Lawliet
Aun recuerdo aquel 22 de octubre...
《Hoy como todos los años desde que tengo memoria, mis padres saldrán de viaje volviendo a dejarme totalmente solo en esta enorme mansión durante días, sino es que semanas ya que nunca se ve la hora de su retorno, aunque anteriormente me había quedado en compañía de la ama de llaves, solo que año con año la soledad ha sido más inminente gracias a que como e "crecido lo suficiente" ya no necesito a nadie que cuide de mí, hace un par de años Cristina pasaba todas las mañanas y algunas horas del día en casa con migo, aunque ahora tras 15 años de encierro absoluto, nadie estará a mi lado o eso creo yo》
-Bien creo que es hora de que baje a despedirlos y desearles un buen viaje
Salgo rápidamente de mi habitación bajando por las enormes y lujosas escaleras de madera encontrando en la puerta principal a mis progenitores listos para partir con sus maletas, solo esperándome para despedirnos y poder marcharse.
-Cariño te cuidas, te portas bien, si necesitas algo contacta de inmediato con Cristina (la ama de llaves) los teléfonos de emergencia están en el despacho de papá, pero recuérdalo solo puedes contactar con el mundo exterior si es una emergencia de vida o muerte.
-Mamá...
-No salgas de casa bajo ningún motivo.
-Mamá...
-L, obedece a todo lo que tu madre te dice al pie de la letra.
-Lo sé, lo...
-Hay comida suficiente en la cocina.
-Mamá, lo sé, lo es todo, es lo mismo año, tras año, tras año, no se preocupen por mí, estaré bien.
-De acuerdo, confiamos en ti - aquella elegante mujer de ojos y cabellera obscura y piel blanca me dedica una dulce sonrisa maternal, yo termino asintiendo para abrazar con mucho amor a mi madre seguido de Roger (mi padre) el cual como siempre rechaza mi afecto.
-L, sería mucho pedir que esta vez mantengas a B al margen.
-Roger, no seas tan duro con el niño...
-No, está bien mamá, prometo cumplir con mi tratamiento esta vez - realmente es extraño lo que uno hace por la aprobación del padre que nunca lo quiso simplemente me limito a sonreír
-Muy bien bebé, nos tenemos que ir - mi madre tan linda como siempre me da un beso en la frente y acaricia mi cabello - Te amo bebé.
-ya no soy un bebé, pero, también te amo.
En cuanto mis padres salen de la mansión, corro como niño pequeño hacia el enorme ventanal para observar cómo se marcha la lujosa limusina sin dejarme ver por nadie del exterior, en cuanto la pierdo de vista me encamino hacia la gigantesca biblioteca localizada en lo más recóndito de la enorme casa, entre múltiples pasillos y extensos corredores en niveles me pierdo buscando algún libro de mi agrado.
- ¡Te encontré! - tomé aquel libro entre mis manos dirigiéndome a un precioso y cómodo sofá a un costado de una linda ventana que deja entrar la luz del sol que aun reluce en lo alto.
De tanto que me eh concentrado en la lectura no me percato del tiempo que ha pasado, hasta que me es difícil comprender las palabras debido a la luz tan tenue - Wow, sí que me perdí en el libro - bajo aquel libro posándolo en mi regazo a la vez que comienzo a tallar mis ojos cansados - ¿Qué hora será? - observo inmediatamente el reloj digital que se encuentra a mi costado percatándome de que son las 20:00 horas - no es muy tarde, pero tengo hambre, hay que ir por algo de cenar, ¿Tu qué opinas B?
-Hasta que te dignas a dejar el maldito libro ese y prestarme un poco de atención - comienza a resonar aquella voz ajena en el interior de mi cabeza sacándome una ligera sonrisa - ¡¿De qué te ríes idiota?!
-No, de nada - me coloco de pie y me dirijo hacia un lindo espejo colocado en la pared justo enfrente de mí, a un costado de uno de los tantos libreros, observando cuidadosamente aquel reflejo tan mío pero a la vez tan... Diferente, como si aquella persona ante mis ojos no fuera yo, y efectivamente, no era yo, sino que se trataba de Beyond, o B para más fácil, se han de preguntar cómo es que una persona no se ve a sí mismo ante un espejo, el cual lógicamente refleja lo que tiene enfrente de una forma exactamente igual, pues esta vez no, los espejos también se equivocan, principalmente en mi caso, se supone que debería ver a un chico "alegre", "súper animado" y lleno de "positivismo" con unos intensos ojos azul media noche, pero no, sin en cambio, ante mí se encuentra un joven dolido de la vida, un chico que sufre, lleno de penas y tristezas, pero a la vez tan lleno de odio y rencor con un par de rubíes escarlata por ojos que reflejaban demencia pura, ese no era yo, o quizás sí, pero nunca lo eh querido admitir... Para mí, el chico del espejo siempre será un amigo, protector, aliado, hasta un hermano se podría decir, pero ese nunca sería mi reflejo...
- ¿Que tanto me vez L? - me cuestiona B un tanto incomodo recargando una mano sobre el cristal mirándome preocupado y con un poco de decepción ya que no podemos tener contacto directo como dos personas diferentes
-Nada - sonrío restándole importancia al tema - sabes, después de todo parece que si tienes corazón y un poco de humanidad
-No te emociones tanto, solo contigo, ya que tú me trajiste aquí, a ti, te debo mi existencia
- ¿Aunque seas un demente?
-Aunque sea un demente, esa es la única forma de evitar que te dañen.
- Si como no - digo burlón dirigiéndome hacia la salida de la biblioteca, directamente hacia la cocina deteniéndome en seco al escuchar cómo se rompe un cristal no muy lejos de donde me encuentro, quedándome estático debido al repentino temor que en mi a nacido.