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Las luces se apagan por Lizama24

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Notas del fanfic:

¡Ahh! Aquí está con todo mi amor y estrés por el tiempo. (?)

 

La ship es Kairu, no es de mis favoritas, es muy x para mí, sin embargo, no está tan mal. ¿?

 

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Autor: Kuragehime Título: Caballeros de Cidonia

Es en colaboración con otra chica, así que en cuanto ella lo suba, dejaré el link aquí. 

 

 

¿Quién no recuerda la primera vez en que conociste a esa persona especial?

Aunque puede ser que le hubieras visto antes pero hasta ese momento fue que lo notaste, a veces porque estás sumamente metido en tus pensamientos que no te das cuenta ni siquiera sobre el color del piso sobre el que pisas. Bueno, Yutaka fue el que se lo comentó después: “Ya te había visto, y la verdad es que no pude olvidarme de tu rostro por todos esos días hasta que te volví a ver”. 

Sí, sonaba realmente cursi, pero Takanori creyó era también muy lindo el que volvieran a encontrarse. A ver, que Tokio era una ciudad muy poblada, demasiado en realidad. Takanori veía cientos de rostros al día, y cientos diferentes al otro. ¿Cuál era la probabilidad de volver a verlo si no frecuentaban lugares o no trabajaban en el mismo sitio?

Pero se reencontraron. Y lo hicieron en un sitio tan concurrido que la casualidad se hacía todavía más curiosa. Justo cuando Takanori iba con uno de sus amigos hacia la salida del cine, Yutaka decidió que era buena idea chocar contra su amigo cuyo refresco no terminó dentro de la sala, haciendo que se volcara toda esa sustancia pegajosa en su camiseta.

Yutaka estaba tan apenado que les ofreció comprarles otro refresco a cada uno, pero su amigo, que no podía ser menos gay, intentó coquetear con él diciéndole que mejor fueran juntos a alguna cafetería. Takanori se sentía tan mal tercio que quiso irse, pero Yutaka no lo dejó. Más tarde le contaría que en realidad había chocado porque al verlo quiso acercarse a pedirle su número, y entre las prisas no midió sus torpes movimientos que tanto lo traicionaban cuando estaba nervioso.

¿Que si recordaba cada detalle de esa cita fallida para su amigo pero excelente para él? Sí, sonaba a que era un terrible amigo, pero sí que recordaba cada detalle. Había pasado mucho tiempo desde que alguien le llamó tanto para aceptar salir con él una nueva vez, sin importar si apenas eran un par de conocidos.

 

Entonces, ¿creía en el amor a primera vista?

Para nada. Volviendo a la explicación anterior, era claro que podías ver a una persona antes en una milésima de segundo, y de todos modos seguiría siendo la primera vez que le veía. Alguien tan distraído como él no podía sufrir de amor a primera vista. No obstante, tal vez a Yutaka sí le pasó. Tal vez, si confiaba en todas sus palabras, aquella obsesión de no poder olvidarlo desde el primer momento fue ocasionada por “amor a primera vista”.

Quizá hubiera pasado lo mismo con él si fuera más cuidadoso a la hora de andar por ahí…

 

No pasó mucho desde su segunda cita para que Takanori aceptara tener algo con ese chico castaño, de sonrisa reluciente y voz lenta, tranquila. Insistía en que no era del tipo de chicos que se emociona tan rápido, por lo mismo, parecía ser que la química que existía entre ambos era por un motivo fuerte, porque tal vez no encontraría a otro chico como él en mil años.

Su amigo le perdonó por “ganárselo”, así que salió con él; le conoció, le llevó a casa, comieron en su restaurante favorito, y compartió con él uno que otro secreto oscuro para hacerse más cercanos.

