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Anhelo por ti por Eza-chan

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Notas del capitulo:

X-Men no me pertenece.

Aclaración: Aunque tal vez no parezca al principio, esto será un omegaverse, ¿mpreg? Yo espero que sí.

Abrir el bunker oculto entre un vasto bosque no fue difícil, había sido difícil localizarlo, pero ahora estaban en la parte sencilla.

Desde el fin de la guerra solo había que tener cuidado con centinelas semi destruidos aun dispuesto a atacar y uno que otro mutante o humano de la oposición que se negaba a morir (siempre luciendo más como perros rabiosos y hambrientos que trataban de aferrarse a unos pocos momentos más de vida).

No creía que este lugar les causaría problemas, pues lucía completamente abandonado.

—¿De verdad crees que aún hay alguien con vida aquí? — Cuestionó Logan viendo discretamente en todas direcciones siempre alerta, listo para atacar a cualquier amenaza aun no existente, Erik nunca podía decidirse que le ayudaba más, si su mutación o el hecho de ser alfa.

—No perdemos nada con revisar antes de asegurar que no hay nadie con vida— Agregó Raven, igualmente alerta, con sus instintos alfa a tope.

—Estoy de acuerdo con Raven— Exclamó Alex (el único omega del equipo y uno de los pocos que Erik había ayudado a rescatar) mirando de forma nada discreta a todos lados del largo y lúgubre pasillo.

—Ahí es donde te equivocas, todos podríamos morir— Comentó Sean sin dejar de caminar detrás de ellos, con esa tranquilidad que lo caracterizaba y que Hank siempre decía que tenía que ver con su naturaleza de beta.

—Él tiene un punto, es un muchacho inteligente— Concedió Logan, girándose discretamente a verlo a él.

—Tú, bastardo, ni siquiera entiendes la lógica de morir no entiendo tus quejas— Decidió decir Erik, provocando la risa de Raven, Alex y Sean.

—Cuando mueras voy a bailar alrededor de tu cadáver— Comentó Logan con calma. Desde su posición Erik no podía verle el rostro, pero estaba seguro de que había alzado una ceja (justo como hacía siempre).

—Y mi fantasma se va a quedar para verte hacer el ridículo—

—Sí, princesas, ambas son lindas y las reinas del baile, mejor pongan atención a su alrededor— Ordenó Raven con autoridad, buscando ocultar su nerviosismo.

Erik decidió que debía decir algo para buscar tranquilizarlos a todos, por lo que se giró a mirar a su equipo, obteniendo la completa atención de los cuatro miembros a su cuidado.

Deben separarse.

—Debemos separarnos— Terminó diciendo, sin estar muy seguro de dónde había salido aquello.

—¿Estás seguro?, acabamos de entrar— Dijo Logan no del todo convencido de la idea, pero tampoco completamente en contra.

No, Erik no estaba seguro, creía que debían caminar un tiempo más todos juntos, cuidándose las espaldas.

Estás seguro, así terminaran más rápido y aquí no hay nadie que pueda hacerles daño.

—Estoy seguro, así terminaremos más rápido, además ustedes mismos lo dijeron, aquí no parece haber nadie, Sean y Raven ustedes dos vayan juntos por el pasillo de la derecha, Logan y Alex ustedes regresen y vayan por el otro lado, reencontrémonos aquí en 20 minutos— Sus compañeros de equipo se notaron un poco inseguros, pero terminaron por aceptar, dando un único y visible asentimiento de cabeza para realizar la orden recién recibida. —Mantengan sus radios encendidos—

—Lo sabemos, qué crees que somos, ¿novatos? — Se quejó Alex mientras su voz iba alejándose por el pasillo, siendo acompañado por la risa de Logan.

Son buenos compañeros de equipo.

Erik coincidía con aquel pensamiento, se giró y continuó su camino con pasos firmes y seguros, sin titubeos, como si supiera exactamente a dónde iba.

Lentamente los pasos y las voces de sus compañeros de equipo dejaron de escucharse, dando paso únicamente al sonido de sus propios pasos y su respiración.

