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Títere Encadenado ¿Quién eres? por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Es el cumpleaños de Ryou-cute! ^^/ 


Este fic va por nuestro adorable conejo blanco.

— ¡Aléjate de mí! —empujó a un pequeño niño, parecido a él, aunque más bajo y de apariencia más débil, tenía ojos verdes en lugar de los suyos lilas.

 

—No te preocupes, no te voy a hacer daño —el niño más alto bufó, sin darle importancia a los restos de lágrimas que bajaban por sus mejillas ligeramente enrojecidas —mucho menos me burlaré de ti, lo prometo —a pesar de haberlo empujado, el menor le sonrió suavemente —está bien, todo estará bien.

 

El que había estado llorando le gruñó, dando un paso con firmeza hacia el otro, en un intento de amedrentarlo — ¿Y tú qué sabrás? ¡No tienes idea de nada! ¡No te metas donde no te llaman!

 

El más pequeño, que parecía de unos cinco años, tembló por la forma en que el oji-lila le habló, pero suspiró profundo y se atrevió a estirar una mano, con un pañuelo color celeste en esta, para limpiar la mejilla del mayor —lo entiendo —respondió, muy elocuente y tranquilo para su escasa edad —mi mamá también murió —y esas cuatro palabras dejaron estático al niño más grande, que había estado a punto de empujarlo otra vez —y mi hermana —apuntó hacia una de las lápidas del rústico campo santo donde ambos niños estaban.

 

El niño mayor, que no podía pasar de 6 o 7, se calmó por completo y lo miró de pies a cabeza, sin comprender del todo porqué ese niño se había acercado a él y le estaba hablando tan dulcemente.

 

— ¿Qué quieres de mí? —preguntó, sin perder la brusquedad, pero ya sin ninguna intención de hacer daño ni alejar al pequeño.

 

El oji-verde le sonrió y terminó de limpiar las lágrimas con su pañuelo —yo también lloré… mucho —explicó sin vergüenza —pero alguien me enseñó que no debería hacerlo, que debo seguir sonriendo, porque ellas aún están conmigo, aquí —se llevó ambas manitas al pecho —y, si sonrío ellas, estarán felices también.

 

El mayor lo miró, encontrando cierto confort en él, aun sin entender del todo lo que estaba pasando.

 

— ¿Qué quieres? —repitió, en voz baja.

 

—Creo que tú mamá también se sentirá mejor si sonríes —el pequeño se dio vuelta frente a la lápida donde el otro había estado arrodillado y dejó allí una pequeña flor blanca —también pienso que te verías mejor con una sonrisa.

 

El otro niño se sonrojó muy ligeramente ante esto — ¿Quién eres? 

 

El pequeño se pasó una mano por el pelo blanco, que le llegaba debajo de los hombros, para colocar unos mechones tras su oreja cuando un poco de brisa sopló —me llamo Ryou ¿Y tú?

 

—Yo… soy Bakura —contestó, con algo de reserva. Y se retorció en su lugar cuando Ryou le sonrió, tendiéndole la mano.

 

Lentamente la tomó y le dio un suave apretón. La mano ajena era más pequeña que la suya, y a pesar de que ambos tenían la piel blanca, la del menor era ligeramente más pálida —un gusto conocerte. Quizá podamos jugar otro día.

 

— ¿Ya te vas? —Bakura apretó inconscientemente la mano entre la suya. La anterior intención de alejarlo se había transformado rápidamente en un deseo de mantenerlo cerca.

 

Antes de que el menor pudiera contestar, la voz de una mujer mayor lo llamó mientras se acercaba —Ryou querido, no te alejes así sin avisar —el aludido soltó la mano del otro niño para volverse hacia la anciana.

 

—Lo siento Granny, no lo volveré a hacer —prometió, dejando que la mujer de pelo canoso lo tomara de la mano.

 

—Ven, volvamos con tu padre. Es hora de ir a casa.

 

Ryou asintió —sí, Granny —respondió obediente, no sin antes voltear de regreso al otro niño —espero verte pronto. Hasta luego —atinó a decir, dándole una bella sonrisa, antes de que su abuela lo sacara de allí.

 

—...Hasta luego —musitó de vuelta Bakura, hasta que se dio cuenta de que algo se le había caído y lo recogió —espera, tu… —se percató de que era el pañuelo celeste con que le había limpiado las mejillas, y tenía las orejas de un conejo bordadas con lana blanca en una esquina. Apretó la tela con cuidado en sus manos antes de guardársela en el bolsillo; se lo devolvería la próxima vez que lo viera.