Yutaka era excelente escuchando y recordando las cosas importantes para mencionarlas después. Recordó aquellos zapatos que vieron un día paseando por la ciudad y se los regaló en su primer mes de novios. Recordó que tenía un terrible asco por las fresas y cuando le invitó a cenar con algunos de sus amigos, les hizo no añadir estas a la ensalada de frutas.

Era extremadamente cariñoso, no hasta el punto de ocasionarle repelús, sino, que le daba el cariño que necesitaba para sentirse seguro y estable.

Las personas les veían y exclamaban: “¡Qué lindos que se ven juntos!”, “¡Qué tierno que es contigo!”, “Creo en el amor gracias a ustedes”, “¿Ven que siempre llega alguien mejor?”.

 

Ah, ahora sólo puede pensar que… qué jodida es la vida.

 

***

—Eres hermoso —Yutaka estampó sus labios sobre su mejilla, pasando sus brazos por su cuello para mantenerse cerca de él, en tanto que Takanori estaba con sus dedos moviéndose de un lado a otro por el teclado de su computador, borrando y reescribiendo, una y otra vez. Las gráficas se modificaban, creando curvas y líneas —. ¿Te falta mucho?

—No mucho, amor. Sólo dame una media hora más.

Yutaka asintió, y le soltó para no interponerse entre su trabajo y él. Era una costumbre cenar juntos pese a cualquier cosa que debieran hacer. Así que cuando uno de los dos llegaba tarde por sus ocupaciones, el otro debía esperarlo así fueran las doce de la noche. Nunca llegaban tan tarde, lo máximo habían sido las diez y fue él. Yutaka seguía esperándolo en la sala, viendo un programa de televisión. Takanori le había dicho que no tenía por qué hacerlo, simplemente estaba bien se lo acompañaba en la mesa después. Pero su novio era terco.

Irse a vivir juntos a los seis meses de relación no parecía ser nunca la decisión más inteligente para cualquier pareja en vista de las personas externas, pero todo era perfecto entre ellos dos y Yutaka pasaba más tiempo en su casa que en la propia desde el tercer mes. No era mucha diferencia ahora.

—¿Sí? —Ni siquiera se detuvo a ver el número cuando respondió, por lo  que su tono de voz sonaba tan de oficinista que Yuu, al otro lado, le llamó “señor Matsumoto”, haciéndole reír —. Lo siento, no vi que eras tú. ¿Qué pasa?

 

Sintió de nuevo los brazos de Yutaka alrededor de él, y un beso en la nuca que le hizo formar una suave sonrisa. Yuu tan sólo quería recordarle que necesitaba le devolviera una mochila que se olvidó en su casa, y que deberían salir el próximo fin de semana porque su hermano venía de visita.

—Claro, claro. Hace mucho que no le veo, pregúntale a dónde quiere ir, ¿vale? —Dejó de escribir para prestar más atención a lo que escuchaba, pues la mano de su novio sobre su abdomen le quitaba cierta concentración —. Sí, me parece bien. Nos hablamos entonces, adiós.

—¿Quién era?

Takanori volteó para darle un beso en la mejilla, pues el rostro de Yutaka ya estaba casi a la altura del suyo. Cerró el portátil y lo apartó sobre el escritorio, para ir de una vez a la cocina.

—Yuu, quiere que salgamos el sábado porque su hermano viene a Tokio. —Notó la ceja alzada del mayor, por lo que supuso no entendía qué tenía que ver el hermano de su amigo —. También era amigo mío antes de que se fuera de la ciudad, fue algo así como de los primeros crush que tuve.

—Ya. —Escuchó la risa de su pareja, antes de que le soltara para que pudiera levantarse de su silla—. ¿Cenamos? Muero de hambre.

Yutaka partió a la cocina más rápido de lo que Takanori previno, no pudiendo alcanzarle pues apenas estaba buscando sus pantuflas para estar dentro de casa. Lo escuchó remover ciertas cosas en la cocina, por lo que supuso haría algo de cenar para ambos, o tal vez sobraba algo de comida del medio día. Se estiró para relajar sus músculos que estaban tensos luego de varias horas sentados, mientras llegaba hasta la puerta del comedor, tomando asiento en una de las sillas. Yutaka sabía que con él no contaba para cocinar.