Le sorprendía que este lugar aún contara con luz, si bien esta parpadeaba cada cierto tiempo, siempre pareciendo que esta vez el parpadeo se volvería una oscuridad perpetua.

—Hey— Dijo una voz a su izquierda y él giró el rostro al instante analizando a la persona de pie recargada en una pared, cabello castaño, ojos azules, sonrisa y postura relajada, sin aroma, Erik lanzó con su mutación uno de los cuchillos que mantenía ocultos en dirección al hombro izquierdo del desconocido.

Lo único que el cuchillo hizo fue atravesar el cuerpo del hombre como si este no fuera real, como si…

—Wow, estás listo para todo, ¿eh? — Le dijo el hombre sonriente.

—No estás realmente aquí—

—No solo eres hábil con tu cuerpo, también eres inteligente, ya veo porque eres el héroe del mundo moderno, Erik Lensherr— Aquel hombre y su sonrisilla boba lo estaban poniendo de los nervios, todavía más porque a pesar de ser uno de los mutantes más poderosos, estaba a completa merced del sujeto que ni siquiera estaba físicamente frente a él.

El sujeto que no estaba realmente frente a él era uno de los que para este punto ya se consideraban extintos.

—Telépata, tienes razón, soy uno de ellos, pero relájate no voy a hacerte nada, si quisiera matarte a ti y a tu equipo ya lo habría hecho y ni siquiera te habrías dado cuenta— Le dijeron con una sonrisa dulce.

Su respiración estaba demasiado agitada.

—¿Qué es lo que quieres? — Decidió que era mejor decir, en lugar de estar ahí respirando como animal asustado y acorralado.

—Ayudarte— Le ofreció el desconocido al instante. —Si no te ayudo nunca vas a encontrar a los mutantes encerrados aquí, que aún siguen con vida, este lugar es un laberinto diseñado para perderte si no conoces los planos—

—¿Y a cambio de qué quieres ayudarme? —

—Solo tienes que hacerme un pequeño favor, por todo lo que he escuchado sobre ti y por la forma en que acabo de presenciar que me lanzaste ese cuchillo, va a ser muy sencillo para ti, estoy seguro— Se paró más derecho y trató de regular su respiración, si este tipo era realmente un telépata, tenía a Erik a su merced, debía saber lo estresado (asustado, preocupado, incómodo) que se encontraba, pero estaba tan acostumbrado a mantener la apariencia de calma que lo seguía necesitando para fingir que él tenía el control de esta conversación.

—No sé porque me lo estás pidiendo, podrías obligarme simplemente a hacer lo que quieres, ¿no?, después de todo hiciste que me alejara de mi equipo, yo jamás nos habría separado estando en este sitio—

El telépata rio suavemente.

—Es cierto, yo hice que te separaras de ellos, los habría mantenido juntos, pero no tengo la fuerza suficiente para usar mi telepatía en los cinco a la vez y sí simplemente tú seguías actuando raro frente a ellos, estoy seguro de que te habrían arrastrado lejos de aquí, lejos de mi alcance y lejos de los mutantes atrapados aquí que tal vez no puedan resistir ni una semana más con vida— La sonrisa relajada desapareció y en su lugar una mirada preocupada ocupo su lugar. —De verdad quiero que los rescates— Parecía sincero, pero las personas (mutantes y no mutantes) siempre parecían sinceras al principio.

—Si me rehúso de todas formas me obligaras a hacerlo así que finjamos que tengo opciones, ¿qué quieres a cambio? — El telépata volvió a sonreír, acercándose a él. Erik le ordenó al cuchillo regresar a su mano, pasando a través del desconocido que ni se inmutó.

—Después de liberarlos a todos, te mostraré el lugar en el que estoy yo… — ¿Esperaba que lo liberara a él también? Cuando era bien sabido que los telépatas siempre estuvieron de parte del lado perdedor de la guerra. —Y me matarás— Erik no pudo controlar su entrenado rostro para no mostrar expresiones.

El telépata rio.

