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Las compensaciones que recibimos en el camino de la vida por Destinova

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Notas del capitulo:

Por fiiiin, puedo subir el primer capi de este minific que inspiró mi one shot "Sí a tí", o sea que están en el mismo universo, y de hecho esto sería como precuela, pero como ya lo dije allá, se pueden leer perfectamente el uno sin el otro. 

Pues bien, este es un fanfic ligero y sin muchas pretensiones, pero además totalmente autocomplaciente, lo cual también podría significar que se vea un poco tonto en algunos aspectos ¬//¬U…, aún así espero que pueda disfrutarse.

Lo de rigor, Naruto pertenece a Masachi Kishimoto y todo eso.

Los primeros rayos del sol de la mañana comenzaban a filtrarse por la habitación en la que cierto rubio dormía plácidamente, sobre su estómago y con su brazo izquierdo colgando de la cama. Su sueño fue interrumpido no mucho después con la ruidosa alarma del reloj que se encontraba en su aledaña mesa de noche.

–Cinco minutos más… dattebayo… –arrastró las palabras con un deje de fastidio, y bastante adormilado aún estiró su mano para callar el escándalo del aparato, sin embargo estaba consciente de que los “cinco minutos más” no podrían extenderse demasiado…

Se levantó y se desperezó dando un gran bostezo, saliendo luego de la cama al cuarto de baño para ducharse, y una vez que terminó y se vistió puso a calentar agua, la que posteriormente utilizaría para prepararse su desayuno habitual de fideos instantáneos con gran deleite, y no mucho después estuvo listo para al fin salir de la casa y cumplir con su rutina diaria.

                                                                  

                                       *****

–Buenos días –abordó a Naruto con entusiasmo un niño pequeño que se topó en su camino, tomado de la mano de su madre.

–Muy buenos días –lo saludó también la adulta, inclinándose en reverencia.

–¿Qué tal? Buenos días –les respondió con una gran sonrisa, al tiempo que se acercaba al niño y le revolvía el cabello cariñosamente, continuando con su trayecto después, resultando en más personas que lo saludaban sonrientes en cuanto lo veían, gestos a los cuales respondía igual de animado.

–Santo cielo, es él –le habló con emoción y algo de bochorno una joven a otra, cuando lo vieron a cierta distancia dirigirse directo a donde se encontraban ellas, deteniéndose esporádicamente para intercambiar unas cuantas palabras con algunos aldeanos–. Es tan guapo.  

–Sí –respondió la otra con ensoñación–, y tan encantador, ¿me pregunto por qué no tendrá novia?

–No lo sé… es muy extraño, sobretodo considerando que ya hace bastante tiempo no se le ha visto salir con nadie.

–Tal vez su trabajo no se lo permita mucho.

–Podría ser, pero… he escuchado rumores –se le acercó y bajó considerablemente el volumen de su voz.

–¿En serio? ¿Cuáles? –desde luego la invadió la intriga. 

–Bueno, se dice que de hecho si podría estar saliendo con alguien… pero en secreto.

–¿De verdad? –interrogó sorprendida.

–Sí, dicen que podría tratarse de una chica extranjera… ¡Séptimo! Buenos días –su charla se tuvo que interrumpir brevemente ante la presencia del rubio en cuestión frente a ellas.

–Buenos días –levantó la mano que mantenía vendada en ademán de saludo, para continuar avanzando, mientras las jóvenes lo observaban embelesadas.

–¡Qué tenga un fantástico día! –le dijeron al unísono.

–Gracias chicas, ustedes también, nos vemos –volteó brevemente por encima de su hombro antes de alejarse por completo de ellas, quienes prontas retomaron su conversación.

–¿Y crees que sea cierto?

–No lo sé… parece una posibilidad viable, ya sea porque quiere mantener cualquier romance discreto por su posición o porque no quiere decepcionar a sus admiradoras –analizaba.

–Tal vez… –le dio la razón–. De cualquier modo, la mujer que tenga el corazón de ese hombre será muy afortunada –finalizó con un suspiro.      

