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Bautiful Mess por Kammy

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Notas del capitulo:

Hola mis niñas, les traigo un OS que llevaba un tiempo guardado en mis notas. Siento la demora, con todo el embrollo en el que he estado metida casi olvido que tenía planes de publicarlo para ustedes. Espero les guste, fue escrito un día de vuelta a casa mientras escuchaba una canción de The Rasmus, una de mis bandas favoritas en mi infancia, y me dije ¿Por qué no experimentar en otroS géneros? Bueno, pues aquí lo tienen. ^^

Soy un desastre
Pero al menos sé cómo
Puedo hacerte reír como nadie más.

 

[...]

 


Una ráfaga de frío viento se coló por la ventana y acarició la piel desnuda de su hombro, haciéndole estremecer ligeramente sobre la cama con un pequeño quejido mientras se acurrucaba bajo sus mantas.

En medio de su mente adormilada, Jimin pensó que era extraño que sintiera frío cuando se había asegurado de cerrar la ventana de su habitación, sin embargo, no le tomó mucha importancia ya que el sueño le sobrepasaba.

Los pequeños focos colgados sobre las repisas y techo de su habitación iluminaban el espacio decorado con suaves peluches de felpa y uno que otro caballete de dibujo acomodado en la esquina; sobre el escritorio, un montón de papeles y bocetos se apilaban. No era el lugar más ordenado pero era bonito a su manera.

Afuera, una ligera llovizna caía en una cortina de agua uniforme tan característica de otoño mientras las personas dormían. Eran poco más de las dos de la madrugada y la tranquilidad de la calle era interrumpida por el ulular de un búho en la lejanía, un par de ladridos de los perros de los vecinos y la maldición entrecortada de un chico.

Jimin no pudo oírlo, demasiado cansado como para darse cuenta de que alguien estaba trepando por la cornisa de su ventana, aupándose de las ramas del cerezo que chocaban contra el vidrio empañado.

El suave deslizamiento de las bisagras apenas y se escuchó en el murmullo de la lluvia pero el resoplido exhausto y el golpe seco sobre la moqueta hicieron al chico en la cama removerse inquieto por el repentino escándalo, frunciendo el ceño entre sueños debido al sonido de torpes pasos indiscretos.

―Oh, maldita sea. ―alguien maldijo entre dientes con voz pastosa cuando la lámpara de su mesita de noche cayó y se estrelló ruidosamente.

Jimin abrió los ojos sobresaltado, un poco asustado, y visiblemente consternado, ante el fuerte estrépito, incorporándose de la cama con el rostro adormilado para mirar al intruso que se había colado dentro.

En medio de la oscuridad, una figura se encorvaba a un lado de su cama, recogiendo apurado los trozos rotos de su lámpara favorita sin dejar de decir una sarta de malas palabras que estaba seguro había escuchado con regularidad de la boca de una sola persona.

― ¿Yoonie? ―preguntó con aprehensión, aferrándose a las mantas sobre su cuerpo al ver al chico levantarse para mirarlo.

―Oh, mierda, no quería despertarte bebé.

Jimin lo miró con sus grandes ojos desconcertados, pestañeando un poco para adaptarse a la penumbra y sentándose sobre su cama, repentinamente despierto por la visita.

―Dios, me has asustado. Pensé que había entrado Chimmy.

Yoongi dejó los restos de vidrio que tenía en la mano y se sentó a su lado, levantando una mano para acariciar la redonda mejilla de su novio con ternura al mirarlo recién levantado con el cabello alborotado.

― ¿El gato de tu vecina te sigue molestando?

Él asintió con un bostezo, apoyando su rostro en la gran palma helada que le hizo crisparse un poco, cerrando momentáneamente los ojos.

―No dijiste que vendrías hoy, te hubiese esperado despierto. ―le reprochó con un puchero, tallando su ojo derecho.