—No luzcas tan sorprendido, ¿tenemos un trato? —

—Como dije antes si me rehúso lo único que harás es tomar el control de mi cuerpo y obligarme a hacerlo, así que si te hace sentir mejor escuchar que estoy de acuerdo con… el trato… bien, estoy de acuerdo—

Otros soldados habían pedido cosas más extrañas de Erik en el campo de batalla, de su lado y del lado contrario, así que, si ese desconocido pedía morir, él podía concederlo.

La sonrisa relajada desapareció, para ser reemplazada por una que se notaba repleta de felicidad.

—¡Bien!, ¡excelente!, s-sígueme entonces—

Sabiendo que realmente no tenía otra opción, comenzó a seguir al hombre que realmente no estaba físicamente ahí, por un pasillo interminable, que giraba y se torcía.

Atravesaron cinco puertas de metal, no funcionales desde quien sabe cuánto tiempo, pero que él abrió con apenas un poco de esfuerzo gracias a su mutación, hasta llegar a una puerta mucho más gruesa, con partes de centinelas semi-destruidas regadas por todo el suelo, así como unos cuantos cuerpos en descomposición.

Erik apenas y se inmutó pues no era la primera vez que presenciaba una vista similar.

—Tal vez esta puerta sea más difícil de abrir, pero confío en sus habilidades señor héroe del mundo moderno—

Odiaba ese título.

Bufó mirando de reojo al telépata, para plantar de forma correcta y segura sus pies sobre el suelo y colocar sus manos frente a él, inspirando profundo para finalmente dejar a su mutación fluir sin filtro; la puerta tembló levemente al inició y Erik dejó los recuerdos moverse por su mente, el dolor, la ira, el odio, la tristeza.

La enorme puerta de metal cedió, siendo arrancada de su sitio. Sorbió discretamente su nariz y limpió su rostro con torpeza para correr a asomarse a la habitación que era más grande de lo que parecía, encontrándose con 20 personas, unas más alertas y saludables que otras.

—¿Quién es usted? — Cuestionó un joven con lo que parecían unas alas medio cortadas a sus espaldas, aún con furia en su interior, dispuesto a luchar y proteger. Un soldado que llegaba tarde a la guerra.

—Los voy a sacar de aquí—

—No pregunté eso— Le dijo con fuerza en la voz. Una de las mujeres presentes se acercó un poco más al lugar donde antes había estado la enorme puerta, enfocándose en esta tirada en el suelo ligeramente deformada.

—Arrancó la puerta. O tiene telequinesis o es… Erik Lensherr— Comentó la mujer de piel morena, provocando un susurro masivo entre todos los presentes, en claros "Erik Lensherr" dichos con tono de interrogación.

—El héroe de la era moderna— Escuchó expresiones cargadas de admiración.

De verdad odiaba tanto ese título.

Yo creo que te queda— Le dijo el telépata sin hacerse visible, simplemente como una voz susurrándole al oído.

—Vamos, salgamos de aquí, los que pueden caminar ayuden a los que no— Ofreció acercándose a cargar a un niño con una pierna claramente fracturada. Después de ser reconocido fue sencillo hacer que las 20 personas lo siguieran.

Con indicaciones de voz del telépata dichas en su cabeza el camino de regreso se sintió mucho más corto.

Erik, ¿dónde estás?, cambio— Comenzó a escuchar a través del radio que siempre mantenía encendido cuando faltaba la cuarta parte del camino para poder llegar a donde había acordado reencontrarse con sus compañeros. —Si no contestas, Erik Lensherr, vamos a salir a buscarte y no te va a gustar lo que te vamos a hacer cuando te encontremos, cambio— Amenazó Raven, provocando unas cuantas risitas entre los mutantes a los que acaba de salvar.

—¿Esposa? — Preguntó uno de los mutantes luciendo un poco mayor que él.

—Peor, ex novia— Decidió responder, haciendo reír al hombre. —¿Puede tomar el radio y ayudarme a contestar? —

—Claro— El hombre mayor tomó el radio, presionando el botón correcto y acercándoselo a Erik para que pudiera hablar.

—Estoy bien, voy en camino, cambio—

Te estabas haciendo el difícil, solo para no contestarnos, ¿verdad Lensherr?, cambio — El hombre mayor rio, presionando nuevamente el botón para permitirle hablar.

