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En mi tablero por matsukinaomi2019

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Notas del capitulo:

Esta historia no tiene fines de lucro, solo es para mi propia y la ajena entretención. 

Ninguno de los personajes me pertenece, todo es de el gran maestro Oda. Solo la historia aqui escrita me pertenece. 

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Esto es el resultado de una noche de insomnio, asi que si algo no tiene mucho sentido, ya saben porque.

Sin nada mas que decir, espero disfruten la lectura.

Sus intereses jamás fueron terminar tan metido en ese lío, la persona que eligió para ser su aliado, quién le pareció alguien fuerte y con orgullo a cierto grado. Con el tiempo, las risas y peleas escandalosas que en un inicio le parecían exasperantes, habían pasado a parecerle de lo más normal. Ya no se sorprendía al ver los fuertes golpes que la navegante le propinaba a su capitán cuando esté hacía/decía cualquier estupidez. Las tardes con el pequeño y felpudo doctor en la biblioteca le parecían muy tranquilas, y aunque las miradas de soslayo de la pelinegra, que siempre estaba en uno de los sillones junto a la ventana bebiendo tranquilamente el té, le aturdían un tanto, seguía la charla con el renito sin mostrar expresión alguna. El resto de la banda le trataba con la cordialidad justa, sin más que intercambiar algunas palabras por mera cortesía y ya. Por lo que con ellos se sentía tranquilo y mientras mantuviera el perfil bajo sin inmiscuirse en nada, estos pasaban de el y seguían con lo suyo. Oh, pero eso solo se aplicaba a ellos, nada tenía que ver el trato que tenían con el a el trato que le daba el capitán.

Ese maldito mono hiperactivo con el que decidió entablar una alianza para quitar de su camino a uno de los yonkou. El era totalmente distinto, cada que le veía le daba un gran abrazo envolviendo lo con sus brazos y piernas. Al inicio, el pequeño tony- ya y Usopp-ya lo acosaron junto a su capitán. "Torao, podrías cambiar mi cuerpo por un pedazo enorme de carne?" Los ignoro por unas horas, transportandolos a el otro extremo del barco cuando se volvía demasiado molesto, y fue suficiente para que el reno y el francotirador desistieran.

Pero el capitán continuo.

Muchas veces lo ignoraba y fingía dormir para que lo dejase en paz, durmiendo se de verdad en ocasiones y sorprendiendose al despertar con ese chico recostado en sus piernas como si fueran almohadas y roncando a todo dar. Se terminó resignando, que más podía hacer, mientras no le llenará de baba su pantalón favorito no lo lanzaría al mar.

"Al final, tú solo eres una pequeña pieza en mi tablero, apenas cumplas tu objetivo, no dudaré en sacrificarte en mi siguiente jugada."

Repetía una y otra vez, para suprimir el cosquilleo en sus dedos cuando veía que dormía junto a él con tanta confianza, escudándose con que el calor que sentía no era más que el que emanaba su acompañante indeseado. Suspirando frustrado se volvía a dormir, sin sacar nunca a ese pequeño monito de sus piernas, dejándole dormir cuanto quisiera. ................................................................................................................

Las cosas ya habían cambiado desde entonces. Acababan de vencer al hombre que le arruinó su vida, que le quitó a su mentor, la única persona que le había querido y cuidado después de la destrucción de su familia. Años preparando su venganza para ver cómo de un solo golpe y enojado como nunca antes le había visto, Luffy-ya hundía y derrotaba al demonio de sus pesadillas... Ya estaba, había acabado, el alma de su mentor por fin tendría paz...

"Que vacío más grande..."

Al fin el sería libre de ese sueño y presión en el pecho por la impotencia que sentía al saber que ese ser seguía suelto y actuaba a placer. Cerro los ojos relajado, nadie más sufriría a manos de él, el deseo de su amado cora-san estaba cumplido, al fin alguien había detenido a su hermano... Y que persona lo había hecho...un chico que, al despertar en la cabaña, le sonrió cómplice y orgulloso. Con un temple y fuerza sorprendente, fiel al cien por ciento a sus creencias y compañeros, capaz de enfrentar y destruir al gobierno mundial con tal de conservar a uno de sus amigos a su lado. Un muchacho que vio destrozado luego de la muerte de su hermano, a quien fue a buscar sin descanso, ni dejando que ningún obstáculo le detuviera. Una vez tenía un objetivo fijado, nadie lo podía detener, y no descansaba hasta terminar...esa era la razón por la que lo eligió como aliado.

" Amas ser libre, ¿verdad? "

Se había vuelto algo parecido a un amigo, alguien con quien guardar sus secretos. El ya sabía que el muchacho escuchaba como llamaba a su tutor al tener un mal sueño, en una de las tantas noches que se dormían juntos en cubierta, le había despertado por sus murmullos inquietos y frenado sin problema un ataque de su espada por reflejo de su pesadilla, le había sonreído con melancolía, tan profunda y dolorosa... Lo había abrazado hasta que su respiración volvió a ser normal y el sudor dejo su cuerpo. No dijo nada, no le soltó, solo una pequeña caricia en un brazo sintió antes de volver a dormirse. No lo trato diferente nunca, ni lo dejo solo en la pelea, enfrentándose sin miedo ni duda a el demonio que trataba de acabar con su vida. Encargándose de mantenerlo siempre en resguardo. Siempre apareciendo en el momento preciso...

