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BLACKHOLE por Allen Schavelzon

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Notas del fanfic:

Bienvenidos y disfruten de esta historia.
Sus comentarios serán sumamente agradecidos.

—Hey despierte Sr. Morgen…¿Morgen?— podía escuchar una difusa voz masculina.
-¡¡QUÉ, QUÉ, YO NO FUI!!- despertó el estudiante sumamente sobresaltado.

Sobre él la conciliadora mirada del profesor Watter le hacía sentirse menos ridículo. Era el único estudiante que quedaba en el aula

 —Dísculpeme Sr. Watter, no ha sido esta mi semana—respondió el joven con desgano.

—Todo va bien Morgen? Se ve algo demacrado,  mejor dicho como un cadáver—dijo el profesor en tono divertido. —No me lo tome a mal, sabe que bromeo.— aclaró ante la expresión de pocos amigos que recibió como respuesta.

Aleister se disponía a abandonar la sala de clases, no se hallaba de humor como para las bromas de su mentor, además que tenía que buscar un sitio dónde pudiese hacer sus estadías profesionales,  faltantes para su próxima titulación.


—Trataré de restablecerme y ,con permiso suyo, me retiro tengo asuntos que atender.


Pero como si el hombre mayor hubiese leído su mente, declaró —Morgen apuesto que lo que lo tiene tan preocupado es algo referente a sus prácticas, ¿no es así? Perdone si he sido atrevido, pero he notado su desempeño en mis clases y debo admitir que ha sido extraordinario. De todos mis alumnos usted es que posee las mejores características para la rama legista.
Bien sabe que es bastante tranquila esta especialidad al no tratar con pacientes vivos, sin embargo no es apta para gente impresionable.

 Aleister escuchaba atento pero sin el suficiente interés, hasta que una frase le hizo aguzar el oído

 —En fin a lo que voy: me he permitido recomendarlo en uno de los mejores hospitales de la ciudad. Conozco al director y le he hablado muy bien de usted. Debería hacer una cita con él y llegar a un acuerdo.  Tenga en cuenta que es una de las instituciones con mejor equipo tecnológico, además tendría la posibilidad de quedarse durante su residencia, aunque bien sabe no llega mucho “material de trabajo” en estos días, no dudo en que  le será sumamente beneficioso.— Concluyó el galeno, extendiendo una tarjeta con los datos del aludido.

El chico la tomó y agradeciendo con una inclinación de cabeza, salió del aula.

Llegó sin escalas a "Le Petit Mozart" la cafetería a la que acudía siempre. Ingresó con aire decadente, directo al mostrador, donde Collina, la cajera,  le recibía con su afectuosa y permanente sonrisa.

—Morgan, ¿qué te pasó? Te ves horrible, ¿hace cuánto que no duermes?- cuestionó la castaña chica.

—Ah gracias, qué considerado de tu parte decirme que parezco un muerto desvelado. No te preocupes por mí, estaré bien— respondió el pelinegro —Ya sabes, un expresso lo suficientemente cargado—replicó guiñando un ojo a la muchacha.
—Vale, pero después de esto a tu casa a dormir, vago…¡SALE UN EXPRESSO LEVANTA-MUERTOS! 

El café estuvo rápidamente listo, mientras el joven estudiante buscaba su dinero para pagar el producto, las cálidas manos de Collina lo detuvieron.
—Deja hombre…cortesía de la casa-—dijo imitando el seductor guiño de Morgen.
—No,no, esta es la tercera “cortesía” que me das Collina en el mes, en serio debo pagarlo.
—Necio. Te he dicho que no—refutó la despachadora en tono testarudo
—Al menos toma esto como una merecida “propina” ¿si?—insinuó Alesiter, con voz persuasiva.

La simpatica chica no pudo negarse a los encantos de su amigo, quien tomó su bebida y se sentó en el sillón más alejado del recinto, que daba justo a la vista de la calle.

—Collina es una chica divertida, no cabe duda de que si ambos hubiésemos sido heterosexuales seríamos una linda pareja— pensaba el ojiverde, mientras que observaba distraído la acera, sin percatarse de que su amiga le llamaba desde el mostrador. Debido a su ausencia mental, ella fue donde él se hallaba con un papel en la diestra.

—Ahora que te veo, ayer llegó un grupo de chicas con esto para ti. Bueno no estoy segura de si es para ti, me describieron al destinatario de este mensaje y coincide contigo.— Entregó el papel al demacrado joven.

—¿Qué es esto?— preguntó curioso

—Yo qué sé, quizá tienes un club de admiradoras rendidas a tus pies— exclamó soltando una fresca carcajada.
—Tranquila que para calificar mujeres bellas estás tú. ¿Dime alguna que valiera la pena?—insistió Aleister, provocando que la interlocutora se ruborizara.

