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Quédate e junto a mí por Sashiru

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Notas del fanfic:

Inspirado en una canción que compuse hace tiempo y que espero que algun día puedan y quieran escuchar.

Los personajes no me pertenecen, le pertenecen al mismisimo Masashi Kishimoto.

Espero que les guste.

—¡No! —grito como nunca lo había hecho, con una cara de asustado que jamás había compuesto—. No es verdad.

Porque nunca había mostrado su debilidad, siempre se hacia el fuerte, hasta que ya no podía más, entonces, se refugiaba entre la soledad para desahogarse, cerciorándose que nadie pudiera verlo. Pero esta vez no pudo, se derrumbó en ese mismo instante, frente a ellos, frente a él, frente a ese hombre de cabello rubio y ojos azules que tanto amaba. Pero es que simplemente, no pudo evitarlo.
Es que aquel hombre de bata blanca y estetoscopio en el bolsillo, le había dado la peor noticia de su vida.
—Lo siento —dijo el doctor apacible, más que acostumbrado a dar ese tipo de noticias.
—No es verdad —volvió a repetir aquel hombre de cabello azabache, en un intento de negar esa realidad, pero la seriedad de aquel hombre le confirmaba que hablaba muy enserio, que no le estaba mintiendo.
—¿Cuánto tiempo? —hablo por fin el sujeto de ojos azules, que hasta ese momento había permanecido callado.
—5 o 6 meses, pero con quimioterapia podría vivir más…
—No —le interrumpió abrupto. El azabache lo miro confundido.
—¿Qué estás loco?, ¿No entiendes que con las quimioterapias vas a vivir más? —Le cuestiono el pelinegro sobresaltado.
—¿¡Y tú no entiendes que no quiero que me veas así!? —Le encaro, pero al ver su cara desencajada y llena de tristeza, prefirió callarse.
Nunca lo había visto así, tan asustado, tan triste, con la mirada más lastimosa que le había visto, como si hubiera perdido su brillo. Y le dolió, le dolió más, mucho más, que el mero hecho de saber… que iba a morirse.
Entonces aparto su vista de él, no podía seguir viendo esa imagen de melancolía. Voltio su vista hacia la ventana, que dejaba ver el enorme cielo azul que parecía no tener fin, lo contemplo por un monto, preguntándose si es verdad que las personas buenas iban al cielo. Luego aterrizo.
—No tiene solución de todos modos, verdad, incluso con las quimioterapias es inevitable que muera, ¿no es así?, Doctor —dijo volviendo a enfocar al sujeto de bata blanca.
—Lo siento, el cáncer ya está muy avanzado —le confirmo.
—Entonces esta decido. —Se levantó de su asiento—. No habrá quimioterapias, no tiene caso que viva más, si con eso ya no podre valerme por mí mismo. Y mucho menos quiero que me veas así Sasuke. —Se dirigió hacia el azabache—. Quiero que me recuerdes como soy ahora dattebayo. —El rubio se acercó al rostro del azabache y le acaricio la mejilla—. Sasuke, no me niegues eso.
—Naruto… —El azabache saco fuerzas de donde creyó ya no había… su corazón, y asintió.
—¡Bien! —Le dirigió a ambos presentes un sonrisa radiante, de esas que tanto le caracterizaban—. ¡Entonces no ay nada más que hablar ttebayo! —Le estrecho la mano al doctor que lo miraba confundido y luego se dirigió hacia la salida—. ¡Vamos Sasuke teme! —le grito desde el umbral de la puerta—. ¡Aún nos quedan 6 meses! —dijo para después regalarle una sonrisa llena de ternura, de esas que solo a él, le regalaba.
El rubio le estiro la mano, para que la tomara, y el azabache sintiendo el cuerpo pesado como si cargara el mundo, se levantó y camino despacio hacia él hasta alcanzarla.
Una vez que salieron, el doctor también salió, para seguirlos con la mirada. Y Mientras avanzaban por el pasillo, pensó que era una verdadera lástima. Sabía que estaba presenciando prematuramente el fin de un amor verdadero. Porque a simple vista, se veía el amor que había entre esos dos, cualquiera con solo verlos, podría darse cuenta.
Era una verdadera lástima que pronto fuera a terminar, aunque quien sabe, un amor como ese, nunca terminaba, ni siquiera, con la muerte. Con esto en mente, el doctor sonrió antes de perderlos de vista por completo.

 

—¿Qué estás haciendo? —pregunto desconcertado.
—Las maletas ttebayo.
—¿Te… te vas? —Se alarmo.
—Nos vamos —contesto sonriente sin dejar su tarea de empacar ropa.
—¿De qué hablas usuratonkachi? —Su sentimiento cambio a uno de confusión.
—Bueno ttebayo, acabo de renunciar, y me han dado una buena cifra de dinero, de algo me sirvió aguantar tanto en esa empresa aburrida y al jefe gruñón.
—Estás hablando de mi padre, dobe.
—Si bueno, eso no le quita lo gruñón.
—Usurutonkachi…
—Oye teme, tu sabes que es así —dijo sin sumarle importancia, mientras seguía seleccionando ropa—. Mmm esta se te ve muy bien —dijo alzando una camisa blanca, de manga larga que dejaba al descubierto todo su pecho.
—Naruto… —susurro algo apenado, pero luego recordó su anterior conversación —¡La empresa Uchiha no es aburrida, ni mi padre un gruñón!
—Oh claro que no ttebayo —contesto sarcástico metiendo la camisa a la maleta—. Si se la pasa regañando a todos por cualquier cosa, inclusive a mi ttebayo, ¡yo, que soy su yerno! —decía fingiendo sentirse herido mientras movía unos calzoncillos verdes de un lado para otro—. Naruto no comas en la oficina. —Intento hacer una imitación de su padre—. No tengas tan alta la música, ya derramaste ramen en el tapete, no subas los pies al escritorio, ordenes, ordenes ¡y más ordenes ttebayo! —Finalmente los calzoncillos fueron desprendidos de su mano y fueron a parar a un lado de la cama.
—¿Y qué quieres usuratonkachi, que te deje prenderle fuego a la empresa?
—Pues…
—Usuratonkachi…
—¡No tteba…! Pero debería relajarse un poco.
—Solo cuida lo que tanto trabajo le costó.
—Bien, bien, si tu lo dices. —Cerro por fin la maleta, difícilmente pues estaba muy llena.
—¿Y a donde se supone que iremos?
—A México —dijo emocionado con un brillo en sus ojos, tratando de imitar el acento latino.
—¿¡Estás loco!? —le grito estupefacto.
—¿Qué, por qué?, eh oído, que hacen los mejores tacos, además, a la mayoría de comida, le ponen… tomate. —Le alzo las cejas pícaro.
—¿To... tomate? —Empezaba a agradarle la idea—. ¡Pero está muy lejos, además, dicen que son muy groseros.
—No más que tú y yo.
—Idiota.
—Lo ves, vamos Sasuke, será divertido, por favor… —Ahí iba otra vez, poniendo esa mirada de zorrito triste. Maldito dobe, pero esta vez no iba a ceder, no, claro que no—. Por favor… —¿O tal vez sí?—. ¿Siiiiii?
No le quedó más remedio que suspirar.

 

Estaba siendo un vuelo tortuoso, no había parado de vomitar en casi todo el camino. Si efectivamente esa era una de las razones por las que no le gustaba viajar, fuera aéreo o marítimo, siempre terminaba mareándose.
—¿Ya te sientes mejor?
—No. —Se cruzó de brazos.
—¿Necesitan algo? —De pronto una chica con uniforme se había acercado a ellos, era una aeromoza, de cabello negro y largo, de compleción delgada, y unos grandes… ¡ojos!
—Ejem… —Carraspeo el azabache para llamar la atención del rubio que se había quedado embobado.
—Eh no ttebayo, no sé si mi esposo… —Enfatizo “esposo”, para demostrarle que le daba su lugar, aunque también temía por su vida—. Quisiera algo, ¿Te apetece algo cariño? —pregunto meloso con la clara muestra de contentarlo.
—No —contesto cortante volteando para otro lado.
—Ah jaja. —Rio nervioso—. Estamos bien ttebayo, gracias.
—Bien, si necesitan algo, no duden en decírmelo. —Les sonrió amistosa y luego se retiró.
—Por tu bien, espero que no necesites nada —le advirtió el pelinegro.
—No jeje claro que no ttebayo.

