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between letters › jikook. por Neverislate

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«Si hoy me volviera un monstruo y decidiese matarlas, una por una, ellas sólo se darían cuenta cuando casi todo el rebaño hubiese sido exterminado —pensó el muchacho—. Porque confían en mí y se olvidaron de confiar en su propio instinto. Sólo porque las llevo hasta el agua y la comida.»

El muchacho comenzó a extrañarse de sus propios pensamientos. Quizá la iglesia, con aquel sicómoro creciendo dentro, estuviese embrujada. Había hecho que soñase el mismo sueño por segunda vez, y le estaba provocando una sensación de rabia contra sus compañeras, siempre tan fieles.






 

Y de pronto un suspiro salió de sus labios con evidente frustración. ¿Cuánto tiempo yacía de pie frente a aquel estante? No podía negarlo, pero se sentía completamente ridículo.

Era un lindo lugar de todas maneras. Las personas a su alrededor eran contables con los dedos de las manos y silenciosas, agradablemente silenciosas. Jungkook se encontraba totalmente sumergido en aquel ambiente que lo llenaba de una paz y confort inigualable, hundiéndose entre montañas y montañas de libros que habían sido ordenados tan rigurosamente por nombre y autor por aquel atractivo joven de ojos sombríos al que no dejaba de dedicarle miradas tímidas cada que tenía oportunidad.

El gratificante aroma a libro nuevo lo inundaba y bajo su punto de vista, había un ruido ensordecedor de cientos y cientos de libros gritando desesperados para ser tomados por sus tan ansiosas manos. "¡Léeme, tómame!", juraba escuchar que le decían. Pero no importaba el paraíso en el que había ingresado por segunda vez aquella semana, no cuando en su mente no había nada más que la idea de llamar la atención de aquel muchacho que parecía yacer indiferente ante cualquier otra existencia que no fuera la de esas páginas que devoraba.

Aquello se estaba volviendo un total martirio, ni siquiera era capaz de otorgarle la debida concentración a las páginas que sostenía con la delicadeza que merecían. Y qué va, aquel libro ya lo había leído antes, pero... ¿no era esa la forma adecuada de disimular? Era tan sólo otro joven común y corriente, asistiendo a la librería que lo había cautivado para ojear un par de ejemplares por los rincones. ¿Acaso estaba actuando bien? ¿O será que las personas a su alrededor o el dueño de sus actuales pensamientos podían leer en sus ojos las segundas intenciones que tenía?

De pronto la campanilla de la puerta distrajo su atención, alguien se había marchado de la librería y sin comprar nada, al parecer. Quizá debía elegir algún libro para fingir correctamente y mientras más lo consideraba, más parecía acercarse a un plan brillante.

Paso número uno: Solicitar la ayuda de aquel atractivo empleado que vivía en las nubes, o mejor dicho, que vivía sumido en su mar de letras.

Paso número dos: Comprar un libro.

Paso número tres: Entablar una charla casual.

¿Cuántas veces debía llevar a cabo el mismo patrón con tal de conseguir su teléfono o alguna cita? Sin embargo, había un pequeño y molesto detalle con su plan magnífico, y es que Jungkook no era más que un simple estudiante de primer año de danza. El dinero no era algo que le sobrara y a decir verdad, ni siquiera estaba seguro de tener dinero suficiente en sus bolsillos para pasar por algo de cenar y tomar el autobús a casa.

Excusas, excusas... ¿cuál otra podía adoptar? "Usa la cabeza, vamos", murmuraba a un volumen sólo perceptible para él mismo mientras volvía a dejar el libro en su lugar y simplemente se quedó allí, totalmente estático a la par en que examinaba con bastante devoción de aquel título con letras anaranjadas en el que se leía "El Alquimista" en grande.

La misma sensación de fracaso que había tenido el día anterior, regresaba a él.










 

Quinto día consecutivo, la librería se encontraba cerrada. ¿Es que acaso el horario era diferente el día sábado? Ese detalle no lo había considerado dentro de su planificación, pero allí se encontraba, bastante relajado —o eso quería aparentar— y sentado en una de las bancas del parque frente a la tienda. ¿Cuántas veces había mirado de reojo hacia la puerta? Debía admitir que había perdido la cuenta, pero cual acosador o un fiel admirador, sólo permanecía allí, esperando a ese empleado al que había estado observando como si fuera la criatura más bella en La Tierra.

