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ASESINO por juda

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Fernando estacionó su camioneta en el inmenso estacionamiento del edificio, se apeó y estaba por dirigirse hacia las escaleras cuando vio un vehículo conocido llegar y parar a unos cuantos metros de él. 

En cuanto lo reconoció, al castaño, se le implantó una sonrisa inmensa en el rostro. El pecho subió y bajó, con el corazón atolondrado mandando señales al cerebro para que envíe dopamina a todo el cuerpo. Ver ese vehículo, era verlo a él y verlo a él... era ser feliz.

El hombre de cabello negro bajó del auto con sus lentes oscuros, ni bien lo hizo otro auto llegó y estacionó detrás.

Fernando arrugó el entrecejo.

El hombre con su traje y corbata negra se aproximó a él, caminando seguro.

Fernando miró hacia atrás.

-Ariel... ¿qué pasa? -preguntó casi en un susurro cuando lo tuvo cerca.

Ariel llevó la mano al interior de su saco y desde la cartuchera que siempre portaba debajo del brazo extrajo el arma y le apuntó a la cabeza.

-Tengo órdenes de matarte -dijo con voz gruesa y Fernando hizo un paso atrás, horrorizado.

La bolsa que llevaba en las manos se cayó y una caja de leche reventó en el suelo.

Miró el arma que temblaba frente a sus ojos.

-Qué?

-Tu esposo me manda a matarte -aclaró con la voz gruesa y rota.

Fernando vio cuando una lágrima caía por debajo de sus gafas oscuras y tragó duro.

-Amor -gimió Fernando y Ariel tembló aun más, luego retrocedió trastabillando, dos hombres se apearon del vehículo que iba detrás. 

Ariel se inclinó, llevando las manos al pecho, gritó fuerte ante la angustia de lo que sucedía, el horror de lo que iba a suceder, y antes de que los hombres se acercaran a su Fernando bendito, giró y les disparó a la cabeza. 

Fer gritó horrorizado, Ariel volteó a verlo, el rostro distorsionado por el dolor y le gritó.

-HUYE! -acto seguido, se llevó el arma a la sien... y se disparó.

***

3 meses antes...

Sonaron dos golpes y el hombre sentado ante un imponente escritorio dio el permiso para que entrara.

Fernando apareció con su equipo deportivo: pantalones amplios, camiseta grande, gorra negra.

-¿Puedo dejar mi bolso aquí? -preguntó, y el hombre levantó una ceja.

-¿No deberías saludarme primero?

Fernando sonrió de costado, se acercó y lo besó en los labios; el hombre lo sostuvo por la nuca para que no se escapara y profundizó el beso, le pegó un tirón en el brazo y el muchacho cayó en sus piernas.

-Quiero ir a entrenar -se excusó sobre sus labios y el hombre lo observó.

-¿Por qué vistes siempre así? Nos casamos en menos de un mes y necesito que te veas a la altura de todo esto -susurró abriendo los brazos para señalar la amplia oficina que se encontraba en un edificio lujoso de la ciudad.

Fernando lo observó un momento antes de contestar.

-¿Es necesario todo este teatro? Mi padre necesita que tu firma se una a la de él, estoy de acuerdo con eso. Si mi padre se va a la bancarrota, pierdo mi academia de baile. No me interesan los negocios entre ambos siempre y cuando yo pueda seguir haciendo mi vida.

-Pero tu vida ahora me involucra a mi! y no me dejas muy bien ante los demás si andas con esas fachas.

-El trato era un matrimonio legal y unir las dos empresas. Por suerte me gustas, Marcos, pero no tanto como para cambiar mi estilo de vida!

Marcos Andrada sonrió, le gustaba que Fernando fuera tan sincero, tan superficial y materialista. Encajaba justo a su medida: era un muchacho bonito que podría mostrar en todas las reuniones de viejos imbéciles podridos en plata. Los conocía, esos viejos podían hacer grandes inversiones si un niño como Fer les movía un poco las caderas... y Fer, por dinero, movería sus caderas.

