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La pintura en las paredes por InuKidGakupo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Naruto, sus secuelas, y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto y Pierrot.

Notas del capitulo:

Algo denso y oscuro, para variar.

Este primer capítulo quizá resulta un poco confuso y corto para tratarse del comienzo, pero, mnh, bueno, ¿qué más da?

Al escuchar el sonido de la puerta Kakashi finalmente puede respirar. Agachándose bajo la pequeña cortina que cubre la cocina se mueve a prisa y alcanza a mirar su espalda en contra de la mesa de madera.


El sonido conocido de un afilado cuchillo sobre algunas verduras lo saluda como un arrullo antes de que se atreva a pasar.


— Estoy en casa — anuncia con su voz pesada y rasposa, el hombre delante alza las cejas y le sonríe con un poco de dulzura antes de que sus ojos vuelvan a su labor.


No hay respuesta. A Kakashi la idea no le molesta y se sienta en un banco alto delante de la mesa antes de que sus dedos hábiles comiencen a robar un poco de comida.


— Espera a que esté la cena — la voz es un regaño un poco disimulado y Kakashi rueda los ojos antes de robar otro pedazo.


— Es tarde, no cenaré — aclara, pero se queda en su sitio con los dedos pegados a un trozo de zanahoria rayado.


— Tienes que comer — insiste y Kakashi resopla.


— No es como si aún fuera a crecer, ¿sabes? — silba con molestia y mete la mano al tazón de verduras para robar unos trozos más.


Hay un breve silencio que se alarga y se espolvorea con la respiración calma de los dos antes de que el filo del cuchillo subiendo y bajando repiquetee en sus oídos.


— Mañana saldré de misión — anuncia el hombre al otro lado de la mesa.


Kakashi no puede ocultar su sorpresa y mira con un poco de incredulidad su rostro antes de volverse a la pared.


— A tu edad podría ser peligroso — dice en un susurro, la preocupación como el fondo de su voz.


Pero, al contrario de lo que espera, el hombre lo mira con extrañeza seguido de una mueca tambaleante de dolor e inconformidad. Parece que quiere decir algo, sus labios se tuercen y unas palabras bailan entre sus dientes como aire. Al final, sin embargo, solo niega y luego asiente en una respuesta que no puede atreverse a interpretar.


— En realidad...— continua Kakashi, sus ojos saltan del fondo de la casa a su rostro y busca su mirada con un dejo ilusión.


Eso no sucede, últimamente nunca sucede. El hombre parece nervioso y agitado, sus ojos esquivos y cansados demasiado entretenidos en la comida, como si fuera algo sumamente importante de contemplar.


Kakashi ignora la escena y se encoge en su sitio. En todo caso realmente no importa. Con un gesto desinteresado hace a un lado su gesto tembloroso y se dedica a hablar.


— Quizá yo podría tomar tus misiones, ya sabes — se atreve a sonreír, una sonrisa breve que apenas sale se desvanece.


La mano de su acompañante tiembla un poco, sus dedos flojos sobre el mango del utensilio antes de que parezca recobrar fuerzas otra vez.


— No hace falta — suena cortante, el golpe del cuchillo imitando el alarido de su voz — Puedo hacerlo, además, tú tienes tus propias misiones, no es como si quisiera que te pusieras en riesgo.


— Ya no soy un niño — gruñe, se siente un poco irritado por su actitud pero al final solo atina a suspirar — Además, no criaste a ningún cobarde.


La tabla de la mesa truena escandalosamente cuando un golpe demasiado duro la quiebra. El filo del cuchillo enterrado entre las astillas brilla un poco al mismo tiempo que la zanahoria salta y rueda al suelo tras el corte fallido.


Una punta de sangre en la mano del hombre se vuelve escandalosa y Kakashi observa con un poco de temor el temblor casi rabioso de sus manos tensas.


— ¿Estás bien? — Kakashi se asoma a sus manos pero el hombre las oculta y se cubre rápidamente con una servilleta antes de asentir y sonreír. La sonrisa es falsa. Kakashi lo nota pero no dice nada.


— Estoy bien — su voz es un hilo tenso, algo en sus palabras lo ha herido pero Kakashi no sabe qué fue.


— ¿Por qué no lo dejas? — pregunta, a ese punto no sabe a qué de todo se refiere y mira con algo de melancolía al hombre agacharse para recoger los trozos de verduras entre el piso de madera.


— Estoy bien, Kakashi — su esfuerzo por sonar tranquilo es impresionante, pero incluso entonces Kakashi puede notar el timbre de falsedad —. ¿Por qué no mejor vas a descansar?


Quiere negarse, quiere volverse a él y gritarle que no lo entiende. Sin embargo, no puede. Tiene miedo de pelear, tiene miedo de que se digan cosas hirientes y en contra de quién es, se levanta decidido a obedecer.


El hombre lo mira y suspira. Su tranquilidad ofende y hiere a Kakashi, lo hace porque sabe que lo prefiere lejos, dormido en su habitación, en silencio, sin miradas, sin palabras. Los dos llenos de minuciosos silencios, de inquietantes secretos.


— Bien — susurra, no puede evitar mirarlo una vez más con preocupación y duda. Hay un millón de preguntas que se acumulan en su garganta pero no se atreve a preguntar.


Él parece notarlo y se esfuerza en sonreír. Por un momento, lo engaña, le cree, y con una leve sonrisa de su rostro lo sigue y lo abraza.


El abrazo, a diferencia de todo lo demás, es real.