"Llega, por favor", rogaba una y otra vez con ojos esperanzados y de pronto aquel ser que tanto había anhelado durante su larga espera al fin se encontraba allí, sacando las llaves de los bolsillos para quitar el seguro de la puerta y abrir el local. Ese sería el día, tenía que serlo, ¿porque cuánto más podía seguir yendo allí sin comprar nada en lo absoluto?

— Vamos Jungkook, como lo ensayaste —se animaba.

Una persona entró y fue la señal que necesitaba, era hora de ingresar también. ¿Qué libro debiera tomar esa vez? Había pensado que tal vez debía buscar el mismo que ese chico estaba leyendo, ¿sería un buen tema de conversación? Pero de qué podía hablar, ni siquiera sabía de qué trataba y no podía arriesgarse a quedar frente a él como un tonto. "Qué clase de géneros le gustarán", pensaba de pronto. Géneros en común, ¿no era mejor idea? Perfecto para romper el hielo y así fue como nuevamente se formaba en su rostro paliducho una sonrisa llena de esperanza y entusiasmo.

"El perfume", creía recordar haber leído en la portada del libro que ese muchacho siempre sostenía. Era torpe, esa era la prueba. ¿Cómo es que en cinco días jamás se fijó en ese detalle? Vamos, sólo era necesario bajar la vista un poco, pero no... él prefirió deleitarse con la belleza de ese rostro angelical. Estúpido.

Asumiendo que esa era la obra... ahora existía otro punto que requería de meditación, qué género es. ¿Novela de misterio?, ¿novela de horror? Y un sinfín de preguntas lo abrumaban, ¿será que esos géneros son de su agrado o ese libro es la excepción? Cuál tomar, cuál tomar. Parecía una decisión sencilla e insignificante, pero para un jovencito tan cauteloso como Jeon, aquella elección podía marcar su éxito o su fracaso durante esa tarde.

Pero al parecer toda esa indecisión y toda esa ansiedad había sido más que evidente, o tal vez él había despertado con ganas de realizar su trabajo con mayor eficiencia que el resto de días en cuanto al servicio al cliente, porque si bien realizaba todo de maravilla en la tienda, jamás le había visto interactuar con las personas que ingresaban mas que para realizar las ventas o responder. Pero ahora allí estaba él, a su lado y mirándole fijamente. No había tenido que tomar un libro, no necesitó acercarse ni buscar excusas. Por primera vez podía oír de cerca aquella voz dulce y amable, ¿será que soñaba? No, no lo hacía, lo comprobó apenas elevó el rostro con una impresión que no pudo ocultar y visualizó ese rostro familiar que portaba una sonrisa que jamás antes le había visto.

Vaya... el chico era portador de una belleza indescriptible. Esos labios carnosos enmarcaban una sonrisa amplia y gentil, sus ojos habían desaparecido ligeramente en pequeñas líneas ante su alegre expresión facial y luego sólo permaneció allí, mirándole como si esperara algo del supuesto comprador. ¿Qué había dicho?

— ¿Puedo ayudarle en algo? —dijo amable, pero repitiendo un diálogo que parecía aprendido.

— Oh, yo... creo que sólo estoy mirando. —Torpe, pensó. Pero para cuando planeaba abrir la boca para decir algo más, él empleado le ganó.

— ¿Cuántos días continuarás sólo mirando, eh?

Y quedó totalmente estupefacto, petrificado. Maldición, maldición. Menos mal no había elegido teatro como carrera porque seguro ya estaría reprobado. ¡Qué desastre! En ese momento, no deseaba más que ser tragado por el suelo o que sucediera cualquier cosa que pudiera librarlo de semejante vergüenza. ¿Y ahora? Ahora debía esforzarse por pensar en una buena excusa, ¿cuántos segundos llevaba pensando?

— Yo, sólo.... La librería me queda de paso, me gustan esta clase de lugares —dijo por fin.

— Mm, en eso concuerdo, por eso opté por este empleo. Puedo leer casi sin ser interrumpido porque normalmente los clientes no solicitan ayuda, sólo "miran", ¿no? —Y una risita un tanto burlesca se evidenció.

— Oh, sí, sí. Se ve que disfruta mucho trabajando aquí.

— Mm, hablando de disfrutar... Salgo a las ocho, ¿me esperas?