 

Después de unas largas horas, que al azabache le parecieron eternas, por fin habían llegado a su destino. Y ahora estaba ahí, queriendo sacar las maletas del compartimento de equipaje.
—¿Le ayudo? —Le llamo la atención, un hombre alto de cabello naranja y apariencia atractiva.
—yo puedo solo, gracias.
—Pues no lo parece —dijo viéndolo forcejear con una maleta que se había atorado en el maletero, el sujeto se acomidió sin autorización y tomo las maletas, bajándolas sin ningún esfuerzo, lo cual le sorprendió, quiso reclamarle, pero la sonrisa que le dedico, lo hizo ver aún más atractivo, que lo dejo sin palabras.
—Gra… gracias.
—¿Viene solo? —le pregunto seductor.
—¡Claro que no ttebayo! —grito el rubio a sus espaldas, mientas lo apuntaba con el dedo, reflejando una gran molestia en su rostro, estaba furioso—. ¡Viene conmigo, soy su esposo! —grito tan fuerte que casi todos pudieron escucharlo.
—Perdón, creí que estaba solo…
—¡Pues no ande creyendo!
—Es que como no vi a nadie ayudando a este bello ángel…
—¡Solo fui al baño, al baño!
—Una disculpa. De cualquier forma. —Saco una pequeña tarjetita de su saco y se la tendió al azabache, el cual la tomo algo cauteloso—. Soy abogado, les dejo mi tarjeta, por si un día necesitan uno, tengo mucha experiencia, eh ganado muchos juicios, experto en demandas, defensas y… divorcios. —Le guiño el ojo al azabache, lo cual no le pasó desapercibido al rubio.
—¿¡Que!? ¡Tú, maldito! —le grito furioso, pero el sujeto lo ignoro, incluso paso a su lado sin inmutarse, el azabache tuvo que sujetarlo del brazo, para que no se le dejara ir a los golpes.
—¡Ya, cálmate dobe!
—¡No viste, ese sujeto te estaba coqueteando!
—Ya no importa, ya se fue.
—Ese maldito… —balbuceo mientras aun lo veía a lo lejos, después rodo los ojos hacia el pelinegro—. Por tu bien, espero que tires esa tarjeta.
—Mmm. —Lo ignoro y comenzó a caminar.
—Sasuke… ¡Sasuke! —Corrió a alcanzarlo aún con los celos encima.

 

Todo había sido fantástico, la comida, la hospitalidad, los paisajes, los monumentos históricos, le había parecido increíble, pero lo que más le había gustado a ese dobe rubio, era lo amble que era la gente, aunque el azabache la describía como confianzuda, lo cual al rubio le hacía entrar más fácil en confianza, si ya de por si era… Naruto.
Aunque realmente no les entendía ni papa, al igual que ellos a él, pero eso no evitaba que interactuara con ellos, al menos había aprendido, el lenguaje a señas, bueno… no exactamente. Pero lo intentaba.
Pero lo que si era una realidad es que se estaba divirtiendo y mucho, lo veía tan feliz, eso era lo único que le importaba, si Naruto era feliz, él también lo era…
—¡Lo mismo digo! —lo escucho decir a lo lejos, y por un momento pensó que le había leído el pensamiento, así que voltio y lo encontró peleando con un extranjero.
—¡Naruto, ya ven!, es hora de irnos dobe.
El Uzumaki hizo caso y se acercó al azabache.
—¿Qué estabas haciendo?
—Ese tipo estaba ofendiéndome —Se cruzó de brazos molesto.
—Ni siquiera le entiendes.
—Pues no sé, pero menciono a mi mama, y nadie habla de mi mama dattebayo.
—Bien. —Se sobo las cienes—. Es hora de regresar.
Ambos se despidieron del lugar y abordaron el avión, lo que si no iba a negar el pelinegro, era, que ese país tenía lugares muy bonitos. Como la casa de los perros, que historia más curiosa, pensó antes de abordar.
De regresos a casa, no fue muy distinto que de ida, todo el camino se la paso mareado y con ganas de vomitar, en verdad que no mentía cuando decía que odiaba viajar, aunque lo que realmente odiaba de viajar, era el medio de transporte que siempre lo ponía así.
—Wey. —Iba repitiendo el rubio una y otra vez durante todo el viaje de regreso a casa.
—Ya deja decir eso, ni siquiera sabes lo que significa.
—Pero lo decían todo el tiempo ttebayo. —El azabache solo bufo molesto—. ¿Wey, me puede traer un jugo ttebayo? —Le hablo al aeromozo que lo miro ofendido, por tal palabra.
—Enseguida —le contesto molesto.
—¿Ya viste Usuratonkachi?
—Está bien, está bien, no se me achicopale. —El azabache solo se hundió más en su asiento con la frustración creciendo. Si, sabía que era otra palabra aprendida.
Unas horas más tarde, por fin llegaron, entraron a la casa, y todo estaba como hace un mes cuando se había marchado.
—Hogar dulce hogar.

 

2 meses después.
Esa mañana se despertó temprano, más temprano de lo usual, apenas eran las 5 de la mañana y ya estaba despierto, aunque la verdad era, que ya no podía dormir, había algo rondando su mente, algo que había tratado de ignorar los últimos 3 meses, pero sentía que ya no podía ignorarlo más, el tiempo se estaba acabando, y era inevitable no pensar en ello.
Así que se quedó observándolo, en ese momento se veía tan apacible, como si no pasara nada, como si todo estuviera bien, pero él sabía que no era así, ambos lo sabían, y aunque habían tratado de tener unos días normales al tratar de olvidar cierto tema, que no habían querido ni tocar, tratando de convencerse que no pasaba nada, lo cierto era, que ya no se podían engañar. Y esa mañana lo supo.
Observo con detalle como su pecho subía y bajaba acompasadamente, una y otra vez, signo de que aún respiraba y no pudo evitar pensar, que quisiera que siempre fuera así, que nunca le faltara el aire, porque solo significaría una cosa, que estaba vivo.
De pronto sintió la enorme necesidad de tocarlo, acerco su mano a su rostro y delineo cada facción que tenía tan grabada en su alma y corazón, luego el mismo acerco su rostro, para sentir su respiración que salía en resoplidos por su boca, eso le reconforto, le recordó que aún no lo perdía. Sintió la inercia de cerrar sus ojos, pero no lo hizo, no quería dejar de verlo, ¡no quería!, porque sabía que pronto ya no estaría, se convertiría en polvo, y nunca más volvería a verlo.
Entonces fue ahí que lo supo, fue ahí que supo que ya no podía seguirse engañando al darse cuenta que ese día ya no estaba tan lejos después de todo, lo supo cuando paso su mano por su rubia cabellera y sin querer sustrajo varios de sus cabellos que se quedaron enredados entre sus dedos, con una facilidad que ni siquiera los tuvo que jalar, ahí fue cuando se dio cuenta de la realidad, y que ese, “era el principio del fin”.
No pudo más, y aún con los cabellos entre sus dedos, se levantó y salió de la habitación, para esconderse como tantas veces antes cuando se sentía débil, pero estaba vez se sentía peor, se sentía morir, así que como pudo, tratando de no derrumbarse mientras inhalaba y exhalaba con gran esmero para contener el llanto, logro llegar a una habitación vacía, y una vez estando ahí, dejo de contenerse, y las lágrimas comenzaron a salir, se tapó la cara y lloro en silencio.


—Sasuke —dijo mientras se hincaba y sacaba un pequeño cofrecito negro
—Levántate usuratonkachi.
—Antes tengo que hacerte una pregunta ttebayo…
—¡Estás haciendo el ridículo!
—No me importa.
—Dobe…
—¿Te quieres cazar conmigo? —Abrió el cofrecito, mostrándole un anillo de oro con un pequeño diamante.
El azabache estaba atónito, al igual que los demás presentes, que salían de sus cubículos para poder observar mejor la escena, algunos comenzaron a animarlo y otros simplemente estaban como meros espectadores, pero había un espectador en especial, que estaba más que atónito, casi le da un infarto, esa persona era el padre del azabache, y jefe del rubio; Fugaku Uchiha, que había salido de su oficina para saber de qué se trataba tanto alboroto, encontrándose con tal escena, aquel sujeto que tanto lo sacaba de quicio y lo definía como mediocre y un empleado más de su empresa, pidiéndole matrimonio a su querido hijo menor, y lo peor, enfrente de sus demás empleados.
A Sasuke nunca le había importado lo que dijeran o pensaran los demás, pero si hacer el ridículo, sin embargo con la emoción del momento, se había olvidado de eso, de donde se encontraban o quien los estuviera viendo.
—Usuratonkachi… —sonrió de medio lado y luego estiro la mano—. Ponlo antes de que me arrepienta dobe. Naruto esbozo una sonrisa tan radiante, que con eso haya bastado para iluminar toda la empresa.
—Naruto…