—¿Te apetece un batido?

Demasiada azúcar.

—Claro —¿Qué más daba? Un poco no estaba mal. Talló uno de sus ojos, bostezando y sacó su teléfono móvil para tan sólo distraerse mientras esperaba por la cena. El olor de pan tostado pronto le llegó.

—Aquí está. —Recibió un beso en la frente, antes de dejar su móvil en la mesa para poder comer aquello que el mayor preparó.

Yutaka se había sentado a su lado en la pequeña mesa cuadrada, con la mano ya sobre su cubierto para llevar la comida hasta su boca. Era exactamente lo mismo para ambos, incluyendo el batido de fresa.

***

 

El día en que se suponía saldría con Yuu y el hermano de este, Maro,  Takanori se levantó temprano para estar listo y salir a la hora acordada. Irían a un recital de música al aire libre que afortunadamente  era ese mismo día en que Maro llegaba. Yutaka se había quedado en la cama, sin levantarse ni siquiera cuando salió de la ducha cuando lo hizo él, como lo acostumbraba.

 

Hizo un suave maquillaje en sus ojos y antes de desayunar, envió un mensaje a Yuu diciéndole que estaba  casi listo. Sólo hasta que iba a salir de la habitación se dirigió a su novio, que seguía recostado y le dio un beso en la cabeza. “¿Todavía tienes sueño, dormilón?”, el mayor se quejó, y con voz seca le dijo que no se sentía bien.

Takanori sintió su frente y luego sus mejillas para buscar señales de fiebre, pero su temperatura se sentía bien. Le obligó a levantarse para desayunar juntos, pues tal vez lo haría sentir mejor. Sin embargo, a mitad del desayuno, el castaño corrió al baño y volvió minutos más tarde diciéndole que había vomitado. Naturalmente se preocupó, le hizo volver a la cama y se dispuso a prepararle  un té, en busca de hacerle sentir mejor.

Yutaka se quejaba del malestar y Takanori sabía que no podía dejarlo solo, lo necesitaba. Así que con todo el pesar, le habló a Yuu para decirle que no podría ir con ellos. Su amigo al principio se quejó, diciéndole que Yutaka podía dormir unas cuantas horas en lo que volvía. Claro que bromeaba, y después le dijo que entendía. Takanori entonces fue a la farmacia más cercana a su casa, a comprar algunas pastillas para el dolor de estómago y para que controlara sus nauseas. 

No estaba molesto con Yutaka por enfermarse, pues sabía que no era su culpa. Maro estaría más días en la ciudad, así que podría verlo en cualquiera de ellos, lo importante ahora era que Yutaka se sintiera bien.

Pero entonces… bueno, sí, las coincidencias ocurren. Pero algo le había sonado muy mal cuando otro día que iba a salir con ellos, Yutaka de nuevo dijo no sentirse del todo bien. Terminó en el baño, en la cama, temblando por escalofríos. Era normal sentir cierta frustración por tener que cancelar de nuevo, pero tuvo que hacerlo. ¿Qué clase de novio sería si iba a divertirse mientras su pareja se quedaba vomitando cada diez minutos?

De acuerdo, puede que su infección no se hubiera curado de la vez anterior, así que lo más correcto era llevarlo a un médico. Aunque ese día ya era muy tarde para hacerlo, y cuando se lo sugirió a la mañana siguiente, Yutaka le dijo que no era necesario, que ya estaba bien.

¿Qué haría otra persona en su lugar cuando esto ocurría una tercera vez?