Yoongi sonrió de medio lado y se acercó para darle un pequeño beso a ese tentador piquito que el menor hacía con los labios, ronroneando bajo en su garganta al oler el delicioso aroma a nueces que Jimin siempre tenía encima.

―Se supone que era una sorpresa. ―escondió su rostro en su níveo cuello para dejar una juguetona lamida que logró que el menor se sobresaltara. -Pero tú estúpida lámpara de medusa lo ha arruinado.

―Aguarda. ―Jimin frunció el ceño al tenerlo tan cerca, mirando su rostro sonrojado y sus ojos cristalizados. Su hyung no tenía un buen aspecto, parecía bastante desmejorado y al acercar su nariz de botón sobre el rostro contrario se dio cuenta de lo que estaba pasando. ― ¡Yoonie, estas tomado!

El rubio hizo una mueca ante su tono enfadado y rascó su nuca con cierta vergüenza por la mirada que Jimin le daba. Él sabía que no debía haber venido en ese estado pero, hombre, en medio de la charla con sus amigos parecía una idea genial ir a arreglar las cosas con su niño en ese preciso momento, después de días de haber estado distanciados.

Bueno, aparentemente estaba equivocado.

―Sólo... Sólo ha sido un par de tragos, Nam vino a pasar el rato y...

― ¿Es por eso que se te ha olvidado mi cumpleaños?

Oh, mierda.

Yoongi cerró los ojos con fuerza y agachó la cabeza. Dios santo, ¿Cómo se le pudo haber olvidado? Él sabía que algo se le estaba pasando pero tenía tanto en la cabeza últimamente que apenas y podía razonar correctamente.

Había tenido una semana de mierda en la Universidad, el trabajo de medio tiempo no estaba yendo bien últimamente y tenía composiciones que terminar, exámenes para los que estudiar y cuentas que pagar. Ser independiente era una completa mierda, sobre todo si no había nadie más a quién recurrir cuando todo se tornaba demasiado asfixiante y él se había encontrado tan frustrado estos días que apenas y había tenido los ánimos de ver a Jimin por temor a volcar su mal humor en él.

Y sin embargo, la discusión que habían tenido el viernes pasado era otra cosa que añadir a la lista de todo lo que venía saliendo mal estos días y él se había sentido tan culpable por explotar justamente con su chico en aquella ocasión que no había pasado un sólo momento en que no estuviese pensando en cómo arreglarlo y pedir perdón.

Sí, ellos discutían, mucho en realidad, por todo y nada. Eran tan distintos que nunca parecían estar de acuerdo en algo y había ocasiones donde ni siquiera entendían cómo habían terminado juntos, pero, a decir verdad, era algo que no cambiarían por nada.

―No bebé, ―él dijo al fin, sin mirarlo aún. ―Lo olvidé porque soy un idiota.

Escuchó su sollozo ahogado y Yoongi de verdad, de verdad, quiso darse un puñetazo por hacerlo llorar dos veces seguidas. No había sido su intención porque si algo odiaba era ver a su niño triste, él amaba esa sonrisa de mejillas gorditas y ser el responsable de borrarla le hacía sentir un bastardo total.

Y joder, él lo era.

―Esta bien, ―Jimin sorbió su nariz, limpiando sus lágrimas. ―No era tan importante de todos modos.

Yoongi soltó un suspiro enfadado antes de llamarse a sí mismo un imbécil y levantó la mirada para encontrarse con los ojos irritados del menor. Ellos estaban un poco hinchados, por el sueño y las lágrimas, y mierda, había una tristeza en esos orbes castaños que le omprimió el corazón al pensar que su niño lo había estado esperando.

Si tan sólo se hubiese acordado, él habría dejado todo, sus clases, sus prácticas, su trabajo, sus amigos, por venir corriendo a abrazarlo, pero ahora que estaba frente a él no se sentía correcto, se sentía hipócrita y para nada sincero.

