Su corazón se rompía en pedazos y él ni siquiera sabía cómo reaccionar.
Patético.
«Soy tan patético.» Era lo único en lo que podía pensar Kenma Kozume. «¿Quién descubre a su pareja siendo infiel y se queda escondido llorando?»
Quizá todos, quizá nadie, no lo sabía. Nunca pensó encontrarse en esa posición, nunca se imaginó cómo reaccionaría, nunca temió que eso le pudiera ocurrir ¿cómo iba a hacerlo? Kenma llevaba 10 años con su novio, Kuroo Tetsuro, desde que él tenía 16 y Tetsuro 17. Aunque se conocían desde hacía mucho, mucho, más tiempo.
Si pensaba en el pasado, Kuroo siempre había estado presente en su vida, como vecino, como mejor amigo, como capitán. Eran de ese tipo de parejas que nunca imaginarías separadas, algo así como una oferta 2x1 de la vida.
Pero parecía que para Tetsuro no había sido suficiente.
Desde hacía unos meses, Kuroo llegaba tarde a casa más a menudo, no se encontraban a la hora de comer y apenas hacían planes con sus amigos. Pero Kenma no le dio importancia, porque aunque llegaba tarde, por la mañana siempre lo despertaba besándolo en la nariz, le preparaba el café como a él le gustaba y continuaba cuidándolo como siempre había hecho.
Quizá debería haber dado más importancias a las ausencias, quizá debería haberle reprendido por los olvidos... A lo mejor de haberlo hecho, ahora no se sentiría tan roto. A lo mejor si hubiera sido diferente, Kuroo no…
La sola acción de recordar lo que había visto hizo que le entrara una arcada.
¿Qué era eso que sentía? De no ser porque era una persona lógica y racional, pensaría que de verdad estaba roto. Su mente estaba en blanco, su cuerpo era recorrido por escalofríos de forma constante, las lágrimas no dejaban de aparecer por mucho que las limpiara.
¿Y ahora qué?
¿Cómo continuar? ¿Qué había después de eso?
Se ahogaba, se sentía perdido, roto, vacío. Quería volver ir un día hacia atrás. Quería borrar lo que había visto. Quería que Kuroo lo volviera a querer. Quería que todo fuera como antes. Quería que todo desapareciese. Quería…
Tenía que parar. Si continuaba así, acabaría perdiéndose a si mismo y eso es lo único que no podía permitirse.
Con pasos inestables y los ojos vidriosos, Kenma sacó una pequeña maleta del armario y comenzó a guardar ropa de forma aleatoria, algunos objetos y cosas básicas de aseo. Su mano tembló insegura antes de coger una fotografía donde aparecía con Kuroo el día de su graduación. Aún no podía despedirse del todo.
Con letra desordenada, y haciendo más fuerza de la necesaria, escribió la nota de despedida que Tetsuro leería unas horas más tarde. No le desearía suerte, ni felicidad con ella, pero tampoco le guardaría rencor. Esperaba, de verdad lo hacía, que en algún momento los recuerdos felices vencerían a todo ese dolor.
«Gracias por todos estos años, gracias por cuidar de mi.
Solo siento no haber sido suficiente, espero que ella lo sea.
En una relación como la nuestra, no hay lugar para rencor.
Pero no me busques, no quiero volver a verte.
Siempre te querré,
K.K. »