"Eres una pieza muy valiosa que no debo perder...este juego necesita de ti" Ignoraba por costumbre los murmullos de su interior, nunca escuchando que decían, sabía que no era nada bueno si aparecían cada que pensaba en el menor o este le regalaba una de sus características sonrisas. "Puede que valga la pena mantenerte a mi lado...puedes ser muy útil." Y sin siquiera notarlo, el le devolvía el gesto.

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-Mi señor te llama para hablar, Trafalgar...tu nueva alianza no le agrada para nada.- El siervo se movió incómodo en su lugar. -Nuestro amo está dolido, su amor por ti no lo a dejado tranquilo desde vuestro último encuentro. Te doy un consejo amistoso, deja tu amor estúpido por mugiwara y vuelve a su lado.

Apretó la espada contra su hombro. Sus recuerdos iban y venían sin orden, su cabeza era un completo desastre. -que sabe él de amar a alguien... que sabe él de la desesperación al perder tus metas cuando alguien las remplaza.- la furia en su voz era clara, y el hombre frente a él tembló al ver las pupilas grises brillar bajo ese gorro.

"No sabes nada"

Si. Ya había perdido, perdido ante ese molesto mono. Sin proponérselo, sin saberlo, había puesto de cabeza la vida de uno de los hombres más pacientes y perfeccionistas, alguien meticuloso y calculador. El rey del juego.

Alboroto su mente con un abrazo, su cuerpo con un inocente beso en la mejilla...y su corazón...con su sonrisa. Había pasado de ser un simple peón a un caballo luego un alfil... Escaló piedra por piedra el muro que por años lo mantenía alejado de sus propios sentimientos y le permitió llegar donde estaba. Cuando quiso detenerlo era tarde. Sus pensamientos siempre terminaban buscando el mejor modo de proteger a ese idiota descuidado, cambiando sus planes a su favor, siempre vigilando que hacía y si necesitaba ayuda. Ayudándole con cosas tan simples como el que se golpeara contra el suelo al no ver por dónde corría. Apareciendo comida en lugares donde el estaba cada que escuchaba su estómago gruñir, antes de que pudiera quejarse. Revisaba que no botara su manta mientras se revolvía en sueños extraños. Se quedaba despierto cuando le tocaba hacer guardia para que, si se dormía por cansancio, pudiera descansar sin problemas. Ya no pensó en corazón, por primera vez al tener un sueño, una melena negra en vez de rubia y unos ojos profundos como la noche aparecían ante el cada que se entregaba al mundo de Morfeo. Haciendo que sus pantalones le apretaran su miembro despierto y desesperado por los besos ardientes y fogosos que compartían entre ilusiones...

-Él no será por siempre tu peón Trafalgar...será mejor que te libres de él antes de que sea un estorbo para tus planes con mi amo...-.Aunque su voz sonó segura, y ya no temblaba, el terror seguía en su mirada.

Estorbo... Apareció a sus espaldas en apenas un segundo, desenfundando su espada. - que te encadena a este mundo?.- susurro presionando con anhelo el filo a su garganta, dejando que una gota escarlata le recorriera hasta la clavícula, para perderse en su camisa negra. No recibió más respuesta que el ahogado grito de espanto que pego al sentir escurrir su sangre. - Un peón como tú amo no importa, yo soy el rey en el tablero...pero quién maneja las piezas, no soy yo estúpido.- Un corte limpio en su garganta le permitió sostener en su mano la cabeza de uno de los tantos sirvientes de su anterior aliado. - Dile a Kid-ya que nuestro trato terminó hace mucho, yo ya no tengo nada más que ver con el. Dicho esto dejó caer la cabeza y la pateó lo suficientemente lejos para que el pelirrojo encontrase una de las partes antes que la otra. Solo deseaba que Kid-ya tuviera algo de orgullo y no insistiera...no tenía ánimos ni tiempo para perderlo con el.

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Camino sin apuro por la playa, la noche era fresca y el mar estaba calmado, había desaparecido luego de decirles que tenía un asunto que hablar con alguien en un sitio de la isla, que no tardaría, luffy-ya solo había sonreído y le pregunto si quería que lo acompañara. Cómo le hubiera gustado caminar por la orilla de la playa con su hermoso pelinegro, pero los asuntos con su anterior aliado eran algo que no debía saber, no era necesario.

El chico estaba sentado en la cabeza de león de su barco y le hacía señas con los brazos mientras le llamaba.

" O mi querido cora-san, si puedes escucharme, quiero que sepas que ya encontré una nueva meta."

El pelinegro salto a la playa corriendo hacia el, estiró sus brazos envolviendo su torso, impulsandose para abrazarlo. Cayeron juntos a la arena y el solo le revolvió el cabello y sonrió. -Torao, torao! Vamos a comer juntos? Se tomo unos segundos para aspirar el dulce aroma a chocolate y menta que desprendía su piel.

- claro, vamos.

" Soy el rey en mi tablero, pero hace mucho que le sirvo a mí jugador"

Notas finales:

Gracias por llegar hasta aqui. Besos!


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