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DEFECTUOSO por Alicia_Wesley

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Notas del capitulo:

Si usted no tiene conocimiento del Omegaverse, leer esto para entender:


Se trata de una sociedad estructurada en razas: alfas, betas y omegas, cada una con características propias, son humanos que nacen con una raza definida.


En resumidas cuentas, el ALFA es la raza dominante y la primera de la jerarquía. Ellos son fuertes, grandes, pueden ser o no agresivos, poseen un gran instinto de protección, desean proveer y ser el cabecilla de la familia, son territoriales, sus sentidos (olfato, vista, audición) están muy desarrollados y suelen desempeñarse en empleos que tengan que ver con la política, las fuerzas armadas, las grandes ciencias o la policía, por lo tanto, son poseedores de grandes beneficios. Existen hombres y mujeres alfas. Las mujeres alfas tienen vagina, pero tambien pene para impregnar omegas.


La raza BETA es el humano corriente. Existen hombres beta y mujeres beta. No tienen grandes habilidades desarrolladas, pueden procrear pero es muy difícil que un hombre beta preñe a un omega o un alfa a un beta. Se desempeñan en trabajos normales, como ejecutivos, oficinistas, transportistas, maestros constructores, etc.


El OMEGA es la última raza de la jerarquía y por lo tanto, la que menos derechos posee. Tienden a ser más pequeños y delgados, no agresivos pero sus sentidos también están altamente desarrollados, son muy sumisos y complacientes, emocionalmente dependientes y generalmente están en busca de protección. Existen tanto hembras omega como machos omega. La particularidad de esta raza es su capacidad de procrear. Los omegas, tanto hombres como mujeres, pueden albergar un niño en su vientre y dar a luz. Un omega entra en calor o está en celo con una determinada frecuencia, donde lo único que desea es básicamente tener sexo y ser impregnado. El cuerpo del omega se autolubrica para la relación íntima durante el celo. El celo puede ser inhibido a través de pastillas, los ''supresores''. Los omega suelen desempeñarse en trabajos sociales, como profesores, enfermeros, asistentes sociales, terapeutas ocupacionales, etc. Solo si su pareja se los permite. Tienen menos derechos que los beta o alfa, y pueden ser unidos a un alfa (pasando a ser omegas ''reclamados o acoplados'') sin su consentimiento.


Cada raza tiene un aroma en específico, reconocible entre ellos. Cuando un omega se acopla a un alfa o a un beta, huele como él.


Se acoplan a través de las ''uniones''. El alfa (cuando es una unión, por ejemplo, alfa-omega) muerde al omega en el cuello hasta que deja una marca. Eso significa que lo ha reclamado y que ahora están incondicionalmente unidos.

Todos sueñan con tener una vida exitosa y un futuro tan brillante que te llene de satisfacción. Muchos se esfuerzan por conseguir poder, fama y dinero asumiendo una clase social alta y envidiable. Pero, ¿Que sucede si tu destino decide por ti incluso antes de nacer? Aquello suena sumamente cruel, lo se. Pero la vida esta echa para aquellos que pueden soportarla.


A mis dieciséis años de edad no pensaba en el amor, o siquiera en lo que existía más allá del mero cariño amistoso o fraternal que mi familia me dedicaba. Tenía amigos como todos en la escuela, pero era tan solo una flor de loto que crecía en un lago de agua contaminada.


No era un misterio para nadie que era un omega. Mi apariencia "delicada" y las glándulas detrás de mí cuello, que exudaban mi característico olor exponiendo mi desafortunada condición genética, era una clara muestra de que era uno. El aroma de mi padre alfa me protegía de los molestos abusadores. Sin embargo, ni siquiera para un omega enlazado, como mi madre, la vida le era totalmente justa.