En esta ocasión, tenía planes de ir al cine con Maro y Yuu luego de su trabajo. Así que envió un mensaje a Yutaka diciéndole que llegaría para antes de las diez para cenar juntos. Tardó más o menos media hora en recibir respuesta, en la cual Takanori ya había guardado sus cosas y se disponía a irse al estacionamiento: “Perdón por tardar tanto en responder, estaba dormido. Creo que ahora sí tengo fiebre”.

Takanori frunció el entrecejo y miles de ideas de cansancio llegaron a él por esa situación. Hizo lo que cualquier persona independiente y que disfrutaba de manejar su vida hacía, le envió otro mensaje, diciéndole que tomara una pastilla y se mantuviera en cama. Y después de ese mensaje, otro más: “Tal vez ceno antes de llegar, así que puede pedir algo para ti”.

Tomó sus cosas, se las colocó en el hombro, y salió. Hizo a un lado totalmente los pensamientos de ser un novio comprensivo y amoroso, que estaría ahí sosteniendo su mano cuando lo necesitara. Venga ya, Yutaka tenía suficiente edad para cuidarse solo.  Había estado ya tantos días enfermo, que sabía no se le complicaría porque nunca se le complicaba. Era su noche con sus amigos, y tenía derecho a darse ese gusto.

 

***

Pasadas las once de la noche, Takanori estacionó su auto y fue hasta la puerta de su casa para poder entrar. A oscuras era capaz de dar con el cerrojo de su puerta, haciendo girar la llave y empujar esta. ¿Yutaka ya estaría dormido? Probablemente. Si seguía enfermo, seguro que cayó dormido justo después de cenar.

Palpó con su mano por la pared hasta dar con el interruptor del pasillo principal, el cual se conectaba a la sala. Pero antes de hacerlo, notó que la  luz del comedor estaba encendida. Se dirigió entonces hasta él, asomándose y dando con Yutaka en la mesa, con la mirada fija en esta hasta  que le escuchó y giró hacia él.

—Hola, te estaba esperando —Yutaka le sonrió con suavidad, señalando dos charolas de comida que estaban en el centro —. Llamé a tu restaurante favorito, aunque no sé si ya se haya enfriado un poco. Creí que volverías antes.

—Te dije que cenaría con ellos  para  que no me esperaras, para que pudieras descansar temprano —se aproximó hasta él, colocando una mano a su frente para sentir su temperatura—. No te sientes caliente.

—Me siento mejor.

Takanori no podía evitar sentirse extraño por su insistencia a esperarlo. Sí, habían quedado en cenar siempre juntos, pero no tenían por qué ser tan rígidos en algo que no tenía mucha importancia.

—¿Cenamos? —Y aquellas palabras, combinadas con una sonrisa, hicieron crecer este sentimiento.

—Ya comí, Yuta. En serio, debiste haberlo hecho sin mí.

—¿Entonces no puedes mantener una simple promesa? —se adelantó a decir el mayor antes de que él le dijera que podía acompañarlo y luego ir a dormir. La expresión en el rostro de Yutaka había cambiado a uno serio, casi enojado —. Siéntate.

Vale, eso en definitiva no era algo que se esperara. No obstante, aunque acostumbraban a no discutir, Takanori sabía perfectamente que no podía complacerlo, mucho menos si le hablaba en ese tono.

—No sé qué demonios te pasa, Yutaka, pero no tengo ganas de averiguarlo. Me voy a dormir, ve cuando quieras. —Hizo un ademán de que no le importaba el por qué estaba enojado, decidido a salir de esa habitación.

Escuchó entonces cómo, de manera abrupta, Yutaka empujaba la silla hacia atrás y la mesa hacia adelante, para ponerse de pie y alcanzarlo, sujetándolo por la muñeca. Takanori quiso soltarse por instinto, y sobre todo porque le lastimaba. Se enfrentó entonces a él, con una mueca de enojo y la mirada fija en su rostro.

—Te dije que te sentaras —su voz era como un gruñido, mientras seguía sujetando su mano con más fuerza—. ¿O es que llegaste muy cansado de estar de puta con el tipo ese?