La parálisis que Jeon tenía en ese momento podía superar exuberantemente a la de hace un momento o a cualquiera que hubiese sufrido en el pasado. Decir "sorprendido" era poco para expresar lo que estaba sintiendo y sabía que lucía torpe, lo sabía muy bien. Pero en su débil esfuerzo por verse normal y relajado, esbozó una sonrisa que dejó a la luz la mayoría de sus pequeños dientes perfectamente cuadrados y por sobretodo, a aquellos grandes incisivos superiores.

— Sí, sí, yo espero —atinó al fin, pero el joven de cabellos oscuros y penetrante mirada, ahora se encontraba dándole la espalda al retirarse para continuar con su trabajo.







 

 

Las horas parecieron segundos. Era sin lugar a dudas un honor y un placer poder quedarse allí sin estorbar y no hacer más que deleitarse contemplando semejante belleza frente a sus ojos. Era impresionante toda la perfección que podía visualizar en ese hombre y estaba seguro de que parecía un gran tonto al estar allí de pie toda la tarde, pero el deseo de mirarlo era mayor. Ya no estaba presente esa desesperación por ser cauteloso.

Era impresionante la infinidad de cosas nuevas que ahora estaba notando al examinarlo. Pareciera como si ese día había descubierto muchos detalles más de los que había notado durante los cuatro días anteriores. Ahora estaba totalmente perdido en él, examinando su andar, su trato con los clientes, su trato con su jefe que de pronto apareció y con aquellos hombres que llegaron durante la tarde con cajas llenas de nueva mercancía. Jamás había visto a un chico que adorara tanto su trabajo como lo adoraba él, era un gozo evidente y constante que le maravillaba a más no poder. Desde sólo sentarse tras el mostrador a leer, bajar con cajas pesadas a la bodega u ordenar los nuevos ejemplares en los estantes. No parecía existir tarea alguna que él odiase de aquel empleo, o eso podía intuir mientras lo observaba adornando y acomodando la vitrina hacia el exterior; seguro los nuevos libros lucirían muy bien allí. Aunque si Jungkook fuera una de las personas que pasaban por fuera —y lo fue en su debido momento—, se detendría a ingresar a echar un vistazo al trabajador atractivo que se veía tras el vidrio, no precisamente a las obras recién llegadas.

Y ahora sonreía de sólo pensar en todo lo que vió. Era una sonrisa maravillosa aquella que pudo notar de cerca por primera vez, una sonrisa tan amplía y radiante, como si tuviera el mismo sol en el rostro. Nunca antes había admirado tanto un par de labios incluso; tan enrojecidos, tan esponjosos. Eran labios que parecían sólo existir en sueños, pero no... estaban allí frente a él, sonriendo con esa dulzura que parecía serle característica. Y esos ojos... Un hormigueo estremecedor recorría cada centímetro de su ser al recordar dicha mirada profunda, sumamente intensa, oscura, pero tan noble al mismo tiempo. Bastaron un par de segundos perdiéndose en semejante mirada y pareció ver toda una galaxia repleta de una infinidad de estrellas que maravillarían a cualquiera con su brillo enceguecedor.

— Jeon, estás muy callado. —Desperté al fin de mis pensamientos al oír su suave voz y simplemente le dediqué una sonrisa.

— Oh, perdóneme, me quedé pensando.

Todos los clientes se habían esfumado ya e incluso estaba puesto el letrero de "cerrado" en la puerta, la cual Jimin —que era el nombre de aquel joven al que espié durante la semana— había cerrado con sus llaves. Todas las persianas de metal se encontraban abajo, inclusive; la librería estaba totalmente cerrada y segura, lista para que nosotros dos pudiéramos salir por la puerta trasera tras la que sería nuestra primera cita.

Durante todo el tiempo me había mantenido apoyado en el mostrador, simplemente esperando allí al no tener deseos de serle un estorbo a aquel muchacho. Yo era más bien la clase de hombre silencioso y observador, seguro ese detalle ya era bien sabido por mi acompañante, puesto que ahora tan sólo se dedicaba a acariciar cálida y gentilmente de mi muslo. Sin duda había acabado de llamar toda mi atención en ese delicado instante en el que de pronto me hacía sentir tan pequeño. La posesividad de su tacto iba en aumento y al yacer frente a mí, pude ver de pronto una sonrisa totalmente nueva, una que no había logrado examinar durante ninguno de los días en que transité por la librería.