En la población un 50% se denominaban betas, el 40% alfas, y el resto lo componían los pocos omegas los cuales somos sumamente escasos. Podría sentirme único y especial, pero la verdad es que por ser diferentes somos discriminados. Un omega no puede tener trabajos tan aclamados como en determinados campos de la medicina, menos en la parte policial. Algunas empresas les contratan, pero tan solo por ser una obligación, pues el que alguien con aquel genero secundario ejerza un empleo implica una semana al mes de descanso debido a los celos o ciclos de inserción. También estaban los constantes acosos físicos o el hecho de ser un objeto distractor para el resto de los trabajadores. En pocas palabras; Somos discriminados por ser el "sexo débil" solo un "simbolo sexual" o el "genero con impedimentos" a la hora de técnicamente todo.


En mi salón éramos unos tres omegas aparte de alfas y betas. Francamente tratábamos de no juntarnos demasiado, pues eso sería como convertirnos en un imán de problemas.


Mi madre era un macho omega al igual que yo, y por ello me comprendía siempre. En aquel entonces me decía "No te preocupes, eres solo una pequeña flor tardía" tan sólo porque no me había desarrollado como los otros de mi clase. Constantemente se burlaban de mi expresando sus comentarios ofensivos he ilógicos acerca mi "inutilidad temprana" como omega.


— ¡Oh, pero miren quien es! El omega inútil. —Grito aquel niño alfa de cabellera castaña que usualmente le asemejaba a la caca de mi pequeño row wailer. Los demás niños que jugaban con él a las metras se voltearon a mirarme con aquella malicia inocente que no me merecía. ¿O tal vez si?


Ya había llegado a un punto en el cual no sabía si me merecía aquellas ofensas o no.


— Ven acá, ¿Por qué te marchas pequeña zorra? —Escuché muchos más insultos de los cuales estaba familiarizado, y aunque mis pequeños ojos verdes se cristalizaron me decidí a solo alejarme sin decir ni una sola palabra. Eso es lo que alguien sensato haría. — ¡Hey, vuelve acá!


"No le hagas caso a sus comentarios cariño. Ellos creen ser muy fuertes, pero nosotros lo somos más. Nadie es capaz de soportar lo que nosotros soportamos. Se fuerte." Aquellas palabras me las había mencionado mi madre años atrás. Aún no comprendía a su totalidad lo que significaban, pero tristemente poco a poco podía entender a lo que se refería.


— ¡Déjalo en paz, es una gallina como todos los omegas! ¡Ga-lli-na!


Mi cuerpo se detuvo ante aquel apodo molesto y mis manos se cerraron en puños apretados. La historia se repetiría nuevamente tal y como una canción popular a la que odias, pero que simplemente no puedes evitar tararear y escuchar porque suena en todas partes.


—Oh, pero miren a la puta inútil. ¿Qué vas a hacer?, ¿Golpearnos con tus manitas de muñeca?


Sí, Una persona sensata se alejaría. Pero lo lamento, no soy una de ellas.


— ¡Ser un omega no significa ser una puta, y no soy una gallina como ustedes; estúpidos alfas con la cabeza llena de feromonas! —Grite fuerte y claro. Aproveche sus rostros deformes por la sorpresa para lanzarme contra el niño que tenía más de cerca, pero que también se había burlado de mí. Le pegué un puñetazo y le jale el cabello. Pero no me dio tiempo de cantar victoria, pues uno de sus amigos me tomo de la camiseta y me arrojó a la caja de arena. Estornude arenilla y mis ojos se cerraron por el picor de ella.


Estaba en problemas.


— ¡Estúpido omega, él es mi hermano! —Escuche decir a mí alrededor. Gemí de dolor al sentir una patada justo en mi pierna, y de pronto más golpees llegaron sin darme tiempo a recuperarme.


— ¡Pídenos disculpas!


Los golpes empeoraron y tan solo me esforcé por cubrir mi vientre, protegiendo lo único que al parecer me serviría para poder dar a luz crías que amaría, y que por compromiso a un alfa me daría una mejor vida. ¿Hasta qué punto hemos llegado nosotros los omegas?


