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50. La caída de Leo (30) por dayanstyle

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CAPÍTULO 1

Leo Moon no era un oso feliz.

De hecho, estaba totalmente confundido.

Estaba sentado sobre su caballo —un árabe marrón llamado Warrior— viendo al rancho desde el otro lado de los corrales, se preguntaba si Jang Hyuk iba a salir por la puerta trasera como parecía hacer todas las mañanas y rezaba por que el hombre no lo hiciera.

Hyuk confundía a Leo, y no le gustaba estar confundido.

A Leo le gustaba su agradable vida aburrida. Y Hyuk era cualquier cosa menos aburrido.

El hombre burbujeaba entusiasmo y hablaba una y otra vez sobre nada en particular. Leo nunca había oído a nadie hablar malditamente tanto en su vida. Era como si alguien llenara al chico con azúcar cada mañana y lo dejaran suelto en el rancho Moon. Leo era tranquilo, observador, y no tan seguro de poder manejar a una pareja parlanchina. Nunca estuvo demasiado interesado en los parlanchines y Hyuk era el perfecto representante de los que hablan sobre absolutamente nada cada vez que estaba cerca de Leo.

O de cualquier otra persona.

 

Había momentos en que Leo juraría que sus oídos iban a sangrar de lo malditamente tanto que hablaba Hyuk. El chico incluso hablaba con los animales de la granja. Seguro como la mierda que esperaba que su pareja no estuviera esperando que ellos le respondieran. Pero con Hyuk, realmente nadie sabía.

El hombre saltaba por el rancho de una cosa a otra cuando no estaba trabajando en el restaurante. Leo tampoco nunca había visto a alguien de tan buen  humor  todo  el tiempo. Hyuk estaba siempre sonriente, siempre saludando a una persona o a la siguiente e incluso a los extraños. Los ojos gris claro del hombre parecían brillar siempre con una cierta alegría desconocida.

¿Acaso el hombre nunca tenía un mal día?

 

—Si ves la casa con más fuerza, te volverás bizco — Seung Ho, uno de los hermanos menores de Leo, bromeó. Leo era el mayor de los siete hermanos. Fue un nacimiento único, mientras que Lee Joon era el gemelo de Seung Ho. Luego estaban los trillizos, Chansung, Hoon, y Soo Hyun. Doo Joon era el más joven y el único otro nacimiento único, además de Leo. Era un papel desalentador ser el hermano mayor de tantos, pero Leo había asumido su rol y sentía que hacía un trabajo bastante decente ayudando a su Pá a mantenerlos a raya.

Pero los gemelos y trillizos se las arreglaban para causar estragos por todo el rancho. Principalmente los gemelos, pero Hoon no estaba muy lejos detrás de ellos. —Él va a estar aquí antes de que te des cuenta, corriendo alrededor tratando de mimar a las vacas y corriendo detrás de Pá o Jinwoon.

—¿No tienes trabajo que hacer? —Leo se quejó. No le gustaba el hecho de que   Seung Ho   pudiera   leerlo   tan bien. Tampoco le gustaba el hecho de que su pareja corriera detrás de su Pá o del incompetente fey. Hyuk no debía de correr detrás de ningún hombre, excepto de Leo.

Lamentablemente, su pareja había corrido detrás de Leo, hasta que Leo le había dicho a Hyuk que le arrancaría la cabeza  si  seguía  acercándosele. Ahora  Hyuk  se mantenía alejado de Leo y él no estaba seguro de lo que debía de hacer para arreglar la situación.

Leo no estaba seguro de si debía arreglarla.

 

No quería que su pareja lo siguiera como un cachorro perdido, pero tampoco quería que su pareja siguiera a ningún otro hombre.

Joder, estaba tan malditamente confundido.

 

Leo quería una pareja como cualquier otro shifter, incluso cuando había gritado diciendo que no necesitaba una. Quizás fue su protesta la que le llevó a Hyuk. Quizás el destino se estaba vengando de todas las veces que se burló de sus hermanos por actuar como malditos idiotas por sus parejas. No estaba seguro de la razón de por qué, pero el destino estaba dándole lo justo ahora. Y fue en la forma de una sexy pareja parlanchina como el infierno.