                                                                   

                                       *****

Y finalmente Naruto estuvo ahí, alzando la vista frente a la imponente torre hokage, listo para adentrarse en ella y desempeñar su labor tal y como lo hacía todos los días desde que obtuvo el tan anhelado puesto…

                                                                

                                       *****

Su codo izquierdo reposaba flexionado en su escritorio, y su mano sostenía su cabeza ligeramente inclinada, mientras leía y sellaba documentos sin parar. La manera en que sus párpados permanecían entrecerrados daba muestra de lo poco y nada congraciado que estaba con tal actividad. Terminaba con un montón y luego le seguían otros más.

–Aquí están las listas con los nombres y datos de quienes participarán en los exámenes chunin este año –entraba Shikamaru a la oficina, entregándole las hojas.

–Sí… gracias… –respondió de manera un tanto vaga.

–Claro, enseguida –por otro lado estaba Shizune hablando por teléfono–. Séptimo, es el señor Takada.

–Está bien –estiró la mano para que le pasara el aparato–. Señor Takada, que gusto oírlo… ¿en serio?... me parece estupendo que esté interesado en traer su proyecto inmobiliario a Konoha… por supuesto, nos daría muchos beneficios sin lugar a dudas… claro que me encantaría discutirlo en persona… sí, estaré complacido de recibirlo el día de mañana… sí, a esa hora es perfecto, nos vemos –colgó el teléfono, desvaneciendo enseguida la sonrisa con la que había atendido la llamada y resopló.

Ese era uno de los tantos deberes que tenía; tratar con los empresarios que quisieran hacer negocios en la aldea, ya que su puesto no solo significaba ser el líder máximo de la misma, asignar misiones ninja y estar a cargo de lo relacionado con éstos, sino que también debía encargarse de absolutamente todo lo concerniente al pueblo y lo que se hacía o dejaba de hacerse ahí, teniendo él siempre la última palabra, sentado en ese escritorio, encerrado en esas cuatro paredes, prácticamente todo el tiempo salvo cuando mantenía reuniones con autoridades de otras aldeas y países y a ellos les correspondía fungir de anfitriones.

Era tan distinto a ser un shinobi. Sin peleas. Sin emociones.

No era que no estuviera agradecido por la paz en la que vivían y que luchaban por mantener, y de no tener que morir trágicamente en batalla como algunos de sus antecesores, pero en definitiva extrañaba algo de la chispa de ser un ninja en su vida.

Y tampoco era como si no hubiera estado consciente de lo que le esperaba cuando asumió el cargo, ya que recibió instrucción directa tanto de Tsunade como de Kakashi quienes, siendo tan cercanos a él como eran, le dieron una buena noción de que eso era una parte mayoritaria de lo que implicaba estar en ese puesto, sin embargo no por eso le resultaba menos fastidioso tener que hacer ese mismo tipo de cosas cada día desde hacía casi un año…

                                                                       

                                         ***** 

El sol ya comenzaba a ocultarse. Naruto se estaba estirando un poco mientras veía por la ventana. Shizune y Shikamaru recién acababan de marcharse, el último no sin antes quejarse de los antojos raros de Temari en plena madrugada, que desde luego él tenía que satisfacer a toda costa. Le hacía un poco de gracia la idea de que su haragán amigo pronto fuera a ser padre, y al mismo tiempo lo imaginaba derritiéndose por su hijo apenas lo tuviera en brazos. Decían que esa primera vez en la que se veía y se cargaba a un primogénito recién nacido era única y mágica, tal y como él mismo había tenido el gran privilegio de escuchar de su propia madre; no dudaba que así fuera, aunque en sus circunstancias actuales parecía difícil que él supiera cómo se siente…

Regresó a su escritorio y a sus labores. No planeaba quedarse mucho más, solo iba a trabajar un poco en los pendientes más apremiantes.

Se encontraba leyendo y firmando más documentos, cuando oyó la puerta abrirse, dando paso a un muy conocido azabache, ataviado con su ya característica capa negra que le cubría prácticamente todo el cuerpo del cuello hacia abajo.    

–Se ve que lo estás pasando bien –se dejó escuchar el recién llegado con cierto sarcasmo.

–Anda, anda, búrlate de mi sufrimiento –dramatizó, sin apartar la vista de su labor–. Es tan fácil hacerlo cuando no eres tú el que está atrapado en todo este fastidioso papeleo dattebayo.

–Pues eso es lo que tú elegiste, así que acátalo de una vez o solo será peor para ti –soltó sin el menor rastro de empatía, descolocando al rubio.