-Tengo entreno, esta tarde doy clases, tengo 3 alumnos nuevos! -le comentó orgulloso de si mismo mientras se levantaba de sus piernas y Marcos le pellizcó el culo, Fer sonrió y le cerró un ojo.

-Esta noche tengo una cena importante con unos...

-Ya sé! inversionistas! Me pondré mi mejor traje, no te preocupes, conozco el protocolo. Mi padre lo usaba conmigo, era su muñeco para atraer viejos babosos.

Marcos lo miró sonriente.

-No me ofende. Si puedo ayudar en algo para que nadie me saque mi academia de baile... lo haré. Siempre y cuando no me pidas que se las mame, por supuesto.

-Fernando Deroy! Serás mi esposo. Nadie toca lo que es mío. Soy capaz de cortarle la mano al que se atreva a tocar un lápiz de mi escritorio así que mucho menos permitiré que te pongan una mano encima.

Fernando lo observó un rato: había sido un buen trato. Ahora tenía un hombre que lo protegía de los viejos babosos (su padre muchas veces no tenía el carácter suficiente y siempre existía alguno que se pasaba de la raya con las caricias) y podía dedicarse a lo que amaba. 

La vida no podía ser mejor!

-¿Crees que esta noche, luego de la cena, podamos divertirnos un poco? -preguntó Marcos levantando una ceja y lamiéndose los labios.

Fernando sonrió.

-En tu departamento o en el mío?

-El tuyo es una pocilga con olor a sudor, el mío!

Y Fer largó una carcajada aguda mientras asentía.

-En tu departamento será! -y salió.

Saludó a la secretaria con una reverencia y caminó por el corredor hasta el ascensor. 

Lo llamó.

Fernando tarareaba una canción lenta mientras esperaba; las puertas se abrieron y él quiso entrar pero había alguien dentro que intentó salir y se chocaron.

-Perdón -pidió el hombre vestido de traje negro y gafas oscuras, y lo tomó de los brazos porque el empujón había sido fuerte y Fernando casi perdió el equilibrio. Fernando sonrió.

-No! está bien! fue mi culpa, no me fijé.

El hombre le sonrió y se alejó por el corredor.

Fer ingresó al ascensor, tenía el dedo a milímetros del botón pero le ganó la curiosidad, sacó la cabeza y espió.

-El señor Marcos Andrada me está esperando -le dijo a la secretaria y la secretaria le preguntó el nombre -soy Trabor. Trabor Ariel.

Fernando metió la cabeza y tocó el botón de planta baja. Expulsó el aire y sonrió de costado.

-Estaba como para partirlo en ocho -se dijo despacito y volvió a reír de su propia ocurrencia.

***

La puerta amplia se abrió y Marcos extendió los brazos.

-ARIEL! -gritó.

El hombre de traje negro se sacó las gafas oscuras y sonrió, y cuando sonrió lo hizo ampliamente.

El muchacho se acercó alegremente y lo abrazó con fuerza. Ingresaron los dos a la oficina y Marcos cerró la puerta.

-Te has puesto aun más hermoso! -dijo mientras lo miraba de arriba hacia abajo.

Ariel largó una carcajada grave.

-Es que éstas cosas de gente seria me quedan bien -respondió señalando su traje. -Me lo puse especialmente para venir a verte, sé que te gusta que te visiten en tu oficina con sobriedad. Y como ya me vieron entrar como todo un señor, dejaré de lado tanto protocolo -y se sacó  los zapatos para sentarse en el sofá con las piernas cruzadas a lo indio.

Marcos lo observó sonriente.

Ese era el secreto de Ariel Trabor!