 

—Ah jaja no puedo creer que Sakura chan ya se caza, creí que tardaría más en conseguir un valiente que se animara a desposarla ttebayo, es decir es bonita, pero… ese carácter que se carga… —Naruto dejo su cuchara, para abrazarse a sí mismo recordando cómo se ponía su amiga cuando se enojaba—. Pero me alegra que haya encontrado a alguien que la pueda hacer feliz, por el bien de ese tipo, espero que así sea tteba, después de todo es nuestra mejor amiga, y es nuestro deber protegerla ¡oh sí! —Volvió a tomar la cuchara y dio un gran bocado a los alimentos que su azabache esposo le había preparado.
—…
—Sasuke… ¿estás bien?, no has probado casi bocado tteba.
—No tengo casi hambre. —Se levantó de su asiento y recogió sus platos para llevarlos al fregador.
—Está bien… —Continuo comiendo—. Hoy te levantaste muy temprano, cuando desperté eran las 6:30 y ya no estabas.
—…
—… —Lo miro de reojo—. Cualquier cosa que te esté molestando, puedes decirme.
—No pasa nada.
—Bien. —Termino su comida y se levantó para llevar sus propios platos hacia el fregador, pero el azabache aún se encontraba lavando los suyos, así que los dejo a un lado, y lo abrazo por la espalda—. Te amo —le susurró al oído haciendo que un escalofrió le recorriera toda la columna vertebral.
Quería gritarle que el también, de verdad que quería hacerlo, pero sabía muy bien que si lo hacía, se estaría arriesgando a derrumbarse frente a él, sentía que si se lo decía, le saldría la voz más quebrada que jamás le había escuchado, y las lágrimas comenzarían a salir, y no quería eso, así que prefiero guardárselo para sí.
—Ve a bañarte, tenemos lo de la fiesta Daisuke.
—Pero los platos…
—Yo lo are.
—Bien. —Le dio un pequeño beso en la mejilla y luego se alejó, no sin antes detenerse a observarlo. Observar esa mirada rojiza y esas ojeras en sus parpados.
Luego siguió su camino pensativo, dejando aún azabache que aún se encontraba de espaldas, con una lágrima recorriendo su mejilla que el rubio no alcanzo a ver.

 

—¡Itachi cuñado!, ¿Dónde está el pequeño Daisuke ttebayo?
—Naruto, Sasuke, me alegra que hayan venido.
—Nissan...
—¡Tío Naru, tío Sasuke! —grito un pequeño niño azabache, que corrió hacia ellos.
—Ey ay esta mi pequeño Dais —dijo abrazándolo—. ¿Qué crees que Sasuke y yo te trajimos?
—Mmm no sé.
—Bueno… —El azabache le paso una caja en vuelta en papel color azul con un gran moño del mismo color, el rubio la tomo y se la tendió al pequeño niño al tiempo que lo bajaba al suelo, el niño tomo su regalo ilusionado—. Ábrelo Dais.
—Si. —El niño sin mucho cuidado empezó a rasgar la envoltura hasta que por fin lo abrió—. ¡Wooow, un avión!
—Claro que si ttebayo, algún día serás un buen piloto, pero no estaría de más empezar a practicar. —Le sonrió.
El azabache, que no había dicho nada, los observaba sonriente.
—¡Gracias tío Naru!
—También es de parte de Sasuke —dijo atrayéndolo hacia si por la cintura.
—¡Gracias tío Sasuke!
—Felicidades Daisuke.
—¡Gracias!, iré a enseñárselo a mis amigos —y dicho esto se fue corriendo hacia el patio donde varios niños ya lo estaban esperando para jugar, entre una decoración de globos y una mesa en medio del jardín con varios obsequios y un gran pastel.
Los tres adultos, lo siguieron con la vista, hasta que lo vieron reunirse con los demás.
—Bueno, iré con mi esposa, para ayudarle con la comida, enseguida vuelvo —dijo el Uchiha mayor.
—¡Claro cuñado! —Una vez que lo vieron alejarse, el rubio volvió a hablar—. Daisuke se parece tanto a ti, es igual de lindo.
—… Pero su forma de ser se parece más a la tuya.
—… Eso no es cierto, Itachi me conto una vez, que así eras tú de pequeño —decía mientras observaba al niño jugar—. Pero que después creciste y te volviste un amargado.
—Idiota.
—Pero así te amo, justo como eres. —Se voltio para quedar frente a él—. Eres hermoso Sasuke. —Se acercó a su rostro lentamente hasta que unió sus labios con los suyos en un dulce beso.
—“Wacala”, “¿Qué están haciendo?”, “se están besando”, “iuuuu”—Escucharon decir a varios niños a sus espaldas, por lo cual se separaron bruscamente y con las caras más rojas por la interrupción de los niños.
—Tío Naru. —Se acercó de repente Daisuke con cara inocente y abochornada por lo que vio—. Quieres jugar con nosotros? —Pregunto con una ilusión en sus ojos que simplemente no pudo negarse.
—¡Pero claro dattebayo! Sasuke… —Volteo a ver a su marido.
—Ve, yo iré con Itachi.
—Gracias… —Le dio un pequeño beso en la mejilla a lo que los niños volvieron a hacer muecas.
—Bueno, bueno ya cállense y vamos. —Comenzó a caminar junto a ellos—. Apuesto a que cuando se casen no pensaron lo mismo.
—No tío, yo nunca besare a nadie, wacala —decía Daisuke mientras se adentraban al patio.
Mientras tanto, Sasuke se adentraba a la cocina.
—¡Sasuke! , me alegra tanto que hayan venido —dijo Megumi recibiéndolo con un gran abrazo.
—Gracias. No me perdería la fiesta de Daisuke.
—Sasuke ¿y Naruto? —pregunto Itachi.
—Esta con lo niños.
—Pero…
—No te preocupes estará bien.
Ambos se acercaron al gran ventanal de la cocina que da baba hacia el patio y pudieron visualizar al rubio siendo aprisionado por los niños, que se le habían colgado por todas partes, algunos de los pies, otros de la cintura, otras jalaban sus brazos, y el pequeño Daisuke del cuello, realmente era difícil tener movimiento así, pero al rubio parecía no importarle, lo demostraba con esa enorme sonrisa tan característica de él que en ese momento tenía.
—¿Lo ves? —Itachi asintió.
—Iré a llevarle refrescos a los niños —dijo Megumi tomando una charola llena de vasos con refresco. Ambos la observaron retirarse y por fin Itachi decidió hablar.
—¿Cómo está?
—Tú lo has visto.
—No me refiero a eso.
—… Se le ha comenzado a caer el pelo.
—…
—Pero con las quimioterapias estaría peor.
—Lo sé, al menos aún se mueve con agilidad, a simple vista podría parecer que no tiene nada.
—… —El azabache asintió y se volteo hacia la ventana para observar el rubio, que por fin había logrado zafarse del agarre de los niños, y ahora parecía contarles algo divertido, pues todos se reían a carcajadas.
—¿Y tú?
—¿…?
—¿Cómo estás?
—… —Sasuke negó con la cabeza—. No sé si pueda.
—¿?
—No sé si pueda seguir fingiendo que estoy bien delante de él, no quiero perderlo.
—Lo se Sasuke. —Le puso una mano sobre el hombro como muestra de apoyo.
—¿Y cuando no este?, ¿Podre seguir sin él? —Continuo, ya el llanto a punto de Salir, pero no quería llorar más.
—Sasuke, sé que debe ser difícil perder a la persona que amas, pero tienes que ser fuerte, por él y por ti.
—Lo intento pero… —No pudo seguir hablando cuando vio como Naruto trataba de cargar al pequeño Dais, y no podía.
—Naruto… —Sasuke dejo a Itachi hay y se dirigió a paso veloz hacia el patio donde estaba él rubio—. ¡Naruto! —Le grito, el rubio volteo, y la mirada de desolación que le dirigió, le partió el corazón.
Ese rubio, que siempre había demostrado tanta vida en sus ojos, ahora estaban vacíos.
—Vámonos —le dijo mientras lo tomaba del brazo, el rubio finalmente, decidió dejar de intentar cargar al niño, así que lentamente lo bajo los pocos centímetros que había logrado levantarlo hasta que toco el suelo. El pequeño lo miro confundido. —Daisuke, tenemos que irnos, pero te visitáramos luego.
—No, estoy bien dattebayo —Logro hablar Naruto que ya había recobrado la compostura y componía una gran sonrisa, pero el azabache pensó, que no era como las sonrisas sinceras que solía componer, está más bien le pareció… falsa.
—¿De verdad tío Naru?
—Por supuesto Dattebayo.
Sasuke lo miro desconfiado, pero decidió creer en él.
Después de ese pequeño incidente, el rubio volvió a ser el mismo, la tarde paso lenta y el pequeño Daisuke estaba más que Feliz.
—Espero que vuelvan a visitarnos pronto —decía Itachi que los acompañaba a la salida para despedirlos junto a Megumi y el pequeño Dais.
—¡Si tíos!
—¡Pero claro ttebayo!
—Muchas gracias por haber venido —dijo Megumi mostrándoles una sonrisa sincera.
—Cualquier cosa que necesiten, no duden en llamarnos —dijo Itachi.
—Te lo agradezco Nissan. —dijo el azabache y tomo la mano del rubio, que parecía estar hundido en sus pensamientos.
—Eh, si gracias ttebayo. —Les sonrió y ambos salieron.
Itachi y su esposa se quedaron mirándolos desde la puerta mientras se montaban en su coche, hasta que se pusieron en marcha y los perdieron de vista, entonces se se dirigieron una mirada desconsolada.