—¿Qué demonios te pasa? —le gritó, forcejando para que le soltara —. ¡No me hables de esa forma! —Nunca, en toda su relación, se había referido a él ni siquiera de una forma grosera aunque bromearan. Así que mucho menos le dejaría le llamara así sin siquiera saber en qué pensaba —. ¿Qué te importa a ti con quién me veo o con quién no?, ¡son mis amigos!

—¿Crees que soy imbécil, Takanori?, ¿que no me doy cuenta de lo sonriente que te pones cuando vas a ir a ver a ese hijo de puta que tanto te gusta? ¡Claro! Tu maldito crush de tu juventud, ¿te quedaron ganas de cogértelo?

Yutaka le soltó sólo para tener el brazo libre y empujarlo, apoyándose en su pecho. Se sintió tan ofendido, indignado y molesto, que sólo puedo sacarle el dedo de en medio, antes de dirigirse a la salida de su casa: ni loco se quedaría con alguien que le decía tantas estupideces. Le escuchó gritarle justo antes de azotar la puerta. Que se jodiera, él no era ningún idiota para soportar aquello.

 

***

Esa noche, Takanori se refugió en casa de Yuu, junto a Maro, no quiso hablar mucho sobre lo que había pasado, sólo les dijo que tuvo una discusión muy fea con Yutaka, y que no quería verlo. Puso su celular en silencio, pues el mayor no dejaba de llamarlo, queriendo que volviera. Podría quererlo mucho, pero no dejaría que le hablara de esa forma nunca.

A la mañana siguiente, se fue al trabajo con ropa prestada de Yuu. Empezó a creer que no había sido para tanto lo que sucedió, sí, Yutaka había dicho estupideces, pero puede estuviera enojado y no lo controlara. Takanori lo quería mucho para dejar todo tan fácil.

Intentaba mantener la mente ocupada en sus labores, pero seguía pensando en él. Ya no había recibido mensajes ni llamadas, y se tentaba a hacerlo él, sin embargo, no se decidía. Luego de unas cuantas horas, se dijo que iría a verlo al salir de trabajar. Quería arreglar las cosas, advirtiendo que debía controlar su enojo, si es que tenía problemas con él.

Veámonos, ¿sí?”, le envió por texto, esperando su respuesta. Sólo pasaron unos minutos antes de que Yutaka le dijera que fuera a su casa, de donde no se había marchado todavía. Sonrió, no tenía que irse… sólo necesitaban arreglar las cosas, hablar. Le tomó algo de tiempo ir hasta allí, llevando con él comida de un lugar que sabía les gustaba a ambos, abrió con su propia llave y se dirigió al comedor para dejar las cosas.

—¿Yutaka? —gritó para llamarle, esperando que respondiera. No fue así, ¿habría salido?

Sacó las charolas de comida para dejarlas sobre la mesa, encontrándose en silencio dentro de su propia casa. Volteó hacia la ventana y se dio cuenta de que Tanabe ni siquiera había abierto las cortinas como él acostumbraba a hacer, eso le daba a la habitación un ambiente más oscuro. Sobre la mesa estaba su computadora, lo cual era extraño debido a que su novio nunca la usaba. ¿La suya se habría descompuesto? Como sea, debía moverla de ahí si no quería mancharla de comida.

La tomó, pero se dio cuenta de que no estaba apagada del todo, así que la abrió para poder hacerlo. Tardó un poco en volver a verse algo en la pantalla, y lo que vio le hizo dejar el portátil de nuevo en la mesa. Con el entrecejo fruncido y la curiosidad mezclada con la confusión, contempló frente a él una extraña pantalla que mostraba… era su Facebook, y en otra pestaña sus mensajes telefónicos, el resto de sus redes sociales estaban en otras pestañas.

