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De las formas de vida por lpluni777

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«Vivir sin temor a morir.


Porque la muerte, sea tarde o temprano, siempre está preparada para recibir a los seres vivos que llegan a su morada.


Porque para un caballero perecer en batalla debe ser un honor irrevocable.»


Para Kardia resultaba natural y compartía su cosmovisión abiertamente a todo el que preguntase, mas no podía convencer a aquél chico de que estaba en lo correcto, por mucho que se esforzara. Según Dégel, la vida era un obsequio que debían cuidar.


«Vivir sin pensar en morir.


Porque el propósito de todo ser vivo, humano o animal, es preservar su especie; para que alguien más ocupe su lugar en el mundo luego de marcharse.


Porque para un caballero no hay orgullo más grande que el ser capaz de proteger a aquellos que no pueden defenderse a sí mismos.»


Y aunque sus visiones no eran en absoluto contradictorias, ellos lo sentían así; que eran polos opuestos. Para Kardia, Dégel era demasiado riguroso y se preocupaba mucho por cosas que no podía controlar. Para Dégel, Kardia era demasiado caótico y se creía que nada era imposible mientras pudiera imaginarlo. Al final del día pasaban más horas juntos de las que se molestaban en contar porque, ya fueran nombrados como «rígido» o «idiota», acababan siendo más interesantes que cualquier otra cosa; la mejor manera de mantenerse con vida era hacerlo junto al otro.


Por cada travesura de Kardia, Dégel no faltaba a su palabra —para con su maestro— de mantenerlo vigilado.


Por cada investigación de Dégel, Kardia no faltaba en su palabra —a Krest— de intentar aprender estando a su lado.


En un inicio de seguro soñaban con una vida feliz sin el otro molestando alrededor pero, con el pasar de los años, dejaron siquiera de ser capaces de imaginar una vida sin el otro. Kardia habría muerto hacía mucho tiempo de no ser por la asistencia del caballero de Acuario (el de su generación y el anterior) para controlar su propio corazón y Dégel, aunque le pesara admitirlo, aprendió gracias a Escorpio que su deber era tan importante como su propia felicidad.


Al final del cuento su relación era inusual, tenía bases sólidas que ambos comprendían bien y eran la persona junto a la cual el otro creció, mas aún con eso siendo sobreentendido, no congeniaban; habían crecido físicamente al mismo tiempo, pero no habían madurado de la misma manera. Más que falta de comprensión, habían desarrollado una capacidad aterradora al momento de entenderse entre ambos.


El verdadero problema era que dicha capacidad solo resultaba aterradora para Dégel.


—Cuando dijiste que podríamos tomar un baño juntos, sinceramente, ésto no es lo que me esperaba.


—Entonces, ¿qué era lo que esperabas?


Kardia presionó los labios, sin rastro de ninguna sonrisa traviesa a la vista, simplemente la expresión de un hombre derrotado sentada en su rostro. Dégel tomó agua entre ambas manos y la llevó hasta la coronilla del escorpión antes de dejarla caer lentamente, permitiéndole trazar su propio camino entre los cabellos color azul cobalto. Un suspiro contento se escapó de los labios griegos.


—No esto, eso seguro. Pero lo amo igualmente.


Desde que era un crio, si había algo que Kardia detestaba, eso era tener a personas preocupándose por él. En cambio, si aprendió algo mientras crecía, eso era que amaba tener la atención de Dégel solo para él, sin importar tanto la manera en que éste la expresase. Regularmente se cuestionaba cuán consciente era el caballero de hielo sobre esa faceta de su relación, de los toques en extremo cuidadosos en los momentos más difíciles para su corazón, las miradas distantes de reojo durante la batalla que solo existían con el motivo de asegurar el bienestar del otro y las bien disimuladas muecas de decepción cuando alguno debía partir lejos por largo tiempo debido al trabajo. Porque sin importar cuánto disfrutaran de la presencia del otro o Dégel llegara a tener episodios ciertamente sugerentes cuando el ambiente se prestara a ello, Acuario se negaba a indagar en la idea de ellos siendo algo más que amigos.


Sin importar lo mucho que Kardia detestase la máscara de estoicismo de su compañero, ni todas las veces que la había visto quebrarse, ésta siempre regresaba dispuesta a frenar cualquier clase de avance por su parte. En ocasiones resultaba descorazonador, tanto así que llegó a pensar en utilizar su constante riesgo de muerte como una amenaza; mas ésto lo hizo una vez y la respuesta de Dégel a cambio fue ignorarlo —de toda forma posible— hasta que su corazón tuvo un verdadero impedimento físico que él estuvo dispuesto a aliviar.


El par de manos firmes y gentiles sobre sus hombros buscando sacar su estrés, no ayudaban a que sus sentimientos decayeran. Gruñó.


—¿Estás cansado? —una voz tranquila preguntó junto a su oreja. Kardia volteó la cabeza para ver a su amigo y se encontró con ojos azul índigo viéndolo de vuelta sin gafas de por medio.