Ahora sus dos manos ascendían hasta mi cadera en un agarre lo suficientemente firme para que yo no lograra escaparme. Estábamos tan cerca que podía sentir su cálida respiración rozando con mi rostro y temblé, estaba nervioso a más no poder y aquella sonrisa no hacía más que empeorar mis síntomas. Era tan seductor, tan coqueto; una sonrisa ladina y amplia que no hacía más que llenarme de un sinfín de propuestas insinuantes a las que yo no creía ser capaz de rehusarme. Me sentí débil entre sus brazos y apenas rodeé sus hombros con los míos, él se encargó de eliminar cualquier mínima distancia entre nuestros cuerpos.

Sentía un calor abrasador en todo mi ser y mientras su boca devoraba la mía, un cosquilleo intenso se hacía cada vez más presente en mi vientre. Me llevaba a la locura y era maravilloso que lo hiciera. Aquel beso se tornaba húmedo y desenfrenado, como el beso que se darían dos amantes que se desearon y añoraron durante mucho tiempo; tal vez eso éramos. Me estaba deleitando al fin con aquellos rosados y carnosos labios que sólo había degustado en sueños, pero esto era real, maravillosamente real y no se comparaba a nada que pudiera haber imaginado.

Nuestras lenguas empezaban a rozarse en un lento, pero ágil baile y era glorioso lograr saborear su tibia saliva en mi boca. Me estaba sorprendiendo al descubrir lo exquisito que aquel chico podía llegar a ser y yo no lograba evitar el ponerme a fantasear con lo delicioso que debía de ser en cada rincón de su cuerpo fornido. Pero de pronto sus labios se alejaron de mí y me sentí desesperadamente sediento por él y podía notarlo en su mirada, él sabía muy bien lo que estaba provocando en mí. Nuevamente veía esa sonrisa y mirada maliciosas que me hacían temblar, y como si él lo hubiese notado o nuestras mentes estuvieran conectadas, me tomó firmemente de las caderas hasta alzarme lo suficiente para sentarme sobre el mostrador que segundos después acabó casi por completo vacío ya que él mismo se había encargado de tirar las cosas al suelo.

Jimin no dejaba de sorprenderme aquella noche. Me estaba enseñando facetas que no habría sido capaz de imaginar ni en mis sueños más húmedos y pervertidos, pero al igual que todo lo que había logrado ver en él antes: me encantaba. Ni siquiera esperó mucho tiempo para hacer volar su camisa hasta el suelo y en el instante en que separó mis muslos con cierta desesperación, yo pude aprovechar de examinar detallada y detenidamente de cada centímetro de su piel. Era un cuerpo perfectamente esculpido y mucho más musculoso de lo que su ropa solía reflejar, tan tentador que mis ganas por tocarlo y poner mi boca en él provocaban un dolor intenso en mi miembro ya despierto.

— Qué tenemos por aquí —murmuró con una voz grave y profunda sobre la sensible piel bajo mi oreja. Se escuchaba tan seductor que incluso mi pene dolía más que antes, o tal vez era el hecho de que no tardó mucho en acomodarse entre mis piernas y rozar descaradamente de mi erección con la suya. Y sonreí aunque me estuviera torturando, simplemente feliz al saber que estaba provocando la misma locura en él. Se sentía tan duro y podía ver el deseo reflejado en cada una de sus acciones que estaban en el límite entre lo brusco y sensual.

No queriendo ser tímido, fui depositando lentos y húmedos besos por todo su cuello expuesto, queriendo probarlo y darle suficiente placer para tentarlo aun más. Una de mis manos descendió poco a poco por aquel torso que me llamaba a gritos, sólo acariciando lentamente su piel sin usar más que las yemas de los dedos; era tan suave y firme que me incitaba a ir por más, y exactamente eso fue lo que hice: fui por más. Acabé de bajar mi mano lo suficiente y mientras iba lamiendo poco a poco de todo el largo de su cuello hasta apenas rozarle el lóbulo de la oreja, también agarré el pene despierto del moreno. Acaricié con la misma posesividad que reflejaba él en sus movimientos y los jadeos no se hicieron tardíos.