–Sí, ya lo sé, no hay necesidad de estármelo repitiendo cada vez que nos vemos –su rostro adquirió un puchero indignado.

–Lo hago porque cada vez que nos vemos te estás quejando, usuratonkachi.

–Pues uno de estos días deberíamos intercambiar papeles para que veas por ti mismo el motivo de ello –ahora si lo observó, señalándolo con su índice derecho.

–Definitivamente, no gracias –se recargó un poco en la pared contigua a la puerta, cerrando sus párpados en total calma.

–Tú, grandísimo bastardo –vociferó con los ojos en blanco, en cambio una sonrisa cínica y divertida asomó de los labios de Sasuke–. ¿Y qué tal estuvo la misión? –le cuestionó adquiriendo ya la sobriedad propia del tema.

–Sencilla –sacó el reporte escrito de su bolsa de viaje y lo puso sobre el escritorio, yendo a sentarse luego en la silla que había al frente del mencionado mueble, reclinado y con su antebrazo apoyado en el respaldo. El Uzumaki le dio una fugaz mirada al documento, pero optaría por leerlo luego, prefiriendo escuchar los detalles primero de la boca de Sasuke, quien así comenzó a ampliar la información–: eran ciertas las sospechas de tus informantes de Ao Ringo acerca de la situación anormal que se estaba viviendo en el país vecino de Oku, a raíz del ataque y amenaza que recibieron de ellos con la intención de invadirlos, pero no era algo de sus habitantes, sino que se trataba de un plan fraguado por varios ninjas renegados que llevaban un tiempo instalados ahí de incógnito, mismos que tenían sometidos y amenazados tanto a los líderes de Oku como al resto de la población, coaccionándolos para obedecerlos por medio del secuestro de varios niños y mujeres, a quienes mantenían como rehenes, todo con la intención de adueñarse de ambos países, sin embargo a pesar de tratarse de criminales medianamente fuertes, en realidad no eran muy destacados en cuanto a inteligencia, y una vez que di con ellos no fue gran problema detenerlos, y del resto de los pormenores causados se están encargando los otros shinobis que enviaste.

–Menos mal –se relajó deslizándose un poco en su silla–. Dos naciones pacíficas que siempre han sido hermanas no merecen esa clase de abuso por parte de maleantes desconsiderados, así que es bueno escuchar que al final todo ha salido bien.

–Lo cual fue posible gracias a la ayuda que les estás brindando a ellos y a todos los pequeños países marginados.

–Bueno, a fin de cuentas necesitamos cooperar entre sí y estar unidos –Naruto se estiró perezosamente, aunque por supuesto que no le pasó desapercibido lo que a todas luces fue un elogio de su amigo–. Ya que después de todo, no importa lo que hagamos o cuanto nos esforcemos, es un hecho que siempre habrá alguien con malévolas intenciones tratando de causar problemas –se quedó pensativo por algunos segundos.

–No se puede evitar –acotó un tanto sombrío.  

–Pero, está bien, es decir, mientras estemos aquí para actuar al respecto, no es algo por lo que debamos preocuparnos excesivamente, ¿cierto? –recuperó su buen ánimo, que le fue transmitido a su interlocutor, el cual sonrió en asentimiento–, como justo ahora que has hecho un gran trabajo, aunque a decir verdad no esperaba menos de mi co-hokage.

–¿Co-hokage? –arqueó una ceja.

–Sí, lo he estado pensando, es un nombre que te queda bien dattebayo.

–Pues seguramente eres el único que lo cree –enunció con la certeza de saber la opinión casi generalizada que se tenía de él en Konoha, lo que no le importaba mucho en realidad.

–Claro que no, prácticamente eso es lo que eres, con la diferencia de que la parte que tú haces suele ser más interesante que la mía, y parece que así será la mayoría de las veces–se quejó por lo bajo con un mohín–. Además, solo es cuestión de tiempo para que las personas comiencen a dejar atrás sus prejuicios hacia ti, ya lo verás dattebayo.

–No todas las personas son como tú.