—¡Estás loco, sabes que adoro a mi novia!, pero debo admitir que la que me dio el papel no estaba nada mal- admitió Collina.

—¡Ja,ja,ja!  Eres toda una picaruela Collina, bien dame acá eso muchas gracias—sonrió a la joven y ella correspondió a su agradecimiento, alejándose poco después.

Procedió a leer la nota, la cual contenía algo muy semejante a una declaración:

“Tú, el dueño de mis ya inevitables desvelos, quien con esos helados ojos color esmeralda me enloquece, hasta el punto de hacerme desear tenerte sólo para mí. 

Soy tu admiradora no secreta ni discreta, y me importa poco, pero debo admitir que eres todo un galán y  un caballero mi querido Aleister.

Atentamente: Azalea Engels”

 Contrariado, tomó la nota y la guardó en el bolsillo de su chaqueta.

—Niñas dementes—suspiró dando el último sorbo a su café. Afuera la lluvia caía a torrenciales sobre la ciudad. Aleister lo contemplaba melancólico.
—Días como este me hacen desear volver el tiempo, pero me prometí no volver a recordarte, y te lo debo, Adler.— Exclamó, hablando a un pasado amor grabado en sus recuerdos, al tiempo que salía del local para adentrarse en los restos de vida que poseía esa fría noche.

Inevitablemente la nostalgia por aquellos momentos abandonados al ayer crecía con cada paso que Aleister daba.

Paseándose entre su laberinto de memorias, el joven recordaba los últimos y tormentosos acontecimientos vividos con el tal Adler ensimismado al punto que no percibía la frialdad de la lluvia que caía sobre él.

—Era de esperarse, todo surgió de manera tan imprudente por parte de ambos; en cualquier segundo todo terminaría, la diferencia entre tú y yo no abarcaba sólo la edad.
Tu hermano furioso conmigo, y tú tan indiferente ante la ejecución qué él me daba...Las obscenas palabras, tu veredicto final.— pensó mientras en su cabeza se proyectaba aquella dolorosa película

| —¡Hey tú, maldito imbécil ven acá y haz frente a lo que mereces!—reclamaba Hermman, el hermano de Adler a un Aleister de 17 años.

—¡Tranquilo!  yo no he hecho nada malo. No sé de qué me acusas—se defendía el muchacho ante la agresiva llegada de su interlocutor

—No te hagas el inocente. Por tu culpa estuvieron a un palmo de encarcelar a mi hermano por estupro—respondía el enfurecido mayor.

Aleister quedó sumido en un cortísimo trance, analizando la posibilidad de que la declaración de Hermman fuese real, cuando un fuerte golpe en la cara, el cuál le reventó el labio inferior le hizo volver a la realidad.

—Más te vale que te alejes de mi familia sí es que tu vida vale algo.— amenazó el hermano y se fue, de la misma manera en que había llegado.|

Los recuerdos seguían aguijoneándole las entrañas al joven pelinegro, pues no dejaban de manar del pozo de su psique. El trayecto a casa parecía eterno, y la lluvia que acompasaba su andar opinaba lo mismo.

 

|Se había alejado un tiempo de Adler por simple capricho, sin embargo, cuando retornaba de sus clases se topó con Jack, un amigo en común.

—Morgan, ¡qué gusto verte!- exclamó alegre el chico.

—Lo mismo digo Jack, ¿cómo has estado?— pregunto cálidamente

—No me quejo, por cierto, ¿ irás a la reunión de los Village? Parece que anunciarán algo a los colegas.

—Espero sea algo genial.

La sola alusión a una nueva cercanía a esa familia le hacía estremecer, pero las dulces ansias que tenía por ver de nuevo a su Adler lo alentaban.

—Por supuesto que iré...

Ya en casa de los Village, que estaba a reventar de invitados, Aleister aprovechó para confundirse entre la muchedumbre; apareciendo primero Hermman al tiempo que anunciaba su buenanueva.

 

—Amigos míos, gracias por venir, queremos aprovechar mi hermano y yo para hacer de su conocimiento un par de excelentes noticias con ustedes. En mi caso, sabrán que trabajaba en mi primera novela.Pues bien he conseguido que una editorial prestigiosa se encargue de publicarla.

¡Me mudaré a Francia para poder verla nacer!— mencionó sumamente emocionado.

Aleister, en cuyo rostro la temporal cicatriz que el anterior encuentro con el Village mayor le recordaba la violencia del anunciante, se alegraba por su buena suerte, aguardando a que su hermano apareciese.

No tardó mucho tiempo cuando Adler llegó a la escena, sólo que con una chica muy atractiva cogida de su brazo.