 

Ya era de noche, y ambos ya se encontraban recostados en la cama, pero era un hecho, que ninguno de los dos, podía dormir, en su lugar, se habían puesto a contemplar el techo, mientras sus pensamientos les atormentaba como un huracán.
La verdad es… que no podían seguir fingiendo más, no podían seguir fingiendo que no pasaba nada, habían creído que si no tomaba las quimioterapias, podría vivir una vida normal, hasta el día de su muerte, pero se habían equivocado, “el cáncer es cáncer” y aún sin las quimioterapias, eh incluso con todo el medicamento que se le receto, es ilógico pensar que no se manifestarían los síntomas. Y justamente ese día le había recordado… que estaba enfermo.
Ambos se volvieron a lados contrarios, no querían que él otro pudiera ver su cara de melancolía, de temor que en ese momento estaban denotando, ni preocupar a la persona que amaban, y sin saber, ambos estaban pensando lo mismo.
Cerraron sus ojos en un intento por dormir, pensando que tal vez así, escaparían de la realidad por un momento.

 

Sasuke se levantó temprano, como cada mañana últimamente, y de nuevo, como ya se le estaba haciendo costumbre, se dirigió a uno de los cuartos para esconderse y comenzar a llorar, ya no podía más, ver al rubio como cada día iba perdiendo más y más fuerza y poco a poco se iba derrumbando, porque ya no podía ocultárselo, él lo podía ver, como luchaba cada día contra esa enfermedad, como luchaba por seguir en pie, por no mostrase débil, por seguir adelante y fingir que estaba bien, cuando no lo estaba, él se daba cuenta de todo, y simplemente no podía más.
Quería enfrentarle, y gritarle a la cara, que dejara de hacerse el fuerte, pero como podría hacer eso, si el mismo no podía hacerse el fuerte, y cuando dejara de fingir y le mostrara como realmente se sentía, ¿él podría lidiar con eso.
Podría ir y darle ánimos, cuando ni siquiera sabía cómo hacerlo, podría ir y no derrumbarse frente a él como ahora lo estaba haciendo, después de ver cuánto en realidad estaba sufriendo ¿Podría?

 

Abrió sus ojos pesadamente, la luz que se colaba por la venta, lo había estado molestando, hasta que ya no le quedó más remedio que abrirlos. Miro a su lado y Sasuke no estaba, como cada mañana desde hace un tiempo, despertaba solo.
Se levantó lentamente hasta quedar sentado y se tallo los ojos, bostezo un par de veces y decidió salir de la cama, pensando que seguro su azabache ya le tenía el desayuno listo.
Salió por el gran pasillo que llevaba hacia las escaleras para conducirlo al comedor, pero antes de llegar a ellas, se detuvo al escuchar un sonido que apenas y se alcanzaba a distinguir proveniente de una de las habitaciones, se arrimó a la puerta y pego el oído, alcanzo a distinguir unos sollozos que provenían de dentro.
Sin esperar más, giro la perilla y abrió la puerta. Y lo que vio le rompió el corazón, ahí estaba él, su amado azabache, el cual al verlo se sorprendió y se voltio de inmediato al lado contrario del rubio, dándole la espalda.
—Sasuke… —Se acercó a él.
Ya era tarde, lo había descubierto, el pelinegro se limpió la cara rápidamente con sus mangas, tratando de recobrar la compostura y fingir que no pasaba nada, pero tal como pensó… ya era tarde.
—Naruto. —Voltio hacia él, ya sin rastro de lágrimas por su cara. —El… el desayuno ya… ya está listo…
Y sin esperarse lo siguiente, Naruto se acercó a paso veloz hacia él y lo abrazo, sorprendiéndolo al momento.
—No tienes que fingir más Sasuke —le susurró al oído.
El azabache al escuchar eso, más que reconfortarse, se sintió molesto, así que bruscamente lo alejo, para encarlo a los ojos.
—No soy yo, él que no tiene que fingir más, ¿Qué hay de ti? ¿¡Ah?!
—Sasuke yo no…
—¡Lo has estado haciendo!, ¿crees que no me doy cuenta, crees que soy un tonto?
—Pero…
—¡No! —Lo volvió a interrumpir. No lo dejaría hablar, tal vez era momento de sacar todo, seria ahora o nunca—. ¡No soy un estúpido Naruto, no me trates como uno!
—Yo solo…
—¡Eres un egoísta! —Y las lágrimas comenzaron salir—. ¿¡Me crees tan débil que piensas que no podre sobrellevarlo!? —Le estaba reclamado lo que en realidad parecía reclamarse así mismo.
Él Sabía que no sería nada fácil sobrellevar algo como eso, con alguien cercano, en especial con la persona que amas, pero aunque fuera así, aria todo lo posible por sacar fuerzas y apoyarlo, estar ahí para él. Porque él sabía que lo necesitaba, y todo porque no quería preocuparlo o hacerlo sentir mal, fingía algo que no sentía.
Tal vez era cierto, se podría derrumbar frente a él, viéndolo como realmente se sentía, pero era mejor saber la verdad a ver el gran esfuerzo que hacía por fingir que no se sentía mal, eso le dolía más, porque como lo ayudaría entonces, por eso quería que dejara de actuar, si, le iba doler, ¡claro que le iba a doler! ¡Lo amaba!, pero al menos así sería más fácil de sobrellevarlo, si era… juntos.
Juntos podrían ser más fuertes, o al menos estar ahí para darse ánimos él uno al otro, para apoyarse mutuamente, para compartir su dolor, y no fingir algo que no era, solo para según ellos, no preocupar o entristecer más a su pareja, la verdad es que se estaba ahogando con eso, solo quería ¡dejar de fingir!, aceptarlo, y juntos, sobrellevar la situación.
—Sasuke…
—Si te sientes mal, ¡solo dilo!, si te sientes débil ¡dilo!, si no quieres reír, si quieres llorar, si quieres estar recostado en la cama todo el día porque te sientes mal ¡solo hazlo! —Tal vez era la única vez que había hablado más en toda su vida en una sola oración, pero se sentía ahogar, ahogar con todas las palabras que querían salir, solo quería sacar todo—. Si algo te duele, dímelo, pero ya no finjas más, porque puedo darme cuenta, a través de tus ojos que me estas mintiendo, y me duele no saber cómo ayudarte. Pero eh querido seguir tu juego por miedo a lastimarte, pero ya no puedo más, la verdad es… que yo tampoco quiero seguir fingiendo. —El llanto se hizo más fuerte haciéndolo incluso cerrar los ojos—. La verdad es… la verdad es… que nada está bien…
—… —El rubio lo miraba desconcertado, pestañeando varias veces mientras asimilaba todo lo dicho, sintiendo el dolor de su azabache como suyo y el suyo propio.
—¿Por qué? ¿Por qué Naruto? —volvió a hablar el azabache, apunto de soltarle lo que siempre había querido gritar—. ¿¡Por qué tienes que morirte!? ¿¡Por qué!? —Se sentía tan enojado por no saber a quién reclamarle, tan impotente, tan mal.
El rubio camino hacia él con los ojos rojos, y lo envolvió en un abrazo, abrazo del que el azabache se quiso zafar, pero Naruto no lo dejo, lo apretó más fuerte.
—¡Eres tan egoísta! —decía sin dejar de llorar—. ¿¡Por qué tienes que dejarme!? —Comenzó a darle algunos golpes a su pecho, sacando toda su furia contenida, como si lo estuviera culpando a él de así haberlo decidido, pero sabía perfectamente que no era así.
Pero es que se sentía tan impotente, tan dolido, tan enojado con el mismo destino, con la misma vida, que solo quería encontrar un culpable, pero al no haber ninguno, y no poder reclamarle a la vida ni al destino, la culpa recaí sobre el rubio, por no echarle más ganas, por no luchar contra esa maldita enfermedad, como si él hubiera elegido ese cruel destino, como si el hubiera decidido morirse, pero sabía que estaba equivocado, que ya no había solución, que por supuesto el rubio no tenía culpa de nada, en todo esto, el seria la víctima, la victima de aquella enfermedad, él que más estaba sufriendo, la culpa la tenía el cáncer, esa maldita enfermedad, pero es que no podía reclamarle al cáncer, no podía decirle: ¡cáncer, ¿porque me quitas a Naruto? Maldito cáncer, déjalo!, no podía, por eso estaba tan frustrado y enojado.
Le dio un par de golpes más, y Naruto lo abrazo más fuerte hasta que finalmente el azabache cedió y se dejó abrazar por el rubio sin poner ya ninguna resistencia, incluso él mismo, lo rodeo con sus brazos por la cintura. Y ahí, escondido entre su cuello y su clavícula, siguió llorando.
Pasó un rato, y finalmente se calmó, se separó y lo miro con sus ojos totalmente rojos e hinchados.
—¿Estas mejor? —le pregunto el rubio sonriéndole tiernamente.
—… No.
—…
—Naruto…
—¿Si?
—¿Y si?... ¿Y si me voy contigo? —Eso le alarmo de sobremanera al rubio.
—¿¡Que estás diciendo?! —Le grito furioso.
—Naruto…
—¡No!, ¡ni se te ocurra! —Lo miro con los ojos enrojecidos por lo que estaba pensando el azabache—. Escúchame bien Sasuke. —Lo tomo de la mandíbula y lo miro penetrante para que viera que hablaba muy enserio—. Tú todavía tienes mucho que vivir.
—¡Eso no lo sabes! —Se zafo del agarre.
—¡Tú tampoco! ¡Pero este no es tu destino, es el mío!
—¡Dijiste que el destino lo hace uno mismo!
—¡Si, cuando se trata de lo que quieres hacer, de a dónde quieres llegar, de lo que quieres lograr, de tu vida!, pero no cuando se trata de una enfermedad terminal, ¡Eso es algo que tu no decides!
—Pues también podemos decidir cuando morir. —Lo miro desafiante, lo cual hizo cabrear más al rubio por ese comentario.
Trago grueso, tratando de calmarse, en verdad no podía creer lo que estaba escuchando.
—Sasuke… —dijo más calmado—. No quiero que lo agás, hasta que sea tu momento, quiero que me prometas, que no intentaras atentar contra tu vida. —Lo miro muy serio, más de lo que podía.
—…
—Sasuke…. —Cerro sus ojos, intentando no llorar y luego lo volvió a mirar—. Te amo, y escuchar lo que estás diciendo me está doliendo más de lo que crees, ¿acaso quieres que muera pensando que seré él responsable de que te quites la vida?
—Tú no serás responsable de nada, será mi decisión.
—¡Pues yo me iré pensando eso!, ¿¡quieres que muera con esa agonía?, ¿Quieres hacerme sufrir más de lo que ya estoy sufriendo!?
El azabache se estaba sintiendo fatal por escuchar eso, lo último que quería es que sufriera más, y menos por culpa de él.
Así que finalmente razono y se retractó.
—Está bien… —dijo mirando hacia el suelo—. No lo are.
—Eso no es suficiente para mí. Prométemelo —le hablo demandante.
—Naruto…
—¡Prométemelo!, No quiero irme pensando si me mentiste o no, ¿podrías con eso?, que me haya ido preocupado. Solo… prométemelo —Ahora le hablo suplicante.
—Te lo… te lo prometo. —Logro articular sin voltear a verlo, no quería volver a llorar, y aunque le doliera perderlo, iba a cumplir su promesa. Por él, porque eso quería Naruto.
De pronto sintió al rubio envolviéndolo nuevamente entre sus brazos.
—Gracias.