—Tengo las manos algo ocupadas, cambio—

¿Estás bi…? — La pregunta de Raven se vio interrumpida al hacer contacto visual con él y los 20 mutantes sobrevivientes que lo acompañaban, contacto realizado justo al dar la última vuelta para regresar al punto de inicio.

Sus compañeros de equipo se acercaron de inmediato buscando ayudar, entre preguntas a su persona si se encontraba bien.

Erik no pudo decir mucho al ver al telépata volver a materializarse un poco alejado de todo el barullo, siendo el destinatario de un saludo completamente innecesario con mano alzada.

—Ten— Le dijo a Logan entregándole al niño que había estado llevando todo este tiempo, Logan obedeció, pero no sin mirarlo de forma sospechosa.

—¿Qué vas a hacer? —

—Vayan saliendo, ahora voy yo— Contestó para caminar en dirección a donde el telépata se estaba alejando.

—Erik, ¿A dónde vas?, ¡Hey! — Llamó Logan, pero no lo siguió, ninguno de los miembros de su equipo lo siguió.

Erik no sabía si era porque confiaban en él o porque el telépata había tenido algo que ver.

—Creí que huirías— Le dijo el telépata una vez que se alejaron de todo el ruido.

—Dejaste claro que no puedo escapar—

¿Qué tal si el decir que estaba débil para controlar la mente de todo su equipo era mentira y decidía vengarse de alguna forma?

—No soy esa clase de mutante— Le dijeron claramente leyendo su mente, para de repente entrar a un pasillo lleno de puertas grandes y fortificadas justo como en la que habían estado encerrados los mutantes que acababan de ayudar a escapar.

—¿Hay más mutantes detrás de estas puertas? — El mutante desconocido no estaba sonriendo más.

—Había, pero ellos ya…— Erik decidió que lo mejor era ignorar al telépata y se colocó frente a una de las puertas obligándola a abrirse. —Erik— Llamó el desconocido suavemente cuando él se quedó paralizado al ver el montón de cadáveres dentro.

Tragó en seco y se dirigió a la siguiente puerta obteniendo resultados similares, entonces fue a la siguiente y a la siguiente… hasta llegar a la última que estaba llena de cadáveres pequeños.

Estaba acostumbrado al olor de la muerte, a la visión de la muerte, a las cosas que las personas hacían cuando sabían que morirían, a ver la vida escapar por los ojos.

Podía ver el pequeño cuerpo de su hija entre esos, aunque ella no estaba ahí, aunque ella no había estado viva para cuando la guerra había alcanzado su pico máximo.

Y de repente pudo escuchar con claridad la risa de Nina, así como percibir su aroma único de niña omega, podía sentir sus besos torpes por el rostro y la forma que siempre apretaba fuerte el cuello de Erik cuando él la cargaba.

—¿¡Q-qué estás haciendo!? — Le gritó al telépata, girándose a verlo, luchando con las imágenes en su cabeza.

El telépata, pese a no estar ahí, se veía un poco asustado y un poco triste.

—Lo siento, solo quería ayudarte—

—¡No escarbes más en mi cabeza! — Le ordenó en un grito y el telépata solo respondió inclinando la cabeza, aferrándose a sus propias manos.

—Lo siento— Le volvió a decir y Erik se limpió el rostro, inspiró profundo y se paró derecho.

—¿Dónde estás? — El telépata no volvió a levantar el rostro, pero continuó dirigiendo el camino.

Después de caminar solo unos cuantos metros más una nueva puerta se encontraba frente a él; está a diferencia de otras cedió con facilidad.

Entró en la habitación que se encontraba llena de máquinas y cables de distintos tamaños; los había del diámetro de una canica, hasta unos del diámetro de una cabeza.

Y en medio de todo encontró un cuerpo, sentado en una especie de silla rodeada por cables aún más grandes y con una especie de casco en la cabeza.

El cuerpo estaba emaciado, demacrado, sin un solo cabello en su cuerpo, la cabeza laxa, inclinada descuidadamente hacia adelante y luciendo como si no tuviera la fuerza ni siquiera para levantar un dedo, sin zapatos y apenas con una prenda roída que alguna vez fue ropa interior.