Consternado, siguió revisando más de su computadora: en la galería de imágenes había cientos de capturas que no recordaba haber guardado él, fotografías de él con otras personas, y… Dios, ¿de dónde mierda Yutaka había encontrado las fotografías de él desnudo que le envió a uno de sus exs?

Tenía suficiente. Tomó la computadora luego de cerrarla de nuevo, y recogiendo su bolso que llevaba al trabajo, salió de ahí otra vez. No sabía qué demonios estaba pasando, pero Yutaka no estaba bien de la cabeza. Sentía pavor al imaginarlo hurgando en toda su vida privada que tenía en internet, buscando y buscando más y más cosas. Yutaka… él nunca había sido tan celoso para hacer eso.

Entró a su auto y colocó la computadora en el asiento del copiloto. Justo cuando hacía girar la llave en el lugar correcto, Yutaka apareció por la esquina. Sus ojos se encontraron con los de él, Takanori apretó con más fuerza el volante antes de pisar el acelerador. Escuchó su nombre saliendo de la boca de Yutaka pero no quiso ni mirar los espejos. Ahora sí había estado asustado, sumando ambas cosas.

Lo quería, pero nadie podía estar con alguien que lo aterraba.

 

***

Yuu había estado de acuerdo con él, nadie que fuera normal haría algo como lo que Yutaka hizo. También, le regañó por no haberle dicho nada sobre la pelea de esa noche, pues Yuu consideraba no debía ni darle otra oportunidad luego de eso. Es que Takanori no había querido mandar todo a la mierda tan fácil, sin embargo, ahora estaba decidido a hacerlo. Se olvidaría de Yutaka.

El moreno había sido muy lindo en permitirle quedarse en su casa hasta que conseguía la forma de hablar con Yutaka, o contratar un abogado, y hacerlo salir de la suya. No quería ponerse paranoico, porque en todo ese tiempo Tanabe no fue nunca una mala persona, ni extraña. Pero eso no quería decir que bajara la guardia. “Quién sabe de qué cosas sea capaz”, opinó su amigo. Tuvo que contarle también a Maro por lo mismo, porque Yutaka se había molestado por su culpa. Porque, según él, Takanori quiso ligárselo.

 

—¿Lo extrañas? —Takanori dejó el pequeño cuaderno lleno de fotografías y recortes que Yutaka le dio hace unos meses. Ya habían pasado casi dos desde que le dejó.

—A veces, sólo un poco —se encogió en hombros, con una suave sonrisa —. Quiero decir, se hizo querer, ¿no?

—Claro, hasta yo le quería. —Yuu llegó a su lado, colocando una mano en su hombro y presionándolo con suavidad —. Pero fue lo mejor, ¿verdad?

—Lo fue.

Por supuesto que sí. Yutaka se había negado a hablar con un abogado cuando quiso su casa de vuelta, alegando que no era un puto loco para que no quisiera verlo. Pero por más que cuestionaba este hecho con sus amigos cercanos, ninguna de ellos parecía estar de acuerdo con que aceptara verlo. Así que se mantuvo firme, y la ley lo obligó a dejar su residencia.

—Ya no te molestaré más con mi presencia aquí, ya puedes traer a todas esas mujeres sin miedo a que llegue de la nada —jugó, recibiendo un golpe  en la cabeza por parte del moreno.

—Ya me estaba acostumbrando a tu fea cara todas las mañanas —Takanori rodó los ojos —. ¿Quieres te acompañe para dejar todas tus cosas?

—No es necesario. —Mandó a Yuu un día recoger toda su ropa y cosas importantes, a la hora que sabía que Yutaka no estaría por su trabajo. Así que sólo eran dos maletas repletas de ropa y algunas otras pertenencias propias —. Además, sé que tienes cosas qué hacer.