Quizás debería ocultar todos los dulces en la casa. Eso podría calmar al hombre. Pero Leo tenía la sensación de que el comportamiento eufórico de su pareja era totalmente Hyuk.

Y ese pensamiento era jodidamente aterrador.

 

—Pá viene —Seung Ho le advirtió y luego se marchó, dejando a Leo viendo la puerta de atrás un momento más antes de que él también se fuera.

Podría ser la mano derecha de Pá, pero Eric Moon no flojeaba alrededor hasta que el trabajo estuviera hecho. Y Leo no había hecho nada excepto ver si su pareja saltaba por la puerta trasera. Su Pá se enojaría si supiera que Leo estaba flojeando así. Tenían un rancho que atender y todo lo que Leo había logrado hacer últimamente era esconderse y evadir a Hyuk, ocultándose a cada paso.

 

¿Cómo jodidos un humano convirtió a Leo en alguien que dejaba su trabajo sólo para asegurarse de que el chico no lo viera? Él era un oso. Uno grande y dominante oso shifter, que no aceptaba mierdas, y un delgado feliz-afortunado humano había llegado y había causado que tuviera temor de Dios.

Estaba tan jodido.

 

Se quitó su sombrero de la cabeza, pasándose una mano por el cabello. Era un hábito irritante que había desarrollado últimamente alrededor de Hyuk. Se encontró que pasaba la mano por la cabeza cada vez que se sentía frustrado.

Le sorprendía no estar calvo para ahora.

 

Justo cuando Leo se puso de nuevo el sombrero en la cabeza y se giró para ver a su Pá dirigirse hacia él, también vio a Hyuk salir por la puerta de atrás, agitando la mano hacia el Pá de Leo con una sonrisa tonta en su hermoso rostro.

Dios, estaba jodidamente sexy cuando sonreía así.

 

Leo rápidamente desvió la mirada. No sería bueno que Hyuk viera cuán realmente interesado estaba.

Hyuk era demasiado malditamente joven y demasiado malditamente exuberante para Leo. Es cierto que Hyuk tenía veintiún años, pero Leo era mucho mayor y mucho más sabio que el cachorro. Era lo suficientemente sabio como para saber que su pareja no iba a ser más que problemas con P mayúscula.

El hombre iba a irrumpir el tranquilo mundo de Leo y ya lo había logrado hacer. Leo no podía sentarse a leer un libro sin que Hyuk agarrara uno y se sentara junto a Leo. ¿Cómo infiernos se suponía que iba a concentrarse en lo que estaba leyendo con Hyuk sentado a su lado, tarareando mientras leía? ¿Quién tarareaba cuando leía?

El hombre no tenía ningún sentido común para Leo.

 

Su mirada fue hacia su Pá  cuando  el  hombre  se acercó. Rezaba para que su Pá no hubiera visto que se comía con los ojos a Hyuk. Rezaba para que Hyuk no lo hubiera visto. Leo aun no estaba seguro de qué hacer con el hombre, por lo que era mejor que Hyuk no tuviera una impresión equivocada.

—¿Ya repararon las cercas, hijo? —su Pá preguntó mientras detenía a su caballo Amor Perdido.

Leo bajó la cabeza asintiendo mientras trataba de escabullirse sigilosamente de la mirada de su pareja. No era que no estuviera interesado. Sólo quería asegurarse de que el señor Hiperactivo no se dirigía hacia ellos. Realmente, eso era todo. No estaba deseando que el hombre se acercara solo para poder tener un poco de atención de Hyuk, una vez más. Leo se había asegurado de ponerle fin a eso. ¿Por qué jodidos esperaba que Hyuk se acercara?

Joder, Leo era una contradicción andante.

 

—Bien. Necesito que vayas a la forrajera del pueblo y recojas mi pedido —dijo Pá mientras apoyaba sus manos en la cabeza de la silla y veía fijamente a Leo—. Y llévate a Hyuk.