Gruñía bajo mientras dejaba caer la cabeza hacia atrás y luego mis manos ansiosas desabrocharon y bajaron de aquellos estorbosos pantalones, incluyendo su ropa interior. Mi mayor estaba al fin en completa desnudez y podría jurar que mi boca se había humedecido al examinarlo. Y quise volver a tocarlo, casi hipnotizado al ver el tamaño de su hombría, pero tal parecía que la ansiedad de aquel chico se había desbordado.

En un dos por tres mi camiseta había desaparecido y tuve esos gruesos labios trazando un enloquecedor camino de besos húmedos por todo mi pecho y abdomen mientras sus manos desabrochaban mis pantalones. Una vez más me sentí totalmente a su merced al estar sentado sobre aquel mueble, sólo liberando suspiros llenos de satisfacción cada que succionaba de mi piel blanquecina o dejaba alguna mordida cuidadosa. Jimin había descubierto con mucha facilidad cómo volverme débil, pero era fascinante. Y de pronto mis ojos se abrieron con cierto asombro al encontrarme tan repentinamente sobre el suelo, sólo que esta vez él no permitió pasar mucho tiempo antes de girarme sobre mi lugar y recargarme sobre el mostrador de la librería que estábamos profanando.

Una nalgada sobre mis glúteos me hizo jadear y sin cuidado alguno fue que bajó mis pantalones y bóxer de una sola vez, rápido y brusco —como al parecer le gustaba desenvolverse en aquella clase de encuentros—. Y tal vez era por el hecho de no haber tenido sexo hace demasiado tiempo o porque lo iba a hacer con el chico que se había vuelto mi platónico, pero estaba repentinamente nervioso ante lo que sabía vendría. — Relájate, encanto. —Lo oí murmurar tras mi oreja previo a dejar una mordida y mientras acariciaba con delicadeza del glúteo que hacía un momento había azotado, no tenía pudor alguno en rozar su erección contra mi trasero expuesto.

No tardó mucho tiempo en dilatarme con los dedos que yo mismo me encargué de humedecer luego de que los metiera en mi boca, y en mis adentros agradecía que haya tenido el atino de hacerlo antes de tomarme como suyo. Pero de pronto el tiempo se detuvo por completo y estando apoyado sobre mis antebrazos en el mueble, un primer gemido salió de mi garganta sin más: alto y entre cortado. Sólo podía sentir su glande en mi interior, pero me estaba enloqueciendo lo caliente y grueso que se sentía. Los gruñidos de aquel hombre aparecían de vez en cuando y sólo dejó algunos besos en la piel de mi espalda desnuda al mismo tiempo en que yo me esforzaba por resistir la presión que ejercía contra mí. Me enloquecía aquel instante y lo mucho que quemaba mi interior ahora que él entraba poco a poco, incluso estaba asombrado ante aquel pequeño lado cariñoso que quería mostrarme con cada beso al azar y las lamidas que no tardaron en hacerse presentes.

Algunos segundos pasaron hasta que me llenó por completo y me sentí totalmente glorioso, era como haber encontrado al fin mi pieza faltante y estaba adorando lo bien que encajaba dentro de mí. Entonces empezó con aquel vaivén delicioso, lento y suave al comienzo, simplemente en un ágil movimiento mientras intentaba buscar mi boca y lo logró. Nos unimos en un beso húmedo y apasionado donde logramos ahogar varios de nuestros gemidos. Sin embargo, con el pasar del tiempo la desesperación volvía a apoderarse de nosotros y tras ejercer algo de fuerza sobre mi espalda hasta conseguir que recostara la parte superior de mi cuerpo en el mueble, comenzó a penetrarme con tanta rapidez y profundidad que no pude evitar gemir en un alto volumen mientras me aferraba a los bordes de la madera.

El estruendo de nuestros cuerpos chocando una y otra vez, acaparaba todo el lugar junto con los gruñidos de ambos escandalosos de ambos. Mi mayor golpeaba desenfrenadamente cual poseso contra aquel punto sensible en mi interior que me hacía enloquecer y la rudeza de sus movimientos se vio en incremento. Yo apretaba los ojos con fuerza cada que sentía su pene duro entrando y saliendo de mi recto, mis gemidos se volvían desgarradores con cada estocada y las palmadas en mi trasero se hicieron presentes de un momento a otro para descontrolarme todavía más.