―Lo siento, de verdad lo siento. ―se disculpó, pellizcando el puente de su nariz con fuerza para evitar mirarlo.

―No te preocupes, papá vino y nos llevó a cenar a mi restaurante favorito. ―Jimin jugó con las mantas, tragando el nudo de su garganta. ―Fue divertido.

Pero hubiera querido que vinieras también. Casi pudo escuchar lo que no dijo.

Yoongi guardó silencio por un momento, no sabía que decir, además que aún se sentía un poco atontado por el alcohol en sus venas. No había bebido tanto pero estaba tan cansado que bastaron un par tragos para que se sintiera achispado, despierto y con la valentía de ir y buscar a su novio para arreglarlo todo.

Pero resulta que lo había jodido un poco más. Mucho en realidad.

―Yoonie...

― ¿Qué pasa, bebé?

― ¿Puedo...? ―el menor mordió su labio y hundió los hombros. ― ¿Puedo abrazarte?

Ah, esa inseguridad no era nada común en él. Jimin generalmente no pedía permiso, no se mostraba tímido o tenso a su alrededor a menos de que estuviera especialmente deprimido y Yoongi se sintió tan mal por ello.

―Ven aquí.

Lo atrajo entre sus brazos y lo apoyó contra su pecho, descansando su barbilla en la coronilla del menor mientras lo apretaba fuerte, muy fuerte, para hacerle saber sin palabras lo mucho que lo había estrañado, sintiendo la calidez del cuerpo ajeno contra el suyo.

― ¿Tuviste una tarta? ―le preguntó al besar su frente.

―Y velas. Ellos me cantaron feliz cumpleaños.

― ¿Hubo regalos?

―Sí, Tae me dio un estuche de pinturas ¿Quieres verlas?

Él asintió y se hizo a un lado para que se bajara de la cama. Yoongi lo vio cruzar la habitación en su pijama azul de rayas y sonrió enternecido ante la manera en que se enrrollaba las perneras. Jimin buscó entre su escritorio lleno de cosas antes de dar con el estuche y algo más que también tomó en sus manos.

―Aquí, ¿Verdad que es lindo?

― ¿Qué es eso? ―preguntó, señalando el papel en su mano.

―Oh, es... es sólo una foto.

Jimin se la mostró y Yoongi observó la instantánea de él y su familia, sonriendo frente a una tarta de fresa con chocolate. El menor se miraba realmente hermoso con ese conjunto en negro y una vez más lamentó no haber estado ahí para decirle lo precioso que estaba.

―Minnie... ―llamó suavemente. ―Ven, bebé. ―dijo palmeando su pierna.

Él obedeció y se sentó en su regazo, quedando frente a frente para mirarse a los ojos en medio del silencio.

― ¿Qué es Yoonie?

Le dio una sonrisa, pequeña, sincera y suplicante antes de finalmente hacer lo que había anhelado este tiempo donde estuvieron enfadados. Besar sus labios.

Atrapó su boca en la suya, tomándose el tiempo para saborearlo y disfrutar de la suavidad de sus belfos. Los brazos de Jimin rodearon su cuello y sonrió en medio del beso al sentirlo suspirar sobre sus labios.

Bajo las manos hasta su cintura y acarició con suavidad sobre la tela, sin prisas, sin segundas intenciones, simplemente compartiendo ese pequeño momento bajo las lucecitas del techo.

―Hyung... ―el menor susurró bajito, separándose un poco. ―Estas mojado.

Cierto, lo había olvidado.

Había hecho todo el camino desde el bar hasta la casa de Jimin bajo la lluvia, sus ropas se habían empapado y posiblemente arruinado pero no importaba.

Yoongi maldijo de nuevo y tomó su vieja chaqueta para deshacerse de ella pero antes de que pudiese quitarla, las manitas de Jimin lo estaba haciendo por él y se dejó hacer, sonriendo cálidamente ante el tacto de su niño.

