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Acecho Nocturno por Nami Nkz

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son creacion del gran Eiichiro Oda.

Notas del capitulo:

Mi primer Fanfic en esta plataforma, espero lo disfruten :3

En aquella habitación lo único que podía escucharse eran los húmedos sonidos de su boca contra la piel de su miembro, provenientes de sus labios rosados aún un tanto mallugados y enrojecidos que sólo los hacía lucir más lindos ante sus ojos. La azulina mirada no se apartaba ni un instante de la suya, brillosos y encantadores le miraban más allá de sus muslos que presumían ya de una que otra mordida que se torneaba rogiza.

 

–Espera… aún no…– Tomó sus rubios cabellos y los haló hasta haber separado sus labios de su miembro. El rubio sonrió lascivamente, frotando su mejilla contra su miembro, húmedo y caliente que pedía atención. –Ya basta rubia… quiero correrme dentro de ti…– El rubio se levantó disgustadoante el apodo puesto por el moreno, sentándose en las caderas de su acompañante y sus manos fueron directamente a sus hombros, buscando apoyo en ellos.

 

–Eso te costará más, my darling~ – Ronroneó dulcemente a su oído. Cogió con ambas de sus manos sus caderas y buscando más contacto comenzó un vaivén delicioso para ambos en el que la hendidura de sus glúteos se frotaba contra su duro miembro a través de la estorbosa tela de la lencería.

–Puedes agregarlo a mi cuenta… no me importa tener que pagar más si puedo tenerte como mi acompañante ésta noche…– Susurró a los oídos del ojiazul tomándose molestia de juguetear con sus glúteos, moldeandolos a su gusto dejó enterradas sus uñas en esa lechosa piel que simplemente tenía el deseo de dejar su marca, su firma en ella.

El blondo simplemente no dijo más, dejó que los labios contrarios se apoderaron de los suyos, sufriendo de una que otra mordida. El moreno se encargó de hacer sangrar esos carnosos labios que tanto le apetecían que cuál cerezas, saboreó la ácida sangre proveniente de ellos como si se tratara de su mayor elíxir.

La molestia en el rostro se reflejó, más nunca se quejó. Se dejó hacer totalmente, dejó que las gruesas y bruscas manos hicieran lo que quisieran con su piel, sus dedos se podían ver ya marcados como manchas de color blanco en su piel enrojecida; especialmente en sus caderas y cintura. Simplemente cerró sus ojos, arqueando su cuello hacia atrás, dejando que los labios contrarios dejaran prueba de su encuentro en su piel.

–Eres muy callado, rubia… – Ronroneó nuevamente en su oído, despertando un extraño sentimiento en el cuerpo contrario haciendolo temblar – Me encantaría que empezaras a gemir como se debe, cejillas… – Metió ambas de sus manos entre su cuerpo y el contrario; el de tez blanca dió un brinquito, permitiéndole levantarlo con su cuerpo. Recorrió la cama de hotel dando media vuelta para lograr dejar al rubio debajo suyo.

Recorrió su pecho suavemente, dejando varias marcas de besos y mordidas a su paso; se detuvo en sus pezones, que estimuló con ayuda de sus pulgares, segundos después con su boca. Con expresión cansada el rostro albino desvió la mirada, cansado de ver lo mismo siempre, desilusionado se dejó hacer; él buscaba alguien original, que le hiciera llegar al cielo de una forma interesante.

–Levantate, rubia…– Escuchó la voz gruesa y masculina de su amante, llamándolo directamente a obedecer. Se levantó lentamente con ayuda del peliverde, que cogió sus costados levantándolo. El peliverde le dejó encima de su pecho, mirándolo con lujuria le invitó a acercarse; no entendiendo lo que el moreno quería decir se quedó en blanco. La pequeña y débil palmada en uno de sus glúteos le hizo entender, acercando sus caderas al rostro moreno. – Voltéate…–

Le hizo caso, volteandose. Una mano intrusa se coló debajo de la lencería blanca transparente haciendola a un lado, llendo directamente por su miembro, duro por las anteriores atenciones. La gruesa mano cogió un ritmo lento y suave, sólo como una distracción a lo próximo. Dos dedos húmedos y gruesos se enterraron sorpresivamente en su interior, arrancándole un par de gemidos, que él ahogó en su garganta.

