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Nunca por UkloveY

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     Primer año de la escuela secundaria, cuando sé es un novato a simple vista se puede captar; perdidos, pequeños, tontos, inocentes y llenos de energía. Esas son las características más usuales de los estudiantes nuevos.

     Buscar un club es casi lo primero en su agenda, quieren utilizar esos ánimos, y mejor aún si es en un club deportivo, basketball, tenis, ciclismo, natación, atletismo; son tantas las opciones. Pero Abe Takaya, uno de los estudiantes de primer año, estaba inclinado por entrar al equipo de baseball, puesto que era su deporte favorito.

     Abe era pequeño, delgado, de cabello corto color castaño, ojos grises, y ceño fruncido la mayoría del tiempo. De apariencia torpe e inocente. "Debo buscar el club de baseball, antes de que lleguen a unirse muchos miembros, debo asegurarme el puesto de cátcher titular" se decía a sí mismo.

     Después de perderse un poco por la escuela, pudo hallar el campo de baseball, "Vaya, es bastante grande" dijo asombrado, mientras sus ojos bien abiertos observaban a su alrededor. Así que se dispuso a caminar hacia el centro del campo, el cual se encontraba vacío, y se paró en el montículo.

     "¿Me quieres quitar el puesto?" preguntó una voz que resonaba detrás de su espalda, sonaba en un tono desafiante y a la vez amigable.

     El más pequeño se volteó rápidamente, y sus ojos enfocaron al dueño de la voz. Alto, de cuerpo fuerte, cabello azul oscuro casi negro, ojos grandes y cafés; tenía toda la pinta de ser un beisbolista.

     Vestido con el uniforme de la escuela, luciendo su corbata desordenada. "No te pares en el montículo, ese es mi lugar" dijo. Al escuchar esto, el más bajo le observó de forma seria como queriendo decir "¿Y este quién se cree?".

     "¿Acaso eres mudo?, ¿o eres sordo?", dijo el ojicafé mientras se aceraba al contrario. "Ya te escuché, me parece de mala educación tratar así a tu kohai" respondió el menor, quien antes de que pudiera decir algo más fue empujado hacia atrás.

     "Me parece más maleducado que te pares sobre mi montículo, sobre todo si ni siquiera eres del equipo, y peor todavía si apenas tienes unas horas de haber entrado a la secundaria" dijo de forma un poco arrogante.

    Suspirando y rascándose la cabeza habló de nuevo "Me llamo Haruna Motoki, soy de segundo año, así que soy tu mayor, estoy en el equipo de baseball y soy el pitcher titular" dijo solo como para cumplir su deber.

     Mirando de forma penetrante, el menor permanecía en silencio, aunque en cierto momento pensó que debía dejar la inmadurez un poco de lado, "Abe Takaya, como puedes ver soy de primer año, pienso entrar al equipo de baseball, y tranquilo, no te pienso quitar el puesto, porque soy cátcher".

     "¿¡Cátcher!?, ¿tú?, jajajaja, ¡joder que buen chiste!, pero si eres un enclenque, jajaja ¿Cómo se supone que alguien cómo tu va a atrapar mis lanzamientos?, debes estar bromeando" dijo Haruna riendo ruidosamente.

     "Para poder hacer batería conmigo mínimo deberás aguantar los golpes de la bola contra el guante, ¿qué pasaría si te golpeo al peto?  posiblemente te quebraría un hueso", dijo en siguiendo con el tono burlista.

     Por lo que el más bajo estaba empezando a enfurecerse "No me subestimes, a pesar de ser pequeño y delgado, aguanto, ten por seguro que puedo atrapar tus lanzamientos", éste lo decía con una semejante confianza, que despertó el interés del contrario.

     Así que tornó su rostro serio, "No sé qué tan cierto sea eso, pero de cualquier manera hoy no estoy para lanzar, ya cumplí con mi cuota diaria, y no lanzó más de mi límite, así que mejor vete" dijo señalando "por allá se hacen las inscripciones al equipo, si quieres entrar ve". Después de esto se volteó y se fue.

     "¿Límite?, ¿cuota diaria?, ese tipo es extraño, no entiendo a qué se refiere con eso..." se cuestionó el pelicafé, para luego dirigirse a hacer su inscripción.