 

~∆~

 

Bakura, de dieseis años, estaba fuera a de unos amplios establos con cerca de una docena de caballos en ella. En ese momento precisamente estaba atendiendo a una yegua, soltando correas y riendas para bajarle la silla de montar.

 

—Buen trabajo, Kira —le palmeó el lomo a la yegua rubia antes de tirar de sus bridas para atarla a la sombra, donde estaba un abrevadero. De la nada unas suaves manos le cubrieron los ojos, y un cuerpo delgado se apretó contra su espalda — ¡Eh! —exclamó, esperando el típico 'adivina quién soy' pero la otra persona solo emitió un tarareo —sé que eres tú, Ryou.

 

Al instante, las manos pequeñas dejaron sus ojos, y el cuerpo ajeno se alejó un par de pasos, permitiéndole darse la vuelta, solo para ver a Ryou haciendo un puchero —podría haber sido Malik, he visto que también te toma por sorpresa así —se quejó.

 

—Puede ser, pero Malik y yo tenemos casi la misma altura ¿recuerdas? —le contestó el oji-lila, sacándose los guantes de cuero negro que usaba al cabalgar.

 

—Cierto —suspiró el más bajo. Bakura entonces se tomó unos minutos para mirarlo de pies a cabeza, el chico usaba unos pantalones color café claro que le llegaba unos cinco centímetros por encima de los tobillos, una camisa a cuadros de tonos celestes y azules tenía los dos primeros botones abiertos y terminaba en su abdomen con un curioso lazo que al mayor le daban ganas de abrir antes de retirar la prenda entera, como si fuera el envoltorio de un regalo; finalmente unos cómodos tenis blancos con azul cubrían sus pies y su hermoso cabello blanco, largo más allá de sus hombros, estaba suelto —oye, chico guapo, mis ojos están aquí ¿sabes? —se quejó con falsa molestia.

 

Bakura soltó una risa burlona, mientras cerraba el espacio entre ellos —no es mi culpa que luzcas tan adorable y apetecible a la vez, conejito —colocó sus manos de manera floja en la cintura del más bajo.

 

— ¿Yo? ¿Apetecible? —repitió incrédulo, subiendo sus brazos para abrazarse al cuello de Bakura — ¿no te has visto en un espejo, cierto? —le sonrió coqueto antes de darle un beso en la mejilla.

 

Una de las manos de Bakura jugueteó con el lazo de la camisa de Ryou mientras los labios del menor bajaban muy lentamente hacia su cuello —estuve de un lado para el otro desde hace un par de horas, tal vez debería tomar una ducha primero —advirtió suavemente.

 

—Está bien por esta vez —desestimó el menor —me gusta el olor del cuero calentado al sol en ti, Bakura —comentó con sensualidad en la voz, mientras se presionaba más contra el fornido cuerpo frente a él.

 

El aludido jadeó al sentirlo —eso noto, pequeño —bajó casualmente sus manos por la cintura y caderas​ del oji-verde.

 

Ryou sonrió con picardía, y apoyó más sus brazos alrededor del cuello ajeno para poder impulsarse de un pequeño salto, así enredó con facilidad sus piernas alrededor de las caderas de Bakura y este lo recibió de buen agrado, sosteniéndolo con una mano en su espalda y otra en la curva de su trasero.

El menor soltó una risilla al sentir la traviesa mano ajena y ondeó sus caderas de forma descarada, frotándose intencionalmente contra la entrepierna de Bakura, por sobre sus pantalones de montar.

 

—Joder —gruñó el oji-lila, conteniéndose de empujar a Ryou contra la pared del establo y embestirlo allí mismo, hasta que gritara y le rogara deshacerse de la ropa — ¿asumiré que me extrañaste?

 

—Tú, mmm, dijiste que estabas libre hoy —se quejó entre jadeos, sin dejar de restregar sus caderas.

 

—Lo siento, conejito —se disculpó antes de soltar un gruñido, apretando su mano en la retaguardia ajena —surgió algo urgente esta mañana, pero ya no habrá nada más en el día.

 

Ryou mordió suavemente un lado del cuello de su amante — ¿seguro?

 

Bakura gimió por el mordisco, empujando sus caderas instintivamente contra él —Sí, soy todo tuyo por el resto del día —ofreció, con voz ronca.