—Más que eso, estoy hambriento —intentó estirarse un poco hacia el costado, pues con algo menos de cinco centímetros el truco estaría hecho, pero las manos sobre sus hombros lo mantuvieron quieto en su sitio.


Una sonrisa culposa fue lo que recibió en cambio, un silencioso «tal vez en otra ocasión». Lo mismo de siempre.


—Entonces acabemos con esto rápido. Puedes tomar algo de aquí, dejaste un montón de manzanas el otro día.


—Esas son para ti. Prepárame algo de comer.


—Si es lo que quieres —entonces Dégel lo soltó y se puso de pie, Kardia estaba dispuesto a imitarlo pero eso no parecía encajar en los planes de su compañero—. No te atrevas a salir de ahí, por el único santo día en el cual finalmente tomarás un baño apropiado, solo quédate quieto hasta que haya terminado.


Kardia echó su cabeza hacia atrás, permitiéndole descansar sobre el marco de la bañera, mientras su amigo iba y se arrodillaba en el otro extremo. Llevaban alrededor de diez minutos allí, verdaderamente mucho más de lo que él solía tardar, pero también, más que apropiado le parecía exagerado. Si soportaba desperdiciar todo ese tiempo era solo gracias a que estaba en compañía.


—No es mi culpa que la reserva de agua del templo del Escorpión sea demasiado pequeña como para bañarme a diario —día a día, con una ducha rápida debía ser suficiente. Incluso cuando el suyo era un «signo de agua», únicamente Acuario, Piscis y el templo de Athena tenían suministros de agua abundantes.


—No he dicho que lo fuera —Dégel sumergió sus manos dentro del agua cubierta por una capa de burbujas y, por un momento, Kardia entró en pánico; pero las manos no perdieron tiempo en encontrar su pie derecho.


—¡Por Athena, Dégel! Avisa antes de ha-pfft —una vez que su cerebro dejó de imaginar cosas inapropiadas que su amigo podría hacerle en su posición actual, fue capaz de registrar el sentimiento cosquilleante de las yemas que se movían de un extremo a otro por la planta y luego entre sus dedos.


No contuvo la risa y Dégel no buscó acallarlo. De hecho resultaba evidente que Acuario estaba disfrutando aquello también, pues sus bromas —poco frecuentes y tal vez demasiado planeadas— nunca habían conseguido una reacción tan animada por parte de Escorpio como la de ese momento, si es que alguna vez siquiera consiguieron arrebatarle cualquier tipo de reacción.


—Por favor, detente —Kardia se hallaba sin aire para cuando su pie derecho fue juzgado como «suficientemente limpio».


—Cuando haya acabado. Tal vez no sea capaz de hacer ésto de nuevo y lo sabes —sus palabras fueron tan calmadas como brutales—. Déjame disfrutar ésto también Kardia, mientras todavía puedo hacerlo.


En esa ocasión Kardia no rió, mas no pudo evitar sonreír alegremente mientras veía a su hermano de armas tan centrado en él. Solo en él.


Por supuesto, Escorpio amaba vivir al límite; pero Dégel no era así, él era cauteloso, sabio, delicado en sus acciones, frío contra sus enemigos y cálido —tal vez demasiado— respecto a sus amigos. Dégel era otro mundo que Kardia no comprendía del todo, pero amaba de igual manera.


—Claro, haz lo que quieras —murmuró en respuesta.


Podían morir. Ese mismo día, al siguiente o al otro.


Podía ser Kardia quien se marchara primero, lo cual no representaría mayor problema para Dégel que un enorme vacío en su historia y una sensación de derrota que quizás no sería capaz de aliviar nunca por su cuenta. Dégel de Acuario amaba a Kardia de Escorpio más de lo que podía aceptar reconocer.


También podía ser Dégel el primero en desparecer de ese mundo, lo cual inevitablemente significaría que Kardia lo seguiría cuando su corazón se viera incapaz de seguir latiendo sin su ayuda, sin él. Kardia de Escorpio no tenía reparos en admitir que amaba a Dégel de Acuario, pues sabía que sus sentimientos eran correspondidos.


El uno al otro se conocían mejor que nadie, lo sabían todo, desde las más grandes ambiciones hasta el más ridículo temor. Ambos sabían lo que representaba el amor y lo peligroso que podía llegar a ser, por ésto uno de ellos lo evitaba mientras el otro lo buscaba.


Uno quería vivir todo lo posible en la menor cantidad de tiempo posible.


El otro deseaba vivir todo el tiempo posible para ser capaz de experimentar siempre algo nuevo.


Si eran capaces de hacerlo en compañía, mejor.


 


 

Notas finales:

Si por cualquier casual el oneshot te sonara familiar, puede ser porque hace tiempo lo publiqué en otro sitio, bastante diferente a ésta versión tal cual, pero con estructura similar.

¡Espero que haya resultado entretenido!

 

Los créditos: Saint Seiya The Lost Canvas es original de Shiori Teshirogi junto a Masami Kurumada.


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