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     Unos meses habían pasado con completa normalidad, Abe ya estaba dentro del equipo, practicando con los demás novatos, aún no les dejaban tener un partido, y todavía no había tenido el chance de atrapar los lanzamientos de Haruna.

     Ser de primero era de lo peor, es como si solo sirvieran para acomodar cosas, limpiar, y brindar soporte a los del equipo titular. "Esto me pone mal, ya quiero atrapar algún lanzamiento, no he hecho más que limpiar pelotas y emparejar la tierra, odio ver jugar a los demás y que no me pongan a hacer nada" pensaba mientras agarraba con fuerza la escoba con la que estaba barriendo la habitación donde se guardaban los implementos.

     "¿Qué pasa Takaya, estás celoso de los jugadores?" preguntó el peliazul con la plena intención de molestar, mientras tocaba la cabeza del contrario.

    El más bajo reaccionó a esto de inmediato y le empujó la mano, "¡Déjame!, no estoy celoso, es sólo que ya quiero jugar un poco, al menos atrapar unos lanzamientos... ¡y no me llames por mi nombre! " respondió berrinchudo.

     Al ver esto, el más alto se acercó a unos casilleros, los cuales estaban al parecer un poco viejos y desgastados, abrió uno de ellos y sacó un peto, "Toma. Por hoy me quedan nueve lanzamientos, atrápalos, a ver si es cierto que puedes hacerlo".

     El peto empolvado cayó sobre él, "¿Qué es eso de qué sólo tienes nueve lanzamientos?, ¿qué eres, una pistola que acaso tiene cierta cantidad de balas?" preguntó un poco alterado. 

     "Mira, si quieres atrapar algún jodido lanzamiento ven conmigo, sino quédate como estúpido sentado en la banca observando como juega el equipo titular", el más alto estaba también empezando a alterarse un poco. 

    A esto, el más bajo simplemente se calló la boca y lo siguió, llevando consigo sus protecciones. Fueron a la parte trasera del campo, salieron por un pequeño hueco que había en la malla, "Es una salida secreta, nadie más la conoce, así que siéntete importante", dijo el mayor.

     Salieron del campo y se acomodaron detrás de la habitación de los implementos, "Hagámoslo aquí porque si el entrenador nos ve, te aseguro que nos regañará. Y sobre los lanzamientos, sólo hago ochenta por juego o por día, ni uno más. Colócate allá" dijo señalando un lugar plano de tierra.

     El más bajo se colocó todos los implementos de seguridad, las espinilleras, el peto, el guante y finalmente el casco. "¿Por qué no puedes hacer más de ochenta lanzamientos?" preguntó curioso.

     "Es obvio ¿no?, quiero ser profesional, bueno no lo quiero, lo deseo, y lo voy a ser, todavía estoy joven y en edad de crecimiento, no puedo cometer el gravísimo error de lesionarme. Eso sería el fin de mi carrera", luego de decir esto, se colocó en un pequeño montículo improvisado.

     "Basta de hablar, voy a lanzar. No me haré responsable si te quiebras algo o te vomitas, atrapa bien" sentenció el mayor, comenzando el movimiento. Levantó su pierna, y con una fuerza bestial se giró y lanzó la bola.

     Fue tan rápido, que los grises ojos no pudieron seguirlo bien, y evidentemente sus brazos tampoco pudieron hacerlo. Entonces fue cuando se percató de que la bola había golpeado su estómago, y dolía, mucho, demasiado podría decir.

     Las ganas de vomitar crecieron dentro de él, y las lágrimas fueron inminentes, el dolor se expandía por dentro como queriendo invadirlo por completo. "...Joder..." pensó mientras apretaba con fuerza su rostro en una mueca de sufrimiento.

     "Vamos, que torpe, sabía que un escuálido como tú no iba a poder atrapar un lanzamiento mío, y es peor para ti si no lo atrapas, te voy a abrir el estómago" dijo despreocupado, colocando ambas manos detrás de su cabeza, como quien toma el sol tranquilamente en la playa.

     "Este tipo es una bestia, si quiero estar en el equipo voy a tener que recibir sus lanzamientos, no bromeaba con lo de quebrarme los huesos" fue lo único que pudo pensar el menor antes de caer al suelo.


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