—Perdón...—Murmuré entre jadeos. Si, hasta este punto. Pedir perdón por algo que no hemos hecho. ¿Por qué culpar a un alfa? Siempre es el omega.


— ¿"Perdón" qué?


"Ni soñando" pensé en lo más recóndito de mi mente. La única manera de que algún alfa lleno de testosterona me haría humillarme de tal manera, sería usando su voz de mando. Y obviamente ellos aún no habían aprendido a usarla.


— ¡Dilo!


— Perdón... Imbécil


Ese día los golpes no se detuvieron hasta que finalmente se aburrieron de mí. Terminé acostado en una caja de arena preguntándome por qué nadie me había ayudado. La respuesta a eso fue; "Eres un omega que no huele a omega", a nadie le importaba. Solo a mis padres, y ellos seguramente estarían preocupados reventando los teléfonos de la escuela con llamadas interminables.


Fue entonces cuando abrí mis ojos para darme cuenta de la oscuridad de la noche que me rodeaba. Me había quedado dormido y milagrosamente nadie se había acercado a hacerme daño. Decidí cerrar mis ojos para ver si dios decidía hacerme un favor dejándome profundamente dormido, hasta que me di cuenta de lo exageradamente exagerado que estaba siendo. Uf, doblemente exagerado.


Tan solo me preguntaba si aquella ridiculez de mi parte era por mis genes omegas o por la pubertad. Mi madre era el ser más inteligente de todos, así que tenía que ser mi entrada a la adolescencia.


No pude pensar en un comentario irónico y sarcástico para reírme de mi mismo, pues un leve picoteo en mi mejilla me hizo abrir los ojos de golpe.


Ahí fue cuando lo vi por primera vez.


—Así que estas vivo. —No tardé en encontrar al dueño de aquella voz seria e indiferente. Chillé al ver a aquel muchacho que seguramente tenía mi edad a menos de medio metro de mí mirándome con unos ojos grises, que por la oscuridad parecían los de una bestia observando a su débil presa.


Nunca imagine que en un futuro amaría serlo.


— ¡Acosador! —Grite inclinándome. Prefería levantarme pero el dolor en mi cuerpo no me lo permitió. Apreté la arena picosa entre mis manos y abrí mis ojos como platos al darme cuenta de que quien me observaba estaba sentado en una silla de ruedas. Era de cuero negro, y tenía aquellas ruedas gigantes y delgadas. No le seguí detallando pues un extraño pero delicioso olor llego a mi nariz distrayéndome. Oh... Que rico... Gemí para mis adentros. Quiero más... Más...


— ¿Qué? —Pregunto algo irritado. Su voz, medio tono más alto, envió una descarga eléctrica a mi cuerpo haciendo que mi corazón palpitara y mi omega interior se erizara. En ese momento no pude comprender lo que me sucedía, pero solo podía imaginar que su voz alfa era poderosa incluso en su tono regular. — ¿A caso nunca habías visto a un acosador en silla de ruedas? —Soltó serio. Aunque pude notar un brillo de burla en su mirada profunda.


Mis mejillas se encendieron de la pena, y el remordimiento de conciencia me obligó inconscientemente a masticar mi labio inferior. Sentí que tenía que pedir disculpas, aunque había sido algo tonto.


—No, perdón yo solo —"Inclínate" "Pide disculpas" "Preséntate" Mi omega interior estaba volviéndome loco. Volví al presente cuando aquella mano fría se posó en mi hombro derecho. Mi piel se puso de gallina y mi corazón se agito.


—Oye, ya basta. —Dijo levantando los hombres como si nada. —No vayas a hiperventilar.


— Perdón— "¡Ya deja de pedir perdón!" Me grite mentalmente. —Digo, ¡No me toques!


