5. Escribí el nombre de Baekhyun como “Baekhyung” un par de veces porque se me confunden los nombres de mis bias. Si ven uno así, solo ignórenlo :’D

6. Las últimas 10 mil palabras las escribí todas en 3 días. Nunca he producido tanto en mi vida. 

7. Me reía sola cuando escribía los diálogos en los que Chanyeol pensaba que Baekhyun era infiel. Funcionaban tan bien de las dos maneras que no podía entender cómo no había podido hacerlo antes. 

8. Esta historia es mi mayor frustración. La planeé en el 2016, empecé a escribirla en el 2018 y la dejé morir hasta mayo del 2019. Es la culpable de mi mayor bloqueo de escritora desde siempre. Ahora que está lista podré morir, metafóricamente, en paz. 

9. Mi personaje favorito (y qué raro jajaja) es Luhan. Sus primeras apariciones me dieron la vida. 

10. Esto fue un poco como: “qué pasa si dos románticos intentan tener una relación de sólo sexo y todo sale mal loooool”. Así es como nacen las ideas. 

11. Es el peor resumen que he escrito hasta la fecha, pero no encontré nada en mí para agregarle. Se va a quedar así para siempre, tan feo :( Al menos yo lo aprecio. 

12. Esta es la historia que más revisé de todas las que tengo en la colección. Espero que no se me hayan ido muchos errores. Si no, estaré muy triste jajaja

¡Muchas gracias por leer! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).