Leo levantó la vista con la boca abierta. ¿El hombre finalmente había perdido la maldita cabeza? —¿Por qué? — preguntó molesto antes de haberlo pensado bien. Maldición. Ahora Pá iba a hacer que Hyuk lo acompañara sólo porque sabía que Leo protestaría.

Su padre era intratable en su vejez.

—Porque —dijo Pá, su rostro se extendió en una amplia sonrisa—, él tiene que aprender de sogas si se va a quedarse en el rancho.

Eso no tenía ningún sentido para Leo. ¿Por qué un lavavajillas necesitaba aprender acerca del rancho? Su Pá sabía que Leo era tranquilo y reservado. Su Pá también sabía que Hyuk podía hablar con una estatua. ¿Por qué su Pa lo torturaba con esa mierda de “que te acompañe Hyuk”? No podía recordar haber hecho nada últimamente para justificar que su Pá tratara de desquitarse con él.

—Pero él ya tiene un trabajo en el restaurante. — Maldición, si no sonaba como si estuviera  haciendo  una rabieta. Leo iba a tener que trabajar en su tono cuando protestaba. Él bien podría haber pisoteado en el proceso.

Leo sabía que estaba en problemas cuando los ojos de su Pá comenzaron a brillar. —He decidido contratar a Hyuk en el rancho.

Leo se quedó con la boca abierta. —¿Tú qué?

 

Pá se reía, y era un sonido horrible. Tenía un toque diabólico en sus labios mientras le sonreía a Leo. Su Pá se inclinó y tocó la parte inferior de la barbilla de Leo. —Cierra la boca, muchacho. ¿Vas a dejar que todas las moscas entren?

Leo rápidamente cerró su boca, sus ojos vagaron hacia Hyuk que estaba hablando con una de las vacas.

«Señor, ayúdame».

 

—¿Por qué contratar a alguien que no sabe absolutamente nada acerca de ranchos? —¿Y por qué su Pá le hacía esto?

 

Leo estaba tratando de mantener su distancia de Hyuk, no funcionaría si el hombre iba a estar a su lado todo el día. Su pene ya estaba duro cada vez que Hyuk estaba a metro y medio de él. Sabía que era el olor de su pareja lo que lo mantenía duro, pero también admitía que Hyuk era un hombre magnífico.

Esto iba a hacer que trabajar fuera casi imposible. No podría evitar el ayudarlo y esperar que Hyuk aprendiera sobre sogas. Sin importar sus objeciones, Leo haría lo que su Pá le pidió. Él era un hombre leal a su familia y respetaba a su Pá. Pero ¿por qué no podría el hombre pedirle que domara a Hell Raiser —el más salvaje semental negro que Leo hubiera conocido— en su lugar? Eso sería mucho más fácil que trabajar alrededor de Hyuk todo el día.

—Tengo a Jinwoon trabajando en el rancho y no discutiste sobre eso —señaló su Pá.

Sí, pero Jinwoon no era su pareja. Leo podría dejar a Jinwoon a su suerte. Leo sabía a ciencia cierta que su maldito oso no iba a permitir que le pasara nada a Hyuk. Le rugía a Leo cada vez que se alejaba de Hyuk.

Leo renunció a la discusión. Sabía que era una causa perdida. Cuando su Pá tomaba una decisión, eso era todo. —Iré al pueblo.

Pá se reía mientras llevaba a Amor Perdido de regreso hacia la casa. —No suenes como si te estuviera enviando a la muerte, hijo. Es sólo Hyuk. Él es tan inofensivo como una mosca —gritó por encima de su hombro, y luego se echó a reír mientras se alejaba al trote.

Leo entrecerró los ojos. Ese hombre sabía algo. Leo no le había dicho a nadie que Hyuk era su pareja. Pero Leo sabía que su Pá sabía. Su Pá tenía que saber que Hyuk era su pareja o no lo estaría torturando de esa forma.

Girando a Warrior a casa, Leo gimió, sabiendo que Hyuk no solo sería su caída sino también su ruina. Lo veía venir, y Leo no sabía la forma de evitar el choque de trenes que sucedería. No estaba seguro de si quería evitarlo o si quería que sucediera.