2 Meses después.
—Bien, señor Uzumaki, parece que ya se encuentra mejor.
—Si… —Trataba de componer una sonrisa, sintiéndose observado todo el tiempo por el azabache—. Gracias.
—Bien, no olvide tomarse su medicina a las horas adecuadas.
—¡Pero claro!
—No se preocupe doctor, yo me encargare de que no se le olvide tomar su medicina —decía el azabache, tornando sus ojos hacia el rubio para mandarle una señal de advertencia, la cual el rubio capto de inmediato, haciéndolo tensar.
—Hehehe… —rio nervioso.
—Gracias —dijo el azabache al doctor mientras se levantaba de su asiento, y tomaba las manijas de la silla de ruedas, para ayudar a salir al rubio.
—¿¡Pero tengo que seguir usando esto!? —grito molesto de repente el rubio, llamando la atención de ambos presentes.
—Es por su bien señor Uzumaki, no queremos que vuelva a tener un accidente.
—¡Pero ya les dije que estoy mucho mejor dattebayo!, ¡además solo fue un pequeño resbalón!
—Eso es porque está débil.
—No, eso fue porque se me cayó el jabón tteba… quise juntarlo y…
—¡Dobe! —lo interrumpió el azabache—. As caso al doctor —le hablo en un tono demandante.
—Pero…
—¡Pero nada usuratonkachi! —lo miro fulminante.
El doctor por su parte pensó, que el azabache, era como esas esposas que dominaban fácilmente al marido, haciendo que hicieran lo que ellas o “ellos” querían, en este caso, por ser doncel, él sería ese tipo de esposo. “Si supiera como eran al principio” siempre peleando, lo bueno para el azabache, es que había logrado domar a ese dobe rubio.
O más bien, por sus múltiples peleas, el rubio se había dado cuenta que nunca tendría oportunidad de ganarle, por lo que finalmente se rindió.
—Si ttebayo —dijo el rubio bajando la cabeza.
Y el doctor lo comprobó.
—Doctor… —El Hombre de bata blanca borro de inmediato la pequeña sonrisa que se había formado en sus labios al ser nombrado, y dirigió su vista a quien lo llamaba—. Gracias por todo, me encargare de que siga sus indicaciones.
—Me parece perfecto. —Les sonrió y él azabache empezó a mover la silla de ruedas en la que estaba el rubio, para dirigirse a la salida. Mientras que el doctor los seguía con la mirada aun sonriendo, hasta que salieron y cerraron la puerta.
—¿¡Pero eso quiere decir que incluso en la ducha tengo que usar esto!? —Lo alcanzo a escuchar refunfuñar afuera de su consultorio mientras se iban alejando.
—¡Sí!
—¡Pero! ¡Teme!
—¡Ya cállate Usuratonkacahi!
“Que pareja más curiosa”, pensó el doctor, cuando por fin dejo de escucharlos componiendo una sonrisa enternecedora”.

 

