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Encadenado por endora

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada.

Encadenado







¿Se puede vivir encadenado sin estar atado?



Llevo años preguntándome lo mismo ¿Será que algún día el mar me responda esa pregunta?

Un suspiro lastimero y agotado sale sin quererlo de mi garganta, no me siento tan fuerte. No sé si pueda afrontarlo. Por eso me fui, regrese a Siberia, no soportaba el hecho de no poder estar juntos. Desde que nos enteramos de… lo que en realidad somos, decidimos separarnos. Cierto que viví un tiempo como todos los demás en la mansión Kido o el Santuario. Pero todo llego a un punto en que se hizo insostenible.



Te habías ido, a reconstruir la Isla Andrómeda al lado de tu amado maestro y de tu amiga June. Un día simplemente lo dijiste Comenzamos a salir y mi mundo cambio. No sé qué esperaba ¿Qué te quedaras solo acaso? Que eligieras el celibato como lo hice yo. No, sin duda tú merecías tener a alguien, tener una familia normal. Sin remordimientos.



El viento sopla moviendo mis cabellos y le doy una despedida mental al frio mar de Siberia, el avión que me llevara a Japón no tarda en salir.



Todo esta tan igual y tan diferente, nada más aterrizar me topé con esos rostros serenos que Vivian en mis recuerdos. Tome un taxi y mire mi reloj, sabía que tenía que comer algo porque no había desayunado, pero me había levantado sin apetito alguno. Supongo que es la ansiedad aderezada por el miedo y la nostalgia. Finalmente decido pedir un taxi, más de doce años fuera tienen su coste y hay muchos comercios que han desaparecido y otros más que tomaron su lugar o el de los escasos terrenos baldíos, nuevos complejos departamentales, nuevas fábricas. Casi siento que pase toda una vida lejos de aquí, y casi era así, fue casi media vida lejos si hago bien conciencia de ello.



Al llegar doy un largo suspiro, el taxista me mira extraño, quizá esperando que no tenga para pagarle y por orgullo le dejo una buena propina. No, mi suspiro no fue por eso. Mi suspiro es por algo más. Camino en dirección a la entrada, no me anunciare, así que me brinco por uno de los muros traseros para entrar por la cocina, no me apetece llegar y que lo primero que vean mis ojos en la mansión sea la calva de Tatsumi mirándome como si fuese una alimaña.



Los árboles, las flores, el viejo gimnasio. Todo sigue ahí y me pregunto si los veré a todos hoy, quizá y no haya nadie, tal vez todos estén fuera celebrando antes de lo debido. Pero antes de llegar a la puerta escucho la inconfundible voz de Seiya, está riendo, Shiryu le sigue en lo que parece una broma, un bufido que no puede ser de nadie más que de Ikki. Y me acobardo, doy unos pasos atrás y me pregunto si es lo correcto.



Miro al cielo, el sol aquí está brillando aun, tan distinto a mi hogar. Aquí sigue estando en un punto alto del cielo, lo cual hace que parezca que es una hora más temprana de lo que en realidad es. Quizá debí darme otra vuelta, o llegar días después. Aunque ciertamente sentía que no podía postergarlo más, he llegado demasiado tarde para lo convencional, pero era demasiado pronto para mi paz mental. Respiro de nuevo y dejo el equipaje ahí, simplemente dejo la maleta en el jardín sobre el pasto.



Bajo mi rostro y centro mi vista en la puerta de color blanco frente a mí, la miro con decisión, doy un par de pasos pero antes de decidirme a abrirla levanto mi mano derecha y bajando lo más posible mi cosmos hago salir una pequeña cantidad de copos de nieve, solo para sentir que soy solo una pequeña parte del cosmos mismo, del universo, para sentirme conectado con este, pero a la vez para saberme dueño de mi propia fuerza y voluntad, para hacerme ver que es lo que puedo lograr.



Dejo salir el aire que no sabía que estaba conteniendo y al fin me decido a tomar la perilla y girarla, al abrir la puerta lentamente siento como es que varios pares de ojos voltean a observarme y el súbito cambio en la expresión de sus rostros, los cuales habían dejado muy atrás sus rasgos juveniles. Seiya y Shiryu a mi derecha, como siempre el Pegaso con un plato de algún tipo frente a él y sosteniendo una cerveza sentado a la mesa, el Dragón está recargado en esta con sus brazos cruzados sobre su pecho, el Fénix está a mi izquierda con una lata de cerveza en la mano mirándome como si fuese un aparecido y frente a mi estas tú. Tus ojos verdes parecen resplandecer al mirarme y una sonrisa surca tu rostro, trago duro, esos ojos siguen impresionándome, tal pareciera que fuesen a soltar unas lágrimas, no puedo evitar el movimiento brusco y acelerado de mi corazón…



Y una mano se mueve entrelazada a la tuya, luce un anillo con un diamante en él, mis ojos viajan hacia la dueña de esa mano que se aferra a la tuya, su cabello rubio sigue siendo de un largo exuberante, sus ojos azules me miran con algo parecido al anhelo y tristeza, su mano te aferra más fuerte y volteo hacia los demás para saludarles. Has bajado la mirada y yo me dejo palmear la espalda y abrazar un poco, devuelvo los saludos y abrazos, mirándote a la distancia, tan cerca y tan lejos de mí. Pero me recompongo lo mejor que puedo a pesar del doloroso nudo en la garganta y la pesadez que invade mi pecho. Después de todo solo a eso he venido, a tu próximo matrimonio.




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