–Pero aún así lo harán –repuso tajantemente, soltando un suspiro después, dado que, en efecto él creía absolutamente en lo que dijo, y estaba trabajando en ello, sin embargo estaba consciente de que el cambio de mentalidad en los aldeanos pese a todo no se daría de la noche a la mañana, empero, ponerse de mal humor era lo último que quería justo ahora que el azabache estaba de vuelta, por lo que decidió zanjar el asunto de momento.

–En fin, podríamos seguir hablando, o mejor… –se levantó y se dirigió al Uchiha, sentándose con total falta de inhibición en sus piernas, rodeándole el cuello con ambos brazos–. Aprovechar el tiempo en cosas más interesantes… –le susurró muy cerca del rostro.  

–¿Ah sí? –fingió cierta apatía ante las acciones y palabras del otro–. ¿Cómo cuáles?

–Tú júzgalo –sin más preámbulo le plantó un beso en los labios, totalmente correspondido por Sasuke, que puso su mano en la espalda ajena, bajándola y subiéndola intermitentemente, mientras el rubio lo tomaba de la nuca y de los hombros. El beso al instante pasó de ser uno superficial en el que solo se tocaban los labios, a uno profundo, con ambas bocas explorándose, lento pero apremiante, con el anhelo propio de hacerlo por primera vez en un tiempo, siendo así como se estaban mostrando cuánto se extrañaban y necesitaban el uno al otro, cuanto morían por tocarse, sentirse, saborear el aliento contrario y perderse en el calor que emanaban sus cuerpos en la cercanía.

Luego de un rato, Naruto se puso de pie intempestivamente, tomando al portador del sharingan del brazo para levantarlo también.

–Permíteme esto –dijo antes de retirarle la capa y ponerla en el perchero que estaba junto a la puerta, lo que desde luego intrigó al Uchiha.

–¿Qué se supone que vas a hacer?

–Mostrarte un poco de mi gratitud por tu ardua labor –el tono seductor y el brillo un tanto lascivo en sus ojos le dieron una idea bastante clara sobre lo que se refería.

Enseguida fue conducido al escritorio, donde el rubio hizo a un lado los papeles y prácticamente todo lo que ahí había con sus antebrazos, yendo a parar directo al piso, lo que Sasuke observó de reojo con cierto gesto de desaprobación.

–Si sabes que esto es una actitud muy irresponsable de tu parte ¿verdad?

–Naaa, es divertido dattebayo –alegó cual niño pequeño que defiende una de sus travesuras–. Para ti también lo es, no lo niegues.

–Hm –volteó ligeramente la cabeza, dejando escapar una media sonrisa que le daba la razón, debido al antecedente que ya existía de ellos dos haciendo “cosas” en esa oficina, sin embargo el desastre que dejaron no fue nada que un par de clones no pudieran arreglar después.

Una vez que el azabache estuvo sentado en la orilla del referido mueble, Naruto le dio un corto beso en los labios, quitándose luego su capa para mandarla del mismo modo al perchero, comenzando a rotar en círculos los hombros y la cabeza, para dirigirse a los pies del otro y quitarle las sandalias, confundiéndolo de nuevo.

–Tú solo relájate y disfruta de la atención especial y personalizada del hokage –sentenció juguetonamente, sentándose en la silla, tomándole un pie y comenzando a masajearlo, valiéndose de algunas presiones, movilizaciones y deslizamientos en toda la planta y el empeine, prolongadamente, dejando en claro su intención y esfuerzo por hacer sentir bien al Uchiha. Tras varios minutos, subió a la parte inferior de su pierna, masajeándola un poco también, recorriéndola hasta llegar al muslo, repitiendo después exactamente el mismo procedimiento en la otra extremidad, volviéndose a tomar su tiempo, logrando, para su deleite, los resultados deseados, ya que el otro ninja podía notarse bastante relajado, e incluso se había reclinado en el escritorio con el codo.