¡Malo! ¡Mal omega! Mi interior me reprendió.


Su ceja se levantó perfectamente y en mi mente ronronee. Su mano se alejó de mi piel y me golpee mentalmente. ¿Qué me estaba sucediendo? No lo sabía. Pero me gustaba la manera en la que aquel rostro juvenil se veía con ese nuevo gesto que me había mostrado.


— Eres raro. —Cruzo sus brazos soltando un suspiro corto y negó suavemente. Su rostro me recordaba al de un detective serio he inescrutable. Parecía alguien a quien difícilmente se le podía ocultar algo, pero que sin embargo el sí podía esconder muchos secretos. —En fin. ¿Necesitas ayuda?


No.


—Sí. —Estúpida ansiedad omega. ¡Puedo hacerlo solo, no necesito que un alfa lisiado me levante! —No puedo levantarme solo... Me duele un poco las piernas así que... —Oh, pero que bajo he caído.


Definitivamente es posible traicionarte a ti mismo.


—No puedo hacer mucho para ayudarte, pero intenta sostenerte de mis apoya brazos. —Asentí rápidamente y aunque no sabía el nombre de las piezas que tenía una silla de ruedas, comprendí que él apoya brazos era obviamente eso; Donde apoyaba los brazos. Dah.


Observe como sus manos se posaron en el rin de metal que le ayudaba con el movimiento y apretó fuerte para que no se moviera ni un centímetro por mi peso.


—Bien. —Me agarre del apoya brazos y me ayude a levantarme lentamente. No había chequeado los golpes en mis piernas y muslos, pero debido al dolor me imaginaba diferentes contusiones moradas y verduzcas. No pude evitar el escape de un quejido al estar de pie, pero tampoco me preocupe demasiado. De alguna manera, solo quería demostrar dolor para que este recién conocido me consolara. ¿Patético? He hecho cosas peores. Ser un omega no te aleja de las humillaciones, más bien, totalmente al contrario. —Gracias... —Me solté rogando mentalmente por no caer. Mis piernas temblaban. Me habían dado una paliza. Por lo menos no habían golpeado mi rostro, así mis padres no se enterarían.


De pronto mi punto focal fueron sus brazos, y me di cuenta de que eran algo fuertes para nuestra edad. Seguramente se debía al movimiento constante que ejercía en su silla. Podía imaginármelo separando mis muslos morenos.


"¿Qué estoy pensando...?" Me regañe jadeando.


—De nada. —Sus labios eran una perfecta línea recta. —Por cierto, no soy uno de esos alfas fastidiosos que se creen de lo más fuerte, —Sentí que lo decía por su condición, pero le ignore. —pero no es bueno para nadie estar durmiendo en una caja de arena a estas horas de la tarde.


Quise lanzarle cuchillas por su comentario, pues obviamente no estaba simplemente "durmiendo" como un desequilibrado mental. Ni que fuese un gato. Es más, los gatos ni duermen en la arena, la usan para hacer popo.


Al final igual no pude evitar reír bajito por lo que dijo. Su rostro seguía siendo inexpresivo y eso me corto el rollo. ¿Es que acaso no podía reír siquiera por educación?


Sí. Definitivamente eso me gusto.


—Puede valerme por mí mismo. —Quise gruñir, pero no me salió. Un sentimiento extraño me detuvo. No quería desafiarlo.


—Aja. Págame el favor.


— ¿Eh?


—Que me pagues el favor, no seas un desagradecido.


Al final termine llevándole a la salida del parque, donde se supone que le buscarían. Hubo un silencio entre ambos durante todo el camino y francamente no me incomode en ningún momento. Solo me concentre en aquel olor que no desaparecía y que cada vez se hacía más fuerte. ¿Sería su colonia?


—Estamos a mano. —Pronuncio serio cuando llegamos.