Y como cada noche… últimamente… no podían dormir.
Naruto estaba mirando al techo con una mano bajo su cabeza, y Sasuke por su parte, estaba dándole la espalda, mirando la puerta.
—Sasuke… —Lo oyó decir de repente, pero no le contesto—. Sasuke… —volvió a repetir al no recibir repuesta—. ¿Estas dormido? —De pronto una venita se le salto en la sien, sabía que el dobe nunca se rendía tan fácilmente y lo corroboro cuando empezó a sentir su aliento sobre su oreja—. ¡Teme! —le grito haciéndo que se sobresaltara.
—¿¡Que quieres Usuratonkachi!? —Lo había sacado de sus casillas, así que no le quedó más remedio que contestarle y encararlo, quedando muy cerca sus rostros.
—Hehehe sabía que no estabas dormido ttebayo… —El azabache lo ignoro con la venita más que saltada y se volvió a voltear, quedando en su posición anterior.
—No, pero estaba tratando. —Cerró sus ojos.
—Sasuke… —Pero ya no pudo ignorarlo más, no al sentir como se posicionaba encima de él, lo cual le hizo abrir los ojos de golpe.
Bueno, no es que quisiera ignorarlo, no claro que no, al contrario, estaba y quería estar al pendiente de él, es solo que estaba muy agotado, agotado y cansado de estar pensando todo el tiempo, sobre la dichosa enfermedad que tanto odiaba, por lo que solo quería descansar, olvidarlo por un rato, y soñar que ese dobe rubio no moriría, si no que… estarían juntos por siempre, pero ahora estaba ahí, encima de él.
—Dobe bájate, pesas mucho.
—Teme… —El rubio acerco su rostro al suyo y lo miro con un brillito en sus ojos, como si tuviera estrellitas resplandeciendo en ellos, lo cual desconcertó al azabache, haciéndolo levantar una ceja intrigado.
—¿Qué?
—¿Y si? —De pronto los colores se le subieron a la cara, el azabache se intrigo más—. ¿Y si?... ¿Y si tú y yo?... ¿Y si nosotros?...
—¡Dilo de una vez usuratonkachi! —le grito desesperado.
—¿¡Y si lo hacemos!? —le soltó por fin, con la cara más roja que un tomate. Lo cual sorprendió al azabache.
Oh pero claro que lo sorprendió, porque tenía la cara como un semáforo.
—¿De… de que estas hablando?
—Ya sabes ttebayo, de hacer el amor.
Literal… el semáforo se había quedado en rojo en toda su cara.
—¿¡Es que tú estás loco!?
—¿Qué, por qué?
—Tú… ¡Tú estás débil!
—Ehhhh —dijo ofendido—. No es cierto tteba, el doctor es un exagerado, yo estoy en perfectas condiciones, además… Mi amiguito aún es muy potente, y te puede hacer gritar como antes dattebayo. —Le alzo las cejas pícaro mientras componía una sonrisa boba.
El semáforo de Sasuke casi se descompone por la potencia que estaba teniendo.
De pronto el azabache lo aparto con un brazo, haciendo que el rubio cayera a su lado sobre la cama.
—Usuratonkachi… —Se cubrió su rostro.
—Vamos Sasuke, tal vez sea la última vez… además hace tiempo que no lo hacemos. —Le oyó hablar lastimosamente.
El azabache se destapo la cara y voltio a mirarlo.
Tenía razón, tal vez sería la última vez que podrían hacerlo, la última vez que podrían estar juntos, en ese sentido, la última vez que podrían estar unidos, que podrían ser uno solo.
Además, no es como si él no lo deseara, lo estaba deseando, no era de palo, en verdad que quería estar con su rubio, pero se había estado absteniendo, por la condición de este, le preocupa mucho, en especial, porque últimamente siempre lo veía cansado.
Por eso sentía que era mejor, no hacer algo como eso, pero pensándolo mejor… si era el que se encargaba de hacerlo, tal vez para el rubio sería más fácil y menos problemático, al mismo tiempo que lo disfrutaría, por eso decidió…
—Naruto… —El rubio de pronto sintió el peso del azabache sobre él, esta vez él rubio había sido el sorprendido, el pelinegro se había posicionado sobre su cadera, quedando sentado en él, pero sin soltar todo su peso—. Con una condición.
—¿C-Cual?
—Que esta vez me dejes hacerlo a mí.
—¿¡QUE!? —grito sobresaltado—. Quieres decir que tú… ¿¡que tú me vas a follar a mí!? —dijo asustado por el bien de su trasero, pero luego lo reconsidero, mientras fuera con él, en realidad no importaba—. Bueno… —comenzó a balbucear—. Sera algo nuevo ttebayo, supongo que dolerá. ¡Pero no importa! ¡Lo are! —Una vena ya se le había saltado en la frente del azabache.
—¡No estoy hablando de eso idiota!
—¿A no? —Se desconcertó.
—No. —Llevo sus manos a su camisa, y empezó a desabrochar los botones, uno por uno, lentamente—. Esta vez, deja que yo tome la iniciativa.
El rubio lo observo detenidamente, pestañeando un par de veces para después sonreírle enternecedoramente, por fin había entendido.
Naruto, por ser el hombre de la relación, no es que Sasuke fuera una mujer, también era hombre, pero la diferencia estaba, en que él azabache podía concebir y el rubio no, por lo que Naruto pasaba a ser el hombre de la relación, por así decirlo, y Sasuke un doncel, que es como se le llamaba a los hombres que podían tener hijos, pasaba a adoptar el rol de la mujer.
Así que… Naruto, “por ser el hombre de la relación”, normalmente era el que tomaba la iniciativa, aunque no era la única razón, también estaba el hecho de sus personalidades, Sasuke era demasiado serio y frio, como para empezar tal acto, y él, siendo tan extrovertido e impulsivo, por supuesto se le facilitaba dar el primer paso, por lo que él siempre tomaba la iniciativa.
Aunque no negaba, que le gustaría que de vez en cuando su azabache tomara el control, incluso fantaseaba con eso, incluso se lo había dicho, como una vez, que le dijo…
—Que me arranques la camisa ttebayo, te pongas uno de esos disfraces sexis como de sirvienta o un lindo gatito y me ronronees en la oreja, luego te subas en mi…
—¡Estás loco! —Le paro el carro—. Ni pienses que voy a hacer eso idiota. Vestido de gato, ¡eso se llama zoofilia estúpido!
—Pero…
—¡Pero nada! —Y sus ilusiones se hicieron añicos o más bien… sus fantasías.
Pero ahora… parecía que por fin se le iba a cumplir.
—¿Enserio? —Acerco su mano a su mejilla para acariciarlo—. Si no quieres, no tienes que…
—Sí, pero no conseguí las orejas de gato. —Le interrumpió sin dejar su tarea de desabrochar su camisa, botón por botón hasta desabrochándole el último, mientras el rubio lo miraba expectante, entonces paro cuando llego a la ovilla de su fajo paro a mirarlo a los ojos.
—Sasuke… —le siguió aparto un mechón de su rostro con cariño.
El azabache se acercó a su rostro, quedando muy cerca.
—Ya no digas nada dobe. —Y acorto la distancia con un beso, mientras el rubio lo rodeaba con sus brazos y empezaba a acariciarlo.

 

1 Mes después.
—Sakura-chan se ve hermosa ttebayo —decía desde su lugar asignado, mientras la observa bailando el Valls con su enorme vestido blanco junto a su ahora esposo, el azabache solo asintió—. Sasuke… —Le tomo la mano, el pelinegro volteo a verlo—. Si quieres puedes bailar.
—¿De qué hablas usuratonkachi?
—Se lo mucho que te gusta bailar.
—¡No es así! —se volvió a voltear apenado.
—Claro que sí, y por mí no te detengas, yo te invitaría, pero… —Soltó su mano, y las puso sobre su silla de ruedas mientras le sonreía para hacer ademan.
—No lo agás.
—¿Qué cosa ttebayo?
—Sentir lastima de ti. —Lo fulmino con la mirada—. Y pensar que es tu culpa que yo no sea feliz
—Sasuke yo…
1 mes más había pasado, y la verdad era, que ignorar el inminente desenlace que tendría, ya no se podía evitar, no ahora que tenía que usar la silla de ruedas todo el tiempo, si por que la enfermedad había avanzado tanto que ahora ni con todo el medicamente del mundo lograba sentirse bien, así que ya no podían ignorarlo y mucho menos fingir que estaba bien, porque ahora, estaba más cansado y débil que nunca, y aun así hacia un esfuerzo sobrehumano porque Sasuke pensara que estaba bien, aun cuando el azabache ya se lo había gritado en la cara que no lo hiciera.
Es que simplemente no podía evitarlo, había veces que se sentía como una carga para él, incluso llegaba a pensar que era su culpa que Sasuke no fuera feliz, y el no único que quería… es que fuera feliz, porque lo amaba demasiado.
Por eso aun trataba de hacerse el fuerte delante de él, aunque sus esfuerzos ya fueran en vano, ya no podía fingir, ya era demasiado notorio su estado, como para hacerlo, pero él lo seguía intentando.
Porque así de grande era su amor por él.
Pero el azabache pensaba de otra forma, y se lo iba dejar claro.
—Naruto… —Lo miro serio, con esa seriedad que tanto le caracterizaba. Después de 5 meses estaba haciendo aún lado toda la pena y dolor que había estado cargando para dejarle algo muy en claro—. No ay nada, absolutamente nada más que quiera hacer, que estar contigo.
—Sasuke… —En ese momento sus ojos se empezaron a aguar por las lágrimas que amenazaban con salir.
—Eso es lo que me hace feliz, tú me haces feliz.
El pelinegro volvió a tomar la mano del rubio y le sonrió, como solo a él le sonreía.
Es lo más hermoso que le había dicho…
—Sasuke…
Lo único que necesitaba escuchar y un…
—Te amo.
Entonces todas sus dudas se habían resuelto, ya no había nada más que quisiera, nada más que necesitara, nada más que a su azabache, estar con el hasta sus últimos momentos.
Hasta dar su último respiro…
Porque él era todo lo que quería, le hubiera gustado que durara más, por supuesto que le hubiera gustado, pero con haberlo conocido y tener el honor de haber sido ser su esposo, estaba más que contento y agradecido, le agradecía a Dios por haberlo puesto su camino y a Sasuke por dejarlo ser parte su vida.
Él era todo lo que quería, lo único que necesitaba para sentirse vivo, para sentirse realmente feliz, para sentirse completo… era él.
Y así, pensando en eso, sintiendo el calor de su mano, viendo el brillo de sus ojos, y su hermosa sonrisa de medio lado, comenzó a sentirse mareado sintiendo como poco a poco, sus fuerzas se iban desvaneciendo, perdiéndose ante la imagen que tenía enfrente, la de su azabache y su voz, que había comenzado a llamarle, se iba convirtiendo en eco mientras se iba alejando.
—¿Naruto? ¡Naruto! ¡Naruto!
Tal vez ya sería el final, pero antes de que lo fuera, él también tenía algo que dejarle claro.
—Te amo. —logro decir antes de perder por completo la conciencia y sentir como todo se apagaba.
—¡¡¡NARUTO!!!

