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Ojos que no ven por Alana005

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Al ver que Izuku le sonreía, Bakugou sintió una ligera sacudida que pareció poner su estómago del revés. Ignorando la sensación, miró con rabia a Deku mientras se daba la vuelta y lo dejaba plantado en el pasillo de la escuela.

 

"Estúpido Deku", pensó amargamente.

 

No podía aceptar que Deku, aquel niño inútil y sin quirk que lo solía perseguir a todos lados fuera capaz de provocar tanto en su interior con una simple sonrisa.  Lo peor de todo era que en el fondo era consciente de que las cosas habían cambiado entre ellos pero jamás lo aceptaría, ni siquiera en la soledad de sus pensamientos. Porque tal vez, si lo negaba con la suficiente intensidad al ver a Deku su estómago dejaría de revolverse, su corazón no se desbocaría, sus manos no empezarían a temblar... Solo pensar en lo que el pecoso provocaba en él lo ponía enfermo ¿Cómo era posible que Deku le afectara tanto? ¿En qué momento y cómo sucedió?

Ambos se encontraban en su último año de preparatoria y la mayor parte de esos tres años que habían pasado como compañeros de curso los habían pasado peleando por superarse. Al fin y al cabo Bakugou no podía permitir bajo ningún concepto de el estúpido nerd de Deku lo superase. Sin embargo, Deku estaba más que decidido a hacerlo y aunque a regañadientes, finalmente Bakugou se había visto obligado a aceptar a Deku como su rival.
Pero nada más, Deku era su rival y muy a malas su compañero de clase pero lo que no iba a aceptar de ninguna de las maneras era que las cosas, en algún punto que ni siquiera él mismo sabía definir con claridad, hubieran cambiado tanto. Aquello que comenzó como una rivalidad, como una aceptación, había pasado a ser algo completamente diferente e Izuku había empezado a despertar sentimientos desconocidos dentro de él.

Al principio aquellas emociones eran débiles y las había conseguido ignorar durante mucho tiempo pero cada vez crecían con más fuerza y había llegado un punto en el que le resultaba totalmente imposible seguir ignorándolas. Pues cada pequeño gesto de Izuku parecía causar un terremoto dentro de Katsuki y a pesar de que este intentaba con todas sus fuerzas apartar esos pensamientos extraños de su mente no solo no lo estaba consiguiendo sino que además, poco a poco había empezado a fijarse en cosas que antes no veía: sus pequeñas manías, su forma de llamarle, su sonrisa... 
Bakugou sintió como su corazón volvía a latir con fuerza ante esos recuerdos.

 

"Después de todo, tal vez si que me he enamora...."

 

¡No, no, no! Bakugou sacudió su cabeza en un intento de expulsar aquellos pensamientos de ella. Algunos alumnos que caminaban por el pasillo le miraron extrañados, pero no les hizo caso y siguió su camino, avanzando rápidamente por los pasillos de la escuela.
¿Enamorado? ¿Él? ¿Y encima de Deku? ¡Nunca! La sola idea era inconcebible, ¡Repugnante! No era una cuestión de ser gay o no serlo, eso le traía sin cuidado, pero ¿Deku? ¿En serio? ¿El nerd inútil que siempre lo seguía todas partes? ¡Ni hablar!
Pero justo cuando pensaba aquello volvió a recordar aquella sonrisa llena de pecas y su estómago dio un salto.

 

"Mierda....", pensó mientras sentía sus mejillas arder.

 

Por más que se esforzaba en negarlo a menudo se descubría observando a Izuku o preguntándose qué estaría haciendo en ese momento. A menudo sus miradas se encontraban y entonces el tiempo parecía detenerse por unos instantes, aquella mirada esmeralda lo atrapaba impidiéndole apartar la vista, dejando su mente en blanco hasta que reaccionaba y apartaba la vista avergonzado. Cosa que también lo molestaba, ¿Por qué tenía que ponerse nervioso cuando estaba Deku cerca? ¿Por qué tenía que avergonzarse? Casi parecía que Deku consiguiera sacar su lado más débil a la superficie, una parte de él que hasta entonces no sabía que existía y que hubiera preferido que siguiera enterrada en lo más profundo de su ser. Odiaba sentirse débil y cuando Izuku estaba cerca, cuando la marea de sentimientos inundaba todo su cuerpo de forma incontrolable era justo como se sentía. Débil. Y lo odiaba profundamente.

En ese momento el timbre que anunciaba el comienzo de las clases interrumpió sus pensamientos, miró con sobresalto a su alrededor y se dio cuenta de que había estado caminando sin rumbo, completamente perdido en sus pensamientos. Estaba muy lejos de su aula, ¡Iba a llegar tarde! Soltando una maldición echó a correr por donde había venido.

 

***

 

Izuku sintió su sonrisa desvanecerse mientras observaba a Kacchan alejarse iracundo y en su lugar apareció una mueca triste. Estaba seguro de que si observaba con la suficiente atención podría ver humo saliendo de su rubia cabeza. No entendía que había hecho para enfadarlo, tan solo lo había saludado.