Leo desmontó de su caballo y le entregó las riendas a su hermano menor, Hoon, cuando llegó lo suficientemente cerca del establo. Él no estaba esperando el viaje al pueblo. Leo había sido un imbécil con Hyuk, y ahora iba a tener que sentarse al lado del hombre y tratar con sus acciones. —¿Puedes cuidar de Warrior por mí? Tengo que ir al pueblo por Pá.

—Claro —dijo Hoon, mientras tomaba las riendas—. Pedí una silla nueva la semana pasada. ¿Puedes ver si ya está mientras estás en la forrajera?

Leo asintió, preguntándose cómo podía salir de esto en los próximos cinco segundos y sabía que estaba perdiendo el tiempo tratando de deshacerse de Hyuk.

—Ah, y Leo —Hoon gritó cuando Leo se dirigía a la camioneta. Leo se giró y deseó no haberlo hecho cuando vio la traviesa sonrisa en el rostro de su hermano—. Diviértete en la camioneta de camino al pueblo.

Leo gruñó cuando Hoon se carcajeó, sacudiendo la cabeza mientras caminaba con Warrior de regreso  al establo. Leo no estaba seguro de si descubrió su relación con Hyuk, pero era una apuesta segura que si Hoon lo sabía, todos lo sabían.

«Maldición».

 

 

—Me han dicho que tengo que ir al pueblo con usted, señor.

 

Leo caminó más despacio y luego se detuvo, viendo hacia atrás a su pareja. «¿Señor?» ¿De dónde infiernos  salía eso? Leo se giro completamente para ver a Hyuk ahí de pie, con los grandes ojos de color gris claro lleno de algo que Leo no quería descifrar. —¿Por qué me dices señor?

—Porque —dijo Hyuk mientras sonreía, haciendo que el pene de Leo se endureciera y su corazón se derritiera—, Lee Joon me dijo que te gustaba que te dijeran señor.

Leo interiormente gruñó. Uno de estos días les iba a dar a sus hermanos una lección. Ellos jugaban alrededor, malditamente demasiado. Sólo espera hasta que pusiera sus manos en el gemelo alborotador. Leo cerró los puños a sus costados, listo para ir a buscar a Lee Joon y meterle algo de sentido común al hombre.

—¿No te dicen señor? —Hyuk preguntó, con la boca hacia abajo y el ceño fruncido.

—Dime Leo. —Se dirigió hacia su camioneta, sin esperar al joven. A medio camino de su camioneta, Leo se dio la vuelta tan rápido que casi se cayó sobre sus propios pies.

—¿Qué sucede? — Hyuk preguntó, parpadeando inocentemente hacia él.

—¡Me acabas de tocar el trasero!

 

—¿Lo hice? —Hyuk levantó las manos, mirándolas como si se tratara de una entidad diferente—. Malditas cosas, deben tener mente propia.

Leo suspiró con exasperación, agitando una mano hacia la camioneta. —Entra.

 

Hyuk saltó a la camioneta con tanta rapidez, que todo lo que Leo pudo hacer fue sacudir la cabeza. No podía creer que su pareja le hubiera palmeado el trasero. ¿En qué infiernos estaba pensando el chico? Leo no quería ni siquiera empezar a pensar en lo mucho que le había gustado la ligera palmada en su trasero. Eso haría que su cabeza explotara.

Cuando Leo abrió la puerta del conductor y saltó, casi se sentó en Hyuk. —¿Por qué estás sentado en el asiento del medio?

Hyuk señaló su cintura. —Debido a que tiene un cinturón de seguridad.

Leo se inclinó hacia delante, apuntando en torno a su pareja. —Y también el asiento junto a la puerta.

—Estoy bien donde estoy. —Hyuk metió las manos entre las rodillas. Una sonrisa permanecía en su rostro extremadamente atractivo mientras veía por el parabrisas como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo.

—¿Te vas a mover?

 

—No.

 

«Malcriado».