Enseguida de terminar con aquello, se levantó y puso una palma en el pecho de su amigo, empujándolo suavemente para que quedara recostado en su totalidad en el mueble. Ahora la atención de Naruto estaba centrada en el torso de Sasuke, llevando un par de dedos cerca de su boca, deslizándolos luego por el mentón, el cuello y la clavícula, bajando un poco más y deteniéndose ahí, en el medio, específicamente en la parte del pecho del usuario del sharingan que se asomaba de su camisa, dado que la mantenía entreabierta con total intención, en un gesto que de cierto modo evocaba a su época de adolescentes, con la diferencia de que esta vez el rubio podía disfrutarlo como era debido, sobre todo al considerar que era algo bastante dedicado a él. Con tan grato pensamiento, procedió a desabotonar el resto de la prenda de mangas largas, color blanco de arriba y negro de la mitad inferior, dejando expuestos los no muy voluminosos, pero sí bien formados y marcados pectorales y abdomen del azabache, visión que no hizo sino deleitar al ojiazul, puesto que no se cansaba de admirar toda la belleza de aquel ser que le había robado el corazón; ese chico que alguna vez estuvo confundido y tan lleno de odio, quien se empecinaba en escapar de su lado, quien tras un largo y sinuoso camino finalmente se dejó alcanzar, mostrándole y confiándole sus pedazos rotos para que ambos pudieran reconstruirlos. Era por quien moriría sin dudar, o con quien moriría, tal y como ya lo había manifestado antes en voz alta, no obstante prefería mejor pensar en que aún tenían una muy larga vida por delante, misma en la que seguirían forjándose la felicidad uno al lado del otro.

Volvió a poner sus dedos sobre la nívea piel expuesta, rozándola superficialmente, de un lado a otro, arriba y abajo, dibujando líneas aleatorias en los relieves de carne, complacido con la manera en que las desiguales orbes de Sasuke viajaban de su mano a su rostro, con una expresión serena pero expectante a la vez, mientras permanecía quieto y dejándose hacer. Se inclinó ligeramente frente a él, pegando enseguida los labios en uno de sus pectorales, para repetir el procedimiento anterior ahora con su boca, haciendo algo de presión y succión, en el ombligo, en sus abdominales, y sobre todo en sus sensitivos pezones, consiguiendo que toda la piel se le erizara, y algunos suspiros bajos no se hicieron esperar, acto que, si era sincero, a Naruto le despertaba cierta sensación de orgullo, debido a que era él y solamente él quien podía ser testigo de aquella faceta inusitada y tan poco explorada en el pasado del usualmente estoico Sasuke Uchiha.

Tras haber atendido lo suficiente el torso semidesnudo, las manos del rubio bajaron directo hacia el inicio de su obscuro pantalón, prestas para abrir el botón y bajar el cierre, y enseguida trazar una línea recta con su lengua, que bajó por el pecho ajeno hasta abarcar un poco de su zona pélvica, deteniéndose solo para dejar al descubierto una virilidad a medio despertar, y una vez hecho eso, su lengua la recorrió desde la base hasta la punta con una primer y certera lambida, lo que de inmediato arrancó un gemido ahogado del Uchiha, y todo su cuerpo se puso rígido.

–¿Qué rayos estás haciendo? –interrogó con una voz aguda y débil que apenas pudo denotar su desconcierto, levantando la cabeza ligeramente para ver al otro ninja.

–Te dije que te relajaras y solo te dedicaras a disfrutar ¿o no? –le recordó desde su lugar, únicamente alzando la vista un poco, observando que el azabache, pese a notarse titubeante por breves segundos, relajó su cuerpo y bajó la cabeza, girándola a un lado, como acatando silenciosamente lo que se le dijo, mientras su rostro permanecía sonrojado y denotaba todavía algo de incomodidad, lo que el jinchuriki asumió que era normal en sus circunstancias, así que se dispuso a continuar, dando otra generosa lambida a la hombría ajena, y otra, y otra, utilizando luego su mano vendada para auxiliarse y sostener la parte en cuestión para abarcar todas sus áreas, hasta que se tomó unos segundos para determinar cuál podría ser la mejor manera de proceder con lo siguiente ya que, la verdad sea dicha, al ser la primera vez que realizaba aquello y pese a que intentaba mostrarse seguro de sí mismo con Sasuke, se encontraba un poco nervioso y tenía bastantes dudas sobre si lo estaba haciendo bien, o si incluso su compañero lo disfrutaría como se suponía que debía ser. Esforzándose por mantener a raya sus inquietudes, usó su boca para cubrir parcialmente el órgano, escuchando al Uchiha soltar una maldición estrangulada. Ahora que se estaba valiendo no solo de su lengua, sino también de sus labios que subía y bajaba, adquiriendo cada vez más profundidad por la longitud, Naruto podía sentirla terminando de ponerse rígida, y su gusto estaba percibiendo más de lleno su sabor salado, así como la humedad que comenzaba a desprender, todo ello acompañado de algunos movimientos frenéticos de Sasuke, que incluso por inercia empujaba su cadera hacia arriba, provocando junto con su inexperiencia que se atragantara un poco, haciendo de la suma total de las partes, aunque no en un mal sentido, una experiencia por demás peculiar, más aunado al hecho de que, de todos los pensamientos de connotación sexual que el Uzumaki pudo tener en su adolescencia, el hacer una felación a un hombre jamás figuró dentro de la lista…