—Hmm, me veo terrible— Le dijo la proyección en su cabeza del telépata, en el cual apenas y se podía notar el parecido con la imagen del cuerpo que casi parecía no tener vida.

—¿Este eres tú? —

—Lo sé, he tenido mejores días— Le contestó el telépata sonriente.

La guerra no había terminado hace tanto como para que alguien que la había perdido se viera así, esto era un grado de desnutrición y descuido de años, no las semanas que tenía el fin de la guerra.

De golpe sintió una mano tocando su brazo dominante, sacándolo de sus pensamientos y provocándole el lanzar uno de sus cuchillos buscando defenderse, atravesando sin ningún problema la proyección del telépata.

—Estas lanzando ese cuchillo a mi yo equivocado— Dijo el telépata acompañado de una risa discreta. —Lo siento, no quise asustarte, solo soy yo, se pueden lograr muchas cosas con la telepatía, sé que sientes que te estoy tocando, pero realmente solo estoy engañando a tu cerebro para que te haga creer eso. —Le explicó mientras él no pudo contenerse de ver el rostro del mutante desconocido, enfocándose en sus ojos llorosos de irises azules. —Pero quería hacer eso para decirte… gracias por seguir buscando sobrevivientes, aún si la guerra ya terminó, gracias por matar a Shaw— Erik quería alejar su mirada, pero no pudo. —Gracias por cumplir con tu parte del trato—

—Tú habrías hecho que…—

—No, la verdad es que, si te hubieras ido después de sacar a los sobrevivientes de aquí, no te habría obligado a nada—

Erik no sabía, tal vez era el telépata metiéndose nuevamente con su cabeza, pero le creía.

Sin darse cuenta le sonrió a la proyección de telépata.

—Es gracioso que lo menciones ahora que estoy frente a tu cuerpo— El telépata soltó una carcajada sin contener nada del volumen de su voz (voz que realmente solo Erik podía escuchar en su cabeza).

Erik quería reír con él, pero no estaba seguro de poder soltar una carcajada tan libre como la que acababa de presenciar.

—Gracias, Erik Lensherr— Le dijo el telépata una vez que se calmó.

—¿C…? — El telépata lo miró confundido. —¿Cuál es tu nombre? —

El mutante desconocido lució sorprendido, para sonreír suavemente, abrió los labios con calma.

—Mi nombre es…— Y de golpe la proyección y la voz que había estado con él hasta ahora desapareció de golpe.

—Hey— Llamó viendo en todas direcciones, buscando a alguien que nunca había estado realmente. —¡Hey! — Se acercó rápidamente al cuerpo en medio de la habitación, rodeado de cables y con una especie de casco en su cabeza sin cabello.

Se inclinó hacia el telépata, colocando su dedo índice y medio sobre el pulso carotideo y percibiendo el casi imperceptible movimiento torácico provocado por la respiración. Soltó un suspiro aliviado y entonces se recriminó a sí mismo.

¿Qué mierda hacía él sintiéndose aliviado de que el telépata estaba vivo?

Se suponía que Erik lo iba a…

Tragó saliva y saco la pistola que raramente usaba.

Hizo una promesa.

Se aseguró de que estaba cargada, quitó el extraño casco de la cabeza del telépata inconsciente y colocó el arma contra la sien del mutante que seguía siendo un extraño.

¿Es un extraño solo porque no sabes su nombre?

Colocó su dedo sobre el gatillo y jaló de este.

Notas finales:

Yo quería escribir un Reddie o un Geraskier, pero en lugar de eso termine haciendo un fic Cherik que ha querido ver la luz desde que vi X-Men: Dark phoenix, puede parecer inicialmente muy oscuro, pero lo más oscuro es que estamos al final de una guerra y todos tienen Trastorno de estrés postraumático… bueno sí, es una historia algo oscura jajaja, pese a lo que pueda parecer no va a haber mucha acción (eso creo yo) la mayoría serán flashbacks, sé que debe haber algunas dudas, pero apenas es el primer capítulo jaja, denle chanza a la historia de explicarse sola.

Muchas gracias por leer y espero disfruten conmigo de esta aventura.


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