 

Leo apretó los dientes mientras encendía la camioneta y tomaba el camino. No sólo eran sus hermanos y Pá quienes lo torturaban sino también su pareja. ¿Todos ellos estarían conspirando contra él? Leo presionó su lado izquierdo a la puerta, tratando de poner tanto espacio como podía entre él y el joven eufórico. Pero por cada centímetro que se alejaba, Hyuk parecía seguirlo.

—¿Puedes moverte? —Leo le preguntó mientras tomaba la carretera principal. Leo se sentía tan fuera de su terreno que se  estaba  ahogando. No  sólo  Hyuk  era  excitante,  era un hombre impresionante. Si Leo tuviera que describir a su pareja, sería con una palabra.

«Lindo».

 

Leo tragó saliva cuando alcanzó a ver la cara de Hyuk por el rabillo del ojo. Dioses, su compañero era tan jodidamente lindo.

—¿Estoy en tu camino?

—Sí —gruñó Leo.

Hyuk se deslizó solo una fracción de centímetro. —¿Qué tal ahora?

Leo gruñó. Este iba a ser un largo recorrido. —Necesito que te muevas hacia la puerta.

—¿Por qué?

—Porque necesito espacio para maniobrar.  —Y necesitaba alejarse de su pareja para perder su erección. Que su pareja estuviera casi sentado en su regazo estaba haciendo estragos en su cuerpo, sumado a eso el olor de su pareja tenía a Leo a punto de... ¿qué? ¿Joder al chico?

—Hazte a un lado —gruñó.

 

Hyuk suspiró audiblemente mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad.

Leo pisó el freno tan rápido que tuvo que extender el brazo para evitar que su pareja se golpeara contra  el parabrisas. —¿Por qué desabrochaste el cinturón  de seguridad? ¿No sabes lo peligroso que es andar sin uno?

—Pero me acabas de decir que me moviera —protestó Hyuk—. ¿Cómo puedo moverme si estoy atado?

 

Leo se pasó la mano por la cabeza y luego señaló el cinturón de seguridad apoyado en el respaldo del asiento. —Sólo póntelo.

Hyuk lo miró con cautela y colocó el cinturón de seguridad en su lugar. —¿Es esto mejor, señor Contradictorio?

—Señor qué… —Leo sacudió la cabeza mientras movía de nuevo la camioneta de camino al pueblo. No iba a entrar en otro debate con el hombre. Hyuk era bueno refrenando a Leo y confundiéndolo hasta sacarle la mierda.

«Hoy no».

 

El delgado pequeño chico podría intentar poner el cebo todo lo que quisiera. Leo no iba a caer. Sólo no lo haría. Se rehusaba. Necesitaba todos sus sentidos intactos. Y eso significaba no dejar que Hyuk…

—Te pasaste de la tienda —dijo Hyuk mientras señalaba hacia la forrajera a la que Leo se dirigía.

—Mierda —Leo gruñó mientras pisaba el freno, haciendo que la camioneta se moviera ligeramente.

—Sí, el cinturón de seguridad es una buena idea —se quejó Hyuk mientras lo desabrochaba y salía de la camioneta, cerrando la puerta detrás de él.

—¿A dónde vas? —Leo preguntó al ver a su pareja caminar alrededor de la parte delantera de la camioneta.

—Puedo caminar los tres metros a la tienda. Y no estoy tan seguro de que puedas manejar. —Se dio la vuelta, subió a la acera y desapareció en la tienda.

Leo metió reversa y estacionó la camioneta frente a la tienda. Guardando las llaves, Leo entró en la forrajera e inmediatamente gruñó. Hyuk se estaba riendo y hablando con el hombre detrás del mostrador como si fueran viejos amigos. La sonrisa de Hyuk era tan irresistible y devastadora que Leo quería arrancarle los ojos al extraño hombre para que no viera la hermosa expresión.

Caminó hacia el mostrador, presionándose junto a su pareja sin llegar a tocarlo y miró con indignación al hombre que había estado coqueteando con Hyuk y haciendo que su pareja le diera una sonrisa que le pertenecía únicamente a Leo.

El hombre inclinó la cabeza en dirección a Leo, una sonrisa en su rostro. —¿En que puedo ayudarlo?