–Ngh… mmgh…– Se quejó apoyándose en los muslos del hombre, que continuaba disfrutando de la vista. Sus caderas se movieron solas, buscando más placer por su cuenta, cosa que no pasó por alto el peliverde; ambas manos se detuvieron llendo directamente a la ropa interior, que segundos después estuvo rota en pedazos abandonada en el piso descuidadamente. –Diablos… eso era nuevo, idiota ma…– Ahogó un gemido al sentir la fría y húmeda lengua del moreno en su entrada.

–Mira ya que mojado estás… si que eres un pervertido… – Con sus manos tocó todo el líquido preseminal que goteaba de su miembro; presionó la punta acariciándola sin dejar de ejercer presión en dos puntos del grueso falo, sientiendo al rubio estremecerse. –Quiero meterlo ya… ¿Me dejarías?  – Dijo provocador, tanteando con uno de sus dedos la rosada entrada, que latía débilmente necesitada.

–Antes debes ponerte ésto…– Dijo débilmente ante las atenciones, ofreciéndole un pequeño sobresito metálico con sólo dos de sus dedos. El peliverde sonrió pícaramente, cogiéndole agresivamente del brazo, tumbandole en la cama boca abajo. El sobresito fue lanzado por ahí sin ningún cuidado, haciéndole enfadar. –¡Maldición…! Ésto te costará el triple, estúpido idiota. – Dijo finalmente soltando su cuerpo.

–Sé un poco más encendido maldita sea… no me gusta la idea de tener sexo con una muñeca…– Gruñó el peliverde, soltando sus brazos. –Para eso contraté tus servicios.

–No me dejaste termina-aahh… m-malditah sea– El dolor de la penetración ésta vez fue real e inconfundible. Otras veces él mismo se encargaba de los preliminares, evitándose el dolor de la penetración que no era que no lo disfrutará pues su sentido masoquista disfrutaba de ello, sin embargo le traian tanta incomodidad al día siguiente que le impedían hacer su trabajo; sin embargo ésta vez el idiota con el que se había metido se había ahorrado el juego previo.

–Tan apretado… – Gruñó felizmente el peliverde, sin darle tiempo a recuperarse comenzó un vaivén intenso, pero delicioso. El dolor convinado con placer le venía perfecto ante ese estado de monotonía en su vida. – Se nota en tu rostro, cejillas…–  Cogió su mentón, arqueando su cuerpo hacia atrás. –Te encanta… ¿No es así? …– Una de sus manos se removió entre el cuerpo contrario y las sábanas, comenzando un vaivén intenso en su miembro.

–Mgh… – Ahogó gemidos en su garganta, haciendo enfadar al moreno, que deshizo su sonrisa, dando una poderosa nalgada. – ¡Aaah! – Soltó un gemido, ante el ardiente dolor en su piel.

– Te has mantenido callado todo éste tiempo y sólo hablas para quejarte – Gruñó a su oído,continuando con el ritmo con el que comenzó. –Si no empiezas a cooperar será peor, cejillas. – Mordió su oreja retirando su mano izquierda del mentón del rubio, dejando de su cuerpo se relajara. Ambas de sus manos fueron directamente a las caderas de su acompañante, ayudándole a moverlas al ritmo de los movimientos.

–Nmgh… Mghaah…– Gimió bajito, no era el que no le gustara, sólo quería hacer enfadar al idiota que había roto su ropa interior.