 

— ¿Solo mío? ¿Lo prometes? —pidió con una voz suplicante que sólo excitó a Bakura más de lo que ya estaba.

 

—Joder, sí. Lo prometo —respondió en un gemido, sintiendo palpitar su polla endurecida incómodamente dentro de sus pantalones blancos de montar — ¿me disculpas por irme temprano? —fue a darle un beso.

 

Pero Ryou esquivó su boca juguetonamente —Mmm —tarareó, simulando pensárselo —si lo sientes en verdad… llévame a la habitación y compénsamelo —le susurró al oído antes de morderle el lóbulo de la oreja.

 

—Me parece perfecto, Ryou —accedió con una sonrisa lasciva mientras empezaba a caminar hacia la hermosa casa campestre en el centro del solar donde vivían.

 

De un momento a otro estaban en la habitación que compartían. Bakura se dirigió directamente a la cama, dejando a Ryou sobre el colchón y yéndose con él sin querer apartar ni un milímetro sus cuerpos.

El oji-verde se veía precioso sobre las sábanas color aguamarina, con su cabello blanco esparcido y los ojos brillantes de excitación, hambrientos de él y solo de él.

 

Las caderas volvieron a frotarse, ahora en una mejor posición, Bakura podía responder bruscamente al sensual movimiento de Ryou con los fuertes embates que el menor adoraba y lo hacían jadear sin reparos. 

Las manos no se estuvieron quietas. El lazo de la camisa de Ryou fue deshecho y los botones se deslizaron con prisa fuera de sus ojales, pero la prenda quedó a medias sobre la piel blanquecina, en cambio la camiseta gris y roja de Bakura terminó a un lado en la cama, dejando ver un torso tonificado y ligeramente bronceado. 

 

—Te deseo tanto, Ryou —expresó el mayor, entre besos que iban subiendo por el centro del torso blanquecino —no tienes idea de lo jodidamente caliente que me pones —besó uno de sus bonitos pezones, pequeños y rosados, provocando que el oji-verde arqueara el cuerpo hacia él, gimiendo acalorado.

 

—Bakura~ ahhh —gimió más alto y enterró los dedos de su mano derecha en el pelo ajeno, suplicando porque aquella boca no abandonara su piel caliente —te quiero.

 

El mayor dejó un chupón en el centro de su pecho y subió hacia su cuello —yo también a ti, Ryou —arrastró su lengua, húmeda y caliente, por el lado izquierdo de su cuello y Ryou gritó su nombre, restregando de nuevo sus caderas de forma errática. Bakura sabía que ese era su punto débil —joder, eres precioso —jadeó, levantando la cabeza para mirarlo a los ojos.

 

La mano en su cabello alborotado rascó suavemente su cuero cabelludo mientras los ojos lilas y verdes se encontraban, la otra se deslizó desde su espalda hasta su abdomen y bajó para encontrar el cierre de los pantalones ajenos que ya sobraban.

 

—Hey, chico guapo —le llamó el menor, mientras desabrochaba lentamente un par de botones y bajaba la cremallera — ¿acaso no piensas besarme hoy? —se mordió el labio inferior.

 

Bakura empujó instintivamente sus caderas contra la pequeña mano de Ryou cuando sintió menor presión de la ropa contra su miembro ansioso — ¿solo besarte? —inclinó lentamente la cabeza —voy a devorar cada parte de ti, pequeño, empezando por esta dulce y lasciva boquita —trazó con su lengua el labio inferior de Ryou antes de apoderarse de su boca.

 

—Joder, cariño —fue el gemido acalorado que se escuchó —más fuerte.

 

Bakura parpadeó repetidas veces, en un intento por aclarar su visión. Luego de un minuto y medio, más o menos, fue capaz de distinguir a Cassiopea y la Osa mayor, casi cubiertas​ por las​ copas de los árboles en dónde estaba colgada la hamaca donde dormía esa noche.

Frunció los labios, apretando la mandíbula fuertemente cuando más de esos indiscretos sonidos que lo habían sacado del país de los sueños llegaron a sus oídos. Gruñó y estiró un brazo hacia el suelo para tomar una roca mediana, la cual aventó al camper estacionado pocos metros a su derecha, desde donde provenía el escándalo. Aún es la oscuridad de la noche, atinó justo a un lado de la ventana.

 

— ¡Bajen el volumen, maldita sea! ¡Los escuchó hasta acá fuera! —se quejó en voz alta, pero simplemente obtuvo unas risas burlonas en respuesta, y pronto, una nueva ronda de sonidos desagradables, con los nombres de Malik y Marik claramente distinguibles.