 

—¿Como esta? —pregunto Itachi
—No se quiere separar de él.
—¿Y Naruto? —La chica peli rosa meneo su cabeza de un lado a otro bajando la mirada.
El azabache voltio hacia la ventana y observo la imagen más desgarradora, su hermano estaba sobre el regazo del rubio, aparentemente se había quedado dormido, pero a leguas se notaba que había estado llorando hasta conciliar el sueño, el rubio por otra parte, estaba en la camilla, con varias mangueras conectadas a su cuerpo, y unas que sobresalían por su nariz, pero su cuerpo estaba totalmente inmóvil, como si lo único que le quedará, fuera la poca respiración que aún marcaba el aparato al que estaba conectado.
—¿Qué dijo el doctor?
—Que lo mejor sería desconectarlo, y de su ultimo respiro por sí solo.
—¿Y Sasuke… ?
—Sí, lo sabe, pero no quiere, el doctor dice que no tiene caso alargar más sus horas, que solo estará sufriendo, y que ya no volverá a estar consiente, pero Sasuke-kun se niega, no quiere dejarlo ir. —Comenzó a sollozar.
El azabache mayor volvió mirar la escena, incluso para él, estaba siendo desgarradora, ver a su hermanito preciado, al que tanto amaba, sufriendo, era con algo que simplemente no podía. Daria su vida por que no estuviera así.

 

La música se escuchaba a todo volumen, los invitados bailaban contentos, y él mientras tanto iba abriendo paso a través de la multitud mientras escuchaba su canción favorita “Love me like you do”, era su canción, la de él y su rubio esposo, al que en ese momento, estaba buscando.
Hacia a un lado a todo el que se interpusiera en su camino, hasta que por fin logro salir de la multitud y ubicar el lugar que Sakura les había asignado, esperando ver a su amado sentado en su silla de ruedas mientras aguardaba por él.
Pero no fue así, él no estaba, la silla de ruedas estaba vacía. Se alarmo de inmediato por eso, ¿¡entonces dónde estaba, donde!?, iba empezar a gritar su nombre y hacer un escándalo, pero antes de poder hacerlo, alguien le toco el hombro, él se giró de inmediato y se sorprendió con la imagen.
Era Naruto, ¡de pie!, el azabache se quedó observándolo atónito, recorriéndolo con la mirada de arriba abajo.
Simplemente no lo podría creer, el rubio se veía tan bien, tan sano, como si no tuviera nada, como si hubiera recuperado todas sus fuerzas, como si… no hubiera enfermedad.
—¿Quieres bailar? —le pregunto de pronto, estirándole la mano, para que la tomara.
—Naruto… ¿Pero cómo?
—Ya no importa ahora, lo que importa es que estamos juntos. —Le sonrió radiante.
—Pero…
—Vamos Sasuke teme, es nuestra canción favorita. —Lo tomo de la mano, y lo llevo hasta en medio de la pista, entonces lo acerco a él, y lentamente lo empezó a guiar, el azabache se dejó hacer, y cuando menos se dio cuenta, ya estaban bailando al son del compás.
—Naruto… Quédate junto a mí.
—Siempre.
—¿Me lo prometes?
—¡Por supuesto, como que me llamo Naruto Uzumaki osh dattebayo! —Le volvió a sonreír radiante.
Escuchar eso le reconforto.
La música continúo y de repente todos desaparecieron, quedando solo ellos dos, era como mágico, ambos se aferraron uno al otro, mientras juntos daban algunas vueltas por el lugar, hasta que finalmente la canción termino, se quedaron así por un rato más, abrazados y después finalmente se separaron para verse a los ojos.
—Creo que ya es hora —dijo Naruto sonriéndole de manera tierna.
—¿De qué hablas?
—Ya tengo que irme. —Volteo hacia atrás, donde una luz resplandeciente le aguardaba.
—¡No! ¡Dijiste que te quedarías conmigo, me lo prometiste!
—Y así será —Le acaricio la mejilla.
—Entonces…
—Recuerda tu promesa Sasuke. —Le interrumpió.
—No, Naruto…
—Prométeme que la cumplirás, que vivirás, que seguirás con tu vida, que serás feliz ttebayo.
—… —Trato de bajar su mirada pero el rubio le tomo de la barbilla para obligarlo a que lo volviera a ver a los ojos.
—¡Prométemelo!
—Yo… te puedo prometer lo primero, pero ser feliz, sin ti… —bajo la mirada cabizbajo.
—Al menos inténtalo ¿sí? —El azabache asintió y sellaron la promesa con un beso. Desbordando amor con aquel beso… transmitiéndose su sentimientos, su amor puro, infinito y sincero. Que estaba seguro… seria eterno.
—Te estaré esperando —dijo el rubio al separarse—. Pero no vengas pronto —finalizo y poco a poco se empezó a alejar de él, acercándose a la luz cegadora que tenía a sus espaldas, él azabache se quiso acercar, pero no pudo, a pesar de que caminaba, no lograba avanzar nada, no podía alcanzarlo, así que desistió.
“Quédate solo un minuto más, déjame pensar, que esta realidad, no acabara, que puedo perdurar, por siempre a tú lado.
Atesorare, todo este tiempo que, pase junto a ti, no quiero despertar de los recuerdos que, plasmamos tu y yo quiero seguir soñando."
Y aunque sea la última vez, abrázame fuerte.”
—Por cierto… —volvió a hablar el rubio al momento de que esa luz lo iba envolviendo y poco a poco se iba perdiendo en ella—. Dile a Menma que lo amo, que su padre siempre lo amara dattebayo. —Le volvió a sonreír.
—¿Menma… ?
—¡Y dale ramen ttebayo, seguro le encantara! —Le guiño el ojo, para después adentrarse más a luz, hasta que se perdió en ella por completo.
Las lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas, mientras seguía contemplando la resplandeciente luz.
Entonces… despertó.
Despertó al escuchar el incesante sonido de la máquina de respiración que solo marcaba un sonido y que al voltear a ver la pantalla, una sola línea se dibujaba en ella.
—Señor tiene que salir —le dijo un enfermero, tratando de ayudarlo a levantarse.
—No —Se zafo del agarre y quiso seguir cerca del rubio— ¡Naruto! ¡Usuratonkachi! ¡No me dejes imbécil, no te mueras!
Itachi, que estaba fuera de la habitación, al oír el desgarrador grito de su hermano, irrumpió en el cuarto sin permiso, y tomo a Sasuke, para separarlo del ya inerte cadáver del rubio.
—¡Sasuke! —Lo voltio como pudo hacia él, y lo abrazo fuertemente, el azabache se aferró a él, sin poder detener las lágrimas que no dejaban de salir, se sentía sofocado, sin aire, como si el mundo entero se le hubiera venido abajo y lo único que quería era irse con el rubio.
Pero no lo aria, se lo había prometido, así que soportaría, soportaría ese inmenso dolor que sentía, y cumpliría su promesa… viviría.
—Naruto…

 

1 años después.
Lo observaba detenidamente, sin pestañear, tratando de encontrar las palabras adecuadas, incluso se estaba sintiendo frustrado, nervioso y estúpido a la vez.
—Naruto… —Se animó a hablar finalmente—. Te eh extrañado… —Se detuvo para seguir mirándolo un poco más.
¡No sabía cómo hacer esto!
Era “10 de Octubre” la fecha de su cumpleaños y armándose de valor había decidido ir a visitarlo y ahora estaba ahí…
—Tsk, estúpido dobe —dijo frustrado cerrando sus ojos, y luego los volvió a abrir para seguir mirándolo. Miraba una y otra vez... 