Suspiró e intentó alejar a su amigo de la infancia de sus pensamientos. Pero mientras andaba por los pasillos, repletos de alegres estudiantes, no pudo evitar preguntarse a dónde habría ido Kacchan, la clase estaba a punto de empezar pero él se había ido en dirección contraria al aula.

A lo lejos vio la puerta que marcaba 3A y se apresuró a entrar en ella, en el interior de la clase ya se encontraban la mayoría de sus compañeros.

 

- ¡Te deseo muy buenos días Midoriya-kun! - Exclamó enérgicamente Iida.

- Buenos días Deku-kun - Le sonrió Uraraka.

- Buenos días chicos - Les contestó mientras fingía una sonrisa alegre.

 

Después de saludar a sus demás compañeros de clase, Izuku se sentó en su sitio y se sumió en sus pensamientos mientras miraba por la ventana, vagamente consciente de que el profesor había entrado en el aula y comenzaba la clase.

Últimamente su relación con Kacchan había empeorado y no entendía porque. Ya desde su infancia la relación entre ambos había sido cuanto menos tortuosa pero al entrar en la U.A. poco a poco había ido mejorando hasta el punto de llegar a ser ¿amigos? ¿rivales?
Ni siquiera él estaba seguro de que palabra utilizar pero era un hecho que su relación se había suavizado. Pero ahora parecía que kat-chan lo odiaba, se mostraba incluso más enfadado que de costumbre y siempre que lo veía parecía que su humor empeoraba aún más.

 

"Como si mi sola presencia le molestara...", pensó con desánimo.

 

No sabía que debía hacer, durante años había admirado a Kacchan y en algún momento esa admiración había dado paso a algo más, cuando quiso darse cuenta estaba completamente enamorado. Pero por supuesto había ocultado sus sentimientos, lo hizo por miedo a ser odiado, ahora que por fin parecía que Kacchan lo había aceptado era lo último que deseaba. Sin embargo, parecía que sus miedos se habían vuelto realidad.
Tal vez el problema era que se había dado cuenta de sus sentimientos, por mucho que se había esforzado en esconderlos durante todos esos años. El solo pensarlo lo deprimía pero desde luego era una posibilidad, aunque al mismo tiempo dudaba que de haberse percatado no le hubiera montado ya una escena.

Preguntas y más preguntas llenaban su cabeza pero por más que les daba vueltas no encontraba respuestas.
Izuku reprimió un bostezo, llevaba días incapaz de pegar ojo pues, en la oscuridad de la noche, cuando no quedaba nada que lo distrajera de sus pensamientos, su mente no paraba de dar vueltas al asunto de Kacchan.
Era consciente de que el rubio jamás lo vería de la misma forma que él lo veía pero no podía evitar sus sentimientos.
Había tratado durante años de ignorarlos con la esperanza de que desaparecieran pero no había funcionado. Cada vez que lo veía no podía evitar que su corazón latiera a toda velocidad, que sus manos temblaran ligeramente, que sus mejillas se ruborizaran... solo estar a su lado lo hacía feliz, así que finalmente se resignó a amarlo en silencio.

 

"Pero ahora parece que me odie más que nunca...", pensó amargamente Izuku.

 

Reprimió disimuladamente otro bostezo mientras apoyaba la mejilla sobre su mano, su vista permanecía perdida mirando por la ventana.
Había intentado permanecer cerca de Kacchan al tiempo que le ocultaba sus sentimientos pero tal vez había llegado el momento de rendirse y aceptar de una vez por todas que eran incompatibles.

El cansancio acumulado, el calor del sol y la agradable brisa primaveral que soplaba por la ventana comenzaban a pasarle factura y lentamente sus párpados comenzaron a cerrarse sin que Izuku pudiera evitarlo pero entonces un fuerte golpe lo hizo abrir los ojos de repente.
Katsuki acababa de llegar al aula y había abierto la puerta dando un portazo. Gotas perladas de sudor recorrían su piel y jadeaba ligeramente, parecía como si hubiera estado corriendo.

 

- Llegas tarde - Le regañó Aizawa - No debería dejarte entrar.

 

Kacchan le dirigió una mirada molesta a su profesor.

 

- Lo siento... - Se disculpó finalmente aunque casi parecía como si le hubieran arrancado las palabras a la fuerza.
- De acuerdo, puedes sentarte, pero que no se repita o la próxima no entrarás.

 

Kacchan no dijo nada, metió las manos en sus bolsillos y se dirigió a su asiento, a escasos sitios detrás del suyo.
Cuando pasó por su lado, Izuku le miró de reojo pero inmediatamente volvió su vista hacia adelante, temeroso de que Katcchan se diera cuenta de que lo observaba.

Poco a poco el alboroto causado por la repentina entrada de Kacchan se fue disolviendo y pronto la calma volvió a reinar en la clase, solo interrumpida por Aizawa-sensei, que explicaba la lección con voz pausada.
Irremediablemente Izuku volvió a adormecerse, al tiempo que bostezaba ligeramente volvió a apoyar la cabeza sobre su mano. Intentaba con todas sus fuerzas mantener sus ojos abiertos pero estos no parecían querer obedecer, esperaba que la clase acabara pronto, si duraba mucho más no se veía capaz de mantenerse despierto hasta su final.


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