Pero siendo completamente justo, había muchas cosas en su vida que tampoco llegaron a cruzar su mente ni por un segundo en el pasado, como pelear en una cuarta guerra mundial shinobi y ser uno de los héroes principales de esta, conocer a su padre en persona, a los otros hokages, al Sabio de los Seis Caminos, enfrentarse a una diosa… o que llegaría a amar con una intensidad abrumadora a su bastardo compañero de equipo, rival y posterior mejor amigo, y lo que sin duda era la mejor parte, menos aún pensó que éste le correspondería en su totalidad, haciendo que bien valiera la pena dejar cualquier tipo de inhibición de lado para intentar y explorar todas las formas de placer que eran capaces de sentir cuando sus cuerpos comulgaban en la intimidad.

Impulsado por aquellos pensamientos, se sintió como en una especie de desafío consigo mismo, poniendo más de su empeño en la presente labor, lambiendo y succionando el órgano en su boca como si su vida dependiera de ello, ganándose más y más jadeos y sacudidas del Uchiha, cuya mano en veces estampaba estruendosamente en el escritorio, y otras se la llevaba al rostro, presa de la apabullante sensación.

–Usuratonkachi… será mejor que te… apartes… –articuló con dificultad, dando a entender que estaba por terminar, no obstante el rubio hizo caso omiso, atendiéndolo hasta que llegó al clímax con un último y sonoro gemido.

Sasuke se reincorporó, permaneciendo sentado en el escritorio, con su pecho bajando y subiendo agitadamente al estarse recuperando del orgasmo, observando el modo en que el rostro contrario había quedado impregnado de su semilla recién expulsada tras lo dicho.

–Te dije que te apartaras, dobe –lo reprendió, aunque no había severidad real en su voz, sino más bien una sutil pena.  

–Está bien –le restó cualquier importancia con una sonrisa, llevando una de sus manos a sus mejillas para limpiarse un poco, sin embargo en ese instante el portador del sharingan lo atrajo hacia sí de la camisa, procediendo a besarlo en la boca lenta y prolongadamente. Al separarse, pasó su lengua por sus labios analíticamente, como si intentara descifrar el sabor de su propia esencia, provocando que Naruto se sorprendiera y se sonrojara, a la vez que se preguntaba si su bastardo se esforzaba por verse sensual o simplemente era uno de sus dones naturales. El azabache por su parte, cuando regresó su atención al ojiazul, no pudo evitar pensar cuan gracioso se veía con la boca entreabierta y aquella expresión atontada.   

–Sigues haciendo alarde de tu condición como ninja número uno en sorprender –comentó Sasuke, sacando al jinchuriki del mini trance, y haciéndolo sentir satisfecho, puesto que lo expresado pareció tener un significado positivo.  

–Bueno, de algún modo debo mantener la emoción en mi vida ¿cierto? Además… –le puso los brazos en la cintura para acercar sus cuerpos nuevamente–. En realidad no es algo tan difícil teniendo la inspiración correcta –estrechó concupiscentemente sus azulinas orbes.

–Ya veo… –le sostuvo la mirada unos segundos, para luego rodearle la espalda alta con su brazo e inclinarse a su oído–. Entonces… supongo que deberé tenerlo en cuenta en el momento en que corresponda y agradezca las atenciones del hokage –le susurró en un tono por demás sugerente.

–¿Eh? –el Uzumaki sintió un agradable escalofrío recorrerlo de arriba abajo, ya que lo dicho por sí solo lo encendió a sobremanera.

No quedaba ningún lugar a dudas, Naruto amaba su vida actual.

Notas finales:

Ejem, ejem ¬//¬... hasta la próxima actualización (salgo corriendo despavorida).


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