                                    "Naruto Uzumaki”

Su nombre escrito en la lápida, como si se tratara de él. Como si lo estuviera mirando a él.
Por eso se sentía frustrado y nervioso, porque no sabía que decirle o más bien como decírselo, porque para Naruto no hacían falta las palabra parta comprenderlo o saber lo que quería decirle y que no se animaba a decir, solo bastaba con verlo a los ojos para descifrarlo, y lo mismo le pasaba a él con Naruto, se conocían tan bien, que no necesitan palabras, pero ahora…
Ahora tenía que hablarle, porque ya no podía verlo, pero, que no era él, el que ya no podía ver al rubio, entonces quiere decir, que si el rubio si podía verlo, entonces al igual que antes, no hacía falta decirle nada, porque él, con solo mirarlo ya sabría todo. Pero…
Aquí entraba la otra cuestión, ¿y si ese dobe idiota no estaba ahí? Si… en realidad ya no estaba, ya no existía, no podría escucharlo ni verlo, entonces que caso tenía que le dijera algo, que abriera su corazón como un cursi enamorado y le dijera lo mucho que lo extrañaba y lo seguía amando, ¿Qué caso tendría? Si él… ya no estaba. ¿Qué caso tendría si él no estaba ahí escuchándolo y en su lugar estaba hablando con una tumba fría y vacía? ¿Qué caso?... Y esa era la razón por la que también se sentía estúpido.
—Tsk. —Volvió a cerrar los ojos.
Estaba tan confundido, es que le habían dicho, la gente entrometida le habían dicho, que había otra vida después de la muerte, que nuestros seres queridos siguen con nosotros aunque no los podamos ver, que ellos nos escuchan y nos cuidan y quien sabe qué tontería más, porque ahora le estaban pareciendo tonterías, al no ver a nadie más a su alrededor, que su sola presencia, hablando con una inanimada, triste y fría lapida que no podía contestarle, incluso se estaba sintiendo como un loco.
Pero claro, con el hecho de que lo extrañaba tanto terminaron convenciéndolo, y ahora estaba ahí frente a esa tumba fría echa de mármol, hablando posiblemente con… nadie.
Tal vez estaba siendo un tonto al creerles, pero…
Volvió a abrir los ojos para ver otra vez su nombre escrito en la lápida, y luego bajo su vista para leer lo demás…
10 de Octubre de 1992 – 24 septiembre de 2024
32 años.
Aquí yacen los restos de Naruto Uzumaki, una gran persona y de gran corazón, que siembre veía por los demás, sumamente amoroso con sus seres queridos, y con un gran espíritu que rebosaba de bondad y alegría, la cual le gustaba contagiar.
Esposo de Sasuke Uchiha e hijo de Minato Namikaze y Kushina Uzumaki.
Descanse en paz.
Al terminar de leer, una lagrima que no pudo controlar, escapo de sus ojos.
Tal vez estaba siendo un tonto al creerles, pero aún que así fuera lo intentaría de todas formas, por que en verdad lo extrañaba y decir mucho, es poco.
Y si resultaba que era cierto, entonces valdría la pena a verse sentido como un tonto abrirle su corazón como el cursi que no era, pero por él lo valdría, porque en el fondo tenía la esperanza de que así fuera.
“Espero que mi leyenda sea parecida a la tuya” pensó mientras esbozaba una sonrisa de medio lado.
Y entonces comenzó a hablarle, como si lo tuviera enfrente, como si estuviera ahí, como le hablaría, si aún siguiera vivo… junto a él.
—Seguramente dirías, que debería decir algo como… “Esposo gruñón, mandón, y estreñido” —dijo en voz alta completando sus pensamientos riendo ante tal pensamiento, y luego frunció el ceño enojado, como si de verdad hubiera dicho eso el rubio—. Maldito Usuratonkachi.
—¡Sasuke! —Oyó que le llamaban a lo lejos.
—¡Suiguetsu, ya voy, dame un par de minutos más! —le grito frustrado, aunque parecía más que lo estaba regañando.
—¡Si, es solo que ya has estado ay por mucho tiempo! ¿¡Estas bien!?
—¡Sí!
—¡Bien, aquí te espero!
A Sasuke se le había saltado una venita en la frente, lo gritón y extrovertido del peli blanco le recordaba en cierta forma a Naruto.
—Eh estado cumpliendo mis promesas… —dijo de pronto mirando serio el Nombre en la lápida—. Espero que tu estés cumpliendo la tuya dobe… por cierto… Gracias.
De alguna manera… no sabía porque pero sentía como si esperara alguna respuesta, pero después de escuchar todo en silencio, los árboles moviéndose con el viento y soltando algunas hojillas que iban a parar sobre la tumba, se sintió más estúpido.
No es como si realmente esperara contestación, eso en realidad le asustaría, bueno, siendo el rubio, primero le asustaría, luego le alegraría, y luego no lo volvería a dejar ir jamás, pero no era el caso, lastimosamente sabía que eso no pasaría.
Pero aunque sea quería sentirlo, quería sentir su presencia, pero al no ser así, se volvió preguntar si era verdad.
Tal vez en realidad si estaba siendo un estúpido después de todo al conservar la loca esperanza de que Naruto lo estuviera oyendo, ser un estúpido por creerles ese cuento, tal vez en realidad si era solo una tumba fría, donde ya no queda nada más que polvo. Tal vez en realidad… no había nadie ay escuchándolo.
—Naruto…
—Sasuke… —De pronto sintió unas pequeñas manitas que le tocaban la espalda. —Siento interrumpirte Sasuke, pero es que se despertó y comenzó a llorar…
—Dámelo —le ordeno, y el peliblanco de inmediato lo puso sobre sus brazos cuidadosamente.
Con él en brazos se acercó más a la tumba
—Naruto… él es menma… nuestro hijo.
Sasuke siempre había sido una persona fría, seria y desinteresada, pero ahora… Si Naruto hubiera estado presente en ese preciso momento, le hubiera dicho que tenía la cara más enternecedora que le había visto componer, le diría que… que tierno se veía.
Porque si, el azabache estaba mirando a aquel bebe con tanta terminara, con tanta dulzura, con tanto… amor.
¡Y como no, era su hijo! Pero no solo por eso ¡También era el hijo de Naruto, el amor de su vida! Un pedacito de él, es lo único que le quedaba del rubio, como no lo iba a amar tanto.
Además… era su viva imagen, había heredado sus ojos azules, esas rayitas en sus mejillas, la forma de su cara, la único que no heredo del rubio fue su cabello, el cabello lo había heredado de él, negro y abundante como él suyo, era realmente hermoso.
—Gracias —volvió a repetir, y esta vez ni siquiera intento detener sus lágrimas que ya resbalaban por sus mejillas mientras volvía a observar aquel nombre en la lápida.
El niño por su parte, no dejaba de manotear, jugando entretenido con los cabellos de su doncel-padre, que alcanzaban a caer sobre la carita del niño. Porque otra cosa que había heredado del rubio, era sin duda, su hiperactividad.
—Ya tengo que irme Usuratonkachi —De pronto vio como una hoja iba descendiendo hasta posarse sobre la tumba. —Te amo. —Entonces la brisa del viento lo sacudió de pies a cabeza en ese momento, haciéndolo sentir tanta paz, no sabía porque, pero en su corazón estaba sintiendo una gran armonía, un regocijo, un consuelo.
Miro a su hijo y vio como este de pronto se había quedado quieto, visualizando hacia algún punto cerca de la tumba, trato de ubicar, pero no vio nada, así que no le dio importancia.
Con una última mirada hacia la lápida, se despidió sonriéndole con su característica sonrisa de medio lado por última vez, y luego se alejó con su hijo en brazos, dejando atrás aquella tumba, donde yacían los restos de su amado…

—Yo también te amo.
Fin.

 

 

Notas finales:

Y al final, Naruto si quedo junto a Sasuke... T_T

Y bien... espero que les aya gustado, por cierto, dice Megumi pero se refiere a Izumi, es que no recordaba su nombre cuando lo escribi.

En fin, si les gusto, me encantaria que me lo hicieran saber. Gracias por leer.


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