—Quizá haya creado un negocio y ella es su socia—sus conjeturas no tenían pies ni cabeza, pero el adolescente necesitaba creer que Adler le amaba. Lamentablemente la verdad pesó más.

—Mis amigos,  a todos llega el momento de la vida en que uno desea saborear los frutos de su esfuerzo y sentar cabeza...para mí ha llegado ese día. Quiero compartir con ustedes la gran dicha que Cynthia y yo tenemos al estar ya tan cerca de unir nuestras vidas.
¡Están todos invitados a la boda!— espetó triunfante al tiempo que besaba duramente a su bella prometida.

Todos los asistentes celebraban brindando, riendo y de mil maneras. La alegría general contrastaba con la profunda tristeza que invadió a Aleister, qué salió de la casa lo más rápidamente que pudo. No sabía si llorar o quedarse estático.La noticia era demasiado para él, sobretodo la decepción para su ego herido. Volvió a su hogar, con el ánimo por los suelos, ante la extrañada vista de sus padres. Encerrándose en su habitación, deseando no pensar más..

Pero el destino se empecinaba en no sacar a Adler de su vida más que a su modo.

Días después de que se enteró del compromiso, el joven Village llegó a casa del ojiverde, cuando él se hallaba solo.

—Aleister, mi querido Aleister— dijo el hipocríta Adler, intentando dar un beso al demacrado chico, quién rechazó su contacto.

—No tienes nada que hacer aquí, largo.- exclamó secamente Morgan.

Adler, quién se había acostumbrado a ser recibido de la mejor manera por el chico, confundido al extremo se atrevió a cuestionar

—Qué te sucede,nunca me habías hablado así...

—Quizá porque no pensé que fueras tan hijo de perra.

 

El Village había entendido el mensaje oculto en las palabras del emisor.

—Te enteraste. Vale hubiese deseado que no lo hicieras, al menos no de esa manera.

—Y a mí me habría encantado que hubieras sido honesto conmigo. Ya me enteré, qué más da- reclamaba el chico.

— Bien sabes que siempre me gustaste, solo para un rato, pero si fueras mayor y poseyeras un coño en lugar de un carajo la cosa sería distinta—respondió burlonamente el indeseado visitante.

 

Aleister no soportó la ofensa y a pesar de que se había controlado, correspondió a la verbal agresión...con simple indiferencia.

—¡Lárgate de aquí, desaparece de mi vida! 

Adler, no hizo más que ofrecer su mano y exclamar
—No espero que ahora lo entiendas, pero en un futuro sabrás que es lo mejor. Cuídate y olvídame.

Yo te enterraré en mis recuerdos, así que me debes lo mismo, Morgan.— puesto que no recibió respuesta, dio la vuelta y se alejó de los umbrales de la familia Morgen, empequeñeciendo su figura con la perspectiva.|

Curiosamente  el final de aquel clip mental coincidió con la llegada al edificio de departamentos en el que habitaba. Ingresó a la recepción registrando su hora de ingreso al tiempo que el recepcionista le saludaba amablemente.

—¡Joven Aleister! No lo esperábamos tan tarde. Mírese, está empapado— exclamó el Sr. Rogers
—¡Ah!, cierto. Estaba tan distraído que no me percaté. Espero no enfermarme y lamento llegar tan tarde Sr. Rogers, el tiempo se me pasó volando.—intentó justificarse, pero no era necesario pues la mirada del viejo recepcionista le confortó.

—No se preocupe que yo cambiaré su horario de llegada para que no tenga problemas con el administrador. Vamos quite esa cara de angustia que no ha pasado nada.

Aleister no pudo más que balbucear un gracias. En verdad ese hombre era sumamente amigable, al igual que su adorable esposa. Caminó hacia las escaleras, puesto que no quería mojar el elevador ya que parecía una cascada, así que subió hasta llegar al piso 9, directo a su departamento, donde al ingresar se cambió de ropa, preparó su cotidiana y quinta taza de café de ese día, ordenó su escritorio y colgó su empapada chaqueta en el respaldo de la silla, dejando caer la tarjeta del hospital y el papel que Azalea le había entregado.
Tomó ambos y leyó nuevamente la declaración, pensando y pensando en una nueva posibilidad.

—Él me cambió por una chica…quizá si me doy una oportunidad. Quién sabe qué pueda pasar.
Pero Azalea no me da buena espina, sin embargo me provoca una tremenda curiosidad conocerla. No, no es a ella Morgan, quieres descubrir algo que es cercano a ella… ¿pero qué esperas encontrar?
Yo no soy quien para dar un veredicto acerca de sus intenciones, pero sé quien sí—culminó su monólogo al tiempo que guardaba la nota en una de sus carpetas y marcaba el número de su mejor amigo y colega Alfred, a fin de contarle sobre su reciente admiradora y obtener su opinión.


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