 

Bakura se bajó de la hamaca donde había estado durmiendo y se alejó del camper en dirección al lago que estaba al sur del claro junto a la carretera donde habían aparcado a pasar la noche. 

Encendió una lámpara de queroseno con lo que quedaba de la hoguera y se la llevó junto con un saco de dormir enrollado que habían dejado fuera.

 

Al llegar a la orilla del lago, dejó caer la bolsa de dormir enrollada para usarla de almohada y colocó la lámpara a un lado, antes de recostarse allí. Se llevó los brazos tras la nuca y flexionó la pierna izquierda, luego cruzó la derecha sobre la otra rodilla y dejó que sus ojos se perdieran otra vez en el cielo nocturno.

 

Suspiró recordando el inicio de sus sueños. Aquellas bonitas memorias que no se apartaban de su mente a pesar de haber ocurrido hace ya una década.

El segundo sueño, sin embargo, no era más que otra fantasía para agregar a su larga lista, y la culpable de la incomodidad que sentía ahora entre sus​ pantalones de pijama, como tantas otras noches.

 

—Ryou —musitó su nombre con suavidad y anhelo —quiero verte otra vez —lanzó su deseo a las estrellas mientras una de sus manos rebuscó entre su ropa hasta cazar un pedazo de tela, visiblemente vieja y desteñida, ni siquiera se podría decir que conservara su color original, pero sí un bordado en lana con una forma peculiar —lo deseo tanto… —y con ese suspiro cerró los ojos, disfrutando de la noche tibia y del silencio roto apenas por los sonidos característicos de la naturaleza; también se perdió de la estrella fugaz que cruzó sobre él.

 

~∆~

 

Un plato humeante con dos huevos fritos y una generosa porción de tocino fue colocado en la mesa dentro del camper cuando Bakura se sentó, secándose el pelo con una toalla blanca en manos.

 

El albino miró al que había colocado su desayuno frente a él, encontrando la cara de Malik en una de las expresiones más tiernas y adorables que le había visto al pelicenizo — ¿Es esta tu forma de disculparte por la tortura a mis oídos de anoche?

 

El moreno tuvo la descendencia de ruborizarse y agachar la cabeza ligeramente, aun mirando a su amigo por entre los mechones de su flequillo — ¿lo siento? —susurró con voz dulce, añadiendo una taza de café con crema sobre la mesa.

 

Bakura rodó los ojos, tomando la taza en una mano y dejando la toalla sobre su cabeza —de acuerdo, está bien —cedió.

 

Malik le regaló entonces una brillante sonrisa y se lanzó al espacio vacío en los asientos junto a su amigo, abrazándose a su torso con familiaridad — ¡Gracias! Sabía que no podías estar enojado mucho tiempo.

 

—Contigo no —resopló, sacudiéndose para que Malik lo soltara y así pudiera empezar con su plato —el imbécil de tu novio es otro asunto.

 

Malik soltó una risita —Marik también lo siente.

 

—Sí, como no —Bakura rodó los ojos, claramente incrédulo —de verdad, llegaremos hoy al pueblo​ ¿no podían esperar una noche más? 

 

Malik eligió, sabiamente, quedarse callado ante esa pregunta — ¿Estás emocionado por volver?

 

Bakura simplemente se encogió de hombros, intentando aparentar que le daba igual regresar al pueblo que una vez fue su hogar, el de ambos, de hecho… y el de él.

 

—No intentes mentir, tus ojos se iluminan cuando sale el tema —lo acusó el moreno, apuntándolo con su índice derecho —hay alguien allí que quieres ver ¿no es así?

 

El albino tosió, casi ahogándose con la yema del huevo. Tomó un sorbo de su café y apretó el tenedor en su mano con fuerza —voy a matar a ese chismoso.

 

Malik se rió —no le hagas nada, en realidad Marik no me ha querido decir nada al respecto —infló las mejillas —y eso que se me da muy bien convencerlo...

 

—No quiero escuchar más —le gruñó el peliblanco, terminado su plato.

 

—Vamoooos —Malik se colgó de uno de sus brazos y empezó a zarandearlo ligeramente — ¿No me dirás nada acerca de esa persona? ¿Nada? ¿A tú buen amigo Malik?

 

El albino tomó lo que quedaba de su café —ni una palabra —sentenció.