—Si... Supongo que aquí nos despedimos. —Separe mis manos del calor que se había acumulado en las empuñaduras, y una brisa fresca me congelo el sudor en mis palmas. Mi corazón latía como loco, y aunque podía empezar a caminar hacia el metro una parte de mí solo quería echar raíces allí. Mi omega interior gimió ante la necesidad de quedarse y mi vientre se calentaba de una manera tan extraña que no comprendía. —Ehm... Mi nombre es Jhouna por cierto...


Sus ojos se posaron en mí cuando me puse al frente de él, y con nervios lleve mis manos por detrás de mí espalda jugando con mis dedos mientras me mecía levemente.


—Soy Derek. —"Derek..." Lo repetí en mi mente, y de alguna manera nunca me había sonado un nombre tan bonito. "Derek, Derek, Derek" Me traía un sentimiento dulzón. Sentí como su mirada se intensifico en mí, y por ello mis nervios erosionaron. Ante sus ojos intimidantes me sentía desnudo.


—Bueno eh... — "¿Me das tu número de teléfono?" "¿Querrías ir a tomar algo?" "¿Podría enterrar mi nariz en tu pecho?""¿Serias tan amable de cogerme contra una pared?" "¿Podría montarte toda la noche?" ¡Oh dios, ya basta! —yo me... me iba y... bueno, eh...


—Espero que nos volvamos a ver Jhouna.


Mi rostro literalmente hirvió y mi corazón se detuvo. Un burbujeo en mi vientre me hizo cosquillas y gemí bajo. Ya no podía más, ese olor... ese olor me estaba matando. De un momento a otro fue como si un remolino espeso me hubiera tomado.


—Dilo de nuevo. —Susurre. Mi cabeza estaba nublada, y por dios, solo quería oírlo de nuevo. Su voz, su voz grave diciendo mi nombre... Oh dios, quiero oírlo. Deseo oírlo. Tengo que oírlo. El olor se coló en mi nariz haciéndome gemir suavemente y no me di cuenta de que me había puesto de rodillas para colocar mi cabeza en su regazo. —Por favor, Por favor di mi nombre de nuevo. Dilo por favor...


—Jhouna, calmate.


Oh, dios


Gemí sin vergüenza y un extraño líquido caliente empezó a mojar mi ropa interior. No sabía si otras personas me miraban o no. Solo estaba concentrado en rozar mi culo humedecido contra el pavimento mientras repetía una y otra vez su nombre.


—Derek, Derek, Derek.


Recuerdo una pequeña curva en sus labios. Una que nunca olvidare. Fue la primera vez que le vi sonreír, o bueno, fue un intento de sonrisa que igual contaba. Sin embargo, estaba tan entusiasmado con su risa corta que no note la nostalgia amarga en el brillo de sus ojos.


Al día siguiente me convertí en un omega completo. Inicio mi celo.


En aquel entonces, éramos tan solo dos jóvenes inmaduros. No lo podía comprender.


Mi mente inocente aun no caía en cuenta de que el mundo era cruel. Yo era un omega, y mi alfa destinado; alguien que no me podría dar el futuro que yo quería. No sin un arduo esfuerzo.


Pero... de eso trata el amor, ¿cierto?


Aceptar a alguien sin importar sus desperfectos.


Eso es amor. Aunque la humanidad no lo tolere o siquiera comprenda.


 

Notas finales:

Esta historia saltara de un tiempo a otro. Hoy podrán estar leyendo acerca de un Jhouna de dieciséis años, pero mañana ya habrán pasado cuatro años mas, etc.

Escribo por diversión, y esto del omegaverse me llamaba mucho la atención. ASÍ QUE LA REDACCIÓN NO SIEMPRE SERA LA MEJOR, tengo muchísimas actividades al día, así que comprendan por favor.  Si quieren que continué díganmelo en los comentarios. Su constante apoyo me anima a actualizar lo mas rápido que pueda.

Cualquier pregunta, adelante. No se cohíban. 

 


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