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Day Mne por YoloSwag

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Notas del fanfic:

Saint Seiya (lost Canvas), no me pertenecen sino a Masami Kurumada y Shiori Teshiogi.

Este fanfic tiene como único objetivo entretener.

Nota: Historia disponible en Wattpad: solo da clic aquí para leer. O copia el siguiente link en la barra de dirección de tu navegador;  https://www.wattpad.com/778267559.

Así que también pueden darle amor ahí también. :D

Y como siempre gracias por su apoyo.

No importa, el ciclo ha de repetirse una y otra vez. Puede que algún día...

El umbral de las brujas.

 

La luz cálida del sol se ha desvanecido, todo lo que le rodea es oscuridad y sombras. No escucha ningún otro sonido más que el latir de su corazón lento y constante. <<¿Dónde estoy?>>, se pregunta, pero su mente se encuentra tan confusa que no lo hace por mucho tiempo. Comienza a vagar sin sentido envuelto en la oscuridad aferrándose a eso que quiere creer que son paredes. Extrañamente no siente miedo, solo quiere saber por qué está en ese lugar, pero a medida que avanza sus recuerdos son más difusos, como si fueran un sueño.

Se detiene cuando no logra recordar su nombre, y por primera vez siente un miedo inmenso, todo es tan oscuro, tan frío y vacío...

Quiere gritar pero sus labios se niegan a dejar escapar sonido alguno. Cae al suelo preso de un único deseo, <<no quiero desaparecer>>. Un deseo imposible. Su destino ha sido dictado hace mucho tiempo, él solo ha nacido para ser la encarnación del juez más fuerte del inframundo; Minos de Griffon, de la estrella celestial de la nobleza.

-Finalmente...-Dice mientras se incorpora y estira los brazos.

Ahora sabe dónde se encuentra, está en Ptolomea, su templo. El ciclo vuelve a repetirse, debe acudir al llamado de su señor hades y luchar en su nombre en otra guerra santa. El solo pensarlo hace que se estremezca de emoción, esta vez aplastará a todas las ratas doradas, aunque dejará al final al guardián de la última casa. Solo espera que en esta ocasión la encarnación del caballero de piscis no sea un completo fiasco. Ninguno de sus sucesores le ha llegado siquiera a los talones al caballero que lo derrotó en el siglo XVIII.

<<Albafica>>

Un nombre que está grabado con fuego en su memoria así como la tóxica y dulce fragancia de las rosas que ahora le llaman a la cueva helada de Ptolomea. Se deja llevar, atraído con una fuerza que parece ejercida desde muy lejos. No lucha contra ello, ya que reconoce que es una pelea perdida. 

Las rosas de un blanco impoluto lo reciben en toda su belleza y esplendor como el cuerpo del caballero de Atenea que descansa en un ataúd de hielo puro. 

Es una escena irreal aunque la ha visto tantas veces, está en Ptolomea, en el noveno círculo del inframundo. Aquí solo hay lugar para la desolación y la oscuridad... No debería haber rosas, y sin embargo crujen bajo sus pasos.

Una vez más se encuentra con aquel rostro hermoso, de exquisitas y perfectas facciones. Sus ojos están cerrados y sus pálidas manos descansan una sobre la otra en un pecho estático, y aunque ahora no lleva la armadura de piscis sino una túnica blanca con detalles bordados en oro mantiene ese porte orgulloso de un caballero y al mismo tiempo refleja una tranquilidad tan pacífica e indiferente.

Nadie que lo viera por primera vez pensaría que se trata de un caballero de Atenea, para ojos inexpertos pasaría por la más hermosas de la mujeres que duerme el eterno y helado sueño de la muerte.

Era fácil caer en el engaño.

<<-Minos no puedo cumplir tu petición. No mientras su alma esté protegida por el poder de Atena, pero si así lo deseas puedo darte su cuerpo.

-Mi señor Hades, eso será suficiente. Agradezco infinitamente su benevolencia...>>.

Sus acciones respecto a Albafica de piscis no estaban basadas en la compasión ni en la misericordia sino en una mezcla de odio y respeto inmensos por aquel hermoso santo de oro que lo humilló.

Acaricia su rostro a través del hielo como si sus dedos fueran llevados hacía allí ajenos a su voluntad. Quiere destruir su belleza así como desea conservarla. Golpea el ataúd en un arranque de furia, el hielo se resquebraja provocando el efecto de fragmentación en el rostro perfecto de su rosa congelada. Una sonrisa se le escapa de los labios transformada en mueca.

Era para reírse. Todo era para reírse.

-¡Tu belleza es una insolencia, albafica de piscis!. -gritó lanzando otro golpe al ataúd haciéndolo pedazos. El cuerpo de Albafica no llega a tocar el suelo, Minos lo sostiene entre sus brazos. 

Sí, aunque jamás llegará a admitirlo en voz alta reconoce que está hechizado por él y no le importa en absoluto. 

-Albafica de piscis, juro que ganaré está guerra y obtendré tu alma. -Dice con seriedad, y sella por primera vez sus labios con un beso mientras estrecha el cuerpo de su marioneta más hermosa.

El sabor de sus labios es un exquisito veneno. Pura corrupción. Sin embargo no es suficiente, lo que desea es que esos fieros ojos celestes lo miren, escuchar su armoniosa voz y sentir su veneno extendiéndose por su cuerpo.

No es suficiente, ya no es suficiente.

Las rosas blancas van tornándose de un exuberante rojo; el nuevo caballero de piscis ha encarnado, y el juez del inframundo sonríe cuando se ve reflejado en aquellos ojos celestes que se llevaron su razón.

 

 


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