«No coqueteando con mi pareja».—Vengo a recoger dos pedidos. — Y golpear a un jodido cajero que no deja de comerse con los ojos  a  Hyuk.

Hyuk podría decir que Leo estaba molesto. Quizás después de todo tenía una oportunidad con el oso. Por la forma en la que Leo Moon había actuado con Hyuk últimamente, había pensado que el hombre no lo quería. Había esquivado a Hyuk en todo momento, ignorándolo la mayor parte del tiempo y gruñéndole cuando le daba la hora a Hyuk.

El tipo era gruñón y un hombre serio, pero Hyuk había estado esperando que Leo pudiera entrar en su manera de pensar y empezara a ser agradable.

Desde la primera vez que Hyuk puso los ojos en Leo, se había enamorado. Y luego, cuando Leo se convirtió en un oso y protegió a Hyuk, eso había sido caliente como el infierno.

Bueno, no la parte en la que Leo se convirtió en un oso, porque pensar que un oso era caliente era asqueroso, pero cuando Leo cambió a humano estaba desnudo

 

—¿Hay algo que necesites? —el hombre detrás del mostrador le preguntó a Hyuk. Oh, este hombre estaba tan abiertamente coqueteando que Hyuk quería reírse del ceño fruncido en la cara de Leo.

«Sí, que Leo se fije en mí».

 

—No, estoy con él. —Señaló con el pulgar sobre su hombro al imponente hombre detrás de él. Hyuk sabía que los hombres se fijaban en  él. Infiernos,  incluso  mujeres  coqueteaban  con  él. Simplemente nunca se sintió cómodo con eso.

—Necesito los dos pedidos de los Moon —dijo Leo mientras veía rápidamente a Hyuk. Dioses, podría perderse en esos ojos gris tormenta. Leo era poderoso, autoritario y más sexy que el aire.

Espera, ¿el aire es sexy?

 

«Como sea».

 

El hombre era todo el paquete y Hyuk quería todo para sí mismo. Si Hyuk sólo pudiera lograr sacar el palo del culo de Leo, ellos podrían tener una oportunidad. Pero tenía la sensación de que el maldito palo estaba fijo entre las nalgas del hombre con barras de refuerzo y cemento, necesitaría un milagro para liberarlo.

—¿Moon? —preguntó el hombre mientras apresuradamente comenzó a usar el teclado de la computadora—. Lo siento, no fue mi intención hacerte esperar.

Hyuk vio a Leo ante la extraña reacción  del cajero, pero el oso sólo asintió su aprobación y se puso a ver por encima de los estantes de la forrajera. Hyuk rodó los ojos y volvió a ver al dependiente. El oso necesitaba relajarse.

—Entonces —dijo el cajero cuando vio a Leo alejarse—, ¿estás saliendo con alguien?

 

Hyuk se giró hacia Leo, viéndolo con el ceño fruncido mientras trataba de parecer que estaba interesado en un tarro de mermelada. Esperó a ver si Leo decía algo, cualquier cosa... pero Leo no dijo nada.

Girándose hacia el cajero, Hyuk negó con la cabeza, sintiéndose un poco desanimado. Había querido que Leo le gritara al cajero que Hyuk pertenecía al oso gruñón. Había querido que Leo mostrara algún tipo de reclamación. Pero el oso no dijo ni una maldita palabra.

—No, no estoy saliendo con nadie. —Y maldición si no estaba provocándolo un poco.

Leo dejó salir un bajo gruñido mientras soltaba el frasco y se giraba hacia Hyuk, una nube de advertencia en  sus rasgos. Él agarró una bolsa del estante y la dejó caer sobre el mostrador. —Está saliendo con alguien —Leo gruñó bruscamente. Sus labios tan adelgazados hasta que Hyuk casi no podía verlos y Leo tenía un extraño tic en su mandíbula.

—Oh, ¿en serio? —Hyuk preguntó, curioso por saber si Leo finalmente iba a hacer su reclamación—. ¿Y a quien estoy viendo?

