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San Valentín. Cherik por midhiel

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Notas del capitulo:

                 

Genosha

 

Un regalo de San Valentín para Lizeth López. Te escribí este fic con mucho cariño. Espero que lo disfrutes y tengas un hermoso día.

 

Ambientado en los posibles eventos tras el final de “Dark Phoenix.”

 

Al descender del avión por la rampa, Charles observó el ambiente natural y exuberante de Genosha. Había estado varias veces antes en la isla pero era la primera vez que respiraba su aire como si se tratara de un hogar. Atrás había quedado Westchester, la escuela, su sueño y la tragedia de Jean Grey, con la muerte de Raven incluida. Hacía algunas horas que Erik lo había encontrado en ese café en París cuando Charles estaba convencido de que no tenía más nada para ofrecerles a las personas y que nadie en el mundo se preocuparía más por él. Por eso había sido tan esperanzadora la sorpresiva llegada de su amigo.

 

Erik bajó detrás y apoyó las manos en los manubrios de la silla. Charles leía su mente feliz de que hubiera dicho que sí a la invitación de vivir en la isla.

 

-¿Qué opinas, Charles? – preguntó Magneto a sus espaldas -. ¿Le darás una oportunidad? – rodeó la silla para quedar enfrentados -. ¿Me darías una oportunidad a mí?

 

El telépata percibió su caudal de emociones: alegría, esperanza y temor de que finalmente Charles no se sintiera cómodo y que el remordimiento por el pasado no lo dejara disfrutar de la nueva vida que le había ofrecido. No sería fácil, mas tenía que intentarlo. Por eso, Charles asintió con énfasis.

 

Erik sonrió aliviado.

 

-¿Qué te parece si te enseño tu nueva casa?

 

Charles volvió a asentir y empujó las ruedas para comenzar el recorrido. Jean había achicharrado su silla eléctrica y ahora se manejaba con la antigua manualmente. Erik ni siquiera insinuó ayudarlo porque lo conocía lo suficiente para saber que su amigo adoraba su independencia aun con las limitaciones de su discapacidad.

 

Marcharon por un sendero empedrado que serpenteaba entre la naturaleza selvática y llegaron hasta la pequeña aldea, que Magneto había alzado con sus acólitos. Charles conocía Genosha, la había visitado incontables veces pero jamás la había sentido como un hogar porque él antes vivía en Nueva York, creyendo que la convivencia pacífica entre mutantes y no mutantes era posible. En cambio, esta vez la isla se le presentaba como un sitio donde podía sentirse seguro y en paz. Era una sensación nueva y extraña, pero placentera también.

 

Los acólitos salieron a recibirlos. Después Magneto invitó a su amigo a su casa. Entraron en el sitio oscuro apenas amueblado que “se sentía tan de Erik”, Charles lo pensó. Bebieron té de hierbas recogidas en la isla y el telépata comentó mientras sostenía la taza con ambas manos.

 

-Sentí tanta culpa después de lo de Jean, que no creí que alguien se acordaría de mí – trató de contenerse pero la voz le comenzó a temblar -. Gracias por lo que hiciste hoy por mí.

 

Erik hizo su taza a un lado, visiblemente conmovido.

 

-Entiendo que no te será fácil adaptarte a Genosha – observó -. Vivimos apenas con lo esencial y ya ves – miró alrededor -, no tenemos siquiera luz eléctrica.

 

Charles rio. Tal vez le costaría adaptarse pero estaba dispuesto a poner lo mejor de sí.

 

Magneto le propuso que salieran para enseñarle algo. Las viviendas consistían en compartimentos largos y espaciosos de metal alrededor de un patio compartido de pasto y tierra. El telépata recién reparó en una casa que se notaba reciente porque la pintura no se veía corroída y el metal apenas presentaba algunos golpecitos al ser trasladada y encajada en ese sitio, sin dudas por Magneto. Charles se emocionó hasta la médula porque no podía creer que su amigo se hubiese tomado el trabajo de construirle un espacio para vivir.

 

-Esta es tu nueva casa, Charles. ¿Te gustaría pasar y conocerla?

 

El telépata movió las ruedas de la silla hacia la puerta, que se encontraba entreabierta. Empujó y adentro encontró el ambiente preparado: había una mesa, una estantería en la pared con armazón de metal, llena de utensilios como ollas, sartenes, platos, vasos, tazas y demás elementos de cocina, muebles para que guardara sus efectos personales y una cama de dos plazas muy similar a la que había dejado en Westchester.

 

-Erik – musitó y se dirigió con rapidez a cada rincón para explorar lo que su amigo le había preparado -. Esto es hermoso. Todo – miró alrededor -, los muebles, ¡mira la cocina! Gracias.

 

Hacía tiempo que Magneto no lo había visto así de emocionado, podría decirse que desde la época en que se conocieron antes de la tragedia en Cuba. Sonrió, ver a Charles feliz era todo lo que necesitaba para sentirse bien. Ninguno de los dos lo sabía aun pero del respeto por la amistad de décadas que se tenían, estaban pasando al amor. Sí, los dos se estaban enamorando y, ¿quién podía saberlo? Tal vez la respuesta podía estar en Genosha, esa isla tropical preparada para los mutantes.

 

………….

 

¡Espero que te haya gustado!

 

 

 

 

 

 

 

 


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