 

— ¿Ni su nombre? 

 

—Nop —colocó la taza sobre su plato vacío y se levantó —gracias por el desayuno.

 

—Eres un amargado —se quejó el pelicenizo, recogiendo los trastes para llevarlos al fregadero.

 

—Dile a tu novio que se apresure. Nos quedan como cinco horas de camino —mencionó mientras buscaba​ un cepillo para su pelo.

 

Malik afirmó — ¿es una chica? —preguntó casualmente. Bakura resopló — ¿es un chico? —Bakura gruñó y el cepillo se enredó en un pequeño nudo — ¡Es un chico! —esta vez fue una afirmación.

 

—Ah ¡Tú ¿Qué?! —balbuceó —no he dicho que sí ni que no a ninguna de tus preguntas —se giró para reclamarle con una mirada de muerte, aunque Malik solo pudo reírse al ver el cepillo colgar, enredado en su pelo.

 

—No necesitas decir una palabra —se secó las manos, al terminar de lavar los platos —tu cuerpo habla por ti —recostó un lado de su cadera contra el refrigerador y le dedicó a su amigo, una sonrisa ladina, mientras se cruzaba de brazos.

 

Bakura rodó los ojos y le dio la espalda, para salir de camper con intención de arreglar su pelo fuera —a veces eres insufrible, Malik Ishtar.

 

El pelicenizo se rió abiertamente al verlo salir —di lo que quieras, pero me adoras así —caminó hasta la puerta del camper —pero, hey —Bakura se detuvo, pero no volteó a verlo —rezaré a las estrellas por ti, para que sea la clase de chico que no se va del pueblo —añadió más dulcemente.

 

Los hombros del albino se tensaron un momento antes de seguir caminando, lejos de Malik.

 

Estaban a solo cinco horas de "casa" y tenía que pensar algunas cosas…

 

~∆~∆~∆~∆~

Luego de un viaje en carretera a través de tres pueblos​ y dos ciudades​, que les había tomado casi tres días, Malik, Marik y Bakura estaban felices de estacionar el camper en el solar de la familia Ishtar para no volver a él en un largo tiempo.

 

Malik ni se tomó la molestia de bajar sus cosas. Corrió al interior de la casa y se abrazó a su hermana mayor, a quien no había visto en un par de años, y fue con gran emoción a conocer a su primera sobrina, la razón por la que ellos habían regresado.

 

Ishizu había dado a luz a su primera bebé hacía una semana. La pequeña nena tenía un tono de piel caramelo muy saludable, y un adorable parche de pelo negro como el de su madre; sus ojos aún eran grisáceos, y tardarían varias semanas en tomar su color definitivo, pero era una bebita hermosa.

 

Con su esposa recién dada a luz, Odion había decidido que necesitaba ayuda extra para mantener la finca, por eso se puso en contacto con su hermano menor Marik, para que volviera a casa junto a su cuñado Malik y su amigo Bakura, quien era como parte de la familia también.

 

Los tres habían estado de acuerdo en regresar al pueblo, luego de haber pasado años viajando ocasionalmente entre pueblos y ciudades por casi todo el país, trabajando como comerciantes al igual que antes lo hiciera el padre de Marik y Odion.

 

— ¿Cómo llamaron a nuestra sobrina? —Marik preguntó en voz baja, con las manos sobre los hombros de su novio, cuando los tres adolescentes entraron en la habitación del matrimonio, donde la primeriza madre estaba semi-recostada entre muchos almohadones, con la bebé en brazos. 

 

La pareja estaba justo a su lado. Bakura, un poco más atrás.

 

—Su nombre es Talila —Ishizu acarició muy suavemente una de las mejillas de su durmiente primogénita, para luego dirigirle una mirada amistosa a Bakura y un gesto para que se acercara más.

 

—Es… muy linda —logró decir Bakura, un poco superado por toda la escena familiar, dentro de la cual se sentía sobrante.

 

— ¿Te gustaría cargarla, Bakura? —ofreció Ishizu.

 

El peliblanco inmediatamente agitó las manos en negación —De ninguna manera —se apresuró a exclamar, agradeciendo internamente porque su voz no saliera como un chillido, aunque sí bajó unas octavas —es muy pequeña todavía… quizás más adelante —se rascó la mejilla derecha con el índice nerviosamente.

 

Malik se rió entre dientes, mientras que Marik le dio una rápida mirada divertida —yo sí quiero ¿cómo debo hacerlo? —emocionado, Malik se sentó con cuidado a un lado de su hermana, esperando atentamente las instrucciones.