Pero no dura, no lo que ambos quisieran que durara y se apartan al mismo tiempo. Una maraña extraña de cosas se desliza entre los dos y les impide durar más tiempo, les impide estar así de cerca, hay un extraño y profundo hoyo entre los dos. Kakashi no lo entiende. El hombre parece saberlo mejor y eso lo hiere.


— Vamos, te acompaño a la habitación — sigue con su farsa y desliza la servilleta lejos. Apenas unas motas pálidas de sangre se notan sobre la bola de papel.


Kakashi asiente, lo sigue en silencio y sus ojos parecen perdidos un momento en los detalles de su hogar. Hay mucho polvo. Muchas marcas del tiempo, la pintura diluida en las paredes por unos momentos le da miedo y lo hace sentirse brevemente ajeno.


— Quizá... — su voz hace eco en el pasillo de madera, sus dedos rozando la superficie levantada de la laca amarillenta — Podríamos pintar nuevamente la casa — el hombre se tensa, los músculos de su espalda se dibujan sobre su ropa y Kakashi se pregunta por enésima vez qué está mal —. ¿Recuerdas de qué color era antes, cuando acababa de entrar a la academia? Me gustaría volverlo a pintar así... ¿qué piensas?


Cuando sus ojos lo miran, cuando sus rostros encajan y su vista se enlaza, Kakashi puede ver en él una verdad.


No lo sabe.


Él no lo sabe.


A Kakashi le duele la idea y suspira con decepción al entender que lo había olvidado.


Pero, en realidad, parece como si no lo hubiera sabido en primer lugar.


— Cambiaré la pintura si así lo quieres — dice el hombre con la voz tensa y abre la puerta de su habitación.


Hay más rechinidos de los que a Kakashi le gustaría escuchar y el frío de la habitación lo abruma. El seguro de la ventana está roto y entre el techo puede notar más de una abolladura que hablaba de cosas que Kakashi no se cree capaz de recordar.


Luego, otro ramo gratuito de tensión. Kakashi suspira un momento entre la penumbra y mira la espalda delante de él. Tiene la noción de que no era tan alto, pero el detalle se vuelve un vapor que sube hacia arriba y se desvanece de sus manos. Al segundo siguiente, lo ha olvidado.


— No quiero que sigas arriesgándote — murmura entre la intimidad incómoda que se ha generado. Él lo mira por sobre su hombro y se gira. La luz breve y azul le ilumina el rostro de forma triste, casi demasiado melodramática, como si fuera una ilusión nada más.


— No te preocupes por mí — su voz es suave, baja, como si Kakashi fuera aún un pequeño bebé tendido en su cama —. Mejor concéntrate en... — su rostro tiembla, sus manos se aprietan en puños llenos de impotencia y su quijada parece traquetear en una grumosa seriedad.


— ¿Sigues preocupado por eso? — resopla y se acerca, pero el hombre retrocede la misma distancia como un reflejo difuso. El hilo extraño que los entrelaza se aprieta y se retuerce entre sus dedos abiertos — No fue nada. Estoy bien.


Él asiente, Kakashi imita su gesto pero sabe bien que no le cree.


— Solo fue un golpe en la cabeza. He tenido cientos — quiere sonar animado pero los recuerdos solo sirven para hacerlo sentir un vacío extraño, el hombre delante lo mira con demasiado dolor, con demasiado miedo, con una capa insoportable de incomprensible desesperación.


— Sí — su voz es un soplido. Kakashi mira sobre sus ojos las lágrimas contenidas y la duda vuelve a surgir y burbujear en su interior.


No entiende porque quiere llorar. No entiende su dolor. No entiende nada y no obtiene respuesta de ninguna pregunta. Quiere consolarlo tanto como se sabe incapaz de hacer algo.


Luego, se sienta en la cama. El hombre parece distraído y perdido en sus pensamientos antes de salir del trance y acercarse a él con un gesto de incomodidad y un reflejo inconfundible de aversión.


No se supone que sea así. Piensa Kakashi, pero lo deja hacerlo porque es lo que él siempre ha hecho.


De rodillas ante él, ese hombre le quita las correas del uniforme y desata las cintas del cinturón.


Sus manos tiemblan al hacerlo, sus ojos lo evitan, su respiración parece demasiado agitada y Kakashi duda en el sentimiento que ve. Pena desgarradora, desesperación, la sombra absoluta de la usencia, de la pérdida.


Pero todo se nubla en su mente. Kakashi quiere creer que es por la presión del trabajo, por lo que dice la gente.


— Descansa — Kakashi asiente y se recuesta, su cabeza contra la almohada se hunde y levanta el brazo para tomar la mano de aquel hombre.


Es extrañamente cálido. Demasiado para lo que Kakashi está acostumbrado.


— Gracias — dice, porque hay algo en su cabeza que lo obliga a soltar aquello como un extraño rezo. El hombre parece sufrir con ello, parece conmovido con algo tan simple y su gesto se tuerce como si pudiera ponerse a llorar.


No lo hace, le sonríe genuinamente y con un movimiento brusco le da una afirmación. Luego, un pulgar arriba.


— Hasta mañana — murmura, Kakashi lo suelta y lo mira una vez más.


— Hasta mañana, papá.


No hace falta decir que a Gai le disgusta la palabra más de lo se cree capaz de soportar.

Notas finales:

Sí, yo de nuevo con mi idea de Sakumo/Kakashi/Gai


El segundo capítulo es en realidad el principio verdadero, fue un capricho tonto mío empezar desde este lugar.


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