―Sobre los que dije esa vez, ―comenzó, alzando los brazos para dejar que también la remera saliera por su cabeza. ―No lo decía enserio bebé, yo estaba siendo un imbécil total y...

―Shhh, ―el dedito regordete se posó sobre sus labios mientras Jimin negaba con una sonrisita comprensiva. ―No digas nada, Yoonie, entiendo.

El menor besó sus mejillas frías, su quijada perfilada y el sensible lugar entre su mandíbula y cuello para después dejar una mordida en el hombro descubierto. Y Yoongi suspiró complacido, extasiado y enamorado cuando sintió la forma en la que el cuerpo ajeno se amoldaba contra el suyo, tan cerca que no pudo mantener las manos quietas.

No supo cómo ni cuando ni quiso detenerse a pensarlo cuando se encontró en la calidez de las mantas, entre los brazos de Jimin, siendo acogido por la cuna de sus muslos trabajados. No importaba tampoco porque no deseaba estar en ningún otro lado más que en esa pequeña burbuja de emociones y sensaciones, de palabras no dichas y gemidos ahogados, amándose en la penumbra de una habitación que se había convertido en su pequeño rincón en el mundo donde se sentían a salvo.

Y Yoongi se aferró a él como un náufrago a la tierra firme, tan consciente de que Jimin representaba esa estabilidad que había buscado siempre y encontrado en el chico de ojos sonrientes que lo había aceptado tal cual era.

Un jodido desastre que siempre estaba metido en problemas, demasiado ocupado a veces para recordar las fechas importantes y con grandes sueños pendiendo sobre su cabeza.

―Dios, te amo, ―gimió en su oído, aferrando sus caderas, escuchando sus quejidos. ―te amo, te amo, te amo.

Jimin lo abrazó con las piernas, buscando su boca para besarlo, hundiendo sus manos en su cabello para mantenerlo así, justo así, en ese hermoso momento donde se unían entre el desespero, el deseo y el amor que compartían sin importar el tiempo.

―Yoon... Yoonie~

Chilló su orgasmo con el rostro oculto en su pecho, temblando debajo de él con los párpados cerrados y el sonido de su corazón latiendo en sus oídos por encima de los gruñidos de su novio, disfrutando del peso encima de su cuerpo, del movimiento fluido de sus caderas y los cariñosos susurros sobre su cabello cuando finalmente se quedó quieto.

Jimin suspiró satisfecho y repartió pequeños besos en todo el rostro acalorado de Yoongi, amando la intimidad después del sexo, cuando permanecían unidos y abrazados por un largo tiempo, perdidos en la mirada del contrario, sonriéndose con pereza y cansancio, susurrando mil te amos.

―Yoon...

― ¿Umm? ―el mayor se levantó sobre sus codos, llevando un rebelde mechón de su cabello detrás de su oreja con una sonrisa enternecida.

― ¿Estamos bien?

―Lo estamos bebé.

Lo besó en la frente mientras lo acobijaba entre sus brazos, mirando la lluvia caer a través de la ventana abierta conforme el resplandor del amanecer se vislumbraba en el horizonte.

―Minnie... Feliz cumpleaños.

Jimin rió bajito, cerrando los ojos para dormir un rato, sintiéndose tan cansado y arrullado.

―Te amo, tonto.

Sí, ellos eran esto. Y estaba bien porque eran perfectos justo así.

 


[...]

 

Un desastre.
Pero al menos siempre 
hé sido yo mismo
Sin ningún hechizo mágico.

I'm Mess|The Rasmus







 

Notas finales:

¿Qué tal les pareció? :3

Admito que escribir romance no es lo mío pero he estado haciendo mi mejor intento. E igual estoy comenzando a retomar mis proyectos porque extraño mucho sumergirme en ellos pero sobre todo a ustedes mis niñas, me hacen mucha falta T^T

Les muchos besitos hasta donde sea que se encuentren.

 

Kam 


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