 

Cuando el menor de los Ishtar tuvo en brazos a su primera sobrina, ni él ni Marik pudieron evitar el calor que se expandió en su pecho al ver a la pequeña morena mover sus bracitos, como tratando de reconocer a la persona que la tomaba ahora, antes de hacer unos adorables gorgoteos.

 

Bakura se sentó en una mecedora de madera roja que había en la habitación, mirando con una pequeña sonrisa lo feliz que lucía Malik, con Talila en brazos, él acurrucándose contra su hermana mayor y Marik acariciando su pelo.

 

Odion, quien había estado todo el rato recostado contra el marco de la puerta, se le acercó —felicidades —le dijo en voz baja el menor.

 

—Gracias… es increíble como un pequeño bebé es capaz de reunir a una familia ¿no crees? 

 

Bakura asintió con la cabeza, volviendo la mirada a la cama —son… una bonita familia.

 

Odion apoyó una mano en su hombro —somos —Bakura casi pegó un salto en su lugar —también haces parte de la familia, Bakura. Para Ishizu y para mí, eres un hermano menor también —luego de un momento de silencio añadió en tono bromista —nuestra hija te llamará tío también, así que vete haciendo a la idea.

 

En contra de su voluntad, las mejillas se le tiñeron con un tenue rubor. Bakura se puso en pie, rígido.

 

—I-iré a tomar un poco de aire fresco. No tardo.

 

Odion lo dejó ir con una risilla en la boca, antes de ir a sentarse al otro lado de su mujer, mientras veía a su hermano negarse a tomar a la nena de los brazos de Malik.

 

Bakura salió de la casa con las manos en los bolsillos de su pantalón, respirando profundamente, había un ligero aroma a flores en la tenue brisa que soplaba.

 

Caminó en silencio, y con los ojos cerrados, lejos de la puerta principal, hacia la cerca alambrada que delimitaba el terreno. Un sonido metálico lo sacó de lo recóndito de su mente y le obligó a volver la vista hacia el lado derecho.

Justo donde estaba el buzón de correo, había alguien ahí, colocando un sobre de correspondencia al parecer. A Bakura no le pareció alguien que trabajara en la oficina de correos así que se acercó más para detallar a esa persona.

 

Alcanzó a ver qué era una chica por el vestido de manga corta y hasta las rodillas de color celeste pálido con flores amarillas en la parte baja de la falda. Ella tenía una piel muy clara, y se cubría del​ sol con un sombrero de paja y cinta azul alrededor de la copa, el cual no le dejó ver su rostro, y apenas si permitía entrever algunos mechones de su pelo, blanco y celeste.

 

Sin darse cuenta, pisó una ramita en el suelo cuando la chica estaba cerrando el buzón, esto hizo que ella se sobresaltara y se apresurara en irse, aún sin levantar la manivela roja que indicaba la presencia de correspondencia.

Bastante curioso por esa extraña, Bakura se acercó al buzón, viendo que la chica ya había desaparecido por completo de su vista, y lo abrió, encontrándose con una solitaria carta. Le dio la vuelta y pudo leer el nombre de Malik en una perfecta letra cursiva con tinta color turquesa.

 

Bakura echó un último vistazo al camino por el que esa chica se había ido corriendo.

 

¿Quién sería ella y que tendría que ver con Malik?

 

 

Notas finales:

Buenooooo… aquí estoy yo con otro AU, un pequeño fic express. Sí, es de esos que solo duran entre tres y cinco/seis Capítulos (espero que así sea y no se me vaya de madres? como "Cuando solo falta uno")

Yo en realidad debería estar trabajando en un OS puzzleshipping cuya idea tuve antes que este… Pero es que apenas pude escribir unos párrafitos y no logro seguirlo, y luego esta idea me golpeó como si fuera el pico del pájaro loco (insistentemente) y no puedo dejarla ir. 
Además ¡Es el cumpleaños de Ryou ^^/! Simplemente NO podía dejar pasar el día sin publicar algo. Espero que les guste jeje.

Veamos en qué termina esto, porque ni yo lo sé aún n.nU

 

¡Quiero leer teorías, mis bombones de chocolate! ¡A ver qué piensan qué está pasando aquí! 
Y si veo muchos comentarios, a lo mejor subo el segundo capítulo hoy mismo, así que ¡yo veré!

 

Los amo ^^


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