— Diablos, cariño... Me vuelve loco lo apretado que estás —dijo entre gruñidos roncos tras inclinarse sobre mí y las embestidas que generaba con su pelvis se volvieron lentas, suaves y tortuosas. Realmente parecía querer hacerme enloquecer sobre el mesón y se dedicó a succionar diversas zonas de mi piel, propinando marcas en variados puntos; marcas que no dudaría en presumir.

— Hyung, por favor... No se detenga, más rápido —jadeé suplicante.

Y como si mis palabras hubiesen sido órdenes, él no dudó en obedecer. Penetró de una sola vez, adentrándose en mi entrada sin escrúpulo alguno. Sólo golpeó seco y duro y repitió la acción un par de veces más antes de retomar aquella velocidad que había tenido previamente. Enlazó los dedos de su mano con mi cabello y de un pequeño jalón logró reincorporarme, dejándome bastante sorprendido. Pero el asombro no era realmente por la brutalidad de sus actos, sino más bien por los cuidados que tenía conmigo cada que creía haberse excedido, puesto que no tardó en acariciar de mis cabellos sin usar más que las yemas de los dedos. Al instante, esa misma mano recorrió todo mi cuerpo con delicadas caricias, apenas rozando mientras continuaba haciéndome suyo con la misma violencia y yo, no queriendo quedarme atrás, fui moviendo lo mejor que podía de mis caderas hacia él, queriendo acompañar el compás del vaivén e intensificarlo —si es que aquello era remotamente posible—.

Y sabía muy bien que lo disfrutaba tanto como yo. Jimin gemía mi nombre contra mi oreja en un volumen bajo y estando totalmente apegado a mi piel húmeda, pero de pronto fueron mis gemidos los que llenaron el silencio de todo el recinto y dejé caer un poco la cabeza hacia tras ahora que la mano del más alto había llegado hasta mi miembro. Me enloquecía y excitaba más de lo que ya estaba el poder estar dentro del firme puño de mi acompañante que no hacía más que masturbarme y llevarme hasta mi máximo éxtasis.

No noté cómo fue que sucedió ni cómo partió, pero el conjunto de sus estímulos generaban un familiar hormigueo creciente bajo mi vientre y así como se tensó cada músculo de mi cuerpo que empezaba a temblar debajo de él, fue que acabé por llegar a mi tan ansiado orgasmo y correrme en su mano. Pero él no parecía querer parar de bombearme ni de embestirme y era maravilloso todo el placer que continuaba regalándome. De pronto sólo me abrazaba, tan fuerte y posesivo como se había mostrado durante todo ese encuentro, y continuó penetrándome con la misma o mayor intensidad. Fueron un par de segundos más los que transcurrieron y su orgasmo al fin llegaba tan magnifico como había fantaseado. Él continuaba aferrado a mí mientras se corría dentro de mi anatomía, llenándome por completo con su semen y luego de un par de suaves embestidas, al fin cesó todo movimiento.

Nuestras respiraciones agitadas eran lo único que se escuchaba en todo el lugar y él no parecía querer salir de mí ni soltarme, lo que era totalmente perfecto. Fue cuando recuperó el aliento lo suficiente que comenzó a besarme nuevamente, primero en el cuello y luego buscó trasladarse hasta mi mejilla derecha.

— ¿Te ha gustado, bebé? —murmuró, nuevamente con esa voz dulce y suave que me había cautivado desde un comienzo.

— Me encantó, hyung...

— Entonces... deberíamos salir y tal vez repetirlo más tarde.

Y si bien provocó un ligero sonrojo en mis mejillas, ambos acabamos riendo agotados a la par. 







Notas finales:

¡Hey! ¿Qué les ha parecido? No estoy acostumbrada a realizar esta clase de relatos, pero espero les haya gustado. Me sentía en deuda con todos ustedes, principalmente con los lectores de mi fanfic JiKook, así que quise hacer esto en disculpa y como regalo de año nuevo. ¿?


Díganme en los comentarios si les ha gustado, por favor. Y por cierto, si están esperando actualizaciones de mis otras historias, quiero decirles que estoy editando y corrigiendo "Cartas a Taehyung" antes de poder actualizar y continuar con "El chico de al lado". Agradezco la paciencia que me tienen. TT


¡Nuevamente, muchas gracias! Y como siempre, les recuerdo que todas mis historias también están disponibles en wattpad.


 


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