Ésto no trajo buenos resultados; quiso hacer enojar al peliverde pero éste lejos de enfadarse lo tomó como un reto. Le dió la vuelta levemente, lo suficiente como para levantar una de sus piernas a sus hombros, riéndose ante la reacción de sorpresa del de mirada azúl.

No hacía falta ya que le masturbaran, los rápidos movimientos del peliverde pronto le harían alcanzar su límite. Arqueó su espalda ante una embestida profunda en el que el moreno tocó un punto sensible en su interior; se aferró a la almohada y sus dientes presionaron contra la tela blanca de ésta, corriéndose entre su cuerpo y el contrario.

–¿Tan pronto te has corrido? – Acarició su vientre, restándole velocidad a sus embestidas. – Me encanta ese rostro tuyo tan cachondo… – Tomó sus mejillas, en un intento de que esa mirada azulina se fijase en la suya. Los ojos acuosos del rubio se fijaron en la suya segundos después; sin embargo, él estaba más interesado en su expresión, que le parecía tan excitante como hermosa; sus mejillas sonrojadas y su boca jadeante, de la que corría un pequeño río de saliva.

Se arqueó para poder besar esos labios que tanto le llamaban, haciéndolos sangrar nuevamente, ésta vez el rubio respondió luchando por el control del beso. Sonrió entre los labios contrarios tomando su pierna izquierda llevándola hacia otro costado de su cuerpo, dejando que el rubio le abrazara con brazos y piernas intentando hacer el contacto más íntimo.

Se separaron, aún unidos por un delgado hilo de saliva que él se encargó de lamer.

–¿Por fin te resignaste a cooperar, dulzura?  – Le miró a los ojos, buscando una respuesta.

–Eso lo veremos, marimo…– Sonrió lascivamente; era claro que necesitaría más de lo que había intentado para hacer enfadar al idiota.

–Te he dicho mi nombre, pero aún no lo has dicho tú ¿Cuál es tu nombre? – Preguntó.

–Eso no te in- ¡Aaaah! – Sintió una embestida, directamente en el punto que le hacía ver estrellas.

–No pierdes nada diciéndolo – Continuó embistiendo constantemente ese punto, sientiendo el cuerpo contrario temblar y aferrarse a su cuerpo; las uñas del blondo rasguñaron con fuerza su espalda y cuello aún temblorosas.

–Sa-¡Aahhn! ji…– Balbuceó, las embestidas no le dejaban hablar y eso le empezaba a desesperar.

–¿Cómo has dicho? ¿Saí? ¿Saji? – Rió

–Sahnji, maldito idiota, ¡Sanji! – Gritó desesperado en cuanto los movimientos contrarios se detuvieron por unos instantes. El peliverde sonrió pícaramente tomando entre sus manos su cintura, comenzando con movimientos frenéticos.

–¡Aaah! ¡Más! ¡Ahí! – Gimió resignado. Sonrió ante el placer, aferrándose a la trabajada espalda de su amante arqueando la suya.

 

 

–Quítate, estúpido idiota…– Se quejó, intentando quitar las manos del hombre que le mantenía entre sus brazos. – No soy un estupido peluche. Aleja tus manos de mí .– 

–¿Sabes qué sería perfecto? Que dejaras de fingir lo que te conviene y que me dejaras dormir hasta el amanecer.

–¿Qué has dicho? ¿Fingir? ¿De qué hablas?  

–¿Enserio es necesario explicar lo que tú ya sabes perfectamente?

–¿Qué?

–No te gusta ésta vida ¿Cierto? Pero alguien o algo te obliga o te mantiene haciendo ésto.

–¿Cómo-?

–Lo he visto en tu mirada,terco rubiales.

–Eres muy extraño, Zoro.

Suspiró, volteandose abrazó al moreno, hasta la llegada del amanecer.

 

Notas finales:

Acepto tomates y críticas. Soy nueva aquí, no seís tan duros conmigo :3

Espero con ansias todos sus reviews, responderé la mayoría :D


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