Yuu le dijo que estaba bien, entonces. Cargó sus maletas hasta afuera de la casa de Yuu y las subió a su automóvil. Vio que su amigo se asomaba por la ventaba que daba hacia la calle y le sonrió, despidiéndose con la mano. Se sentía bien volver a su hogar. Agradecía que ese feo episodio se hubiera acabado de una buena vez.

Llegó pronto a estar estacionado frente a su casa, cuyo jardín estaba descuidado. Tenía que llamar a su jardinero pronto, porque él no tenía nada de paciencia para las plantas. Con sus dos maletas enormes, entró por la puerta, a la cual se le cambió la cerradura por sugerencia de su abogado. Suspiró al ver todo hecho un desastre. Yutaka no se había tomado bien el que lo sacara de su vida. Había cosas botadas por todas partes, algunas rotas, y otras habían sobrevivido. Las cortinas seguían cerradas. Bien, eso sí podía ordenarlo él.

Su habitación no estaba en mejores condiciones, por desgracia para él que quería echarse un rato en la cama. Como sea, ordenó un poco las sábanas, la basura por el suelo la colocó en el cesto, y volvió a llenar su armario con su ropa. Al menos Yutaka se llevó todo.

***

 

Llevaba un par de horas limpiando, cuando escuchó el timbre de la puerta. Pensando que podría ser cualquier persona, no se presionó en ir a abrir. Necesitó cruzar varias bolsas de basura hasta llegar a la puerta. Una vez que lo hizo, Takanori dio un brinco en su lugar al notar que la persona detrás era Yutaka.

—¿Qué haces aquí? —el chico tenía los brazos detrás de su espalda y tenía una sonrisa que para nada era encantadora.

—Supe que volverías a casa hoy, así que quería darte la bienvenida.

—Yutaka, por favor, no vuelvas a buscarme —se hizo hacia atrás para empujar la puerta y cerrar, pero Yutaka se lo impidió con una de sus manos.

—¡No, espera! —llevó ambas manos delante de su cuerpo y Takanori pudo observar un pequeño cachorro de chihuaha—. ¿Recuerdas que siempre quisimos adoptar uno? Taka, no tenemos que terminar todo esto así. Taka, mira, ¡será como nuestro hijo!

Aquello pudo sonar tierno en cualquier otra ocasión, pero no en esa. La expresión del rostro de Yutaka luchaba por mantenerse sonriente, feliz, sin embargo, era fácil notar que estaba a punto de volverse dura. No iba a tardar mucho en gritarle y querer atraparlo como la otra vez.

—¡Déjame en paz! —le gritó, y dio un portazo, colocando al instante el seguro.

Casi al segundo siguiente escuchó un fuerte golpeteo en la puerta y el chillido de aquel cachorro que no tenía la culpa de nada. Takanori se apoyó en la puerta, sujetando su cabeza, respirando, intentando relajarse con un loco detrás afuera de su casa.

—No voy a dejarte, Taka —escuchó, sintiendo que la piel se le erizaba —. A pesar de ti, de mí, y de que se desquebraje el mundo, ¡yo te amo!—Más y más golpes seguía con esas palabras —. No importa lo que digan los estúpidos de tus amigos, amor, ¡yo te amo!

Necesitaba llamar a la policía.

 

 

 

Notas finales:

¡Gracias por leer!

Una disculpa si hay errores de dedo, no tuve tiempo de corregirlo bien. 

 

Por cierto, se me hace necesario mencionar que un día vi una publicación de que seguimos llamando enfermos a quienes tienen ciertos problemas relacionados con lo emocional y la mente. Estoy de acuerdo en que juzgar a alguien de esta forma, tan duramente, cuando no es parte de su personalidad (no son malvados) no es correcto. Tal vez si Takanori se arriesgara a intentar ayudar a Yutaka con sus celos o su obsesión, hubiera sido un final más feliz. Idk, yo escribo drama porque me gust, pero no quiero clasificar a nadie como "malvado", a no ser que sea su naturaleza.

 

Ah, estoy divagando como siempre. Bye. 


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