Ariel era un hombre de sonrisa fácil, sumamente carismático, cuando estaba entre mucha gente actuaba con timidez... porque era tímido! y cuando alguien le agradaba sonreía mostrando todos los dientes, el labio superior se levantaba de una forma extraña dejando expuesta al mundo su sonrisa amplia. Se comportaba como un niño muchas veces, pero a la hora de matar... no dudaba! Ariel era uno de los mejores sicarios que conocía.

Nadie lo esperaba, nadie le temía y ese era el secreto de su éxito. Cuando Ariel se aproximaba, la gente sonreía ante su belleza y carisma. Nadie.... esperaba el disparo en la cabeza.

Ariel Trabor era una bestia fría. Era un monstruo con rostro de ángel.

-¿Hace cuanto que no nos veíamos?

-A ver -pensó el muchacho y jugó con los dedos de los pies -tuve que encargarme de uno de tus aliados que te había traicionado en julio del año pasado. Si! el 9 de julio. Ese fue el último trabajo que hice para ti, hace ya más de un año!

-Hace más de un año!! -se sorprendió y luego lo miró socarronamente -¿no me extrañaste?

-A tus encargos o a tu pija? Tuve tres encargos más de otros empresarios así que económicamente me va muy bien y tengo pijas cuando las necesito así que se podría decir que no te extrañé demasiado -respondió recostándose en el sofá, jugando con los pies.

Era un niño y a Marcos se le hacía agua la boca recordando cuando fueron amantes hacía un par de años atrás. El hombre miró la hora, se arrodilló frente a él y le masajeó los pies.

-Esta vez el pago será mayor, necesito que elimines a un traidor pero todavía no se cual es. Tienes que averiguarlo.

-¿Tienes idea al menos de quienes pueden ser?

-Esta noche dos de mis socios tendrán una reunión con Gustavo Smith para poner el precio para un cargamento de cocaína. Se la estamos vendiendo y él la comercializa en su club de música y streepers: El Gladiador. El mes pasado perdí un comprador importante y me llegó la información que uno de mis socios está vendiendo la droga por su cuenta a un precio mucho menor.

-Me la estás complicando, ¿por qué no me avisaste antes? ¿a qué hora es la reunión?

-No te avisé antes porque pensé que podría sacar los datos y eliminarlo. Pero mis hombres no lograron sacar ninguna otra novedad. Cobras caro, Ariel! Tenía la esperanza de prescindir de tus servicios.

-¿A qué hora es la reunión? -insistió con el ceño fruncido.

-Dentro de dos horas en un restaurante de un amigo de Gustavo, Stigma. ¿Lo ubicas?

-Si, en ese antro hay trata de personas. -Ariel se puso los zapatos -Necesito fotografías de tus socios.

-Hecho, las tendrás en tu celular en un par de minutos.

-Ok, ¿debo informarte de los resultados para que des la autorización de eliminarlo o finalizo con el trabajo esta misma noche?

-Confío en tu olfato. No es necesario que me traigas pruebas de que es el traidor, con que tu descubras quien es y lo elimines, me basta. Confío en ti.

-En el trabajo la confianza está de más. Mañana a primera hora estaré cobrando mi trabajo y traeré la prueba de que tu problema ya no existe -respondió guiñándole un ojo.

-O podrías regresar esta noche a la oficina y antes de pagarte, festejamos un poco que hubo un buen desenlace!

-En tu oficina??? Ya no tengo la categoría suficiente como para que me lleves a tu casa?

-Esta noche en mi casa estará mi novio. Me caso en menos de un mes.

Ariel levantó las cejas y largó una carcajada.

-Wow! debe ser un negocio importante como para que llegues a casarte!!

-Es hijo de los Deroy. Si! es un negocio importante. Con nuestro matrimonio legal, unimos las firmas.

-Me alegro por ti -respondió arreglándose el traje, el cabello y poniéndose las gafas oscuras. -estaré comunicándome contigo para ver si tengo ganas de festejar o solo paso a cobrar mi dinero mañana.

y guiñándole un ojo, se marchó.


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