Tanto Hyuk como el cajero veían a Leo por la respuesta.

 

Leo apartó la mirada y se encogió de hombros ligeramente. Su hermoso rostro se había vuelto melancólico. — Sólo lo haces.

—¿Qué clase de respuesta es esa? —Hyuk preguntó con exasperación. Estaba cansado de moverse cuidadosamente alrededor del hombre. Quería saber si Leo estaba interesado o si estaba perdiendo el tiempo. El oso se comportaba como si Hyuk llevara la plaga negra, huyendo de él en cada ocasión permaneciendo a cien metros del chico. Sin embargo, él estaba aquí viéndose como si estuviera dispuesto a arrancarle la cabeza al cajero por coquetear con Hyuk.

El oso estaba confundiéndolo.

—A alguien lo suficientemente bueno. Ahora por favor, ¿puedo obtener los artículos por los que vine o tengo que hablar con el gerente? —Su voz, aunque tranquila, se elevó a una siniestra cualidad que prometía que iba a hacer precisamente eso.

Hyuk podía sentir su ira aumentar. No subía a su cabeza a menudo, pero Leo estaba actuando como un  total imbécil. Hyuk chasqueó los dedos, señalando a Leo y luego hacia la puerta. —Afuera, señor Moon. —Él vio la incredulidad escrita en la cara de Leo antes de que Hyuk se dirigiera hacia la puerta, sabiendo que de alguna manera que Leo lo seguiría.

Una vez en la acera, Hyuk dejó escapar un profundo suspiro, ya que si no lo hacía, iba a estrangular al hombre. Leo lo desconcertaba. No entendía los motivos del hombre. Leo empujaba lejos a Hyuk, pero no quería que nadie más se acercara a Hyuk. No tenía ningún sentido para él, en absoluto. El oso era una contradictoria enciclopedia hablando y caminando y le estaba dando un dolor de cabeza a Hyuk que trataba de mantenerse al día con los siempre cambiantes estados de ánimo del tipo.

—¿Me acabas de mandar que saliera? —Leo preguntó mientras salía de la forrajera, con el ceño fruncido.

—¿Por qué estás actuando así, Leo? —Hyuk preguntó directamente, cruzando los brazos sobre el pecho. Era mejor que el hombre tuviera una explicación muy buena por la forma en que había actuado adentro. El cajero no había hecho nada más que coquetear con Hyuk.

 

Leo no había reclamado a Hyuk, así que era un juego libre. Él no quería ser un juego libre, pero Leo no había dicho lo contrario. Y maldición si iba a pasar el resto de su vida solo, porque Leo no podía conseguir sacar el palo de su culo. Si Leo no lo quería, alguien lo haría.

—Porque… —murmuró Leo.

 

Hyuk giró una mano delante de él, diciéndole a Leo que mejor siguiera una explicación además de “porque…”.

»—No estás disponible para ninguna cita —gruñó Leo y luego se dirigió de nuevo a la tienda.

Hyuk se quedó en la acera un momento con la boca abierta, viendo la puerta cerrada.

«¿En serio?»

 

«¿Esa era su razón?»

 

Hyuk no estaba seguro de si debía estar feliz de que Leo no quisiera que saliera con nadie o enojado de que Leo no reconociera que quería a Hyuk.

Una cosa era segura. Leo lo confundía.

 

Hyuk se dirigió a la tienda, mirando a su alrededor hasta que vio a Leo reunir algunos elementos de  una estantería. Estudió el trasero del hombre grande, lamiéndose los labios mientras se preguntaba cómo sería sentir el duro, musculoso y rígido cuerpo cubriendo el suyo.

Maldición, ahora Hyuk estaba de pie en medio de la forrajera con una erección. —Te esperaré en la camioneta —le gritó a Leo.

Leo se limitó a gruñir.

 

Hyuk tenía la sensación de que tendría que amarrar a Leo e interrogarlo hasta que las vacas llegaran a casa y el hombre aun no reconocería que quería a Hyuk.

Hyuk gimió. La imagen de tener a Leo amarrado no ayudó con su erección.

 

 

 

 Continuara....

 


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